sábado, 20 de abril de 2024

COMUNITAS MATUTINA 21 DE ABRIL 2024 DOMINGO IV DE PASCUA CICLO B

 

Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí. Del mismo modo, el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, y doy la vida por las ovejas”.

(Juan 10: 14-15)



Lecturas:

  1. Hechos 4: 8-12

  2. Salmo 117

  3. 1 Juan 3: 1-2

  4. Juan 10: 11-18



Toda la vida de Jesús es un constante y creciente salir de sí mismo, siempre dedicado a dar vida a todos los prójimos con los que se cruzó en su vida, dando vida del espíritu y vida del cuerpo, haciendo a cada uno consciente de la amorosa predilección de Dios; no reserva nada para sí mismo, su proyecto de vida no está determinado por intereses personales sino por el interés del hermano, restablecer la armonía perdida en el pecador, la salud corporal en tantos ciegos, paralíticos, leprosos, que se acercaron a él con la esperanza de ser sanados, la dignidad afrentada por las injusticias y las opresiones; la vigorosa denuncia de todo lo que contraría el plan de Dios en esta materia, el reconocimiento amoroso del valor propio de cada hombre y de cada mujer. En Jesús está Dios dándose totalmente para salvación de la humanidad. 1 Los relatos evangélicos y todos los escritos del Nuevo Testamento son unánimes en testimoniar esta condición de Jesús trascendiendo de sí mismo hacia el Padre y hacia el hermano, con la claridad de que en este modo de proceder está acatando con máxima fidelidad la voluntad de Dios: “Toda la riqueza de Cristo es para todo hombre y constituye el bien de cada uno. Cristo no vivió su vida para sí mismo sino para nosotros desde su Encarnación “por nosotros los hombres y por nuestra salvación” hasta su muerte “por nuestros pecados” (1 Corintios 15:3), y en su Resurrección “para nuestra justificación” (Romanos 4:25). Todavía ahora “es nuestro abogado cerca del Padre” (1 Juan 2:1), “estando siempre vivo para interceder en nuestro favor” (Hebreos 7:25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre “ante el acatamiento de Dios en favor nuestro” (Hebreos 9:24). 2

El evangelio de este domingo toma la figura del Buen Pastor como referente y modelo para acreditar el estilo amoroso y solidario de Jesús: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, que no es propietario de las ovejas, abandona las ovejas y huye, cuando ve venir al lobo; y el lobo hace presa en ellas y las dispersa”. 3 En su conocida y sabia pedagogía, Jesús enseña sobre el Reino de Dios tomando ejemplos de la vida cotidiana y doméstica de sus paisanos, de la de él mismo; así, muchos de sus contemporáneos se dedicaban a la actividad pastoril, de allí se inspira para esta bella metáfora que hace decir al Papa Francisco que debemos ser “pastores con olor a oveja”. 4 Este lenguaje es el que inspira la acción evangelizadora de la Iglesia – núcleo central de su misión - , designándola con el nombre de PASTORAL.5 Este es el quehacer de la Iglesia formando comunidades, cuidando a cada una de las “ovejas” que hacen parte de cada una de ellas, anunciando la Buena Noticia, esmerándose en un ministerio que debe caracterizarse por una total entrega, a tiempo y a destiempo, sin buscar recompensas ni privilegios ni homenajes, con una disposición que debe llegar hasta dar la vida por todas las que integran su redil: “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”. 6

El teólogo Jon Sobrino define a Jesús como el “pro-existente”, el que existe exclusivamente a favor de los demás. 7 El significado etimológico de existencia es salir de sí mismo hacia lo que es distinto de uno, hacia lo otro – el prójimo - , hacia el Totalmente Otro – Dios -. Es imperativo cristiano pedir al Espíritu la gracia de no hacer de esto un lugar común, como tantos otros elementos que derivan en proclamaciones retóricas sin consecuencias de transformación existencial. En el Señor todo lo suyo es donación hasta la muerte y muerte de cruz , por eso el fundamento del ser cristiano es él mismo en este modo de entregarse sin límites, de atender a cada ser humano, de cuidarlo con máxima delicadeza, de reconstruírlo en su ser físico y espiritual, de preferencia por los más desvalidos y vulnerables, este elemento es normativo para todo el que decida seguir su camino. En esto consiste el pastoreo de Jesús, por eso el evangelio de Juan proclama que él es el Buen Pastor. 8

Cuando el Papa Francisco en sus diversas intervenciones escritas y habladas insiste sobre la Iglesia en estado de misión, no autorreferencial, y otras alusiones semejantes, está pensando en el paradigma que es para todo cristiano esta conducta del Señor Jesús manifestada en su total dedicación al bien del rebaño al que es enviado para su salvación, redención y liberación. Nunca pasó por su mente un estilo de poder y de prerrogativas que lo pusieran por encima de los demás. Por esto, a la Iglesia entera le corresponde ser una comunidad ministerial, pastoral, evangelizadora, entregada incondicionalmente al bien de la humanidad y de ella misma, entendiendo como bien esa condición permanente de ofrenda de la vida para que haya vida en abundancia como reza bellamente el evangelio de Juan y como lo refiere la primera lectura de hoy narrando la actitud de Pedro y Juan ante el sanedrín: “Entonces, Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: jefes del pueblo y ancianos, puesto que, con motivo de una buena obra realizada en un enfermo, se nos interroga hoy por quién ha sido este curado, sepan todos ustedes y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por su nombre, y no por ningún otro, tienen a este aquí sano, ante ustedes”. 9

En este domingo tradicionalmente las comunidades honran a sus pastores, los obispos y presbíteros, dedicándoles especiales homenajes de afecto y gratitud. Pero no se puede olvidar que no se trata de exaltar una casta superior en la Iglesia, la de los clérigos, ni de rendir culto a la personalidad de quienes dedican su vida el ejercicio del ministerio ordenado. Conocemos bien los excesos de la excesiva honra al clero con sus nocivas consecuencias de poder y superioridad. Cada obispo en su diócesis y cada presbítero en su parroquia, grupo apostólico, es un servidor que debe inspirar su modo ministerial en el mismo Señor Jesús, debemos estar negados al “vano honor del mundo” , siguiendo en todo al Señor: “Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí; del mismo modo, el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; también a esa debo conducir ; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño bajo un solo pastor”. 10

En este reconocimiento cabe evocar a pastores que siguieron fielmente al Señor y a sus comunidades dando todo de sí para que sus ovejas abundaran en gracia y dignidad: San Damian de Veuster,11 religioso belga que se entregó con extrema generosidad a los enfermos de lepra en la isla de Molokai, adquiriendo él mismo la enfermedad; nuestro Beato Mariano de Jesús Eusse Hoyos,12 durante largos años párroco en Angostura (Antioquia), testimonio del auténtico e infatigable pastor; el arzobispo mártir de San Salvador en Centroamérica, San Oscar Romero,13 defensor de la dignidad de comunidades campesinas oprimidas por la violencia e injusticia de los poderosos de ese país; el padre Alfred Delp, 14jesuita alemán, consciente del horror de la tiranía hitleriana en los tiempos siniestros de la segunda guerra mundial, ayudó a muchos judíos a escapar del régimen, fue ajusticiado el 2 de febrero de 1945; nuestro compatriota, el arzobispo de Cali Isaías Duarte Cancino,15 que sirvió generosamente a la Iglesia como obispo en Bucaramanga, Apartadó y Cali, asesinado en esta última ciudad en marzo de 2002; el Cura Brochero,16 abnegado párroco argentino en el siglo XIX y comienzos del XX, canonizado por el Papa Francisco en 2016. Estos son pastores de total credibilidad por haber apropiado como suyo el estilo pastoral de Jesús. 17

Con ellos también reconocemos a multitud de hombres que , en silencio y máxima discreción, lo apuestan todo por sus comunidades, pastorean sin buscar honores, hacen del Evangelio su proyecto de vida, defienden a sus ovejas, les brindan los mejores elementos para una genuina existencia evangélica, se preocupan por todos, no esperan que la gente vaya hacia ellos porque siempre orientan su vida a la salida pastoral, sin descanso ni ganancias personales, configurándose en todo con el Señor Jesucristo. Ahora, cuando en la Iglesia pasamos la profunda pena que deriva de los escándalos de pedofilia y abuso sexual a niños y adolescentes protagonizados por sacerdotes y religiosos, volvemos la mirada y el corazón a estos santos varones que honran el Evangelio y el ministerio ordenado, todo esto para que nuestras vidas sean impecables, no por mérito nuestro, sí por la gracia del buen Dios. Este horrendo pecado de los abusos es una evidencia de esa cultura clerical de superioridad que no tiene nada de evangélico, que ayuda a crear una conciencia elitista con detrimento de la dignidad y autonomía de los laicos, y con poco aprecio por el aporte de estos últimos al quehacer eclesial.

Sí, la humilde y responsable conciencia de esta pecaminosidad nos remite a la esencial configuración con el Señor Jesucristo, a una experiencia de oración y discernimiento que nos apoye en nuestra búsqueda fiel de la voluntad de Dios, a un trabajo juicioso de modelación psicoafectiva, a un sabernos enviados a pastorear con la más alta calidad evangélica y humana, a rechazar con vehemencia el “carrerismo eclesiástico”, al más exquisito respeto por cada una de las personas que son confiadas a nuestro ministerio, también a construir redes de apoyo y comunidad de vida con los hermanos obispos y presbíteros, descartando todo individualismo y aislamiento. El modelo auténtico de pastor es el mismo Señor, su narrativa pro-existente es la referencia que define la identidad y el quehacer de los BUENOS PASTORES de la Iglesia.



Antonio José Sarmiento Nova, SJ



1 SANHUEZA, Krety. Jesucristo, prototipo de justicia y martirio, a favor de los pobres y marginados. En Cuestiones Teológicas volumen 43, número 99; páginas 175-1997. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, enero-junio 2016. SOBRINO, Jon. El principio-misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados. Sal Terrae. Santander, 1992; La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas. Trotta. Madrid, 1999. CABRERA TAPIA, Jesús Francisco. Ser-con y ser-para los demás: una exigencia humana ineludible. CETYS Universidad. Mexicali, 2007. CASTILLO, José María & ESTRADA, Juan Antonio. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 1987. ARRUPE, Pedro. Hombres y mujeres para los demás. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2015.

2 CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Número 519. San Pablo. Bogotá, 2022.

3 Juan 10: 11-12

4 PAPA FRANCISCO. Pastores con olor a oveja. Cuarenta rasgos desde el corazón del Evangelio PPC. Madrid, 2016. FARES, Diego. El olor del pastor. El ministerio pastoral en la visión del Papa Francisco. Sal Terrae. Santander, 2015. OCASIO, David S. Olor a ovejas. Perspectivas y principios para el servicio. Vida Miami, 2010.

5 FLORISTÁN, Casiano. Teología práctica: teoría y praxis de la acción pastoral. Sígueme. Salamanca, 1993. RAMOS, Julio. Teología Pastoral. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1995. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Líneas pastorales de la Iglesia en América Latina. Análisis teológico. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 1983. NEIRA FERNÁNDEZ, Germán. Edificar la Iglesia hoy: teología práctica. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1994. MERLOS ARROYO, Francisco. La pastoral de la Iglesia en el cambio de época. PPC. Madrid, 2012. ANDRÉS VELA, Jesús. Reflexiones de un teólogo “pastoralista” sobre la teología. En Teológica Xaveriana volumen 59; número 167; páginas 17-40. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, enero-junio 2009.

6 Juan 15: 12-13

7 SOBRINO, Jon. Jesús en América Latina. Su significado para la fe y la cristología. Sal Terrae. Santander, 1990. TORRES SERRANO, Juan Manuel. La proexistencia: un modo de ser y de hablar de Dios en el contexto latinoamericano. En Revista Iberoamericana de Teología volumen VI, número 10; páginas 25-48. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, enero-junio 2010. MOLINA PÉREZ, Sergio. El amor como modo primordial de la existencia. En Cuestiones Teológicas volumen 47, número 108; páginas 155-166. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2020. ZIZIOULAS, Johannis. Comunión y alteridad: persona e Iglesia. Sígueme. Salamanca, 2009. ARENAS MOLINA, Enrique. No hay amor más grande. Uniagustiniana. Bogotá, 2019. ARREGI GURIDI, Joxe Mari. Una historia de amor. Seguir a Jesús en la vida consagrada hoy. Verbo Divino. Estella, 2015. SCHÜRMANN, Heinz. El destino de Jesús: su vida y su muerte. Sígueme. Salamanca, 2003. KASPER, Walter. La proexistencia de Jesús; en Idem. La misericordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae. Santander, 2014; páginas 75-80.

8 BEUTLER, Johannes. El discurso del Buen Pastor en Juan 10. En Cuestiones Teológicas volumen 32, número 78; páginas 243-270. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2005. GUERRA, Luis María. El Buen Pastor, estudio exegético-teológico de Juan 10: 1-18. En Almogaren número 10, páginas 25-93. Centro Teológico de Las Palmas. Palma de Gran Canaria, 1992. LOPEZ VERGARA, Juan. Conozco a los míos, y los míos me conocen a mí (Juan 10: 1-21). En Revista Iberoamericana de Teología volumen XIII, número 26; páginas 99-124. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, 2018. PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores Gregis sobre el Obispo Servidor del Evangelio de Jesucristo para la Esperanza del Mundo. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2003.

9 Hechos 4: 8-10.

10 Juan 10: 14-16

11 3 de enero de 1849 Tremelo (Bélgica); 15 de abril de 1889, Kalawao, HawaI.

12 14 de octubre de 1845 Yarumal (Antioquia); 13 de julio de 1926, Angostura (Antioquia)

13 15 de agosto de 1917 Ciudad Barrios (El Salvador); 24 de marzo de 1980 San Salvador (El Salvador)

14 15 de septiembre de 1907 Mannheim (Alemania); 2 de febrero de 1945, prisión de Plöttzensee, Berlín (Alemania)

15 15 de febrero de 1939, San Gil (Santander); 16 de marzo de 2002, Cali.

16 16 de marzo de 1840 Villa Santa Rosa (Argentina); 26 de enero de 1914, Villa del Tránsito (Argentina).

17 GONZALEZ DORADO, Antonio. Sacerdotes dignos de crédito, perspectiva latinoamericana. Sal Terrae. Santander, 1990. PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Post Sinodal Pastores Dabo Vobis sobre la Formación de los Sacerdotes en el Mundo Actual . Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1992. WEST, Morris. Las sandalias del pescador. Editorial B. Madrid, 2015. JARAMILLO RIVAS, Pedro. Queridos sacerdotes, claves y propuestas para vivir la espiritualidad sacerdotal. Audiencias, discursos y homilías del Papa Francisco para consagrados y sacerdotes . PPC. Madrid, 2018. BOROBIO, Dionisio. Los ministerios en la comunidad. Biblioteca de Pastoral Litúrgica. Barcelona, 1999. RESTREPO, Javier Darío . La revolución de las sotanas. Planeta. Bogotá, 1995. BUSTILLO, Francisco Javier. Testigos, no funcionarios. El sacerdote en un cambio de época. Librería Editrice Vaticana, 2023.

domingo, 14 de abril de 2024

COMUNITAS MATUTINA 14 DE ABRIL 2024 DOMINGO III DE PASCUA CICLO B

 

Ustedes son testigos de estas cosas, y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido”

(Lucas 24:48-49)



Lecturas:

  1. Hechos 3: 13-19

  2. Salmo 4

  3. 1 Juan 2: 1-5

  4. Lucas 24: 35-48

Común denominador de las lecturas bíblicas que la Iglesia nos propone durante el tiempo pascual, es el testimonio de muchas personas que experimentaron a Jesús como El Viviente, con el consiguiente cambio sustancial de sus vidas, en términos de entusiasmo, de compromiso con el Reino de Dios y su justicia, de temple para enfrentar las contradicciones religiosas y políticas causadas por las autoridades judías y romanas, de dedicar su vida por entero a anunciar la Buena Noticia. Esa condición de testigos les permitió animar a muchos para que siguieran el mismo camino, es entonces cuando surgen las primeras comunidades de cristianos y, más tarde, los evangelios y los demás textos del Nuevo Testamento, que vienen a ser la concreción de lo vivido por esos testigos originales de la experiencia pascual, escritos como material de catequesis para quienes se interesaban en seguir el Camino.1

El evangelio de este domingo es una ruta para que nos comprometamos en esa condición testimonial, para que mantengamos ininterrumpida la apasionante vivencia del Resucitado, con su capacidad extraordinaria de reencantar la vida y de garantizar el sentido definitivo de la misma. Sin excepción , a todos los seres humanos nos inquieta el significado pleno de la existencia, si vale la pena vivir, si las inevitables experiencias de sufrimiento nos preparan para una plenitud inagotable. En la Pascua de Jesús, Dios comunica su respuesta a estas preguntas de sentido. En la comunicación de la fe en el Señor Resucitado los testigos y su testimonio son fundamentales, los discípulos-as originales dan el punto de arranque en la historia cristiana, con ellos se establece la sucesión apostólica. Después de esa primera generación de seguidores se van sucediendo los testigos, la transmisión del testimonio, la formación de la fe, las comunidades de creyentes, presencia viva y actuante del Resucitado hasta hoy y siempre. 2 La fe cristiana no puede dormir sobre los laureles de una inercia que la hace permanente, ella debe activarse siempre por la fuerza testimonial de la Iglesia toda y de cada comunidad de creyentes en particular.

El Papa Pablo VI en su clásico y siempre actual documento “Evangelii Nuntiandi sobre el Anuncio del Evangelio Hoy”,3 dice con vehemencia que el testimonio es el elemento fundamental de la evangelización, lo que persuade a muchos a seguir el camino de Jesús: “La Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar mediante el testimonio. Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensión y de aceptación, su comunión de vida y de destino con los demás, su solidaridad en los esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos además que irradian de manera sencilla y espontánea su fe en los valores que van más allá de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar. A través de este testimonio sin palabras estos cristianos hacen plantearse, a quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: Por qué son así? Por qué viven de esa manera? Qué es o quién es el que los inspira? Por qué están con nosotros? Pues bien, este testimonio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva”. 4 Y a los pocos meses de iniciado su ministerio como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal el Papa Francisco insiste en lo mismo en su Exhortación Evangelii Gaudium La Alegría del Evangelio 5:”La alegría del Evangelio que llena la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos que regresan de la misión llenos de gozo. La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo y alaba alaba al Padre porque su revelación alcanza a los pobres y pequeños. La sienten llenos de admiración los primeros que convierten al escuchar predicar a los Apóstoles “cada uno en su propia lengua” (Hechos 2:6)., en Pentecostés. Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá”. 6

Las palabras de Pedro se inscriben en ese carácter de testimonio: ”Mataron al jefe que conduce a la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos; nosotros somos testigos de ello. Y por la fe en su nombre, el propio Jesús ha restablecido a este hombre que ustedes ven y conocen. Es, pues, la fe, dada por su medio, la que lo ha restablecido totalmente ante todos ustedes” .7 No está haciendo esta afirmación “de memoria” porque él, junto con sus compañeros, ha vivido intensamente ese salto de la derrota y la frustración a la certeza de que el mismo hombre histórico que caminó con ellos y que fue condenado injustamente al suplicio de la cruz es ahora el Cristo Resucitado, el que ha transformado su vida de raíz, involucrándolos a todos en la novedad que surge de la Pascua.

La vocación fundamental de la Iglesia y de cada cristiano en particular, de cada comunidad de creyentes, es la de ser testigos, llevando una existencia ciento por ciento pascual, vale decir, de servicio, de solidaridad, de justicia, de fraternidad, de compromiso con la felicidad de los seres humanos en nombre de Dios, de transformación de la realidad injusta, de afirmación contundente de la dignidad de cada ser humano, de hacer que esa Iglesia motive a muchos para hacer parte de ese proyecto de nueva humanidad que resucita con Jesús. Esos testigos originales demostraron que ni la cruz ni el fracaso tuvieron la última palabra porque esta viene de Dios y es de vida definitiva e inagotable.8

Tal es la tarea cristiana, hacer el mundo totalmente nuevo, saturado de ilusiones, de razones para vivir, de inclusiones y equidades, también de valiente renuncia a pretensiones de poder, a incoherencias, a participación en religiosidades paralizantes, a miedos al compromiso, a disfrazar de prudencia nuestras cobardías, a los silencios cómplices y a las posturas anquilosadas: “Estaremos seguros de conocerle si cumplimos sus mandamientos. Quien dice: yo le conozco, y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, tenga por cierto que el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos con él” . 9

Cómo estamos en materia testimonial? Como los discípulos, también nos dejamos dominar por el miedo? No terminamos de creer que sí está vivo y resuelto a inspirar nuestra vida? Seguimos manejando las mismas inseguridades y temores de Pedro y sus amigos? Confundimos a Jesús con un fantasma?: “Sobresaltados y asustados creyeron ver un espíritu, pero él les dijo: por qué se turban? Por qué albergan dudas en su mente? Miren mis manos y mis pies: soy yo mismo” . 10

Las conocidas limitaciones de los discípulos en materia de captar a fondo el proyecto de Jesús tienen en estos temores una nueva evidencia, que sólo desaparecerá cuando tengan la osadía de seguir al Resucitado sin ambages, dispuestos a hacer vigente en totalidad su programa de bienaventuranzas, de nueva humanidad, de preferencia por los últimos del mundo, de conversión del corazón al Padre y al prójimo, de encarnación crucificada y redentora en la realidad del ser humano y de la historia. 11 También nosotros participamos de esas limitaciones: Con qué disfraces hemos envuelto a Jesús en lugar de dejarnos transformar por el Viviente? Para superar esas inseguridades, Jesús se les presenta, así lo refieren los distintos relatos de apariciones del Resucitado. Esto último se inscribe en el ámbito de la fe, la certeza de que en la resurrección de Jesús Dios ha intervenido decisivamente en la historia de la humanidad, en su dimensión trágica de muerte y de dolor, para reorientar la misma salvíficamente instituyendo a su Hijo como Señor y Salvador.

El lenguaje de Lucas, de profunda densidad teológica y antropológica, afirma que el Jesús histórico, el Crucificado, es ahora el Viviente, el Señor Resucitado. El evangelista se vale de este recurso, aparentemente sensorial, para afirmar simultáneamente la humanidad y la divinidad de Jesús, y para mover a sus discípulos – y a nosotros – a establecer una relación personal con él, concreta y existencial, con la capacidad de transformarnos, de hacernos nuevos en la novedad de su humanidad y de su divinidad.

Como ya lo hemos comentado en otras páginas de Comunitas Matutina el relato de los discípulos de Emaús es un hermoso y dramático reflejo de lo que nos confunde y hace sentir derrotados en la vida. Como esos dos discípulos perplejos también nosotros como propio de nuestra condición humana experimentamos crisis, oscuridades, momentos de extraordinaria debilidad. Pero así mismo, esto nos remite – si ese es nuestro querer - a los testigos de la fe, a quienes han hecho de su vida una ofrenda a la causa de Jesús y a la promoción evangélica del ser humano, hallando en ellos temple, fortaleza y razones para la esperanza Es totalmente estratégico hacer pública esta enseñanza en tiempo de Pascua, con el fin de animarnos a llevar un estilo de vida pascual. Dejarnos tomar por el Resucitado conlleva una tarea misional, siempre humilde, siempre portadora de sentido, sin pretensiones de superioridad sobre nadie, con la discreta conciencia de sabernos inscritos en la aventura salvadora de Dios: “Está escrito que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas”. 12



Antonio José Sarmiento Nova, SJ





1 ALEGRE, Xavier. Testimonios literarios de los orígenes del movimiento cristiano: una introducción al Nuevo Testamento. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/47264132.pdf KREMER, Jakob. El testimonio de la resurrección de Cristo en forma de narraciones históricas. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol28/112/112_kremer.pdf RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús después de su resurrección y antes de la Iglesia. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/47263949.pdf DEL AGUA, Agustín. El testimonio narrativo de la resurrección de Cristo. En Estudios Eclesiásticos número 77; páginas 241-273. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2002. LÜDEMANN, G. & ÖZEN, A. La resurrección de Jesús: historia, experiencia, teología. Trotta. Madrid, 2001. NOGUEZ, Armando. Jesús resucitado según los relatos pascuales: narraciones, interpretaciones y mensaje evangelizador. Verbo Divino. Estella, 2022. LORENZEN, Thorwald. Resurrección y discipulado. Modelos interpretativos, reflexiones bíblicas y consecuencias teológicas. Sal Terrae. Santander, 1999.

2 RATZINGER, Joseph. Transmisión de la fe y fuentes de la fe. En Scripta Theologica número 15, volumen 1; páginas 9-30. Universidad de Navarra. Pamplona, 1983. MADRIGAL TERRAZAS, Santiago. Nueva evangelización y transmisión de la fe. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 15 de enero de 2013. GERMAIN, Elizabeth. La transmisión de la fe en los primeros siglos cristianos. En Teología y Catequesis números 45-48; páginas 87-96. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 1993. PONCE DE LEÓN, Enrique. Testigos del Señor Jesús. Buena Prensa. Ciudad de México, 2007. SOCIEDAD ARGENTINA DE TEOLOGÍA. La transmisión de la fe en el mundo de las nuevas tecnologías. XXXII Semana Argentina de Teología. Agape Libros. Buenos Aires, 2014. SÍNODO DE LOS OBISPOS. XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA. La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Instrumentum Laboris. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2012. LOHFINK, Gerhard. La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe cristiana. Desclée de Brower. Bilbao, 1986. PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO. El testimonio cristiano en un mundo multirreligioso. Recomendaciones de conducta. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2011.

3 PAPA PABLO VI. Exhortación Apostólica Post Sinodal Evangelii Nuntiandi El Anuncio del Evangelio Hoy. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1975.

4 EVANGELII NUNTIANDI número 21

5 PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium La Alegría del Evangelio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2013; Exhortación Apostólica Post Sinodal Christus Vivit. A los jóvenes y a todo el pueblo de Dios. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2019. VIVES, Josep. Hablar de Dios en el umbral del siglo XXI? Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2012. MARTÍN VELASCO, Juan de Dios. Ser testigos. Comunidades de testigos y profetas. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 27 de abril de 2010. BARRIENTOS, Maynor. El testimonio de Pablo y la episteme del testigo: la experiencia traumática de la vida, pasión y resurrección de Jesús. En Espiga números 16-17; páginas 255-274. Universidad Estatal a Distancia. San Pedro de Montes de Oca, enero-diciembre 2008. CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO Y CONGREGACION PARA LA EVANGELIZACION DE LOS PUEBLOS. Diálogo y Anuncio. Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo interreligioso y el anuncio del Evangelio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1991,

6 EVANGELII GAUDIUM número 20.

7 Hechos 3: 15-16

8 Esto lo podemos asociar con la conocida expresión del Papa FRANCISCO “Una Iglesia en salida”, con ella el Papa alude al carácter misional-apostólico de la Iglesia, esta no es una entidad encerrada en sí misma, su razón de ser es el anuncio de Jesucristo muerto y resucitado, contenido fundamental de lo que conocemos como Buena Noticia-Evangelio, respuesta de Dios al interrogante sobre el sentido de la vida que constantemente nos hacemos los seres humanos. RADCLIFFE, Timothy. Ser cristianos en el siglo XXI. Una espiritualidad para nuestro tiempo. Sal Terrae. Santander, 2018. GONZÁLEZ CARVAJAL, Luis. Cristianos del siglo XXI. Interrogantes y retos pastorales ante el tercer milenio. Sal Terrae. Santander, 2002. MARTÍNEZ DÍEZ, Felicísimo. Ser cristiano hoy? Jesús y el sentido de la vida. Verbo Divino. Estella, 2009.

9 1 Juan 2: 3-5

10 Lucas 24: 37-39

11 THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús: historia social de una revolución de los valores. Sígueme. Salamanca, 2005. GRACIO DAS NEVES, Rui Manuel El movimiento de Jesús. Una lectura sociológica. Abya Yala. Quito, 2023. RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús antes de la Iglesia. Una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles. Sal Terrae. Santander, 1998. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana. Ensayo de exégesis sociológica del cristianismo primitivo. Verbo Divino. Estella, 2017. DRI, Rubén. La utopía de Jesús Biblos. Buenos Aires, 2000. MONGE CASTILLERO, Joaquín. Los primeros pasos del cristianismo a través de la figura de Pablo de Tarso. En Itálica Revista para la difusión de jóvenes investigadores del mundo antiguo. Número 4, páginas 1-25. Universidad Pablo de Olavide. Sevilla, 2022.PIÑERO, Antonio. Guía para entender el Nuevo Testamento. Trotta. Madrid, 2006. SORDI, M. Los cristianos y el imperio romano. Encuentro. Madrid, 1998. VOUGA, G. Los primeros pasos del cristianismo: escritos, protagonistas, debates. Verbo Divino. Estella, 2001.

12 Lucas 24: 36-48.

domingo, 7 de abril de 2024

COMUNITAS MATUTINA 7 DE ABRIL 2024 DOMINGO II DE PASCUA CICLO B

 

Tomás exclamó: Tú eres mi Señor y mi Dios! Jesús le dijo: tú crees porque has visto. Felices los que creen sin haber visto!”

(Juan 20: 28-29)



Lecturas:

  1. Hechos 4: 32-35

  2. Salmo 117

  3. 1 Juan 5: 1-6

  4. Juan 20: 19-31

Tras la muerte de Jesús los discípulos experimentan un gran sentimiento de fracaso, el miedo se apodera de ellos, imaginan que, debido a su estrecho vínculo con él, las autoridades judías puedan tomar represalias, hacerlos correr la misma suerte de su maestro: “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, los discípulos tenían cerradas las puertas del lugar donde se encontraban, pues tenían miedo a los judíos” .1

Un temor así es normal, como el que podemos sentir cuando nos vemos en riesgo, o cuando prevemos consecuencias problemáticas derivadas de actuaciones o palabras nuestras. Junto a esto, no podemos olvidar que este primer grupo de seguidores de Jesús estaba integrado por personas especialmente frágiles.2 De ello nos hablan su cortedad para captar el proyecto de Jesús en todo su alcance y la cobardía evidenciada en las negaciones de Pedro y en el adormecimiento de algunos de ellos cuando el maestro se encontraba en el momento más dramático de su pasión. Esa fragilidad de los discípulos también permite que veamos la nuestra propia, nuestros propios miedos y vacilaciones, las situaciones que nos afligen, las angustias, todo aquello en lo que “el piso se mueve” y nos deja en condición de tristeza y pesadumbre, lo que nos lleva al desencanto existencial. 3 En la cotidianidad sobreabundan los miedos, unos provenientes de decisiones de los poderes y de los poderosos, principalmente de tipo económico; otras se originan en los interminables núcleos de violencia, como los de nuestro país; y, por supuesto, las más personales que surgen en las inevitables crisis del ser humano. Y, en todo este universo de circunstancias, la necesaria y urgente expectativa de sentido, de felicidad, de reencantamiento de la vida. Un claro ejemplo de esa debilidad lo tenemos en el incrédulo Tomás, a quien se refiere el evangelio de este domingo, una muestra de las vacilaciones de la comunidad cristiana primitiva que no acertaba aún a identificar al Crucificado con el Resucitado.

Es humanamente comprensible después del desencanto causado por la crucifixión y muerte del Maestro, con la triste convicción del “triunfo” de los malos! 4 Qué sucedió, entonces, con estas personas ahora transformadas por la experiencia de la fe pascual? Cómo calificar esta vivencia y cómo apropiarla para nosotros, los creyentes de todos los tiempos de la historia? Cómo pasar de la derrota a la firme convicción de su presencia vital en medio de cada comunidad de discípulos? Cómo dar cuenta de la Pascua?5 Porque todo cambia desde el momento en que Jesús se hace presente en medio de ellos, él como punto de convergencia de la comunidad, como referente de Dios, fuente de vida y factor decisivo de unidad y de misión. Su saludo les recupera la paz perdida: “Entonces se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: la paz con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: la paz con ustedes” . 6 Sus manos y su costado, pruebas de su pasión y muerte, son ahora las señales de su amor y de su victoria: el Viviente que está en medio de ellos es el mismo Crucificado.7

La fe en el Resucitado no parte de la visión objetiva de un cadáver reanimado, es una experiencia densa, real con otro nivel de realidad, su consecuencia es la transformación radical de aquellos asustados testigos, en ellos empieza a acontecer la nueva humanidad de Jesús, tienen la certeza de que Dios ha legitimado la misión histórica de su Señor dándole el crédito de la vida definitiva, su proyecto del Reino es plenamente válido para transformar la humanidad, su escala de valores ahora entra en vigencia, ellos son los garantes de que esa intención adquiera eficaz continuidad en la historia. Así entra en juego otro elemento esencial: la comunidad, sólo en ella – comunidad de seguidores de Jesús, Iglesia – se descubre la presencia del Jesús vivo.8 La comunidad garantiza la fidelidad a él y al Espíritu, ella misma recibe el mandato misional: “Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto sopló y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos” .9 Es el tiempo decisivo del Reino de Dios y su justicia.

El lenguaje más tradicional sobre estas realidades originales y originantes de nuestra fe no ayuda mucho para captar la radical novedad de vida sucedida para bien de toda la humanidad. Nos quedamos hablando de algo pasado, perdido en la noche de los tiempos, nuestro estilo de vida dista de ser resucitado, seguimos inmersos en las rutinas empobrecedoras, en los miedos no confrontados, en las desconfianzas que por su reiteración se tornan sistemáticas, en los inmediatismos producto de tantos afanes y activismos sin el salto cualitativo del ser, en el ritualismo religioso no respaldado por una espiritualidad liberadora, en el no interrumpir con firmeza la loca carrera de la productividad. Si las cosas son así, estamos muy lejos de dejarnos saturar por el sentido definitivo de la existencia que se comunica en la Pascua: por eso se impone hacer un “control de calidad” a nuestra vivencia pascual . 10 El mismo que Jesús y los discípulos le aplicaron a Tomás!

Jesús aparece en el centro como vínculo de unidad, la filiación divina y la projimidad están integradas y se implican mutuamente. Una comunidad eclesial no puede reducirse a ser una entidad prestadora de servicios religiosos o de administración eclesiástica, tampoco es depósito de dogmas y de normas disciplinares, ella es una asamblea de discípulos inspirados por el mismo Resucitado, dispuestos a seguir su mismo proyecto de vida, que tiene su raíz en Dios mismo, él es el centro vinculante de esa comunidad que, además, es enviada en misión a comunicar esta Buena Noticia: que Dios está totalmente de parte de la humanidad, que su interés determinante es la plenitud histórica y trascendente de todos los humanos, y que El – Jesús el Cristo – es el referente mediador para lograrla.11 En los diversos relatos de las apariciones pascuales la misión es algo fundante, que no es otra cosa que asumir sus mismas opciones, llevar un modo de vida como el de él, dedicarse enteramente al servicio del prójimo reivindicando su dignidad, reflejo del amor de Dios, luchar infatigablemente para que esta dignidad sea afirmada sin ambigüedades, garantizar a todos que la existencia no es irremediablemente trágica, siguiendo al pie de la letra aquello de Pedro: “Al contrario, den culto al Señor, Cristo, en su interior, siempre dispuestos a dar respuesta a quien les pida razón de su esperanza” .12

El Espíritu nos da el criterio para discernir las actitudes que se derivan de esa vida: la comunidad vivida en serio, la radical projimidad de unos y otros, el trabajo denodado por la justicia y la dignidad, la negativa rotunda a los poderes del mundo, el rechazo total de los ídolos que esclavizan, la pasión amorosa por el ser humano, la capacidad de ir a lo esencial de la vida dejando de lado las ataduras que impiden la libertad, la total configuración con Jesús. Hechos de los Apóstoles – primera lectura – y 1 Juan – segunda – nos dan claras señales de la Pascua: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y un solo espíritu. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común” , 13y “Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser amará también al que ha nacido de él. En esto podemos conocer que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos” .14

La incredulidad no es cuestión empírica, se trata de la visión interiorizada que cada uno tiene, la de Tomás demanda una prueba experimental, no dio el salto cualitativo de la Pascua, no creyó a los suyos, no dio crédito a su comunidad. Sin una experiencia personal, vivida en el seno de la Iglesia, es imposible acceder a esa novedad de vida que nos comunica el Señor. Si no vivimos en la Buena Noticia , aunque Jesús esté vivo, no hemos resucitado. Aunque, es justo decirlo, tenemos que dar crédito a cierto tipo de dudas de fe, las que resultan del mal ejemplo que damos los cristianos; las que se rebelan contra presentaciones simplistas del Evangelio; las que protestan contra no tomar en serio a Dios y al ser humano, como sí lo hizo permanentemente el Señor Jesús.15 Una saludable reflexión teológico-pastoral sobre estos hechos que se tipifican en tantos “Tomases” nos llevará con seguridad a ser más consistentes en el anuncio del mensaje del Resucitado.

También son incredulidades la primacía de intereses egoístas en contra de los comunitarios, el estilo de vida basado en el consumismo, la seducción por el vano honor del mundo, soberbia religioso-moral, incapacidad para sintonizar con la realidad histórica, el tipo de cristianismo que se limita a los deberes rituales y a las creencias teóricas, sin dejar que el Espíritu del Resucitado pase definiendo una vida nueva en Jesús: “Luego, el segundo anuncio de Pascua: la fe no es un repertorio del pasado. Jesús no es un personaje obsoleto. El está vivo ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde sientes que no los hay, te impulsa a ir contracorriente con respecto al remordimiento y a lo ya visto. Aunque todo te parezca perdido, por favor déjate alcanzar por su novedad: te sorprenderá”. 16



Antonio José Sarmiento Nova, SJ



1 Juan 20: 19

2CABESTRERO, Teófilo. El miedo en los primeros discípulos de Jesús. En IDEM. Por qué tanto miedo? Los miedos en la vida humana, el miedo de Jesús, nuestros miedos en la Iglesia actual. Desclée de Brower. Bilbao, 2011; páginas 161-187. GONZALEZ CRUCHAGA, Carlos (Obispo de Talca, Chile 1967-1996). Del miedo a la esperanza. Diócesis de Talca, 1988. BRAVO ALVAREZ, Gonzalo. El discipulado post-pascual. En VERITAS volumen 4 número 20; páginas 9-28. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, marzo 2009. PAPA JUAN PABLO II. Homilía del 13 de abril de 1980 en la catedral de Turín. “La tarde del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos, por temor a los judíos” (Juan 20:19-20). CHENU, Bruno. Los discípulos de Emaús. Narcea. Madrid, 2006. LLORENTE, Angel. No tengáis miedo. Sindéresis. Madrid, 2020.

3 FERNANDEZ PONCELA, Ana María. Epidemia de rumores: expresión de miedos, riesgos y desconfianza. En Convergencia Revista de Ciencias Sociales, volumen 21, número 65; páginas 193-217. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, mayo-agosto 2014. BAUMAN, Zygmunt. Miedo líquido, la sociedad contemporánea y sus temores. Paidós. Barcelona, 2007. LIPOVETSKY, Gilles & SERROY, Jean. La cultura mundo. Respuesta a una sociedad desorientada. Anagrama. Barcelona, 2010.

4 MATEO SECO, Lucas F. Muerte de Cristo y teología de la cruz. En https://www.dadun.unav.edu/bitstream/10171/6402/1/LUCAS%20F.%20MATEO-SECO.pdf VARGAS MACHUCA, Antonio. Por qué condenaron a muerte a Jesús de Nazaret? En Estudios Eclesiásticos número 54; páginas 441-470. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 1979. VERNOLA, Pablo. Marcos 8_27-33: una propuesta de identidad para discípulos en tiempo de crisis. En Revista Bíblica número 82; páginas 75-114. Asociación Bíblica Argentina. Buenos Aires, 2020.

5 SICRE, Emmanuel. Contar la experiencia del misterio pascual. Trabajo de grado para optar al titulo de teólogo. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2016. ALEGRE , Xavier. La resurrección de Jesús esperanza para los pueblos crucificados. https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1445/1/RLT-2008-075-B.pdf PAGOLA, José Antonio. Creer en el resucitado: esperar en nuestra resurrección. Sal Terrae. Santander, 1991. LEHMANN, Karl. Jesucristo resucitado, nuestra esperanza. Sal Terrae. Santander, 1982.

6 Juan 20: 19-21

7 SCHYLLEBECKX, Edward. Jesús, historia de un viviente. Trotta. Madrid, 2010. BRAMBILLA, Franco Giulio. El Crucificado Resucitado. Resurrección de Jesús y fe de los discípulos. Sígueme. Salamanca, 2003. SOBRINO, Jon. El Crucificado es el Resucitado. Lectura de la resurrección de Jesús desde los crucificados del mundo. En https://www.es.scribd.com/document/205385061/sobrino-jon-el-crucificado-es-el-resucitado-rtf BÉJAR BACAS, Serafín. Cristo resucitado, nuestra resurrección en la carne. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 26 de febrero de 2013. GONZALEZ CANDIA, Jorge Atilano. El Crucificado Resucitado: el corazón de la reconstrucción del tejido social. CIAS por la Paz. Ciudad de México, 2019.

8 ALEGRE , Xavier. La Iglesia que nace de la Pascua. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1547/RLT-2010-080-B.pdf LOHFINK, Gerhard. La Iglesia que Jesús quería. Desclée de Brower. Bilbao, 1986. PIÉ NINOT, Salvador. La fundamentación de la Iglesia en IDEM. Eclesiología: la sacramentalidad de la comunidad cristiana. Sígueme. Salamanca, 2006; páginas 101-175. EQUIPO BÍBLICO VERBO. La comunidad del Resucitado. Encuentros bíblicos desde la Lectio Divina con los Hechos de los Apóstoles. Verbo Divino. Estella, 2017. TAMEZ, Elsa. El desafío de vivir como resucitados. En https://www.seleccionesdeteologia.net/assets/pdf/166_05.pdf TAGLE, Luis Antonio. Comunidad pascual. Herder. Barcelona, 2020.

9 Juan 20: 21-23

10 TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección: la diferencia cristiana en la continuidad de las religiones y la cultura. Trotta. Madrid, 2009. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Significado de la resurrección de Jesús para el hombre de hoy. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 23 de marzo de 2010. JUNCO GARZA, Carlos. Para vivir la Pascua. Espiritualidad bíblico litúrgica para el triduo pascual. PPC. Madrid, 2019.

11 ESTRADA, Juan Antonio. Para comprender cómo surgió la Iglesia. Verbo Divino. Estella, 2001. Es recomendable repasar el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Aparecida Brasil mayo 2007. Todo el documento destaca el aspecto esencial del discipulado, del modo de vida de los seguidores de Jesús.

12 1 Pedro 3: 15

13 Hechos 5: 32

14 1 Juan 5: 1-2

15 ARIAS, Juan. El Dios en quien no creo. Sígueme. Salamanca, 1979. MACHOVEC, Milan. Jesús para ateos. Sígueme. Salamanca, 1976. GUERRERO, José Ramón. El otro Jesús. Sígueme. Salamanca, 1980. MARTÍN VELASCO, Juan de Dios. El malestar religioso en nuestra cultura. San Pablo. Madrid, 1993. GONZALEZ CARVAJAL, Luis. Ideas y creencias del hombre actual. Sal Terrae. Santander, 2000. PAPA PABLO VI. Exhortación Apostólica Postsinodal Evangelii Nuntiandi El Anuncio del Evangelio Hoy. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1975. PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium La Alegría del Evangelio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2013.

16 Papa FRANCISCO. Homilía en la Vigilia Pascual, sábado 3 de abril de 2021.

sábado, 30 de marzo de 2024

COMUNITAS MATUTINA 31 DE MARZO 2024 DOMINGO DE PASCUA Ciclo B

 

Y nosotros, los apóstoles, somos testigos de todo lo que él hizo por toda Judea y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de una cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día”

(Hechos 10: 39)

Lecturas:

  1. Hechos 10: 34-43

  2. Salmo 117

  3. Colosenses 3: 1-4

  4. Juan 20: 1-9



En la historia de Jesús se rompen muchos paradigmas, como el exclusivismo religioso del judaísmo de su tiempo, como la afirmación tajante de la ley por encima del ser humano, como la imagen de un Dios implacable y vengativo, como el sentimiento de superioridad religioso-moral profesado por los dirigentes y sabios de ese judaísmo, como el desconocimiento de la universalidad de las culturas y la diversidad de los modos de ser y de pensar, como el desprecio por los condenados de la tierra, como la religión reducida a un cuerpo de prácticas rituales desconectadas de la realidad, como el sentimiento trágico de la vida y la desesperanza radical. Jesús es la sorpresa de Dios,1 no brillo repentino y momentáneo, él sorprende porque lo suyo está destinado a reencantar al ser humano y a retornarle el sentido de la vida y la esperanza que se oscurecen cuando entran en escena las fuerzas que disminuyen o sustraen en nosotros la plenitud y el sentido, como el mal, el pecado, el sufrimiento, la muerte, la injusticia. La clave de esta sorpresa tiene su cimiento en la Pascua, en la vida que no se acaba , en la vigencia de la causa de Jesús, en la confrontación a los poderes políticos y religiosos que se empeñaron en reducirlo a la nada. En esta capacidad de transformar los modelos religiosos vigentes hasta entonces está Dios, a quien él vive y experimenta como Padre, garante de esta bienaventurada novedad.

Estos señores de la muerte , inicialmente “victoriosos”, saltaron de ira cuando vieron a ese puñado de últimos, discípulos y seguidores de su proyecto, transformarse definitivamente, adoptando un estilo de vida entusiasmado, decidido, sin temores como los que vivían antes de la Pascua, y los ven lanzarse a proclamar que ese Crucificado ahora está Resucitado, y que la saña con la que fue juzgado y condenado no pudo tener la última palabra sobre su vida y su misión. 2

En Hechos de los Apóstoles, que tendremos como primera lectura durante todo este tiempo de Pascua, vamos a encontrar diversas proclamaciones por parte de los discípulos, en las que anuncian que el ser humano histórico llamado Jesús de Nazareth, que pasó comunicando a Dios como Padre de misericordia y realizando señales para reivindicar a los más pobres, que llenó de esperanza y dignidad a muchos fracasados, que no compaginó con el modo religioso de escribas y fariseos, que se indignó con sus falacias e hipocresías, que fue tildado de blasfemo y condenado a la ignominia de la cruz, es ahora el Viviente por excelencia, y que el mismísimo Dios se ha constituído en el garante y legitimador de todo este revolucionario ministerio: “Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que El había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con El después de su resurrección” .3

Pedro, poseído ahora de esa vitalidad pascual, anuncia que lo realizado en Jesús supera las fronteras del estrecho mundo judío, rebasa el templo y las sinagogas, y se torna en noticia universal, que invita a todas las razas, a todas las culturas, a todos los estilos humanos, a integrarse en este gran programa de sentido llamado Evangelio, la Buena Noticia que Dios propone a través del Resucitado.4

En este camino caben todas las gentes, los perfectos y los imperfectos, los santos y los pecadores, los del norte y los del sur, los de oriente y los de occidente, los sabios y los rudos, todas las culturas, todas las etnias. La Pascua de Jesucristo desborda de generosidad teologal y de acogida sin reservas a todo el que quiera enfocar su proyecto de vida por esta ruta de resurrección. El don que Dios hace de sí mismo para salvar al ser humano de la muerte, el pecado y la injusticia, tiene en el Señor Jesucristo su plena definición. Tengamos siempre en la mira y en la sensibilidad que hacemos este anuncio pascual en un mundo y en un país que tienen a muchas de sus comunidades y habitantes afectados por la muerte, por el vacío y el horror a unas sociedades que no los dejan vivir; el mismo Jesús con su radical “polo a tierra” nos recuerda este elemental imperativo de honestidad con la realidad, para no sucumbir al desencanto, para seguir luchando con denuedo por la esperanza de los condenados de la tierra.

Luego Juan, según el evangelio de este domingo, con sus habituales contrastes luz-tinieblas, mundo-espíritu, verdad-falsedad, nos habla así: “El primer día de la semana, María fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vió la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” . 5 No es casual que el hallazgo se dé en las brumas del amanecer, no es casual que sea ella, mujer cuya vida fue resignificada por su encuentro con Jesús, pasando de la oscuridad a la luz, del mundo de la mentira a la verdad liberadora, la primer testigo de la Pascua, porque Dios no suele acontecer en quienes presumen de perfectos.6

Los discípulos, débiles, derrotados, temerosos de ser también ajusticiados, habían puesto pies en polvorosa, su débil comprensión del reino de Dios y su justicia, las muchas decepciones que causaron al maestro, los hacían ver como un grupo irrelevante, y ahora con su líder muerto, un colectivo de perdedores. 7 Pero, gracias a Dios – hay que afirmarlo con entera pasión por la verdad - las cosas no concluyeron ahí. En ellos se opera el prodigio pascual, no la reanimación de un cadáver, ni la demostración objetiva de un prodigio que altera las leyes de la naturaleza, sino el milagro de la nueva humanidad, el replanteamiento radical de sus vidas mediocres, la realidad de Jesús transformando de raíz sus motivos vitales,8 sus actitudes, su quehacer, ahora constituídos en los pioneros de esa tarea de anunciar a todos que en el Dios revelado en Jesús reside la más definitiva de las esperanzas, la que anula el poder definitivo de la muerte, del pecado y del sin sentido: “Porque ustedes han muerto, y su vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán, juntamente con El, en gloria” .9

El fuerte y expresivo contenido simbólico de los relatos de la resurrección, es elocuente con respecto al proceso renovador que realizó en ellos el Resucitado: pierden la cobardía, adquieren un coraje inusitado, sus biografías se iluminan, no son santones ritualistas, son gente en misión, anunciando a diestra y a siniestra que la muerte no decide la historia de la humanidad: “Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en El reciben, por su nombre, el perdón de los pecados” . 10

Ese condenado ahora es anunciado con incontenible energía: Dios Padre saca la cara por Jesús, lo legitima en totalidad, su tarea no fue la de un agitador más, quiere esto decir que él sí tenía la razón y no sus perseguidores. Jesús los irritó en vida, y ahora también en su resurrección, porque confronta todo poderío que desata muerte y violencia, toda ideología que se absolutiza a sí misma, toda humillación al ser humano, todo ejercicio tiránico, todo moralismo opresor, toda religiosidad fanática, toda idolatría, toda cultura de la muerte. Con la Pascua, la causa de Jesús adquiere permanencia en la historia y se hace absoluta al proyectarse a la eternidad de Dios, 11asumiendo al ser humano para que sus deseos de felicidad, sus preguntas por el sentido de la existencia, sus gozos y sus esperanzas, sus tragedias y sus sufrimientos, no sean inútiles faenas sino apasionantes aventuras de plenitud y bienaventuranza.

Los discípulos – y nosotros con ellos- redescubren en Jesús el rostro de Dios y el rostro de la condición humana: Hijo, Señor, Salvador, Liberador, Redentor, Camino, Verdad, Vida, Alfa y Omega. Toda la comunidad primitiva de resucitados lo sigue para arraigar en la historia este proyecto, aún a sabiendas de las muchas interpretaciones erróneas que se han hecho pretendiendo su nombre como aval de las mismas. El seguimiento de Jesús “hace lío”, como dice el Papa Francisco, suscita conflicto, incomprensión, porque incomoda, toca puntos sensibles en los intereses del poder, desvela el pecado y la mentira, remite al ser humano al juicio definitivo de Dios, lo lleva a hacer frente a la verdad de la conciencia, lo desnuda de apariencias y mezquindades.

No se trata de creer en Jesús, sino de creer como Jesús, al estilo de tantos seguidores suyos que han demostrado con coherencia existencial que en él se juega el sentido definitivo de la vida, para que esta no sea definida por los intereses del lucro económico, por el miedo a un Dios vengativo, por unos poderes que pretenden ser dueños de la libertad y de la conciencia de los hombres, sino por el verdadero Dios, inserto en nuestra historia, que hace de Jesús el Señor de la vida, y nos involucra en él de modo irreversible. Por la ruta del Jesús histórico, por la pasión del Crucificado, caminamos con esperanza siguiendo los pasos del Resucitado, haciendo historia aquello del Apocalipsis: “Entonces ví un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y ví la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo” .12

Salir del sin sentido, del vacío existencial, de la pobreza, de la opresión, conciernen al acontecimiento pascual, histórico y trascendente: “El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas”. 13 Feliz Pascua de Resurrección!!

Antonio José Sarmiento Nova, SJ

1 PRONZATO, Alessandro. La sorpresa de Dios. Sígueme. Salamanca, 1976. FABRIS, Rinaldo. Jesús de Nazaret, historia e interpretación. Sígueme. Salamanca, 1985. KLAUSNER, Joseph. Jesús de Nazaret. Paidós. Barcelona, 1989. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret, mensaje e historia. Herder. Barcelona, 1993. GARCÍA, José Miguel. Los orígenes históricos del cristianismo. Encuentro. Madrid, 2007. BUSTO SAIZ, José Ramón. Cristología para empezar. Sal Terrae. Santander, 1991. SANDERS, E.P. La figura histórica de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2000. TAMAYO ACOSTA, Juan José. Diez palabras clave sobre Jesús de Nazaret. Verbo Divino. Estella, 1999. KURI BREÑA, Antonio. Con Jesús de Nazaret ser otros Cristos. Verbo Divino. Estella, 2017. MARTÍN DESCALZO, José Luis. Vida y misterio de Jesús de Nazaret. Sígueme. Salamanca, 1992. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Significado de la resurrección de Jesús para el hombre de hoy. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 23 de marzo de 2010.

2 VICARÍA DE LA ESPERANZA JOVEN. Resucitados en Jesucristo. Material catequístico para jóvenes. Arquidiócesis de Santiago de Chile, 2015. LEON DUFOUR; Xavier. Resurrección de Jesús y mensaje pascual. Sígueme. Salamanca, 1974. CONFERENCIA EPISCOPAL COLOMBIANA. Pascua Juvenil 2022. CEC. Bogotá, 2022. CONFERENCIA EPISCOPAL COLOMBIANA, Pautas para vivir y celebrar sinodalmente el ciclo pascual. CEC. Bogotá, 2023. BRAVO ALVAREZ, Gonzalo. El discipulado post pascual. En Veritas volumen IV número 20; páginas 9-28. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, marzo 2009. ELLACURÍA, Ignacio. La fe pascual en la resurrección de Jesús. En IDEM. Escritos Teológicos, II; páginas 209-222. UCA Editores. San Salvador, 2000.

3 Hechos 10: 39-41. RAMIS, Francesc. Hechos de los Apóstoles. Verbo Divino. Estella, 2019. KÜRZINGER, Josep. Los Hechos de los Apóstoles. Herder. Barcelona, 1974. GARCÍA VIANA, Luis Fernando. Introducción a los Hechos de los Apóstoles. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 22 de octubre 2013.

4 CATALÁ , Toni. La Buena Noticia de Jesús. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2010. PIKAZA IBARRONDO, Xabier. Evangelio de Marcos: la Buena Noticia de Jesús. Verbo Divino, Estella, 2012. SCHYLLEEBECKX, Edward. Jesús, la historia de un viviente. Trotta. Madrid, 2010. PAGOLA, José Antonio. Anunciar hoy a Dios como Buena Noticia. PPC. Madrid, 2016. NOGUEZ, Armando. Jesús Resucitado según los relatos pascuales. Narraciones, interpretaciones y mensaje evangelizador. Verbo Divino. Estella, 2022. BRAMBILLA, Franco. El Crucificado Resucitado. Sígueme. Salamanca, 2003. MÜLLER, Ulrich. El origen de la fe en la resurrección de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2003. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2003.

5 Juan 20: 1-2

6 BERNABE UBIETA, Carmen. Relevancia de la memoria de María Magdalena como testigo y apóstol. En Cuestiones Teológicas volumen 41 número 96 ; páginas 279-306. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín , julio-diciembre 2014. FEDELE, A. El camino de María Magdalena. Integral. Barcelona, 2008. BERNABÉ UBIETA, Carmen. Qué se sabe de María Magdalena. Verbo Divino. Estella, 2012; María Magdalena: tradiciones en el cristianismo primitivo. Verbo Divino. Estella, 2021. GIMÉNEZ, Josep. Lo último desde los últimos: esbozo de esperanza y escatología cristianas. Sal Terrae. Santander, 2022.

7 RICHARD, Pablo. Discípulas y discípulos de Jesús. De cual Jesús? Búsqueda del Jesús en los primeros cuatro siglos del cristianismo. En Pasos 128; páginas 20-30. Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI. San José de Costa Rica, 2006. MARTÍNEZ FRESNEDA, Francisco. Los discípulos. En Cauriensia volumen III; páginas 259-284. Instituto Teológico de Cáceres; Universidad de Extremadura; Universidad Francisco de Vitoria. Cáceres, 2008. GUIJARRO OPORTO, Santiago. Jesús y sus primeros discípulos. Verbo Divino. Estella, 2007. TUNC, S. También las mujeres seguían a Jesús. Sal Terrae. Santander, 1999.

8 AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Así empezó el cristianismo. Verbo Divino. Estella, 2010. HORSLEY, Richard & SILBERMAN, Neil. La revolución del Reino: cómo Jesús y Pablo transformaron el mundo antiguo. Sal Terrae. Santander, 2005. THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús: historia social de una revolución de los valores. Sígueme. Salamanca, 2005. DUNN, James D.G. El cristianismo en sus comienzos. Tomo 1: Jesús recordado. Tomo 2: Comenzando desde Jerusalén. Verbo Divino, 2012. CROSSAN, John D. El nacimiento del cristianismo: qué sucedió en los años inmediatamente posteriores a la ejecución de Jesús. Sal Terrae. Santander, 2002.

9 Colosenses 3: 3-4

10 Hechos 10: 42-43

11 JOHNSON, Kevin. Cómo ha hecho Dios a Jesús, Señor y Mesías? En https://www.unisbc.edu.co/wp-content/uploads/2020/04/artO2.pdf RUIZ ARAGONESES, Rosa. “Y Dios lo ungió con Espíritu Santo y poder (Hechos 10:38). La unción progresiva del Espíritu Santo en la humanidad de Jesús , de su nacimiento a su muerte, a partir de la teología de Ireneo de Lyon. Tesis de grado para obtener el título de Doctor en Teología. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2022. COSTADOAT, Jorge. Jesús, antes y después de Cristo. Centro Teológico Manuel Larraín. Santiago de Chile, 2019. ALVAREZ GOMEZ, Ignacio. Cristo, sacramento de Dios en la historicidad de los hombres. En Cuestiones Teológicas volumen 33 número 80; páginas 281-314. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2006.

12 Apocalipsis 21: 1-2

13 Efesios 1: 22-23

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