domingo, 6 de marzo de 2011

COMUNITAS MATUTINA.


PREGON PASCUAL

Que brille la luz hasta los confines de nuestro planeta
Y se desborde la alegría en el corazón de los hombres y mujeres de la tierra.
Que renazca la esperanza, que renazca con fuerza la vida,
Y que el amor brote impetuoso como un torrente
En la trama múltiple de nuestras relaciones humanas.

Queremos anunciarles con fuerza y emoción en este nuevo año de gracia:
CRISTO VIVE PORQUE HA RESUCITADO!
Lo anunciamos con la fuerza que brota del Evangelio,
Con la fuerza liberadora de Dios para todos los que de corazón aman a su Hijo, el Mesías.
Lo anunciamos también con el temor de que nuestro grito siga siendo una voz que se apaga en el desierto de nuestro mundo ruidoso y sordo a la Buena Noticia de la Vida que vence a la muerte.
Quiere ser mi voz el grito de la Iglesia que proclama impaciente
La fidelidad de su Señor:
Fidelidad de su amor hasta la muerte y más allá de ella,
Fidelidad que anuncia la llegada de una humanidad nueva, libre en el amor, el nuevo ser humano que todos anhelamos, abierto a Dios y a sus hermanos.

Quiere proclamar mi voz hasta la afonía, que vale la pena vivir y luchar, que sufrir por los demás, especialmente por los más débiles y excluídos de la sociedad, tiene sentido y valor  absoluto.
Este pregón quiere cantar que la vida cuando se la arriesga y se la entrega, alcanza todo su significado, y esto lo podemos afirmar gozosamente porque Cristo, el Señor, ha resucitado.
Este acontecimiento decisivo es el que nos mantiene vigilantes en la noche de nuestro mundo,
Invadido a menudo de oscuras noticias y pronósticos sombríos.

Cristo, el Señor, ha triunfado sobre y sobre el pecado y el mal,
Y en su resurrección inaugura una nueva humanidad,
Hace brotar en nuestros rostros el destello de la sonrisa
Y enciende nuestros ojos en la esperanza.
La luz que portamos en nuestras manos
Es la señal del fuego nuevo que enciende nuestras vidas por la fe en Jesucristo vivo y resucitado;
El es el  amigo, el hermano mayor que nos guía en el camino,
Como lo hiciera con los consternados discípulos de Emaús, que el final de su ruta le descubrieron en la fracción del pan, exclamando:”No se abrasaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura?”  (Lucas 24:32)

Este es un tiempo de gracia y de esperanza.
Los pobres de la tierra se sienten bienaventurados,
Porque Cristo es el poder que los reivindica en su dignidad.
Este el tiempo de los que sufren y lloran,
Porque sus vidas se iluminan desde la plenitud de la Resurrección.
Este es el  tiempo de los que arriesgan su vida por la paz y la justicia,
Porque su sacrificio adquiere sentido en la Pascua de Jesús.
Este es el tiempo del que ha sido silenciado o carga con el peso de la vida,
Porque la luz de Cristo le descubre en plenitud el misterio de su existencia.
Este es el tiempo en el que todos los marginados de la sociedad opulenta
Pueden aspirar con legitimidad a tener un puesto en la mesa del reino de Dios, a la que todos los humanos somos invitados sin excepción.
Hermanos y amigos: este es el tiempo de Pascua, el paso de la muerte a la vida, el paso salvador del Señor en medio de su pueblo, es el tiempo de la libertad y de la esperanza.

Quiere ser este pregón como una flecha afilada que hiera el corazón
Endurecido de tantos que han muerto a la ilusión y a los ideales;
Por qué buscan entre los muertos al que vive?

Quiere esta profecía pascual llegar al interior de los que viven sólo para el poder , el dinero y el éxito, olvidando el clamor de los condenados de la tierra; quiere penetrar hasta las honduras de los que se idolatran a sí mismos y envuelven su ser en la máscara del prestigio.
Por qué buscan entre los muertos al que vive?
Quiere esta palabra resucitada conmover a los poderosos, a los causantes de violencia e indignidad, y también a los esclavizados en el océano del consumo.
Por qué buscan entre los muertos al que vive?

Esta, hermanos, es nuestra Pascua,
Si abrimos todo nuestro ser a la fuerza de Cristo que surge glorioso
Y convierte en jardines floridos los desiertos de nuestra existencia.
En esta felicísima noche celebremos el triunfo del Señor Resucitado,
Que es también el triunfo de nuestra vida, de nuestras esperanzas.
Te rogamos, Señor, que este cirio encendido,
Luz de tu presencia viva y resucitada,
Arda sin consumirse hasta la eternidad.
Que seas siempre, Señor Jesucristo, la luz de nuestras vidas y que la eficacia
Salvadora de tu Resurrección haga de nosotros hombres y mujeres luminosos para la vida digna, para la fidelidad, para el servicio y la entrega solidaria, para construír, en tu nombre, un mundo y una historia que anticipen la gloriosa plenitud de la bienaventuranza definitiva, haciendo de la voluntad del Padre, como tu lo hiciste, la norma fundante de nuestras vidas.

Cristo, Señor, vive y reina glorioso por los siglos de los siglos.
AMEN. ALLELUIA!!

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