domingo, 27 de marzo de 2011

III DOMINGO DE CUARESMA

Buenos dìas:
Una oraciòn especial por Adriana Garcìa, de nuestra lista, està en la unidad de cuidado intensivo de la clìnica de la Fundaciòn Santafè, nos unimos a su esposo e hijo para pedir al Señor por su sanaciòn y bienestar.Es ofrecida por Marìa Teresa Gòmez Fayad.

 Lecturas de hoy
1.       Exodo 17: 3-7
2.       Salmo 94: 1-9
3.       Romanos 5:1-2.5-8
4.        Juan 4: 5-42

En las lecturas de este III domingo de cuaresma el AGUA ocupa un papel determinante, elemento de vida y de salud, de limpieza y de bienestar, indispensable para una òptima calidad de vida. Con estas problemáticas tan severas de cambio climático y de contaminación ambiental, el agua incrementa mucho màs su significado vital.
El pueblo de Israel, bajo la guía de Moisès,  peregrina por el desierto (Exodo 17: 3-7), este es un lugar àrido, severo, caliente, inhóspito, la marcha es prolongada, onerosa, difícil, en ella se viven crisis y desconfianzas, como las que presenta el relato, como tantas que nos ocurren en nuestra vida cuando perdemos la esperanza y nos volvemos escépticos o angustiados: por què a mì? Dònde està Dios? Por què me abandonò?

Al tocar la roca de Horeb con su vara , Moisès hace brotar agua de la misma, la roca dura, donde no florece nada, se convierte en manantial de vida  y de sentido. En el lenguaje bíblico la roca es símbolo de solidez, de fundamentación, la “piedra angular” se refiere a Jesucristo como el cimiento de la nueva y definitiva realidad de vida que Dios nos ofrece. El es la roca que nos salva.

La crisis en el desierto se convierte ahora en experiencia de salvación. En nuestras preguntas, desolaciones, sufrimientos, enfermedades, nos desesperamos , abandonamos la ilusión de vivir y damos la espalda a Dios haciéndolo responsable de nuestros males? O, en medio de la confrontación y del dolor nos abrimos al SENTIDO que es la roca en la que està la salvación, de la que mana el agua de la vida? Son preguntas claves para la oración de este domingo.
Cuando todo se ve mal, crìtico, altamente problemàtico, viene la evidencia de la vida, el agua saludable que brota de la roca, es el mismo Señor Jesùs el agua de vida, el que satisface nuestra sed de sentido, de razones para vivir. Asì lo manifiesta Pablo en el texto de Romanos que hoy es segunda lectura: “Por El hemos alcanzado, mediante la fe, el estado de gracia que nos encontramos, y por El , llenos de esperanza, nos congratulamos de poder tener parte en la gloria de Dios” (Romanos 5: 2).
Consideremos en nuestra oración la experiencia de algo especialmente difícil que nos haya ocurrido en la vida, volvamos sobre esa dificultad grave, y revivamos lo vivido y sentido. Quedamos abandonados al absurdo o fuimos redimidos, bendecidos, sanados, fortalecidos? Bebimos el agua que brotò de la roca y experimentamos que El es nuestra plenitud de sentido?
Asì llegamos al hermoso y profundo relato de Juan 4: 5-42, que refiere el encuentro de Jesùs con la mujer samaritana. Es un texto clásico del evangelio que tipifica la búsqueda de sentido propia del ser humano, su sed insatisfecha, y el encuentro que abre la nueva perspectiva de vida en el encuentro con el que tiene la capacidad definitiva de saciar toda la sed de la humanidad, todas nuestras ansiedades.
La mujer samaritana somos todos los seres humanos que preguntamos, que exploramos razones para vivir con esperanza, ella es representándonos la imagen de la humanidad que se aventura en busca del sentido. Hay otro componente: los samaritanos constituìan un grupo social y religioso maldecido por los judíos, porque ellos no estaban vinculados con el culto oficial del templo de Jerusalem, eran cismáticos porque habían estructurado su propio culto en el monte Garizim, por esto eran considerados como abominables, herejes, despreciables. Pero Jesùs no repara en esta segregraciòn y acoge a la samaritana, porque su misión es acoger sin distinguir condición religiosa, moral, étnica,sociocultural.
La acción salvadora y liberadora de Jesùs supera las fronteras establecidas por los humanos y se abre de modo universal a todos sin excepción. Aquì caben herejes, pecadores, ateos, santos, religiosos, impuros, pobres, ricos, blancos, negros, católicos, protestantes, budistas, musulmanes, animistas, judíos: toda la humanidad està incluìda en la mente salvadora del Dios que Jesucristo nos revela y que El mismo es.
Esto constituye una poderosa cuestión para nuestros criterios humanos elitistas, excluyentes, racistas, de superioridad religiosa y moral con respecto a los creyentes de otras tradiciones o a los no creyentes. Jesùs pulveriza las fronteras: el encuentro con la samaritana asì lo evidencia.
Con el lenguaje del agua se establece este diálogo, que es uno de los màs esclarecedores contenidos en la Biblia, y  nos ofrece varios elementos esenciales:

1.     El culto pleno y definitivo no es en el templo de Jerusalem o en el monte Garizim, la nueva lógica para relacionarse salvíficamente con Dios es “adorar al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4: 23-24), es decir, la verdadera religión es la propia vida digna de Dios, mi existencia coherente, honesta, recta, siempre buscando la voluntad del Padre, es el nuevo culto, màs allà de la puntualidad de los ritos exteriores. El que sigue a Jesùs, y como El, acata la voluntad de Dios, es el verdadero adorador en espíritu y en verdad. Este hecho decisivo es “control de calidad” a todas las pràcticas religiosas para verificar si allì acontece Dios dándonos una satisfacción plena a la sed de de vida, o si son acciones mágicas, simplemente rituales, vacìas de Dios y de conversión a El.
2.     Jesùs es el agua que calma la sed de modo pleno y decisivo:” quien beba del agua que yo le darè no tendrá sed jamàs” (Juan 4:14). Buscamos calmar nuestra sed en el dinero, en el poder, en el culto a nosotros mismos, en las ideologías, en el prestigio, y por eso vivimos sedientos y vacìos. Solo en la trascendencia que Dios hace de sì mismo hacia la humanidad para darnos el agua verdadera – Jesùs, el Cristo – està la satisfacción total, El es la nueva humanidad que nos guía hacia el Padre y hacia los hermanos, el agua plena, saludable, que sacia todas nuestras expectativas, y lo hace en plenitud. Preguntèmonos por nuestras “aguas” incompletas: dònde buscamos calmar nuestra sed? Mucha búsqueda de bienestar material, de dinero, de poder, de fama, de afirmación de mi mismo? O salgo de mì hacia Dios , hacia los demás, a sabiendas de que allì està el AGUA por excelencia?
3.     La voluntad de Dios como categoría esencial: ella es la expresión del Padre que nos trae Jesùs para acceder a la nueva manera de ser humanos. Las “voluntades” humanas a menudo nos han llevado a la perdición: la voluntad de Hitler llevò al pueblo alemán y a  Europa a una de las tragedias màs dolorosas, una guerra absurda que exterminò a seis millones de judíos, segò muchos millones màs de vidas, destruyò el país y a muchos otros; las “voluntades” humanas deciden un modelo económico que genera riqueza para pocos y pobreza para muchos o absolutizan poderes que niegan el ejercicio de la libertad, y asì en muchos casos. A cambio, y como contrapartida de esperanza, la voluntad de Dios que se expresa en el Señor Jesucristo, es de  salvación, de dignidad, de libertad , para todos, porque su intención es reconfigurar al ser humano y a su historia en una perspectiva de vida que se consuma màs allà de la muerte pero que en este vida ya tiene unas señales anticipadas de esa plenitud.
4.     Tomar del agua de vida que trae Jesùs a la samaritana es encontrar el pozo de la salud, de la solidaridad, de la trascendencia, de la vitalidad plena, de la rectitud, de la vida honesta. Con ella decimos: “Señor dame de esa agua para que no tenga sed” (Juan 4:15)

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañìa de Jesùs
Pontificia Universidad Javeriana
27 de marzo de 2011

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