domingo, 13 de marzo de 2011

Primer domingo de cuaresma


Primer domingo de cuaresma: 13 de marzo de 2011

El tiempo de cuaresma se inscribe en un ambiente espiritual que nos lleva a hacernos conscientes del don de la libertad que Dios  nos ha ofrecido como don, evidencia de su abundantísima gratuidad, y del uso desordenado que los seres humanos hacemos de esa libertad, cuando voluntariamente prescindimos de Dios como el referente esencial y principio y fundamento de nuestras vidas.
Esto nos lo presentan con diversos matices, que convergen a lo mismo, las lecturas de este domingo:

-          Gènesis 2:7-9;3:1-7
-          Salmo 50
-          Romanos 5:12-19
-          Mateo 4:1-11
La primera pregunta que nos propone hoy la Palabra es sobre còmo manejamos nuestra libertad, sobre los criterios que inspiran nuestro ejercicio de ese don. La revelación bíblica nos dice que Dios nos creò en estado de plena armonía,nos dotò de todo lo requerido para vivir en su plenitud, y nos hizo libres, libres para aceptarlo y fundamentar nuestra vida en El o para rechazarlo y estructurar nuestra existencia sobre nosotros mismos, sobre el poder, la vanidad, la autoafirmación, etc.
Aquì se impone considerar el significado y alcances de este inmenso don de la libertad. Tenemos conciencia de su significado fundamental? Què acontece en el ser humano cuando ordena su libertad al amor de Dios? Y què cuando usamos de ella sin referencia al Creador? Son dos preguntas esenciales a la que nos lleva la Palabra de este primer domingo de cuaresma. Dios nos respeta profundamente haciéndonos libres pero nos advierte sobre las consecuencias de ese don.

La primera lectura nos propone el tema de la tentación de autoafirmarnos queriendo parecernos a Dios y constituyéndonos los seres humanos como medida y sentido de toda la realidad. Al hacer caso omiso de lo dicho por Dios sobre no tomar del fruto del bien y del mal, Adàn y Eva – símbolos de la humanidad original que abusa del don de la libertad -  están dando el mensaje de que ellos pueden llevar una vida sin Dios, y tienen la osadìa de hacerlo. Esto es lo que està en la base del pecado, la ruptura libre de la armonía amorosa con Dios y el salir del paraíso para vivir las consecuencias de rechazarlo. El pecado introduce el sufrimiento, la ausencia de sentido, el vacìo de amor, manifestaciones del orgullo del ser humano que se quiere equiparar con crecida soberbia a la fuerza creadora de Dios.

Este texto, y los otros de hoy, son programáticos en orden a vivir el espíritu de cuaresma. Es un tiempo para meditar sobre la “lógica” del pecado, para desentrañarlo y desarmarlo, propiciando el reencuentro del hombre-mujer con su Creador, en el ejercicio de una libertad armonizada con su amor. El pecado de Adàn y Eva nos lanza del paraíso, la acción salvadora y justificadora de Jesucristo nos devuelve a ese paraíso.
San Pablo, en el texto de la carta a los Romanos, nos presenta en contraste las consecuencias de ese pecado original, y la justificación “recuperadora de gracia” que El realiza para nosotros en Jesucristo, afirmando que esto último supera con creces el dinamismo maligno del pecado. Por el pecado hay muerte, frustración de los proyectos de felicidad, pèrdida del horizonte de sentido, malestar generalizado; por la gracia que actùa en Jesucristo hay reencuentro con Dios, restauración de la vida fundamentada en El, hay razones para la esperanza, hay plenitud.
Conviene, entonces, que hagamos un ejercicio a doble columna, sobre lo que nos pasa cuando vivimos desde la lógica del uso “desordenado” de la libertad, como una biografía del pecado en cada uno de nosotros, esto no para solazarnos en un morboso complejo de culpa sino para verificar los niveles de frustración existencial, de ausencia de Dios, cuando decidimos vivir sin referencia a El, y verlo en la historia humana pasada y presente: abuso del poder, violencia, injusticia, exclusión, materialismo, fracaso individual y colectivo, sufrimiento, drama, tragedia.. Y lo mismo, verificar cuando nos orientamos a Dios: cultivo de la dignidad humana, acatamiento feliz de su voluntad, inclusión, pasión por la plenitud trascendente, armonía, bienaventuranza.
El punto culminante lo pone el relato de las tentaciones en Mateo. Jesùs asume todas las implicaciones del ser humano, el Verbo encarnado es la manera como Dios se implica en todo lo humano para re-significarlo. Por esta razón, Jesùs se acerca al pecado, al uso indebido de la libertad, conoce bien las posibilidades que da esta alternativa, se enfrenta al reto humano de desafiar a Dios. Esta es la constante tentación del ser humano: enfrentarse a Dios equiparando la libertad “desordenada” con la muy amorosa y sobreabundante de gracia que proviene de El.
Asì Jesùs es tentado por el espíritu del mal para retar esa voluntad original de amor y de salvación, para realizar prodigios espectaculares que lo hagan muy famoso y aplaudido, para que oriente su misión mesiánica por la lógica de lo eficaz desde la lógica humana de poder y de prestigio, para que cambie la referencia al amor original por la vana y orgullosa afirmación de sì mismo. Esto Jesùs lo conoce “en vivo y en directo”, pero, en ejercicio de su soberanía teologal, lo rechaza  porque deja muy en claro que su misión està inserta en el ser  de Dios, elemento constitutivo de su ser salvador y liberador, principio y fundamento de su misión, y por eso dice claramente al maligno: “Lejos de aquí, Satanàs! Porque la Escritura dice: al Señor, tu Dios, adoraràs y sòlo a El serviràs” (Mateo 4: 10)
La tentación es seductora y nos presenta de modo muy halagador las posibilidades que se derivan de “hacerle caso al Maligno”: fama, poder, dinero,reconocimiento social, prestigio, autonomía, autosuficiencia…. Por eso el ser humano tentado considera con atención esas alternativas y sucumbe, y asì se genera un mundo de soberbia y arrogancia, donde siempre ganan los poderosos, donde los humildes quedan excluìdos de la mesa de la vida, donde esta se hace mesa de muerte, donde el poder exige altas cuotas de manipulación y mentira; en definitiva, donde la dignidad humana se hipoteca al espejismo de esa seudofelicidad.
Vamos vìa Adàn y Eva por los caminos de una autonomía vanidosa y suficiente? O vamos vìa Jesucristo por los caminos de una libertad fundamentada en el amor de Dios? Son las dos grandes preguntas que nos propone la Palabra para empezar la ruta cuaresmal de 2011.

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañìa de Jesùs
Pontificia Universidad Javeriana

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