lunes, 14 de marzo de 2011

Todo es amor madrecita mia.


Saludos cordiales para todos. Me tomaré una pequeña libertad, yo, Alejandro Romero, compartiré una carta que le escribí a mi mamá, cuando toda esta experiencia difícil empezó en noviembre del año pasado. La comparto con ustedes, con el único fin de avivar los espíritus y recordar el por qué de esta comunidad. Los invito a que cada uno, ponga su nombre propio, el de la persona por quien oran, e imaginen que estas palabras están dirigidas a cada uno de ustedes, y aún más, sin ponerme a la misma altura, no piensen que son palabras mías, sientan que es el mismo Jesús quien guió mis manos, y habló a través de mi. Bendiciones para todos.

Madrecita adorada. Son estos en verdad momentos duros y difíciles, momentos que requieren de nosotros toda la fortaleza de la que dispongamos. Y no entendamos la fortaleza como el estoicismo pétreo donde llevamos nuestras cargas sin musitar palabra alguna y sin expresar emoción alguna. La fortaleza de la que hablo es la de la fe y la esperanza, la confianza en Dios, en su amor infinito, la certeza total de que Él conoce nuestras dificultades actuales y de que no tardará en socorrer a quien como tú, ha sido siempre fiel a su amor.
Si algo he admirado siempre es tu valentía feroz y tenaz; vienen a mi mente momentos complicados, como cuando hubo un problema con tu pensión y sin dar tu brazo a partir, luchaste y buscaste los medios para que todo se solucionara, y así fue.
Esa valentía es la que te pido hoy. Esa valentía que te ha sacado de tantas situaciones, siempre de la mano protectora y poderosa de Dios.
Te pido que no tomes este mensaje como algo angustioso  o impersonal por el medio en que te lo envío. Sabes bien como somos nosotros, que al hablar de estas cosas tan emotivas, las emociones nos sobrepasan y se nos bloquea todo. Por eso, al escribirlas siento que puedo articular mejor mis ideas y sentimientos, que indudablemente están todos inspirados y nutridos por el Poder Creador.
Todos estos días, de manera sorprendente y maravillosa, y no desconocida, he recibido mensajes claros y directos de  Dios, mensajes que me llenan de paz, de confianza, esperanza y que fortalecen como nunca antes mi fe.
La lectura del sábado fue sobrecogedora, la debes recordar:
Lucas 18: 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara"". El Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o dejará que esperen? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?"
Fe es lo que tenemos, y no nos sobra, (la fe nunca sobra) pero si es tanta, que muchísimas veces hemos dado consuelo y esperanza a muchas personas que se han cruzado en nuestros caminos. Piensa cuantas veces tus palabras han aliviado el sufrimiento o mostrado el camino a alguien.
Piensa también cuantas veces, hemos pensado que no hay chance alguno, cuantas veces el miedo o la duda nos ha hecho perder la fuerza del corazón, cuando lo que se necesitaba era la perseverancia y mantener la fe como un roble. ¿Por qué es más fácil sucumbir ante el miedo que fortalecer la fe? Las palabras de Jesús son contundentes, Dios responderá prontamente. La pregunta al final también es impactante. Tú tienes la respuesta clara a ella.
La lectura del Lunes 15 también fue impactante:
Lucas 18: 35-43
Ya cerca de Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué era aquello, y le dieron la noticia: "Es Jesús, el nazareno, que pasa por aquí! Entonces empezó a gritar: "Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Los que iban delante le levantaron la voz para que se callara, pero él gritaba con más fuerza: "Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajeran, y cuando tuvo al ciego cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Le respondió: "Señor, haz que vea". Jesús le dijo: "Recobra la vista, tu fe te ha salvado". Al instante el ciego pudo ver. El hombre seguía a Jesús, glorificando a Dios, y toda la gente que lo presenció también bendecía a Dios.
Imagina como se sintió el ciego, la oscuridad era lo único que lo acompañaba día tras día, y de repente, algo extraordinario pasaba ese día, Jesús caminaba frente a él. Este era su chance, si no hacia algo por hacerse oír, a pesar de que lo querían hacer callar, Jesús pasaría de largo y se alejaría.  ¿Qué pasó? ¿Puedes tú también gritar con fuerza y llamar la atención de Jesús? ¿Puedes ver y sentir a Jesús frente a ti preguntándote que puede hacer por ti?
¿Hay algo que te impida gritar con fuerza y acercarte a Él? ¿Qué te bloquea el camino?
Son mensajes claros, y han llegado a mí, por una gran variedad de canales; la gente con la que trabajo, mis amigos, Gabo, Pepe… todos de una forma u otra coinciden en lo mismo: Esto es superable. Se también sin duda, que todos estos mensajes, recibidos por diferentes canales, tienen todos la misma fuente, Dios Padre.
A mí me maravilla la forma sutil y bella como Dios te habló, sigo recordando con emoción las palabras de la señora que te atendió en la cooperativa del seguro. Dios te tiene en su mano.
Ahora bien, retomo mi argumento de la razón y la fe, y de cómo son compatibles y encajan, la fe me dice que no puedo entregarme al desconsuelo y que la ayuda vendrá, la razón me dice que hay un buen chance y que hay que pelearlo.
Esta lucha hasta ahora empieza, aún no hemos peleado nosotros, y a la batalla no vas sola, vamos todos contigo, los que estamos aquí de cuerpo presente y los que nos cuidan desde otra esfera de la existencia. Todos marchamos a tu lado, las espadas en todo lo alto, los estandartes izados al viento, orgullosos, desafiantes, valientes, feroces. (se que no te gustan las espadas jejeje, es solo una imagen mental) Todos llevamos armaduras de plata, que resplandecen como estrellas, reflejando la luz que nos ilumina el camino, la Luz gloriosa y vencedora de Dios.
Pelea mujer de Dios!! Todo se está dando, como la Hermana Luisa te dijo sabiamente, Dios te ilumina y algo se te ocurrirá, y mira como nos fue de bien ese día que había empezado algo enredado.
No nos dejemos encerrar por el círculo vicioso de la tristeza, si tú te pones mal, nosotros nos ponemos mal, si nosotros nos ponemos mal, tú te pones mal, y nada logramos.
Todo es amor madrecita mía, todo lo llena el amor. Y ese amor nos hace fuertes, nos hace poderosos, porque viene de Dios.

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