lunes, 30 de mayo de 2011

LUNES 30 DE MAYO


Lecturas de hoy
1.      Hechos 16:11-15
2.      Salmo 149 : 1-9
3.      Juan 15: 26 a 16:4
Siguiendo brevemente con lo propuesto ayer, domingo: los grandes ideales de la humanidad: espirituales, éticos, humanistas, sociales, políticos, etc. , son fruto de intuiciones de individuos y grupos que tienen siempre el sueño de una mejor condición para todos y todas, a estos los llama “GENIOS ETICOS” W. Luypen en su importante libro “Fenomenología Existencial”  (Ed. Carlos Lohlé; Buenos Aires, 1968). Surgen como pasión por el cambio cualitativo hacia una mejor humanidad en tiempos de crisis.
En la alta edad media el movimiento de Francisco de Asís fue una expresión de retorno profético a los orígenes del espíritu cristiano de pobreza y fraternidad cuando la Iglesia de ese tiempo brillaba por su poder político y cultural, cuando muchos de sus hombres vivían más pendientes de esto último que de seguir el modelo de Jesús.
 El franciscanismo es una “genialidad ética” que propende por el rescate de la originalidad evangélica. La misma vida de Francisco de Asís es una clara evidencia de esto: hijo de una rica familia católica, llamado a ser un joven acaudalado y poderoso, “programado” para esto, experimenta un profundo vacío cuando regresa enfermo y alicaído del intento de ir a la cruzada; en esta frustración encuentra la novedad que dará sentido a su vida en adelante: el mismísimo Jesús redimensiona la totalidad de su existencia.
En el siglo XVI surge Ignacio de Loyola con la fundación de la Compañía de Jesús y su disposición al servicio del Papa para la reforma de la Iglesia. Eran tiempos de notable decadencia, en el Renacimiento los papas se destacaban por su influjo político, por su vida fastuosa de corte imperial, por sus gustos elitistas, por su poca preocupación por el ministerio pastoral, por su decidida entrega a hacer alianzas con los príncipes europeos y por mantener los privilegios eclesiásticos; cardenales y obispos llegaban allí por deseo de hacer carrera más no para servir a sus comunidades; los beneficios eclesiásticos eran el premio a quienes lograban puestos de honor en la escala jerárquica.
Todo esto preparó la Reforma Protestante. Martín Lutero, un fraile agustino experto en el Nuevo Testamento, y más específicamente en los escritos paulinos, veía todo esto que empañaba al ser original del cristianismo, el alejamiento de Jesús, y , desde su experiencia espiritual, sus escritos, su influjo en algunos creyentes, el 31 de octubre de 1517 lanza la protesta colocando sus famosas tesis contra las indulgencias y sobre la doctrina de la justificación en la puerta del castillo de Wittenberg. Allí se inicia el movimiento llamado protestantismo que propende por una vuelta a los orígenes del cristianismo (Cfr. BUSQUETS,Joan. Quién era Martín Lutero? Ed. Sígueme; Salamanca,1986).
El recién convertido Ignacio de Loyola (1521) ve todo esto que agobia a la Iglesia y resuelto empieza el trabajo de su propia reforma personal a través de una experiencia profunda de Dios que deriva en sus famosos Ejercicios Espirituales, y en París, como estudiante de teología, conoce a un grupo de jóvenes con quienes el 27 de septiembre de 1540 fundará la Compañía de Jesús para ayudar a al Papa en la reforma radical de la Iglesia: Francisco Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Simón Rodríguez, Pedro Fabro, Pascasio Broet, Claudio Jayo,Jean Codure, son los nombres de esos pioneros de la aventura apostólica surgida del empeño ignaciano de seguir con fidelidad la voluntad de Dios en esos tiempos tan penosos para le fe cristiana.
En el siglo XX, con una Iglesia muy cerrada al mundo moderno, y a menudo en pugna con él, vertical, autoritaria, inmodificable, también se dan tendencias del Espíritu que buscan una renovación: la nueva teología en Francia y en Alemania, con la intención de propiciar el diálogo entre la fe y la sociedad moderna; el desarrollo muy importante de la interpretación bíblica a través de la exégesis y de la crítica histórica; el movimiento litúrgico para hacer celebraciones más comunitarias y participativas; y la dinámica de lo social que empieza más resueltamente con León XIII y su encíclica “Rerum Novarum”, son las grandes marcas de Dios en la historia eclesial de la primera mitad del siglo XX ordenadas a una puesta al día del ser y quehacer de la Iglesia.
Así, en enero de 1959, el recién posesionado Papa Juan XXIII (1881-1963) sorprende a la Iglesia y al mundo convocando el Concilio Vaticano II, tiempo de “aggiornamento” como él mismo lo llamó (literalmente “puesta al día”), que se reúne consecutivamente durante los otoños de 1962,1963 , 1964 y 1965, con el liderazgo de Pablo VI a partir de la segunda sesión, por fallecimiento de Juan XXIII en junio de 1963.
Esta es otra gran experiencia profética de novedades en la Iglesia: la apuesta por volver a las fuentes cristianas, por dialogar con la cultura moderna, por entenderse y vivirse como pueblo de Dios, por bajar del pedestal, por dar peso y responsabilidad a los laicos, por adoptar modos de vida más evangélicos, por tener una presencia orientadora y comprometida en medio de las grandes injusticias sociales del mundo, por tener obispos y sacerdotes más encarnados en las realidades de sus gentes.
Ahí surgen grandes tendencias de renovación en la teología, en las propuestas pastorales, en los movimientos apostólicos; naturalmente hay crisis que se expresan en los desacuerdos de algunos más conservadores, con el famoso cardenal Alfredo Ottaviani a la cabeza, y la resistencia al cambio; lo mismo que las avanzadas proféticas con hombres de la talla del cardenal Giacomo Lercaro, arzobispo de Bolonia (Italia), el muy evangélico arzobispo de Olinda-Recife en Brasil Dom Helder Cámara (1908-1999), el Abbé Pierre con su movimiento de los Traperos de Emaús en Francia, Madre Teresa de Calcuta, el obispo ecuatoriano de Riobamba Leonidas Proaño, con su propuesta de pastoral indígena, y la gran II asamblea general de obispos de América Latina en agosto de 1968 en Medellín, con la presencia inaugural de Pablo VI en Bogotá, primera visita de un Papa a nuestro continente.
Estas referencias históricas las propongo para que tengamos presente en nuestro proceso de crecimiento en el Espíritu, que este mismo es el que suscita estas dinámicas en la Iglesia para volver al original talante evangélico querido por el Señor Jesús para la Iglesia. Y ello nos implica a todos los creyentes. Ahora vemos estas realidades de los primeros años del siglo XXI, ya expresadas el día de ayer. Es tiempo de un nuevo entusiasmo espiritual, apostólico, teológico, pastoral, comunitario. Qué exige?
Primero una disposición la más generosa y resuelta de cada bautizado para abrirse al Espíritu y dejar que gratuitamente acontezca en nosotros una novedad de vida enraizada en Jesús y, desde ahí, una opción por encontrarnos en diálogo con este mundo y sus realidades, sus fortalezas, sus valores, sus logros, sus motivaciones y sensibilidades, también con sus límites, deficiencias, vacíos, problemáticas. Y en este esfuerzo, que combina gracia de Dios y respuesta de nuestra libertad, generar todo aquello que se requiera para que el Espíritu anime la Iglesia, y la haga encarnada humildemente en el mundo para ejercer su cometido fundamental que es el de proponer a Jesucristo como Buena Noticia de salvación y de sentido para todos-as aquellos-as que libremente quieran acoger esta oferta.
Ya señalábamos ayer las inquietudes del Papa con respecto al mundo actual y su deseo de llevar adelante una Nueva Evangelización. Para América Latina las asambleas generales de obispos en Medellín (1968), Puebla (1979),Santo Domingo (1992),Aparecida (2008), son la expresión continental de esta tendencia de renovación, magisterio de los pastores que estudian la realidad de nuestros países, la valoran a la luz del Evangelio, y sobre esto diseñan los grandes lineamientos pastorales acordes con nuestra situación.
En nuestra tarea de crecer en los caminos de Jesús preguntémonos primero por nuestra vida personal, si ella está en trance de constante y creciente puesta al día, o si estamos anquilosados, anclados en el tiempo; si la persona de Jesús nos encanta y apasiona, y si El re-significa nuestras vidas; si del Espíritu y de nuestra respuesta adquirimos la claridad necesaria para dar una mirada crítica a este mundo en el que vivimos que nos permita dialogar con su cultura, también denunciar lo que es contrario al reino, y tener el vigor espiritual para participar comprometidamente en la construcción de una vida más digna, honesta, trascendente, con sentido, de tal manera que muchos hombres y mujeres puedan unirse a nosotros para “dar razón de nuestra esperanza”, caminando con tantas personas que van hacia Dios  a través de caminos religiosos distintos del nuestro, pero siempre en diálogo y respeto, pensando siempre en que la historia humana debe ser un reflejo de la plenitud de Dios.
Por eso, con sinceridad humana y evangélica, nos interesamos en lo social, en lo político, en lo económico, en lo cultural, en lo científico, para que esto ayude a que haya  mayor dignidad y equidad, y para que esclarezca caminos de sentido. Así, la Iglesia y todas las comunidades cristianas deben dialogar con estas realidades, y detectar en ellas la voz del Espíritu que nos invita al “aggiornamento”, el mismo que animó a Pablo y a Pedro, a Francisco de Asís, a Catalina de Siena, a Ignacio de Loyola, a Martín Lutero, a Juan XXIII, a Pablo VI, a Juan Pablo II, a Monseñor Romero, al Padre Arrupe.
Presentemos en esta mañana nuestra plegaria al Padre Dios para que bendiga con abundancia la vida de todos nuestros hermanos de LA LISTA, y hagamos que este compromiso de orar por ellos y ellas nos mueva a una vida más comprometida en nuestro estilo personal y comunitario. Por Jesucristo, Nuestro Señor.Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog