miércoles, 31 de agosto de 2011

MIERCOLES 31 DE AGOSTO


Lecturas
1.      Colosenses 1: 1-8
2.      Salmo 51: 10 – 11
3.      Lucas 4: 38-44
El relato de Lucas refiere el poder sanador de Jesús, en ese contexto de los milagros como señales del nuevo orden de vida instaurado por El. Esto es parte esencial de su misión:”También en las demás ciudades debo anunciar la buena noticia de Dios , porque para esto he sido enviado” (Lucas 4: 43), precedido por: “….. y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba” (Lucas 4: 41).
Si hay algo claro en el ministerio de Jesús es fuerza restauradora de la vida, la comunicación de la vitalidad procedente de Dios, y la capacidad de generar esperanza y sentido, con el anuncio de la Buena Noticia, el Evangelio.
Cómo ser nosotros sanadores y comunicadores de las buenas nuevas de Dios? Cómo ser portadores de sentido para la vida de tantas personas que andan a la expectativa de razones para vivir? Hay tantas malas noticias, tantos motivos para el desencanto: somos conscientes de esto y nos dejamos retar por lo que esto significa proponiendo la contrapartida esperanzadora?
La apatía de muchos seres humanos, lo mismo que los fracasos reiterados, también el poder destructor del mal, pueden llegar a descomponer la humanidad, y ponerla en trance de absurdo. En esto debemos ser muy realistas, pero al mismo tiempo dóciles al Espíritu para descubrir las razones esenciales para una existencia significativa y trascendente.
Dios, a través de Jesús, nos quiere como instrumentos de salud, de dignidad, de vida. El trabajo es re-encantar a las personas, la dinámica social, el hábitat, con posibilidades reales de sentido. Todo esto ha sido el trabajo de nuestro referido teólogo de ayer, Jürgen Moltmann, entre tantos-as apasionados-as por el proyecto de Jesús.
Propongo la tarea de mirar alguna zona “desencantada” de nosotros, o de alguien cercano, y empezar una tarea de recuperación, de sanación, no ingenua, afianzada en la realidad, pero también en el proyecto de plenitud que nos trae Jesús.
Cómo llevar nosotros una vida, como la de los cristianos de Colosas, a quienes San Pablo dijo: “Damos gracias a Dios, Padre de nuestro señor Jesucristo, y rogamos sin cesar por Ustedes, al tener noticia de su fe en Cristo Jesús y de su amor para con todos los creyentes” (Colosenses 1: 3-4).
Preguntémonos si con nuestra mentalidad y actitudes contagiamos de pasión por Dios y por la vida o si somos personas disolventes, tóxicas. Tengamos presente que hay muchos milagros por hacer, todo el tiempo, el de nosotros mismos, asumidos por Dios en el Señor Jesús, y el de la gente con quienes compartimos la vida, para construír con ellos y ellas ámbitos de vitalidad y de dinámicas pascual.
Esto es lo que queremos hacer con todos estos hermanos y hermanas de LA LISTA, una comunidad totalmente esperanzada por la Buena Noticia anunciada por El, una comunidad de sentido, una comunidad segura de que en la experiencia de Dios se arraiga una nueva manera de vivir, definitiva, legitimadora de toda nuestra humanidad y capaz de superar las contradicciones con las que nos enfrentamos a diario.
Ignacio Ellacuría dijo: “Con Monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador”, un trabajador de la dignidad, un sanador del tejido social, un profeta de la esperanza. En esta mañana, él y el Padre Arrupe nos ayudan a presentar a todos estos hermanos ante el Padre para que sean sanados y bendecidos. Amén.

martes, 30 de agosto de 2011

MARTES 30 DE AGOSTO


Lecturas de hoy
1.      1 Tesalonicenses 5: 1-6 y 9-11
2.      Salmo 26: 1-4 y 13-14
3.      Lucas 4: 31-37
Desde hace muchos años, cuando me empecé a familiarizar con los asuntos de la teología y de la espiritualidad, esenciales en mi vida, me encontré con un autor llamado Jürgen Moltmann, alemán, nacido en 1926, miembro de la Iglesia Evangélica Luterana de su país, aún vive. El núcleo de su trabajo de investigación y docencia es la esperanza cristiana, y a ello ha dedicado un número importante de libros y artículos académicos, entre los que destacan “Teología de la Esperanza”, “Esperanza y planificación del futuro”, “Un nuevo estilo de vida”, “El espíritu de la vida”, “El Dios crucificado”, “El experimento esperanza”.
Quiero decir que es uno de los teólogos contemporáneos más importantes.  Su trabajo teológico surge en el contexto de la postguerra, en una Europa y Alemania devastadas por la fuerza destructora que se dio en la II guerra mundial: el horror de los campos de concentración del nazismo y del stalinismo, los millones de vidas perdidas, el ensañamiento hitleriano con los judíos, las economías desarticuladas, las ciudades arrasadas, los inmigrantes deambulando por el mundo. Un típico contexto de desencanto y pérdida de sentido.
Ahí surge una tendencia del existencialismo que desconfía del ser humano, de sus posibilidades de construír un mundo ecuánime, es un escepticismo radical. Moltmann, desde sus convicciones creyentes, desde la seriedad de su actividad teológica, pretende “encantar” estas sociedades europeas con una recuperación de la esperanza, inserta en una historia real de recuperación y replanteamiento radical de la vida, y proyectada a Dios, futuro definitivo del ser humano. Historia y trascendencia en gozosa síntesis humanista y creyente.
El mismo Moltmann dice: “La esperanza cristiana es esperanza de resurrección, y manifiesta su verdad en la contradicción, con que el futuro de la justicia – prometido y garantizado en ella – se enfrenta al pecado; la vida, a la muerte; la gloria , al sufrimiento; la paz, al desgarramiento” (Teología de la Esperanza. Eds. Sígueme.Salamanca,1999.Pag. 23).
Nuestro Dios, plenamente revelado en Jesucristo, es un Dios crucificado, dramáticamente crucificado. Ahí vemos todas las evidencias de la precariedad que se manifiestan en nosotros y que pueden ser, en nuestro ámbito individual, lo que la guerra fue para aquel mundo de los años cuarenta del siglo XX. Estamos expuestos al dolor, al vacío existencial, al fracaso afectivo, a la pérdida de los seres más entrañables, a la enfermedad, a la muerte.
Moltmann lo vivió en carne propia. Como muchos jóvenes de aquel tiempo, a los 17 años (1943) fue alistado en el ejército alemán, contra su voluntad, después pasó varios años como prisionero de guerra, hasta ser liberado en 1948. Es un autor que nos recupera la confianza en una teología abierta al porvenir, siempre sorprendente, al mismo Dios viviente: “Gracia y paz a Ustedes de parte del que es, del que era, y del que está a punto de llegar” (Apocalipsis 1: 4), palabras estructurantes de nuestra fe y de nuestra esperanza.
De paso debo decir que la buena teología, como la de este maestro y testigo de la fe, nos libera del peligro del fanatismo religioso, de la relación con Dios concebida como refugio alienante, del fundamentalismo, del desentendernos de la historia y de nuestra propia realidad.
En este orden de cosas los invito a considerar en su oración de este día el bello texto de la primera lectura de hoy, de 1 Tesalonicenses, en el que San Pablo los reconoce  como hijos de la luz: “Todos Ustedes son hijos de la luz, hijos del día” (1 Tesalonicenses 5: 5), y los exhorta a la vigilancia fraterna: “Por tanto, anímense mutuamente y contribuyan al bien de unos para con otros como ya lo están haciendo” (1 Tesalonicenses 5: 11).
Podemos estar desgarrados en este momento por una aflicción muy grande, o desanimados porque siguen dándose injusticias, violencias, exclusiones, o afectados por algo que sucede en nuestro interior o a un ser muy querido. Y es muy humano experimentar tristeza por esto. Pero los quiero decir, y al decirlo me implico con todo mi ser en esta afirmación, que Dios, el que ha tomado partido por nosotros en Jesucristo, sí es garantía y esperanza para todos, y que en El encontramos significado trascendente para todo lo que somos y hacemos, superando definitivamente el desgarramiento y la contradicción, como en la juiciosa teología de Moltmann.
Este es el carisma de COMUNITAS MATUTINA, nacido de una inmensa pasión por Dios y por la humanidad, a través del Señor Jesús. La aflicción de estos hermanos enfermos y necesitados de oración y de cercanía nos mueve a ser testigos de esta ESPERANZA y a empeñar en ello toda nuestra vida. Por eso, cada mañana oramos por ellos-as, y solícitamente se los presentamos al que hizo decir a Pablo: “todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Filipenses 4: 13).
Guiados por dos campeones de la esperanza, como fueron el Padre Arrupe y Monseñor Romero, como tantos y tantas en la historia de la fe, ofrecemos nuestra oración y nuestra vida por todos estos queridísimos de LA LISTA, y con ellos nos lanzamos al futuro de Dios, haciendo de esta historia un apasionante anticipo de su plenitud.
No dejemos enfriar el compromiso de COMUNITAS MATUTINA, tomemos toda LA LISTA y repasémosla en oración, siempre, de modo infatigable. El Espíritu nos asiste.
Hoy damos gracias a Dios por la vida del ingeniero javeriano Hernando Monroy Valencia, fallecido repentinamente hoy cuando se disponía a viajar a Cali, graduado en 1959, noble señor y amigo, un caballero cristiano,  y encomendamos a la Sra. Margarita Pinzón, con problemas de salud, ofrecida por su amiga Alba Rosa Morales.

lunes, 29 de agosto de 2011

LUNES 29 DE AGOSTO


Lecturas
1.      Jeremías 1: 17-19
2.      Salmo 70 : 1-6 y 15-17
3.      Marcos 6: 17-29
Es la memoria del martirio de San Juan Bautista.

San Juan Bautista, una figura del mayor significado para nuestro camino de seguimiento de Jesús. Un inconforme con la inautenticidad ética y religiosa de sus contemporáneos judíos, profeta de tiempo completo que confrontó con rigor a los dirigentes políticos y religiosos de su tiempo. En él se cumplió cabalmente lo que dice la primera lectura de hoy: “Pero tú, ármate de valor, levántate y diles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, no sea que yo te haga temblar ante ellos” (Jeremías 1: 17).
Profeta es el que habla en nombre de Dios para anunciar el nuevo orden de vida en El, y para invitar a comprometerse con el modo de vida que esto exige, pero también tiene la función de confrontar lo que es contrario a este proyecto. Los profetas del Antiguo Testamento son la conciencia crítica del pueblo de Israel, misión que les vale grandes incomprensiones y ignominia, como veíamos en la lectura de Jeremías, de este domingo 27 de agosto.
Ser profético es ser de Dios y optar totalmente por El, asumiendo esto incluso con la donación de la propia vida. Así, Juan Bautista, apasionado por la pureza de la relación con Dios, promovió un movimiento de conversión, haciendo interrogantes muy serios a lo que él veía como “desordenado” con respecto al querer de Dios.
La suerte de muchos profetas ha sido la muerte martirial, como en el caso de Monseñor Romero, que empeñó su vida para anunciar la plena compatibilidad entre la fe en Dios y la promoción de la justicia para todos, con preferencia para los últimos de su pueblo salvadoreño. Combinando – como debe ser – el anuncio con la denuncia, también enfrentó las grandes contradicciones de su sociedad, del gobierno de su país, de la profunda inequidad y de la violencia que esto causaba. Así, muere víctima de toda esta situación de pecado, a manos de quienes no soportaban el vigor de su palabra profética.
El relato evangélico de hoy refiere las circunstancias en las que ocurre el martirio de San Juan Bautista, resultado de una componenda del rey Herodes, de su mujer Herodías, que no era su esposa legítima, y del capricho de la hija de esta. Como suele suceder en estos casos, se unen diversos “intereses”, siempre oscuros, surgidos de quienes son puestos en tela de juicio por el ministerio del profeta.
Qué nos dice Juan Bautista? Su vida, su ministerio, su muerte, son relevantes para nosotros como relato de Dios? Descubrimos en este hombre santo e insobornable un mensaje para una manera de vivir recta, pura, comprometida con la verdad   y dispuesta a mantenerse fiel aún a pesar de la propia vida? Dejamos que Dios y la respuesta de nuestra libertad maduren en nosotros una conciencia firme y una fuerza suficiente para proclamar lo que es sano  y auténtico a los ojos de Dios? Nuestra vida está empeñada en ser profecía de Dios?
Cuando hay tantas corruptelas presentes en nuestro medio y dañando tanto el tejido social se impone mirar a un hombre de esta talla espiritual y ética, y dejar que sea el mismo Dios quien a través de esta narrativa nos anuncie que la buena vida está en la rectitud y en la disposición profética para vivir en plena coherencia con ella.
La cruz de Jesucristo -  siempre en nuestro horizonte -  nos recuerda las radicales implicaciones del compromiso con la verdad.
 Algo quedaba en Herodes de sensibilidad cuando hace decir al evangelio, una vez decidida la muerte de Juan: “El rey se entristeció mucho, pero a causa del juramento y de los invitados no quiso contrariarla. Y sin perder tiempo envió a un guarda con la orden de traer la cabeza de Juan” (Marcos 6: 26-27)

domingo, 28 de agosto de 2011

DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo, por José Martínez de Toda, S.J., Domingo 22A TO: Tu cruz, 28 agosto 2011

Especialmente para radio
“Pedro, piensas como los hombres, no como Dios” (Mt 16, 21-27)

Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy presenta una confrontación entre Pedro y Jesús. ¿A qué se debió? Escuchémoslo.

Lectura del santo evangelio según San Mateo (Mt 16, 21-27)

NARRADOR/A – En aquel tiempo empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: PEDRO – ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
NARRADOR/A – Jesús se volvió y dijo a Pedro:
JESÚS – ¡Ponte atrás, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios!
NARRADOR/A – Entonces dijo a los discípulos:
JESÚS – El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria del Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.


Pregunta 1 – Cuando Jesús pregunta: ¿quién dicen que soy yo?, ¿qué responde Pedro?
Pedro responde: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
A Jesús le pareció bien aquella respuesta de Pedro.
Pero quiso concretar los aspectos más duros de lo que significa en la práctica ser Mesías.
Y les dijo a Pedro y a los discípulos:
-“El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas” (v. 31c). (Estos tres grupos componen el Sanedrín, la Suprema Corte de los judíos). “Tiene que ser ejecutado y resucitar a los tres días”.
Esa condena y esos padecimientos, que son una consecuencia de la forma como vivió su servicio al Reino de Dios, Jesús los va a aceptar y vivir como voluntad de su Padre. Jesús es el Siervo Sufriente, que describe Isaías (53:4-6). Su servicio amoroso, su anuncio de la justicia del Reino, su solidaridad con los pobres y los pecadores, lo han puesto en conflicto con los poderosos de su tiempo; ellos lo van a condenar y a crucificar, y Él se mantendrá fiel hasta la muerte.

Pregunta 2 – ¿Cómo ve Pedro todo esto?
Esto sí que no entró por la cabeza de Pedro: ¿Cómo es posible que maten al Mesías? ¿Y lo matarían las mismas autoridades judías, lo mejor de Israel?
Pedro ni se fijó en la resurrección. Seguramente porque está demasiado impresionado con el anuncio de la muerte de Jesús.
Y tomó aparte a Jesús, y de una forma vehemente trató de convencerle de que ése no era el camino para ser Mesías. Pero Jesús le gritó delante de todos:
“Ponte detrás de mí, Satanás, porque no entiendes las cosas que son de Dios, sino las de los hombres” (v. 33b).
Jesús exige a Pedro que ocupe su puesto de discípulo detrás de Él, porque el Maestro es Él.
Y lo llama “Satanás”, recordando cómo el diablo lo tentó también después de aquellos 40 días en el desierto, para que tomara el camino del milagro fácil y de la gloria.
Así ahora también Pedro intenta que Jesús abandone el camino angosto y difícil que lleva a la vida, pero por la entrega fiel hasta la cruz.

Pregunta 3 – ¿Por qué reacciona tan fuertemente Jesús contra Pedro?
Precisamente Pedro toca un punto muy sensible para Jesús, y a Jesús le duele que esta tentación venga precisamente de un amigo, de un hombre bien intencionado como Pedro, a quien había elegido para un papel importante en su Iglesia.

La gran tentación en la vida de Jesús fue el uso del poder en servicio propio para la búsqueda de honores, riquezas y espectacularidad. Algunos de sus seguidores lo querían convertir en un líder político. Inclusive en Getsemaní aparece la tentación de no aceptar la cruz.

Te cuento esta historia:
<Un joven llamó por teléfono al párroco para decirle que quería hacerse miembro de la parroquia. Pero que no tenía intención ni de ir a Misa todos los domingos ni ser catequista ni ser lector en la Misa ni visitar a los enfermos ni…
El sacerdote le alabó el deseo de hacerse miembro de la parroquia, pero le dijo que la iglesia que buscaba se encontraba a las afueras de la ciudad. El joven anotó la dirección y colgó.
Cuando llegó a la dirección que el sacerdote le había dado, encontró una iglesia abandonada y algunos edificios tapiados y listos para ser destruidos.> (Félix Jiménez, escolapio).
El sacerdote le quiso decir a este joven que ser cristiano era estar comprometido.
“Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame” (v. 34b).
Jesús no invita a ser sus huéspedes en un hotel maravilloso del Caribe.
Nos invita a ser fieles a la voluntad del Padre siempre, delante de la descalificación, el rechazo y el sufrimiento; incluso hasta la cruz.

Pregunta 4 – ¿Qué significa cargar la cruz?
Al escribirse este Evangelio de Mateo, era tiempo de persecuciones en Roma. Los cristianos eran condenados a cargar literalmente su cruz para ser crucificados.
Hoy día la persecución abierta de cristianos continúa en Asia y África. Más cristianos murieron por su fe en el siglo XX que en el siglo I. Cada cinco minutos un cristiano muere asesinado por su fe. Pero también en nuestros países se trata de silenciar y ahogar la voz crítica de los cristianos.
El evangelio de Jesús es como esas píldoras maravillosas, que tienen efectos colaterales. La cruz es el efecto secundario del seguimiento de Jesús.
Pero el final del camino de un cristiano no es la crucifixión, sino la resurrección.
El evangelio de Jesús es como una moneda de cara y cruz, de corona y cruz. Si nos queremos quedar sólo con la corona, falsificamos el evangelio.
Es también como en el deporte.

Pregunta 5 – ¿Por qué se parece al deporte?
<Las competiciones del deporte no solo se ganan en el campo de juego, sino antes en el campo de práctica con esfuerzo y sudor. El propósito de la disciplina no es ni el dolor ni el aburrimiento, sino la victoria.>
Así es también en el reino de Dios. La disciplina engendra victoria espiritual.
Jesús lo formula así: “El que quiera salvar su vida, la perderá… ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si malogra su vida?“

Pregunta 6 – ¿Qué quiere decir Jesús por vida?
Hay varios tipos de vida: la vida egoísta, frívola, de pasatiempo. Por ejemplo, algunos ‘famosos’ del cine y la TV van de pareja en pareja varias veces, siempre buscando la felicidad, pero, al parecer, sin encontrarla nunca.
Y está la vida plena de felicidad verdadera, de compromiso amoroso, de vida fecunda. La garantía de una vida plena es Dios.
El propósito de Dios no es negarnos la vida, sino dárnosla.
Y seremos juzgados de acuerdo a nuestras obras de misericordia en favor de los más necesitados.

Pregunta 7 – ¿Cuál te parece que es el mensaje central de este evangelio?
1.Lo central del evangelio de hoy no es la abnegación ni la cruz, sino el seguimiento de Cristo para realizar la voluntad del Padre, aunque cueste la cruz. Los pasos de Cristo no conducen en última instancia a la muerte, sino a la victoria. Pero a veces es preciso morir para resucitar.
2. "¡Ponte detrás de mí!". Nuestro único Maestro y Director es Jesús (cf. Mt 23,8.10). Él nos dice: “Ven y sígueme”.
3.Jesús le dice a Pedro: “Lo importante es pensar como Dios, no como los hombres.”

Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí entenderemos con claridad la identidad de Jesús, que no vino a la tierra a buscar honores, sino a sembrar el amor a pesar de las cruces y con ellas. La Eucaristía es la puesta en escena de la entrega de su vida por amor.

FIN

DOMINGO 28 DE AGOSTO


Lecturas
1.      Jeremìas 20: 7-9
2.      Salmo 63: 2-9
3.      Romanos 12:1-2
4.      Mateo  16:21-27
Es el domingo XXII del tiempo ordinario.
Las lecturas de hoy empiezan con un texto de Jeremìas, de connotaciones dramáticas, el profeta se siente desbordado por Dios, quien entra en su vida “sin pedirle permiso” y lo asume totalmente, hasta el punto de que su vida se convierte en contradicción extrema por esta causa: “Me sedujiste Señor, y me dejè seducir; me forzaste, me violaste. Yo era el hazmerreìr todo el dìa, todos se burlaban de mì” (Jeremìas 20: 7). Dios se impone en la vida de Jeremìas y esto lo lleva a algo muy propio del ministerio profético: a incomodar, a tener que hablar imperativamente en nombre de Dios, a anunciar todo lo que viene de El en abierto contraste con lo que hay en su contexto, que es contrario a su voluntad, lejanìa de su amor, infidelidad, desorden.
La tarea del profeta es “disfuncional”, en el sentido de que no hace parte oficial del sistema religioso, es una manera de vivir en la que el mismo Dios toma la iniciativa, llamando a este o a aquel, y comprometiéndolo a ser su instrumento de confrontación, anuncio y denuncia. Su mensaje toca directamente y con gran severidad la conciencia de los responsables de esa vida contraria a Dios, pone el dedo en la llaga, desajusta, estremece, saca a la luz pública esa  pecaminosidad y desafección. Por eso es visto con desprecio, perseguido,incomprendido.  Y en èl, la palabra es màs fuerte que su propia voluntad: “Pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos; hacìa esfuerzos por contenerla y no podía” (Jeremìas 20: 9). Dios satura el ser y el quehacer de este hombre y lo lleva a no ser querido por los destinatarios de su mensaje, ven en èl a alguien inconveniente.
Sabemos muy bien  por lo que nos consta en la historia cristiana de las persecuciones y animadversiones que han vivido tantos hombres y mujeres, poseídos por Dios, enfrentándose a mentalidades y modos de vida en abierto contraste con lo que El nos propone como camino de autenticidad y de plenitud. Asì el canciller Tomàs Moro que no se dejó sobornar por el rey Enrique de Inglaterra, asì Monseñor Romero que avalò con el derramamiento de su sangre sus convicciones de fe y justicia, asì tantos que experimentaron en su propio ser el conflicto y la cruz, por causa de su dedicación absoluta a la Palabra.
Por esto dice Jesùs, en el contexto de su misión de Mesìas crucificado, humillado y ofendido: “Quien quiera seguirme que se niegue  a sì mismo, cargue con su cruz y me siga. Quien se empeñe en salvar la vida la perderà; quien pierda la vida por mì la alcanzarà” (Mateo 16: 24-25). Estas palabras continúan y explicitan las del evangelio del domingo anterior, cuando Jesùs preguntò a sus discípulos: “Y Ustedes quien dicen que soy yo?” (Mateo 16: 15), con la respuesta de Pedro que lo identifica como el Mesìas.
Pero Pedro, llevado por su lógica humana, no admite que ese mesianismo de su  maestro le implique cruz, juicio ignominioso de los hombres, pasión y muerte, por eso increpa a Jesùs, escandalizándose de pensar que eso le pudiera suceder. Por eso el Maestro lo reprende con notable severidad: “Retìrate ,Satanàs, Quieres hacerme caer. Piensas al modo humano, no según Dios” (Mateo 16: 23).
Esto nos ayuda a entender con claridad que la misión de Jesùs no es la de un salvador espectacular, rodeado de prodigios y dotado de poderes humanos extraordinarios. Aquì se anuncia que este mesianismo “toma su cruz” y la vive hasta lo definitivamente dramático en su muerte, en su extrema humillación, y eso es lo que Dios avala como sacrificio meritorio para nuestra salvación y plenitud de vida. No estamos ante un poderoso mundano sino ante el Hijo de Dios que ha tomado su cruz y se ha expuesto a la ignominia, invitándonos también a vivir con El este mismo camino.
Què preguntas nos formula el Señor con esta invitación? Còmo vemos nuestro universo de comodidad  e instalación? Nuestras justificaciones para no dar el paso de seguirlo hasta la muerte y muerte de cruz? Nuestra “sabrosa” religiosidad confortable que no señala en el seguimiento de Jesùs? Què nos dicen los grandes testigos de la fe que con su vida han seguido esta propuesta de “cargar con la cruz”? y han vivido hasta lo último su fidelidad al Señor?
A esto corresponde la invitación que San Pablo hace en el texto de hoy: “Ahora, hermanos, por la misericordia de Dios, los exhorto a ofrecerse como sacrificio vivo, santo , aceptable a Dios: sea ese su culto espiritual” (Romanos 12: 1). Bien sabemos que el vivir como cristianos serios , conscientes de lo que implica seguir a Jesùs, no se queda en unas tranquilas pràcticas religiosas ni en hacer profesión de una “ideología”, sino en configurar la totalidad de la vida con el Señor, asumiendo que todo lo que Dios Padre ha revelado de sì en Jesucristo es el itinerario con el que estamos invitados a acertar en el cumplimiento de su voluntad, a sabiendas de que nos demanda rupturas y renuncias, identificación con todo lo sufrido por El.
No es, desde luego, una lógica de masoquismo y autocastigo, es el máximo ejercicio de amor, de donación voluntaria de la vida, de inscribirla en la cruz de Jesùs, de dejar que Dios tome nuestra vida, como en el caso de Jeremìas, y El sea todo en nosotros. Para esto hay que dejar atrás el confort de la buena vida, de la medianìa no generosa, y abnegarse, que quiere decir literalmente, renunciar a sì mismo para ir detrás del amor siempre mayor, el de Dios Nuestro Señor.
Esto marca el contraste contracultural con la mentalidad que nos incita al éxito individual, a la competencia gananciosa, al lucro y al poder, o a la religiosidad fácil, para entrar en los caminos muy exigentes, pero siempre posibilitadores de sentido y trascendencia, en los que la vida se juega por amor, totalmente casados con el proyecto de Jesùs.

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