domingo, 25 de diciembre de 2011

DOMINGO 25 DE DICIEMBRE


Lecturas
1.     Isaìas 9:1-6
2.     Salmo  95: 1-3 y 11-13
3.     Carta de San Pablo a Tito 2:11-14
4.     Lucas 2:  1-14
SE HIZO CARNE
Y la  Palabra se hizo carne,
Viva,
Sensible y tierna,
Càlida y cercana,
Fuerte en su fragilidad,
Entrañable.
Dios amoroso,
Humano,profundamente humano,
Hijo y hermano,
Uno de nosotros.
Se hizo caricia y gracia,
Clamor y llanto,
Risa y diálogo,
Silencio sonoro,
Balbuceo de niño,
Eco de los que no tienen voz,
Buena noticia,
Canto gozoso,
Entrada de la libertad,
Sentido y esperanza
Para llevar sobre sì
Todo lo nuestro.
Incondicional,
Implicado,
Cuna y cruz,
Muerte y vida,
Nacimiento y pascua,
En el felicísimo misterio
De esta adorable fragilidad.
Amèn.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Una noche de amor con Claritis‏

Querida familia de Clarita (ToñoPepe, esposo, hijos, hermanos y todos) y queridos comuneros en oración
Esta noche que siempre la llamamos Noche Buena, Noche de Paz, Noche de amor, de alegría y felicidad; así, de esta manera, debemos hacerla con la "alegre-tristeza" de sentir a Clarita con nosotros. En este año, Clarita y otros seres maravillosos por quienes oramos, pasaron a la nueva vida; otros más, siguen su proceso de enfermedad, algunos mejor y otros en un proceso de no mejoría; pero todos, ellos y nosotros seguimos como nos es necesario en nuestro proceso vital de camino hacia El-De-Adentro y con El-De-Adentro como objetivo, como guía y como luz.
Quiero que, unidos todos, agradezcamos Al-De-Adentro por permitirnos la vida hasta hoy, pongamos en sus manos lo que nos regale en adelante y comprometernos a trabajar por nosotros y por servir a los que nos rodean.
Gracias a Clarita por su ejemplo vivo y gracias a todos por estar siempre allí, con quien lo requiere.
Por todo esto, FELIZ NAVIDAD en compañía de todos los presentes físicamente y de los presentes en espíritu.
Abrazo cálido, 
Alberto y Claudia Bravo

SABADO 24 DE DICIEMBRE


Lecturas
1.     2 Samuel 7: 1-16
2.     Salmo 88: 2-5 y 27-29
3.     Lucas 1: 67-79
Hoy es un tìpico dìa de trajines, haciendo las últimas compras de Navidad y los preparativos de la cena, pero vamos a hacer el esfuerzo de hacer un alto en estos vaivenes para orar como corresponde y aguardar, en gozosa vigilancia, la celebración del felicísimo misterio del nacimiento de Jesùs, con serenidad, con esperanza, en un discreto silencio que nos permita contemplar a Aquel que se hace humanidad, pequeñez, fragilidad, para llenar de sentido nuestra historia.
El evangelio de este sábado nos trae el càntico del BENEDICTUS, pronunciado por Zacarìas, padre de Juan el Bautista, quien reconoce asì las maravillas realizadas por Dios en èl y en la vida de su pueblo: “Bendito  sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por la boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, realizando asì la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que jurò a nuestro padre Abraham” (Lucas 1: 68-73).
Y màs adelante: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitarà el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte,para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lucas 1: 78-79).
Zacarìas había estado mudo durante varios meses. Cuando recuperò el habla no se lamentò ni hizo reclamos a Dios. Su primera reacción fue bendecir al Señor, con este hermoso himno, que es de antología en las manifestaciones de reconocimiento y gratitud al Señor, y que la Iglesia recita cada mañana en el oficio litúrgico de Laudes. Zacarìas ve la vida con esperanza, e interpreta su historia como el lugar en el que Dios acontece cumpliendo todas sus promesas, y visitando decisivamente la humanidad con el “sol que nace lo alto”.  Es un testigo privilegiado de la incondicionalidad de Dios con el ser humano, cumpliendo a cabalidad su inserción en la historia en el acontecimiento encarnatorio y liberador del nacimiento de Jesùs.
Tenemos esperanza de vivir, debidamente enraizada en Dios, y al mismo tiempo encarnada en la realidad en la que vivimos? O nos dejamos llevar por el ficticio optimismo neoliberal?  O,màs bien, el pesimismo, la sin razón, nos llevan al desencanto y a la angustia constantes?
Al hacernos estas preguntas, que son de alta exigencia, no podemos olvidar nuestra doble dimensión de presente y futuro: arraigo en una historia que debemos transformar, hacer significativa, construìrla en justicia y respeto a todos, tornarla llena de sentido y de oportunidades de plenitud y, desde nuestra òptica de creyentes, proyectarla al futuro trascendente de Dios. La Buena Noticia es para saturar la historia de razones para confiar, para creer, para vivir apasionadamente. Y todo esto, en nombre de Aquel que viene para nuestra salvación, para consolidar nuestra humanidad como libre, esperanzada.
Tomemos todo el BENEDICTUS y saboreémoslo en familia, que esta noche al comenzar la cena familiar sea nuestra oración de bendición. Y seamos dòciles al Espìritu para que Navidad sea la presencia constante y creciente de Jesùs en nuestras vidas, configurándonos con El, sin lìmites, con la abundancia propia del Padre.

viernes, 23 de diciembre de 2011

VIERNES 23 DE DICIEMBRE


Lecturas
1.     Malaquìas 3: 1-4 y 23-24
2.     Salmo 24: 4-14
3.     Lucas 1: 57-66

1.     Hoy el relato trae el nacimiento de Juan el Bautista, que prepara el de Jesùs. Sabemos que en las narraciones bíblicas las cosas no se ponen allì por casualidad, tienen una clara intencionalidad inscrita en el proyecto salvador de Dios. Ambos son israelitas, pertenecían a la religión de este país, pero no fueron “cumplidores” de la misma en e sentido tradicional del tèrmino. Fueron audaces innovadores, profetas de una nueva manera de relacionarse con Dios, de un modo de humanidad que iba màs allà de las observancias legales y rituales, es a lo que llamamos Buena Noticia, Evangelio, un orden de libertad y de realización del ser humano según este proyecto.
2.     Apreciamos en el relato que se genera una confusión por el nombre del niño. Esperaban, como obvio, que se le llamase Zacarìas, como su padre, sacerdote del templo, pero Isabel, la madre, determina que se llame Juan, expresión hebrea que significa “Dios es clemente”. En la historia de los personajes bíblicos el nombre de la persona expresa una relación directa con su misión. En este caso, Juan Bautista, esboza una nueva imagen de Dios, que se va a consumar con Jesùs: es el Dios clemente, misericordioso, cercano, exigente sì, pero al mismo tiempo comprometido con llevar al ser humano por los caminos de su dignidad, como tantas veces lo hemos visto en estas reflexiones.
3.     Juan también marca un contraste con su origen social familiar. Como vimos, Zacarìas, su padre era sacerdote, y su madre, Isabel, era de la estirpe sacerdotal de Aaròn. Todo daba, en esta perspectiva, para que el niño hiciera parte de la casta sacerdotal, pero èl rompe con este paradigma y se marcha al desierto, el lugar del despojo, de la no arrogancia, el ámbito del encuentro con el Dios liberador, y desde allì ejerce su ministerio profético poniendo en  tela de juicio la decadencia de la religión de su tiempo, de sus rituales vacìos, de su legalismo fundamentalista. Asì, es el preparador de los caminos de Jesùs.
4.     Tengamos presente, en este orden de cosas, la distinción entre fe, religión y espiritualidad. Ordinariamente se confunden. Fe es la confianza decisiva en Dios, la certeza de que El es el principio y fundamento de nuestra vida. Religiòn es la mediación, surgida de un proceso sociocultural, en la que se expresa la relación con Dios a través de los ritos, de las formulaciones doctrinales, de las normas institucionales y de las disciplinas. Espiritualidad es la experiencia de Dios que sucede en el creyente transformándolo, haciéndolo un nuevo ser humano.
5.     Con frecuencia encontramos el contraste de personas que son profundamente practicantes de los rituales religiosos pero no son espirituales, es decir, no dejan que Dios acontezca en ellas, en consecuencia, su vida no se transforma, no hay allì novedad liberadora sino pràctica rutinaria y adaptación social a una institución prestadora de servicios religiosos.
6.     Esto era lo que interrogaba Juan el Bautista. Miremos nuestra experiencia de hoy y hagamos los correspondientes discernimientos y procesos de superación y liberación. Lo que Juan Bautista confrontaba a sus contemporáneos con tanta severidad también vale para hoy, con esta entrada masiva de nuevos movimientos religiosos y de consumismo devocional: hay allì espiritualidad? Novedad de Dios? O màs bien es un espectáculo clamoroso sin densidad salvadora?

jueves, 22 de diciembre de 2011

JUEVES 22 DE DICIEMBRE

Lecturas
1.     1 Samuel 1: 24-28
2.     Salmo 1 Samuel 2: 1-8
3.     Lucas 1: 46-56
“Porque el Poderoso ha hecho proezas y su nombre es sagrado. Su misericordia con sus fieles continùa de generación en generación. Su poder se ejerce con su brazo: derriba del trono a los potentados y ensalza a los humildes: colma de bienes a los hambrientos y despide vacìos a los ricos” (Lucas 1: 49-53).
1.     El texto de Lucas en este jueves es uno de los lugares màs ricos, evangélicamente hablando, del Nuevo Testamento. En boca de Nuestra Señora, el autor expresa unos de los elementos esenciales del proyecto de Jesùs, una reiterada decantación de la “subversión” introducida por el Señor en la historia de la humanidad. El camino no es el del poder, ni de la riqueza material, ni de la exaltación jerárquica de unos sobre otros. Se trata de destacar al pobre, tanto en su sentido sociológico – el que carece de lo necesario para una vida digna -, como en su sentido bíblico – el que se siente necesitado de Dios y de su realidad liberadora – para dar sentido a su vida.
2.     Marìa reúne en ella estos dos aspectos: mujer del pueblo, marginal, plenamente confiada en su Dios, en quien descubre el beneficio mayor que dignifica su humanidad y la de todos en el mundo, con énfasis en aquellos a quienes se les niega la posibilidad de sentarse a la mesa de la vida.
3.     Es esto “pobrerismo”, incitar a la lucha de clases, fomentar desavenencias sociales?  Mirèmoslo en oración y constatemos que la división ya ha sido introducida por el pecado humano de la inequidad y de la exclusión. Esto no es voluntad de Dios, procede de hombres y mujeres que encarnan esto en un modelo social y económico abiertamente contrario al plan original de solidaridad y de reconocimiento de las iguales razones de dignidad inherentes a toda persona.
4.     No se trata de consideraciones lastimeras para con la inmensa pobrecìa del mundo. El asunto evangélico va por el lado de la restauración constante y creciente de su valor en cuanto seres humanos.
5.     Tambièn el Magnificat es una voz profética que se indigna con esta desaforada avalancha de consumismo en Navidad ( y siempre) que olvida la belleza de la vida sobria, de la que sabe compartir, de la que promueve el encuentro y la construcción de vínculos como modo permanente de nuestros proyectos de vida.
6.     No se trata de empoderar a los pobres para ejercer una venganza sobre los ricos. Se trata de liberarnos a todos de  aquello que genera en cada uno vanas satisfacciones, autosuficiencias, arrogancias, para dar paso al ser humano que se deja llenar de Dios y, por lo mismo, se deja llenar del prójimo, cualquiera sea su condición, para construir un mundo que signifique la paternidad del Padre de Jesùs reflejada en una manera de vida inspirada por el diálogo, por el respeto a la diferencia, por poner todo los talentos al servicio de esta causa, por el manejo libre y solidario de los bienes materiales.
7.     Hagamos hoy nuestro propio Magnificat, en el que recojamos todas las bendiciones del Señor en 2011, e identifiquémonos con Marìa, tan libre, tan teologal, tan humana, tan gozosa del acontecer de Dios en su vida.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

MIERCOLES 21 DE DICIEMBRE


Lecturas
1.     Cantar de los Cantares 2:8-14
2.     Salmo 32:2-3,11-12 y 20-21
3.     Lucas 1: 39-45
El episodio que refiere el texto lucano de este miércoles se ubica entre dos anuncios de concepciones – el de su prima Isabel y el de Marìa - , y dos relatos de nacimientos, el de Juan el Bautista y el de Jesùs.  Y sirve para vincular en una misma historia de sentido a los dos personajes, refiriendo el ministerio profético de Juan como preparación de la presencia de Jesùs en la historia de la humanidad.
Es un hecho de extraordinaria sencillez, la visita que Marìa hace a su prima Isabel, algo que podría pasar  como irrelevante, sin trascendencia de ninguna clase. Sin embargo, el autor bíblico destaca este encuentro  con las palabras: “Bendita tù entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lucas 1: 42-43). En la aparente simplicidad de esta visita y de estas expresiones se pone de presente la novedad que aquí sucede, que en lo marginal, en la pequeñez, en la discreción de esta apartada aldea, una humilde mujer reconoce el acontecimiento decisivo de la historia: la presencia del Dios cercano, próximo, humano.
Una vez màs se reitera este “modus operandi” de Dios, el de suceder discretamente, lejos de toda espectacularidad. Còmo captamos en nuestra vida este aspecto esencial del Evangelio? Nos esforzamos por ser de bajo perfil, discretos, prudentes, sobrios, y encontramos inmenso gozo en ser y en proceder asì? Este talante nos abre la mente y el corazón a la sabiduría esencial, porque nos prepara para vivir felizmente a contracorriente, lejos de la publicidad, de la superficialidad de los clubes, del mundo vano de la fama, y nos ingresa en el ámbito de la libertad y del genuino amor.
Miremos a tantas mujeres asì en nuestro mundo: madres y abuelas que se dedican sin lìmites al cuidado de la vida de los suyos, a la transmisión de la ternura, a la configuración de lo verdaderamente humano; veamos a las enfermeras, portadoras de aliento para sus pacientes y expertas en aliviar las penurias de tantas dolencias físicas y emocionales; las maestras amorosas, artífices de tantas cosas bellas en los niños; las abnegadas religiosas que trabajan sin buscar recompensas en misiones, hogares de ancianos, escuelas lejanas, centros de protección infantil, llevando siempre la exquisitez del evangelio.
Todas ellas, como Marìa e Isabel, calladas, sin presumir ni reclamar reconocimiento. Lo suyo es la belleza del ser, la belleza de dar, la belleza de procrear, la belleza de proteger la vida. En nuestra oración de hoy pidamos al Espìritu una sensibilidad particular para distinguir la acción amorosa del Padre en nuestras mujeres, y entremos en  gratitud por la hondura espiritual del ser femenino.
Que vengan al afecto todas nuestras Marìas e Isabeles, bellas con la belleza de Dios, con su maternidad, con dedicación sin lìmites, con sus muchos desvelos, con la Vida desbordante para que todos tengamos vida. Amèn.

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