domingo, 25 de marzo de 2012

Algo para pensar y orar en esta semana

Jesús dijo: “El que quiera servir, que me siga.” ¿Qué significa seguir a Jesús? Para seguir a alguien, debo conocerlo bien, admirarlo, y suponer que seré un compañero bienvenido. Puede que no estemos de acuerdo en todo; pero tendremos mucho en común. Pero la elección de “seguirlo” fue mía, y se presenta cada día. A veces recuerdo mi compromiso de seguirlo; otras veces se me olvida. Mi perro y yo tenemos algo en común: cuando salimos a dar un paseo, el se preocupa de muchas de sus cosas, y yo también de las mías. Puedo caminar kilómetros con ideas en mi cabeza; pero sin pensar en “seguir a Jesús.” Puedo alejarme del camino que Él me escogió. Luego hay momentos en que deseo seguirlo; pero no sé como hacerlo bien.
Si observo acciones injustas en la organización en que trabajo, me pregunto si no debo decir nada, pues puedo empeorar las cosas, o si debería tratar de cambiarlas? ¿O debo abandonar ese compromiso? En una relación que no funciona, debo quedarme y luchar por mis ideas, incluso cuando no se observa ninguna posibilidad de mejorarla? Hago mi propia oración: Señor, otórgame la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; valentía para cambiar lo que puedo, y sabiduría para conocer lo que corresponde.
Viviré a fondo cada día; disfrutaré cada momento; aceptaré cada sufrimiento como un camino hacia la paz. Acogiendo, tal como Él lo hizo, a este mundo pecador, tal como es en realidad, y no como yo desearía que fuera. Confiaré que Él hará todas las cosas bien, si yo me someto a Su Voluntad, y le pido ser razonablemente feliz en esta vida, y sumamente feliz, eternamente, junto a Él, en la próxima.
Amen.
(Reinhold Niebur, 1892-1971)

DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo, por José Martínez de Toda, S.J., Domingo 5B Cuaresma: Griegos, 25 marzo 2012

Especialmente para radio
“Quisiéramos ver a Jesús” (Juan 12, 20-33)

Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy habla de unos griegos, de unos extranjeros, que se hallaban en Jerusalén, y querían ver a Jesús. El mensaje que les dio resume por qué el camino de la cruz, que Él eligió, ha sido el que más éxito le ha dado para darse a conocer y hacerse amar. Escuchémoslo.

Lectura del santo evangelio según San Juan (Jn 12, 20-33)

NARRADOR/A – En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
GRIEGO – "Señor, quisiéramos ver a Jesús".
NARRADOR/A –Felipe fue a decírselo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
JESÚS – "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga; y donde esté yo, allí estará también mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, glorifica tu nombre".

NARRADOR/A – Entonces vino una voz del cielo:
DIOS – "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo".
NARRADOR/A – La gente que había estado allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo:
JESÚS – "Esta voz no ha venido por mi, sino por ustedes. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí".
NARRADOR/A – Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Pregunta 1 – Aquí aparecen unos griegos, que quieren ver a Jesús. ¿Qué buscan?
Jesús era la figura del momento. La noticia de la resurrección de Lázaro había hecho que muchos no sólo buscaran a Jesús en Jerusalén (Juan 12,17-19), sino que "peregrinaran" también a Betania para ver a Jesús y a Lázaro. Pero, por eso, los sumos sacerdotes acabaron de decidirse a matar a Jesús (Juan 11,53), y también a Lázaro.
Y corrió la noticia de que Jesús subía a Jerusalén a la fiesta de Pascua (cf. Juan 11,55-56; 12, 12-13). Parece que Jesús nunca había estado en Jerusalén durante su vida pública.
Y entonces un grupo de «griegos», probablemente paganos, se acercan a Felipe, uno de los discípulos de Jesús, con una petición admirable:
-«Queremos ver a Jesús».

Pregunta 2 – ¿Por qué los griegos acuden precisamente a Felipe?
Seguramente Felipe les atrae por su nombre griego. Él es de Betsaida, cerca de la Decápolis (nombre griego también). Felipe habla de ellos a Andrés, nombre griego también (del griego, andros, que significa hombre). Y Felipe y Andrés hablan a Jesús de los griegos. Cuando se lo comunican, Jesús responde con un discurso vibrante en el que resume el sentido profundo de su vida:
"Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre”.
Quizá Jesús ve en el hecho de que "todo el mundo vaya detrás de él" (12,19) un signo del cumplimiento de su hora, la hora de su muerte, resurrección y glorificación.
«Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Jesús dice que ahora “ha llegado la hora”.
Porque Él antes repetía que su ‘hora’ no había llegado aún: lo dijo en las bodas de Caná (Juan 2:4) y en el templo de Jerusalén, cuando lo quieren prender (Juan 7:30, Juan 8:20).
A continuación Jesús presenta tres paradojas. Paradoja es una declaración que se contradice a sí misma.

Pregunta 3 – ¿Cuál es la primera paradoja?
Jesús dice: “Verdaderamente les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él queda solo; mas si muere, lleva mucho fruto” (v. 25).
Así es, la semilla ha de morir para volver a rendir fruto. La misión de Jesús se hace fecunda al morir por nosotros. Y nosotros debemos también morir a nosotros mismos, si queremos dar frutos para la construcción del Reino de Dios.

Pregunta 4 – ¿Cuál es la segunda paradoja?
Jesús dice: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna” (v. 25).
Amar la vida aquí significa aferrarse a la propia vida, apegarse a ella y considerarla como lo más importante, como el valor absoluto. Sin embargo, hay valores superiores a la propia vida, como la libertad, la verdad o el amor. Aferrarse a la vida traicionando estos valores, nos "pierde", nos hace egoístas y desgraciados.
Tenemos el ejemplo de los mártires: Maximiliano Kolbe, Oscar Romero, Ignacio Ellacuría y compañeros jesuitas, y tantos otros, que prefirieron los valores del amor y de la justicia, antes de su propia vida.
Pregunta 5 – ¿Cuál es la tercera paradoja?
Jesús dice: “El que quiera servirme, que me siga; y donde esté yo, allí estará también mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará”.
Muchos piensan que lo mejor es ser servido y no servir.
En cambio, Jesús nos enseña a ser como Él, que no vino a ser servido, sino a servir. Y servir a Jesús es servir a los demás, especialmente a los más necesitados. Los que concentran sus vidas en servir a los demás serán bendecidos por Papá Dios con la vida eterna.
Pero, después de presentar las tres paradojas, Jesús exclamó:
-“Estoy conmocionado. Tengo miedo”.

Pregunta 6 – ¿Tiene Jesús realmente miedo?
Las tres paradojas eran muy duras.
Y Jesús tuvo miedo, como en el Huerto de Getsemaní, donde llegó a sudar gruesas gotas de sangre (cf. Marcos 14, 32-42; Mateo 26,36-46; Lucas 22,40-46). Mas Él se sobrepone:
-“Mas por esto he venido en esta hora. Y ¿qué diré?: "Padre, glorifica tu nombre”.
Y entonces vino una voz del cielo:
-“Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”.
Era la voz del Padre, que viene del cielo como un trueno. Esto ya había ocurrido en otras ocasiones (cf. Marcos 1,11 y par; Marcos 9,7 y par.) para confirmar que Dios Padre está siempre con Jesús.
La gente se desconcierta ante aquella voz. Pero Jesús la tranquiliza, dando a entender que Él y el Padre actúan de común acuerdo. Y Jesús comenta:
-“No ha venido esta voz por mi causa, sino por causa de ustedes… Y yo, cuando fuere levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (v. 32). Y añade el evangelista:
- “Y esto lo decía dando a entender de qué muerte había de morir” (v. 33).
Mirando al Crucifijo, caemos en la cuenta de que Jesús es amor, pues sólo por amor murió en la Cruz. Por eso la cruz nos atrae tanto.
En la historia de Jesús se contraponen dos concepciones del poder:
- La concepción mundana del poder, que está en el dinero, en la fuerza militar, en la influencia política, en los votos, etc.
- Para Jesús el poder está en la cruz hasta dónde es capaz de amarnos. Su entrega fiel hasta la muerte ha atraído hacia Él a mucha gente de todas las razas y naciones.

Pregunta 7 – ¿Qué poder dura más: el del mundo o el de Jesús?
La historia ha visto caer todos los poderes del mundo. Por ejemplo:
- Las autoridades judías que clamaron por la muerte de Jesús pronto vieron su templo derrumbado y su nación en ruinas.
- Roma, personificación del poder mundial durante varios siglos, cayó por fin en manos de los bárbaros.
- Todos los imperios del siglo pasado han caído: nazismo, Unión Soviética y el capitalismo neoliberal pasa por una de sus peores crisis…
Pero Jesús, que prefirió el camino del sufrimiento y la servidumbre, dio vida a un reino espiritual, que ha sobrevivido, mientras todo lo demás ha caído.
Muchos rechazan a Dios y los tiranos matan a los cristianos, pero la Iglesia ha sobrellevado cada crítica y ha sobrevivido a cada tirano.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Allí vemos el Cuerpo y la Sangre de un Crucificado, que nos alimentan y nos dan fuerza en nuestro caminar. Vemos al Crucificado, que muere para salvarnos. Vemos el milagro de cómo un derrotado hasta ser puesto en una cruz, ha ganado ya a medio mundo.

FIN

Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo V de Cuaresma – Ciclo B (Juan 12, 20-33) – 25 de marzo de 2012

“Si alguien quiere servirme, que me siga”

Una de las meditaciones más típicas de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola lleva por nombre: “El llamamiento del rey temporal ayuda a contemplar la vida del rey eternal”. Esta meditación comienza proponiéndole al ejercitante que imagine “las sinagogas villas y castillos por donde Cristo nuestro Señor predicaba”. Enseguida, san Ignacio le sugiere a la persona que hace los Ejercicios que pida “gracia a nuestro Señor para que no sea sordo a su llamamiento, sino presto y diligente para cumplir su santísima voluntad”.

Una vez se han establecido el escenario y la petición, san Ignacio propone dos partes en esta meditación; la primera es poner delante a un “rey humano, elegido de mano de Dios nuestro Señor, a quien hacen reverencia y obedecen todos los príncipes y todos los hombres cristianos”. El ejercitante debe imaginar cómo este rey habla a los suyos y los invita a conquistar toda la tierra de infieles, diciéndoles: “quien quisiere venir conmigo ha de ser contento de comer como yo, y así de beber y vestir, etc.; asimismo, ha de trabajar conmigo en el día y vigilar en la noche, etc.; porque así después tenga parte conmigo en la victoria, como la ha tenido en los trabajos”. Termina esta parte haciendo que el ejercitante se pregunte qué cree él que deben responder “los buenos súbditos a rey tan liberal y tan humano” (desde luego, liberal aquí significa generoso). La respuesta parece obvia; por tanto, añade san Ignacio, “si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero”. La segunda parte del ejercicio consiste en aplicar el ejemplo del rey temporal a Cristo nuestro Señor, conforme a los tres puntos anteriores: un rey que invita, un proyecto y la respuesta que debería suscitar.

El mundo lleva varios años sumido en una guerra ‘preventiva’, contra el mundo infiel que no quiere desarmarse por las buenas. Surgen ante nosotros las imágenes de países como Irak, Irán, Afganistán y tantos otros pueblos invadidos o amenazados porque no se postran ante un líder mundial que nos invita a todos a unirnos a su causa. Desde luego, la invitación no incluye participar junto a ellos en el proyecto, compartiendo su comida, su bebida o su vestido; y mucho menos trabajar con ellos en el día y vigilar en la noche... para eso tienen un ejército de marines que cumplen fielmente sus obligaciones con la ‘libertad’... Cuántas personas han respondido con su apoyo a este proyecto que da por descontada la victoria. Pienso también en la manera como este mundo respondió a los llamamientos de un Papa anciano que, en su momento, declaró inmoral una guerra que trajo muerte y desolación para naciones demasiado maltratadas por la historia.

La invitación de Jesús es a entregar la propia vida antes de levantar un dedo contra otro ser humano, aún en defensa propia. Y es una invitación que lo implicó a él desde lo más radical de su propia existencia. No es un proyecto para los otros, sino que él mismo lo asumió primero y supo hacer realidad lo que dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que me sirva”. El rey eternal nos sigue llamando hoy a seguirlo en la pena, para también participar con él en su gloria.

Hermann Rodríguez Osorio es sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Si quieres recibir semanalmente estos “Encuentros con la Palabra”, puedes escribir a  herosj@hotmail.com pidiendo que te incluyan en este grupo

El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., V Domingo de Cuaresma, Ciclo B – Marzo 25 de 2012

Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos griegos. Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron: Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. Jesús les dijo entonces: Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo al caer en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da abundante cosecha.
Quien ama su vida, la perderá; pero quien desprecia su vida en este mundo, la conservará hasta la vida eterna. Quien quiera servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también quien me sirva. Y a quien me sirva, mi Padre lo honrará. ¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: “Padre, líbrame de esta angustia”? ¡Pero precisamente para esto he venido! Padre, glorifica tu nombre. Entonces se oyó una voz del cielo, que decía: “Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez”. La gente que estaba allí escuchando, decía que había sido un trueno; pero algunos afirmaban: –Un ángel le ha hablado. Jesús les dijo: No fue por mí por quien se oyó esta voz, sino por ustedes. Este es el momento en que el mundo va a ser juzgado, y ahora será expulsado el que manda en este mundo. Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Con esto daba a entender de qué forma había de morir. (Juan 12, 20-33).
El episodio del Evangelio de hoy se sitúa en Jerusalén, en la proximidad de la fiesta de la Pascua, a la cual acudían personas provenientes de distintas naciones. La Palabra de Dios nos invita a disponernos para comprender desde la fe el sentido de lo que vamos a conmemorar en la Semana Santa: la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Tratemos de aplicar a nuestra vida lo que Dios nos dice hoy, teniendo en cuenta también las otras lecturas [Jeremías 31, 31-34; Salmo 51 (50); Hebreos 5, 7-9].

1.- Queremos ver a Jesús
Unos griegos que habían llegado a Jerusalén para la fiesta judía de la Pascua desean conocer de cerca a Jesús. Nosotros también necesitamos profundizar en nuestro conocimiento de Él, autor de salvación eterna (Hebreos 5, 9). Esto sólo nos es posible cuando abrimos nuestras mentes y nuestros corazones para que Él mismo, Dios hecho hombre, nos enseñe el camino para acceder a esa salvación. Y el camino que Él nos muestra es su propia vida entregada al cumplimiento de la voluntad de su Padre.
Dios mismo se nos da a conocer en su Hijo Jesucristo, cumpliendo su promesa hecha a través del profeta Jeremías: “Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: reconoce al Señor. Porque todos me conocerán…” (Jeremías 31, 34). Para lograr nosotros este conocimiento, es necesaria nuestra renovación interior: Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme [Salmo 51 (50)].

2.- Si el grano de trigo al caer en la tierra no muere, queda solo…
La imagen de la semilla, que aparece constantemente en los Evangelios, es empleada por Jesús para referirse al Reino de Dios. En el Evangelio de este domingo Jesús mismo se identifica con la semilla de trigo que se hunde en la tierra y muere para producir una abundante cosecha. La semilla tiene que morir para transformarse en la planta que hace posible el crecimiento de las espigas cargadas de granos, de los que proviene la harina que luego es amasada para convertirse en pan, en alimento que da vida.
En el sacramento de la Eucaristía, memorial del sacrificio redentor de Jesucristo, el producto de la semilla de trigo se convierte para nosotros en signo de la vida eterna que Él nos comunica cuando recibimos como alimento espiritual su cuerpo glorioso, “pan de vida” (Juan 6, 35), expresando nuestra intención de identificarnos con Él,  dispuestos a entregar también nuestra vida a su servicio, es decir, al servicio del Reino de Dios que es el reinado del Amor.

3.- Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo
Cuando Jesús dice que va a ser levantado de la tierra, se refiere tanto a su muerte en la cruz como a su resurrección gloriosa. No podemos separar lo uno de lo otro, pues se trata del misterio pascual: el paso a una vida nueva a través de la pasión redentora. La parte final del pasaje evangélico de este último domingo de Cuaresma contiene una alusión anticipada a lo que sería su oración en el huerto la víspera de su pasión. En el Evangelio de Juan, Jesús dice ¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: “Padre, líbrame de esta angustia”? ¡Pero precisamente para esto he venido! En los otros tres Evangelios, la oración en el huerto de Getsemaní es similar: “Padre, si es posible, líbrame de este trago amargo, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
A la misma oración se refiere la carta a los Hebreos en la segunda lectura: Cristo… con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte; y añade inmediatamente que por su obediencia, Dios lo escuchó, lo cual quiere decir que Dios Padre le respondió positivamente, no librándolo de la muerte, sino resucitándolo y glorificándolo después de ella, tal como lo había dicho la voz venida del cielo: “Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez(Juan 12, 28).
Dispongámonos nosotros a celebrar la Semana Santa de tal modo que, al identificarnos plenamente con Él poniéndonos al servicio del Reino de Dios, se realice también en nuestras vidas su misterio pascual, y se cumpla así en cada uno y cada una lo que ha dicho Jesús: “Donde yo esté, allí estará también quien me sirva”. Él, después de su pasión y muerte en la cruz, está con su humanidad resucitada y glorificada junto a su Padre celestial, y a quienes creemos en Él nos anima la esperanza de participar de ese mismo estado de vida nueva y eternamente feliz. Renovemos por tanto nuestra fe y proclamemos esa misma esperanza, no solo de palabra, sino con el cumplimiento de la voluntad de Dios, que es voluntad de Amor hasta la entrega total.-

Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., CUARESMA – DOMINGO V B (25-marzo-2012)

1. Lecturas:
a. Profeta Jeremías 31, 31-34
b. Carta de san Pablo a los Hebreos 5, 7-9
c. Juan 12, 20-33

2. En este tiempo de Cuaresma nos preparamos para celebrar el misterio de la Pascua del Señor. El texto evangélico de hoy nos invita a trasladarnos a Jerusalén, donde los acontecimientos se han precipitado pues los enemigos de Jesús han decidido matarlo para que no les estorbe en sus turbios manejos.

3. Jesús es consciente de la tormenta que está a punto de estallar, pero los discípulos no han abierto los ojos. A pesar de la avalancha de odio que los envuelve, ellos todavía sueñan con escenarios de poder e influencia.

4. En un momento de sinceridad, el Maestro abre su corazón a los amigos y compañeros de apostolado Andrés y Felipe; les confiesa que tiene miedo; aquel que había mostrado dominio sobre las enfermedades, la muerte y las tempestades, se estremece ante la violencia que se desencadenará.

5. “Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: Padre, líbrame de esta hora? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre”

6. A pesar de los sentimientos que lo embargan, Jesús ratifica su obediencia a la misión que le ha sido confiada; esta confirmación es elocuentemente expresada en el texto de la Carta a los Hebreos que hemos escuchado: “A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo”

7. Ante la inminente explosión de odio que lo conducirá a la muerte, Jesús hace dos pronunciamientos: el primero – como lo acabamos de explicar – es una confirmación de su obediencia irrestricta a la voluntad del Padre; el segundo pronunciamiento ilumina el sentido de todo lo que se aproxima; para ello, Jesús utiliza una imagen del mundo campesino: “Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero, si muere, producirá mucho fruto”

8. Con estas palabras sobre la muerte que se transforma en vida, Jesús quiere dar herramientas para que sus discípulos puedan sobrellevar la crisis que les causará ver a su Maestro sometido a los tormentos más crueles. Lo que le sucederá en los próximos días, aunque será interpretado por muchos como aniquilamiento, en el plan de Dios señala el comienzo de una nueva creación.

9. En este momento de nuestra meditación quisiera conectar las palabras de Jesús sobre el grano de trigo que muere para producir mucho fruto con un concepto que proviene de la Física y que se aplica en Psicología: se trata de la resiliencia:
a. Seguramente, muchos de ustedes no habían oído esta extraña palabra, que en su sentido original quiere decir “saltar hacia adelante, rebotar”
b. Para comprender el rico significado de este concepto de la resiliencia, pensemos, por ejemplo, en el dolor que experimentan los padres ante la muerte de un hijo; imaginemos el drama de una familia que ha visto asesinar a sus seres queridos y ha tenido que abandonar su pueblo; los ejemplos se podrían multiplicar hasta el infinito… Sufrimientos que tocan las fibras más hondas del ser humano. Si las víctimas de estas tragedias no logran cicatrizar las heridas afectivas y si no pueden recuperar la paz interior, elaborar sus duelos y pasar la página, estarán condenados de vivir en un infierno permanente.
c. De ahí la riqueza de la resiliencia: es la capacidad que tenemos los seres humanos de recuperar la estabilidad interior y así poder seguir avanzando en la vida con paz y esperanza. Esta capacidad de recuperación o resiliencia es el resultado de varios factores: el apoyo y el amor de los demás, el fortalecimiento de la autoestima, el perdón, el acompañamiento de un psicólogo que nos sirva de apoyo, la espiritualidad, etc.

10. Jesús sabe que su pasión y muerte tendrán un efecto devastador sobre sus discípulos. Por eso Él, anticipándose a los acontecimientos, dice a Andrés y Felipe que su muerte no pondrá punto final al hermoso proyecto que han compartido, sino que la pasión y muerte serán principio de vida; este mensaje de optimismo y refuerzo lo expresa a través de la imagen del grano de trigo que el agricultor ha sembrado con ilusión: “Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en tierra, no muere, queda infecundo; pero, si muere, producirá mucho fruto”. Con estas palabras Jesús fortalece a sus discípulos para que puedan sobrellevar las pruebas que los esperan.

11. La pasión y muerte del Señor no terminarán en fracaso sino que son tránsito hacia un orden nuevo. Y los seguidores de Jesucristo participamos de la Pascua del Señor a través del bautismo. Por eso las adversidades humanas, asumidas en la perspectiva pascual, adquieren un sentido diferente; la fe en Jesucristo nos permite asumir los fracasos, enfermedades y sinsabores no como un caminar hacia la nada sino como un peregrinaje hacia la plenitud del Ser, en la comunión con Dios.

12. Al prepararnos durante la Cuaresma para la celebración de los misterios pascuales, no nos sintamos espectadores de algo que sucedió hace veinte siglos. La Pascua del Señor es una realidad presente y transformante. Su Pascua es nuestra Pascua; en ella encontraremos la fuerza para la lucha de cada día, las energías para saltar hacia adelante a pesar de las dificultades.

domingo, 18 de marzo de 2012

Algo para pensar y orar en esta semana

Tengo una amiga, una joven que trabaja para niños en un Club de Tareas, luego que salen del colegio en las tardes. Ella es amable y cariñosa; una persona que nos alegra con su presencia. Es profesora y conoce el valor de una buena educación; pero sabe muy bien que hay distintas clases de educación. Hace poco me preguntó si podría ayudarla a mostrar a los niños como se preparan pasteles y dulces. Nos pusimos a trabajar! Los niños se arremangaron sus brazos, se lavaron las manos cuidadosamente, y se pusieron en una fila para ir pesando la harina, la mantequilla y el azúcar. Partir los huevos fue una labor importante! La matemática les ayudó para agregar las cantidades correctas a la mezcla final. Se descubrieron los aromas: el de la vainilla fue una revelación.
Los niños querían saber cual era la velocidad máxima a la que podía trabajar la batidora eléctrica. La mezcla final fue cuchareada cuidadosamente en los moldes para hornear y luego colocadas en el horno. Ahora vino la limpieza, la que no era muy divertida; sin embargo, entre limpiar y secar, los niños comenzaron a percibir el aroma del “happening” de los dulces en el horno, y uno de ellos musitó admirado: “entró ese revoltijo y están saliendo pasteles!” Luego comenzó la decoración de los dulces, y la orden del día, sin pronunciarla, fue: “Mientras más, mejor”. Los glaseados de colores, las bolitas plateadas, las pequeñas flores y los botones de chocolate, eran acumulados generosamente en cada pastel. Todos terminaron realmente increíbles: no muy clásicos en su diseño, pero definitivamente muy especiales! Los niños estaban tan orgullosos de su trabajo – la obra de sus propias manos, la que llevaron felices a sus hogares. El amor abundó a nuestro alrededor ese día. Me pregunto si es posible que la intención de Dios para nosotros sea ésta: no importa qué revoltijo “entre”, si algo maravilloso y único “sale”?

DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo, por José Martínez de Toda, S.J., Domingo 4B Cuaresma: “Como la serpiente levantada”, 18 marzo 2012

Especialmente para radio
“Tanto amó Dios al mundo” (Jn 3, 14-21)
martodaj@gmail.com

Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).

El Evangelio del domingo de hoy dice cómo curarnos de nuestras debilidades. Escuchémoslo. (Este domingo se llama el domingo “Laetare”, que significa ‘Alégrense’. Esta es la primera palabra que aparece en la antífona de entrada.)

Lectura del santo evangelio según San Juan (Jn 3, 14-21)

NARRADOR/A – En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:

JESÚS – Lo mismo que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente, detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Pregunta 1 – El evangelio habla aquí de Nicodemo. ¿Quién es Nicodemo?

Nicodemo es un tipo curioso. Está impresionado por Jesús, pero no se atreve a decirlo públicamente.

Inclusive no quiere que lo vean con Él, y por eso lo visita de noche, para que nadie lo vea.

Pertenecía a la clase adinerada de la capital y era consejero de los fariseos del Sanedrín.

Es una de las pocas personas del Sanedrín, que estableció una relación amistosa con Jesús. Llegó a defender a Jesús en el Sanedrín (Juan 7,30-32), y después trajo áloe con mirra para embalsamar su cuerpo en la sepultura (Juan 19, 39-40).

Así que en este sentido para nosotros es un personaje simpático.

Jesús le dice que es necesario dejar el hombre viejo, su corrupción y sus malas mañas, y nacer de nuevo, transformarse en un “hombre nuevo”. Y para ello “renacer por el agua y el Espíritu”.

Pregunta 2 – Pero yo pregunto lo mismo que Nicodemo: “¿Cómo puede el hombre nacer de nuevo siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?”

Jesús responde: “Se puede hacer”.

El mismo poeta chileno Pablo Neruda lo dice en el título de su libro “Nacidos para nacer”.

Y Jesús le recuerda a Nicodemo lo que pasaba en el desierto con los israelitas mordidos por las serpientes.

Ellos confesaban sus pecados y clamaban por misericordia.

Pregunta 3 – ¿Y cómo los ayudó Dios?

Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y que la pusiera sobre un poste. Quien mirara a la serpiente de bronce, se salvaba de las picaduras y del veneno de las serpientes, y así se les daba nueva vida, es decir, como si volvieran a nacer.

Lo mismo ocurre con Jesús. Jesús le dice a Nicodemo:

“Así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

Se parece a la historia de “La mariposa de colores”:

<Una revista japonesa tiene en una de sus páginas la fotografía de una mariposa en blanco y negro. Pero, al contacto del calor de la mano, la tinta reacciona y la mariposa se va transformando poco a poco, y llega a estar llena de color y en toda su belleza.>

Pregunta 4 – ¿Qué significa esto para nosotros?

Es el cambio que tengo que dar como cristiano, cuando descubro que soy amado por Dios, que Jesús muere por mí, y que Dios me ofrece gratis la salvación. Entonces esa página en blanco y negro que es mi vida monótona y sin color, se transforma en una página llena de color y maravilla, cuando es tocada por el calor del amor de Dios.

La salvación viene cuando se mira al Crucifijo con amor, y uno cae en la cuenta de cuánto amor hay en el Crucifijo.

Pregunta 5 – ¿Cuál es la frase más bonita de la Biblia?

Para mí es ésta que hoy le dice Jesús a Nicodemo:

“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna”.

El amor del Padre consiste en darnos a su Hijo único; y el amor del Hijo está en dar su vida por nosotros.

Esta frase recoge el núcleo esencial de la fe cristiana. Este amor de Dios es el origen y el fundamento de nuestra esperanza.

«Dios ama al mundo» y a mi país. Lo ama tal como es. Inacabado e incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre su camino sólo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados.

Pregunta 6 – ¿Qué consecuencias trae esto?

1.Primero, Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios ha hecho al mundo: la cercanía de Dios a todo ser humano.


2.Segundo. Dios nos regala a Jesús, «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él». Dios envía a su Hijo, lleno de amor por nosotros, no para condenar al mundo, sino para salvarlo.

Aquí se ve la actitud positiva de Jesús. Y lo salva, dejándose morir en una cruz.

No es bueno denunciar y condenar todo continuamente. Si lo hacemos así, no le estamos transmitiendo el mensaje de Jesús sino otra cosa: tal vez, nuestro resentimiento y enojo.

3.Tercero. La Iglesia está para recordar el amor de Dios. “La Iglesia «es enviada por Cristo a manifestar y comunicar el amor de Dios a todos los hombres»” (Vaticano II).

<Debemos introducir, como Jesús, en el mundo amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren… Así construimos la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor. (Pagola).

Pregunta 7 – ¿Y cómo conquisto el amor de Dios? ¿Cómo me lo gano para que me ayude, sobre todo en momentos de necesidad?

El amor de Dios no se conquista como el amor de una mujer: con piropos, con flirteos, con citas, regalos y promesas de eterna fidelidad. El amor de Dios se acepta sin más. El amor de Dios, como todos los amores, tiene su prueba de fuego, y ésta es la cruz de su Hijo.

A veces escucho testimonios de personas que me confiesan: “Yo empecé a sentar la cabeza y a tomarme la vida en serio, cuando conocí a la que hoy es mi esposa”. Es verdad. Hay amores que nos cambian el rumbo de la vida, que nos hacen más maduros y nos ayudan a ver las cosas con ojos nuevos.



Despedida

Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor, para que seamos portadores de luz. Vamos a la iglesia para poder mirar al Crucificado, al que fue fiel hasta el fin, al Resucitado-Levantado para que podamos tener vida eterna. Así como los israelitas en el desierto, mirando a la serpiente, quedaban curados, así seremos nosotros curados de nuestros pecados mirando a la cruz con mucho amor.

FIN

Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo IV de Cuaresma – Ciclo B (Juan 3, 14-21) – 18 de marzo de 2012

“Dios amó tanto al mundo, que le dio a su Hijo único (...)”


Circulan por la internet miles de mensajes de todo tipo. He recibido algunos sobre la frase que el Señor dice a Nicodemo, fariseo y hombre importante, que “fue de noche a visitar a Jesús” (Jn. 3,2): “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna”. Uno de estos mensajes se llama: Mi hijo murió por ustedes y cuenta la historia de una misteriosa enfermedad, que se va propagando por todo el mundo de una manera veloz, y muy pronto se hace incontrolable. Los países cierran sus fronteras tratando de evitar el contagio, pero en pocos días el mundo entiende que no hay forma de atajar su fuerza destructora. Un día informan que ha sido descifrada la composición del virus y se anuncia que pronto se encontrará una vacuna. Los científicos necesitan sangre que no haya sido infectada. Piden voluntarios para realizar estas pruebas. El protagonista de la historia va a un hospital cercano con su familia. Después de los exámenes correspondientes, aparece un médico saltando de alegría y anuncia que una persona allí presente está completamente exenta del virus y su sangre servirá para hacer el antídoto contra la mortal enfermedad. El nombre que grita el médico es el del hijo menor del protagonista, que queda atónito. Pero más desconcertado queda cuando le piden que firme un permiso para utilizar la sangre del niño en el procedimiento, y descubre que necesitarán toda la sangre...

El doctor le ruega al hombre que firme y le explica que está en juego la salud de toda la humanidad... El hombre, presionado por la urgencia de los médicos y las catastróficas consecuencias de la terrible enfermedad, termina firmando el documento. Después va a visitar a su hijo. El niño le pregunta a sus papás ¿qué está pasando? El papá lo toman de la mano y le dice: “Hijo, tu mami y yo te amamos y nunca dejaríamos que te pasara algo que no fuera necesario, ¿comprendes eso?” El médico regresa y pide permiso para comenzar el procedimiento lo más pronto posible, pues mucha gente está muriendo”. El niño comienza a llorar y le grita a sus papás por qué lo están abandonando...

La historia termina contando cómo a la semana siguiente, cuando hacen una ceremonia para honrar la vida de este niño, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras prefieren irse de paseo o ver un partido de fútbol y otras vienen a la ceremonia con una sonrisa falsa fingiendo que les importa... La conclusión a la que llega el papá del niño es esta: “Quisieras pararte y gritar: “¡Mi hijo murió por ustedes! ¿No les importa?”

Me gusta la trama, me gusta la tensión que mantiene la historia hasta el final; pero, sinceramente, no me gusta el final. No me imagino a Dios echándonos en cara el sacrifico de su Hijo... En el versículo siguiente, Jesús dice: “Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”. ¡Qué maravilla! Dios nos invita con cariño a no despreciar el sacrificio de Jesús y a celebrarlo a la luz del día, viviendo según la verdad, porque “los que viven de acuerdo con la verdad, se acercan a la luz para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios” y no como Nicodemo, que se escondía en las sombras de la noche para visitar a su maestro”.

Hermann Rodríguez Osorio es sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Si quieres recibir semanalmente estos “Encuentros con la Palabra”, puedes escribir a  herosj@hotmail.com pidiendo que te incluyan en este grupo

El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., IV Domingo de Cuaresma, Ciclo B - Marzo 18 de 2012

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquél que cree en él no muera sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el Hijo de Dios no será condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios.
Los que no creen ya han sido condenados, pues como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven de acuerdo con la verdad se acercan a la luz, para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios (Juan 3, 14-21).
La conversación de Jesús con Nicodemo, de la cual se nos presenta hoy la última parte, es relatada en el Evangelio según san Juan inmediatamente después de la expulsión de los mercaderes del templo. Este personaje pertenecía al partido religioso de los fariseos, quienes en tiempos de Jesús y de los inicios del cristianismo se identificaban como los cumplidores perfectos de la Ley y de los ritos judaicos. Buena parte de ellos se oponían a Jesús, cegados por la soberbia y la hipocresía. Pero también había entre los fariseos hombres sinceros que buscaban la verdad, como Nicodemo, quien pertenecía además al “Sanedrín”, un tribunal en el que se decidían los asuntos religiosos de los judíos, frecuentemente con repercusiones jurídicas y políticas.
Otras tres veces habla el Evangelio según san Juan de este personaje que llegaría a ser discípulo de Jesús. La primera, cuando va a buscarlo en la noche, tal vez por temor o por prudencia (Juan 3,2). La segunda, cuando sale en defensa de Jesús y dice: “según nuestra ley, no podemos condenar a un hombre sin antes haberlo oído” (Juan 7,50). Y la tercera, cuando él y otro personaje llamado José de Arimatea, también discípulo secreto de Jesús “por miedo a las autoridades judías”, amortajan y sepultan su cuerpo inerte después de bajarlo de la cruz (Juan 19,39). El evangelista recalca que el mismo que lo defendió y le dio sepultura es “el que una noche fue a hablar con Jesús”. Detengámonos en tres de las frases del Evangelio de este domingo, teniendo en cuenta además las otras lecturas bíblicas [2 Crónicas 36, 14-16.19-23; Salmo 137 (136); Efesios 2, 4-1].

1.- Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el hijo del hombre tiene que ser levantado para que todo el que cree en él tenga vida eterna
Esta alusión era muy familiar para quienes conocían las sagradas escrituras, como Nicodemo. El libro de los Números, uno de los primeros cinco de la Biblia que en su conjunto componen la “Torá” o Ley divina, narra el episodio que evoca Jesús, cuando Moisés, siguiendo las instrucciones de Dios, colocó la imagen de una serpiente de bronce en el asta de una bandera para que quienes habían sido mordidos por las culebras del desierto, al mirarla quedaran curados (Núm. 21, 8-9).
Con esta imagen simbólica se estaba refiriendo Jesús a lo que sería su sacrificio redentor al morir crucificado, y sus palabras llegan hasta nosotros para que nos dirijamos con una mirada de fe al Señor levantado en la cruz y lo reconozcamos como el único que puede sanarnos de nuestras dolencias espirituales y darnos vida eterna. En el Evangelio según san Juan, la cruz es signo de padecimiento y de triunfo. Por eso, al santiguarnos con este signo que nos identifica como seguidores de Cristo, si lo hacemos a conciencia, estamos expresando nuestra fe en el acontecimiento pascual de la muerte y resurrección del Señor, y nos disponemos así a que Él nos comunique su propia vida, que es vida eterna.

2.- Dios no envió su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él
El mensaje central que nos trae la Palabra de Dios en las lecturas bíblicas de hoy es precisamente que el plan de Dios sobre la humanidad no es un plan de destrucción y condenación, sino de redención y salvación. Tal es el sentido de la primera lectura, en la cual se hace referencia a los profetas que había enviado constantemente a su pueblo como mensajeros para invitarlo una y otra vez a la conversión apartándose de la idolatría y la injusticia. Una invitación que se renueva al volver los judíos de Babilonia, donde habían padecido un destierro de 40 años que los llevó a añorar la ciudad de Jerusalén tal como lo expresa poéticamente el Salmo 137 (136).
También la segunda lectura nos presenta a Dios como aquél que es “rico en misericordia”, y es significativo que esta frase bíblica, que constituyó el título de la encíclica inaugural del pontificado del fallecido Juan Pablo II en el año 1978, corresponda a aquella otra con la cual se titula la primera encíclica del actual papa Benedicto XVI en el 2005: “Dios es amor”. Este mismo Dios ha querido salvarnos a los seres humanos no por nuestros méritos o en virtud de nuestras obras o prácticas rituales, sino “por pura gracia”, es decir, como un don suyo que se concreta en la entrega de su propio Hijo Jesucristo. Y este es precisamente el sentido de lo que le dice Jesús a Nicodemo en el Evangelio de hoy: “Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo aquél que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna”.

3.- Los que viven de acuerdo con la verdad se acercan a la luz, para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios
La oposición entre luz y oscuridad, característica del Evangelio según san Juan, cobra un sentido especial en este relato: en medio de la noche Nicodemo es invitado por Jesús a reconocerlo como la luz que ha venido al mundo. En el prólogo del mismo Evangelio se identifica a Jesús como la Palabra de Dios encarnada: La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre (1,9), y también el Evangelio de Juan nos cuenta que el propio Jesús dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad (8,12).
La luz es identificada con la verdad, y la oscuridad con la mentira o hipocresía. Por eso mismo culmina la conversación de Jesús con Nicodemo en una invitación que es también a cada uno de nosotros: la invitación a salir de todo cuanto haya de oscuro en nuestra existencia, dejándonos iluminar por Aquél que es “la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad” (Juan 1, 9) para vivir sinceramente, sin mentira ni hipocresía, de acuerdo con su voluntad que es voluntad de amor y misericordia.-

Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., CUARESMA – DOMINGO IV B (18-marzo-2012)

1. Lecturas:
a. II Libro de las Crónicas 36, 14-16. 19-23
b. Carta de san Pablo a los Efesios 2, 4-10
c. Juan 3, 14-21

2. En la segunda lectura de hoy, un texto de la Carta a los Efesios, san Pablo explica que la salvación es un don de Dios que se acoge con infinito agradecimiento, y que no es el resultado de unas acciones humanas cuidadosamente planificadas para conseguir este objetivo.

3. Quiero, entonces, invitarlos a reflexionar sobre una doble dinámica de nuestra vida: Por una parte, en el quehacer diario debemos fijar metas, definir estrategias y medir resultados; si no procedemos de esta manera, viviremos en una continua improvisación. Por otra parte, en nuestra relación de fe nos movemos en un escenario absolutamente diferente pues ya no hablamos de objetivos logrados gracias a nuestro esfuerzo, sino que contemplamos el misterio de la acción de Dios que se manifiesta en nuestras vidas, que nos invita a ser sus hijos participando de la vida divina. Por eso la existencia humana es, simultáneamente, esfuerzo continuo y apertura a la gracia en docilidad a la acción del Espíritu.

4. Empecemos por lo más inmediato, que es la experiencia de la vida como un camino de superación:
a. Los educadores nos explican que es esencial que los niños sean formados dentro de unas reglas de juego claras que les definan límites, establezcan horarios, asignen tareas para así desarrollar gradualmente el sentido de la responsabilidad.
b. Por eso las motivaciones a la superación son un componente importante en los procesos educativos; abundan los artículos y libros que hacen sugerencias para desarrollar estas competencias.
c. El deporte, practicado de una manera sistemática, es la mejor escuela para formar la voluntad, crear hábitos de disciplina y formar actitudes de superación.

5. Estas breves consideraciones, resultado del sentido común, nos recuerdan que el camino de la superación pasa por la planeación cuidadosa y por el esfuerzo sistemático.

6. Pero cuando dejamos el terreno de lo cotidiano y hacemos una lectura de nuestra vida en el marco de la historia de la salvación donde tomamos conciencia de la nueva creación que realiza Jesús resucitado, entramos en una lógica absolutamente diferente; ya no podemos hablar de logros producto de los esfuerzos humanos; estamos en la dimensión de la fe, que es un don de Dios. Avanzar en el conocimiento de Jesús resucitado y hacernos disponibles a la acción del Espíritu Santo que está presente en nuestro interior y acompaña la actividad evangelizadora de la Iglesia, no son el resultado de un acto de la voluntad; no es como decir “a partir de mañana dejo de comer postre y voy a ir tres veces a la semana al gimnasio”. La experiencia cristiana no funciona así. La vida espiritual es un proceso de purificación interior para hacernos dóciles a la acción de Dios; por eso san Pablo exclama: “Ya no soy yo sino que es Cristo quien vive en mí”.

7. En sus Ejercicios Espirituales, san Ignacio de Loyola propone un camino espiritual que nos ubica en el "principio y fundamento" de nuestra existencia para, desde allí, revisar nuestras prioridades e intereses. Así vamos preparando el terreno para que la semilla de la Palabra de Dios germine en nuestro interior, y no sea ahogada por otras preocupaciones.

8. Por eso la oración del creyente no consiste en discursos llenos de argumentos, como si se tratara de justificar un “derecho de petición” o una “tutela”. La oración del creyente debe ser una expresión de confianza, de amor, de alabanza y de acción de gracias; por eso tienen tanto sentido las peticiones que hacemos en el Padrenuestro: “Santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad”.

9. San Pablo expone, con absoluta claridad, las dos maneras de comprender la salvación: la salvación como resultado de los esfuerzos humanos, y la salvación como don de Dios:
a. Los fariseos estaban alineados con la primera posición, pues creían que merecían la salvación porque cumplían al pie de la letra los innumerables preceptos de la Ley y porque celebraban con precisión milimétrica los ritos; esto les hacía sentirse superiores y con derechos adquiridos sobre la salvación.
b. Por el contrario, el himno del Magníficat, pronunciado por María, es un maravilloso testimonio de la salvación entendida como don; María es modelo del creyente que se abre a la acción de Dios.

10. Que esta meditación del texto de san Pablo en su Carta a los Efesios nos ayude a superar una equivocada comprensión del Cristianismo como un código de comportamiento que nos garantiza unos derechos ante Dios. El Cristianismo es una maravillosa experiencia de Jesús resucitado, quien nos introduce en el misterio de Dios para participar en su intimidad.

miércoles, 14 de marzo de 2012

MIRAR AL CRUCIFICADO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 14/03/12.- El evangelista Juan nos habla de un extraño encuentro de Jesús con un importante fariseo, llamado Nicodemo. Según el relato, es Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde Jesús «de noche». Intuye que Jesús es «un hombre venido de Dios», pero se mueve entre tinieblas. Jesús lo irá conduciendo hacia la luz.
Nicodemo representa en el relato a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso para terminar con una invitación general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.
Según Jesús, la luz que lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna». ¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado en la cruz?
Acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los momentos más duros y difíciles.
Sin embargo, Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y de amor.
En esos brazos extendidos que no pueden ya abrazar a los niños, y en esa manos clavadas que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.
Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su "amor loco" a la Humanidad.
«Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Podemos acoger a ese Dios y lo podemos rechazar. Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir. Pero «la Luz ya ha venido al mundo». ¿Por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado?
Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra mal... no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos la luz porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado. Por el contrario, «el que realiza la verdad, se acerca a la luz». No huye a la oscuridad. No tiene nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

domingo, 11 de marzo de 2012

DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo, por José Martínez de Toda, S.J., Domingo 3B Cuaresma: “Mercaderes del Templo”, 11 marzo 2012

Especialmente para radio
“Han convertido mi casa en una cueva de ladrones. ¡Corruptos!” (Juan 2, 13-25)

Saludos y Presentación
Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
Hoy la Iglesia nos propone un hecho insólito en el Evangelio. El buen Jesús, manso y humilde corazón, lanza fuera los mercaderes del Templo, diciendo que lo han convertido en una cueva de ladrones. Los judíos usaban el Templo para hacer negocio, y además con trampa. ¿Tiene aplicación esto hoy día? Sí, hay corruptos en política, en los negocios, en los sindicatos, en las escuelas, en las universidades (vendiendo plagios): en todas las instituciones. ¿También en la Iglesia de hoy? Vamos a escuchar el Evangelio.

Lectura del santo evangelio según San Juan (2, 13-22)
NARRADOR/A: Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas:

JESÚS: «Quiten esto de aquí. No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»

NARRADOR/A: Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu casa me devorará”.

NARRADOR/A: Los judíos entonces le replicaron diciendo:

JUDÍOS: «¿Qué señal nos muestras para obrar así?»
JESÚS: «Destruyan este Santuario y en tres días lo levantaré.»
JUDÍOS: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
NARRADOR/A: Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.

Pregunta 1: Éste es un pasaje fuerte. Jesús expulsa a los mercaderes del Templo. ¿Cómo ocurrió eso?
Los judíos de Palestina debían subir una vez al año al Templo de Jerusalén a ofrecer sacrificios de animales. Aquí entraba el negocio. El dueño de los animales era Caifás, el sumo sacerdote. Al principio, los animales, antes de ser comprados, estaban fuera del Templo. Poco a poco Caifás permitió a sus vendedores vender los animales dentro del Templo.
Cuando llega Jesús, ve que el comercio ha invadido el Templo. Y vio además que los comerciantes les hacían muchas trampas a los compradores.

Pregunta 2 - ¿Y los cambistas de moneda?
Todos los israelitas estaban obligados a pagar anualmente al Templo varios impuestos.
Pero no podían pagar con monedas romanas, que para los judíos eran blasfemas e impuras, pues en ellas aparece el emperador como un dios, al que había que adorar.
Por eso, este dinero romano no podía entrar en lugar sagrado y era necesario cambiarlo por la moneda propia del Templo.
Y aquí es donde ellos se aprovechaban pagando menos de lo que debían pagar al cambiar la moneda.

Pregunta 3 - ¿Cómo reacciona Jesús ante la invasión de los mercaderes?
Los cuatro evangelistas se hacen eco de cómo Jesús expulsa del templo a los «vendedores» de animales y a los «cambistas» de dinero, sólo interesados en robar lo que puedan, con la excusa de servir al Templo. Además, el culto religioso se degrada con la compra-venta de animales dentro del Templo.
Jesús grita:
«Quiten esto de aquí. No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado».
Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu casa me devorará”.
Y con un látigo en la mano espanta a bueyes, ovejas y corderos, que comienzan a correr y a alborotar. Voltea las mesas de los cambistas, y las monedas ruedan por el suelo.
Esto que hace Jesús es un desafío a la máxima autoridad religiosa de los judíos, que ha tolerado aquello. Y los sinópticos ven en esta expulsión de los mercaderes como la causa que precipita su crucifixión.
Jesús no fue el primero en acusar a los mercaderes del Templo.
- Jeremías ya había denunciado la guarida de ladrones en la que se había convertido el templo (Jeremías 7, 11), y había pronosticado su destrucción.
- Zacarías también había anunciado la desaparición por la fuerza de todo mercader del recinto sacro (Zacarías 14, 21).

Pregunta 4 – Ante esta protesta de Jesús, las autoridades sólo le preguntan: “¿Por qué haces esto?” ¿A qué se debe esta reacción tan débil?
Es curioso que nadie hace un movimiento para detener a Jesús, probablemente porque al menos hay un gran grupo que está de acuerdo con su protesta.
En el año 30, en tiempo de Jesús, ya el sanedrín se había enfrentado a Caifás, el sumo sacerdote, que había permitido a los suyos tener a los animales dentro del templo.
Sin embargo, algunos le preguntan: «¿Qué señal nos muestras para obrar así?»
Y se dicen: “Si Jesús es el Mesías y ha hecho milagros en muchas oportunidades, y si Él arrojó a los mercaderes del Templo como acto mesiánico, ¿por qué no acompaña esta acción con algún milagro visible y claro para confirmar y legitimar lo que dice y hace?”
Era su idea de cómo debía ser el Mesías: aparatoso y milagrero.
Pero la idea que tenía Jesús del Mesías era muy distinta (Se vio en las Tentaciones del desierto). Lo de él es servir, lograr que todos se amen, defender los derechos de los más necesitados, ayudar a la armonía y felicidad de todos.

Pregunta 5 – Y ¿qué responde Jesús a su pregunta “¿Por qué haces esto?”
La respuesta que les da es un poco enigmática, tanto que ni siquiera sus discípulos lo entendieron entonces.
La respuesta de Jesús se podría formular así: “Vds han prostituido el Templo de Jerusalén. Lo que están haciendo ahora es destruirlo. Y así ocurrirá. En cambio yo soy el nuevo Templo. Mi cuerpo ciertamente será destruido, pero a los tres días resucitaré”.
De veras, Jesús es el Único en donde Dios y la humanidad se encuentran. Jesús es el “templo nuevo” inundado por el Espíritu de Dios. El cuerpo de Jesús se convertirá en la morada viviente de Dios en la tierra, y el centro de todo culto verdadero.
Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia, no basta el incienso, ni las aclamaciones ni las liturgias solemnes.
Los verdaderos adoradores son aquellos que viven ante Dios «en espíritu y en verdad», como le había dicho Jesús a la Samaritana.
La verdadera adoración consiste en vivir con el «Espíritu» de Jesús en la «Verdad» del Evangelio. Sin esto, el culto es «adoración vacía». Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu.
<Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos… Los únicos preferidos son los necesitados de amor y de vida.> (Pagola)

Pregunta 6 - ¿Podemos aplicar la frase de Jesús ‘cueva de ladrones’ al momento actual?
Hay corruptos a nivel internacional, nacional y local.
Hay corruptos en la política, en los negocios, en los medios de comunicación, en los sindicatos, en las escuelas, en las universidades (vendiendo plagios); en todas las instituciones. También en la Iglesia…

Pregunta 7 – Antes se ofrecían a Dios animales. ¿Y en el cristianismo?
En nuestra Misa, en vez de sacrificios de animales, ofrecemos el pan y el vino, que serán convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, el cual realmente se sacrifica y muere en una cruz por nosotros. La Misa, como en la Última Cena, tiene tres partes:
- La liturgia de la Palabra con la lectura y comentarios sobre la Biblia
- La liturgia de la Eucaristía con la consagración del Cuerpo y Sangre de Cristo.
- La caridad que no puede faltar, como no faltó en la Última Cena de Jesús el lavatorio de los pies.
Lo importante no es dónde adorar a Dios, sino cómo adorarle: en espíritu y verdad, y sirviendo a los hermanos.

Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor, al templo físico de ladrillos y al templo espiritual, que es su cuerpo en la Eucaristía y la comunidad de cristianos reunidos ante Él.

FIN

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