domingo, 28 de octubre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 28 DE OCTUBRE XXX DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.     Jeremìas 31: 7-9
2.     Salmo  125: 1-6
3.     Hebreos  5: 1-6
4.     Marcos 10: 46-52
Còmo se hace efectiva la esperanza en Dios? Còmo esta llena de sentido la vida de las personas y se traduce en un estilo realista, conectado con la historia y proyectado a la trascendencia?
Empezamos esta reflexión de hoy con tal pregunta porque constatamos que a menudo los mensajes religiosos en contextos de sufrimiento, en crisis y vacìos, en frustraciones y soledades, suelen ser ambiguos, acrìticos, inviables, verdaderos “paños de agua tibia” que no se convierten en alternativas para dar a estas situaciones un significado de transformación.
La primera lectura de hoy, del profeta Jeremìas, es un reconocimiento del acontecer salvador y liberador de Dios: “Digan: el Señor ha salvado a su pueblo, el resto de Israel” (Jeremìas 31:7b), el autor escribe esto en un contexto muy real, el del retorno de Israel a su tierra luego del exilio, en este hecho gozoso ellos ven la intervención de Dios, siempre favorable a la felicidad humana.
Al ver tantos y tan dramáticos dolores de multitudes de hombres y mujeres en el mundo: los desplazados por la violencia, los solitarios y rechazados, los que carecen de oportunidades, las víctimas de tantas guerras, los excluìdos a causa de la pobreza, còmo presentar a un Dios  que es verdadera experiencia de salvación y plenitud?
Este es un interrogante personal para cada creyente, comunitario para toda la Iglesia. Siguiendo aquel refrán que dice “obras son amores y no  buenas razones” estamos llamados a revisar nuestro estilo pastoral, el lenguaje, el modo còmo nos encontramos con las preguntas de sentido que hace la humanidad; es fundamental preguntarnos si tenemos autèntica experiencia de Dios, si superamos el plano del ritualismo religioso para vivir en el clima del Espìritu, donde surge la realidad de este Dios implicado en nuestra historia con el propósito de hacerla una narrativa de esperanza.
Aquellos israelitas retornados del exilio pudieron constatar que Dios dijo e hizo para ellos: “Yo los traerè del país del norte, los reunirè de los extremos de la tierra: entre ellos hay cojos, ciegos, mujeres embarazadas y a punto de dar a luz; retorna una gran multitud. Regresan entre llantos de alegría” (Jeremìas 31: 8-9a ).
Cuando se da el salto cualitativo de la pràctica religiosa hecha por inercia social a la experiencia del Dios vivo revelado en Jesùs se da la condición fundamental para la esperanza, porque deja de ser un “rollo muerto” para explicitarse como verdad dadora de vida, de dignidad, de sentido. Esto impone muchas rupturas y una apertura fundamental a la acción del Espìritu.
Que esta experiencia de nuestros lejanos antepasados de Israel nos estimule para reconocer a Dios en nuestra historia, y que también esto nos lleve a desarrollar una sensibilidad por encima de lo común ante los dramas humanos donde parecerìa que la esperanza se ha ausentado para siempre. Esto es propio de la lógica encarnatoria, del Dios que se hace humanidad entrando a lo màs profundo de nuestros vacìos y dolores para transformarlos en clave de la vitalidad que nunca se termina.
Este carácter lo capta el autor de la carta a los Hebreos cuando, refiriéndose a Jesùs como sumo sacerdote, lo presenta no como el constituìdo en jerarquía y poder, sino en donación salvífica de todo su ser , de toda su vida, tal es el autèntico sacerdocio. Esa mediación de Jesùs es la que hace posible nuestro reencuentro con el Padre, la que supera todo lo limitado y precario que hay en nosotros, la que nos abre a la plenitud definitiva, la que nos hace experimentar que nuestra historia no es una tragedia sino un relato de plenitud.
Para esto el sumo sacerdocio de Jesùs se ha vivido en la pobreza, en el anonadamiento, en el contacto ìntimo con el dolor, en el abandono de la cruz, tomando sobre sì todo pecado, y ofreciéndose como redención, como liberación, como salvación, como nueva creación. En El Dios se nos revela como el que nos retorna del exilio, suscitando en nosotros.
Esto lo podemos entender mejor si nos vemos en el ciego Bartimeo, del relato evangélico de hoy, este hombre clama: “Hijo de David, Jesùs, ten compasión de mì” (Marcos 10: 47). Hagamos aquí el elenco de todas nuestras búsquedas de sentido, de nuestros interrogantes, de nuestros deseos de realización.
La figura del ciego es de sencillísima metáfora, no ver en este sentido es carecer de la luminosidad del amor, de la trascendencia, de la sabiduría, de las razones para vivir, verificando que la respuesta no procede de sì mismo sino de alguien que procede de una realidad que es superior a èl y que se le aproxima portando la luz, la nueva manera de ser. Bartimeo confía sinceramente en Jesùs y sabe que El es la posibilidad de visión, por eso el Maestro le dice: “Vete, tu fe te ha salvado” (Marcos 10: 52).
Què nos impide ver? Cuàles son esas realidades que nos enceguecen? Còmo deshacernos de tantos imaginarios que obstaculizan nuestro acceso a la luz? Hay en nosotros confianza como la de Bartimeo para arriesgarnos a que Jesùs nos devuelva la vista de lo esencial, de Dios, de la vida digna, de la solidaridad, del amor, de la rectitud?
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

domingo, 21 de octubre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 21 DE OCTUBRE XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Isaìas 53:10-11
2.      Salmo 32:4-5 y 18-22
3.      Hebreos 4: 14-16
4.      Marcos 10: 35-45
Definitivamente una marcada tendencia de los relatos evangélicos y de la revelación bíblica en general es la de destacar que el ser humano modelado por Dios debe ser contrario al poder, a la arrogancia que viene del mismo, al vano honor del mundo. Con esta realidad nos conectan los textos de este domingo, de modo especial el relato de Marcos.
La historia de la humanidad abunda en hechos que ponen en evidencia los excesos del poder: el imperio romano que se consideró el centro del mundo, las extravagancias de sus emperadores, el estilo de vida vanidoso, derrochador, irresponsable; la barbarie del nazismo con la demencia de Hitler a la cabeza, empeñado en la superioridad de la raza aria y haciendo todo para destruir a los judíos, sin el más mínimo asomo de compasión; también ciertos episodios de la vida de la iglesia, en los que no pocos olvidaron los ideales del evangelio y se dedicaron a consagrar funestas alianzas con los poderes temporales; también de años más recientes tenemos presentes las dictaduras en América Latina, violadoras de derechos humanos, limitando la libre expresión del pensamiento y persiguiendo a los disidentes.
Pero también cabe que llevemos este examen de conciencia a nuestra propia vida, y hagámoslo viendo lo que destaca el evangelio de hoy, la respuesta de Jesús al requerimiento de Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, que le pidieron que los pusiese en lugar de privilegio, como imaginándose que el asunto de Jesús era una apuesta de poder temporal y de jerarquías: “No saben lo que piden. Pueden beber el cáliz de amargura que yo voy a beber, o pasar por la terrible prueba que yo voy a pasar?” (Marcos 10: 38).
Lo “normal” es aspirar al poder, estar por encima de los demás, ambicionar aplausos y reconocimientos, hacer tráfico de influencias, presumir de ser más, hacer gala de estar en los círculos de influencia, adoptar los criterios de superioridad. Lo que Jesús propone es “anormal”, y en esto El es clarísimo: “Ustedes saben que quienes figuran como jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus dirigentes las oprimen. No debe ser asì entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, que sea esclavo de todos. Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos” (Marcos 10: 41.45). El mismo con su modo de darse al Padre y a su voluntad, con su atención a todos, preferentemente a los últimos y excluidos, con su negativa a la fama y a la espectacularidad, con su juicio ignominioso y humillante, con la donación total de todo su ser en la cruz, nos ha señalado el camino de la “normalidad evangélica”.
Es posible que a fuerza de escuchar muchas veces este texto nos pase desapercibido y sin fuerza impactante. Que sea el momento de rescatar su significado y de llevarlo  a nuestros modelos mentales, a nuestra escala de valores, a nuestro estilo de vida, a nuestras relaciones,  a todo nuestro modo de proceder.
Seguir a Jesús no es cuestión de tener “palancas” y de valerse de ellas, ni de hacer carrera y lograr beneficios, ni de ocupar posiciones destacadas, aquí el núcleo fundamental es la vida entendida como servicio, muriendo al propio ego, a los afectos desordenados, a las vanidades, aceptando que el conocimiento interno del Señor nos lleva a donar la vida para que otros tengan vida de verdad.
La primera lectura, del profeta Isaías, hace parte de un grupo de textos llamados los “cantos del Siervo de Yavè”, que proponen el perfil del genuino Mesías de Israel, no se presenta aquí a un rey poderoso, sino a un servidor sufriente, que entrega la vida y carga con la culpa de todos: “Pero el Señor quiso quebrantarlo con sufrimientos. Y si el entrega su vida como expiación, verà su descendencia, tendrá larga vida y por medio de el prosperaràn los planes del Señor” (Isaìas 53: 10).
Què tipo de vida dan los poderosos, los tiranos, los arrogantes? Què tipo de vida dan los que aman sin medida, los solidarios, los servidores de la humanidad? Còmo participamos de una u otra mentalidad? Què rupturas debemos hacer en nosotros para acceder al estilo servicial de Jesùs?
La carta a los Hebreos nos invita a acercarnos a este Mesìas que “…. No es el un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas sino que ha sido probado en todo como nosotros menos en el pecado” (Hebreos 4: 15). El mayor servicio de Jesùs es el de insertarse en nombre de Dios dentro de la condición humana, con toda su fragilidad, con todo su dramatismo, con todas sus limitaciones, incluso con toda su pecaminosidad, haciéndose pequeño, vaciándose de sì mismo, portando la cruz, muriendo trágicamente, y por todo esto, por el total amor de Dios expresado en El, haciendo de esa muerte y de esa encarnaciòn mèrito salvador y liberador para garantizarnos la vida plena, la que no se agota, la que trasciende para siempre en el amor del Padre.
Hoy damos gracias a Dios por la vida de estos hermanos, llamados por El a su plenitud:
1.      Ana Marìa Hidalgo Jaramillo, joven esposa y madre de familia.
2.      Jarby Armando Pèrez Amaya, sacerdote de 50 años de edad, de la diócesis de Socorro y San Gil.
3.      Jorge Hernàn Lòpez, dedicado a los medios de comunicación y a la difusión de la Palabra.
Nos unimos a sus familiares con profundo sentido de esperanza.

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

domingo, 14 de octubre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 14 DE OCTUBRE XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Sabidurìa  7:7-11
2.      Salmo 89:12-17
3.      Hebreos 4: 12-13
4.      Marcos 10: 17 -30
Una  notable tendencia de las organizaciones actuales es la de perseguir afanosamente la excelencia, la alta calidad de todos sus procesos y resultados, para poder ser certificados y resultar competitivos. Esto vale también para las personas que trabajan en estas entidades. El mundo de la productividad, los servicios, las entidades acadèmicas, todos están apremiados por este reto, surgido en tiempos de globalización.
De entrada esto no reviste especiales dificultades. El problema se  presenta cuando estas acreditaciones no piensan en el ser humano y en el elemento cualitativo contenido en su dignidad – sustancial y decisivo! - , y en la orientación ética de su ser y de su quehacer. El mundo globalizado suele ser muy eficiente y productivo, pero bajo en humanismo y altamente excluyente.
De aquí resultan personas caracterizadas por el pragmatismo, afanadas por los resultados, desaforadas en su inquietud por obtener altas calificaciones, conocimientos, destrezas, manejo de idiomas, y……………… desentendidas de los dramas del mundo. En sus sofisticadas planeaciones estratègicas no se tienen en cuenta las hambrunas del Africa, los desplazados de Colombia y tantos otros lugares, los afectados por la quiebra económica en Grecia y España, los miles de millones de hombres y mujeres que no existen para esta cultura neoliberal y……………..desalmada!!!!
Hay una crisis de sentido, una ausencia de sabiduría. Este es un asunto que debemos estar abordando siempre, porque la apuesta que redime a la humanidad no es la de este utilitarismo sino la resignificaciòn de todo el tejido social a partir del dinamismo de lo sapiencial. La primera lectura de este domingo nos conecta con este imperativo trascendental: “….. y al lado de la sabiduría en nada he tenido la riqueza, ni siquiera la he comparado a la piedra màs preciosa, pues todo el oro ante ella es un poco de arena” (Sabidurìa 7: 8-9).
En la concepción bíblica el ser sabio equivale al que tiene el sentido de Dios como fundamento de su vida, y desde ahì se hace un hombre, una mujer, marcados por lo esencial, con la libertad suficiente para relativizar todos los honores, los bienes materiales, los poderes, las ideologías, las jerarquías, las categorías sociales, haciéndose asì profundamente humano. Alguien asì es el que puede “competir” con creces en la perspectiva del reino de Dios y su justicia.
Aquì es donde se cultiva el espíritu de solidaridad, donde la pasión por la dignidad de los últimos del mundo se convierte en estructurante de opciones y proyectos de vida, donde la economía deja de ser una amenaza para el bienestar y la convivencia y se transforma en un razonable y sensato humanismo, donde las determinaciones de los gobernantes y de los empresarios se inspiran en el bien común y no en la llamada “seguridad nacional” para proteger unos estados o unas multinacionales deshumanizados. De la sabiduría surge el ser humano modelado por Dios.
La lógica de la sabiduría bíblica pone en tela de juicio el mundo del consumo, la dinámica del mercado, la productividad excluyente, el “capitalismo salvaje” como calificò Juan Pablo II este preocupante modelo de globalización sin corazón.
El texto del Evangelio de Marcos también aborda esta realidad cuando Jesùs responde vigorosamente a un hombre preocupado por alcanzar la vida eterna: “Una cosa te falta, vende todo lo que tienes y dàselo a los pobres; asì tendràs un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.  Ante esta respuesta, èl puso mala cara y se alejò muy triste , porque poseìa muchos bienes. Jesùs, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: Què difícilmente entraràn en el reino de Dios los que tienen riquezas!” (Marcos 10: 21-23).
Aquì se nos brindan elementos fundamentales para una revisión de nuestra vida, ya muy conocidos porque es uno de los requerimientos raizales del proyecto de Jesùs.
-          Estoy engolosinado con el dinero, no escatimo esfuerzo para obtenerlo, y lo utilizo sòlo con criterios egoístas?
-          Mi preocupación por los pobres es simplemente asistencial, dando cosas o dinero de vez en cuando, sin un compromiso real de trabajo por un mundo màs equitativo e incluyente?
-          Me afano en exceso por ser muy bien calificado, competitivo, sin preguntarme por las implicaciones èticas y humanistas de estas inquietudes?
-          Estoy absorbido por la cultura ambiental de poder, carrera de ascenso, vanidad, y presumo de ser un modelo de persona neoliberal?
A la hora de responder estos interrogantes debemos tener claro que Jesùs es el modo que Dios nos propone para ser genuinamente humanos, no se desprende de su proyecto un desprecio por lo material sino el establecimiento de su autèntico significado en clave de solidaridad, de fraternidad, de justicia, de dignidad humana.
Lo que cabe  preguntarse es si le estamos haciendo juego al sistema o si tenemos la mirada contracultural de un mundo en el que el respeto por la persona es el criterio determinante para tomar decisiones, para generar nuevas estructuras, para hacer viables los principios propuestos en las bienaventuranzas.
En Colombia el narcotráfico, la corrupción de no pocos dirigentes políticos, la insensibilidad social de ricos y poderosos, han derivado en un deseo desordenado del dinero fácil, de la vida cómoda, de la capacidad adquisitiva desmedida, de una inflación de la economía que no genera beneficios ni dignidad para las mayorìas. Es donde se verifica que el pecado individual determina el pecado estructural, la “situación de pecado” según expresión de los obispos de Amèrica Latina en sus asambleas de Medellìn (1968) y Puebla (1979).
Jesùs nos invita a seguir un camino de libertad, con la soberanía que implica el saber relativizar riquezas, honores, poderes, para construir el mundo desde el “reverso de la historia”. Por eso la experiencia de Dios que aquí se delinea es liberadora de la sumisión a estos ídolos y posibilitadora del humanismo sapiencial que se respira en los profetas, en Jesùs, en los que como El han creìdo en otra alternativa, asì como Monseñor Romero, y tantos y tantas que se han dejado seducir por esta apasionante invitación.
Esta PALABRA pretende un cambio radical en nuestras vidas, como lo expresa el texto de la carta a los Hebreos: “Porque la palabra de Dios es viva, eficaz y màs cortante que una espada de dos filas: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo màs profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos  4: 12).  Es Dios mismo el que se adentra en nosotros para provocar una ruptura con ese universo que no salva ni redime, para suscitar una respuesta libre de nuestra parte ordenada a configurar una humanidad sabia, trascendente, libre y resuelta a vivir fraternamente.
Desde COMUNITAS MATUTINA queremos expresar nuestra condolencia por el fallecimiento del Sr. JORGE HERNAN  LOPEZ, residente en Tejares del Norte (Bogotà), miembro de la parroquia de Santa Amelia y web master del sitio www.semillasdoradas.net Nos unimos a su esposa e hijos para dar gracias a Dios por su vida, que estuvo especialmente dedicada a difundir la Palabra a través del mundo editorial y de la internet.
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
14 de octubre de 2012

domingo, 7 de octubre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 7 DE OCTUBRE XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.     Gènesis 2:18-24
2.     Salmo 127:1-6
3.     Hebreos 2:9-11
4.     Marcos 10:2-16
Es muy frecuente conocer las deficiencias de muchos matrimonios, la insatisfacción de las parejas, el maltrato intrafamiliar, divorcios y separaciones, niños en hogares incompletos, infidelidades y otras realidades que expresan una crisis espiritual, una dificultad notable en muchas personas para afrontar constructiva y responsablemente el asunto esencial de la relación hombre – mujer y su estabilidad y consagración en el matrimonio.
Esto es materia de muchos análisis y estudios desde las ciencias humanas y sociales, también es preocupación de las instituciones dedicadas al bienestar de la familia, de las tradiciones religiosas, del estado. El tema no es sòlo de esta época, la problemática es de siempre y hace referencia al núcleo central del ser humano, donde se arraigan los valores, las motivaciones, lo que inspira sus decisiones y actuaciones.
El texto de Gènesis y el evangelio de Marcos nos remiten al proyecto de Dios con respecto a la relación hombre – mujer y a su feliz complementariedad en el matrimonio y en la fecundidad familiar. No se nos olvide que la genuina voluntad de Dios es la plena felicidad de los seres humanos, su total realización, que encuentra en la dinámica de lo masculino y lo femenino una de las formas que màs captan el corazón humano, lo atraen, lo seducen, lo enamoran, pero……………….què sucede cuando se constatan tantas precariedades?
Los humanos en el ejercicio de nuestra libertad podemos fallar y desacertar, y con no poca frecuencia esto se convierte en mal  que afecta a muchos. Por eso, la tarea constante es explorar en las honduras de nuestro corazón para hacerle un control de calidad, para verificar nuestras intenciones, para rectificar las prioridades de la vida, para re-significar lo que el hastìo o el vacìo espiritual deterioran.
En el texto de Marcos, a la pregunta que unos fariseos hacen a Jesùs sobre la licitud de dejar a la esposa, este vuelve por los fueros de la dignidad femenina. En el establecimiento religioso judío el hombre podía repudiar a su mujer, alegando infidelidad o cualquier otra deficiencia, pero no asì la mujer, ella tenía que soportar el maltrato, el desafecto, el adulterio del hombre, y la ley no la habilitaba para separarse del marido. Una clara injusticia y desigualdad de oportunidades, muy arraigada aùn en diversos ámbitos sociales.
Jesùs responde: “Pero desde el principio Dios los creò hombre y mujer. Por eso dejarà el hombre a su padre y a su madre, se unirà a su mujer y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Marcos 10: 6-9). Es una postura de clara protección de la mujer, de re-significaciòn de la responsabilidad del varòn, y de dignificación del encuentro amoroso de la pareja.
Esto requiere de una mente y un corazón siempre dispuestos al crecimiento, abiertos a la transformación constante que proviene del Espìritu y de la respuesta generosa de ambos, a la purificación de lìmites y egoísmos, a la donación plena del hombre y de la mujer. Es cuestión de espiritualidad, de libertad, de madurez, de sabiduría, de tomarse en serio las personas,de no hacer de los vínculos afectivos aventuras pasajeras.
El relato del Gènesis, con un lenguaje propio de la cultura hebrea de hace màs de veinte siglos, también se pronuncia a favor de la felicidad conyugal. Y lo primero es ser consciente de que Dios mismo es el origen de esta atracción, de este amor y de la felicidad que proviene de ahì. El Dios plenamente comprometido con sus creaturas se expresa en la ìntima comunión del varòn y de la mujer y hace de esa relación uno de los ámbitos de mayor expresión de sì mismo .
El texto hace decir al hombre: “Ahora sì, esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne; por eso se llamarà mujer” (Gènesis 2: 23). Es un estado de armonía original, uno de los elementos configuradores de lo que llamamos “paraíso”.
En la oración de este domingo y de la semana cabe hacernos algunas preguntas de fondo:
-         Cuàl es el estado actual de mi corazón? Urgido por lo que no es importante? Atafagado por el deseo de poder y de dinero, y olvidado de mis relaciones familiares?
-         Dios es para mì un recurso ocasional, un pretexto social? O es el principio y fundamento de todo lo que soy y hago?
-         Cuàl es mi visión del hombre, de la mujer? Estoy inspirado por unos valores espirituales o simplemente llevado por la fuerza de los instintos?
-         Si estoy casado, còmo es mi matrimonio? Entusiasmado, generoso, comprometido, en plan de constante crecimiento? O rutinario, empobrecido afectivamente, ausente de Dios?
Para los cristianos la realidad esencial, constitutiva, en la que hallamos el sentido definitivo de la vida està en el mismo Señor Jesùs, por eso nuestra opción fundamental es por El, por seguirlo, por configurar nuestra vida con la de El y, desde ahì, estructurar las opciones propias de estado de vida como matrimonio, ministerio, consagración religiosa, celibato consagrado, servicio a la humanidad, opción por los màs pobres, participación en la vida de la sociedad, etc.
En El  el Padre Dios nos revela en què consiste ser auténticamente humano. Caracterìstica esencial de su ser y de su misión es la donación amorosa e incondicional de sì mismo para hacernos  partìcipes de la vida de Dios: “Asì, por disposición divina gusto èl la muerte en beneficio de todos” (Hebreos 2:9).
Si es nuestro ideal lograr un proyecto de vida con sentido, trascendente, responsable, recto, amoroso, volvamos la mirada al Dios que se nos revela en Jesucristo y entremos en el clima del Espìritu, en la novedad liberadora que El nos ofrece, saneemos lo que el egoísmo y el pecado han dañado, dejemos que todo nuestro ser se sature de El para que suceda en nosotros la nueva humanidad, en la que el Padre es experto, justamente por ese deseo que lo mueve siempre a nuestra felicidad.
Podemos decir con el salmo de hoy: “Si el Señor no construye la casa, en vano se esfuerzan los albañiles; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela” (Salmo 127: 1).
Dios està totalmente implicado en nuestra historia, y esta implicación es salvífica y liberadora, El sucede amorosamente dando un sentido pleno a todo lo humano. Hoy, consideremos que el ámbito del encuentro entre el varòn y la mujer, y su maduración en el matrimonio, es lugar privilegiado del acontecer de Dios.
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
En memoria de Clarita Sarmiento Nova, Josè Antonio Sarmiento Santana,Inesita Nova, Magdalena Lamus Cuesto, Gerardo Arango Puerta, Jorge Ardila Serrano, Pedro Ortiz Valdivieso,Alvarito Nova Zambrano, Alberto Nova Zambrano, Alfonso Sarmiento Montero, y de todos los que nos han precedido en el signo de la fe.
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