lunes, 30 de julio de 2012

Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo XVII del tiempo ordinario – Ciclo B (Juan 6, 1-15) 29 de julio de 2012


“(...) mucha gente lo seguía porque habían visto las señales milagrosas”

“Si apuestas al amor, // ¡cuántas traiciones! // ¡cuántas tristezas! // ¡cuántos desengaños! // te quedan cuando el amor se aleja, // como en las noche negras // sin luna y sin estrellas. // Amigo, cuánto tienes, cuánto vales, // principio de la actual filosofía. // Amigo, no arriesgues la partida, // tomemos este trago, // brindemos por la vida. // Brindemos por la vida // pues todo es oropel”.
Esta es la estrofa final de una canción muy conocida en Colombia, compuesta por el maestro Jorge Villamil. Seguramente, inspirada en experiencias de decepción y desengaño muy profundas que todos hemos tenido en la vida: Amistades que parecían sólidas y sinceras, desaparecen con el asomo de un fracaso en el camino. Amores que se juraban fidelidad hasta el final, se esfuman con el viento y las tempestades. Alianzas y pactos, aparentemente sagrados, que se quiebran ante los problemas de una de las dos partes. Relaciones que nunca resultan, por mucho que inviertes en ellas...
Estas experiencias de desengaños y desilusiones, que se repiten en nuestras relaciones cotidianas, aparecen muchas veces también en nuestras relaciones con Dios. Parecería que buscamos al Señor porque tenemos un interés particular que nos mueve, y cuando no nos responde como esperábamos, nos decepcionamos de sus promesas y de sus palabras. “Interés cuánto valés”, dice el refrán popular. En este sentido, podemos caer muy fácilmente en una espiritualidad narcisista, a través de la cual nos buscamos a nosotros mismos, persiguiendo sólo el propio beneficio y la satisfacción de sentirnos bien. En lugar de ser una espiritualidad que nos exija salir de nuestro propio amor, querer e interés, buscamos relaciones cómodas con Dios, relaciones de conveniencia.
Dada la brevedad del Evangelio según san Marcos, cuya lectura continua veníamos haciendo, la liturgia de la Palabra de este domingo, y de los cuatro siguientes, girará en torno a la multiplicación de los panes y al discurso eucarístico que sigue en el Evangelio de san Juan, o Cuarto Evangelio, como se le suele conocer.
Aunque la fuerza del texto está en la generosidad de Jesús al multiplicar el pan y los peces para una muchedumbre hambrienta, me ha llamado la atención lo que dice el evangelista a propósito de la razón por la que seguían al Señor: “Mucha gente lo seguía, porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos”. Esto ayuda a entender la actitud de Jesús al final de este pasaje, cuando dice: “Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro, para estar solo”... Más vale estar solo que mal acompañado, diríamos hoy... Jesús debió sentir que su apuesta por el amor y la generosidad no había sido bien recibida. ¿Qué buscaban los que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey? A lo mejor pensó para sí mismo: “¡cuántas traiciones! ¡cuántas tristezas! ¡cuántos desengaños!” Jesús debió sentir que la gente le decía: “Amigo, cuánto tienes, cuánto vales”, con una filosofía que no parece que fuera sólo de hoy, sino de todos los tiempos... y me pregunto si no es así mi propio seguimiento.
Hermann Rodríguez Osorio es sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Si quieres recibir semanalmente estos “Encuentros con la Palabra”, puedes escribir a  herosj@hotmail.com pidiendo que te incluyan en este grupo

El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XVII Domingo del Tiempo Ordinario -B-, Julio 29 de 2012


Pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea. Y mucha gente lo seguía, porque habían presenciado las maravillas que hacía en favor de los enfermos. Pero Jesús se retiró a la parte montañosa y se sentó allá con sus discípulos. Estaba cerca la fiesta judía de la Pascua. Alzando la vista y viendo el gentío que había venido, le dijo a Felipe: “¿Con qué vamos a comprar pan para que esta gente coma?” Esto lo dijo para ver qué respondía, pues bien sabía Jesús lo que iba a hacer. Felipe le contestó: “Aunque gastáramos doscientos jornales, no alcanzaría para darle un mendrugo de pan a cada uno”. Uno de los discípulos de Jesús, Andrés, el hermano de Simón, le dijo: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero qué es esto para tanta gente?”.
Jesús les dijo: “Hagan que la gente se siente en el suelo”. En ese sitio había mucha hierba. La gente se sentó en el suelo. Solamente los hombres eran como cinco mil. Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y les repartió pan y pescado cuanto quisieron. Y cuando quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos: “recojan las sobras; que no se desperdicie nada”. Ellos las recogieron y llenaron doce canastos con las sobras que quedaron de los cinco panes de cebada. Y los que fueron testigos del milagro decían: “¡Este sí es el profeta que debía venir al mundo!” Pero Jesús, dándose cuenta de que iban a llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez Él solo a la montaña. (Juan 6, 1-15).
Todos los Evangelios narran el milagro de la multiplicación de los panes y los peces: dos veces los de Mateo, Marcos y Lucas, y una vez el de Juan. Apliquemos este relato a nuestra vida, teniendo en cuenta también las otras lecturas de hoy [2 Reyes 4, 42-44; Salmo 145 (144); Efesios 4, 1-6.]
1.-“¿Con qué vamos a comprar pan para que esta gente coma?”
Esta pregunta de Jesús hecha al apóstol Felipe, para ver qué respondía, podemos considerarla hoy como hecha a cada uno de nosotros. Actualmente en el mundo padecen hambre cerca de 925 millones de personas. Si los habitantes del planeta somos hoy casi 7.000 millones, esto quiere decir que aproximadamente 13 de cada 100 seres humanos se encuentran en esta grave situación. La desnutrición y las enfermedades relacionadas con el hambre son la causa del 60 por ciento de las muertes. Unas 24.000 personas mueren cada día por causa del hambre, siendo el 75% de ellas niños y niñas menores de 5 años. Y aunque se han venido haciendo esfuerzos por reducir la magnitud de este problema, aún falta mucho para remediar la tragedia del hambre en el mundo.
Ante esta situación, el mensaje del Evangelio es un llamado a compartir. Mientras pocos que tienen mucho sigan despilfarrando en forma egoísta lo que tienen, mientras el mal uso que se hace de los recursos naturales siga haciendo que éstos sean cada vez más escasos -como el agua, por ejemplo-, mientras no tomemos todos conciencia de que cada cual es responsable para bien o para mal de la suerte de la humanidad según esté dispuesto o no a compartir constructivamente la mesa de la creación con los demás, la pregunta de Jesús seguirá siendo un llamado a la reflexión de todos para ver qué y cómo respondemos.

2.-Tomó los panes, dio gracias a Dios y les repartió pan y pescado cuanto quisieron
El milagro de la multiplicación de los panes y peces expresa el cumplimiento de las promesas anunciadas por Dios a través de sus profetas: la abundancia de un alimento renovador que Él mismo haría posible para todos los que acogieran su mensaje y lo invocaran sinceramente. Tal es el sentido de la primera lectura y el salmo de este domingo.
En este mismo sentido, la multiplicación de los panes y peces es una prefiguración del sacramento de la Eucaristía, signo visible de la presencia de Jesús que nos alimenta con el pan de su propia vida entregada y resucitada. Él iba a ser representado desde los comienzos de la historia de su Iglesia, no sólo con la imagen del pan, sino también con la del pez, “ictus” en griego, cuyas letras son las iniciales del nombre y de varios títulos de Jesús: Iesous, Christos, Theos, Uios, Soter (Jesús, Cristo, Dios, Hijo, Salvador).
La enseñanza de este milagro es que donde existe voluntad de compartir, aunque haya poco alcanza para todos y hasta sobra; en cambio, donde no existe esa voluntad, aunque haya mucho, unos pocos lo acaparan todo y las mayorías padecen hambre. El sacramento de la Eucaristía, llevado a la práctica, expresa la voluntad de compartir entre todos la creación, significada en las ofrendas de pan y vino, para que así se realice entre nosotros la presencia de Dios, que es Amor, que se nos revela en Jesucristo y nos alimenta con su propia vida.

3. Dándose cuenta de que iban a llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró…
Jesús había iniciado su predicación proclamando la cercanía del reino de Dios. Sus milagros mostraban la verdad de esta proclamación: como dice el Evangelio,mucha gente lo seguía, porque habían presenciado las maravillas que hacía. Ahora, después de la multiplicación de los panes y peces, quieren hacerlo rey. pero Jesús se opone a la tentación de ambicionar poderes terrenales. Él no sólo es el profeta que debía venir al mundo; es el Mesías, el ungido por Dios como descendiente del rey David para reinar no sólo sobre Israel sino sobre toda la humanidad, tal como lo anunciaron los profetas del Antiguo Testamento. Sí, soy Rey, le diría a Poncio Pilato pocos momentos antes de que la multitud agolpada junto al despacho del gobernador romano, azuzada por sus máximos jefes religiosos, gritara exigiendo su crucifixión. Pero, como Él mismo le explicó a Pilato, también les dice a quienes pretenden confundirlo con un  líder político: Mi reino no es de este mundo (Juan 18, 36-37).
La preocupación efectiva de Jesús por contribuir a la solución de los problemas humanos, no sólo los espirituales sino también los materiales, es un llamado a todos nosotros para que nos identifiquemos con Él y procuremos contribuir, cada cual según sus posibilidades, a resolver la situación de hambre y de miseria de tantas personas que la padecen. Y asimismo, a que reconozcamos el verdadero sentido de su misión y por lo mismo el de la misión de la Iglesia que Él fundó no para ambicionar los poderes terrenales, sino comportarse en todo con humildad y mansedumbre, como dice el apóstol Pablo en la segunda lectura de hoy: una Iglesia puesta al servicio de todos los seres humanos, especialmente de los más oprimidos, marginados y necesitados; una Iglesia no dominadora sino servidora, a imagen y semejanza del mismo Jesús que, inmediatamente antes de instituir la Eucaristía, comenzó la última cena con un gesto humilde de servicio y no con actitudes arrogantes de poder (Juan 13, 1-15).

Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XVII B (29-julio-2012)


1. Lecturas:
a. II Libro de los Reyes 4, 42-44
b. Carta de san Pablo a los Efesios 4, 1-6
c. Juan 6, 1-15

2. El tema central de las lecturas de este domingo –la multiplicación de los panes - se relaciona con la economía, la cual, en términos coloquiales, tiene que ver con las necesidades de la comunidad y los recursos para atenderlas. La inmensa mayoría de los seres humanos tenemos restricciones de tipo económico. Solo un puñado de multimillonarios pueden gastar sin pensar si les van a alcanzar los recursos. Esto lo viven diariamente las familias que deben manejar cuidadosamente sus ingresos, controlar los gastos, priorizar las inversiones. El sentido común nos recomienda que los gastos no pueden sobrepasar los ingresos, y que el crédito debe manejarse con cautela porque es un monstruo que nos puede devorar.

3. Esta experiencia de las restricciones también se vive en los diversos niveles de la administración pública: municipios, departamentos y gobierno nacional. En nuestros países, los recursos no alcanzan para atender las necesidades de salud, educación, vivienda, justicia, seguridad.

4. Pues bien, en la liturgia de este domingo encontramos dos situaciones en las que los recursos existentes no alcanzan para satisfacer las necesidades inmediatas:
a. En la primera lectura, tomada del II Libro de los Reyes, se nos presenta la escena de cien hombres que necesitan ser alimentados, pero solo hay veinte panes. El empleado del profeta Eliseo pregunta con asombro: “¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?”. Le parecía absurda la orden de su jefe Eliseo, pues las matemáticas no le daban.
b. En el evangelio, vemos a Jesús rodeado de muchísima gente; en esta escena es todavía más grave la desproporción entre la necesidad que había que atender y los recursos disponibles: cinco panes de cebada y dos pescados para dar de comer a más de cinco mil personas. Los apóstoles que acompañaban a Jesús se muestran muy preocupados.
5. Estos dos textos bíblicos nos hacen caer en la cuenta de la profunda diferencia que existe entre los principios económicos que deben ser tenidos en cuenta en los proyectos humanos y la forma como obra Dios. Los proyectos humanos son limitados; los recursos son escasos; hay que moverse con prudencia para que las necesidades básicas puedan ser satisfechas.

6. Por otra parte, la revelación nos muestra que el plan de Dios desborda las restricciones humanas; ya no hablamos de límites sino que estamos frente a la infinitud del ser. El amor de Dios, su generosidad y su misericordia son infinitos. Por eso solo Él puede saciar nuestra búsqueda de verdad, amor y felicidad. Este el mensaje que nos comunican los dos textos bíblicos que inspiran nuestra meditación dominical:
a. En el II Libro de los Reyes, el profeta Eliseo le dice a su empleado: “Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor: comerán todos y sobrará. El criado repartió los panes a la gente: todos comieron y todavía sobró, como había dicho el Señor”.
b. El evangelista Juan nos narra que después de alimentar a más de cinco mil personas, sobraron doce canastos de pan.

7. Estas dos escenas de multiplicación de los panes, en las que vemos que la acción de Dios supera infinitamente las restricciones y límites de los proyectos humanos, deberían marcar el tono de nuestra oración, que debe ser un diálogo confiado con Aquel que nos ha creado a su imagen y semejanza y que, a través de la muerte y resurrección de su Hijo, nos ha constituido en sus herederos; Dios quiere que seamos felices, nos invita a compartir su Vida, conoce nuestras fragilidades y tiene paciencia con nosotros. La generosidad de Dios no conoce límites.

8. Estas dos escenas de la multiplicación de los panes son figura y anticipación de la Eucaristía, que es el encuentro por excelencia con la Palabra de Dios anunciada por la Iglesia y donde el Señor se nos da como alimento.

9. Estos textos de las dos multiplicaciones de los panes también nos transmiten un profundo mensaje de contenido social: la solidaridad con las personas necesitadas, en lugar de empobrecernos, nos enriquece. Todos hemos experimentado la alegría de dar nuestro tiempo a los demás, ayudarles con nuestros conocimientos y experiencia. Las personas generosas son más felices que las personas que permanecen acuarteladas en su pequeño mundo. Cuando estamos cerca del dolor de los hermanos, relativizamos nuestros problemas y apreciamos los dones de Dios; por el contrario, las personas que se cierran en su egoísmo, magnifican sus males y siempre están insatisfechas con lo que son y lo que tienen.

lunes, 23 de julio de 2012

Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo XVI del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 6, 30-34) 22 de julio de 2012

“(...) iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer”
Hace un tiempo, Miguel Silva escribió en El Espectador un artículo que me gustó mucho: “El ajetreo y el trabajo”. Decía el autor que los colombianos tenemos una forma muy extraña de trabajar; y contaba que una italiana que trabaja en el Banco Mundial le decía alguna vez: “Yo siempre veo a los colombianos trabajar hasta que cae la noche. Son los últimos que salen de aquí. Pero lo más divertido es que, en verano, también salen únicamente cuando cae la noche, y como en verano eso sucede a las nueve, salen tardísimo. Como si fueran unos animales extraños que por razones de supervivencia no fueran capaces de encontrarse en casa con luz diurna”.
Más adelante, dice Miguel Silva: “Alguna vez a un colombiano –creo que fue a Juan Luis Londoño– lo obligaron a salir temprano de la oficina en el mismo Banco Mundial. Lo llamó un vicepresidente y le expresó preocupación por sus larguísimas jornadas. –Eso sólo puede ser consecuencia de una de dos cosas, dijo el funcionario: –o le ponemos una carga laboral excesiva o usted es muy ineficiente. Y lo mandaron para su casa temprano”. La conclusión a la que llega el artículo es que “Si el tiempo en la oficina fuera medida del éxito, Colombia sería una superpotencia, porque aquí nadie sale temprano y todo el mundo suda y se demora y se queja. Todos tomamos vacaciones con un gran sentido de culpa. El lío no es que no tengamos tiempo para la familia. Eso sin duda es muy grave. Pero tanto o más dramático es que del ajetreo apenas queda el ruido que genera. Es el trabajo el que produce resultados. Y los resultados son los que cuentan”.
Toda esta historia me ha hecho pensar muy en serio en nuestros ritmos de trabajo o de ajetreo y en lo poco que dedicamos a la ‘recreación’... que literalmente significa tiempo para compartir fraternalmente, para dialogar amigablemente, para reconstruirnos como personas. El P. Augusto Hortal, que fue mi superior en España durante varios años, solía decir: “El que no descansa, cansa”. Y no permitía que los jóvenes jesuitas con los que vivíamos se dedicaran los domingos a estudiar o a adelantar trabajos para la Universidad.
Jesús y sus discípulos tenían un ritmo de trabajo impresionante. El texto evangélico que nos propone hoy la liturgia dice que “iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer”. De modo que Jesús les dice: “Vengan, vamos nosotros solos a un lugar tranquilo. (...) Así que Jesús y sus apóstoles se fueron en una barca a un lugar apartado”. Claro que la dicha no les duró mucho, pues “muchos los vieron ir, y los reconocieron; entonces de todos los pueblos corrieron allá, y llegaron antes que ellos. Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas”.
Aunque estas vacaciones apostólicas no fueron un éxito, que digamos, me parece que este texto nos invita a reflexionar sobre nuestros ritmos laborales y el tiempo que, efectivamente, dedicamos a descansar en compañía de nuestros seres queridos; un ritmo de trabajo exagerado, un trajín o un ajetreo desaforados, lo único que dejan es cansancio y no eficiencia en nuestra misión. Tenemos que tratar de buscar un ritmo de trabajo que nos permita encontrarnos, por lo menos de vez en cuando, en casa con luz diurna.
Hermann Rodríguez Osorio es sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XVI Domingo del Tiempo Ordinario -B-, Julio 22 de 2012





Cuando los apóstoles regresaron de su misión y se reunieron con Jesús, le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces les dijo: “Vengan ahora ustedes a un lugar solitario y despoblado y descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían que no les quedaba tiempo ni para comer. Se fueron, pues, en la barca a un lugar despoblado y solitario. Pero muchos los vieron irse y se dieron cuenta, y a pie fueron corriendo desde todos los pueblos y llegaron allá antes que ellos. Al desembarcar Jesús y ver toda esa multitud, sintió compasión por ellos porque andaban como ovejas sin pastor; entonces empezó a darles muchas enseñanzas (Marcos 6, 30-34).

1. “Vengan ahora ustedes a un lugar solitario y despoblado y descansen un poco”
El domingo pasado recordábamos cómo Jesús llamó a sus primeros doce discípulos y los hizo sus apóstoles, es decir sus enviados para proclamar la Buena Noticia. Ahora los apóstoles regresan de su recorrido y, al contarle lo que han hecho y enseñado, Él los invita a descansar un poco.
Necesitamos sentirnos activos y útiles, no sólo para nuestro sustento diario, sino también para nuestra propia realización personal. Pero también toda persona que trabaja necesita descansar. Por eso el ideal es poder combinar el trabajo con el descanso. Quienes trabajan en situaciones de responsabilidad en las que otros dependen de ellos, no pocas veces tienen que atender a las continuas solicitudes que les llegan en tiempos previstos para el reposo. También muchas personas se ven obligadas a multiplicar sus esfuerzos, privándose del descanso para poder conseguir el sustento propio y de sus familias. Y no faltan los adictos al trabajo que desconocen la necesidad de descansar, negándose cualquier posibilidad de re-creación.
Pero el descanso es necesario, y para que sea verdaderamente re-creativo, es decir renovador, supone y exige la búsqueda de espacios y tiempos tanto de silencio interior para rehacernos espiritualmente, como de encuentro y relación con las personas en ambientes constructivos de distensión y diálogo. ¿Existen estos espacios y tiempos en mi vida? ¿Qué factores me pueden estar impidiendo una satisfacción equilibrada de la necesidad de un descanso renovador? ¿Qué debo y puedo hacer al respecto?


2. Al desembarcar Jesús y ver toda esa multitud, sintió compasión por ellos
El segundo tema del Evangelio de hoy es la compasión de Jesús por la gente. Com-pasión significa sentir o padecer-con el que sufre o experimenta una situación difícil. En la lengua griega en la cual fueron redactados originalmente los Evangelios, el término empleado para expresar que Jesús se conmovió o sintió compasión equivale a “se le revolvieron las tripas”, una imagen viva de lo que significa el amor de Dios hecho hombre para compartir con nosotros las situaciones dolorosas y acompañarnos ayudándonos a superarlas.
Ahora bien, el Evangelio no sólo nos invita a reconocer el amor compasivo de Dios ofrecido personalmente por Jesucristo, sino también a sentir y actuar como Él lo hizo, especialmente en relación con las personas más necesitadas. Una de las causas más profundas de la situación de injusticia social y de todas las demás formas de violencia en que se encuentra nuestro país es la falta de com-pasión, la indiferencia que lleva a muchos a desentenderse de los problemas de los demás, encerrándose en el egoísmo.
Surgen así otras preguntas para la revisión personal. ¿Cómo me afectan los problemas de los demás? ¿Siento compasión por los que sufren? ¿Me importan los demás, o me desentiendo de ellos y sólo pienso en mis propios intereses?


3. Andaban como ovejas sin pastor; entonces empezó a darles muchas enseñanzas…
El tercer tema del Evangelio de este domingo es la imagen del pastor como modelo de la misión encomendada por Jesús a sus apóstoles. Esta misma misión es la que los obispos, sucesores de ellos con el sucesor de Pedro a la cabeza -el Papa-, y también todos los que ejercemos distintos ministerios o servicios en la Iglesia de Cristo, estamos llamados a cumplir. Por eso a esta misión se le da el calificativo de “pastoral”.
La situación descrita por el Evangelio al referirse a la multitud que andaba como ovejas sin pastor, no es sólo de aquel tiempo, cuando ni las autoridades romanas ni los jefes religiosos judíos se preocupaban por el auténtico bienestar de la gente del pueblo. Es de todas las épocas y se había dado, por ejemplo, en tiempos del profeta Jeremías, quien predicó en Jerusalén unos 650 años antes de Cristo. Ay de los pastores que dejan que se pierdan y dispersen las ovejas de mi rebaño…, dice en la primera lectura de este domingo el profeta, refiriéndose a los reyes descendientes de David que habían promovido no sólo la idolatría, sino también la corrupción y la injusticia social en el pueblo de Dios (Jeremías 23, 1-6).
Nosotros podemos aplicar esta denuncia profética también al nuevo Pueblo de Dios, iniciado por Jesucristo como una comunidad que supera la antigua división entre judíos y gentiles o paganos, en virtud de la reconciliación que Él mismo hizo posible gracias a su sacrificio redentor, y a la que se refiere el apóstol san Pablo en la segunda lectura de hoy (Efesios 2, 13-18). Jesús, que es nuestro Buen Pastor al que puede aplicarse en todo su sentido el Salmo 23 -el de la Misa de este domingo-, quiso contar con colaboradores que continuaran después de su vida terrena la misión pastoral que recibió de su Padre celestial.
Sin embargo, hoy también podemos decir con el evangelista que mucha gente anda “como ovejas sin pastor”, no sólo porque escasean los sacerdotes, sino también por la falta de fidelidad y entrega de los que no cumplen debidamente con su misión pastoral. Y asimismo, por la falta de líderes que den ejemplo de vida y que sepan orientar a las personas hacia la verdadera felicidad.
Pidamos, pues, a la luz del Evangelio de este domingo, por todos los agentes de la pastoral en la Iglesia, para que las personas y comunidades que les han sido encomendadas y de manera preferencial las más pobres y necesitadas, se sientan material y espiritualmente orientadas y confortadas por ellos, con una actitud de compasión y de misericordia semejante a la de nuestro Buen Pastor, Jesucristo nuestro Señor.-

martes, 17 de julio de 2012

Volver a la fuente


Los medios de comunicación de todo el mundo han publicado noticias sobre los que han dado en llamarse “escándalos vaticanos”. En principio, pueden distinguirse dos temas diferentes pero que comprometen en gran medida la credibilidad de una de las instituciones más influyentes en la concepción moral de Occidente.
Por un lado, la filtración de informaciones reservadas dirigidas al Papa. Por otro, las denuncias de graves irregularidades en el ámbito del IOR (Instituto para las Obras de Religión), el banco del Vaticano.
En el primer caso, el escándalo es de orden interno, es decir de la falta de reserva con respecto a información habitual pero que debería quedar en el círculo más íntimo de los estrechos colaboradores de Benedicto XVI. Esta fuga de documentos pone de manifiesto enfrentamientos, más o menos solapados, entre fuerzas contrarias dentro del más alto nivel de la curia romana. Las filtraciones parecen apuntar a dejar mal parado al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, el número dos de la Santa Sede. Bertone es un salesiano sin experiencia diplomática pero de confianza del Papa. A él se opondrían algunos personajes de la vieja guardia de la curia de los tiempos de Juan Pablo II.
En el segundo caso hay de por medio complicaciones de tipo económico-financiero susceptibles de constituir delitos. La sospecha de presencias vinculadas con la omnipresente mafia italiana, sumado a la intervención de oscuros poderes, complica aún más el panorama.
Lo cierto es que la Iglesia, como toda institución, debe ser rigurosa en el control de sus métodos y de sus funcionarios. Sobre todo porque en este caso el error de algunos daña la confianza en toda una institución que debería precisamente apoyar su prédica en los valores y en la transparencia. Sobre el mal dentro de la Iglesia se había expresado con inusual dureza el cardenal Joseph Ratzinger poco antes de ser elegido pontífice. Habló de la “suciedad” interna en el gobierno central. Y, paradójicamente o acaso no, es la misma figura de Benedicto XVI, a quien todos dicen querer proteger, la que queda afectada con los escándalos.
Pero más allá de los hechos que habrá que investigar, aclarar; además de, eventualmente, castigar a los culpables, habrá que preguntarse si la curia romana no se ha ido convirtiendo en cierta medida en un órgano sobredimensionado, burocrático, atento a preservar su propio poder en desmedro de la colegialidad episcopal tan propia del Concilio Vaticano II y de las intenciones de Pablo VI. Sería impensable el gobierno de la Iglesia universal sin una curia que, por otra parte, lleva adelante múltiples tareas meritorias, pero lo que aquí quiere subrayarse es la imperiosa necesidad de una reforma que permita una mayor vinculación entre el Papa y los obispos de todo el mundo. La curia debería ser mucho más un órgano al servicio de esa comunión universal entre los auténticos responsables del gobierno eclesial, y mucho menos un organismo de control y de mando.
Por otra parte, acaso el viejo estatuto de gobierno monárquico de la Iglesia debería ser revisado. Este es fruto de la asimilación que la Iglesia ha hecho de formas de gobierno. Una necesidad impuesta por las circunstancias históricas a medida que la Iglesia se fue consolidando como institución organizada y como Estado. Ciertamente, la Iglesia no es una democracia desde el punto de vista carismático-espiritual, pero su conducción en cuanto Estado necesita adoptar formas de gobierno menos verticalistas, que eviten que recaigan sobre una sola persona demasiadas responsabilidades. El gobierno de la Iglesia no es una cuestión estática (Jesús al respecto no habló) y puede ser revisada en el tiempo siendo fieles en el momento presente a las enseñanzas evangélicas. En este sentido, sería auspicioso contar con la experiencia y la profesionalidad de muchos laicos y laicas precisamente en los órganos de gobierno.
En la doctrina y en la praxis cristiana se subraya siempre la constante necesidad de convertirse y de volver a las fuentes. Convertirse quiere decir ser exigente con uno mismo, tener capacidad de discernimiento y pedir perdón por las culpas cometidas para retomar la buena senda. Volver a las fuentes, no es sólo volver a los Evangelios (esfuerzo fundamental nunca acabado) y a las enseñanzas de los Padres y doctores de la Iglesia, sino —en este caso específico— ahondar y proseguir el gran Concilio del que se cumplen ahora los cincuenta años de su inicio, convocado por la iluminada figura de Juan XXIII. Además, en el mismo concilio los documentos que hoy marcan el horizonte de la Iglesia fueron votados y adoptados por mayoría, ofreciendo así un testimonio del consenso que puede darse en la Iglesia.
¿Qué podemos y debemos hacer los cristianos de a pie? Seguir tratando de vivir con sinceridad y pureza de corazón las palabras de la Escritura, seguir apostando al amor recíproco y a la unidad de la Iglesia, buscando antes que nada el Reino y su justicia. Porque solamente de la vida de las comunidades irá surgiendo la renovación más profunda que le exigirá a toda la Iglesia un mayor testimonio y un ejemplo de humildad y de servicio, tal como nos pide el mismo Jesús en repetidas oportunidades. En el evangelio de Mateo (capítulo 20, versículos 26, 27 y 28) afirma: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sufrir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así.
Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
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Editorial Ciudad Nueva. Publicada en Ciudad Nueva, http://www.ciudadnueva.org.ar/


domingo, 15 de julio de 2012

Biblia y Ecología, por Alejandro Londoño, S.J., Ciclo B, XV domingo de tiempo ordinario - 15 de julio del 2012.

En Colombia, hace menos de un mes, sucedió el caso más grave de corrupción del Congreso en toda su existencia. Una comisión de conciliación orquestó todas las trampas posibles para dejar en libertad a personas juzgadas por los más graves delitos, entre ellas numerosos congresistas. Por eso las palabras de Jeremías vienen muy al caso, aunque también tienen sus tintes verdes muy ecológicos.
La predicación de Jeremías se podría resumir con cuatro verbos: arrancar y derribar; edificar y construir. Dos de ellos, arrancar y derribar sintetizan sus denuncias del pecado, de la infidelidad y desobediencia tanto del pueblo como de sus autoridades, que soportaron la amenaza del “enemigo del norte” y finalmente el destierro.
Los otros dos, edificar y plantar, la importancia otorgada a la conversión y a la salvación. Su intención era edificar y plantar en sus discípulos una Alianza muy superior a la que Yahvé estableció con sus antepasados, cuando los sacó de Egipto. Esta será más profunda: “Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón: yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jer 31, 33).
Jeremías además de emplear estas imágenes tomadas de la agricultura, plasma también sus amenazas y promesas en otra parábola, la de los pastores y ovejas, refiriéndose a los gobernantes tanto religiosos como civiles de su pueblo: “Ay de los pastores que dejen que se pierdan y dispersen las ovejas!.. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas… las volveré a traer a sus pastos para que sean fecundas y se multipliquen” (Primer lectura, Jer 23).
Impresiona, cómo también Ezequiel, emplea esta misma parábola en su diatriba contra los malos pastores, que se apacientan a sí mismos, que matan a las ovejas gordas y no se preocupan del rebaño. Son pastores que “No han robustecido a las flacas, ni curado a las enfermas, ni han vendado a las heridas, ni han reunido a las descarriadas, ni buscado a las perdidas, sino que las han tratado con crueldad y violencia” (Ez 34,4)
Y sigue narrando cómo actuará Dios con las de su rebaño: las llamará, las cuidará y apacentará, las reunirá sacándolas de parajes tenebrosos (alusión a Babilonia, que en nuestro caso sería al congreso). Las alimentará con buenos pastos y en altas montañas donde no corran peligros (Ez 34,12-16). Estas frases también aparecen hoy en el Salmo Responsorial.
Viene luego un regaño que más de un ecólogo cristiano ha empleado para solicitar la responsabilidad de los propietarios de grandes o medianas tierras: “¿No les basta con alimentarse de buenos pastos, que pisotean el resto del pastizal? ¿No les basta beber el agua clara, que enturbian el resto con las pezuñas? ¿Han de pastar mis ovejas lo que ustedes han pisoteado y beber lo que han enturbiado con sus pezuñas? (v.18 y 19).
Jesús, cuando los apóstoles regresaron de su misión se reúne con ellos y dialoga sobre lo que habían hecho y enseñado. Es una invitación a nosotros para ser expresivos y comentar en los grupos y en familia, aspectos personales y también sobre lo que hemos sentido frente a los hechos de una  política corrompida. Por ejemplo: ¿Qué mensaje da el profeta al pueblo de entonces? ¿Qué mensaje a nosotros hoy?
Pero el diálogo también debería extenderse a nuestras actitudes frente al cuidado de la naturaleza. Por ejemplo, ¿Qué mensaje religioso da el profeta al pueblo de entonces? ¿Qué mensaje a nosotros hoy?  ¿Qué tipo de actitudes debemos fomentar en nuestra sociedad para agradecer y conservar la naturaleza que el Señor nos ha regalado?
Después Jesús invita a sus discípulos a descansar y pasar en barca hasta un lugar despoblado. Pero al desembarcar y ver la multitud que lo sigue, siente compasión, “porque andaban como ovejas sin pastor y entonces comenzó a darles muchas enseñanzas” (Mc 6, 34). ¿De qué enseñanzas sociales estamos más necesitados nosotros hoy?

DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo, por José Martínez de Toda, S.J., Domingo 14B TO – "Y los fue enviando de dos en dos", 15 de julio de 2012

Y los fue enviando de dos en dos (Mc 6, 7-13)
( martodaj@gmail.com)
Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy nos presenta a Jesús en pleno entrenamiento de sus discípulos. La primera etapa ha sido estar con Él y aprender su mensaje. En esta segunda etapa Jesús los envía a predicar por los pueblos vecinos, y les da consejos muy concretos. Escuchémoslo.

Lectura del santo evangelio según San Marcos (Mc 6, 7-13)

NARRADOR/AEn aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:
JESÚS – Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de allí. Y si un lugar no les recibe ni les escucha, al irse sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa.
NARRADOR/A – Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.



Pregunta 1 –  Si Jesús sabía que iba a morir pronto, ¿cómo preparó a quienes pudieran continuar su obra?
<El gran músico Puccini compuso varias óperas famosas. Pero en 1922, cuando está escribiendo Turandot, se le declaró un cáncer mortal. Puccini dijo a sus discípulos:
-       "Si yo no termino esta ópera, quiero que ustedes, mis discípulos, la terminen por mí".
Poco después moría. Sus discípulos pusieron manos a la obra y cuatro años más tarde, en 1926, la ópera Turandot se estrenaba en Milán. La ópera comenzó y funcionó a la perfección. Pero, cuando terminó el último trozo de la parte de Puccini,  el director de la orquesta se detuvo, se dirigió al público y llorando dijo:
-       "Hasta aquí el trabajo del maestro".
Un gran silencio embargó el teatro. Pero el director enarbolando la batuta, y entre lágrimas y sonrisas, exclamó:
- "Y aquí comienza el trabajo de sus discípulos". Y continuó la ópera hasta el final> (Félix Jiménez, escolapio).

Jesús hace como todo líder sabio, perspicaz y realista: prepara su equipo, sus seguidores. Pero además Jesús no piensa eternizarse como líder. No quiere hacerse ‘el imprescindible’. Quiere dejar su puesto a otros. ¿Cómo los prepara?
1) Primero: hace que los discípulos estén con Él, que se sientan a gusto con Él, que tengan confianza en Él, que se sientan aceptados por Él. No se trata de aprender las cosas por un libro, sino de identificarse con Él, vivir como Él. Así se asimila y se aprende mejor su mensaje.
2) - Segundo: "Jesús los envió" como en plan de prueba. No es una iniciativa  de los discípulos. La palabra “apóstol” significa “enviado.”
3) - Tercero: Los envía de dos en dos.

Pregunta 2 – ¿A qué los envía Jesús?
Los apóstoles se ponen a hacer estas dos cosas:
1)    Predicar la conversión (metanoia en griego). También comenzó su predicación diciendo: “¡Conviértanse!” (cf. Marcos 1, 15) a los valores de la solidaridad, paz, amor, ayuda mutua, alegría, colaboración.
2) Curar enfermos. “Ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”. En aquella cultura se valían de las cualidades fortalecedoras y curativas del aceite.
Pregunta 3 – ¿Qué recomendaciones les da Jesús?
-No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino, sino sobre los espíritus inmundos. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.
Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de esclavitudes que deshumanizan, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.
-El Maestro los envía pobres, “ligeros de equipaje”: sólo con un bastón, con sandalias y con una túnica sola. Los envía como caminantes e itinerantes. Nunca instalados. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.
No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes.
¡Dios proveerá! Empezar una travesía sin provisiones es un profundo acto de fe.
Vestirán como los demás. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.
Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte en cruz, nos propuso un estilo de vida austero que nos enriquece con su pobreza.

Pregunta 4 – ¿Es fácil cumplir la misión que nos encomienda Jesús?
No tanto. Surgen problemas y rechazos. Puede ser que no nos acojan ni reciban.
Así le ocurrió a Él mismo, a los profetas del Antiguo Testamento y a los mismos Apóstoles. Precisamente la Primera Lectura de la Eucaristía de hoy (Amós 7, 12-15) nos habla del profeta Amós, el llamado “profeta de la justicia social”: cómo fue rechazado por sacerdotes, políticos y aristócratas.
La iglesia no es un club privado de quienes se reúnen para pasarlo bien, sino un grupo de creyentes, llamados a ser testigos de la fe en Cristo y del amor de Dios, en un mundo cada día más pagano y lleno de injusticias.

Pregunta 5 – ¿Por qué los envía de dos en dos?
1) Primero: Un compañero da fuerza – “Porque si cayeren, el uno levantará á su compañero: mas ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiástico 4:10).
2) Segundo: La compañía de una segunda persona da credibilidad. El Deuteronomio (15:19; 17:6 y 19:15) requiere dos o tres testigos para poder culpar a una persona de un crimen, porque un solo testigo es más apto a hacer un error. Y aunque de ellos sólo hablara uno, el otro debía estar presente, a su lado, para confirmar su testimonio y así darle validez. Esta práctica se aplicó a otros campos.

Pregunta 6 – ¿Tenemos garantía de éxito?
En realidad somos muy poca cosa. Pero la segunda lectura de hoy (cf. Efesios 1, 3-14) nos dice que, por iniciativa de Dios, somos hijos de Dios. Esto es lo más grande. Y nos ha elegido para realizar su Plan. Con él haremos maravillas.
El plan de Dios sobre la humanidad y el mundo no es su destrucción, sino llenarlo de amor. Es elevar estas realidades terrenas al vértice de su plenitud. Es lo que S. Pablo llama ‘recapitular todas las cosas en Cristo’.
Y a nosotros sólo nos queda darle gracias a Dios. La acción de gracias ocupó un puesto muy importante dentro de la oración de Jesús. Los sabios de Israel decían que en el mundo futuro sólo quedará la acción de gracias. Ya no será necesario pedir perdón ni suplicar favores ni confesar pecados. Delante de Dios sólo tendremos una oración de gratitud.
Esto es precisamente lo que significa ‘Eucaristía’ = acción de gracias.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. En ella le damos gracias por habernos elegido a ser los proclamadores de la Palabra en la familia, en el país y en el mundo.
FIN

Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo XV del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 6, 7-13) 15 de julio de 2012

“Les ordenó que no llevaran nada para el camino”

Cuentan que una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que éste viera cuán pobres eran las gentes del lugar. Estuvieron por espacio de un día y una noche en la casa de una familia campesina muy humilde. Compartieron con ellos las comidas y el descanso. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: "¿Qué te pareció el viaje?". "¡Muy bonito papá!". "¿Viste qué tan pobre puede ser la gente?". "¡Si!". "¿Y qué aprendiste?"

"Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en la sala, ellos tienen millones de estrellas que titilan toda la noche. Nuestro patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo un horizonte de patio. Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo". Al terminar el relato, el padre se quedó mudo... Y su hijo agregó: "¡Gracias Papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!".

Hace algunos años, en las calles de Bogotá se vendió a montones un libro titulado: "Padre rico, padre pobre", que ha dado mucho qué pensar a los que viven para trabajar y no trabajan para vivir... Numerosas personas en nuestra sociedad no paran de buscarse los medios para disfrutar de una vida cada vez más cómoda, pero nunca llega el momento de detenerse a descansar y a disfrutar de lo que se tiene... Este libro presenta la idea de hacer del dinero sólo un medio para vivir mejor, y no un fin que se convierte en ídolo y nos esclaviza. A este propósito, don Alfredo, un habitante del barrio El Dorado, donde viví hace algún tiempo, me decía un día: "Padre, yo me doy el lujo de ser pobre..." Y no le falta razón, pues vive pobremente su ancianidad, pero dedicado a leer libros que siempre había querido leer, y gozando de la vida familiar, como nunca antes lo había hecho…

Jesús envía a sus discípulos de dos en dos y les da unas instrucciones muy precisas: "Les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar bolsa ni pan ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de repuesto". En estas condiciones de pobreza radical, el ser humano se abre a lo que le llega de una manera inesperada. Cuando nos apoyamos sólo en los medios para realizar nuestra misión, no somos capaces de descubrir una infinidad de riquezas que nos han sido regaladas por Dios con una generosidad infinita.

Predicar en pobreza es predicar la misma pobreza evangélica y la vida sencilla. La vida misma del apóstol se hace predicación. En un contexto como el nuestro, en el que los medios son cada vez más abundantes, no deja de incomodar y de resultar casi escandalosa esta invitación. Pero Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte en cruz, nos propuso un estilo de vida austero que nos enriquece con su pobreza y nos abre una infinidad de posibilidades que no alcanzamos a imaginar. Como el niño rico que fue de paseo al campo, podremos apreciar la riqueza de una amistad, un paisaje, un beso, una sonrisa… Algún día sabremos lo ricos que podemos llegar a ser.
Hermann Rodríguez Osorio es sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Si quieres recibir semanalmente estos “Encuentros con la Palabra”, puedes escribir a herosj@hotmail.com pidiendo que te incluyan en este grupo

El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XV Domingo del Tiempo Ordinario -B-, Julio 15 de 2012






Llamó Jesús a los Doce y empezó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malignos. Les encargó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón; que no llevaran pan, ni provisiones, ni dinero. Que podían llevar sandalias, pero que no llevaran dos túnicas. Y les decía: “Cuando se hospeden en una casa, quédense allí hasta que se vayan de aquel lugar. Y si en algún lugar no los reciben ni quieren escucharlos, al salir sacudan de sus pies hasta el polvo que se les haya pegado: será una acusación contra esa gente”. Los discípulos se fueron, y con su predicación llamaron a todos a volver a Dios, expulsaban muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (Marcos (6, 7-13).

1. Dios elige, llama y envía a cada cual para realizar una tarea específica
En el siglo VIII antes de Cristo, un “pastor y cultivador de higos” de nombre Amós, quien nos cuenta su propia vocación en la primera lectura (Amós 7, 12-15), fue llamado y enviado por Dios para realizar la tarea de los auténticos profetas -porque también existían entonces los profetas falsos-. En dicha primera lectura se cuenta que Amasías, sacerdote del Templo de Betel (centro del culto en el reino del norte llamado Israel que después de Salomón se había separado del reino del sur llamado Judá, donde estaba el Templo de Jerusalén), le dijo a Amós que se fuera al sur porque su predicación le resultaba incómoda a Jeroboam, el rey del norte (Amós 7, 10-11). Y la respuesta de Amós significa que él no era ningún vidente o adivino ordinario -como lo eran los falsos profetas que adulaban al rey en su palacio-, sino que había sido llamado por Dios para hablar en su nombre -y esto es lo que quiere decir el término profeta, proveniente del griego-. Así lo hizo, denunciando la idolatría y la injusticia, como también anunciando la salvación para quienes se convirtieran a Dios.
Siete siglos después, Jesús escoge a doce de entre sus discípulos o seguidores, a quienes llama apóstoles -otro término proveniente del griego que significa enviados-, y les confía la misión de invitar a todas las personas a convertirse, es decir, a reorientar sus vidas hacia Dios, y de liberarlas del mal con el poder del Espíritu Santo.
En el siglo I de la era cristiana,  san Pablo, que no había formado parte de los primeros Doce, recibiría asimismo el título de apóstol al ser escogido por Cristo resucitado para proclamar su mensaje salvador a los llamados “gentiles”, que no pertenecían al pueblo judío. Entre ellos se contaban los primeros cristianos de la ciudad de Éfeso en el Asia Menor (hoy Turquía), a quienes dirigió la carta de la cual está tomada la segunda lectura (Efesios 1, 3-14) y que justamente comienza, en  sus dos primeros versículos, con una presentación que hace Pablo de sí mismo como “apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios” (Efesios 1, 1).
También nosotros los bautizados y confirmados en la Iglesia o comunidad de los seguidores de Jesucristo en este siglo XXI,  hemos sido elegidos y llamados por Él a realizar una misión concreta, una tarea específica que el Señor le ha señalado a cada cual para colaborar con Él en el cumplimiento de su plan universal de salvación. Reconozcamos esta misión y preguntémonos cómo la estamos cumpliendo.

2. Jesús envía a sus apóstoles de dos en dos, dándoles poder para predicar y sanar
En la tradición jurídica del judaísmo, para que fuera válido y creíble un testimonio tenía que ser dado al menos por dos personas que coincidieran en su contenido. Este es el sentido originario de esta forma de enviar Jesús a sus discípulos -de dos en dos-, a lo que podemos agregar el de ayudarse mutuamente para la realización de la tarea.
Otro tema que llama la atención es la instrucción que les da para llevar a cabo la misión. En cuanto a qué pueden y qué no deben llevar, es significativo que lo permitido sea lo relacionado con el hecho de ponerse en camino -el bastón, las sandalias y una sola túnica-, mientras que todo lo demás que necesiten se supone que van a obtenerlo de las comunidades a las que se dirigen, como contribución por el trabajo que realicen en ellas. Pero más allá de estas especificaciones, lo que en el fondo significa la instrucción de Jesús es que deben ir ligeros de equipaje, sin apegos materiales que les impidan la agilidad requerida para el camino, confiados plenamente en el poder de Dios que les da la energía espiritual necesaria.
Termina la instrucción de Jesús a sus enviados con el símbolo de sacudirse el polvo de los pies. Es una forma de expresar, con un gesto, que la Buena Noticia que están llamados a proclamar puede ser rechazada en determinados ambientes, pero no por ello deben desanimarse en su trabajo. Por el contrario, deben buscar otros horizontes, con nuevos ánimos y dejando atrás todo lo que les impida proseguir su tarea.

3. Llamaron a todos a volver a Dios; expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban
El pasaje del Evangelio termina con una breve descripción de la tarea que comenzaron a realizar aquellos primeros discípulos, enviados por Jesús a proclamar su mensaje de salvación. Para describir esa tarea, se hace referencia a tres elementos esenciales: la invitación a la conversión, la “expulsión de los demonios” -es decir, de las fuerzas del mal-, producida por la acción renovadora del Espíritu Santo, y la unción de los enfermos con el óleo o aceite consagrado como signo de sanación -no sólo física, sino sobre todo espiritual y que corresponde a uno de los siete sacramentos de la Iglesia-.
Pidámosle al Señor que nos disponga a cumplir la misión que nos ha encomendado. En especial pidamos por el Papa y los obispos, sucesores de los apóstoles de Cristo, y por los presbíteros y diáconos que son sus colaboradores inmediatos. Asimismo pidamos por los religiosos y religiosas de vida consagrada, como también por los laicos (hombres y mujeres) comprometidos en variadas formas de colaboración al servicio del Evangelio, entre ellas la de proclamarlo en el ámbito de la familia. E invoquemos la intercesión de María santísima -cuya advocación como Nuestra Señora del Carmen celebra la Iglesia mañana 16 de julio- para que nuestro Señor Jesucristo, quien nos llama a todos -a cada cual con una vocación específica- a proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios con el testimonio de nuestra vida en el cumplimiento de las tareas específicas que nos ha encomendado, nos ayude a realizarla con la fuerza de su Espíritu.-

Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XV B (15-julio-2012)

1. Lecturas:
a. Profeta Amós 7, 12-15
b. Carta de san Pablo a los Efesios 1, 3-14
c. Marcos 6, 7-13

2. Las lecturas de este domingo hacen aportes muy significativos a la misión evangelizadora de la Iglesia pues describen, con precisión, los criterios con que Jesús envió a sus discípulos y narra la difícil experiencia vivida por el profeta Amós:
a. Al reflexionar sobre el evangelio subrayaremos los verbos utilizados pues son muy iluminadores para comprender el alcance de la tarea asignada por el Maestro.
b. En cuanto a la primera lectura, contiene experiencias que deben ser tenidas en cuenta para no caer en las trampas puestas por aquellos cuyos intereses se pueden ver afectados por el anuncio de la Palabra de Dios.

3. Empecemos por el texto del evangelista Marcos. Su lectura nos recuerda los procesos de formación que viven los jóvenes universitarios, que alternan las clases teóricas y el trabajo práctico, y esto les permite explorar las situaciones que más adelante encontrarán en su ejercicio profesional. Podríamos decir que los discípulos tienen unas prácticas apostólicas supervisadas por el Maestro, las cuales se desarrollan en tres momentos: la inducción, el trabajo de campo y la evaluación. Hoy fijaremos nuestra atención en la inducción que el Señor les hace, la cual queda claramente establecida en los verbos que utiliza:
a. “Llamó Jesús a los Doce”. Este breve texto nos recuerda que la evangelización no es una iniciativa de los individuos sino la respuesta libre a la invitación que nos hace el Señor.
b. “Los envió de dos en dos”. La invitación tiene un objetivo muy preciso: asumir una tarea dentro del plan de salvación. El que es enviado tiene la obligación de expresar, con la mayor fidelidad, los propósitos de aquel a quien representa. No le corresponde expresar sus posiciones u opiniones personales. De ahí la importancia de que los evangelizadores dejen a un lado las tentaciones de vanidad que los llevan a buscar el protagonismo. En la evangelización, el único protagonista es el amor infinito de Dios que nos hace partícipes de su vida a través de la Pascua de Cristo.
c. “Les mandó que no llevaran nada para el camino”. Algunos podrían considerar temeraria esta orden pues dejaría desprotegidos a sus enviados. Sin embargo, hay un sentido teológico profundo: la obra evangelizadora no puede buscar su seguridad y creer que es eficiente porque cuenta con abundantes recursos materiales. Es la obra de Dios y no el mercadeo de un producto o de un servicio.
d. “Y les dijo: cuando entren en una casa, quédense en ella, etc.” Jesús les da instrucciones sobre lo que deben hacer y decir cuando actúan en su nombre.

4. Ahora los invito a explorar brevemente la primera lectura, que es un texto del profeta Amós, quien era un personaje del siglo VIII AC, dedicado a las faenas del campo:
a. Su país se encontraba en un momento de expansión económica que coexistía con desgarradoras situaciones de inequidad social. Amós se siente llamado por Dios para denunciar las injusticias.
b. Como era de esperar, las denuncias del profeta generaron reacción en los que se sintieron afectados. Es doloroso identificar como promotor del complot contra Amós al sacerdote Amasías, que estaba al frente del santuario de Betel. Él representaba a una casta sacerdotal que le hacía el juego a la corrupción imperante; era una situación escandalosa de subordinación de la religión a la política. El sacerdote Amasías le dice al profeta Amós: “Vete de aquí, visionario, y huye al país de Judá; gánate allá el pan profetizando; pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque es santuario de rey y templo del reino”.
c. Nos encontramos ante una clara situación de subordinación de la Palabra de Dios a los intereses del gobernante de turno.

5. Estas lecturas de hoy, en las que el Maestro da las pautas para las primeras prácticas apostólicas de sus discípulos y se intenta silenciar la denuncia del profeta Amós, nos deben abrir los ojos respecto a la fidelidad del evangelizador a su misión:
a. El objeto del anuncio es Jesucristo resucitado y la vida nueva que Él ofrece. Hay que ser muy cuidadosos con la pureza del mensaje de manera que no se contamine de ideología.
b. Por una parte, hay grupos de interés que quieren que el anuncio evangelizador esté totalmente separado de cualquier reivindicación social; para ellos la fe es algo puramente individual y cultual, que se expresa en cantos, aleluyas y emotivas ceremonias. Nada más.
c. En el otro extremo, están aquellos que desean utilizar a la Iglesia para que avale sus plataformas políticas, sus procesos electorales actuando de legitimadora de opciones partidistas. La historia de la Iglesia está llena de episodios en los cuales ha caído en la trampa de las posiciones partidistas y su credibilidad ha quedado gravemente herida.

6. Que estas sencillas reflexiones sobre la misión que Jesús confía a los Doce y la persecución que sufre el profeta Amós nos ayuden a afinar el discernimiento para la actividad evangelizadora de la Iglesia, que no puede perder el rumbo apuntándole a objetivos e intereses diferentes.

domingo, 8 de julio de 2012

Biblia y Ecología, por Alejandro Londoño, S.J., Ciclo B, XIV domingo de tiempo ordinario - 8 de julio del 2012.

24. “CAJA DE RESONANCIA” (Macabeos y Tobías)
En el capítulo noveno, “Medio Ambiente y Guerra”, hemos aludido a los males causados en Centroamérica por los combates. Ahora es el momento de analizar los hechos presentados en los Macabeos. Los dos libros están rebosando de frases militaristas, como diríamos hoy.
Al menos  retomemos una: “Cuando vieron el templo desolado, el altar profanado, quemadas las puertas, la hierba crecida en los atrios como en el bosque y las montañas, y destruidas las salas, se rasgaron las vestiduras, se golpearon el pecho, se cubrieron de ceniza la cabeza, se postraron rostro en tierra, tocaron las trompetas y clamaron a Dios“ (I Mac 4,38-40).
De los Macabeos también rescataríamos el valor de una madre frente al martirio de sus hijos. En el campo ecológico también lloramos mártires. Por mencionar sólo uno, en Brasil es famoso Chico Mendes, defensor de la selva del Amazonas.
Se trata de Francisco Alves Mendes, nacido en Xapuri, luchador pacífico contra la extracción de madera y expansión de los pastizales sobre el Amazonas. El fundó un sindicato de recolectores de caucho con el fin de preservar la selva. Recibió dos premios, uno de la ONU en 1987 y otro de Better World Society por su trabajo. Lo asesinaron dos fazendeiros, que pagan su crimen en la cárcel.
Terminemos el “análisis ecológico” de estos textos  veterotestamentarios  con un libro que a juicio de la Biblia de América es como una caja de resonancia de todo el A.T. En efecto, en él se hallan presentes los principales géneros literarios. Se trata del precioso libro de Tobías.
Escrito a finales del siglo III a.C. Toda la ambientación es patriarcal. Se relata el viaje del hijo de Tobit hasta Ecbathana y su matrimonio con Sara, gente de su raza. Hay alusiones a la Ley de Moisés y referencia constante al Deuteronomio. Con citas explícitas de dos profetas, Amós y Nahum.
Más aún, con alusión al profeta Natán, al que mencionamos al tratar de crimen de David. Con himnos de sabor isaiano sobre la nueva Jerusalén y con salmos propios en las oraciones de Tobías. Ni siquiera falten consejos de tipo sapiencial.
Este contenido y estilo de carácter holístico, es el que deseamos también encontrar en los manuales y estudios sobre la Ecología. Nos gustaría ver en ellos el lenguaje científico, el estético, el sapiencial, el religioso, el pedagógico, el práctico. Incluso el político entendido en el pleno sentido de esta palabra.
No queremos afirmar con esto que un escrito sobre la problemática del Medio Ambiente, incluya todos los lenguajes anteriores, pero sí que no los excluya como por principio. A veces ciertos autores dan la impresión de emplear anteojos de un solo color.
Si el libro de Tobías se destaca por ser modelo de una narrativa popular, muy cercana a la zaga familiar y a las historias ejemplares, con un marcado acento sapiencial, no por eso se limita a exaltar sólo la importancia del matrimonio o de la familia. Incluye también la justicia social, el culto divino, el aprecio por la Creación.
Agradezcamos a Dios por habernos dado estos textos veterotestamentarios, por su contenido humano y ecológico. Y sobre todo por centrarnos en la obra creadora de Dios, como preparación para que Jesús viniera a ofrecernos desde ahora el Reino de Dios.
Sugerencias:
Antes de pasar al Nuevo Testamento, hacer por grupos un resumen de los visto en estos 24 temas. Se podrían dividir en 6 grupos y cada uno recordar 4 de los temas vistos. Terminar con una oración de agradecimiento al Señor.

DIÁLOGOS sobre el Evangelio del Domingo, por José Martínez de Toda, S.J., Domingo 14B TO – Profeta en su Tierra, 8 de julio de 2012

“Nadie es profeta en su tierra” (Mc 6, 1-6)
( martodaj@gmail.com)
Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy pinta el fracaso de Jesús en su pueblo. Pero Jesús siguió adelante en la proclamación de la Buena Noticia. Escuchémoslo.

Lectura del santo evangelio según San Marcos (Marcos 6, 1-6)

NARRADOR/AEn aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga: la multitud que lo oía, se preguntaba asombrada:
PUEBLO - ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí? Y desconfiaban de él. Jesús les decía:
JESÚS - No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
NARRADOR/ANo pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.






Pregunta 1 – ¿Cómo es posible que Jesús fracasara en Nazaret, su pueblo?
El fracaso es parte de la cruz de Cristo. Y Jesús fracasó varias veces.
Ya aparece al comienzo mismo del Evangelio de S. Juan: “Y los suyos no le recibieron”.
Después, un discípulo elegido por Él, Judas Iscariote, lo vendió por 30 monedas. Pedro negó que lo conociera. Los discípulos lo abandonaron en la Pasión, excepto Juan, que se queda para cuidar y acompañar a María, la Virgen.

Pregunta 2 – ¿Qué fue lo que le pasó esta vez en Nazaret?
Jesús residía en Cafarnaún, y de allí salía a recorrer las poblaciones vecinas, predicando la Buena Nueva del Reino de Dios, Reino de amor, de paz y justicia. De vez en cuando curaba a algún enfermo. En una de esas correrías llegó a Nazaret, al pueblo donde había pasado la mayor parte de su vida, aunque Él había nacido en Belén.
Durante una visita anterior, su familia “vino para calmarlo: porque decían: “Está fuera de sí”. (Marcos 3, 21).
En esta segunda visita lo tratan un poco mejor. Al menos lo invitan a hablar en la sinagoga. No les queda más remedio: Jesús tiene a sus discípulos con él, y esto le marca como Rabí.
La sinagoga es un centro religioso y social de la comunidad, y la enseñanza es una parte importante del trabajo de la sinagoga.  En una época en la que muchos no pueden leer, oír las escrituras leídas y explicadas en la sinagoga era la mejor manera de aprender sobre su herencia religiosa.

Pregunta 3 – ¿Cómo reacciona la gente?
La gente está sorprendida por la sabiduría de Jesús y las maravillas que hace. Ven que sabe leer y explicar las Escrituras. Parece que el pueblo responde de manera favorable y está orgulloso de este muchacho del pueblo, que ha llegado a ser tan importante.
Pero algunos comienzan a dudar y comentan entre ellos:
- “¿No es éste el carpintero, hijo de María? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace?”.
Estaban sorprendidos y admirados sí, pero no creyeron en Él. Los suyos, los de su casa, los de su pueblo, los líderes, no lo recibieron.
Curiosamente en vez de sentir respeto y cariño con quien les habla, sus palabras les ofenden.

Pregunta 4 – ¿Por qué rechazan a Jesús?
Hay tres posibles explicaciones:
- Primero: la gente se admira de su sabiduría, pero no lo acepta por su origen popular. Piensan que se trata de un muchacho local, que se hace el importante. No pueden creer que Dios se manifieste en lo humilde y lo cotidiano.
- Segundo: saben que Jesús no ha pasado por el entrenamiento formal por el que deben pasar los rabinos.
-          Tercero: los escribas que habían venido de Jerusalén, cuando su primera visita, habían esparcido rumores maliciosos sobre Jesús, diciendo “que tenía á Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios” (3:22). Y aquellas acusaciones no se habían olvidado.
Los vecinos de Jesús, por lo tanto, sólo están dispuestos a aceptar que él es simplemente un carpintero nada más.
Nunca ha sido fácil predicar en la misma tierra que nos ha visto crecer.
Con razón, a pesar de estar entre los suyos, Jesús no pudo hacer allí ningún milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.
El fracaso es también parte de nuestra vida desde pequeños, y hace falta mucha madurez y sangre fría para ir superando los sinsabores, que van viniendo, e ir avanzando en la vida.
El fracaso es algo común en la vida: en unos más, en otros menos. En deporte se dice: “Hay que saber perder”.
“Es más difícil destruir un prejuicio, que destruir un átomo” (Alberto Eisntein).

Pregunta 5 – ¿Cómo reaccionar ante los fracasos?
El ejemplo de Beethoven.
<El gran músico compositor Beethoven (1770-1827) nos da un ejemplo de cómo superar las dificultades. Estaba muy triste y deprimido por la muerte de un príncipe alemán,  benefactor suyo, que era, a la vez,  como un segundo padre para él. Pero además los síntomas  de sordera empezaron a afectarlo, convirtiéndolo en una persona nerviosa e irritable. Siempre llevaba consigo un cuaderno, en donde la gente podía escribirle, y pensó en suicidarse.
Una noche, una joven ciega, que vivía en el mismo edificio que él, le dijo, gritando a sus oídos:
- “Daría cualquier cosa por ver la luz de la luna”. Esto lo llevó a componer una de las más hermosas piezas de música de todos los tiempos: “Sonata Claro de Luna”
Beethoven sordo retrató, a través de una hermosa melodía, la belleza de la luz de la luna, para que la “viera” una muchacha ciega.
Años después de superar su angustia, su tristeza y su dolor, vino la incomparable
“Oda de la Alegría” de la Novena Sinfonía, su obra magna. Él dirigió personalmente el estreno de la Novena Sinfonía, en 1824, estando ya completamente sordo...
Pero pudo escuchar el aplauso ruidoso de un público emocionado.
Se dice que “La Oda de la Alegría” expresa la gratitud de Beethoven a la vida y a Dios, por no haberse suicidado.>

Pregunta 6 ¿Aquí en el evangelio se habla de ‘hermanos’ de Jesús. ¿Qué significa eso?
La palabra ‘hermano’ en aquel ambiente podía significar también parientes, primos, etc. En la lengua semita la palabra ‘hermanos’ tiene un sentido más amplio que en nuestra lengua, y puede referirse a la familia extensa e inclusive a todo el pueblo o zona residencial.

Despedida
Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Allí tomamos fuerza para superar nuestros fracasos alimentándonos con el mensaje de Jesús, la Comunión de su Cuerpo y su Sangre, y el contacto cariñoso con nuestros hermanos de comunidad.

FIN

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