domingo, 25 de noviembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 25 DE NOVIEMBRE SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO



Lecturas
1.      Daniel 7: 13-14
2.      Salmo 92: 1-5
3.      Apocalipsis 1: 5-8
4.      Juan 18: 33-37
Con este domingo concluye el año litúrgico (el próximo ya es primero de adviento, preparación a la Navidad). Esto del año litúrgico, valga la pena recordarlo, no es una simple formalidad eclesiástica, tiene un sentido profundo y es proponer a lo   largo del año las grandes etapas de lo que llamamos historia de salvación, la intervención liberadora de Dios en la realidad del ser humano para llevarlo a su plenitud trascendente.
Antes de entrar en la materia propia de hoy, veamos un sencillo esquema del año:
1.      Adviento, tiempo de esperanza y preparación para la venida de Aquel que viene enviado por Dios para ser nuestro salvador y liberador.
2.      Navidad, el Mesías ya está entre nosotros, se ha insertado en la realidad humana, en nuestra carne e historia.
3.      Tiempo ordinario, ocupa la mayoría del año. Una primera parte tiene lugar después de Navidad hasta Cuaresma; una segunda parte después de Pascua hasta Adviento. Es la cotidianidad asumida por Dios y vivida por nosotros como el tiempo en el que El interviene como sólo lo sabe hacer: salvando y liberando.
4.      Cuaresma, tiempo de revisión profunda de la vida, de hondos cuestionamientos, de disposiciones para la conversión, de preparación para la Pascua. Nos pone frente al drama de Jesús, perseguido, humillado, ofendido, juzgado, crucificado, muerto por la ignominia del pecado.
5.      Pascua, el Crucificado es ahora el Resucitado!  Dios ha legitimado toda su historia, incluída su dolorosa cruz, poniéndolo a su diestra como Señor de la historia.
Las lecturas que se proclaman en la Eucaristía son escogidas con ese mismo criterio, lo propio de cada tiempo y el sentido pleno del acontecimiento de Jesucristo. En el domingo hay una lectura del Antiguo Testamento, el salmo, otra del Nuevo Testamento y, siempre, como es lógico, el relato evangélico. Todo tiene una conexión y si lo examinamos en su totalidad podremos apreciar la coherencia general de todo el año.
Y ahora sí vamos a lo de hoy. En Jesús , Dios Padre se ha pronunciado decisivamente sobre el sentido de la historia de la humanidad y nos lo ha puesto a El mismo como sentido y plenitud. A esto se refieren todos los escritos del Nuevo Testamento y esta es la realidad que da coherencia y unidad a todas las comunidades del cristianismo primitivo que dan origen a estos escritos, y es lo que se transmite a la iglesia de todos los tiempos para mantener vigente esa totalidad de sentido.
Si comparamos a Jesús con los poderosos de este mundo: Alejandro Magno, Ciro, rey de Persia, Carlomagno, Carlos V, Luis XIV,Napoléon, Bolívar, Washington, Hitler, Mussolini, Somoza, los dictadores militares latinoamericanos, Amin Dada, etc., qué encontramos? En unos probablemente hubo justicia y rectitud en el manejo del poder, en los más, arbitrariedades, opresión, autoritarismo, tiranía, sojuzgamiento violento del pueblo y en definitiva concluímos que ni el poder ni los poderosos salvan  ni son portadores de un sentido trascendente para el ser humano y para su historia.
En un determinado momento son acatados, temidos, reverenciados, pero pasan, son efímeros, no trascienden, no constituyen una alternativa de significado pleno para la humanidad. En cambio sólo el amor es digno de fe. La manera como los israelitas entienden y viven a Dios es en su realidad concreta, en las experiencias cotidianas, y lo perciben fiel, amoroso, comprometido, en medio del pueblo. Los profetas bíblicos tienen como misión anunciar a este Dios y denunciar lo que no está de acuerdo con sus determinaciones de justicia, de misericordia, de amor.
Los cristianos primitivos, personas sencillas, pescadores, agricultores, seducidos por Jesús y por el Dios que El les presenta, encuentran a hora a una Padre totalmente volcado a la felicidad del ser humano, particularmente misericordioso con el pecador hasta el punto de reintegrarlo plenamente a la vida, solidario con los pobres y miserables, cercano, cálido, Dios de todas las horas, que se hace humanidad en la historia de Jesús, que no tiene nada de rey ni de poderoso señor de este mundo.
La profecía de Daniel – primera lectura de este domingo – lo vislumbra así: “su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin” (Daniel 7: 14). Su eternidad no le viene de ser de estirpe imperial sino de ser la evidencia con la que Dios apuesta para siempre por la felicidad humana, de tal manera que ninguna realidad de este mundo puede impedir que se realice esta intencionalidad liberadora de nuestro Dios.
Recordemos, por ejemplo, a aquellos hombres y mujeres que, en nombre de su fe en Jesucristo, han sorteado situaciones de extrema dificultad, persecuciones, cárcel, torturas, humillaciones de todo tipo, pérdida de sus derechos, muerte martirial, y constatemos  la reciedumbre de su actitud. Es claro que esto no puede provenir de una motivación humana, hay allí una realidad operante que da sentido a la vida y a la muerte de estos crucificados, porque su esperanza está más allá del horizonte. Así cobran sentido algunos de los testimonios que en COMUNITAS MATUTINA hemos puesto a consideración de sus integrantes como el Padre Maximiliano Kolbe, Santa Edith Stein, Monseñor Romero, y tantos otros con sus cruces inscritas en la del Señor Jesús.
El Apocalipsis, que es un escrito de esperanza plena en Dios, dice así: “Yo soy el alfa y la omega, el que es y era y será…..” (Apocalipsis 1: 8). En esta sencilla frase hay un condensado teológico de primera categoría: Jesús es la síntesis de la historia humana, porque en El Dios configura salvíficamente  la totalidad de todo lo creado.
Pero recordemos que esa plenitud realizada en Jesucristo ha estado precedida por una vida de anonadamiento, de vaciamiento de sí mismo, de total abnegación, de misericordia y compasión, de acercamiento a todas las pobrezas humanas, de reivindicación del ser humano, de rechazo al  poder, de la soberbia religiosa y moral, de servicio y solidaridad, de ir descalzo por las calles de la vida. Este es nuestro rey y esa es su lógica, y es fundamental para comprender y vivir por qué El es Señor de nuestra historia.
Así se expresa en el texto que Juan nos trae este domingo: “Mi reino no es de este mundo; si fuera de este mundo mi reino, mis servidores habrían peleado para que no me entregaran a los judíos. Ahora bien, mi reino no es de aquí” (Juan 18: 36). Por “mundo” el evangelio de Juan entiende lo que es contrario al proyecto de Dios: el desamor, el pecado, la injusticia, el poder, la injusticia, el desconocimiento de la dignidad humana, etc. Con tal lenguaje Jesús está explicitando que su reino es el de la donación de la vida hasta la muerte, el del amor sin límites, el de la pasión por el ser humano, el del servicio, el de una existencia libre de   ídolos y de razones para la arrogancia.
Este es el remate del año litúrgico. Estamos invitados, en nuestra oración de este domingo, a hacer un análisis de nuestra vida a la luz de esta “realeza” de Jesucristo.
-          Cuáles son los núcleos arrogantes de mi ser y de mi quehacer?
-          Soy proclive al poder, a los aplausos, al prestigio?
-          Lo que piensan y deciden los poderosos configura mis criterios para pensar y decidir?
-          Soy resistente al servicio y a la solidaridad porque pienso que eso me rebaja?
-          Mi concepción de la relación con Dios es jerárquica, lejana, fundamentada en categorías de poder?
-          Llevo una vida de derroche y  de gastos excesivos sin pensar en que esos bienes tienen una hipoteca social, como afirmó Juan Pablo II?
-          Jesús me seduce y propuesta es para mí la más seria alternativa para vivir con sentido?
Antonio José Sarmiento Nova,SJ
Alejandro Romero Sarmiento
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domingo, 18 de noviembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.     Daniel 12: 1-3
2.     Salmo 15: 5-10
3.     Hebreos 10: 11-14
4.     Marcos 13: 24-32
Como bien sabemos, el hilo conductor de la historia de los creyentes israelitas es su experiencia de Dios en la realidad de su vida, en sus experiencias, en los acontecimientos, tanto en los felices y plenos como en los tristes y dolorosos. La visión israelita de la historia humana es una visión teologal. Esto hace que todo su proyecto de vida y sus decisiones lo mismo que la orientación final de todo su proceso esté referida a esta fundamentación en Dios.
En esta perspectiva , podemos apreciar una determinada tendencia surgida en Israel, especialmente en momentos de crisis y desconcierto en el pueblo. Es la llamada apocalíptica: especie de lenguaje profético que anuncia la intervención de Dios para reavivar la esperanza, Dios que confronta las realidades injustas, pecaminosas, desordenadas, y que asume todo ese alejamiento de El para provocar un desenlace de sentido, de recuperación de la razón teologal para vivir con significado trascendente.
El texto de Daniel nos lleva por este camino: “serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora” (Daniel 12: 1). Miremos esto tanto en el plano de nuestras vidas individuales como en el colectivo y social: cuáles son las señales de “lo difícil” en esta historia nuestra? Rupturas afectivas, frustraciones profundas, falta de oportunidades, las consabidas problemáticas de violencia y pobreza, los desenfoques de la cultura, la seducción del poder y del dinero, la egolatría, el desprecio de la dignidad humana, la ausencia de sentido trascendente, el vacío ético.
Al constatar estos asuntos, que, por supuesto, son críticos y plantean exigencias muy hondas a la humanidad, no se trata de volver por los fueros de cruzadas fundamentalistas, de regímenes verticales y autoritarios, de reformas disciplinarias a sangre y fuego, esta es una tentación constante que propicia fanatismos e intolerancias.
Digamos más bien que se impone un serísimo control de calidad a la vida del ser humano, a las dinámicas sociales, a ciertos desvaríos que afectan negativamente nuestra existencia. Se trata de tomar en serio la vida, nuestra humanidad, la convivencia social, los valores inherentes a nuestra dignidad, y de tomar un rumbo con sentido trascendente. Tengamos presente las grandes decadencias de la historia: el imperio romano, las sociedades seducidas por el vano honor del mundo, y veamos que sus respectivos proyectos fallaron en lo fundamental.
Qué hacer? La búsqueda serena, discreta, del Espíritu; el rescate de la sabiduría, la ruptura con todo lo que nos paraliza, la superación de los miedos y de las idolatrías, el empeño por descubrir en cada ser humano una posibilidad de ideales compartidos y buscados con denuedo, el coraje de una existencia con talante ético y estético, la pasión por la justicia, el trabajo vivido como realización y servicio, la libertad para relativizar ideas, cosas, haberes , sabiendo que son medios y no fines, el respeto exquisito por cada ser humano y, en todo ello, el vislumbrar con ilusión la realidad de Dios como origen de toda esta búsqueda de plenitud.
Dice también este texto de Daniel que: “los maestros brillarán como brilla el firmamento, y los que convierten a los demás, como estrellas, perpetuamente” (Daniel 12: 3). Al identificarnos con estas palabras, veámonos como trabajadores del sentido, como hombres y mujeres empeñados en el significado último de la realidad, sin triunfalismo, con la bienaventurada humildad de quien se sabe inscrito en la tarea de la trascendencia.
Por esto, se impone seguir el esfuerzo por una sociedad más justa, por un mejor ser humano, por generar una cultura de convivencia, por hacer posible que el arte, la ciencia, el pensamiento, la religión, todo lo que surge de nuestro espíritu, esté al servicio de esta nueva humanidad de Dios.
Miremos con talante evangélico las señales de nuestro tiempo: con esperanza constatamos todas las realizaciones maravillosas y dignas de la humanidad, los logros en materia de libertad y derechos humanos, la seriedad en los criterios de justicia, el reconocimiento respetuoso de lo que es diferente de nosotros, el diálogo sensato entre diversas tradiciones religiosas, la cultura, como noble traducción del potencial de la humanidad; pero también con ojo avizor detectamos todo aquello que niega la humanidad, y nos ponemos ahí de “frente” para erradicar todo lo que es ajeno a la intencionalidad salvadora y liberadora de nuestro Dios.
Jesús es la gran evidencia de que este Dios ha entrado en nuestra historia para re-orientarla y abrirla al sentido pleno. En nuestro discernimiento estamos llamados a reconocer esta presencia: “Aprendan el ejemplo de la higuera; cuando las ramas se ablandan y brotan las hojas, sepan que está cerca la primavera. Lo mismo ustedes, cuando vean suceder aquello, sepan que está cerca , a las puertas” (Marcos 13: 28-29).
Vivamos también hoy nuestra propia experiencia apocalíptica, en el mejor y más saludable sentido de esta expresión. Sí, hay realidades sombrías, problemas de grueso calado, dificultades y sufrimientos, pero no estamos abandonados a nuestra suerte y a una frustración definitiva, porque el Dios que decidió hacerse historia, humanidad, en Jesús, lo ha hecho para que todo lo nuestro se redima, se re-signifique, viva para siempre, es decir, para que la esperanza de una vida apasionante, en constante proceso de trascender, sea la garantía de que somos ciudadanos del futuro, empezando ya en esta historia nuestra a anticipar esa plenitud del Padre en la realidad de Jesús, en la que El nos apropia para la más gozosa consumación de nuestra humanidad.
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

domingo, 11 de noviembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.     1 Reyes 17: 10-16
2.     Salmo 145 7-10
3.     Hebreos  9:24-28
4.     Marcos 12: 38-44
Una sugerencia evangélica para este domingo y….. para siempre: des-aprender! En la vida nos vamos llenando de “mapas mentales”, ideologías, posturas que no responden a la autenticidad de la vida, egoísmos disfrazados de “seriedad”, arrogancias, complejos de superioridad, ambiciones y codicias desmedidas, egos distantes del amor y de los afectos simples, riquezas y acumulados, le vamos “cargando ladrillos” a cosas que no representan ni amor ni libertad.
Las dos viudas que nos traen las lecturas de hoy, la de 1 Reyes y la de Marcos, son magistrales – evangélicamente hablando – en esto de enseñarnos a des-aprender. Ante el requerimiento de Elías, de un jarro con agua y de un trozo de pan, esta mujer responde: “Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos” (1 Reyes 17).
Ante la promesa de la abundancia de Dios por parte del profeta “ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías” (1 Reyes 17: 16).  Desde su gran pobreza, esta buena mujer dio todo de sí.
Es esta una historieta piadosa?  O más bien  hace parte de la narrativa de Dios que escribe densamente en la historia de los humanos desde la otra cara de la historia, desde la pequeñez, desde lo mínimo, desde lo marginal? Toda una lección para des-aprender nuestras “grandezas”, nuestras “riquezas”.
En el texto de Marcos dice que “entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo : cuidado con los maestros de la ley! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretextos de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa” (Marcos 12: 38-40).
Una evidencia más del cuestionamiento radical de Jesús a la soberbia, y a la vanidad, especialmente a aquella que se fundamenta en una pretendida superioridad moral y religiosa. E inmediatamente el relato evangélico marca el contraste con el donativo que hace nuestra segunda viuda, también desde su carencia: “les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12: 43-44).
Que esto que nos plantea la Palabra de este domingo sea una coyuntura liberadora para hacernos preguntas profundas , de gran calado, donde el interrogante no se queda solamente en las riquezas materiales, sino también en la “egoteca”, en la presunción de ser mejores que los demás, en el desprecio de los pobres y de los débiles, en el narcisismo, en el presumir de importantes, en la penosa feria de las apariencias.
El encuentro con Dios, el genuino!,siempre pasa por el vaciamiento, por la desposesión libre de todo lo que nos impide vivir la humanidad en el estilo en que El nos lo propone, hoy a través de dos sencillas mujeres, como tantas que seguramente encontramos en el diario vivir, y a las que a menudo pasamos por alto porque no hacen parte de nuestro círculo de intereses.
En esta fase final del año conviene empezar el balance de lo vivido, y dentro de eso el capítulo de “des-aprender” grandezas e importancias debe ser uno de especialísima dedicación, justamente para acceder a la libertad de los hijos de Dios, en el mejor estilo de Jesús. El mundo seguirá acosando con sus propuestas de autosuficiencia, de empoderamiento egoísta, y cada vez con mayor sutileza y sofisticación, pero el buen Dios, el Padre de Jesús, no bajará la guardia en su empeño por hacernos libres de todo este tinglado ficticio, de brillo externo, de vaciedad interior.
De acuerdo: vamos a “des-aprender”, las dos humildes viudas  israelitas son un icono estupendo para esta tarea!
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

Damos gracias a Dios por la vida de:
-         Jaime Martínez (unidos a su esposa Mery, a sus hijos Sandra, Camilo, José Luis, Jaime)
-         Ana María Hidalgo Jaramillo (unidos a sus padres Julio y María Cristina, a sus hermanos Juan Carlos y Francisco Javier, a su esposo, a su pequeño hijo)
-         Jorge Hernán López (unidos a su esposa e hijas)
-         Jarby Armando Pérez Amaya (sacerdote, unidos a su diócesis, a su familia)
-         Gerardo Arango Puerta (sacerdote jesuita, unidos a la Compañía de Jesús, a su familia)

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