domingo, 27 de enero de 2013

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 27 DE ENERO III DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Nehemías 8: 2-6 y 8-10
2.      Salmo 18: 8-15
3.      1 Corintios 12: 12-30
4.      Lucas 1: 1-4 y 4:14-21
Como bien sabemos, el pueblo Israel sufrió en su historia  muchas dificultades y crisis. Una de ellas es la cautividad en Babilonia, particularmente dolorosa y exigente porque supuso la pérdida de su territorio nacional, la destrucción de su templo como mayor emblema de su religión y el sometimiento a una potencia extranjera.
 Si tenemos una buena traducción de la Biblia, como la de Jerusalem, podemos revisar las introducciones que hay para cada libro, lo mismo que las notas de pie de página. Esto nos permitirá conocer mejor el contexto y el pretexto de cada texto bíblico.
El libro de Nehemías corresponde al retorno del cautiverio y a la reorganización religiosa, social y política de los israelitas, de nuevo en su territorio. Concretamente el texto que hoy se nos ofrece como primera lectura se refiere al nacimiento del judaísmo con su estructura fundamental de ley (la Torah) y de templo (el culto).
Aquí se presenta el libro de la ley a toda la asamblea de los creyentes: “Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo – pues estaba más alto que el resto de la gente – y al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie” (Nehemías 8: 5). La recuperación y explicitación de la Torah es factor decisivo para la reestructuración social, moral y religiosa de los israelitas, de nuevo libres y conscientes de la constante presencia liberadora de Yahvé.
No pensemos que se trata de hacer referencias a asuntos eruditos sino de constatar cómo se manifiesta Dios en la vida de una comunidad, y cómo esta manifestación da sentido de vida a los fieles, recupera la esperanza y los estructura nuevamente.
A raíz de esto, les proponemos pensar en los pueblos desestructurados por la guerra, por el desplazamiento forzado, realidad tan desafortunadamente común en la historia, y en la manera como esto colapsa una sociedad, maltrata su cohesión, afecta destructivamente su identidad  y desarma sus razones para vivir. Igual cosa podemos decir cuando esto sucede en el plano individual. Son auténtica catástrofes que desarticulan al ser humano y todas sus dinámicas.
Para la comunidad de Nehemías resulta decisivo el reconocimiento de la Torah, descubriendo en ella el modo concreto como Dios les quiere dar nuevo impulso, nuevas garantías, renovada esperanza. Si conocemos de cerca procesos de retorno y reorganización de desplazados apreciaremos mejor el significado de esta reflexión.
Para la oración de hoy está de una parte la insistencia solidaridad con estas comunidades pero también, remitiéndonos a cada uno de los integrantes de COMUNITAS MATUTINA, está el reto de hacer conciencia sobre este Dios que fundamenta nuestras vidas, las inserta en un contexto comunitario y formula unas exigencias que serán nuestra respuesta a El, en su deseo apasionado y siempre creciente de lograr lo mejor de lo mejor para nosotros.
Esto se reitera con la presentación que nos hace el relato de Lucas, Jesús inaugurando su misión pública: “Se levantó para hacer la lectura, y le entregaron el volumen del profeta Isaías. Desenrrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito: el Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lucas 4: 17-19). El es la razón de ser de la nueva comunidad de creyentes que se suscita con su ministerio, la Iglesia. El es el configurador, y lo inicia dando a entender los alcances de su servicio público.
En esta presentación que Jesús hace de sí mismo, se nos imponen tres actitudes: la de la plena confianza en El como enviado del Padre, la de cambiar nuestra mente y nuestro corazón totalmente hacia El, y la adoptar como nuestro su proyecto de vida siguiéndolo fielmente, porque un cristiano no es el que hace parte formal de la iglesia, sino el que resueltamente decide implicar su vida en la de Jesús, y esto con la mayor seriedad y responsabilidad.
El genuino Jesús es el que nos hace libre de toda atadura de pecado, de egoísmo, de afección desordenada, de injusticia, de muerte, y el que modela en nosotros la nueva humanidad que procede de Dios. Así como la Torah fue certeza de Yahvé que reconfiguró a nuestros antepasados israelitas, Jesús es, por excelencia, el reconfigurador de nuestra humanidad, con el anuncio de la Buena Noticia y con su implicación liberadora en nuestra historia.
Cabe aquí hacer una breve consideración sobre las presentaciones incompletas de Jesús, e incluso deformadas, que se traduce también en prácticas humanas y religiosas igualmente empobrecidas por no recibir en totalidad el anuncio liberador del Señor. Esto demanda la responsabilidad a cada cristiano, a los pastores de la Iglesia, a los educadores en la fe, a los teólogos y catequistas, para que su ministerio transmita cabalmente la visión total del Señor Jesucristo, insertos siempre en la fuerza testimonial de la Iglesia mismo y de todos los cristianos, algo parecido a lo que hace decir a Lucas: “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y testigos de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo todo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lucas 1: 1-4).

El compromiso central de la Iglesia es la evangelización y esta consiste esencialmente en presentar a Jesucristo como plenitud de vida y de salvación, procedente del Padre. Lucas, dirigiéndose a su amigo Teófilo, hace relación al testimonio de otros, dándoles el mayor crédito y situándose en la incipiente tradición de las comunidades del cristianismo primitivo. También nosotros hoy, después de veinte siglos de historia cristiana, nos compete el anuncio íntegro, y de tal manera que sea primero nuestra manera de vivir el aval y la garantía que persuada a otros a hacer parte de este camino.
La fidelidad se expresa igualmente en la fuerza significativa de esta comunicación, en su capacidad de responder a los interrogantes del ser humano, en encarnarse en las condiciones reales de su vida, en la oferta honesta de esperanza y sentido. Seamos abiertos al Espíritu para dejarnos saturar de Jesús, y para trabajar infatigablemente con la pasión de compartir la transformación y el gozo que El suscita en nosotros.
Oremos hoy por el descanso eterno de Mauricio París Santamaría, ingeniero javeriano,  y encomendemos con especial afecto a Zelma Echeverría, integrante de esta comunidad, residente en Quito (Ecuador).

lunes, 21 de enero de 2013

domingo, 20 de enero de 2013

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 20 DE ENERO II DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Isaías 62: 1-5
2.      Salmo 95 1-3 y 7-10
3.      1 Corintios 12: 4-11
4.      Juan 2: 1-11
El asunto de la esperanza es esencial para una vida verdaderamente humana, trascendente, con sentido. Sabemos bien que esta aspiración a una vida plena contrasta con las múltiples manifestaciones de precariedad que se nos presentan, muchas de ellas inevitables. Esto impone el trabajo permanente de la esperanza, del significado plenificante de todo lo que somos y hacemos.
El texto de Isaías, primera lectura de hoy, es excelente en esta perspectiva, refiriéndose a Jerusalem como símbolo de la nueva humanidad: “Jamás te dirán abandonada, ni a tu tierra dirán desolada, pues te llamarán “mi complacencia”, y a tu tierra, “desposada”. Porque Yahvé se complacerá en ti, y tu tierra será desposada” (Isaías 62: 4).
Tengamos como seguro que esta es una expresa referencia de Dios también a nosotros, y a los seres humanos de todos los tiempos de la historia que quieran acogerse a esta iniciativa. Bajo la figura nupcial, el desposorio, se explicita el deseo amoroso de Dios para contraer un vínculo indestructible con la ciudad elegida, que recoge en sí el simbolismo de todo el género humano. Cómo captar que esta es una esperanza cierta, real, posible? Cómo superar cierto tipo de discurso religioso que no comprende suficientemente esta apasionante alternativa?
Qué mensaje nos transmiten estas palabras: “Como un joven desposa a una chica, se casará contigo tu edificador; el gozo de un novio por su novia será el gozo de tu Dios por ti” (Isaías 62: 5). Definitivamente el lenguaje del amor es el más apto para comunicar la sensibilidad y cercanía de Dios con la humanidad, e igualmente para hablar de esperanza y de sentido.
Pensemos en tantos seres humanos cuya vida se vacía de significado, por tantas y tan contradictorias razones: guerra, violencia, pobreza, exclusión, fracaso. Qué reto nos plantean estos hombres y mujeres? Su dolor llega a nosotros y capta nuestra solidaridad? Nos sentimos trabajadores del sentido de la vida? Pasamos por la vida sin transmitir esperanza? Si tomamos en serio a este Dios que se casa con nosotros, es imperativo que tomemos en serio a esta legión de hermanos y hermanas que demanda cercanía, reconocimiento, razones para vivir, reorientación total de sus proyectos, siempre teniendo presente que si disfrutemos de una vida bella, plena, feliz, no lo podemos hacer en el ensimismamiento de los satisfechos sino en la más profunda y generosa solidaridad. Y todo esto en el mejor estilo de Dios, apasionante y enamorado Dios!
Este texto nos lleva directamente al relato de Juan, las bodas de Caná, que según este evangelista es el signo con el que Jesús inaugura su ministerio público. Jesús actuará siempre en nombre del Padre, comunicando eficazmente el deseo de implicarse con todos los humanos, de vincularse indisolublemente con nuestra condición; en definitiva, de contraer el vínculo esponsal. Toda la misión de Jesús se realizará en esta clave.
El vino significa gozo de vivir, ánimo espiritual, y en el relato evangélico se refiere al mismo Jesús que se nos ofrece como vitalidad definitiva, procedente de Dios. Se acaba el vino y la fiesta de la vida está en peligro de acabarse! Es también una relación al viejo orden religioso del judaísmo fundamentado en la observancia rigurosa de la ley y de los ritos, sin cabida para la conversión del corazón y para el amor liberador del Padre.
Con Jesús se inaugura un nuevo tiempo de esperanza y plenitud, que hace exclamar al maestro de ceremonias: “Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el inferior: Tu, en cambio, has reservado el vino bueno hasta ahora” (Juan 2: 10). Este signo marca el derrotero de la misión de Jesús, El mismo como oferta de sentido para todos los seres humanos, preferentemente para los más abatidos, olvidados, desconocidos, humillados, empobrecidos.
Qué exigencias hace esto a nuestra vida? Somos conscientes de que estamos ya en el “tiempo nuevo” de Dios?  Nuestro ser y quehacer están influídos por esta gozosa realidad teologal? Somos también capaces de realizar signos de vida para que otros beban el vino generoso en el que se nos sirve el mismo Jesús?
Papel discreto,  pero muy fecundo, el de María: “Al quedarse  sin vino, por haberse acabado el de la boda, le dijo a Jesús su madre: no tienen vino” (Juan 2: 3).  Elocuente advertencia de la madre, que complementa así: “pero su madre dijo a los servidores: hagan lo que él les diga” (Juan 2: 5). Ella, totalmente consciente del significado de la misión de su hijo hace esta “presión” para que la fiesta, en peligro de terminar, se siga celebrando de la mejor manera y con el mejor vino.
En este orden de cosas María viene a significar aquella persona totalmente saturada de Dios y, por lo mismo, comprometida con esa maternidad, modo humano que hace posible la inserción de Dios, su encarnación, en nuestra historia humana, como lo acabamos de explicitar en las celebraciones navideñas. Estamos abiertos a ser portadores de esta consciencia de Dios? Y, dentro de la misma lógica, a ser instrumento para que otros accedan a este beneficio?
El texto de Corintios viene como anillo al dedo al hablarnos de los dones del Espíritu – los carismas! – y de su origen: “hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos” (1 Corintios 12: 4-6).
Esto nos lleva a pensar en ese importantísimo esfuerzo de pensadores y de ciudadanos en aquello que llamamos el bien común, planteado desde Aristóteles en su “Política” y desde Platón en su “República”, y que ahora nos viene a través de otros importantes exponentes del pensamiento que pone sobre el tapete el asunto esencial de cada ciudadano como constructor de ese bien común, participando con los criterios de una ética cívica para hacer posible, la inclusión, el diálogo, la tolerancia, el respeto por la pluralidad de creencias, convicciones, ideas, actitudes. Un asunto en el que debemos seguir empeñados porque  los retos son inmensos y abundantes.
La sociedad, la iglesia, los diversos grupos humanos, son diversos, ricos en matices, expresivos de las individualidades, que han de empeñarse en dar lo mejor de sí para construír vínculos, comunión, solidaridad, cercanía, sin anular lo original de cada uno. Para los creyentes esta es tarea del Espíritu: “pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, que las distribuye a cada uno en particular según su voluntad” (1 Corintios 12: 11).
Lo mejor de todo esto es destacar que la Iglesia no es una comunidad uniforme, mandada de modo exclusivo y autoritario por unos pocos, sino un ámbito de diversos, todos animados por el espíritu de comunión y participación, entregando sus dones para que se realice con mayor perfección el deseo de Jesús.

Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

domingo, 13 de enero de 2013

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 13 DE ENERO EL BAUTISMO DEL SEÑOR



Lecturas
1.      Isaías 42: 1-4 y 6-7
2.      Salmo 28: 1-4 y 9-10
3.      Hechos de los Apóstoles 10: 34-38
4.      Lucas 3: 15-16 y 21-22
La  celebración de este domingo tiene que ver con tres realidades fundamentales de la vida de Jesús:
-          Es elegido por el Padre, es su predilecto, para realizar una misión de salvación-liberación, cuyo beneficiario directo es el ser humano de todos los tiempos de la historia.
-          Esta misión la hace con justicia, con rectitud, enderezando todo lo torcido por el pecado y el egoísmo.
-          Jesús se implica en la historia de su pueblo y de toda la humanidad, participa de su destino, pero lo saca del absurdo y de la muerte para situarlo en la perspectiva de la vida y de la plenitud de Dios.
Todo esto hace parte sustancial de aquello que en reflexiones anteriores hemos llamado “Dios con nosotros”, encarnado plenamente en nuestra realidad histórica, existencial. Esta constatación es clave para comprender el ser y el quehacer de Dios expresado plenamente en Jesús.
 Ojalá (expresión de origen árabe que significa literalmente “Dios quiera”: inshallah) que toda la dinámica espiritual que es posible vivir en COMUNITAS MATUTINA nos ayude a modificar de raíz un paradigma religioso del Dios lejano, inaccesible, al Dios que camina con nosotros, inserto en nuestra condición humana, tal como se evidencia en la revelación bíblica. Si esto es así, nuestra fe y nuestro estilo de vida – en todas sus dimensiones – cambiará cualitativamente y será mucho más esperanzador y cargado de sentido.
Consideremos las palabras de Isaías como delineadoras de la misión del siervo del Señor (prefiguración de Jesús en el Antiguo Testamento: “Yo, el Señor, te llamé, y te tomé por la mano, para que seas instrumento de salvación; yo te formé, pues quiero que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones. Quiero que des vista a los ciegos, y saques a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad” (Isaías 42: 6-7).
El Padre opta preferencialmente por el hijo -  es un asunto de lógica elemental ¡ - ,( todo padre y madre disfrutan plenamente con sus hijos y no tienen mayor preocupación e interés que se crecimiento cabal),  y se complace en El, como lo reitera el texto de Lucas: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido” (Lucas 3: 22).
Estas no son consideraciones abstractas ni figuras de adorno en el texto. Se está haciendo patente que Dios para venir a la humanidad opta por adentrarse plenamente en todo lo humano y para eso su Palabra se hace carne, historia, realidad, vida cotidiana, en la persona de Jesús de Nazareth. Lo que se completa – y esto de modo decisivo! – afirmando que Dios al elegir a su Hijo elige también a la humanidad, la opción preferencial de Dios es el ser humano y su plenitud. Esto tiene unas consecuencias colosales para que todo lo nuestro no perezca en el momento de la muerte o se desbarate con las constantes manifestaciones de la fragilidad que nos es inherente.
Por eso da tanta pena ver interpretaciones y prácticas del cristianismo que se reducen a devociones individuales, a pietismos desencarnados, a observancias de ritos formales, a fundamentalismos y posturas autoritarias, lo mismo que a  procesos de fe que no son educados de forma adecuada con la lógica salvadora que se nos evidencia en la Biblia. Y desafortunadamente no son pocos los ministros que inculcan estas distorsiones en sus creyentes!! Empobrecen el hecho cristiano y dan pie para que muchos se alejen de este camino.
El mesianismo que se perfila en el texto de Isaías marca un contraste radical con la expectativa de salvación que tenían muchos en Israel, aspirantes a un Mesías poderoso, espléndido de poder y prestigio, espectacular: “No gritará, no levantará la voz, no hará oír su voz en las calles, no acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Verdaderamente traerá la justicia” (Isaías 42: 2-3).
Y así fue Jesús, tal como consta en los evangelios y en los escritos del Nuevo Testamento: un salvador sometido a las fragilidades humanas, humillado y ofendido por los dirigentes de su propia religión y por su pueblo, crucificado, con lo que somete a juicio a todos los poderes de este mundo y quiebra la lógica habitual de los humanos. Este es el Dios que reivindica la dignidad humana y que la abre a la trascendencia plena, el que, desde su nacimiento en los extramuros de Belén hasta su muerte en Jerusalem también fuera de la ciudad, nos habla de otro tipo de proyecto, de talante, el del anonadamiento en el amor total al Padre y a todos los humanos, sin excepción.
Por esta razón hemos traído a colación con bastante frecuencia el ejemplo de hombres y mujeres, excepcionales seguidores de Jesús, que se han destacado por haber asumido el mismo estilo humilde y crucificado de su Señor:
-          Como el Padre Damián, que en la isla de Molokai, se dio plenamente a los leprosos, hasta contagiarse él mismo de esta enfermedad y morir a causa de ella.
-          Como Monseñor Romero, que se puso de parte de su pueblo vilipendiado por los poderosos de El Salvador, hasta ser asesinado  por ellos porque no soportaban la denuncia profética que hacía y su condición de justo insobornable.
-          Como la jovencita Inés, que en los primeros siglos de la historia cristiana, no se inclinó para rendir culto al emperador de Roma, y muere mártir por esta razón.
-          Como la vigorosa Teresa de Jesús que emprendió la reforma de su orden religiosa, a sabiendas de que esto le  valdría incomprensiones y desacatos.
-          Como Maximiliano Kolbe, el valiente franciscano que ofreció su vida en un campo de concentración para que no fuera sacrificado por los nazis un padre de familia.
-          Como tantos-as que silenciosa y discretamente hacen de su vida una ofrenda al amor del Padre y de los hermanos, en el mejor estilo de Jesús.
La misión de Jesús es desde la cruz con los crucificados del mundo. Esto nos propone un imperativo a los cristianos, que es trabajar para que todo en la Iglesia sea como Jesús, desechando arrogancias, triunfalismo, poder, afán de prestigio social, criterios mundanos, filtraciones egoístas. Los recientes escándalos de pederastia por parte de sacerdotes y religiosos, los manejos de las finanzas eclesiales, los silencios inaceptables, son una oportunidad extraordinaria de purificación y crecimiento en este Señor crucificado y débil, pero contundente en el lenguaje del amor y de la total coherencia con el proyecto del Padre.
El movimiento de conversión que suscita Juan Bautista con su predicación severa, exigente, confrontadora, pone el dedo en la llaga de realidades de aquel tiempo de Jesús: la religión ritual sin conversión del corazón, la convivencia de los dirigentes judíos con el poder romano, las excentricidades de Herodes y de su gente, que no se compadecían con las condiciones en que malvivían la mayoría de sus contemporáneos. Juan se va al desierto, predica fuera de la ciudad santa,  e invita a quienes deseen aceptar su mensaje de invitación a un nuevo estilo de vida, a que reciban el bautismo (que no es el sacramental cristiano), como señal de esta decisión reorientadora.
Jesús, partícipe del destino de su pueblo, escucha al profeta y viene al Jordán para hacerse bautizar, lenguaje elocuente de encarnación, de compromiso con esta historia necesitada de un nuevo sentido, el de Dios, el del amor, el de la justicia.
Esto lleva a Pedro, en el relato de la segunda lectura, a dar testimonio de estas realidades decisivas de salvación: “Ustedes ya saben lo que pasó en toda la tierra de los judíos, comenzando por Galilea, después que Juan proclamara que es necesario bautizarse. Saben  que Dios llenó de poder y de Espíritu Santo a Jesús de Nazareth y que este anduvo haciendo el bien y sanando a cuantos sufrían bajo el poder del diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10: 37-38).
Estas palabras de Pedro se dan en presencia del centurión Cornelio y de otros gentiles (nombre que se da en la mayoría de las traducciones castellanas de la Biblia a los paganos, a los no judíos), con lo que también se está poniendo de presente que la Buena Noticia de Jesús y su acción salvadora supera las barreras religiosas y culturales del mundo judío, con clara intención incluyente y universal.
 Cornelio es un hombre justo (cfr. Hechos 10: 1-2), y su actitud mueve a Pedro a cambiar de mentalidad con respecto a los gentiles: “Ahora entiendo que verdaderamente Dios no hace diferencia entre una persona y otra. Dios acepta a quienes le reverencian y hacen lo bueno, cualquiera que sea su nación” (Hechos 10: 34-35).  El mesianismo de Jesús no tiene fronteras ni hace acepción de personas!
Con esto, tenemos suficientes contenidos para considerar en nuestra oración de este domingo y de la semana que comienza. Tengamos la osadía de dejarnos llevar por el Espíritu!
Antonio José Sarmiento Nova,SJ
Alejandro Romero Sarmiento

domingo, 6 de enero de 2013

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 6 DE ENERO SOLEMNIDAD DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR



Lecturas
1.      Isaìas 60: 1-6
2.      Salmo 71: 1-2 y 7-13
3.      Efesios 3: 2-6
4.      Mateo 2: 1-12
Epifanìa viene de la expresión griega “epifaneia” (epifaneia) que significa manifestación. En el contexto que nos ocupa hoy se trata de la manifestación de Dios a la humanidad, en su historia concreta, siguiendo lo que ya hemos propuesto en ocasiones anteriores: que la revelación de Dios acontece en la realidad histórica del ser humano y que se vale de esto humano como su lenguaje preferencial, lo que no es algo casual sino el talante propio suyo: Dios està en nuestra historia y en ella se nos comunica humanamente – Jesucristo, la Palabra encarnada – para orientar todo lo nuestro hacia su plenitud.
Lo primero que hay que destacar en esta solemnidad es que el don que de sì mismo hace el Padre en Jesùs es para toda la humanidad, sin excepciones, no es un beneficio exclusivo para el pueblo judío. Jesùs es universal, es para los seres humanos  de todos los tiempos, esto en abierta contraposición con el elitismo religioso y moral de los judíos de aquel tiempo, que se sentían los únicos destinatarios de la salvación ofrecida por Dios, considerando que todos los demás eran de condición inferior por esta razón.
En la primera lectura se habla de bendiciones especiales para Jerusalem, la ciudad sagrada. Esta nueva Jerusalem de la que habla Isaìas es un símbolo de la humanidad entera: “levanta la vista y mira y mira a tu alrededor: todos se reúnen y vienen a tì; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos” (Isaìas 60: 4). Bien sabemos que esta ciudad es patrimonio de las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el Islam, el cristianismo; esto a menudo se ve afectado con las grandes desavenencias que en ella ocurren, especialmente entre los israelitas contemporáneos y los palestinos, estos últimos fuertemente afectados por la política intransigente del estado de Israel: un verdadero contrasentido!!
En nuestra oración de hoy estamos llamados a mirar esta dimensión de universalidad. Si bien somos cristianos, seguidores de Jesùs, muchos en la comunión católica, y otros en las iglesias surgidas de la Reforma, es preciso recordar que a menudo hemos pecado como los judíos del siglo primero, por sentirnos dueños de la verdad, y por desconocer el significado y el valor de otras tradiciones religiosas, en las que estupendos hombres y mujeres también caminan hacia Dios con sinceridad y rectísima intención. Que la esperanza que ponemos en Jesùs, salvador universal, haga de nosotros personas abiertas y dialogantes, sin sacrificar lo especìfico de nuestra identidad cristiana y, justamente por ser asì, llamados al encuentro fraterno con los creyentes de todas las religiones. A esto nos ha invitado el Concilio Vaticano II en su declaración sobre la libertad religiosa.
Gran parte de la guerra y de la violencia que se ha dado y se da tiene su causa en la intransigencia religiosa y en el desprecio de unos creyentes hacia otros. Ante el misterio de Belèn oremos con mente y corazón limpios, y preguntémonos si también nosotros nos hemos sido triunfalistas en este sentido, arrogantes, como los maestros de la ley, a quienes Jesùs cuestionò tan severamente.
El salmo 71 reconoce a este Mesìas universal como : “ que èl defienda a los humildes del pueblo, que salve a los necesitados y aplaste al opresor” (Salmo 71: 4), o “que se postren ante èl todos los reyes, y lo sirvan todas las naciones. Porque èl librarà al necesitado que suplica , al humilde que no tiene defensor” (Salmo 71: 11-12). Esta es la gran esperanza de quienes tradicionalmente han vivido sin ella, porque no les es permitida por los poderosos.
De què manera mis convicciones de cristiano me llevan a ser portador de esta esperanza para tantas personas afectadas por el desencanto, la ausencia de ilusiones? Soy un empecinado trabajador del sentido de la vida según Jesùs de Nazareth? Me tomo en serio esta condición? O mi cristianismo flota en las nubes de un pietismo individualista desconectado de la realidad del mundo sufriente?
Y también: soy un creyente sinceramente ecuménico, universal, dispuesto al diálogo, o pertenezco a grupos de mentalidad conservadora, recalcitrante, incapaces de diálogo y de gozosas epifanías?
Esta vocación universalista la ratifica Pablo con estas densas palabras, en la segunda lectura de este domingo: “un plan que consiste en que todos los pueblos comparten la misma herencia, son miembros de un mismo cuerpo y participan de la misma promesa en Cristo Jesùs por medio del evangelio” (Efesios 3: 6). Conviene también recordar que la palabra católico , que viene del griego “catholicòs” (catolikos) significa universal. Debemos desarrollar un profundo trabajo espiritual para que esta denominación tenga su genuino contenido en nuestra pràctica cotidiana.
Es penoso, lamentable, constatar el espíritu cerrado de muchos grupos de cristianos, tanto en la comunidad católica como en la reformada, siempre recelosos de los demás, prevenidos, autosuficientes, desentendidos de la dialéctica de la vida y de la historia, con posturas acrìticas  y poco vinculantes. Seamos dòciles al Espìritu para que la epifanìa de Dios nos haga cristianos ecuménicos, abiertos, respetuosos de las diferencias, fraternos, solidarios, como el Señor Jesùs.
La leyenda de los reyes sabios venidos de oriente, que nos refiere el texto de Mateo, es un bellísimo relato de hondo contenido teologal que viene a rematar este deseo universal de Dios en la manifestación de su hijo en nuestra historia. Ellos significan a los hombres que, desde diversos contextos socioculturales y espirituales, buscan a Dios y , en El, el genuino sentido de la vida: “entraron en la casa, vieron al niño con su madre Marìa y lo adoraron postrados en tierra” (Mateo 2: 11).
Tambièn en el relato evangélico de este domingo advirtamos el siguiente contraste: el rey judío Herodes, miembro del pueblo elegido, indaga afanosamente por el lugar del nacimiento del niño que buscan los sabios de oriente, pero la suya es intención maligna: quiere matarlo; en cambio, estos extranjeros hacen su búsqueda con total honestidad, e insisten en buscar la señal que los guiarà: “al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría” (Mateo 2: 109. Sin palabras….Cuàntos que no son del mundo cristiano buscan a Dios con la màs exquisita pasión en pos de la verdad, cuàntos de ellos son personas de la màs radical coherencia!
Què nos dicen los sabios buscadores del oriente? Es la nuestra una búsqueda constante del Señor? Nos dejamos sorprender por la manifestación-manifestaciones de Dios en nuestra historia? O, estamos acomodados en la zona confortable e instalada donde no hay búsqueda porque nos sentimos dueños de todas las respuestas?
Damos gracias a Dios y a la vida por el profesor Guillermo Hoyos Vàsquez , fallecido en la madrugada de este sábado 5 de enero; destacado filòsofo, profesor en las universidades Javeriana, Nacional, Andes, Rosario. Un incansable buscador de la verdad! Descanse en paz!
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

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