domingo, 29 de septiembre de 2013

COMUNITAS MATUTINA 29 DE SEPTIEMBRE DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Amós 6: 1 y 4-7
2.      Salmo 145: 7-10
3.      1 Timoteo 6: 11-16
4.      Lucas 16: 19-31
Sobre cuáles realidades depositamos nuestras seguridades los seres humanos? Cuáles son los fundamentos que dan sentido a nuestra existencia? Cuáles las motivaciones que estructuran nuestro proyecto de vida y las prioridades que alimentan nuestras decisiones y estilos de vida?
Al comenzar esta reflexión dominical afinemos nuestra sensibilidad espiritual para captar la frecuencia de Dios – docilidad al Espíritu! –disponiéndonos a responder estas cuestiones, decisivas para una existencia auténtica y trascendente.
La Palabra que se nos propone este domingo es particularmente fuerte y exigente, de permanente actualidad, y se puede completar con esta reflexión del Papa Francisco, pronunciada el 22 de septiembre pasado, en la isla de Cerdeña: “Luchemos todos juntos contra el  ídolo dinero, contra un sistema sin  ética, injusto, en el que manda el dinero”. Este es un mensaje directo a una de las mayores idolatrías de la humanidad, dicho no por un líder de izquierdas, sino por el obispo de Roma, nada sospechoso de participar de estas ideologías.
Es legítimo para todo ser humano buscar arraigos y seguridades orientadas a una vida digna, pero no es legítimo que esos aseguramientos se construyan a costa de la dignidad del ser humano, de sus posibilidades de una existencia decente.
 Este es uno de los aspectos esenciales que debemos subrayar, deducidos del mensaje de Jesús en la severa parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro: “Un día murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron junto a Abraham, al paraíso. Y el rico también murió, y lo enterraron. El rico, padeciendo en el lugar al que van los muertos, levantó los ojos y vió de lejos a Abraham, y a Lázaro con él. Entonces gritó: Padre Abraham, ten compasión de mí! Envía a Lázaro, a que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho entre estas llamas. Pero Abraham le contestó: hijo, recuerda que a ti te fue muy bien en la vida, y que a Lázaro le fue muy mal. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú en cambio estás sufriendo. Pero además hay un gran abismo abierto entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí ahí, no pueden; ni los de ahí tampoco pueden pasar aquí” (Lucas 16: 22-26)
Cómo interroga este texto la búsqueda humana de seguridades materiales y los criterios con los que se manejan los bienes económicos? Qué preguntas nos hace en lo tocante a nuestra conciencia de la dignidad humana y de la solidaridad como actitud permanente ante los hermanos más afectados por las consecuencias de un sistema , bien conocido de todos, que se orienta al lucro mayor para quienes disponen de mejores capitales y de la propiedad de los medios de producción? Qué desafíos éticos para las personas y las sociedades sumergidas en la cultura del confort y del bienestar?
La Buena Noticia de Jesús es una invitación constante al desasimiento, a la libertad que nos hace relativizar todo bien material, a no depositar nuestra seguridad en el poder, el dinero , el éxito – ídolos bien conocidos y críticamente detectados! - , a estructurar nuestra existencia en Dios Padre – Madre, condición que nos remite a apreciar a cada ser humano no como un productor o generador de ganancias, ni como un competidor, sino como un  otro, un prójimo, con valor y dignidad en sí mismo, con quien podemos establecer unos vínculos basados en la comunión, en el encuentro gratuito, en la libertad compartida, en el ejercicio más feliz de humanidad.
A esta fuerte confrontación se une también la del profeta Amós, que pone en tela de juicio las seguridades de sus contemporáneos: “Ay de los que llevan una vida fácil en Sión, ay de los que viven confiados en Samaria, los jefes de la nación más importante, a quienes recurren los israelitas!” (Amós 6: 1). Con las expresiones “Sión” y “Samaria” se refiere a la seguridad de la institución religiosa judía, no precisamente conocida por su solidaridad y riqueza espiritual, por su cercanía a los oprimidos, sino por su arrogancia y autosuficiencia, y por la solemnidad de un culto externo sin conversión del corazón.
Porque también cabe advertir que lo religioso se puede tornar idolatría, seguridad egoísta, zona de comodidad sin compromiso, refugio para personas incapaces de afrontar los retos de la historia, ámbito de vanidades morales, también lejanía de los clamores y sufrimientos de la humanidad doliente. No en vano este es uno de los elementos que estructuran el ministerio de los profetas de Israel, muy exigentes por cierto en materia de establecer la coherencia entre la fe profesada y la conducta existencial.
A la luz de estos criterios , cómo valoramos nuestros estilos y prácticas religiosas? Nuestra espiritualidad  es como un negocio individual, aislado de los demás y de la historia, en el que sólo buscamos una pretendida salvación en el más allá? Somos coleccionistas de piedades ahistóricas? Nuestros rezos carecen de prójimo y de impacto profético? : ”Beben vino en grandes copas pero nada les importa la ruina del país! Ustedes serán los primeros en ir al destierro, y cesará el alboroto de sus banquetes!” (Amós 6: 6-7)
Control de calidad de la genuina religiosidad y de la vivencia espiritual es la referencia explícita y comprometida al ser humano, la capacidad de compasión, de implicación encarnatoria en dramas y sufrimientos, como Jesús, hijos del mismo Padre, hermanos de todos, servidores de la vida, apasionados por la justicia y la libertad. De lo contrario, tantos rezos y ceremonias serán vacíos e irrelevantes ante Dios!
Son muchísimas las constataciones de la falsedad de todo este universo de “seguridades”, también las de la injusticia, de la perversidad del sistema económico vigente en el mundo, de los llamados “ajustes” en las políticas laborales y salariales, de las medidas que en este sentido adoptan los gobiernos, de los beneficios que se brindan a los grandes conglomerados de economía y producción, de cómo esto incide negativamente en la calidad de vida de millones de seres humanos, en su empleo, en el acceso a los beneficios de educación, vivienda, salud, alimentación.
A este propósito conviene recordar las juiciosas reflexiones de Joseph Stiglitz en su inquietante escrito “Malestar en la globalización”, justamente inspirado en las ostensibles precariedades e inconsistencias  del modelo de capitalismo neoliberal. Lectura recomendada para inconformes!
Cómo transformar mentalidades, cómo asumir nuevas prioridades, cómo tomar otro tipo de decisiones, cómo construír un mejor ser humano, unas sociedades más generosas, fraternas , solidarias, conscientes de la dignidad del ser humano  y de su derecho a una calidad de vida que sea coherente con su esencia?
Las imágenes que a menudo nos llegan de las interminables guerras y pobrezas del Africa negra, las inmensas barriadas plenas de pobres y de carencias en Sao Paulo, Ciudad de México, Bogotá, Lima, Río de Janeiro, los relatos de atrocidades en uno y otro sentido, mientras se dan también seres humanos y ambientes totalmente anestesiados antes estos dramas: cómo interroga todo esto nuestra sensibilidad cristiana y nuestra intención de seguir fielmente el camino de Jesús?
Muchas comunidades de cristianos sinceros quieren vivir a contracorriente del frenesí consumista e insolidario, voces proféticas que nos recuerdan lo esencial de nuestra fe, movimientos que rescatan con intensidad profética la fuerza del Evangelio, invitaciones permanentes a reorientar nuestra vida para encauzarla definitivamente por los caminos de la projimidad, de las mesas compartidas en igualdad de condiciones, de las vidas donadas para que las de otros sean restauradas.
Dom Helder Pessoa Cámara (1909 – 1999) fue un gigante moral, un pionero de la dignidad humana, nacido en Brasil, sacerdote y obispo, se apasionó evangélicamente por la causa de los pobres, se hizo voz de los sin voz, su palabra potente surgida de su pequeño y frágil cuerpo resonó en muchos auditorios y plazas en diversos lugares del mundo en nuestro reciente siglo XX, su vida – finísimo relato del amor de Dios – encarnó como pocos la fidelidad a Dios y al ser humano, al estilo de Jesús, vilipendiado por los dueños del sistema, amenazado de muerte, pero siempre osado  para señalar las inconsistencias de la sociedad occidental, del ignominioso régimen de seguridad nacional vigente en su país en la segunda mitad del siglo anterior, este hombre de Dios fue  llamado por Juan Pablo II “hermano mío, hermano de los pobres”.
 Una vida así es un mensaje de Dios directo a la conciencia, guante que El mismo nos lanza como reto para transformar radicalmente el curso de la historia, porque no se trata de que haya ricos Epulones, egoístas e indiferentes, ni tampoco pobres Lázaros, abandonados a una mísera suerte. Será posible una sociedad más austera, servicial, con una lógica distinta de la del capital y el mercado? Que no nos vayamos de este mundo sin haber respondido cabalmente tan exigente pregunta!
Apropiémonos de las palabras que Pablo dirige a Timoteo, inspiradas en la seguridad inagotable que sí salva y libera: “Pero tú, hombre de Dios, huye de todo eso….mantén una conducta pura e irreprensible hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo….” (1 Timoteo 6: 11 y 14). Que la lógica del Evangelio, la que configuró las vidas de Pablo y Timoteo, sea también la nuestra, en términos de rectitud y transparencia, que el Espíritu escriba nuestras biografías, que los llamados del prójimo escarnecido nos hagan reaccionar, que la historia no esté relatada por poderosos y banqueros, que todo ser humano con aspiraciones de libertad y dignidad sea el mejor biógrafo del género humano!

Antonio José Sarmiento Nova , SJ – Alejandro Romero Sarmiento

domingo, 22 de septiembre de 2013

COMUNITAS MATUTINA 22 DE SEPTIEMBRE DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Amós 8: 4-7
2.      Salmo 112: 1-8
3.      1 Timoteo 2: 1-8
4.      Lucas 16: 1-13
Dentro de los asuntos que son indispensables para una correcta existencia humana y creyente, la Biblia es muy enfática en invitarnos a desprendernos del fundamentalismo del dinero y de  los bienes materiales, lo mismo que en  la práctica de la solidaridad y la justicia con los más débiles de la humanidad. Estos son los aspectos clave que nos comunica la Palabra en este domingo.
El libro del profeta Amós es un texto de marcada sensibilidad social.  En el siglo VIII, antes de Cristo, el reino de Israel disfruta de riqueza y prosperidad, pero con notoria inequidad: el bienestar de unos pocos es insultante para la mayoría que vive en medio de gran estrechez. Este es el contexto del ministerio y palabra de Amós.
El profeta recorre el país denunciando las injusticias sociales: “Escuchen esto, Ustedes que explotan al pobre y exterminan a los humildes. En los días de fiesta y descanso ya están esperando al día siguiente para vender su trigo con balanzas falsas. Ustedes falsean la medida y la moneda. Venden al pobre por dinero” (Amós 4: 4-6). Son palabras de incuestionable fuerza y severidad!
Al escucharlas podemos traer a la memoria  conocidos personajes que, desde la fe en Jesucristo, han hecho suya la bandera profética de la justicia, como Desmond Tutu, (n. 1931), arzobispo anglicano en Sudáfrica, premio Nobel de Paz en 1984 ;Dorothy Day, (1897 -1980), cristiana norteamericana que dedicó su vida a promover la dignidad de la clase obrera en su país; Gerardo Valencia Cano (1917-1972), Obispo de Buenaventura (Valle del Cauca) que sirvió como pastor de la iglesia con especialísimos compromiso y abnegación, principalmente en favor de las comunidades afro de esa empobrecida región del Pacífico colombiano.
Las vidas de ellos y las  de muchos otros  seguidores de Jesús han estado signadas por esta pasión profunda por la dignidad humana, estableciendo una clara línea de coherencia entre su fidelidad al Señor y su ministerio profético de servicio a los más humildes. Sus relatos de vida  son una invitación a imitarlos  y a  sintonizarnos con los requerimientos de dignidad de millones de seres humanos.
En la oración de hoy les proponemos considerar dos aspectos particularmente:
-          Porqué tanta reiteración en el asunto de la dignidad humana? Acaso no hay otras realidades que también demandan atención en el camino creyente? Es una veleidad ideológica – tendencia izquierdista, tal vez? – o un imperativo que el mismo Señor Jesús establece para quienes desean asumir la totalidad de los compromisos que demanda su seguimiento?
-          Conscientes de que las confrontaciones que nacen del talante profético son fuertes y tajantes, cómo anunciar este reino de justicia e inclusión, cómo denunciar lo que es incompatible con él, sin propiciar agresividad, lucha de clases, descalificaciones excluyentes?
Abiertos al Espíritu pongámonos en disposición de discernimiento para escrutar a dónde y cómo nos lleva la voluntad de Dios en estas sensibles realidades de nuestro mundo. Cómo hacer compatible la sinceridad de nuestra fe con una exquisita sensibilidad en materia de justicia y de opción preferencial por los pobres?
En la semana que termina el Papa Francisco recibió en audiencia personal al conocido teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino (n. 1928), fraile dominico a quien se considera el padre de la Teología de la Liberación, tendencia surgida en América Latina a comienzos de los años setenta, en el dinamismo de creatividad eclesial que se suscitó después del Concilio Vaticano II.
El Padre Gutiérrez, indudablemente un hombre de Dios, perseguido e incomprendido por muchos en la Iglesia, por considerar que su  teología ha estado “contaminada” por el marxismo y  por una interpretación materialista del cristianismo, es un claro signo de esta pasión evangélica por el ser humano humillado y maltratado por la injusticia de un sistema que no se fundamenta en el humanismo sino en la ganancia egoísta, como lo señala el texto de Amós.
Bello y evangélico gesto este del Papa para reconocer a un hombre “con olor a oveja” , siguiendo con la expresión que el mismo Francisco nos dijo a obispos y sacerdotes en su homilía del Jueves Santo.
Y ahora nos vamos con el administrador astuto, según la parábola que nos propone hoy el evangelio de Lucas. Es claro que Jesús  no está alabando la pérfida astucia de este hombre sino su habilidad para hacer amigos. Manejamos así nuestros asuntos para llevar una vida de contundente fidelidad al Evangelio? Desarrollamos las mejores estrategias para que los criterios de Jesús sean los que determinen nuestras opciones y actuaciones? Podemos hablar en nosotros de una “inteligencia evangélica” que inspire todo nuestro ser y nuestro quehacer?
“El que se mostró digno de confianza en cosas sin importancia será digno de confianza también en las importantes, y el que no se mostró digno de confianza en cosas mínimas, tampoco será digno de confianza en lo importante. Por lo tanto, si Ustedes han administrado mal el maldito dinero , quien va a confiarles los bienes verdaderos? (Lucas 16: 10-11) Qué podemos decir de nosotros mismos al Señor, a las personas con quienes estamos comprometidos, a nuestra conciencia, en estos aspectos fundamentales de la vida? Somos cristianos por costumbre o inercia sociocultural, o afincados fanáticamente en posturas fundamentalistas, o decididamente nos dejamos liberar por Jesús para entrar en la bienaventurada dinámica del reino de Dios y su justicia?
La fidelidad al Señor nos libera de la conducta esquizofrénica, El cataliza y unifica todos nuestros esfuerzos, nos advierte críticamente sobre las idolatrías: “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Lucas 16: 13), es una afirmación tajante que nos lleva a asumir todo lo que somos y tenemos como medios que, usados y vividos con salud evangélica, nos conducen al fin para el que hemos sido creados.
En qué depositamos la seguridad de nuestra vida: en nuestros aprendizajes y títulos? En los abolengos sociales? En el dinero y en la capacidad adquisitiva? En las comodidades materiales? En la belleza física? En los muchos éxitos de nuestras hojas de vida? O nos dejamos llevar por la incontenible fuerza liberadora del Espíritu que nos lleva a afianzar todo lo nuestro en el fundamento sabio, constante y creciente, siempre trascendente, del Dios que se nos ha revelado en Jesucristo?
Este es el testimonio que nos ofrece Pablo en el texto de la 1 carta a Timoteo: “Pues único es Dios, único es también el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre, que entregó su vida para ganar la libertad de todos” (1 Timoteo 2: 5-6). Estas palabras son un recuerdo de que el interés preferencial de Dios es la plenitud-felicidad-realización-redención-salvación-liberación de cada ser humano, la gran experticia del Padre es hacer seres humanos de primera, teniendo como referencia esencial a Jesús, y Pablo es testigo privilegiado de esto, pues lo vivió en sí mismo y dedicó su vida a comunicarlo en aquellos años originales de la historia cristiana.
En este orden de ideas, es de altísima importancia destacar que el trabajo pastoral debe orientarse en esta perspectiva: cómo aportar a la generación de un mejor ser humano? A la construcción de sociedades más sanas? Cómo aportamos al sentido de la vida, a la esperanza en un mundo mejor? Cómo nos hacemos presentes los cristianos en las dinámicas de la paz, de la equidad, del diálogo y encuentro entre las diversas tradiciones religiosas? Cómo nuestra fidelidad a Jesús se traduce en la defensa de la vida, en todas sus manifestaciones? Cómo inspiramos la defensa y promoción de la dignidad del ser humano?
Que la respuesta a estas cuestiones de profundidad sea nuestra propia biografía, aportándola con sinceridad y transparencia para construír el gran relato de la humanidad en términos de espiritualidad, de vida recta, de comunión y fraternidad, de disfrute exquisito de este mundo que el buen Dios nos ha regalado para cuidarlo y para hacerlo un escenario de todo lo mejor del ser humano cuando se sabe inscrito en este amor siempre mayor.
 Mucho más que luchas apologéticas o demanda de privilegios jurídicos e institucionales, o discursos de intransigencia moralista, las comunidades cristianas serán relevantes en la historia en la medida de su sinceridad evangélica y humana, en la claridad para vivir los imperativos del Señor y para atender con apertura de mente y corazón los clamores de la humanidad, sus búsquedas de sentido, sus gozos y esperanzas. 
Si así vivimos podremos decir con el salmista: “Feliz el hombre que ama al Señor, que encuentra en sus mandatos su contento…….. Se yergue como luz para los buenos, el que es justo, clemente y compasivo……” (Salmo 112: 1 y 4). Esto es felicidad según Jesús, vale decir, bienaventuranza!
Antonio José Sarmiento Nova,SJ – Alejandro Romero Sarmiento

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