Lecturas:
1. Deuteronomio 4: 32 – 34 y 39 – 40
2. Salmo 32: 4 – 20
3. Romanos 8: 14 – 17
4. Mateo 28: 16 – 20
Una manera de enfocar la historia de la humanidad es claramente la que
se puede hacer desde la manera como se
formula y se vive la realidad de Dios en las personas y en las colectividades.
Esto resulta bien interesante porque, en la medida en que el ser humano se
plantea la cuestión de Dios, también lo esta haciendo sobre si mismo. Dios se
implica en el ser humano, y este en Dios.
Repasar la filosofía de la religión, las visiones de las diversas
tradiciones creyentes, sus rituales y doctrinas, sus incidencias en el
comportamiento de la gente, sus usos y costumbres, nos permite apreciar la
diversidad de ópticas y de practicas con las que el ser humano se aproxima a la
divinidad.
Que sean estas dos consideraciones el aperitivo para degustar con buenas
ganas esta realidad del Dios que es Padre, Hijo y Espiritu Santo, tal como nos lo propone la Iglesia en este domingo.
Contrastemos todas nuestras imágenes y expresiones sobre Dios, sin
complicarnos mucho la vida hagamos un discernimiento sobre ellas, siempre con
la intención de entrar fascinados en el mundo del Misterio y de la Presencia
que nos asumen, nos dan sentido y esperanza, nos trascienden y nos hacen libres
y dignos, igualmente con el pretexto de purificar críticamente las visiones
incompletas, los elementos supersticiosos, y las consecuencias humanas de estas
insuficientes o deficientes explicaciones.
Los seres humanos fabricamos “dioses toda talla”, a nuestra
medida, ahí es donde se presenta el problema grave, porque distorsiona la
realidad original y las convierte en proyecciones alienantes. Esto fue lo que
llevo a los “maestros de la sospecha” – Marx, Feuerbach, Freud, Nietzsche –
a negar enfáticamente la posibilidad de la existencia de Dios, justamente
porque esas visiones negaban la autonomía y la dignidad de los seres humanos.
De todas ellas es clásica la de Marx , “la religión es el opio del pueblo”.
Decir que Dios es una realidad integrada por tres personas distintas y
un solo Dios verdadero no es una maroma conceptual para enredar la vida de los
creyentes, ni es el fruto de una sofisticada operación de pensadores abstractos
desconectados de la realidad y de las urgencias cotidianas que nos son comunes
a todos. Siempre el asunto clave del
lenguaje viene a ponerse sobre el tapete, y en este caso de Dios es decisivo
para que sea significativo, es decir, salvador y liberador.
Quien es Dios? : “Reconoce hoy, y aprende en tu corazón, que el Senor es Dios
arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro” (Deuteronomio
32: 39), esta invitación que se nos propone en el texto hace parte de esa
tradición del Antiguo Testamento, llamada deuteronomista, que afirma la
esencialidad y la fundamentalidad de Dios como garantía de la libertad humana
para preservarnos de la perdida de la dignidad ante los cultos idolátricos.
El que Dios sea único, enfatizado esto con radical vigor por los
profetas bíblicos, y el que no admita otros dioses, no es de ninguna manera por
ser un intolerante ser supremo que no admite competencia. El monoteísmo bíblico
tiene su raíz en esta fundamental dimensión liberadora, salvadora, redentora,
de un Dios apasionado por el ser humano, favorecedor siempre de su soberanía y
de su dignidad.
Este es un elemento sustancial de la concepción bíblica y cristiana del
ser divino. Recuerdan ustedes el expresivo libro de Carlos Valles “Dejar
a Dios ser Dios”? Justamente trata de esto, con la pretensión de
purificar de elementos contaminantes este ser y actuar de Dios para propiciar
la liberación de los humanos.
Podemos decir que los ateísmos humanistas, como los ya referidos de los
“maestros de la sospecha”, son severísimos llamados de atención a la conciencia
religiosa, muy duros, radicales, en los que muy probablemente ha intervenido el
Espiritu Santo para rectificar en individuos y en comunidades de fe las
visiones teístas, los reduccionismos, los dioses castigadores, supervisores,
policías, dictadores, jueces, que tanto interfieren la felicidad y el gozo de
vivir, lo mismo que las posibilidades de crecimiento saludable y de madurez.
COMUNITAS MATUTINA propone lanzarse a la aventura del verdadero Dios, el que es Padre –
Madre, principio y fundamento de la vida, plenitud de lo humano, totalmente
otro, implicado en la historia, encarnado, solidario, amorosamente
incondicional y prioritariamente interesado en que no se malogre nada de la
humanidad: el que es Hijo, relato privilegiado de ese amor fundante, dotado de
historia y trascendencia, decidido a darse todo por amor para que haya vida en
abundancia , crucificado por negarse a reconocer la intransigencia religiosa de
los sacerdotes y maestros de la ley; el que es Espiritu Santo, nueva y luminosa
conciencia de la humanidad, inspiración del amor total e ilimitado, captación
del reino de Dios y su justicia, sabiduría de lo esencial.
Y es este un Dios con claras consecuencias antropológicas: “Todos
los que se dejan llevar por el Espiritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no
han recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu
de hijos adoptivos que nos permite llamar a Dios Abba,Padre” (Romanos
8: 14 - 15).
La intención de este reconocimiento del Dios trinitario es provocar
rupturas de fondo con las imágenes alienantes que tenemos de El,
reconociéndonos en el Hijo en quien el Padre se dice plenamente, el relato
constitutivo de Jesus de Nazareth, gracias a la acción del Espiritu que genera
este dinamismo de amor, suscitando una nueva lógica de vida, de
bienaventuranza, que podemos llamar sabiduría esencial y trascendental.
En este mundo plagado de nuevas idolatrías como los fundamentalismos
religiosos, el modelo económico de mercado y consumismo tan injusto y
excluyente, la exacerbación de la violencia y el desprecio por la dignidad
humana, el feroz individualismo competitivo, la búsqueda ansiosa de sucedáneos
en los paraísos artificiales, la evasión de la historia y de la realidad, la
convicción de este Dios uno y trino se traduce coherentemente en la afirmación
del ser humano relacional, creatural , solidario, digno, autónomo,
participativo, generoso, capaz de comunión y de solidaridad.
Tal es el proyecto de Jesus de Nazareth: “Me han concedido plena autoridad
en cielo y tierra. Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos,
bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espiritu Santo”
(Mateo 28: 18 – 19.Esto, traducido a un lenguaje mas cotidiano y simple, es
configurar al ser humano en esta apasionante y definitiva dimensión de la
trinidad, en la misión de Jesus y en el bautismo, asi, la trinidad se inserta en la persona, y
esta en la trinidad, carta de ciudadanía de la nueva humanidad.
Cuando un hombre como Monsenor Romero, de piedad tradicional y
sacerdocio conservador, temeroso de la renovación impulsada por el Concilio
Vaticano II y por la teología de la liberación, se encuentra de frente con Dios
en el drama de la humanidad doliente, de las victimas de la brutal guerra que
azoto a su país en aquellos dramáticos anos, y se deja llevar por El, sin
reservas, dando todo de si hasta la ofrenda suprema en el martirio, es porque
ese Dios siempre mayor, es el garante de una vida, de una razón de vivir, que
no pueden dar ni los poderosos del mundo ni el capital ni ninguna otro
argumento que cierre a hombres y mujeres la posibilidad de trascender.
“Que dios intento acudir a sacarse para si un pueblo de en medio de otro
con pruebas, signos y prodigios, en son de guerra, con mano fuerte y brazo
extendido, con terribles portentos, como hizo el Senor, su Dios, con ustedes
contra los egipcios, delante de tus mismos ojos? (Deuteronomio 4: 34),
es una pregunta provocadora de conciencia en los israelitas para que adviertan
la fuerza liberadora de este único y verdadero Dios.
Ante el Dios de Jesus, el que cautivo a Romero y lo llevo a darse todo,
quedémonos contemplando en adoracion este misterio de bienaventuranza y de
definitiva libertad, y miremos al mismo tiempo este mundo deseoso de sentido y
sometido a tantos y tan malos ídolos, y dejémonos llevar por esta pasión
teologal, trinitaria, que es pasión de humanidad.