Encontrar a Dios en todas las cosas
Si
creemos que una Presencia Divina nos trajo la existencia de toda la
creación, y ésta era buena, entonces sucede que este Dios nos ama en
forma incondicional, y vé nuestras bondades a pesar de las fallas
humanas. El amor de Dios por nosotras/os no depende de nuestras
posesiones, apariencias ni logros.
San Ignacio de Loyola, que nos regaló sus
Ejercicios Espirituales, que han sido utilizados para la formación
espiritual de muchas/os por más de cinco siglos, describe estos
atributos de una vida sana y equilibrada, como sigue:
- Desapego de todas las cosas y preocupaciones de este mundo.
- Libertad espiritual de todo lo que pueda distraernos del principal propósito de nuestra vida, de modo de enfocarnos en lo esencial: una relación más profunda con Dios.
- La práctica constante de encontrar a Dios “en todas las cosas” – en nuestras situaciones de todos los días.
- Desapego de todas las cosas y preocupaciones de este mundo.
- Libertad espiritual de todo lo que pueda distraernos del principal propósito de nuestra vida, de modo de enfocarnos en lo esencial: una relación más profunda con Dios.
- La práctica constante de encontrar a Dios “en todas las cosas” – en nuestras situaciones de todos los días.
Mientras tratamos de reconocer lo Divino en
toda la vida, los humanos mejoramos nuestra toma de conciencia que no
todo se trata de mí. Comenzamos a ver más claramente lo que es
importante, y lo que podrían ser nuestros dioses falsos. Nuestras vidas
humanas y planetarias necesitan muchas cosas para sobrevivir; pero
mientras más podamos liberarnos de apegos indebidos a cosas temporales,
más profunda será nuestra felicidad.
Susan V.Vogt