domingo, 25 de abril de 2021

COMUNITAS MATUTINA 25 DE ABRIL 2021 DOMINGO IV DE PASCUA CICLO B

 

Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí; del mismo modo, el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, y doy mi vida por las ovejas”

(Juan 10: 14-15)

Lecturas:

  1. Hechos 4: 8-12

  2. Salmo 117

  3. 1 Juan 3: 1-2

  4. Juan 10: 11-18

El texto del evangelio de este domingo tiene su contexto en la polémica sostenida entre Jesús y los fariseos, luego de la curación del ciego de nacimiento, contenida en el capítulo 9 de Juan, cuando esos hombres religiosos se escandalizaron, como solían hacerlo, cuando les llevaron al hombre con su vista recuperada: “Algunos fariseos comentaban: Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros decían: pero cómo puede un pecador realizar semejantes signos? Y había disensión entre ellos”, 1 luego cuando se dirigen a los padres del invidente para comprobar si lo era de nacimiento, estos se atemorizan y no dan el testimonio pedido porque: “Sus padres decían esto por miedo a los judíos, pues estos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno lo reconocía como Cristo, quedara excluído de la sinagoga” .2

Los maestros de la ley y los fariseos, 3 bien conocidos porque continuamente nos referimos a su postura de rigorismo legalista y religioso , siempre están a la caza de pecadores, muy lejanos de la misericordia y de la compasión, sin comprometerse en una sincera conversión del corazón a Dios y al prójimo, y con el deseo de perseguir y excluír a quien no procede como ellos. Ese mismo modelo se repite en los fundamentalistas religiosos de nuestro tiempo.

Valga este contexto inicial para pensar también en todas las posturas contrarias a la solidaridad, al servicio y a la fraternidad, incompatibles con el humanismo cristiano y con los humanismos que propenden por la justicia y por el reconocimiento cabal de la dignidad de todas las personas. Los dramas de pobreza y exclusión, de migración forzada y de victimización por causa de la violencia, claman a Dios y a toda la humanidad. Sin embargo, para millones en el mundo esto pasa penosamente inadvertido. Hay una lamentable cultura de la indiferencia!! 4

Por eso, en el ambiente de sospecha de ellos hacia Jesús, este hace su reflexión – puesta en boca suya por el evangelista Juan y por la comunidad en la que se origina este evangelio – para salir al paso de su escándalo; con máxima severidad les responde al final del capítulo: “Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos. Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: Es que también nosotros somos ciegos? Jesús les respondió: Si fueran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, su pecado sigue en ustedes” .5 Recomendamos leer completo el capítulo 9 de Juan para enterarse bien del contexto y poder apropiar mejor la reflexión que tradicionalmente llamamos del buen pastor.

Jesús alude fuertemente a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, que no es propietario de las ovejas, las abandona y huye, cuando ve venir al lobo; y el lobo hace presa en ellas y las dispersa. Como es asalariado no le importan nada las ovejas”, 6 confrontación extremadamente rigurosa!7

Lo que dice Jesús a estos fariseos es una denuncia en toda regla, más allá de la anécdota puntual , es una nueva manifestación para poner en tela de juicio la lógica religiosa del judaísmo, que se pretende superior por su fijación obsesiva en el aspecto de los ritos y de las minuciosas observancias jurídicas, en las que se cifra el mérito del ser humano ante Dios, sin mirar la dimensión de su espiritualidad y sus implicaciones en la conducta cotidiana, especialmente en lo referente al prójimo y, más exactamente, al prójimo humillado y escarnecido por la injusticia de sus semejantes. No traen la buena noticia de Dios, son mercenarios que imponen cargas desbordantes de injusticia!

Queda claro también que todo poder – en este caso el religioso – que no se pone al servicio de la comunidad , es contrario a Dios. Es el asunto clave que plantea la reflexión del buen pastor, que piadosamente en los medios católicos se asigna solamente a los obispos y a los sacerdotes. Lo que está proponiendo Jesús es una manera de ser y de vivir que se extiende, sin excepción, a todo el que aspire a seguir su camino, para marcar un contraste con aquellos que sólo se interesan por sí mismos, por sus ambiciones egoístas. A estos es a quienes Jesús llama con fuerza profética “asalariados y mercenarios”, palabras fortísimas que contienen un juicio a semejantes maneras de ser y de proceder.

El pastor modelo está en contraposición con el mercenario.8 Estos últimos abundan en todos los tiempos de la historia, los poderosos que se dedican a gobernar con injusticia, a perseguir y a violentar, a imponer cargas superiores a las posibilidades de la gente, a absolutizarse y sentirse indispensables para tal país o entidad o grupo humano . Los sacerdotes y obispos, por el sólo hecho de serlo, no están constituídos en superioridad sobre los demás miembros de las comunidades que les confían. En el estilo del Señor Jesús, normativo para todos los que le siguen, lo que impera es el servicio, el desposeimiento de la prepotencia y del autoritarismo, la disposición para dar la vida por las ovejas del rebaño, el talante humilde y siempre comprometido con su comunidad. 9

El ser humano nuevo, pascual, resucitado, que surge del proyecto de Jesús, es diametralmente opuesto a esto: “Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí; del mismo modo, el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, y doy mi vida por las ovejas” ,10 es una afirmación evangélica que nos invita a deshacernos del ego ensimismado. Así es la pastoralidad que surge del evangelio, implicándonos a todos los que nos dejamos seducir por la oferta de Jesús.

La Iglesia es comunidad, una en la fe en el mismo Dios, centrada en la persona del Señor Jesucristo, asumidos por un solo bautismo, diversa en carismas y ministerios, y referida toda a la comunión y a la participación del cuerpo eclesial, en el proyecto original evangélico no caben clases superiores e inferiores, el modelo clerical no tiene su origen en las intenciones de Jesús sino en las deformaciones surgidas del poder. Todo cristiano está llamado a ser buen pastor para la humanidad entera!11

Cuando el papa Francisco dice que la Iglesia debe dejar de ser autorreferencial, que los pastores deben tener olor a oveja, cuando alude críticamente a posturas de condenación y excomunión, cuando con dolor habla de seres humanos descartados por un sistema económico – el capitalismo neoliberal – claramente perverso y excluyente, cuando propone aperturas pastorales con los divorciados vueltos a casar, cuando nos alerta por posturas homofóbicas, está tomando en serio el pastoreo de Jesús y recupera esa originalidad evangélica: “También tengo otras ovejas , que no son de este redil; también a esas debo conducir: escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, bajo un solo pastor” . 12

La idea original de este texto evangélico es la de dar la vida por las ovejas. Es una interpretación de la vida de Jesús como servicio a toda la humanidad. Así lo comprendieron y vivieron esos primeros discípulos cristianos.

Desvivirse significa mostrar incesante y vivo interés, solicitud y amor por las personas, según lo define el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Es exactamente lo que queremos decir de Jesús. La entrega de la vida física es la manifestación total de su continua entrega durante su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la comunicación plena de lo que se es. Se trata de que su vida, plena de Dios, puesta al servicio de todos, se desarrolle en los demás. Seguir este dinamismo del buen pastor significa que todos mantengamos vigente esta originalidad del desvivirse por el prójimo.

Jesús afirma su absoluta libertad en su entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por propia iniciativa. Indica así que, aunque las circunstancias históricas sean las que van a llevarlo a la muerte cruenta, eso puede suceder porque él ha hecho su opción de guiar ese amor hasta las últimas consecuencias. Jesús es libre para dar la vida por amor a las ovejas, San Oscar Romero13 y los muchos testigos de la fe en la historia cristiana, lo son en igual medida. Y este testimonio es también invitación para que hagamos exactamente lo mismo, libertad y amor hasta lo definitivo.

Las palabras testimoniales de Pedro, en la segunda lectura de hoy, resuenan con especial actualidad, retándonos para que todos nos involucremos en el proyecto de ser testigos pascuales: “El es la piedra que ustedes, los constructores, han despreciado y que se ha convertido en piedra angular. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” .14







1 Juan 9: 16-17

2 Juan 9: 22

3 CASTELLANI, Leonardo. Cristo y los fariseos. Ediciones Jauja. Mendoza Argentina, 1999.

4 VELASQUEZ, José Fernando. La indiferencia como síntoma social. Publicado en Revista Virtualia número 18 octubre-noviembre 2008, páginas 1-7. STAUDE, Sergio Carlos. La indiferencia como instrumento de poder. Publicado en Desde el jardín de Freud número 14 enero-diciembre 2014, páginas 123-130. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. DE CASTRO KORGI, Silvia. Indiferencia y complicidad. Publicado en Desde el Jardín de Freud número 14 enero-diciembre 2014, páginas 19-34. Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. ARENDT, Hannah. Eichman en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Lumen. Barcelona, 1999.

5 Juan 9: 39-41

6 Juan 10: 11-13

7 BEUTLER, Johannes. El discurso del Buen Pastor en Juan 10. Publicado en revista Cuestiones Teológicas volumen 32 número 78 julio-diciembre 2005, páginas 243-270. Facultad de Teología, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. GUERRA, Luis María. El Buen Pastor: estudio exegético de Juan 10: 1-18. Publicado en Revista Almogaren, volumen X número 92 páginas 25-93. Centro de Estudios Teológicos Las Palmas de Gran Canaria, España

8 NORIEGA, Roberto. La responsabilidad ética en el ministerio sacerdotal: el arte de servir. Desclée de Brower. Bilbao, 2016. GRESHAKE, Gisbert. Ser sacerdote: teología y espiritualidad del ministerio sacerdotal. Sígueme. Salamanca, 1995.

9 VALDEZ CASTELLANOS, Luis. Plenitud sacerdotal. Buena Prensa. México DF, 2015. ROMERO, Oscar Arnulfo San. La voz de los sin voz: la palabra viva de Monseñor Romero. Selección de homilías de San Oscar Romero, elaborada y comentada por Jon Sobrino, Rodolfo Cardenal, Ignacio Martín-Baró. UCA Editores. San Salvador, 1999. BROCKMAN, James R. La palabra queda: vida de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. UCA Editores. San Salvador, 2015.

10 Juan 10: 14-15

11 RAMAZZINI, Alvaro. Ser pastor hoy. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1478/1/RLT-2010-080-I.pdf El autor es obispo de la diócesis de Huehuetenango en Guatemala, es un pastor muy dedicado a los campesinos y a los indígenas. En 2018 el Papa Francisco lo nombró cardenal.

12 Juan 10: 16

13 1917-1980. Arzobispo mártir de San Salvador en Centro América, asesinado el 24 de marzo de 1980, como consecuencia de la heroica defensa que él hizo del pueblo salvadoreño, maltratado, humillado, masacrado por los gobiernos militares salvadoreños de esos años. El Papa Francisco lo canonizó en octubre de 2018.

14 Hechos 4: 11-12

domingo, 18 de abril de 2021

COMUNITAS MATUTINA 18 DE ABRIL 2021 DOMINGO III DE PASCUA CICLO B

 

Ustedes son testigos de estas cosas, y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido”

(Lucas 24:48-49)



Lecturas:

  1. Hechos 3: 13-19

  2. Salmo 4

  3. 1 Juan 2: 1-5

  4. Lucas 24: 35-48

Común denominador de las lecturas bíblicas que la Iglesia nos propone durante el tiempo pascual, es el testimonio de muchas personas que experimentaron a Jesús como El Viviente, con el consiguiente cambio sustancial de sus vidas, en términos de entusiasmo, de compromiso con el Reino de Dios y su justicia, de temple para enfrentar las contradicciones religiosas y políticas causadas por las autoridades judías y romanas. Esa condición de testigos les permitió animar a muchos para que siguieran el mismo camino, es entonces cuando surgen las primeras comunidades de cristianos y, más tarde, los evangelios y los demás textos del Nuevo Testamento, que vienen a ser la concreción de lo vivido por esos testigos originales de la experiencia pascual, escritos como material de catequesis para quienes se interesaban en seguir el Camino.1

El evangelio de este domingo es una ruta para que nos comprometamos en esa condición testimonial, para que mantengamos ininterrumpida la apasionante vivencia del Resucitado, con su capacidad extraordinaria de reencantar la vida y de garantizar el sentido definitivo de la misma. Sin excepción , a todos los seres humanos nos inquieta el significado pleno de la existencia, si vale la pena vivir, si las inevitables experiencias de sufrimiento nos preparan para una plenitud inagotable. En la Pascua de Jesús, Dios comunica su respuesta a estas preguntas de sentido.

Las palabras de Pedro se inscriben en ese carácter de testimonio: ”Mataron al jefe que conduce a la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos; nosotros somos testigos de ello. Y por la fe en su nombre, el propio Jesús ha restablecido a este hombre que ustedes ven y conocen. Es, pues, la fe, dada por su medio, la que lo ha restablecido totalmente ante todos ustedes” .2 No está haciendo esta afirmación “de memoria” porque él, junto con sus compañeros, ha vivido intensamente ese salto de la derrota y la frustración a la certeza de que el mismo hombre histórico que caminó con ellos y que fue condenado injustamente al suplicio de la cruz es ahora el Cristo Resucitado, el que ha transformado su vida de raíz, involucrándolos a todos en la novedad que surge de la Pascua.3

La vocación fundamental de la Iglesia y de cada cristiano en particular, de cada comunidad de creyentes, es a ser testigos, llevando una existencia ciento por ciento pascual, vale decir, de servicio, de solidaridad, de justicia, de fraternidad, de compromiso con la felicidad de los seres humanos en nombre de Dios, de transformación de la realidad injusta, de afirmación contundente de la dignidad de cada ser humano, de hacer que esa Iglesia motive a muchos para hacer parte de ese proyecto de nueva humanidad que resucita con Jesús. Esos testigos originales demostraron que ni la cruz ni el fracaso tuvieron la última palabra porque esta viene de Dios y es de vida definitiva e inagotable.4

Tal es la tarea cristiana, hacer el mundo totalmente nuevo, saturado de ilusiones, de razones para vivir, de inclusiones y equidades, también de valiente renuncia a pretensiones de poder, a incoherencias, a participación en religiosidades paralizantes, a miedos al compromiso, a disfrazar de prudencia nuestras cobardías, a los silencios cómplices y a las posturas anquilosadas: “Estaremos seguros de conocerle si cumplimos sus mandamientos. Quien dice: yo le conozco, y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, tenga por cierto que el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos con él” . 5

Es el desafío de la coherencia entre la vida y las convicciones creyentes, reto que se hace particularmente exigente después de tantos escándalos de pederastia y de poder, de manejos económicos indebidos, y de tantas cosas deficientes de nosotros, de nuestra religiosidad formal, de nuestra indiferencia con los pobres, de nuestro miedo a ser profetas, de callarnos ante tantos desafueros que a diario se cometen contra la humanidad, de llevar un cristianismo acomodado sin impacto en la transformación de la historia.

Cómo estamos en esta materia? Como los discípulos, también nos dejamos dominar por el miedo? No terminamos de creer que sí está vivo y resuelto a inspirar nuestra vida? Seguimos manejando las mismas inseguridades y temores de Pedro y sus amigos? Confundimos a Jesús con un fantasma?: “Sobresaltados y asustados creyeron ver un espíritu, pero él les dijo: por qué se turban? Por qué albergan dudas en su mente? Miren mis manos y mis pies: soy yo mismo” . 6

Las conocidas limitaciones de los discípulos en materia de captar a fondo el proyecto de Jesús tienen en estos temores una nueva evidencia, que sólo desaparecerá cuando tengan la osadía de seguir al Resucitado sin ambages, dispuestos a hacer vigente en totalidad su programa de bienaventuranzas, de nueva humanidad, de preferencia por los últimos del mundo, de conversión del corazón al Padre y al prójimo, de encarnación crucificada y redentora en la realidad del ser humano y de la historia. 7También nosotros participamos de esas limitaciones: Con qué disfraces hemos envuelto a Jesús en lugar de dejarnos transformar por el Viviente?

Para superar esas inseguridades, Jesús se les presenta, así lo refieren los distintos relatos de apariciones del Resucitado. Esto último se inscribe en el ámbito de la fe, la certeza de que en la resurrección de Jesús Dios ha intervenido decisivamente en la historia de la humanidad, en su dimensión trágica de muerte y de dolor, para reorientar la misma salvíficamente instituyendo a su Hijo como Señor y Salvador. 8

Hacia dónde caminamos nosotros, nuestras comunidades, cómo estamos viviendo la experiencia pascual? Tenemos la osadía de dejarnos llevar por El? Jesús invita a sus discípulos a tocarlo, como tuvo que hacerlo con Tomás, el incrédulo. Es una invitación a tener un encuentro directo con él, superando las falsas imágenes que nos hacemos de él, las distorsiones contenidas en muchas devociones de cristologías deficientes, en las que lo divinizamos tanto que sustraemos su humanidad, o lo dejamos en un simple liderazgo que convoca amigos para protegerse de los asedios del mundo: “Pálpenme y piensen que un espíritu no tiene carne y huesos como ustedes ven que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies” .9

El lenguaje de Lucas, de profunda densidad teológica y antropológica, afirma que el Jesús histórico, el Crucificado, es ahora el Viviente, el Señor Resucitado. El evangelista se vale de este recurso, aparentemente sensorial, para afirmar simultáneamente la humanidad y la divinidad de Jesús, y para mover a sus discípulos – y a nosotros – a establecer una relación personal con él, concreta y existencial, con la capacidad de transformarnos, de hacernos nuevos en la novedad de su humanidad y de su divinidad. 10

Conviene recordar la Exhortación Apostólica del Papa Francisco sobre el llamado a la santidad en el mundo actual , Gaudete et Exsultate. 11 Nuestro pastor, con su habitual pedagogía de lo real, de lo muy humano y evangélico, nos invita a insertarnos en este mundo para transformarlo, no con un nuevo régimen de cristiandad ni con una reforzada estructura de privilegios eclesiásticos , sino con decidida voluntad de animar a la humanidad a que sea consistente, justa, transparente, solidaria, respetuosa de la dignidad de todos, protectora de la vida, emancipada y emancipadora.

Sea esta una invitación pascual a leerla, a orarla, a hacerla vida en todo nuestro ser y en nuestro quehacer. En el texto, entre tantos asuntos de honda raigambre evangélica y existencial que plantea Francisco, llama la atención sobre dos sutiles enemigos de la santidad: el gnosticismo y el pelagianismo. No nos asustemos porque no se trata de sofisticaciones académicas. El Papa se refiere a un tipo de cristianismo excesivamente subjetivo, muy en boga en grupos que se sienten “elegidos”, con visiones e iluminaciones particulares, desconectados de la realidad histórica, presumidos por sentirse ellos poseedores de la auténtica doctrina. Abundan este tipo de tendencias, se han convertido muchos en instituciones religiosas con fuerza e influjo en sectores fundamentalistas, temerosos de la gran innovación pascual. Esos son los fantasmas sobre los que el mismo Jesús llama la atención a sus discípulos, y a la Iglesia de hoy. 12

Escuchemos al Papa: “El gnosticismo supone una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos” ,13 y: “Los que responden a esta mentalidad pelagiana o semipelagiana, aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico” .14

Es totalmente estratégico hacer pública esta enseñanza en tiempo de Pascua, con el fin de animarnos a llevar un estilo de vida pascual, con sentido crítico para detectar esos perfeccionismos farisaicos, esas religiosidades que distorsionan el Evangelio de Jesús.

Dejarnos tomar por el Resucitado conlleva una tarea misional, siempre humilde, siempre portadora de sentido, sin pretensiones de superioridad sobre nadie, con la discreta conciencia de sabernos inscritos en la aventura salvadora de Dios: “Está escrito que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas”.15





1 ALEGRE, Xavier. Testimonios literarios de los orígenes del movimiento cristiano: una introducción al Nuevo Testamento. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/47264132.pdf KREMER, Jakob. El testimonio de la resurrección de Cristo en forma de narraciones históricas. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol28/112/112_kremer.pdf RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús después de su resurrección y antes de la Iglesia. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/47263949.pdf

2 Hechos 3: 15-16

3 PONCE DE LEON, Enrique Testigos del Señor Jesús. Buena Prensa. México D.F., 2007.

4 Esto lo podemos asociar con la conocida expresión del Papa FRANCISCO “Una Iglesia en salida”, con ella el Papa alude al carácter misional-apostólico de la Iglesia, esta no es una entidad encerrada en sí misma, su razón de ser es el anuncio de Jesucristo muerto y resucitado, contenido fundamental de lo que conocemos como Buena Noticia-Evangelio, respuesta de Dios al interrogante sobre el sentido de la vida que constantemente nos hacemos los seres humanos.

5 1 Juan 2: 3-5

6 Lucas 24: 37-39

7 THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús: historia social de una revolución de los valores. Sígueme. Salamanca, 2005.

8 BRAMBILLA, Franco Giulio. El crucificado resucitado. Sígueme. Salamanca, 2003. SESBOUE, Bernard. Jesucristo, el único Mediador. Ensayo sobre la redención y la salvación. Secretariado Trinitario. Salamanca, 1990. SOBRINO, Jon. Jesucristo Liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazareth. Trotta. Madrid, 1991.

9 Lucas 24: 39-40

10 MARTINEZ DIEZ, Felicísimo. Creer en Jesucristo: vivir en cristiano. Verbo Divino. Estella, 2007.

11 Papa Francisco. Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate sobre la llamada a la santidad en el mundo actual. Tipografía Vaticana. Ciudad del Vaticano, 19 de marzo 2018.

12 MARDONES, José María. Fundamentalismo y manipulación religiosa. Publicado en Revista Renglones número 52, noviembre-diciembre 2002; páginas 82-85. https://www.rei.iteso.mx/bitstream/handle/11117/392/52_11_fundamentalismo.pdf?sequence=2&isAllowed=y

13 Papa FRANCISCO. Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate sobre la Alegría del Evangelio, número 36.

14 Idem , número 49.

15 Lucas 24: 46-48

domingo, 11 de abril de 2021

COMUNITAS MATUTINA 11 DE ABRIL 2021 DOMINGO II DE PASCUA CICLO B

 

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder. Y gozaban todos de gran simpatía”

(Hechos 4: 33)



Lecturas:

  1. Hechos 4: 32-35

  2. Salmo 117

  3. 1 Juan 5: 1-6

  4. Juan 20: 19-31

Tras la muerte de Jesús los discípulos experimentan un gran sentimiento de fracaso, el miedo se apodera de ellos, imaginan que, debido a su estrecho vínculo con él, las autoridades judías puedan tomar represalias, hacerlos correr la misma suerte de su maestro: “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, los discípulos tenían cerradas las puertas del lugar donde se encontraban, pues tenían miedo a los judíos” .1

Un temor así es normal, como el que podemos sentir cuando nos vemos en riesgo, o cuando prevemos consecuencias problemáticas derivadas de actuaciones o palabras nuestras. Junto a esto, no podemos olvidar que este primer grupo de seguidores de Jesús estaba integrado por personas especialmente frágiles.2 De ello nos hablan su cortedad para captar el proyecto de Jesús en todo su alcance y la cobardía evidenciada en las negaciones de Pedro y en el sueño de algunos cuando el maestro se encontraba en el momento más dramático de su pasión.

Qué sucedió, entonces, con estas personas ahora transformadas por la experiencia de la fe pascual? Cómo calificar esta vivencia y cómo apropiarla para nosotros, los creyentes de todos los tiempos de la historia? Cómo pasar de la derrota a la firme convicción de su presencia vital en medio de cada comunidad de discípulos? Cómo dar cuenta de la Pascua?3 Porque todo cambia desde el momento en que Jesús se hace presente en medio de ellos, él como punto de convergencia de la comunidad, como referente de Dios, fuente de vida y factor decisivo de unidad y de misión.

Su saludo les recupera la paz perdida: “Entonces se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: la paz con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: la paz con ustedes” . 4 Sus manos y su costado, pruebas de su pasión y muerte, son ahora las señales de su amor y de su victoria: el Viviente que está en medio de ellos es el mismo Crucificado.5

La fe en el Resucitado no parte de la visión objetiva de un cadáver reanimado, es una experiencia densa, real con otro nivel de realidad, su consecuencia es la transformación radical de aquellos asustados testigos, en ellos empieza a acontecer la nueva humanidad de Jesús, tienen la certeza de que Dios ha legitimado la misión histórica de su Señor dándole el crédito de la vida definitiva, su proyecto del Reino es plenamente válido para transformar la humanidad, su escala de valores ahora entra en vigencia, ellos son los garantes de que esa intención adquiera eficaz continuidad en la historia.

Entra en juego otro elemento esencial: la comunidad, sólo en ella – comunidad de seguidores de Jesús, Iglesia – se descubre la presencia del Jesús vivo.6 La comunidad garantiza la fidelidad a él y al Espíritu, ella misma recibe el mandato misional: “Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto sopló y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos” .7

El lenguaje más tradicional sobre estas realidades originales y originantes de nuestra fe no ayuda mucho para captar la radical novedad de vida sucedida para bien de toda la humanidad. Nos quedamos hablando de algo pasado, perdido en la noche de los tiempos, nuestro estilo de vida dista de ser resucitado, seguimos inmersos en las rutinas empobrecedoras, en los miedos no confrontados, en las desconfianzas que por su reiteración se tornan sistemáticas, en los inmediatismos producto de tantos afanes por hacer desaforadamente sin el salto cualitativo del ser, en el ritualismo religioso no respaldado por una espiritualidad liberadora, en el no interrumpir con firmeza la loca carrera de la productividad. Si las cosas son así, estamos muy lejos de dejarnos saturar por el sentido definitivo de la existencia que se comunica en la Pascua: por eso se impone hacer un “control de calidad” a nuestra vivencia pascual , esto tiene implicaciones decisivas para la totalidad de nuestra vida, en esto se juega el sentido pleno de la existencia! 8

Jesús aparece en el centro como vínculo de unidad, la filiación divina y la projimidad están integradas y se implican mutuamente. Una comunidad eclesial no puede reducirse a ser una entidad prestadora de servicios religiosos o de administración eclesiástica, tampoco es depósito de dogmas y de normas disciplinares, ella es una asamblea de discípulos inspirados por el mismo Resucitado, dispuestos a seguir su mismo proyecto de vida, que tiene su raíz en Dios mismo, él es el centro vinculante de esa comunidad que, además, es enviada en misión a comunicar esta Buena Noticia: que Dios está totalmente de parte de la humanidad, que su interés determinante es la plenitud de todos los humanos, histórica y trascendente y que El – Jesús el Cristo – es el referente mediador para lograrla.9

En los diversos relatos de las apariciones pascuales la misión es algo fundante, que no es otra cosa que asumir sus mismas opciones, llevar un modo de vida como el de él, dedicarse enteramente al servicio del prójimo reivindicando su dignidad, reflejo del amor de Dios, luchar infatigablemente para que esta dignidad sea afirmada sin ambigüedades, garantizar a todos que la existencia no es irremediablemente trágica, siguiendo al pie de la letra aquello de Pedro: “Al contrario, den culto al Señor, Cristo, en su interior, siempre dispuestos a dar respuesta a quien les pida razón de su esperanza” .10

El verbo soplar, usado por Juan, el “ruah” de la creación, en hebreo, es el mismo que se emplea en Génesis : “Entonces Yahvé Dios modeló al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” .11 Ahora Jesús, con su aliento pascual, les comunica el Espíritu que da Vida. La condición de ser humano material se transforma, gracias a esto, en alguien que vive en el Espíritu. Esa vitalidad es la capacidad de amar como amó Jesús, es la que saca de la opresión, de la oscuridad del egoísmo y lo constituye en varón-mujer, dato inequívoco de la nueva creación.

El Espíritu nos da el criterio para discernir las actitudes que se derivan de esa vida: la comunidad vivida en serio, la radical projimidad de unos y otros, el trabajo denodado por la justicia y la dignidad, la negativa rotunda a los poderes del mundo, el rechazo total de los ídolos que esclavizan, la pasión amorosa por el ser humano, la capacidad de ir a lo esencial de la vida dejando de lado las ataduras que impiden la libertad, la total configuración con Jesús.

Hechos de los Apóstoles – primera lectura – y 1 Juan – segunda – nos dan claras señales de la Pascua: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y un solo espíritu. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común” , 12y “Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser amará también al que ha nacido de él. En esto podemos conocer que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos” .13

Ser pastores con olor a oveja, como dice Francisco tan reiteradamente, hacer que la Iglesia se despoje de privilegios y poderes, renunciar a pompas y a lejanías rituales, tornarse Iglesia servidora, genuinamente ministerial, encarnarse en las dramáticas realidades de las víctimas, asumir con tenacidad la dimensión profética, no transigir con las injusticias y afrentas al ser humano, estar dispuestos a correr el riesgo de la cruz, tener la capacidad de responder con profundidad a los interrogantes humanos por el sentido de la vida, son efectos del espíritu pascual.

Estamos matriculados en esta perspectiva, tenemos la osadía de dejarnos llevar por el Espíritu para que todo esto se haga esperanzadora realidad? El asunto del Resucitado realmente determina nuestros proyectos de vida?

O, más bien, somos como el incrédulo Tomás, el de la segunda parte del evangelio de hoy, cuya fe se quedó anclada en una figura del pasado y no tuvo la luminosidad para descubrir al Señor en la comunidad de hombres y mujeres transformados y entusiasmados, sus propios compañeros de camino? Tomás no estuvo abierto al testimonio de sus hermanos!

La incredulidad no es cuestión empírica, se trata de la visión interiorizada que cada uno tiene, la de Tomás demanda una prueba experimental, no dio el salto cualitativo de la Pascua, no creyó a los suyos, no dio crédito a su comunidad. Sin una experiencia personal, vivida en el seno de la Iglesia, es imposible acceder a esa novedad de vida que nos comunica el Señor. Si no vivimos en la Buena Noticia , aunque Jesús esté vivo, no hemos resucitado.

También son incredulidades la primacía de intereses egoístas en contra de los comunitarios, el estilo de vida basado en el consumismo, la seducción por el vano honor del mundo, soberbia religioso-moral, incapacidad para sintonizar con la realidad histórica, el tipo de cristianismo que se limita a los deberes rituales y a las creencias teóricas, sin dejar que el Espíritu del Resucitado pase definiendo una vida nueva en Jesús: “Luego, el segundo anuncio de Pascua: la fe no es un repertorio del pasado. Jesús no es un personaje obsoleto. El está vivo ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde sientes que no los hay, te impulsa a ir contracorriente con respecto al remordimiento y a lo ya visto. Aunque todo te parezca perdido, por favor déjate alcanzar por su novedad: te sorprenderá”. 14



1 Juan 20: 19

2 Ver el capítulo El miedo en los primeros discípulos de Jesús en el libro de CABESTRERO, Teóiflo. Por qué tanto miedo? Desclée de Brower. Bilbao, 2011; páginas 161-187. GONZALEZ CRUCHAGA, Carlos (Obispo de Talca, Chile 1967-1996). Carta pastoral Del miedo a la esperanza. Talca, 1988. BRAVO ALVAREZ, Gonzalo. El discipulado post-pascual. Publicado en revista VERITAS volumen 4 número 20 marzo, 2009; páginas 9-28. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.

3 SICRE, Emmanuel. Contar la experiencia del misterio pascual. Trabajo de grado para optar al titulo de teólogo. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2016. ALEGRE , Xavier. La resurrección de Jesús esperanza para los pueblos crucificados. https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1445/1/RLT-2008-075-B.pdf PAGOLA, José Antonio. Creer en el resucitado: esperar en nuestra resurrección. Sal Terrae. Santander, 1991. LEHMANN, Karl. Jesucristo resucitado, nuestra esperanza. Sal Terrae. Santander, 1982. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2009.

4 Juan 20: 19-21

5 SCHYLLEBECKX, Edward. Jesús, historia de un viviente. Trotta. Madrid, 2010.

6 ALEGRE , Xavier. La Iglesia que nace de la Pascua. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1547/RLT-2010-080-B.pdf LOHFINK, Gerhard. La Iglesia que Jesús quería. Desclée de Brower. Bilbao, 1986. Ver el capítulo La fundamentación de la Iglesia en PIE-NINOT, Salvador. Eclesiología: la sacramentalidad de la comunidad cristiana. Sígueme. Salamanca, 2006; páginas 101-175.

7 Juan 20: 21-23

8 ARREGUI, José. Qué significa la Pascua de Jesús? Publicado en Cuadernos de Teología Deusto

9 ESTRADA, Juan Antonio. Para comprender cómo surgió la Iglesia. Verbo Divino. Estella, 2001. Es recomendable repasar el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Aparecida Brasil mayo 2007. Todo el documento destaca el aspecto esencial del discipulado, del modo de vida de los seguidores de Jesús.

10 1 Pedro 3: 15

11 Génesis 2: 7

12 Hechos 5: 32

13 1 Juan 5: 1-2

14 Papa FRANCISCO. Homilía en la Vigilia Pascual, sábado 3 de abril de 2021.

domingo, 4 de abril de 2021

COMUNITAS MATUTINA 4 DE ABRIL 2021 DOMINGO DE PASCUA Ciclo B

 

Y nosotros, los apóstoles, somos testigos de todo lo que él hizo por toda Judea y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de una cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día”

(Hechos 10: 39)

Lecturas:

  1. Hechos 10: 34-43

  2. Salmo 117

  3. Colosenses 3: 1-4

  4. Juan 20: 1-9



En la historia de Jesús se rompen muchos paradigmas, como el exclusivismo religioso del judaísmo de su tiempo, como la afirmación tajante de la ley por encima del ser humano, como la imagen de un Dios implacable y vengativo, como el sentimiento de superioridad religioso-moral profesado por los dirigentes y sabios de ese judaísmo, como el desconocimiento de la universalidad de las culturas y la diversidad de los modos de ser y de pensar, como el desprecio por los condenados de la tierra, como la religión reducida a un cuerpo de prácticas rituales desconectadas de la realidad.

Jesús es la sorpresa de Dios,1 no brillo repentino, él sorprende porque lo suyo está destinado a reencantar al ser humano y a retornarle el perdido sentido de la vida y la esperanza que intentan destruír los poderes del mundo. La clave de esta sorpresa tiene su cimiento en la Pascua, en su vida que no se acaba , en la vigencia de su causa, en la confrontación a los poderes políticos y religiosos que se empeñaron en reducirlo a la nada. En esta capacidad de transformar los modelos religiosos vigentes hasta entonces está Dios, a quien él vive y experimenta como Padre, Dios es el garante de esta novedad cualitativa.2

Estos señores de la muerte , inicialmente “victoriosos”, saltaron de ira cuando vieron a ese puñado de últimos, discípulos y seguidores de su proyecto, transformarse definitiva y cualitativamente y lanzarse con entusiasmo a proclamar que ese crucificado ahora está resucitado, y que la saña con la que fue juzgado y condenado no pudo tener la última palabra sobre su vida y su misión.

En Hechos de los Apóstoles, que tendremos como primera lectura durante todo este tiempo de Pascua, vamos a encontrar diversas proclamaciones por parte de los discípulos, en las que anuncian que el ser humano histórico llamado Jesús de Nazareth, que pasó comunicando a Dios como Padre de misericordia y realizando señales para reivindicar a los más pobres, que llenó de esperanza y dignidad a muchos fracasados, que no compaginó con el modo religioso de escribas y fariseos, que se indignó con sus falacias e hipocresías, que fue tildado de blasfemo y condenado a la ignominia de la cruz, es ahora el Viviente por excelencia,3 y que el mismísimo Dios se ha constituído en el garante y legitimador de todo este revolucionario ministerio: “Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que El había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con El después de su resurrección” .4

Pedro, poseído ahora de esa lógica pascual, anuncia que lo realizado en Jesús supera las fronteras del estrecho mundo judío, rebasa el templo y las sinagogas, y se torna en noticia universal, que invita a todas las razas, a todas las culturas, a todos los estilos humanos, a integrarse en este gran programa de sentido llamado Evangelio, la Buena Noticia que Dios propone a través del Resucitado.5

En este camino caben todas las gentes, los perfectos y los imperfectos, los santos y los pecadores, los del norte y los del sur, los de oriente y los de occidente, los sabios y los rudos, la Pascua de Jesucristo desborda de generosidad teologal y de acogida sin reservas a todo el que quiera enfocar su proyecto de vida por esta ruta de resurrección. El don que Dios hace de sí mismo para salvar al ser humano de la muerte, el pecado y la injusticia, tiene en el Señor Jesucristo su plena definición.

Luego Juan, según el evangelio de este domingo, con sus habituales contrastes luz-tinieblas, mundo-espíritu, verdad-falsedad, nos habla así: “El primer día de la semana, María fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vió la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” . 6

No es casual que el hallazgo se dé en las brumas del amanecer, no es casual que sea ella, mujer cuya vida fue resignificada por su encuentro con Jesús, pasando de la oscuridad a la luz, del mundo de la mentira a la verdad liberadora, la primer testigo de la Pascua, porque Dios no suele acontecer en quienes presumen de perfectos.7

Los discípulos, débiles, derrotados, temerosos de ser también ajusticiados, habían puesto pies en polvorosa, su débil comprensión del reino de Dios y su justicia, las muchas decepciones que causaron al maestro, los hacían ver como un grupo irrelevante, con uno de los suyos como traidor, y ahora con su líder muerto, un colectivo de perdedores.

Pero, gracias a Dios – hay que afirmarlo con entera pasión por la verdad - las cosas no concluyeron ahí. En ellos se opera el prodigio pascual, no la reanimación de un cadáver, ni la demostración objetiva de un prodigio que altera las leyes de la naturaleza, sino el milagro de la nueva humanidad, el replanteamiento radical de sus vidas mediocres, la realidad de Jesús transformando de raíz sus motivos vitales,8 sus actitudes, su quehacer, ahora constituídos en los pioneros de esa tarea de anunciar a todos que en el Dios revelado en Jesús reside la más definitiva de las esperanzas, la que anula el poder definitivo de la muerte, del pecado, del sin sentido, de la injusticia: “Porque ustedes han muerto, y su vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán, juntamente con El, en gloria” .9

El fuerte y expresivo contenido simbólico de los relatos de la resurrección, es elocuente con respecto al proceso renovador que realizó en ellos el Resucitado: pierden la cobardía, adquieren un coraje inusitado, sus biografías se iluminan, no son santones ritualistas, son gente en misión, anunciando a diestra y a siniestra que la muerte no decide la historia de la humanidad: “Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en El reciben, por su nombre, el perdón de los pecados” . 10

Ese condenado ahora es anunciado con incontenible energía: Dios Padre saca la cara por Jesús, lo legitima en totalidad, su tarea no fue la de un agitador más, quiere esto decir que él sí tenía la razón y no sus perseguidores. Jesús los irritó en vida, y ahora también en su resurrección, porque confronta todo poderío que desata muerte y violencia, toda ideología que se absolutiza a sí misma, toda humillación al ser humano, todo ejercicio tiránico, todo moralismo opresor, toda religiosidad fanática, toda idolatría, toda cultura de la muerte. Con la Pascua, la causa de Jesús adquiere permanencia en la historia y se hace absoluta al proyectarse a la eternidad de Dios, asumiendo al ser humano para que sus deseos de felicidad, sus preguntas por el sentido de la existencia, sus gozos y sus esperanzas, sus tragedias y sus sufrimientos, no sean inútiles faenas sino apasionantes aventuras de plenitud y bienaventuranza.11

Los discípulos – y nosotros con ellos- redescubren en Jesús el rostro de Dios y el rostro de la condición humana: Hijo, Señor, Salvador, Liberador, Redentor, Camino, Verdad, Vida, Alfa y Omega.

Toda la comunidad primitiva de resucitados lo sigue para arraigar en la historia este proyecto, aún a sabiendas de las muchas interpretaciones erróneas que se han hecho pretendiendo su nombre como aval de las mismas. El seguimiento de Jesús “hace lío”, como dice el Papa Francisco, suscita conflicto, incomprensión, porque incomoda, toca puntos sensibles en los intereses del poder, desvela el pecado y la mentira, remite al ser humano al juicio definitivo de Dios, lo lleva a hacer frente a la verdad de la conciencia, lo desnuda de apariencias y mezquindades.

Desde la Pascua de Jesús estamos llamados a someter a crítica el carácter anodino de muchos lenguajes sobre él, a practicar la ruptura de ciertos estilos cristianos que se han quedado en rituales, prohibiciones, culpas, miedos, comprensiones que empobrecen el vigor del Evangelio, y a recuperar su impacto en la historia y en la apertura a la trascendencia definitiva del ser humano en Dios y en el prójimo.

No se trata de creer en Jesús, sino de creer como Jesús, al estilo de tantos seguidores suyos que han demostrado con coherencia existencial que en él se juega el sentido definitivo de la vida, para que esta no sea definida por los intereses del lucro económico, por el miedo a un Dios vengativo, por unos poderes que pretenden ser dueños de la libertad y de la conciencia de los hombres, sino por el verdadero Dios, inserto en nuestra historia, que hace de Jesús el Señor de la vida, y nos involucra en él de modo irreversible.

Por la ruta del Jesús histórico, por la pasión del Crucificado, caminamos con esperanza siguiendo los pasos del Resucitado, haciendo historia aquello del Apocalipsis: “Entonces ví un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y ví la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo” .12

En entrevista concedida al periodista Yamid Amat, en la edición del diario EL TIEMPO del domingo 28 de marzo de 2021, el arzobispo de Bogotá, Luis José Rueda Aparicio,13 dice: “Actualmente, la situación humanitaria en diferentes partes del país es muy difícil. Como nos mencionaron los obispos del Chocó, hay comunidades desplazadas y confinadas. Como Iglesia hacemos un llamado a la sociedad para no perder la esperanza. En medio de la difícil situación que hay en muchos territorios, también hay comunidades y territorios que vienen anunciando la paz y la reconciliación….” 14 Todo el reportaje alude a las graves problemáticas del país, expresando así mismo que es urgente el anuncio del Evangelio de Jesús como Buena Noticia de salvación. En la más saludable tradición del cristianismo, lo que realiza Jesús es liberación integral del ser humano de todo lo que lo hace cautivo de la muerte, de la injusticia, del pecado. Pascua es pasar de la muerte a la vida en Jesucristo, redimir de la inequidad social, de la pobreza, de la marginalidad, hace parte integral del mensaje cristiano.

Salir del sin sentido, del vacío existencial, de la pobreza, de la opresión, conciernen al acontecimiento pascual, histórico y trascendente: “El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas”. 15

Feliz Pascua de Resurrección!!

1 PRONZATO, Alessandro. La sorpresa de Dios. Sígueme. Salamanca, 1976.

2 JEREMIAS, Joachim . Abba: El mensaje central del Nuevo Testamento. Sígueme. Salamanca, 1989. BUSTO SAIZ, José Ramón. Artículo Jesucristo en Conceptos fundamentales del cristianismo. Trotta. Madrid, 1993; páginas 642-655. Edición coordinada por Casiano Floristán y Juan José Tamayo. GUERRERO, José Ramón. El otro Jesús. Sígueme. Salamanca, 1977. MEIER, John P. Un judío marginal: nueva visión del Jesús histórico; 5 volúmenes. Verbo Divino. Estella, 2008.

3 DUNN, James D.G. Jesús recordado: el cristianismo en sus comienzos. Verbo Divino. Estella, 2016. 3 volúmenes.

4 Hechos 10: 39-41

5 CATALÁ , Toni. La Buena Noticia de Jesús. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2010. PIKAZA IBARRONDO, Xabier. Evangelio de Marcos: la Buena Noticia de Jesús. Verbo Divino, Estella, 2012. SCHYLLEEBECKX, Edward. Jesús, la historia de un viviente. Trotta. Madrid, 2010. PAGOLA, José Antonio. Anunciar hoy a Dios como Buena Noticia. PPC. Madrid, 2016.

6 Juan 20: 1-2

7 BERNABE UBIETA, Carmen. Relevancia de la memoria de María Magdalena como testigo y apóstol. Publicado en revista Cuestiones Teológicas volumen 41 número 96 julio-diciembre 2014 páginas 279-306. Facultad de Teología Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín

8 MARXSEN, Willi. La resurrección de Jesús como problema histórico y teológico. Sígueme. Salamanca, 1978. DURWELL, Francis Xavier. La resurrección de Jesús, misterio de salvación. Sígueme. Salamanca, 1978.

9 Colosenses 3: 3-4

10 Hechos 10: 42-43

11 San JUAN PABLO II. Carta Encíclica Redemptor Hominis. Tipografía Vaticana. Roma, 1979. Esta es la encíclica programática del ministerio de Juan Pablo II como Obispo de Roma y pastor de la iglesia universal 1978-2005.

12 Apocalipsis 21: 1-2

13 Tomó posesión de la sede arzobispal de Bogotá el 11 de junio de 2020.

14 RUEDA APARICIO, Luis José. Arzobispo de Bogotá. Entrevista hecha por Yamid Amat en edición dominical de El Tiempo 28 de marzo 2020, página 1-14.

15 Efesios 1: 22-23

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