sábado, 30 de diciembre de 2023

COMUNITAS MATUTINA 31 DE DICIEMBRE 2023 FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH CICLO B

 “El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”

(Lucas 2: 40)

 

Lecturas:

1.      Eclesiástico 3: 3-17

2.     Salmo 127

3.     Colosenses 3: 12-21

4.     Lucas 2: 22-40

Es esencial en la comprensión y vivencia de la fe cristiana  el carácter sacramental de la humanidad, así lo planteábamos en la reflexión correspondiente al día de Navidad,  en la perspectiva de la encarnación de Dios en el ser humano. Cuando hablamos de sacramental en sentido teológico amplio nos referimos a una mediación que comunica y significa con eficacia la gracia de Dios.  Quiere decir que la gran experticia del Padre   es configurar seres humanos excelentes, cuyo   método especializado para esta tarea es Jesús de Nazareth,  modelo y referente del nuevo ser humano.[1] Vale decir que Dios, para hacerse comprensible, se revela en lo humano, en lo histórico y real.[2] Esta es la maravilla del misterio de le encarnación.  Esta afirmación es un motivo esencial de la buena teología y de la interpretación bíblica que la respalda.

José María Castillo, teólogo español recientemente fallecido , tiene un estupendo libro llamado “La humanización de Dios”, cuyo hilo conductor es lo que proponemos en el párrafo anterior. Tomamos una referencia suya, que apoya estas convicciones: “Si estamos efectivamente convencidos de que Dios se nos da a conocer en Jesús y de que, por tanto, Jesús es el Revelador de Dios, una misión que no sólo desempeñó en su vida mortal, sino que, según la teología del cuarto evangelio, sigue realizando en este momento, la conclusión lógica que de eso se desprende es que , en la humanidad de Jesús, conocemos la humanidad de Dios” .[3]

Las interpretaciones sobre la persona de Jesús, que conocemos con el nombre genérico de cristología, durante muchos siglos partieron de un modelo vertical descendente,  su énfasis residía desmedidamente en la divinidad de Jesús y en su condición sobrenatural, con detrimento de su humanidad. Un asunto así no es vana erudición de teólogos especialistas, saberlo nos ayuda a entender  consecuencias que esto trajo  para las iglesias, para el cristianismo en general; la más potente de ellas fue el espiritualismo desencarnado, [4]l a desconexión de las realidades históricas y existenciales, el lenguaje y estilo pastoral demasiado abstracto, la dificultad para  dialogar con la cultura, con los desarrollos del pensamiento, con la ciencia, con el dinamismo de la historia, con las acuciantes problemáticas del ser humano en su vida cotidiana En determinado momento de su proceso la Iglesia era una institución demasiado divina,  muy temerosa y distante de lo humano.

Con el avance de las ciencias humanas y sociales en los siglos recientes surge  una valoración muy positiva del  ser humano, de su razón,  de su autonomía ; esto se vió reflejado en los movimientos revolucionarios, en las reivindicaciones sociales, en los diversos enfoques del pensamiento crítico orientados a la emancipación de esclavitudes ideológicas, políticas, económicas, religiosas. Tal sensibilidad   influyó en la teología, en el estudio e interpretación  de los textos bíblicos, de sus contextos y de sus  pretextos,  y  en movimientos muy significativos  que surgieron en diversos ámbitos eclesiales, animados por esta recuperación de lo humano y de lo histórico-existencial como lugares del acontecer de Dios y de su acción salvadora. Así se preparó el Concilio Vaticano II, así surgieron las nuevas teologías como la de las realidades terrenas, la del desarrollo, la de la liberación, la del pluralismo religioso, el ecumenismo, el diálogo fe-razón, fe-ciencia, fe-cultura. Es el principio encarnatorio de Dios haciéndose vigente en la Iglesia y en cada comunidad de creyentes, en su reflexión teológica y en su estilo pastoral. [5]

Uno de los aspectos destacados de esta “humanización de Dios” es su realidad familiar, que la liturgia de la Iglesia destaca este domingo como una prolongación del sentido de la Navidad, invitándonos a considerar la familia de Nazareth. La buena condición humana surge en un medio familiar armónico, amoroso, solidario, pleno de afecto y de espiritualidad: “Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos. El que honra a su padre expía sus pecados, y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro” . [6]

Dos asambleas del Sínodo de los Obispos[7], convocadas por el Papa Francisco, se han dedicado a estudiar las realidades del matrimonio y de la familia, sus problemáticas actuales, sus fortalezas y también sus debilidades. De allí surgió ese documento , ahora de total actualidad, que se llama “Amoris Laetitia” (sobre el amor en la familia y en el matrimonio),  que hace un diagnóstico completo de las circunstancias contemporáneas de la institución familiar, luego fija su mirada en Jesús y actualiza la vocación evangélica y humana de esta comunidad , explicita la centralidad del amor en el matrimonio, se proyecta con orientaciones pastorales fundamentadas en la misericordia[8] , señala pautas claras para la educación de los hijos, y plantea líneas para una espiritualidad conyugal y familiar. Denso y estimulante texto  que da esperanza a las familias y se fija constructivamente en los caminos de superación de los conflictos que las aquejan:  “Los esposos cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y para los restantes familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Dios los llama a engendrar y a cuidar. Por eso mismo, la familia ha sido siempre el hospital más cercano.La vida en pareja es una participación en la obra fecunda de Dios y cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu” .[9] La función de la familia es ser una comunidad de amor en donde quienes la integran puedan abrirse a los demás con total sinceridad y confianza.

El evangelio de Lucas, que hace parte de los relatos de la infancia de Jesús, nos cuenta el rito de la presentación del niño en el templo, tradición judía propia de sus hondas convicciones teologales, que ofrecía los hijos a Dios, asumidos como gracia y bendición.  La narración nos indica el gozo del anciano Simeón y de la profetisa Ana, al encontrarse en  el niño Jesús con la humanidad de Dios y con la concreción de su promesa de salvación: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel” .[10] Siguiendo la comprensión de los géneros literarios de la Biblia estamos ante un relato que desborda la puntualidad de lo biográfico para dar paso a la interpretación teológica:  en ese niño se revela Dios en plenitud, su humanidad es el  sacramento del encuentro con Dios. Parte sustancial de la lógica de la encarnación es tener padre y madre, vivir en familia, madurar, apropiar la formación que allí se recibe, ver en José y en María a dos creyentes ejemplares, amantes de Dios, laboriosos, persuadidos de que el hogar es su medio divino.[11]

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario, una evolución. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos: “Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón” .[12] Luego , las cosas se harán paulatinamente más claras. El evangelista hace notar que: “El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón” .[13] La meditación de María le permite profundizar el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso que la lleva a la captación de los designios de Dios. Ella es la primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

A menudo, Dios sorprende y derriba nuestros esquemas de lógica humana. En este caso es patente, no es fácil entender sus planes, su voluntad, el modo de vida que El nos propone en Jesús para que seamos estupendos seres humanos, para que no nos dejemos guiar por las ambiciones de poder y de riquezas, para que acojamos el don de la solidaridad, para que nuestra vida esté determinada por el servicio al prójimo y por la liberación de las cadenas que quitan dignidad a nuestra humanidad.

Hay unas exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios, en las que José y María son referencia ejemplar:

-       Buscarlo: “Como no lo encontraron volvieron a Jerusalén en busca de él” ;[14]

-      Radical confianza en El; considerar en oración y discernimiento estas realidades y asumirlas con esperanza:” Su madre conservaba estas cosas en su corazón” (Lucas 2: 51),[15]

-      Dejar que Dios acontezca madurando en la interioridad: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lucas 2: 52).[16]

Pablo, en la segunda lectura de hoy, de la carta a las Colosenses, exhorta a llevar una vida que sea consecuencia del haberse revestido de Jesús, el hombre nuevo: “Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones, esa paz a la que han sido llamados porque formamos un solo cuerpo. Y vivan en la acción de gracias” .[17]

La  crisis de humanismo que se vive en muchos ámbitos , la posibilidad de ser manipulados por el asedio de los medios de comunicación, la dificultad para adquirir compromisos de largo alcance , el espíritu facilista y poco dado a la abnegación,  el talante  egocéntrico de muchos, el vacío de trascendencia, son hechos que afectan  a la familia. Es de nuestra fe propender siempre por lo humano,  por eso  el llamamiento es  a trabajar con pasión por la familia completa, feliz, en comunión;  de allí surgen  hombres y mujeres integrados, emprendedores de mejores sociedades, con raíces espirituales y humanistas profundas. Jesús, María y José son referente clave para este proyecto.

Antonio José Sarmiento Nova, S.J.

 



[1] GONZALEZ FAUS, José Ignacio. La humanidad nueva: ensayo de Cristología. Sal Terrae. Santander, 2016; El rostro humano de Dios. Sal Terrae. Santander, 2015. MOLTENI, Agostino & SOLÍS NOVA, David. El acontecimiento de Cristo como norma del método teológico para una nueva evangelización. En Franciscanum, volumen 65 número 179, páginas 1-36. Universidad de San Buenaventura, 2023. SCHYLLEEBECKX, Edward. Cristo, sacramento del encuentro con Dios. Dinor. San Sebastián, 1970.

[2] SCHOKEL, Luis Alonso & ARTOLA ABIZA, Antonio María. La palabra de Dios en la historia de los hombres. Universidad de Deusto. Bilbao, 1991. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Cristiandad. Madrid, 1987. GELABERT BALLESTER, Martín. Jesucristo, revelación del misterio del hombre. Ensayo de antropología teológica. San Esteban. Salamanca, 1997. GARAVITO VILLARREAL, Daniel de Jesús. La revelación y la actividad humana: recepción teológica de la Constitución Dei Verbum en clave de la apropiación. Tesis para obtener el título de doctor en teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2013. CHAUVET, L.M. Símbolo y sacramento. Dimensión constitutiva de la existencia cristiana. Herder. Barcelona, 1991. MALDONADO, Luis. Sacramentalidad evangélica: signos de la presencia para el camino. Sal Terrae. Santander, 1980.

[3] CASTILLO, José María.  La humanización de Dios. Trotta. Madrid, 2010, página 198. LA ROTTA GIRALDO, Miguel Hernán. La Encarnación desde la lógica de la fe y desde la lógica de la racionalidad. En https://www.es.scribd.com/document/314539567/La-Encarnacion-Desde-La-Logica-de-la-Fe-y-Desde-la-Logica-de-la-Racionalidad  FISICHELLA, Rino. La revelación: evento y credibilidad. Sígueme. Salamanca, 1989. LATOURELLE, René. Teología de la Revelación. Sígueme. Salamanca, 1982. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Capítulo II: Creo en Jesucristo, Hijo de Dios. Párrafo 1: El Hijo de Dios se hizo hombre. San Pablo. Bogotá, 2022; páginas 154-163. SABUGAL, Santos. Encarnación y muerte redentoras. En https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/estudioagustiniano/estudiofondos/estudio1986/estudio:1986_2_02.pdf KUNG, Hans. La encarnación de Dios: Introducción al pensamiento teológico de Hegel como prolegómenos para una cristología futura. Herder. Barcelona, 1987. URIBARRI BILBAO, Gabino. La singular humanidad de Jesucristo, el tema mayor de la cristología contemporánea. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2008.

[4] SESBOUE, Bernard.  Imágenes deformadas de Jesús. Mensajero. Bilbao, 1980.

[5] GABORIAU, Florence.  El giro antropológico de  la teología de hoy. Herder. Barcelona, 1970. PANNENBERG, Wolfhart. Antropología en perspectiva teológica. Sígueme. Salamanca, 1993. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. Imagen de Dios: antropología teológica fundamental. Sal Terrae. Santander, 1988. CABILDAS TEJERO, Juan Manuel. La persona es creatura amorosa: perspectivas para una antropología teológica. Edicep. Valencia, 2002. COLZANI, G. Antropología teológica. El hombre, paradoja y misterio. Secretariado Trinitario. Salamanca, 2001. PAOLI, Arturo. La persona, el mundo y Dios. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1967.

[6] Eclesiástico 3: 2-4

[7] Las de 2014 y 2015

[8] Como la admisión a los sacramentos de la Iglesia a los divorciados vueltos a casar.

[9] PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica post sinodal AMORIS LAETITIA , sobre la alegría del amor en la familia y en el matrimonio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2015. AROS VEGA, Jorge & BASUALTO PORRA, Lorena. Aportes a la teología de la familia. Lectura eclesiológica  de la Iglesia Doméstica. En Veritas número 30, páginas 163-186. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, marzo 2014. GALINDO, A. (Editor) Hacia una teología de la familia. Universidad Pontificia de Salamanca, 2009. PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1981. MIRALLES, A. El matrimonio: teología y vida. Palabra. Madrid, 1997. CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. Semana de la Familia 2023, protagonistas de la esperanza. CEC. Bogotá. 2023.

[10] Lucas 2: 29-32

[11] VICARÍA DE LA ESPERANZA JOVEN. Somos miembros de una familia. Arquidiócesis de Santiago de Chile, 2014. DE LA TORRE, Javier. Jesús de Nazaret y la familia. Una respuesta válida a los desafíos actuales de la moral familiar. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 2 de diciembre 2014. MONTES PERAL, Luis Angel. La familia en la historia de Jesús. En Estudios Agustinianos número 46, páginas 233-274. Estudio Teológico Agustiniano. Valladolid, 2011.

[12] Lucas 2: 34-35

[13] Lucas 2: 51

[14] Lucas 2: 45

[15] Lucas 2: 51

[16] Lucas 2: 52

[17] Colosenses 3: 14-15

domingo, 24 de diciembre de 2023

COMUNITAS MATUTINA 25 DE DICIEMBRE 2023 SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR CICLO B

 

“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad”

(Juan 1: 14)

 

Lecturas:

1.      Isaías 52: 7-10

2.     Salmo 97

3.     Hebreos 1: 1-6

4.     Juan 1: 1-18

 

Una pausa  en el camino:  días  de trajín y afanes sin cesar, la espectacularidad de la sociedad de consumo con su publicidad invasiva, compras y más compras, regalos, fiestas, congestiones en el tráfico de las grandes ciudades, este obsequio me falta, reviso la lista, de nuevo a correr para adquirir y estar tranquilos porque quedaremos bien con los destinatarios del regalo. Son días de verdadero ajetreo que no favorecen mucho la meditación y contemplación del sublime misterio del Dios-con-nosotros, el Emmanuel, según la significativa expresión hebrea. [1] La solemnidad cristiana de Navidad coincide  con los ciclos del equinoccio y también en su momento se encontró con festividades de las religiones antiguas de Europa[2],  es  así mismo el tiempo  final del año en el que se celebra lo vivido y se llora lo sufrido. Como el cristianismo se inculturó primero en el Asia Menor y en Europa, también en el norte de Africa, el encuentro con esas culturas favoreció interacciones   en el ámbito del lenguaje y de la interpretación de la fe, principalmente, pero también se infiltraron modos y prácticas que no coinciden con la sustancia de la fe cristiana. Una cosa en nuestro tiempo es la navidad comercial y otra, bien distinta, la que se vive con hondura espiritual en el ámbito de la Iglesia y de todas las comunidades cristianas.

Lo que queremos con este comentario inicial no es presumir de “superioridad religiosa” ante los creyentes de otras tradiciones ;   simplemente es una alerta profética, una ayuda pedagógico para ir a lo esencial:  al misterio conmovedor, apasionante, seductor, esperanzador, del Dios que  entra hasta lo más profundo de nosotros y se implica en la condición humana, su opción preferencial para disponernos a la   salvación y liberación de la injusticia, del pecado, del egoísmo, de nuestras arrogancias, de todos los ídolos , de la muerte. Ese es el llamado de atención para este alto en el camino, magnífica oportunidad para discernir dónde está el fundamento de nuestra esperanza, para no confundir esta memoria sacramental con el frenesí de la “mundanidad” consumista.  [3]

La primera lectura, del profeta Isaías,   contiene un canto de alabanza ante la inminente liberación de Jerusalén. Dos imágenes enmarcan esta lectura: la de los mensajeros que corren anunciando esta noticia de libertad, y la de los centinelas que expresan su júbilo porque ven el retorno de Yahvé a Sión. Una vez más, como en los domingos anteriores, el libro de Isaías registra la gozosa expectativa por el retorno de los israelitas, luego del penoso cautiverio en Babilonia. Miremos en este exilio forzoso, con su fuerte carga de dramatismo y sufrimiento, un prototipo de todas las penurias que padece la humanidad en muchos lugares del mundo. [4] Y, siguiendo el espíritu de este profeta, gocemos también con aquellas comunidades que recuperan su dignidad y su territorio.

El texto de este profeta es un feliz anticipo de lo que  celebramos :  la concreción definitiva de las promesas de Dios a su pueblo y a toda la humanidad,  que busca infatigablemente un sentido pleno de la vida. Dios trasciende hacia la humanidad, se hace carne e historia, toma como propio todo lo que nos afecta, lo que nos hace felices y humanos, también lo que nos frustra y esclaviza. El nacimiento del Mesías es, en primer lugar, Buena Noticia de salvación, esperanza para toda la humanidad, la certeza de un Dios amorosamente interesado en nosotros, [5]    pero también es profecía que confronta la eterna tentación humana de la opulencia, de las pretensiones de poder, del vano honor del mundo. La pequeñez y fragilidad del  niño  de Belén es el germen de la nueva humanidad, en él se significa que Dios se inserta  en cada ser humano. [6] y que lo hace sin aspavientos ni prepotencias.  Las palabras de Isaías son precursoras de estos acontecimientos:  “Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación y dice a Sión: tu Dios reina!” [7].

Cómo devolver la ilusión de vivir en tierra propia a migrantes, desplazados, refugiados? Cómo rescatar el encanto existencial para aquellas comunidades tradicionalmente vulneradas por la pecaminosa injusticia de los depredadores de sus derechos y de su hábitat? Cómo anunciar que Dios está totalmente de parte de los últimos del mundo?  Cómo rescatar la esperanza de vivir en quienes están abatidos por la depresión y el fracaso emocional?   Cómo reencantarnos todos para hacer de los escenarios de la historia narraciones de esperanza? Cómo anunciar este mensaje de felicidad en las devastadas tierras de Ucrania, de Palestina-Israel, de nuestras comunidades tan asediadas por los señores de la muerte?

El salmo corresponde a un himno de alabanza dirigido a Yahvé porque ha obrado maravillas y porque ha revelado su justicia a las naciones: “Canten al Señor un canto nuevo, porque hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones; se acordó de su amor y de  su fidelidad a favor del pueblo de Israel” [8].

La feliz noticia de Navidad es  la  de Dios que  se significa con eficacia en lo humano, en su historia, en las experiencias concretas de la vida. Dicho con palabras de mayor calado teológico: la humanidad es la sacramentalidad de Dios. Por eso, el divino Jesús es al mismo tiempo el humano Jesús, elemento esencial de nuestra fe que también nos permite dar un nuevo significado a nuestra condición humana.  Gracias a  él  tenemos vocación de divinidad y de eternidad.[9] Cuando - siguiendo la definición cristológica del concilio de Calcedonia en el año 451 – profesamos que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, estamos afirmando que el Padre Dios decidió que su Palabra-Verbo se hiciese historia y humanidad para que estas trascendieran hacia El y hacia el prójimo, haciéndose plenas y definitivas. Lo divino se significa con eficacia en lo humano, y lo humano  se diviniza, es el gran giro teologal y antropológico que se consuma en Jesús, el Cristo.  Así entendemos la densidad teológica de lo que dice la carta a los Hebreos: “Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo” [10].

El Dios cristiano no transita por abstracciones, es humano, demasiado humano, se encarna, se implica, asume, se compromete, se hace todo con todos, sana, perdona, libera, reconfigura, rescata lo perdido por la muerte y el pecado, sintoniza con todos los que esperan, responde a sus demandas, no es indiferente a soledades y abandonos, es un Dios  contagioso de vida y de dignidad. Este es a quien celebramos en Navidad, este es Aquel en quien descubrimos la plenitud de nuestra condición humana,  [11] en quien todo lo precario, egoísta, susceptible de muerte y de pecado, es redimido y trascendido en divinidad.

 Dios con nosotros, para nosotros, por nosotros, desde nosotros. La divinidad sucede plenamente en la humanidad: “Y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” [12] Este himno del capítulo 1 de Juan posee una dinámica descendente. Esa palabra preexistente, junto a Dios y antes de todos los tiempos, puso su morada entre nosotros, se hace carne e historia, demostrando que lo prioritario en sus intenciones es hacer nuevo al ser humano, redimirlo de todo límite y precariedad, depositando en cada uno la señal de su divinidad. Dios se hace hombre, asume nuestra limitación y temporalidad, para hacer infinito e ilimitado al hombre.

Esto tiene claras consecuencias para nuestra manera de vivir. Estamos llamados a encarnarnos en las realidades en las que vivimos, mirar hacia abajo, estar con los que son vistos por la “sociedad” como poca cosa, reconocer que en ellos la revelación acontece con primerísima elocuencia. La novedad de la encarnación es abandonar la seguridad del Padre para tomar como propia la inseguridad de la condición humana pobre.[13] La Iglesia en salida misionera, despojada de vanidades y privilegios, se descalza y se inserta en la realidad de las comunidades que la constituyen, solidaria con la humanidad, entrega lo suyo propio, la Buena Noticia de este Dios que viene para nuestra salvación, haciéndose carne de nuestra carne.

“Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado. Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano”, [14]se dice con amorosa belleza en la tradicional novena navideña, sencilla expresión   de fe  que hace patente la plenitud que Dios nos comunica en su palabra hecha historia y condición humana.

Navidad es fiesta de humanización plena, celebra lo más propio de nuestra condición: el amor, la búsqueda esperanzada  del sentido de la vida, las felicidades y las plenitudes, los seres humanos concretos con quienes hacemos  nuestros territorios de afectos y comunión, la comunidad eclesial,  la pasión por la justicia y por la dignidad, la gran faena de ser libres, la denuncia profética de las esclavitudes, la erradicación del pecado que frustra nuestra realización. Esta narrativa liberadora sucede definitivamente en la adorable persona de Jesús, Palabra plena de Dios: “Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros”. [15]

Escuchemos al Papa Francisco en su mensaje de Navidad de 2022: “Hermanos y hermanas, Belén nos muestra la sencillez de Dios, que no revela a los sabios y a los doctos, sino a los pequeños, a quienes tienen el corazón puro y abierto. Como los pastores, vayamos también nosotros sin demora y dejémonos maravillar por el acontecimiento impensable de Dios que se hace hombre para nuestra salvación. Aquel que es fuente de todo bien se hace pobre y pide como limosna nuestra pobre humanidad. Dejémonos conmover por el amor de Dios y sigamos a Jesús, que se despojó de su gloria para hacernos partícipes de su plenitud”. [16]

Feliz Navidad 2023 para todos los lectores de Comunitas Matutina.

 

Antonio José Sarmiento Nova, S.J.

 



[1] CRUZ ARAUZ, Edgar J. Jesús: Emmanuel, Dios con nosotros. PPC. Ciudad de México, 2022. BORG, Marcus & CROSSAN, John Dominic. La primera navidad: lo que los evangelios enseñan realmente sobre el nacimiento de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2009. BROWN, Raymond. El nacimiento del Mesías: Comentario a los relatos de la infancia. Cristiandad. Madrid, 1982. MOINGT, Joseph. Dios que viene al hombre (3 volúmenes). Sígueme. Salamanca, 2007.

[2] AUTORES VARIOS. Historia de las religiones antiguas, Oriente, Grecia y Roma. Taurus. Madrid, 1964. FRAZER, J.G. La rama dorada: magia y religión. Fondo de Cultura Económica FCE. México D.F., 1976. MARTORELL, Alfredo. El origen pagano de la Navidad. Biblioteca virtual Omegalfa. Madrid, 2020.    GONZÁLEZ ALVAREZ, Eduardo. El debate sobre la celebración de Navidad. En https://www.summitenespanol.com/wp-content/uploads/2015/12/El-debate-sobre-Navidad.pdf  RICHARD, Pablo. Orígenes del cristianismo: memoria para una reforma de la Iglesia. En Revista Espiga Año XI número 23, páginas 53-77. Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI. San José de Costa Rica, 2016.

[3] PAPA FRANCISCO. No mundanizar la Navidad. Catequesis del 19 de diciembre de 2018. En https://www.vaticannews.va./es/papa/2018-12/catequesis-papa-no-mundanizar-navidad-descubrir-sorpresas-dios.html  BOTTE, B. Los orígenes de la navidad y de la epifanía. Taurus. Madrid, 1964. UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSÉ SIMEÓN CAÑAS UCA. Navidad: un pretexto para el consumismo. En https://www2.uca.edu.sv/publica/cartas/media/archivo/a9da2b_01editorialpag23.pdf

[4] PIKAZA, Xabier.  Cautividades de ayer y esclavitudes de hoy: caminos de liberación. En Revista de Espiritualidad  número 51, páginas 473-502.Orden de Carmelitas Descalzos España.  Salamanca, 1992; Anunciar la libertad a los cautivos: Palabra de Dios y catequesis. Sígueme. Salamanca, 1985. MESTERS, Carlos. La misión del pueblo que sufre. Confederación Latinoamericana de Religiosos CLAR. Bogotá, 1983. GARZÓN MORENO, Miguel Angel. La alegría en el II Isaías. Las exhortaciones a la alegría en el mensaje y estructura de Isaías 40 – 55. En Isidorianum volumen 26, número 51-52; páginas 39-69. Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, 2017.

[5] NAVARRO, Rosana.  De lo humano vulnerado a lo humano resignificado, desde la experiencia espiritual de Etty Hillesum. En  Cuestiones Teológicas volumen 42 número 97, páginas 2005-228.   Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 2015. PAPA FRANCISCO. Carta Apostólica Admirabile Signum sobre el significado y valor del Belén. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2019. HERRERO DE MIGUEL, Víctor. La pequeñez de Belén o la grandeza del corazón humano. En https://www.repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream(handle/11531/54831/Belen.pdf?sequence=1 PAPA FRANCISCO. Para vivir la Navidad redescubramos la pequeñez de Dios. Catequesis diciembre 3 2022. En https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2022-12/papa-francisco-dicurso-arbol-navidad-pesebre-san-pedro.html

[6] BOFF, Leonardo.  Encarnación: la humanidad y la jovialidad de nuestro Dios. Sal Terrae. Santander, 1995. PÉREZ TAMAYO, Matilde Eugenia. El misterio de la Navidad. En https://www.paracrecerenlafe.files.wordpress.com/2020/11/el-misterio-de-la-navidad-2.pdf GÓMEZ FERNÁNDEZ, Francisco José. Breve historia de la Navidad. Nowtilus. Madrid, 2019. RAHNER, Karl. El significado de la Navidad. Herder. Barcelona, 2015.

[7] Isaías 52: 7

[8] Salmo 98 (97): 1-2

[9] GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Olegario.   Cristología. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2001. SOBRINO, Jon.  Jesucristo liberador: Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazareth. Trotta. Madrid, 1993.  JUAN PABLO II.  Carta Encíclica Redemptor Hominis El redentor del hombre (es la primera encíclica de su ministerio pontificio). Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1979.  FERNÁNDEZ, Samuel. El descubrimiento de Jesús: los primeros debates cristológicos y su relevancia para nosotros. Sígueme. Salamanca, 2022. DUPUIS, Jacques. Introducción a la Cristología. Verbo Divino. Estella, 2010. ESPEJA, Jesús. Jesucristo, una propuesta de vida. San Pablo. Madrid, 2010. LOHFINK, Gerhard. Jesús de Nazaret. Herder. Barcelona, 2013. MOINGT, Joseph. El hombre que venía de Dios. 1: Jesús en la historia del discurso cristiano. 2: Cristo en la historia de los hombres. Desclée de Brower. Bilbao, 1995. PIKAZA, Xabier. Este es el hombre: manual de Cristología. Secretariado Trinitario. Salamanca, 1997.

[10] Hebreos 1: 1-2

[11] MAGNIN, Lucas Luciano. Misterio divino y humano. Un diálogo entre los Evangelios Sinópticos y Juan . En Albertus Magnus volumen 11, número 1; páginas 1-20. Universidad de Santo Tomás. Bogotá, 2020. KÜNG, Hans. El cristianismo, esencia e historia. Trotta. Madrid, 1997. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Dogmática cristológica y lucha por la justicia. En Revista Catalana de Teología, volumen XX número 2; páginas 345-365. Facultad de Teología de Cataluña. Barcelona, 1995. LATOURELLE, René. A Jesús, el Cristo, por los Evangelios. Sígueme. Salamanca, 1990. PUIG, Armand. Jesús, una biografía. Destino. Barcelona, 2004. FABRIS, Rinaldo. Jesús de Nazaret, historia e interpretación. Sígueme. Salamanca, 1990. CASTILLO, José María. La humanidad de Dios. Trotta. Madrid, 2012; La humanidad de Jesús. Trotta. Madrid, 2017.

[12] Juan 1: 14.

[13] SOBRINO, Jon.   Fuera de los pobres no hay salvación. UCA editores. San Salvador, 2009. BOFF, Leonardo. Teología desde el lugar del pobre. Sal Terrae. Santander, 1986. GARCÍA CADIÑANOS, Fernando. La Iglesia de los pobres: fe y justicia en el mundo. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 1 de abril 2014. MAUTI, Ricardo Miguel. La Iglesia que nace de los pobres. “Mysterium Liberationis”, una eclesiología latinoamericana, sinodal y martirial. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/15597/1/iglesia-nace-pobres.pdf  PLANELLAS BARNOSELL, Joan. La Iglesia de los pobres: del Vaticano II al papa Francisco. En https://www.fpablovi.org/images/InstitutoSocial/CursoDSI/2015IglesiadelosPobres.pdf

[14] Novena tradicional de Navidad.

[15] Juan 1: 14.

[16] PAPA FRANCISCO. Mensaje Urbi et Orbi del Santo Padre Francisco; 25 de diciembre de 2022.

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