domingo, 24 de noviembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 24 DE NOVIEMBRE 2019 SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO CICLO C


“Y le pedía: Jesús acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino. Jesús le contestó: te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”
(Lucas 23: 42 – 43)

Lecturas:
1.   2 Samuel 5: 1 – 3
2.   Salmo 121: 1 – 5
3.   Colosenses 1: 12 – 20
4.   Lucas 23: 35 – 43
El Cristo Rey al que hoy celebramos es el antirrey, el que decepciona las expectativas mesiánicas de Israel, que en su imaginario tenía la expectativa de un Mesías poderoso militar, emperador dueño de todos los poderes para salvar al pueblo elegido o notable reformador religioso que vendría a poner “orden” en las prácticas rituales y morales de estas tribus. La esperanza mesiánica era manifestación de una necesidad político-religiosa, que demandaba un liderazgo poderoso para estructurar al pueblo.
Jesús no corresponde a estos imaginarios mesiánicos. El evangelio de hoy nos presenta cómo reina Jesús el Cristo: no desde un trono imperial sino desde la cruz de los rebeldes: “También los soldados se burlaban de él; se acercaban , le ofrecían vinagre y le decían: si tú eres el rey de los judíos, sálvate! Había encima de él una inscripción: este es el rey de los judíos”. [1]
Lo de Jesús es diametralmente opuesto a la lógica de los poderes mundanos, incluídos los religiosos. Lo suyo es anunciar un nuevo orden de vida – lo que llamamos BUENA NOTICIA – que, desde la paternidad – maternidad de Dios, incluye a todos los seres humanos, principalmente a quienes sistemáticamente son impedidos de vivir con dignidad, para construír una cultura de comunión , de mesa compartida, de solidaridad y de justicia. Eso que designamos como reino de Dios es el “modus operandi” de Jesús, que lo hace sin fundamentarse en la tradicional mentalidad de dominación-opresión.[2]
Cómo anunciar la realeza de Cristo en este mundo dominado por el monstruo neoliberal, generador de seres humanos compradores y consumidores, competitivos, individualistas, sofocando sus subjetividades en una tecnología que rompe los vínculos interpersonales? Qué decir de este “rey” en un mundo que se subleva contra las instituciones y contra los poderes establecidos? Cómo llegar con este mensaje a las masas de la humanidad empobrecida, a los millones de víctimas de la demencia beligerante de los poderosos, a los africanos que tienen la osadía de lanzarse al mar con sus familias para buscar alternativas en una  Europa ensimismada e incapaz de solidaridad?[3]
Qué pensar de muchos gobernantes del mundo que presumen de cristianos, católicos o protestantes, secuestradores de Jesús de Nazareth y de su Buena Noticia, a la que convierten en una decadente teología de la prosperidad y también en soporte ideológico  de los más deplorables fascismos de la historia contemporánea? [4]
La afirmación de la presidenta temporal de Bolivia notificando a todos que “Jesucristo regresa” a esta nación es la más vergonzosa constatación de la manipulación y  del mensaje evangélico, convertido ahora por estos predicadores oportunistas en fundamento de la represión y del fanatismo religioso. A estos modos religiosos corresponde la denominación marxista de “opio del pueblo”. [5]
La realeza de Jesús se arraiga en su realidad histórica, que, a partir de la experiencia pascual de los primeros discípulos, se hace sacramentalidad, en el mejor sentido teológico de esta expresión. Jesús es la visibilidad de Dios, su narrativa salvífica y liberadora, él nos demuestra experiencialmente la cercanía misericordiosa  y compasiva de ese Padre que opta preferencialmente por el ser humano, para situarnos siempre en la plenitud de sentido que El nos ofrece como salvación y liberación.
El poderío real de Jesús no es, de ninguna manera, la entronización ideológica de una potestad sobrenatural que se enseñorea sobre todos los poderes del mundo. La potencia jesuánica – como lo señala el teólogo Jon Sobrino – es su implicación total con las cosas del Padre Dios y, en consecuencia, con las cosas de la humanidad, principalmente con aquella a las que le son negadas, por parte de los poderes mundanos, las posibilidades de sentido y de vida digna.[6]
El es la plenitud de Dios porque en él reside la plenitud de lo humano, y viceversa: él es la plenitud de lo humano porque en él habita la plenitud de lo divino. Esta es la genuina fe del cristianismo, y allí está el fundamento de su realeza.[7]
Debemos despojar a Jesús de la iconografía tradicional: coronado, con apariencia de emperador, entronizado en grandes basílicas como una potencia suprema. Nuestro Señor Jesucristo, proclamado así por la fe pascual, no hace parte de la lógica mundana del poder. El procede del descalzo Jesús de Nazareth, el profeta pobre de Galilea, el que se empeña en reivindicar la dignidad de los condenados de la tierra, el que nos transmite la misericordiosa solidaridad del Padre-Madre Dios.
Con este domingo concluye el año litúrgico, destacando la figura de Jesús como plenitud de la historia, de la humanidad, mediación definitiva para el encuentro con Dios, tal como la expresa con gran profundidad el texto de la carta de Pablo a los Colosenses, segunda lectura de hoy: “El es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud y reconciliar por él y para él todas las cosas” [8]
Se impone reflexionar sobre cómo Pablo y los primeros cristianos llegan a esta profunda y clarísima definición cristológica. Y para esto es preciso acudir a la lógica del Evangelio, a la de él mismo, en su disposición de servir a todos, no a ser servido, en su negativa a todo tipo de poder y preeminencia, en su despojo de toda gloria humana. Jesús es ,por excelencia, el ser que se ha negado a todo lo que tenga que ver con la grandeza que exalta el mundo.
Sabemos que en la Cristología al Señor Jesucristo se le asignan varios títulos: Mesías, Hijo de Dios, Rey, entre los más recurrentes. Nos ocupa hoy el de rey, por el contenido de la solemnidad que celebra la Iglesia en este domingo. Es preciso  decir que el de rey es la menos afortunada de las denominaciones que se le dan, justamente por todos los contenidos de su vida, de su misión, por su pobreza, por su cercanía a los desheredados, por su misma condición social, por su cruz, por su anuncio de la Buena Noticia en condiciones de total desempoderamiento.
La primera lectura – de 2 Samuel – nos habla del rey como salvador en medio de grandes dificultades. Sabemos que por diversas causas de tipo político y religioso el reino de Israel se había dividido en dos: reino del sur (Judá) y reino del norte (Israel), con gran animadversión entre ambos.
 Y David, rey de Judá, es buscado por los del norte porque vieron en él la solución a las grandes crisis que vivían, esto era inaudito. Por la enemistad entre los dos reinos,  era tal su  carisma de  que acudieron a él en situación límite para hacerlo rey, para reconocerlo como principio de unidad  y de superación del conflicto. Este es uno de los elementos que hacen de este hombre una leyenda en toda la historia del pueblo elegido: “Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahvé, y ungieron a David como rey de Israel” [9]
Es bueno recordar que cuando los israelitas pidieron un rey, los profetas se escandalizaron y consideraron esto una apostasía porque para ellos el único posible era Yahvé, no admitían otro tipo de liderazgo; entonces solucionaron el problema haciéndolo representante de Dios y por eso le ungieron. El  simbolismo del ser ungido es de mucha densidad en el Antiguo Testamento porque significa que se le confiere la misión de conducir al pueblo en nombre de Dios.
Este antecedente nos vuelve a la realeza de Jesús, en quien encontramos una radical referencia al Padre Dios y una permanente actitud para  cumplir su voluntad sin reservas ni limitaciones.
El texto de Lucas nos presenta a Jesús en la cruz, en medio de dos delincuentes,  escarnecido y humillado,  dato relevante para comprender la asignación que se hace a él del título de rey y para darle vuelta al significado mundano que habitualmente lo acompaña: “La gente estaba mirando. Los magistrados, por su parte , hacían muecas y decían: Ha salvado a otros; que se salve a sí mismo si es el Cristo de Dios, el elegido”. [10]
El relato nos recuerda con dramática elocuencia que no se trata de un reino de gloria y de magnificencia sino de servicio y de donación total de la vida. Una  constatación así  debe ponernos  en alerta contra el triunfalismo religioso que a menudo se ha colado en la vida de la Iglesia dando paso a alianzas políticas, a estilos de vida principescos,  todo ello sin ningún fundamento en el Evangelio. La cruz es el símbolo por excelencia del amor crucificado,  ella es el trono de este rey humillado y ofendido.
La cultura del placer y de la vida cómoda, la sociedad de consumo con sus destellos superficiales, el tener por encima del ser, la acumulación egoísta de bienes materiales, son una bofetada al mismísimo Dios y a la dignidad del ser humano, olvido total del sacrificio y de la abnegación, mentalidad facilista que conduce al egocentrismo perverso y al abuso sistemático de los indefensos, de los “descartados”, como dice el Papa Francisco, en claro lenguaje desafiante a esta sociedad neoliberal.
Pensemos cuántas tergiversaciones se han hecho de Jesús, deformando su ser y su mensaje, acomodándolo a intereses políticos o religiosos, disminuyendo la totalidad de su significado y recortando elementos que le son esenciales .
Por eso, celebrar a Jesucristo como rey del universo es un momento privilegiado para ir al rescate de todos los aspectos de su misión, y para enfatizar en el carácter de su cruz redentora, salvadora y liberadora, donde el poder que está en su raíz no es el de una autoridad mundana sino el de la compasión y la misericordia que el Padre Dios nos revela en él.
Es especialmente esclarecedor el diálogo que tiene Jesús con el llamado buen ladrón: “Y le pedía, Jesús acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino. Jesús le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso [11]  conversación que se da después de los insultos del otro reo crucificado; no vemos  aquí al justiciero implacable ni al poderoso vengativo sino al Dios de misericordia y de exquisita solidaridad con el hombre abatido por el pecado y necesitado  de redención.
Así, Jesús de Nazareth, el ser humano, es el Ungido de Dios, el revelador de su realidad salvadora. Con la expresión Jesús el Cristo la primera comunidad cristiana reconoce en el ser histórico de Nazareth la impronta de Dios: “El es imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, tronos, dominaciones, principados, potestades.  Todo fue creado por él y para él” .  [12]
El quiere seres humanos completos, libres, capaces de manifestar lo divino a través de su humanidad, como él, conscientes de que el sentido definitivo de la vida se juega en el amor incondicional y  en la derrota evangélica  de todo poder y  absolutismo.




[1] Lucas 23: 36 - 38
[2] CASTILLO, José María. El reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999.
[3] BOFF, Leonardo. Teología del cautiverio y de la liberación. Paulina. Madrid, 1985.
[4] ADRIANZEN, Alberto. El gobierno de Dios y de la derecha. Reunión estratégica grupo jurídico CLACAI, Consorcio latinoamericano contra el aborto inseguro. Bogotá, febrero 2018.
[5] MARX, Karl. Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Según consta la expresión la formula en un artículo publicado en 1844 en el periódico Deutsch-Französischen Jarbücher.
[6] SOBRINO, Jon. Jesucristo liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazareth. Trotta. Madrid, 1993.
[7] Nuevamente recomendamos a todos los que siguen COMUNITAS MATUTINA la lectura y estudio del libro de José Antonio PAGOLA, Jesús: aproximación histórica, publicado por PPC, en 2010. Es un trabajo que ha sido muy divulgado en diversos medios eclesiales, con profundidad teológica, con sólida fundamentación bíblica y con un lenguaje bastante accesible. No echen en saco roto esta sugerencia.
[8] Colosenses 1: 18-20
[9] 2 Samuel 5: 3
[10] Lucas 23: 35
[11] Lucas 23: 43
[12] Colosenses 1: 15: 16

domingo, 17 de noviembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 17 DE NOVIEMBRE 2019 DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


“Pero antes de esto, a ustedes les echaràn mano y los perseguirán. Los llevaràn a juzgar en las sinagogas, los meterán en la cárcel y los presentaràn ante reyes y gobernadores por causa mìa. Asì tendrán oportunidad de dar testimonio de mì”
(Lucas 5: 12 – 13)
Lecturas:
1.   Malaquìas 3: 19 – 20
2.   Salmo 97: 5 – 9
3.   2 Tesalonicenses 3: 7 – 12
4.   Lucas 21: 5 – 19
Nos encontramos cerca de la conclusión del año litúrgico, nos restan este domingo y el siguiente,   solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Como sabemos,   el año asì visto es un ciclo completo de catequesis en el que los textos bíblicos y los contenidos que de allì proceden son un servicio a la formación de los creyentes para crecer en una captación e interiorización de la totalidad del hecho cristiano, el recurso bíblico más importante que se sigue es el de los tres evangelios sinópticos, así: en el ciclo A el evangelio de Mateo, en el ciclo B el evangelio de Marcos y en el ciclo C el evangelio de Lucas, este último es el que estamos concluyendo.[1]
La pretensión, si este formato sistemático se toma en serio, es que cada comunidad cristiana y cada discípulo de Jesús en particular, tengan una visión integral de la realidad salvadora y liberadora que Dios nos manifiesta en su hijo, siguiendo los énfasis propios de cada uno de los tres relatos evangélicos conocidos como los sinópticos:
-      Mateo es un texto dirigido a judíos convertidos al cristianismo, esto explica el uso constante de tradiciones del Antiguo Testamento, de costumbres, prácticas y demás, muy conocidas de quienes procedían del judaísmo. El núcleo central de Mateo es demostrar que en Jesús se cumple plenamente la promesa mesiánica,[2] en quien se superan con creces las expectativas que al respecto tenía el pueblo de Israel.
-      Marcos se orienta a cristianos provenientes del paganismo (gentiles), por eso se esmera en explicar detalles bíblicos que para este tipo de personas resultan novedosos. Este evangelista destaca de modo peculiar la humanidad de Jesús y la condición de un mesianismo crucificado y en conflicto con la institución religiosa judía.[3]
-      Lucas tiene como autor a un personaje y una comunidad que se originan en el mundo pagano. Tiene un marcado saber de universalidad, de Jesús que con su Buena Noticia traspasa las estrechas fronteras del judaísmo para comunicarla a toda la humanidad. Apreciamos también dos puntos esenciales: la opción preferencial por los pobres y la revelación en Jesús de la misericordia de Dios. [4]
En su momento procuraremos ilustrar mejor a nuestros lectores con una visión más integral de cada uno de los evangelios. [5]
Lo que este domingo  se nos plantea con los textos de Malaquìas, 2 Tesalonicenses y  Lucas, es una visión de profundidad sobre el sentido de la historia desde la clave de Dios como plenitud de lo  humano. En estas lecturas hay un lenguaje que en estudios bíblicos se llama mentalidad apocalíptica,   amerita un fino trabajo de interpretación para no incurrir en un literalismo que puede causar miedos y angustias, debido al lenguaje que utilizan estos textos, muy propios de aquella cultura.
Recordamos ahora a los profetas de desgracias que  predicen que en tal dìa y hora sucederà el fin del mundo, suceso acompañado de desastres naturales y de señales de destrucción. Cada cierto tiempo surgen estas hipótesis creando confusión en muchísimas personas, màxime cuando tal asunto se asocia con  una predicación moralista y con  un anuncio de los castigos de Dios para la maldad de la humanidad; tales lenguajes son muy propios de  los grupos religiosos fundamentalistas.[6]
Todo esto es falso y no expresa la realidad de un Dios a quien reconocemos en su esencia como compasivo y misericordioso. No està de màs advertir sobre las falsas imágenes que de El transmiten  tales tendencias   nada solidarias con la bondad esencial de todo lo que ha salido de sus manos amorosas. No nos equivocamos al afirmar que allí hay alto contenido de “terrorismo religioso”, inaceptable por supuesto.
El texto de Malaquìas surge en un contexto bien explìcito:  en el siglo VI antes de Cristo muchos judíos fueron tomados como cautivos y deportados a Babilonia, perdieron su independencia y  la autonomía para expresar su fe religiosa.  Fue una catástrofe total.
Por contraposición  surgieron muchos mensajes proféticos orientados a anunciar un futuro mejor, como este de hoy: “Pero para ustedes, los adeptos a mi Nombre, les alumbrarà el sol de justicia con la salud en sus rayos, y ustedes saldrán brincando como becerros bien cebados fuera del establo” [7],los profetas pretendìan alimentar la esperanza del pueblo en medio de la desolación que este despojo representaba para ellos, causado por el poder invasor del imperio babilónico. Es un operativo profético para rehacer el sentido de vida de los creyentes, que podemos comparar con la teología de la esperanza, que empezó a elaborarse en la Alemania de la postguerra, luego del desastre de la II guerra mundial,  [8] o también con nuestra teología latinoamericana de la liberación, que anima desde Dios a la lucha por un mundo justicia y de reivindicación de los pobres.
Sin embargo, ese esperado dìa de liberación, de restitución de su territorio y de su templo,   nunca llegó,  por eso los profetas derivaron hacia el anuncio de un mundo distinto, siempre mejor  y definitivo en Dios, màs allà de la historia, que se concreta en la bendición del “sol de justicia”, expresión que alude al mismo Yavè.
En general, la historia de Israel estuvo atravesada por glorias y grandezas, pero también por derrotas y fracasos, muchos de ellos producto de su arrogancia y de su olvido de los fundamentos de su fe y de los compromisos adquiridos en el pacto de la alianza. Ante esto, cabe aclarar que la crisis, la pèrdida de sus seguridades y garantías no fueron   castigo de Dios, ni venganza de El, sino consecuencia de la vida desordenada que los llevò a la injusticia y al abandono de los valores èticos que debían vivir como expresión de su coherencia en la fe.
A la luz de esto, también estamos llamados a valorar nuestra vida real, lo que sucede en el mundo de hoy, lo que hemos vivido en el siglo reciente y lo que nos sucede en lo que va corrido de este. Malaquías y otros textos bíblicos de similar naturaleza contienen una teología de la historia que presenta, con un lenguaje propio de esas culturas semitas antiguas, la realidad humana frágil en búsqueda de sentido, dando a la misma un significado trascendente desde la experiencia de Dios que se revela como salvador y liberador, es decir, como el dador de sentido por excelencia.[9]
 Es una tensión contradictoria permanente entre las maravillas que hace el ser humano, los avances del conocimiento y los desarrollos de la tecnología, la conciencia de la libertad y del valor esencial de la razón, los movimientos emancipatorios, la crìtica rigurosa de los poderes que esclavizan y maltratan la dignidad humana, y la cadena interminable de guerras, totalitarismos, dictaduras, esclavitudes, destrucción del hábitat, economía deshumanizada, pobreza, exclusión, violación de los derechos humanos.
Estas son señales de los tiempos que – como creyentes – estamos llamados a discernir en un saludable ejercicio de fe para entender nuestro presente y nuestro futuro, y para asumir la responsabilidad que nos corresponde como constructores de una mejor humanidad. En esta hora difícil de América Latina, cuando se fractura el modelo económico neoliberal, se polarizan nuestros países con visiones encontradas de la cosa política, las derechas y las izquierdas entran en franca contradicción, es imperativo ético para los cristianos tomar una postura inteligente, encarnada en la realidad, desprovista de anatemas y respaldos a los partidos políticos, convirtiéndonos todos en sacramentos de solidaridad y de justicia y, por ello mismo, de esperanza. [10]
Es imperativo someter a una exigente crìtica las visiones religiosas deformadas, generadoras de temores ante un Dios eventualmente justiciero e implacable, para acceder a la fe genuina,  que libera y  da sentido.
El lenguaje que utiliza el texto de Lucas  también es apocalíptico,   propio de una tendencia  del judaísmo de los tiempos de Jesùs y de los posteriores a su muerte,  la conciencia de un combate entre las fuerzas del bien y las del mal,   contraste fuerte entre unas manifestaciones que anuncian el tèrmino de la historia disponiendo a la humanidad para convertirse y aguardar la inminencia de la irrupción decisiva de Dios en la historia.[11]
Ayudan a comprender este contexto las contradicciones  que vivieron con particular intensidad las primeras comunidades cristianas. La oficialidad religiosa del judaísmo los detestaba por ser  seguidores de Jesùs, a quien ellos acusaron de hereje y blasfemo y condenaron a muerte. Para griegos y romanos resultaba incomprensible que estas personas depositaran toda su confianza en un crucificado que , visto en clave de poder, era un derrotado de la historia.
 Eso ayuda a explicar  bien el lenguaje que nos propone el evangelio: “Como algunos hablaban del Templo, de còmo estaba adornado de bellas piedras y de ofrendas votivas, èl dijo: De esto que ven, llegaràn días en que no quedarà piedra sobre piedra, ni una que no sea derruìda. Le preguntaron: Maestro, cuàndo sucederà eso? Cuàl será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?”[12] .
 Es claro que Jesùs no alude a una materialidad arquitectónica, la del templo, que era suntuoso y motivo de orgullo para los judíos. El se refiere   a una manera de entender la vida, de relacionarse con Dios,  eso es lo que se va a poner en crisis y es El  mismo el responsable de suscitarla.  Socava un estilo religioso y propone una nueva manera de relacionarse con Dios y con el ser humano, y para eso debe someter a confrontación el modelo que se simboliza en el Templo, que desatará su ira contra los profetas que sigan el camino que él señala: “Les echaràn mano y los perseguirán; los entregaràn a las autoridades de las sinagogas y los conducirán ante reyes y gobernadores por causa de mi Nombre. Esto sucederà para que den testimonio de mì”. [13]
Su vida y  enseñanza nos disponen para asumir la historia presente en clave del reino de Dios y su justicia, preparando asì el futuro definitivo que es el Padre, quien en Jesùs asume toda nuestra realidad para llevarla consigo a su plenitud. Dentro de esto se comprende que un cristianismo testimonial se torna signo de contradicción y es perseguido, porque va a contracorriente de las mentalidades habituales de poder,  y las somete a juicio desde la òptica de la cruz que es dar la vida para que el mundo se redima de su injusticia.
A Jesùs no le impresiona tanto ese posible fin del mundo cuanto la actitud ante la realidad, es el presente del ser humano lo que a èl le interesa. La garantía la da la confianza en Dios, no “el templo” ni la absolutización de instituciones e ideologías, por eso es sano que de vez en cuanto estas seguridades entren en crisis, para que podamos llegar a lo esencial del  proyecto de Dios.




[1] LEVORATTI, Armando J. TAMEZ, Elsa. RICHARD, Pablo; editores. Comentario Bíblico Latinoamericano: Nuevo Testamento. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 2004.
[2] GRILLI, Massimo y LANGNER, Cordula. Comentario al evangelio de Mateo. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 2003.
[3] PIKAZA, Xabier. Comentario al evangelio de Marcos. Clíe. Madrid, 2013.
[4] DILLMAN, Rainer & MORA PAZ, César. Comentario al evangelio de Lucas . Verbo Divino. Estella (Navarra, España) 2003. PAOLI, Arturo. La perspectiva política de San Lucas. Siglo XXI editores. México, 1976.
[5] MALINA, Bruce J. & ROHRBAUG, Richard. Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 1996.
[6] MARDONES, José María. Para comprender las nuevas formas de la religión. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 1997. BOSCH, Juan. Para conocer las sectas. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 2000. SAMUEL, Albert. Para comprender las religiones en nuestro tiempo. Estella (Navarra, España), 1999.
[7] Malaquías 3: 19
[8] MOLTMANN, Jürgen. Teología de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 1976. También del mismo autor: Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca, 1987.
[9] ALIAGA GIRBES, Emilio. El Apocalipsis de San Juan: lectura teológico-litúrgica. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 2008.
[10] GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible desde Jesús. Sal Terrae. Santander (España), 2016.
[11] SARAVIA, Javier. El camino de la historia: un curso sobre el apocalipsis. Publicado en www.nuestrabiblia.org Servicio Biblico Verbo
[12] Lucas 21: 5-7
[13] Lucas 21: 12-13

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