domingo, 28 de mayo de 2023

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 28 DE MAYO 2023 SOLEMNIDAD DE PENTECOSTES

 

La paz con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto, sopló y les dijo: reciban el Espíritu Santo” (Juan 20: 21 – 22)



Lecturas

  1. Hechos 2: 1 – 11

  2. Salmo 103: 1 y 24 – 34

  3. 1 Corintios 12: 3 – 7 y 12 – 13

  4. Juan 20: 19 – 23



Sea este poema del español Florentino Ulibarri un excelente aperitivo para degustar en toda su riqueza esta solemnidad de Pentecostés:

  • El universo está vacío de tu Espíritu y tu misterio

porque lo llenamos de estériles explicaciones

que te dejan fuera y no interrogan. Sopla tu aliento creador;

que todo recobre su lugar y su sentido y deje de ser caos informe.

La tierra está contaminada por la polución y la explotación incontrolada;

Nos asfixiamos por el aire enrarecido

y porque hemos esquilmado todas sus fuentes.

Sopla tu aliento puro: que respiremos otra vez frescor de vida

en medio de esta cultura destructiva……..1

No es ser profetas de desgracias denunciar que el egoísmo y el pecado, el afán desmesurado de “progreso” sin humanismo, las decisiones desatinadas de muchos constituídos en poder, la eterna tentación humana de fracturar la armonía, de secar las fuentes de la vida, nos presentan un panorama de aridez y desolación. Es sentido crítico frente a una parte notable de la realidad que no alienta al buen vivir y a la esperanza. En su encíclica de 2015, “Laudato Si sobre el cuidado de la casa común”2 el papa Francisco alza su voz para diagnosticar el gravísimo fenómeno de la contaminación y deterioro ambientales, el derroche de los recursos naturales y la problemática social que esto conlleva para varios miles de millones de prójimos. Pero no permanece en el lamento, anuncia con esperanza en Dios – como es característico de su ministerio – la urgencia de un nuevo estilo de vida extremadamente cuidadoso con el planeta, protector de todas las formas de vida y garante de una convivencia armónica y dialogante entre todos los humanos: “Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de sí hacia el otro. Sin ella no se reconoce a las demás creaturas en su propio valor, no interesa cuidar algo para los demás, no hay capacidad de ponerse límites para evitar el sufrimiento o el deterioro que nos rodea. La actitud básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad, es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante para la sociedad”. 3

En el mundo y en la Iglesia siempre estamos necesitados del Espíritu, de la vida nueva teologal que erradica la esterilidad, el talante destructivo, la desunión, el encerrarnos en la cómoda solución de intereses mezquinos. El Espíritu es el torrente de vitalidad que hace nuevas todas las cosas, aquello que empezó hace más de veinte siglos en Galilea, el germen de algo totalmente novedoso para llenar de sentido la existencia humana y para responder cabalmente a nuestros grandes interrogantes.4 En la vida eclesial siempre hay una tensión entre el carisma – el don del Espíritu – y la organización institucional, esta última tiene sentido si está alimentada por aquel, y ordenada al anuncio de la Buena Noticia del Señor Resucitado. Hemos pasado muchas páginas desde que aquellos discípulos, gozosos al experimentar la Pascua de Jesús, se lanzaron a comunicar este acontecimiento decisivo para sus vidas y para nosotros. 5Con el paso del tiempo, si no estamos vigilantes en el Espíritu, podemos dejar que nos vengan las enfermedades que conllevan el desierto espiritual y la infiltración de valores contrarios al Evangelio. Vale decir, perder la inspiración original y originante del Señor Jesús.

En otro escenario bien diferente vemos nuestro mundo, parecido al ambiente de la torre de Babel. Pluralidad de lenguas y culturas, ideas y estilos diversos, mentalidades, ahora más estimulado con la globalización y el acercamiento que promueven las comunicaciones digitales. Junto a esto, intolerancias sin fin, persecuciones, acosos, guerras. Cómo convivir y entenderse quienes tienen tantas diferencias? La situación es especialmente problemática en los llamados países desarrollados y en las grandes ciudades, puntos de llegada de olas de inmigrantes que salen de sus países y regiones abrumados por la pobreza y por la violencia.6 Salen desamparados y cuando llegan, si el egoísmo local los deja entrar, comienza un verdadero calvario: se le cierra la puerta al Espíritu!

Nuestro mundo se ha convertido en un reflejo de esa torre de Babel, el símbolo bíblico de la prepotencia humana y de la confusión causadas por el egoísmo y la intolerancia. El ser humano quiere ser como Dios, da la espalda al verdadero, y se erige él mismo en arrogante divinidad que desprecia al prójimo y se desentiende de las demandas que conlleva un modo de vida en trascendencia. Es la ausencia del Espíritu de la vida, el imperio del ego y de la barbarie. En este símbolo bíblico Dios confundió las lenguas y cerró para siempre la puerta de los dioses: “Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Bajemos, pues y, una vez allí, confundamos su lenguaje, de modo que no se entiendan entre sí. Y desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra. Y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel, porque allí embrolló Yahvé el lenguaje de todo el mundo y desde allí los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra.” 7Grave cosa, el rico y diverso mundo de Dios, plural, multifacético, con toda su potencialidad de inclusión y comunión, se convierte en un brutal escenario de sectas, divisiones, segmentos enfrentados, hombres dominando y maltratando multitudes.

Tales hechos nos retan como ciudadanos de la humanidad y como seguidores de Jesús. Bien sabemos que el gran proyecto de Dios es la plenitud del ser humano, su trascendencia definitiva a partir de una comunidad donde todos se reconocen como iguales, disfrutando de la creación como el gran sacramento de la vida que procede de El. En Pentecostés reconocemos la fecundidad de este Dios, tres personas distintas y un solo Dios verdadero: un Padre-Madre que nos da la vida y se compromete con nuestra creaturalidad; un Hijo y hermano mayor que asume nuestra humanidad, hace visible a Dios en la historia, y lo hace salvando, liberando y redimiendo; un Espíritu Santo que nos mantiene en la vida de Dios y en la sabiduría del Evangelio.8

A este Espíritu le llamamos creador, santificador, educador de la humanidad, defensor, inspirador de sabiduría, gracias a El crecemos en justicia, nos sumergimos en el dinamismo inagotable del amor, captamos la esencia de nuestras vidas en Dios como principio y fundamento de nuestros proyectos existenciales, es la nueva creación, fruto de la resurrección de Jesús: “ El cuerpo humano, aunque tiene muchos miembros, es uno; es decir, todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, forman un solo cuerpo. Pues así también es Cristo. Porque hemos sido todos bautizados en un solo Espíritu, para no formar más que un cuerpo entre todos: judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu”. 9

Bajo la acción del Espíritu, estamos llamados a reconocer el valor intrínseco de cada persona humana, a apreciar con respeto las diferencias, a promover causas comunes de justicia y fraternidad, 10a proteger con delicadeza todas las formas de vida, en las que reconocemos la acción creadora de Dios, haciendo efectiva una sabiduría vinculante que favorece los encuentros amistosos, la reconciliación y la superación de esas fracturas que tanto dolor causan a la condición humana; a significar que la Iglesia es una comunidad de discípulos centrados en Jesús y enviados a anunciar su Buena Nueva de salvación a toda la humanidad; y a devolver a los entristecidos las ganas de vivir, la animosidad emprendedora de las más apasionantes aventuras existenciales.

El hermoso texto que la Iglesia nos propone hoy como primera lectura es un relato paradigmático que indica con elocuencia los efectos del Espíritu: “Residían en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido , la gente se congregó y se llenó de estupor, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: acaso no son galileos todos estos que están hablando?” . 11

Es el Espíritu el que inaugura este nuevo tiempo , el de la “ecumene”,12 el diálogo y encuentro fraterno de los opuestos que convergen ahora en el Espíritu del Resucitado, experimentando una “globalización salvífica y liberadora”, como no se había visto hasta entonces en el desarrollo de la humanidad. El Espíritu no produce personas uniformes, manipuladas por un colectivismo que domestica y sofoca la iniciativa individual y colectiva, como lo han pretendido sistemas y modelos políticos, y también algunas entidades y normativas religiosas. El Espíritu es una fuerza vital personal y trinitaria que potencia en cada uno las diferentes cualidades y aptitudes, para servir con creatividad a la madurez de la humanidad : “Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que actúa todo en todos” . 13

La venida del Espíritu significó para aquellos discípulos el fin del miedo. Nació una comunidad libre como el viento. Autonomía, unidad en la diversidad, misión, son las notas distintivas del nuevo camino que surge en Pentecostés, animado por el Viviente: “Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así los envío yo a ustedes! Y sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”. 14





1 ULIBARRI, Florentino. Al viento del Espíritu: plegarias para nuestro tiempo, poema “Antídoto contra toda corrupción”. Verbo Divino. Estella, 2004; página 78.

2 PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la casa común. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2015.

3 PAPA FRANCISCO. Obra citada, páginas 158-159.

4 ELDERS, León. El Espíritu Santo en la teología de Santo Tomás de Aquino. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/5039/1/espiritu-santo-teologia-elders.pdf CONGAR, Yves Marie Joseph. El Espíritu Santo. Herder. Barcelona, 1991. CORDOVILLA PÉREZ, Angel. El Espíritu Santo en la tradición eclesial. En revista Sal Terrae, número 18, páginas 403-426. Compañía de Jesús España. Madrid, 2020. CARAM PADILLA, María José. Nuestra tierra dará su fruto . El Espíritu Santo en el mundo y en la historia. Reflexión creyente desde el sur andino peruano. Tesis de grado para obtener el doctorado en teología. Facultad de Teología San Vicente Ferrer. Valencia, 2008. CODINA, Víctor. Creo en el Espíritu Santo. Pneumatología narrativa. Sal Terrae. Santander, 1994. DÍAZ MATEOS, Manuel. La fuerza de la verdad, fuerza del Espíritu. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 1998.

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7 Génesis 11: 6-9 . CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. La torre de Babilonia. Edición de V. Nider, Pamplona-Kassel, Universidad de Navarra-Reichenberger. Pamplona, 2008. GONZÁLEZ DE REQUENA FARRÉ, Juan Antonio. Las dos torres de Babel en el pensamiento de Michael Oakeshott. En https://www.scielo.cl/pdf/veritas/n48/07/18-9273-veritas-48-9.pdf CROATTO, José Severino. El relato de la torre de Babel. Bases para una nueva interpretación. En Revista Bíblica año 58, número 62; páginas 65-80. Asociación Bíblica Española. Madrid, 2º. Semestre de 1996. NEUHAUS, Susana. Torre de Babel: la tergiversación del significado en el lenguaje cotidiano y en las interpretaciones de la historia. En https://www.cdsa.aacademica.org/000-038/643.pdf

8 PAPA BENEDICTO XVI. Carta Encíclica Deus Caritas est, Dios es amor. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2005. BOFF, Leonardo. La Santísima Trinidad es la mejor comunidad. Paulinas. Madrid, 1990. FORTE, Bruno. Trinidad como historia: ensayo sobre el Dios cristiano. Sígueme. Salamanca, 1996. GRESHAKE, Gisbert. Creer en el Dios Uno y Trino: una clave para entenderlo. Sal Terrae. Santander, 2001. LADARIA, Luis F. La Trinidad, misterio de comunión. Secretariado Trinitario. Salamanca, 2002. RAHNER, Karl. El Dios Trino como principio y fundamento de la historia de salvación. En FEINER, J.L.M. Mysterium Salutis volumen 2, páginas 360-466. Cristiandad. Madrid, 1969. CERVANTES ORTIZ, Leopoldo. Dios, la Trinidad y Latinoamérica hoy. En Revista Iberoamericana de Teología volumen VII número 13, páginas 9-30. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, julio-diciembre 2011.

9 1 Corintios 12: 12-13

10 PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2021.

11 Hechos 2: 5-7

12 Palabra de origen griego que significa la totalidad del mundo, la universalidad de las gentes, sus diversas culturas y mentalidades. ROGERS FRIDAY, John. Universale Salutis Sacramentum: la Iglesia como sacramento universal de salvación en relación con los desafíos del diálogo interreligioso. En Revista Iberoamericana de Teología volumen VIII número 15, páginas 25-47. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, julio-diciembre 2012. DUPUIS, Jacques. Jesucristo al encuentro de las religiones. Paulinas. Madrid, 1991. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Diálogo de las religiones y autocomprensión cristiana. Sal Terrae. Santander, 2005. COMISION TEOLOGICA INTERNACIONAL. El cristianismo y las religiones. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1996.

13 1 Corintios 12: 4-6

14 Juan 20: 21-23.

domingo, 21 de mayo de 2023

COMUNITAS MATUTINA 21 DE MAYO 2023 SOLEMNIDAD DE LA ASCENSION DEL SEÑOR

 

Todo lo ha sometido bajo sus pies, lo ha nombrado cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo y se llena del que llena de todo a todos”

(Efesios 1: 22-23)

Lecturas:

  1. Hechos 1: 1-11

  2. Salmo 46

  3. Efesios 1: 17-23

  4. Mateo 28: 16-20

Hace años fue muy divulgado el libro “El ascenso del hombre1 del polaco- británico de origen judío Jacob Bronowski,2 cuyo propósito es el de estudiar la historia de la humanidad desde los logros del conocimiento científico y del desarrollo de las artes , la tecnología y la cultura en general. El texto , que consta de 13 capítulos, es la versión escrita de una serie de TV de la BBC de Londres, con el mismo nombre. Este trabajo es un importante aporte para cultivar el orgullo y la satisfacción del ser humano en medio de las grandes tragedias causadas por él mismo en las dos guerras mundiales y en tantas otras manifestaciones de agresión en las que se cumple dramáticamente aquello citado en reflexión anterior: el hombre es lobo para el hombre.

Muy saludable reconocer los logros del ser humano en tan ricos y diversos campos de su acción creadora y transformadora de la realidad, en lo ya dicho de ciencia y tecnología, en la configuración del pensamiento humanístico y filosófico, en las grandes manifestaciones de las artes, en la organización de la sociedad, en la generación de instituciones orientadas al bien común, en las sensibilidades espirituales, en una humanidad empeñada en una mejor idem. A esto le podemos calificar como el señorío de la condición humana. Otro reconocido autor, Daniel J. Boorstin,3 tiene una trilogía de libros en este mismo sentido de reconocer la grandeza del ser humano en todo lo concerniente a su capacidad e inteligencia para desarrollar la cultura.

En un contexto del más pleno humanismo es preciso matricularnos en una visión siempre constructiva, esperanzadora, trascendente, de las potencialidades y realizaciones de la humanidad. Un repaso histórico nos lleva por nombres, tendencias, movimientos, logros, que son razón para altos votos de confianza en nosotros mismos.4 Vistas las cosas desde esta óptica es admirable el progreso de la humanidad, el empeño en afirmar la dignidad del ser humano, todo lo que se promueve para que esto sea posible, el compromiso de la ciencia para mejorar la calidad de vida, la investigación que indaga tantas posibilidades contenidas en la naturaleza para lo mismo, los aspectos filosóficos y humanísticos presentes en todas las culturas.5 Todo esto, hay que decirlo, sirviendo de punta de lanza para no permitir que la barbarie y la perversidad de otros seres humanos den al traste los resultados de tan nobles realizaciones.

Pero , desde estos pensamientos semanales abiertamente creyentes y cristianos, siempre respetuosos de la pluralidad de visiones sobre lo humano, nos preguntamos por qué muchos de estos proyectos prescinden del sentido de trascendencia, de la referencia a Dios, a lo absoluto que en El se revela. Tal vez por negligencia y excesiva cortedad de muchas manifestaciones religiosas? Tal vez por el pésimo ejemplo de algunos creyentes con sus fanatismos y sus empobrecidas y cositeras prácticas rituales? Tal vez por desmedida soberbia de tantos hombres y mujeres que se sienten autosuficientes, no necesitados de trascendencia, alienados por la vanidad que les produce ser responsables de tantos desarrollos, acaso protagonistas de un inmanentismo radical? 6

Veamos. Irrumpe en la historia de la humanidad un referente fundamental, reconocido, acatado, vivido, adorado, es Jesús de Nazareth, proclamado y asumido por un grupo inicial de seguidores suyos como el Cristo de Dios. Para identificarlo con el máximo sentido creyente le llamamos el Señor, título que reconoce la plenitud humano-divina de su condición: “Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y potencia cuando resucitó a Cristo y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, poniéndolo por encima de todo poder, autoridad, dominio y señorío, y por encima de todo lo que existe, tanto en este tiempo como en el venidero”. 7 La antropología del hombre Jesùs de Nazaret es también teología, porque él es el Cristo de la fe, y esta tarea teologal asume al ser humano para integrarlo en ese señorío, la nueva humanidad.

El señorío de Jesús es lo que la Iglesia celebra y reconoce en esta solemnidad de la Ascensión, señorío que integra al ser humano, porque Dios – en la mediación salvadora de Jesucristo – hace posible que participe de esa plenitud. El Padre de Jesús – lo sabemos – no es una divinidad “para adentro”, para El mismo, buscando honores y pleitesías, el Dios que aquí se nos revela es un Dios totalmente dado a la humanidad, involucrándola salvíficamente en todas sus decisiones y actuaciones. Jesús el Cristo es la trascendencia de Dios hacia los humanos, para que todos trascendamos hacia él.

Toda la historia humana de desarrollo y avance cualificados, referida al comienzo de estas reflexiones de hoy, se hace historia de salvación, es “enseñoreada” por el Señor Jesucristo, que transmite al ser humano su dignidad y lo libera de un modo de vida sin perspectiva de trascendencia. El jesuita francés Teilhard de Chardin 8, en su trabajo científico dedicado al estudio de la evolución de la vida y de las especies, estableció la ley de la complejidad-conciencia como el camino de progresiva perfección de la naturaleza, de inanimada a animada, de animada a racional, y de racional a teologal en lo que él llamó el “pleroma-Christi”, la plenitud de todo en Cristo, asunto clave de la teología que está formulado en el pensamiento de San Pablo: “Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible; es su Hijo primogénito, anterior a todo lo creado. En él Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres espirituales que tienen dominio , autoridad y poder. Todo fue creado por medio de él y para él”. 9

El relato de la ascensión no es una narración histórica, es un testimonio de fe en el señorío del Resucitado: “Del mismo modo, la subida de Cristo al cielo no es igual a la subida de nuestros cohetes; estos se trasladan constantemente de un espacio a otro, se encuentran dentro del tiempo y nunca pueden salir de estas coordenadas por más lejanos que viajen por espacios indefinidos. La subida de Cristo al cielo es también un pasar, pero del tiempo a la eternidad, de lo visible a lo invisible, de la inmanencia a la trascendencia, de la opacidad del mundo a la luz divina, de los seres humanos a Dios”.10 No es un hecho físico, verificable por los sentidos, es la comunicación teológica de la plenitud de lo divino y de lo humano en el Señor Jesucristo.

En la primera lectura – de Hechos de los Apóstoles – encontramos trazados los rasgos específicos de la esperanza cristiana. En los textos de los recientes domingos de Pascua hemos escuchado a Jesús refiriendo todo su ser al Padre, aval de la totalidad de su misión y también prometiendo el Espíritu como garantía de que él animará la vida de quienes siguen su camino: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría, y hasta el confín del mundo. Dicho esto, en su presencia se elevó, y una nube se lo quitó de la vista. Seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se marchaba, cuando dos personajes vestidos de blanco se les presentaron y les dijeron: hombres de Galilea, qué hacen ahí mirando al cielo? Este Jesús, que les ha sido arrebatado, vendrá como lo han visto marchar al cielo”. 11

Junto con los elementos de reconocimiento de este señorío también aparece la dimensión de universalidad del proyecto que Dios Padre nos ofrece en Jesús, hecho que subraya el trabajo constante que él hizo con sus discípulos y con otros abriéndoles la mente y el corazón a una realidad de vida que no podía limitarse al ámbito de la ley y de las tradiciones religiosas de los judíos. El señorío de Jesús es la oferta de Dios para los seres humanos de todos los tiempos de la historia, en él se realiza un novedoso humanismo que abarca la inmanencia y la trascendencia.

De esta universalidad se desprende la condición misionera de la Iglesia, el envío a comunicar la Buena Noticia, a restaurar al ser humano caído por el pecado y por la injusticia, sometido por las indignidades que otros deciden para oprimir y maltratar a muchos. Cuando las antropologías inmanentistas nos proponen un ser humano fundamentado en el éxito, en el poder, en la capacidad adquisitiva, en la coacción del mercado y del consumo, en la competencia desmesurada, el cristianismo nos plantea un humanismo en el que somos hijos, hermanos-prójimos y señores.

Las siguientes palabras de Jesús son un envío claro a llenar de sentido teologal la historia de la humanidad: “ Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, vayan a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo y enséñenles a cumplir cuanto les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” .12. Por aquí transita el ascenso del ser humano, ascenso hacia Dios y hacia el prójimo, como Jesús, el Señor, el ascendido que ha descendido hasta lo más hondo de la condición humana. Él es la genuina ascensión de lo humano. 13







1 BRONOWSKI, Jacob. El ascenso del hombre. Paidós. Barcelona, 1985; Ciencia y valores humanos. En https://www.cidigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/5213/199315P41.pdf?sequence=2&isAllowed=y Los orígenes del conocimiento y la imaginación. Gedisa. Barcelona, 1997; El sentido común de la ciencia. Ediciones 62. Madrid, 1978.

2 1908-1974.


3 1914-2004; conocido historiador estadounidense. BOORSTIN, Daniel. Los descubridores. Crìtica. Barcelona, 1994; Los creadores. Crìtica. Barcelona, 1997. Los pensadores. Crìtica. Barcelona, 1999.

4 ALVEAR ACEVEDO, Carlos. Manual de Historia de la Cultura. Limusa. Ciudad de Mèxico, 2004. HAUSER, Arnold. Historia social de la literatura y el arte (3 volùmenes). Labor. Barcelona, 1993. GOMBRICH, Ernst. Historia del Arte. Phaidon Press. New York, 2007; Breve historia de la cultura. Penìnsula. Barcelona, 1998. WEBER, Alfred. Historia de la Cultura. Fondo de Cultura Econòmica. Ciudad de Mèxico, 2010. MONTENEGRO, Augusto. La huella de los siglos. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotà, 1974. MARITAIN, Jacques. Reflexiones sobre la persona humana. Encuentro . Madrid, 2007; Humanismo Integral. Palabra. Madrid, 1999. REALE, Giovanni; ANTISERI, Darìo. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder. Barcelona, 1990. MARINA, Josè Antonio; RAMBAUD, Javier. Biografìa de la humanidad: historia de la evolución de las culturas. Ariel. Barcelona, 2018.

5 VALLS, Ramón. El concepto de dignidad humana. En https://www.redalyc.org/pdf/783/78343122029.pdf KANT, Emmanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Espasa-Calpe. Madrid, 1983. MILLÀN PUELLES, Antonio. Persona humana y justicia social. Rialp. Madrid, 1978. SPAEMANN, R. Personas. Acerca de la distinción entre algo y alguien. EUNSA. Pamplona, 2000. MARTÌNEZ BULLÈ-GOIRI, Vìctor M. Reflexiones sobre la dignidad humana en la actualidad. En https://www.scielo.org.mx/pdf/bmdc/v46n136/v46n136a2.pdf HABERMAS, Jürgen. El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos humanos. En https://www.scielo.org.mx/pdf/dianoia/v55n64/v55n64a1.pdf Autores Varios. La dignidad humana puesta en cuestión. Universidad de San Buenaventura. Bogotà, 2020. ATIENZA, Manuel. Sobre la dignidad humana. Trotta. Madrid, 2022.

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7 Efesios 1: 19-21

8 1881-1955. TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El fenómeno humano. Taurus. Madrid, 1986; El medio divino. Alianza Editorial. Madrid, 1999. El porvenir del hombre. Taurus. Madrid, 1967; Himno del Universo. Trotta. Madrid, 2007; El corazón de la materia. Sal Terrae. Santander, 2012; Ciencia y Cristo. Taurus. Madrid, 1969.

9 Colosenses 1: 15-16. RAHNER , Karl. La cristología dentro de una comprensión evolutiva del mundo. En RAHNER, Karl. Escritos de Teología volumen 5, páginas 181-219. Taurus. Madrid, 1964.

10 BOFF, Leonardo. Hablemos de la otra vida. Sal Terrae. Santander (España), 1978; página 185. KUNG, Hans. Vida eterna? Trotta. Madrid. 2011. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO CELAM. La Ascensión del Señor. En https://www.celam.org/docs/septimo_ascension.pdf

11 Hechos 1: 8-11

12 Mateo 28: 18-20

13 GONZÀLEZ DÌEZ, Ana Isabel. Cristo y el cosmos : la relación entre Cristo y la creación en la teología de Karl Rahner. Tesis de grado para obtener el título de licenciatura en teología. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2015. ERDOZAIN, Luis. Jesucristo, plenitud de la revelación. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/83558865.pdf NAPOLE, Gabriel M. Jesucristo, plenitud de la revelación: el testimonio del Nuevo Testamento. En Revista Teología tomo XLVI número 99, páginas 249-266. Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, agosto 2009. ROVIRA BELLOSO, Josep Maria. Dios, plenitud del ser humano. Sígueme. Salamanca, 2013.

domingo, 14 de mayo de 2023

COMUNITAS MATUTINA 14 DE MAYO 2023 DOMINGO VI DE PASCUA

 

Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el Espíritu de la Verdad, para que esté siempre con ustedes. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen, pero ustedes lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes”

(Juan 14: 15-17)

Lecturas

  1. Hechos 8: 5 – 17

  2. Salmo 66: 1 – 20

  3. 1 Pedro 3: 15 – 18

  4. Juan 14: 15 – 21



La historia de la humanidad abunda en penosos hechos de discriminación y exclusión, motivos económicos, raciales, sociales, religiosos, hacen parte de esta tendencia humana a dividir. Mientras las declaraciones institucionales públicas, las constituciones de los países, y otras realidades formales proclaman la igualdad, los hechos de la vida real desvirtúan esto que pertenece al elemental sentido común de lo humano . Todos somos iguales, poseemos la misma dignidad - decimos con sensatez - pero son muchos los que se empeñan en negarlo con su mentalidad y con sus conductas. 1 A finales de 2020 el Papa Francisco nos sorprendió gratamente con su encíclica “Fratelli Tutti sobre la Amistad y la Fraternidad Social”, en la que consigna su pensamiento y enseñanza a propósito de lo que èl denomina la cultura del encuentro, un gran movimiento de conversión individual y social para contrarrestar las consecuencias negativas de las divisiones, enfrentamientos, guerras, polarizaciones, y demás realidades que destruyen la convivencia pacìfica entre nosotros.

Los odios ancestrales, dramáticas narrativas de acoso y persecución; la abominable segregación racial contra los afrodescendientes en Estados Unidos y en Sudàfrica, la discriminación en sus diversas formas, la saña criminal del régimen de Adolfo Hitler contra los judíos, el brutal genocidio en Ruanda en 1994, lo que sucede en Colombia cuando tradicionalmente la mayoría de gobiernos y gobernantes se han dedicado a favorecer los intereses de las clases pudientes, sin una política seria de inclusión social y reivindicación de las comunidades marginales. Aplica en estos casos la expresión homo homini lupus , creada por el comediógrafo latino Plauto, 2 el hombre es lobo para el hombre, cuando este se empeña en hacer el mal a sus semejantes. Fue popularizada por el pensador inglés Thomas Hobbes3, en el siglo XVII.

En todos estos hechos hay una indiscutible ausencia de espíritu, de ánimo para emprender la tarea de la justicia y de la solidaridad, prima una conciencia errada sobre el valor de cada ser humano y de cada grupo social. Sigue vigente un ancestral complejo de superioridad, causa de tantas depredaciones de la dignidad humana.4 Qué decir de todo esto en continentes y países donde ha predominado el cristianismo con su discurso del amor y de la fraternidad?

Los obispos de América Latina, reunidos en su segunda asamblea general reunida en Medellín entre agosto y septiembre de 1968, acuñaron la categoría de pecado estructural, violencia institucionalizada, para referirse a los desequilibrios del continente: “Si el cristiano cree en la fecundidad de la paz para llegar a la justicia, cree también que la justicia es una condición ineludible para la paz. No deja de ver que América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada cuando, por defecto de las estructuras de la empresa industrial y agrícola, de la economía nacional e internacional, de la vida cultural y política, “poblaciones enteras faltas de lo necesario, viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y política”, violándose así derechos fundamentales”. 5

Tal discriminación ha sido determinada por personas “civilizadas”, un modo de pensar, una visión de la vida, un modus operandi, cimentado en la exclusión, en la abusiva dominación de unos sobre otros, argumentando razones aparentemente valederas, es la enfermedad del poder, una de las grandes perversiones humanas; en la “normalidad” de la vida cotidiana hay posturas de tipo racista y clasista, deformación de las conciencias, institucionalización de la injusticia, desprecio por el prójimo, fabricación de mapas mentales que justifican la desigualdad y dan pie para estructurar formalmente la marginalidad social, muy a menudo convertida en razón de estado. 6

A qué viene todo esto? En la primera lectura de hoy, de Hechos de los Apóstoles, se trae a la memoria el odio furibundo de los judíos hacia los samaritanos, caso típico que sirve de ejemplo al patológico acontecer de la exclusión. Los consideraban herejes y extranjeros porque, aunque adoraban al único Dios, se negaban a rendir culto en Jerusalén. Lo narrado en 2 Reyes 17: 24-41 expresa nítidamente esta situación que se tornó “normal”, el eterno conflicto de las diferencias religiosas que no se toman como factor de comunión sino de pugna por lo que se considera “verdad”. Los samaritanos pagaban a los judíos con la misma moneda, pues los habían hostigado en los períodos de su poderío y les habían destruido su templo en el monte Garizim.

Por bendición de Dios, en el relato hay algo sorprendente, de clara naturaleza pascual, es el motivo de esta amplia introducción: “Pero los que tuvieron que salir de Jerusalén anunciaban la buena noticia por donde quiera que iban. Felipe, uno de ellos, se dirigió a la principal ciudad de Samaria y comenzó a hablarles de Cristo. La gente se reunía, y todos escuchaban con atención lo que decía Felipe, pues veían las señales milagrosas hechas por él. Muchas personas que tenían espíritus impuros eran sanadas; y los espíritus salían de ellas gritando; y también muchos paralíticos y tullidos eran sanados. Por esta causa hubo gran alegría en aquel pueblo”. 7

El Espíritu de Dios cambia el desorden del pecado de exclusión, promueve la cultura del encuentro y del diálogo, extirpa asperezas y prejuicios, establece un nuevo orden de vida, es la presencia del Resucitado animando una fraterna acción apostólica entre judíos y samaritanos, dejando atrás el viejo mundo de la segregación. Sorprende encontrar a Felipe predicando entre ellos, en su propia capital, con tanto éxito como sugiere el pasaje que leemos hoy, hasta concluir con el hermoso final de la ciudad samaritana llena de alegría por el anuncio de la Buena Noticia de Jesús.

Por hechos como este valoramos la capacidad que tiene el cristianismo de modificar el corazón de los seres humanos, cuando estos libremente acogen el mensaje y se disponen a vivir coherentemente todas las implicaciones que contiene. Seguir a Jesús es un modo de vida pascual, él mismo presente en nosotros suscita el cambio de mentalidad, el Espíritu nos lleva a transformar en amor y comunión lo que el pecado ha desfigurado. La tarea es grande y exigente, no podemos desistir. Las desigualdades siguen, pero la Buena Noticia también sigue y nada la sofoca. La afirmación y compromiso cristianos con la dignidad humana, su trabajo en muchos frentes para reivindicar a los excluìdos, su respaldo a las màs nobles causas de humanismo, su formulación conceptual en la doctrina social de la Iglesia y en la reflexión teológica que propende por la liberación integral del ser humano, son elocuentes lenguajes de coherencia y fidelidad al Señor Jesùs y a su preferencia por los prójimos vulnerados en sus derechos. 8

Con Jesús entramos en el tiempo del Espíritu, en él no hay barreras ni fronteras. Esta obra de comunicar la Buena Noticia y de aunar voluntades provoca unidad y concordia, Pedro y Juan confirman la labor de Felipe, es el Espíritu actuando novedosamente sobre esta comunidad samaritana, tan despreciada por los judíos.9 Es inherente al cristianismo el ser testigo de una esperanza de vida definitiva a partir de lo que Dios ha realizado en Jesucristo, sin considerar si las condiciones de acogida del mensaje son favorables o desfavorables: “ Den gloria a Cristo, el Señor, y estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que les pida explicaciones”. 10

Toda la 1 carta de Pedro, que nos acompaña como segunda lectura en estos domingos pascuales, es una invitación al ánimo, a la plena confianza en el Señor, al cambio cualitativo de vida que esto implica, a la certeza de que èl es el fundamento de este proyecto, a la conciencia de que la suya no ha sido una muerte inútil: “También Cristo murió una sola vez por los pecados, el inocente por los culpables, para conducirlos a Dios. En cuanto hombre sufrió la muerte, pero fue devuelto a la vida por el Espíritu…..” . 11

Cómo dar vigencia a esta convicción en los contextos y situaciones en los que tenemos éxito como evangelizadores, cuando la Iglesia es acogida y tenida en cuenta, socialmente reconocida, o también en aquellos en los que se desprecia el mensaje, se ignora, no se considera válido y relevante, o se la persigue y maltrata?

No podemos olvidar que en el fundamento de esta realidad pascual reside el mismo Jesús: “No los dejaré huérfanos; regresaré con ustedes. El mundo dejará de verme dentro de poco; ustedes, en cambio, seguirán viéndome, porque yo vivo y ustedes también vivirán. Cuando llegue aquel día reconocerán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes” . 12

Cómo ser profetas y creadores en esta cultura neoliberal tan displicente, ligera, con su grave ausencia de interioridad? Cómo decir a los poderosos que el bien común, la felicidad de todos los humanos, la profundidad del ser, son más importantes y decisivos que los intereses del poder y del capital? Cómo ser testigos de esa dimensión de trascendencia que derriba las fronteras que nos separan? Cómo vivir siempre en el tiempo del Espíritu? : “El que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que de veras me ama. Y mi Padre amará al que me ama, y yo también lo amaré y me mostraré a él”. 13





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2 254 - 184 A.C. En su obra Asinaria hace pública esta expresión. Plauto hizo de sus obras teatrales un rico ámbito de crìtica social con refinada ironía expresada en sus personajes.

3 1588 – 1679. Hobbes, pensador de tendencias conservadoras, toma la expresión de Plauto para hablar de los horrores de los que es capaz el egoísmo humano. Por esto, justifica la necesidad de una monarquía absoluta, que regule con severidad estos desórdenes. En su obra De Cive - sobre el ciudadano - divulga este pensamiento.

4 HASSLER, Alfred. El odio en el mundo actual Alianza. Madrid, 1973. TATIAN, Diego. El odio: consideraciones spinozistas. Universidad Nacional de General Sarmiento. Buenos Aires, 2021. MARTÌNEZ PACHECO, Agustìn. La violencia. Conceptualización y elementos para su estudio. En https://www.scielo.org.mx/pdf/polcul/n46/0188-7742-polcul-46-00007.pdf FROMM, Erich. El corazòn del hombre: su potencial para el bien y para el mal. Fondo de Cultura Econòmica. Ciudad de Mèxico, 1966; Anatomìa de la destructividad humana. Siglo XXI. Ciudad de Mèxico, 1975.SAFRANSKI, Rûdiger. El Mal o el drama de la libertad. Tusquets. Barcelona, 2002. OSORIO LIZARAZO, Josè Antonio. El dìa del odio. (Novela sobre la violencia colombiana del 9 de abril de 1948). El Ancora Editores. Bogotà, 2016. ROUSSEAU, Jean Jacques. Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. En https://www.marxists.org/espanol/rousseau/disc.pdf

5 II Asamblea General del Episcopado Latinoamericano Medellín 1968. La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II. Documento conclusivo. Sección de promoción humana, capítulo PAZ, número 16. Edición Paulinas, San Pablo, CELAM, página 104. En el texto el documento cita textualmente a Pablo VI en su Encíclica sobre el Desarrollo de los Pueblos Populorum Progressio, número 30.

6 HERNANDEZ PEDREÑO, Manuel. Exclusiòn social y desigualdad. Editum. Universidad de Murcia, 2008. KARSZ, S. La exclusión, bordeando sus fronteras. Definiciones y matices. Gedisa. Barcelona, 2004. LOMNIZ DE ADLER, L. Còmo sobreviven los marginados. Siglo XXI. Ciudad de Mèxico, 1975. PAUGAM, S. Las formas elementales de la pobreza. Alianza. Madrid, 2007. VALENCIA GUTIÈRREZ, Alberto. Exclusiòn social y construcción de lo público en Colombia. Universidad del Valle. Cali, 2001. SUTTON, Sara. La exclusión social y el silencio discursivo. En https://www.ibero.mx/iberoforum/2/pdf/sara_sutton.pdf

7 Hechos 8: 4-8

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10 1 Pedro 3: 15

11 1 Pedro 3: 18

12 Juan 14: 18-20

13 Juan 14: 21

domingo, 7 de mayo de 2023

COMUNITAS MATUTINA 7 DE MAYO 2023 DOMINGO V DE PASCUA

 

Le dijo Tomás, Señor, no sabemos a dónde vas; cómo podemos saber el camino? Respondió Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”

(Juan 14: 5-6)

Lecturas:

  1. Hechos 6: 1-7

  2. Salmo 32: 1-5 y 18-19

  3. 1 Pedro 2: 4-9

  4. Juan 14: 1-12

En estos días de Pascua los textos bíblicos que la Iglesia propone a nuestra consideración nos conectan con el entusiasmo de los primeros discípulos-as de Jesús. Ellos-as han vivido un sorprendente cambio que sólo es explicable desde la perspectiva de una especialísima intervención de Dios en sus vidas: es la experiencia pascual, la certeza del Viviente: Jesús, el mismo Crucificado, el hombre histórico de Nazaret, es ahora el Cristo de la fe, el Señor Resucitado. “Conocer” esta realidad es un don que Dios hace a estos hombres y mujeres que amaron sinceramente a Jesús, que escucharon de viva voz sus enseñanzas, que fueron testigos directos de su ministerio público y de su manera de anunciar a Dios como padre misericordioso y compasivo, que se conmovieron ante el fino humanismo que lo llevó a tratar con singular dignidad a los más humillados y ofendidos de su tiempo, que sufrieron como nadie en ese momento su injusto juicio y su muerte en la cruz. Esos mismos son ahora los testigos privilegiados del acontecimiento pascual.1

Qué nos dice todo esto a nosotros, cristianos del siglo XXI? Cómo reconocer la novedad pascual y apropiarla para que nuestra vida de creyentes no sea una rutinaria repetición de rituales y de creencias heredadas pero no asumidas en la libre opción de la fe? Cómo descubrir al Espíritu trabajando en nosotros, bautizados, para recibir ese entusiasmo y apostolicidad pascuales, y transmitir a nuestros proyectos de vida la bienaventurada certeza del Señor Resucitado? Cómo vivir pascualmente? Cómo transmitir a este complejo y plural mundo nuestro el sentido pleno de la vida que nos comunica el Señor Resucitado?2

Vienen a nuestra mente y afecto los diversos ambientes sociales y culturales en los que nos movemos. Los muchos seres humanos que afirman no aceptar la fe en Dios o, al menos, resistirse a la demostración de su existencia: los agnósticos; o también los muchos, muchísimos, que viven afligidos por tantas razones de adversidad: pobreza, depresión, exclusión social, abandono, soledad, fracaso; o los “sobrados de lote”, los exitosos, triunfantes, los que dicen no necesitar de nada ni de nadie porque ellos mismos se sienten la medida de la humanidad, sin perspectiva de trascendencia; o los creyentes temerosos, refugiados en una religiosidad desconectada de los grandes retos existenciales; y también - felizmente - los creyentes adultos, comprometidos, pascuales, arquitectos del Evangelio en medio de esta diversidad de posturas. Para todos ellos-as es el anuncio de la Buena Noticia pascual, porque el ser humano requiere de una respuesta definitiva para su búsqueda de absoluto y plenitud. La propuesta de Jesùs tiene pretensión de universalidad, es para todos los seres humanos, siempre con el màs hondo respeto a la libertad de cada sujeto. 3

El evangelista Juan pone en boca de Jesùs la vivencia pascual de aquellas comunidades que, entre desconcierto y esperanza, van surgiendo: “No se angustien ustedes. Crean en Dios: crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo, estén también ustedes” . 4 Las palabras de Jesùs en este evangelio se orientan a alentar la esperanza de sus seguidores, cuando toman en serio las implicaciones de seguir su camino, dentro del que necesariamente surgen el conflicto, la crisis, la incomprensión, como consecuencia de vivir proféticamente y de confrontar la injusticia, que unos ejercen sobre otros, como ha sucedido a tantos en estos largos siglos de historia cristiana.5

Este ànimo pascual es para la Iglesia de todos los tiempos de la historia, también para nosotros hoy, avanzando el siglo XXI, inmersos en este mundo de tan diversas condiciones, no pocas de ellas de señalada ambigüedad. La cultura urbana , donde crecen mentalidades secularizadas, en las que, gracias al conocimiento sistemático adquirido en la educación superior y a sus correspondientes habilidades tecnológicas, florece un tipo de ser humano autosuficiente, “empoderado” se dice hoy, domesticado por el eficientismo y por la racionalidad instrumental, sin apertura al horizonte de la trascendencia definitiva en Dios. Pero también es èticamente imperativo volver la mirada y el afecto y la solidaridad hacia las inmensas legiones de gentes empobrecidas, maltratadas por la injusticia del “establecimiento”, vulneradas en su dignidad y en sus derechos. Còmo transmitir espíritu pascual a los arrogantes dueños del sistema, còmo redimir a los condenados de la tierra, en nombre de Jesùs, el Cristo, el Resucitado? 6

Hemos afirmado reiteradamente que el cristianismo no es una ideología de tipo religioso, frecuentemente tomada por reglamentaciones y creencias. Ser cristiano es adherir personal y comunitariamente a Jesùs, èl es el contenido de nuestra fe, èl es nuestra razón de vivir con sentido y esperanza, ser sus discípulos es lo que caracteriza a la Iglesia universal y a cada Iglesia particular, con el modo de proceder propio que es el Evangelio, el estilo de las bienaventuranzas, el compromiso por hacer vigente en cada ámbito existencial el reino de Dios y su justicia. Tal es el “armamento”, la dotación con la que contamos para responder a la diversidad de hombres y mujeres, de culturas y mentalidades, de indagaciones por el sentido último de la vida. 7

Quien toma en serio la fidelidad a la conciencia, el carácter insobornable de la misma, la rectitud ética, el rechazo frontal al vano honor del mundo y a los poderes que oprimen a la humanidad, se expone a ser perseguido, humillado y ofendido, como lo fue Jesús. Abundan en la historia casos de hombres y mujeres así, “genios éticos”, personas que no temen a la posibilidad de consecuencias dramáticas por creer y vivir de esa manera.8

Cómo se encara esto en clave del seguimiento de Jesús? Sobre el particular responden las vivencias de los primeros cristianos cuando sus dramas son desvelados pascualmente, y cuando al temor sucede la certeza del Viviente inspirando sus decisiones y conductas, con la feliz consecuencia de la valentía apostólica que convida a muchos a hacer parte de su proyecto: “El mensaje de Dios iba extendiéndose, y el número de los creyentes aumentaba mucho en Jerusalén. Incluso muchos sacerdotes judíos aceptaban la fe” . 9 Para estos cristianos primitivos la relación con Jesús es eminentemente esperanzadora, garantía de confianza, él mismo lo afirma cuando responde al desconcierto de Tomás: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo” . 10

Precedido de la afirmación de su identidad y misión con la expresión YO SOY, Jesùs, según el evangelio de Juan, se presenta siete veces – número de perfección en la Biblia, de plenitud – como pan de vida, luz del mundo, puerta, buen pastor, resurrección y vida, camino-verdad-vida y vid. 11Cada una es un discurso en el que el evangelista Juan hace siete afirmaciones teològicas esenciales sobre el ser y el ministerio del Señor, en continuidad y superación con el “Yo soy el que soy12 de Yahvè a Moisès en el relato de la zarza ardiente.

Jesús es modelo antropológico y teológico para el ser humano. Es una nueva humanidad que Dios propone para superar la ambigüedad de la condición humana.13 Es CAMINO que empieza y concluye en Dios, así como èl es el modelo del ser humano pleno y realizado, que ha recorrido el sendero de la cruz y de la ignominia, siguiendo aquello de “que nadie tiene mayor que el que es capaz de dar la vida por sus amigos” .14 El gran indicador de este nuevo modo de humanidad es la capacidad de dar la propia vida para que muchos la tengan en abundancia. Jesús es un proyecto de vida plenamente capaz de llenar los ideales del hombre-mujer que lo quiera tomar.15 Jesús es VERDAD por ser fiel a su conciencia, porque ha llegado a ser lo que tenía que ser, porque hace presente a Dios que es su verdadero ser. Si nosotros, seres humanos, descubrimos que Dios está identificado con nosotros, ya lo somos todo, como Jesús. En él logramos la plenitud de nuestro ser. Jesús es VIDA porque en él ha sido comunicada la vida misma de Dios: “Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.”. 16 Jesùs comunica al ser humano la vitalidad teologal, en èl todo se hace nuevo, èl mismo es la afirmación de que lo humano no se extingue, su gracia pascual asume cada identidad y la inserta en su resurrección, es la vida definitiva que impide el fracaso radical.







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4 Juan 14: 1-3. Las palabras que el evangelio de Juan pone en boca de Jesús son expresiones de ánimo para los primeros seguidores suyos, con el fin de fortalecerlos en medio de las numerosas contradicciones y conflictos a los que se vieron expuestos. Ser discípulos del crucificado era causa de persecución.

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8 LUYPEN, William. Fenomenología existencial. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1970. El autor utiliza la expresión “genio ético” para referirse a seres humanos que hacen huella en la historia por su rectitud moral, convirtiéndose en referente para muchos, del tipo de Nelson Mandela, Martin Luther King, Diógenes, Tomás Moro. DE CELAYA, Ignacio. La sindéresis, principio de rectitud moral. En https://www.core.ac.uk/download/83558235.pdf SAURÌ, Jorge. El hombre comprometido. Carlos Lohlè. Buenos Aires, 1970. SINGER, Peter. Compendio de ética. Alianza. Madrid, 2004.

9 Hechos 6: 7

10 Juan 14: 6-7. SINOPOLI, Federico & SALERNO, Matìas. Conociendo a Jesùs: Yo soy, como èl mismo se revelò. En https://www.discipuladocristiano.org/wp-content/uploads/2016/06/Yo-Soy.pdf CASTRO SÀNCHEZ, Secundino . Evangelio de Juan. Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalèn. Desclèe de Brower. Bilbao, 2014.

11 CHAMORRO, Gonzalo A. Perspectiva divina de los YO SOY en el evangelio de Juan. En https://www.xdoc.mx/documents/el-uso-de-los-yo-soy-en-juan-5e1e22daa9893 PAGOLA, Josè Antonio. El camino abierto por Jesùs (4): Juan. PPC. Madrid, 2018. BANDINI. Marinella. Los siete YO SOY de Jesùs en el evangelio de Juan. En https://www.es.aleteia.org/2022/10/11/los-7-yo-soy-de-jesus-en-el-evangelio/

12 Exodo 3: 13-14.

13 GONZALEZ FAUS, Josè Ignacio. Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander, 1987. ESPÌNDOLA GARCÌA, Luis Gabriel. La nueva humanidad en el pensamiento de Pablo. En Revista Veritas número 34, páginas 217-233. Pontificia Universidad Catòlica de Valparaìso, septiembre 2016. RAHNER, Karl. La gracia como libertad. Herder. Barcelona, 2008.

14 Juan 15: 13

15 José Ignacio González Faus. Otro mundo es posible…..desde Jesús. Sal Terrae. Santander, 2010.

16 Juan 14: 11

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