domingo, 28 de noviembre de 2021

COMUNITAS MATUTINA 28 DE NOVIEMBRE 2021 PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C

 

En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país”

(Jeremías 33: 14)



Lecturas:

  1. Jeremías 33: 14-16

  2. Salmo 24

  3. 1 Tesalonicenses 3: 12 a 4:2

  4. Lucas 21: 25-36



Los israelitas del Antiguo Testamento vivieron su historia en la espera permanente de un Mesías liberador, esta expectativa fue el hilo conductor de su relato existencial y espiritual.1 Después de vivir tiempos de esplendor y gloria bajo el reinado de Salomón y de otros de sus dirigentes, caen en sucesivas desgracias que los afligen hasta lo más hondo de sus vidas. Pierden su autonomía como nación, se ven despojados de los elementos fundantes de su identidad: el territorio, el templo, la organización social y religiosa, y son sometidos a las dominaciones de Babilonia, Persia, Grecia, Roma. Su sentido de vida y su esperanza se arraigaban en una materialidad histórica: ser un país plenamente articulado , desarrollado, configurado según el ideal religioso que le dió origen, plasmado en un ámbito de pertenencia, con unas estructuras que traducían a lo concreto este conjunto de ideales.

Pero les sobrevinieron estos desarraigos. Los textos bíblicos alusivos al asunto son testimonio del despojo, de las pérdidas, del sentimiento de fracaso del pueblo de Israel. Cómo recuperar los deseos de vivir? Cómo ir al rescate de aquellos ideales? Surge así el mesianismo, sus profetas y maestros implementan una pedagogía de la esperanza, sus ilusiones apuntan a la figura de ese Mesías que, en nombre de Yahvé Dios, vendrá a hacerlos libres de sus cautividades y tragedias: “Llegarán los días - oráculo del Señor – en que yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá: En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar un germen justo y él practicará la justicia y el derecho en el país. En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: el Señor es nuestra justicia2

Este texto nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén en el año 587 antes de Cristo. El pueblo está desolado y empieza a tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige esta palabra a su gente para decirles que Dios no se ha olvidado de ellos, que hará regresar a los cautivos y que habrá perdón y justicia para todos, las ciudades serán reconstruídas y la prosperidad será una feliz realidad. El Señor hará factible la llegada de un rey justo que los regresará de la cautividad, no como los reyes cuyos errores los llevaron al destierro, ese personaje será llamado “Dios es nuestra justicia”, vendrá a restaurar a Israel. 3 Con esta primera lectura entramos en Adviento, tiempo de esperanza, de re-encantar nuestras vidas y nuestra historia. A eso vamos durante los siguientes cuatro domingos.

Cómo cultivar la esperanza en tiempos de crisis?4 Es la pregunta natural que surge desde nuestro contexto mundial y colombiano. Cómo confiar en Dios, en la vida, en la humanidad, cuando hay tantos motivos para el desencanto y la frustración? Lo que bien conocemos, que no por sabido es menos desolador: pobreza con indicadores escandalosos, exclusión social, vulnerabilidad extrema, migraciones forzadas, violencia sistemática en muchos lugares del planeta, gobiernos desatinados en sus políticas sociales, corrupción aterradora en los ámbitos donde se toman decisiones, sociedad consumista de espaldas a los grandes dramas de la humanidad, grupos de gentes vacías de sentido, experiencias interminables de fracaso y abandono.

Es imperativo empezar con esta claridad: lo que viene de Dios no es algo etéreo, desconectado de la realidad, como promesas vagas que dan “contentillo” ocasional a quienes se ven afligidos por dramas, carencias, sufrimientos que parecen no tener redención. 5 Con mucha frecuencia el lenguaje religioso, y la mentalidad pastoral que lo respalda no se inserta en la vida real de las comunidades, prometiendo restauraciones que nunca van a venir, o las remite a eso que llamamos “la otra vida” sin ninguna referencia a las concreciones de la historia, a lo existencial, a las reivindicaciones que superan pobrezas e injusticias. De esto se valió Karl Marx para afirmar que la religión es “opio del pueblo”.

Nosotros mismos somos materia de crisis cuando nos vemos desolados por la enfermedad, por las rupturas afectivas, por las dificultades económicas, por las pérdidas, por las disminuciones de nuestra humanidad. Dónde se encuentra una respuesta favorable? Cuál es la garantía de un genuino sentido de la vida? Viktor Frankl 6 , fue un psicoterapeuta austriaco que vivió en su niñez la tragedia de la primera guerra mundial, y en su adultez los efectos devastadores de la segunda, prisionero en campos de concentración, incluyendo los tristemente célebres de Auschwitz y Dachau. Su trabajo profesional lo dedicó a la logoterapia, a la configuración del sentido de la vida mediante esta estrategia terapéutica, fruto de los sufrimientos vistos y vividos en aquellos campos de la muerte, donde la infamia del régimen nazi se ensañó con tantos seres humanos.

En el proceso de la postguerra, el trabajo de este médico psiquiatra y neurólogo es notable por su aporte para recuperar del desencanto causado por este conflicto que aún hoy tiene penosas consecuencias en el mundo.7 En la perspectiva de este autor la fe religiosa ocupa un lugar determinante, él mismo fue un judío practicante y sincero. Su comprensión del ser humano gravemente afectado por la guerra, su formación como psiquiatra, y sus convicciones de fe, originan este significativo esfuerzo terapéutico.

Esto es lo que hacen algunas tendencias muy significativas de la teología y de la pastoral 8 en el campo eclesial y en el campo social. Articular la fe en un Dios trascendente, segura garantía de sentido, con una mediación de análisis social, que nos lleva a estructurar cómo esa confianza teologal debe tener consecuencias de transformación y de liberación, sin ocultar la consumación definitiva más allá de la historia.

El Nuevo Testamento, a partir de la novedad de Jesús,9 nos introducirá en otro tipo de espera y esperanza. El vino en humildad, despojado de vanaglorias, campesino de Nazareth plenamente obediente al Padre Dios, anunciador de una Buena Noticia configuradora de nuevas ilusiones para todos, con preferencia – siempre lo insistimos – por los últimos del mundo. Por sus posturas es juzgado reo de muerte, condenado y crucificado. Y el Padre Dios lo legitima sacándolo del abismo y resucitándolo, para dar crédito definitivo a todos los seres humanos que confían en esa posibilidad de re-significación total de la existencia.

Por eso, en la carta a los Tesalonicenses, Pablo exhorta a la comunidad a mantenerse fiel a Jesús y a prepararse para el segundo advenimiento: “Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día de la venida del Señor Jesús con todos sus santos. Amén. Por lo demás, hermanos, les rogamos y les exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros en la manera de comportarse para agradar a Dios10. Es la existencia cristiana concebida como una vida digna que expresa en la rectitud de su conducta la esperanza en ese Dios que es promesa de plenitud y de sentido.11 Así como en los textos ya aludidos del Antiguo Testamento, estos relatos también tienen el objetivo claro de mantener la esperanza de un pueblo que se sentía zarandeado por todas partes y con pocas posibilidades de subsistir. 12

El evangelio de Lucas describe, de manera metafórica, los acontecimientos que precederán a esa segunda venida: “Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarle la liberación13.

El discurso de Jesús es apocalíptico,14 adaptado a la cultura y lenguaje de su tiempo, recordemos que apocalipsis no es catástrofe sino revelación de la plenitud de Dios en la historia de la humanidad, esperanza y liberación para esta. Se nos invita a leer las señales de Dios en la historia – los signos de los tiempos – desde la clave de la fe y de la esperanza, por eso el cristianismo se implica con seriedad en lo histórico, en lo real, se compromete con ello y anuncia una Buena Noticia que pasa por re-significar la vida de las comunidades. La verdad de Dios resplandece en la justicia y en la dignidad.

El mensaje de Jesús no nos dispensa de los problemas y de la inseguridad, pero sí nos brinda el elemento creyente para afrontarlos con talante constructivo y liberador. Esto es lo propio de la fe: mantener nuestra confianza en ese Dios que libera y responder desde nuestra libertad para dar eficacia histórica a esa palabra de salvación. Vivir en la alerta del Adviento no es cuestión momentánea, la propuesta es para una vida en permanente construcción, dando significado trascendente a todo el ser y quehacer de nuestra condición humana: “Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre15.

La llamada es a vivir una vigilancia creativa, innovadora, con el talante del Evangelio que nos pone polo a tierra, detectando todo lo que es incompatible con este proyecto, en nosotros mismos y en nuestro entorno, para hacer denuncia profética, confrontación crítica, movimiento de transformación-conversión. Esta es la propuesta para el Adviento de 2021!!



1 SICRE, José Luis, El desarrollo de la esperanza mesiánica en Israel. En revista Cuestiones Teológicas volumen 34 número 82, páginas 249-256. Universidad Pontificia Bolivariana, Facultad de Teología. Medellín, junio-diciembre 2007. BENTUÉ, Antonio. El espíritu mesiánico de Jesús. En Revista Teológica de Cataluña volumen XI número 2, páginas 253-282. Facultad de Teología de Cataluña. Barcelona, 1986. FELDMANN, Roberto. Mesianismo y milenarismo desde la perspectiva judía. En revista Teología y Vida volumen XLIV, páginas 155-166. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 2003.

2 Jeremías 33: 14 – 16.

3 SEVILLA JIMÉNEZ, Cristóbal. Crisis y esperanza en los profetas de Israel. En revista Scripta Fulgentina año XXIV número 47-38, páginas 7-22. Instituto Teológico San Fulgencio. Murcia, 2014. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Olegario. La raíz de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 1995.

4 BLOCH, Ernst. El principio esperanza. Trotta. Madrid, 2007. LAÍN ENTRALGO, Pedro. Esperanza en tiempos de crisis. Galaxia Gutenberg & Círculo de Lectores. Madrid, 1993.

5 Para indicar un excelente ejemplo de esta postura, recordemos que la TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN tiene en su raíz la intención de responder históricamente desde la fe en el Señor Jesucristo a las expectativas de redención , de reivindicación, de liberación, de las comunidades afectadas severamente por la pobreza y la injusticia. Sus principales autores como Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino, Leonardo y Clodovis Boff, Joseph Comblin, Ignacio Ellacuría, Rubem Alves, Julio de Santa Ana, Juan Luis Segundo, Segundo Galilea, han hecho una reflexión con fundamento juicioso en los textos bíblicos y en la realidad social de América Latina para proponer una articulación esperanzadora entre salvación histórica y trascendencia definitiva del ser humano en Dios. ASSMAN, Hugo. Teología desde la praxis de la liberación. Sígueme. Salamanca, 1973. GUTIÉRREZ MERINO, Gustavo. Teología de la Liberación: perspectivas. CEP. Lima, 1971. BOFF, Leonardo. Teología del cautiverio y de la liberación. Paulinas. Madrid, 1978.

6 1905.1997

7 FRANKL, Viktor. El hombre en busca de sentido. Herder. Barcelona 1988; La voluntad de sentido. Herder, Barcelona,1988; Un psicólogo en el campo de concentración. Plantin. Buenos Aires, 1955; La presencia ignorada de Dios. Herder, 1986; Ante el vacío existencial. Herder. Barcelona, 1985.

8 MOLTMANN, Jürgen. Teología de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 1999. Esperanza para un mundo inacabado. Trotta. Madrid, 2017. MOLTMANN, Jürgen & MOLTMANN-WENDEL, Elizabeth. Pasión por Dios: una teología a dos voces. Sal Terrae. Santander, 2007. KÜNG, Hans. Vida eterna? Trotta. Madrid, 2000; Existe Dios? Cristiandad. Madrid, 1987. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Cristiandad. Madrid, 1989. TAMAYO ACOSTA, Juan José. Para comprender la teología de la liberación. Verbo Divino. Estella, 1989. ELLACURÍA, Ignacio. Historicidad de la salvación cristiana. En Revista Latinoamericana de Teología, número 1, páginas 5-45. Universidad Centroamericana José Siméon Cañas UCA. San Salvador, 1984.

9 SCHÜRER, Emile. Historia del pueblo judío en tiempos de Jesucristo. Cristiandad. Madrid, 1985. SOBRINO, Jon. Jesucristo Liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazareth. Trotta. Madrid, 1993. BERGER, Klaus. Jesús. Sal Terrae. Santander, 2009. SEGUNDO, Juan Luis. La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazareth. Sal Terrae. Santander, 1990.

10 1 Tesalonicenses 3: 13 – 4: 1

11 ROVIRA BELLOSO, José María. Entrada Esperanza en FLORISTÁN, Casiano & TAMAYO ACOSTA, Juan José. Conceptos Fundamentales del Cristianismo, páginas 389-399. Trotta. Madrid, 1993.

12 MARCEL, Gabriel. Homo viator: prolegómenos para una metafísica de la esperanza. Buenos Aires. Emecé, 1954. TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El porvenir del hombre. Taurus. Madrid, 1962. VALADIER, Paul. La condición cristiana. Sal Terrae. Santander, 2005. KÜNG, Hans. Existencia cristiana. Trotta. Madrid, 2012.

13 Lucas 21: 25-28.

14 ARENS, Eduardo; DÍAZ MATEOS, Manuel; KRAFT, Tomás. Apocalipsis. En Comentario Bíblico Internacional páginas 1679-1709. Verbo Divino. Estella, 2000. MESTERS, Carlos. El Apocalipsis: la esperanza de un pueblo que lucha. Rehue. Santiago de Chile, 1986. RICHARD, Pablo. Apocalipsis, reconstrucción de la esperanza. Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI. San José de Costa Rica, 1994. SCHÜSSLER FIORENZA, Elizabeth. Apocalipsis: visión de un mundo justo. Verbo Divino. Estella, 1997.

15 Lucas 21: 36.

domingo, 21 de noviembre de 2021

COMUNITAS MATUTINA 21 DE NOVIEMBRE 2021 SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO CICLO B

 

Y otro pasaje de la Escritura dice: verán al que ellos mismos traspasaron”

(Juan 18: 37)

Lecturas:

  1. Daniel 7: 13-14

  2. Salmo 92

  3. Apocalipsis 1: 5-8

  4. Juan 18: 33-37



Si hay algo claro y contundente en el ministerio de Jesús es su postura crítica ante todos los poderes del mundo, incluidos los religiosos.1 Desde su experiencia profunda de Dios, a quien él refiere como Padre, y desde su radical referencia al prójimo, principalmente al vulnerable y marginal, él plantea un estilo de solidaridad, servicio y comunión, negándose a la exaltación propia de la mentalidad “coronada” y a todo aquello que es habitual en los círculos de poder, principalmente cuando este se usa para dominar a los demás y para estructurar un mundo de categorías de superior a menor: “El diablo lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo : “Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús les respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor , tu Dios, y a El solo rendirás culto”. 2

Mi reino no es de este mundo3, dice tajantemente Jesús , respondiendo a Poncio Pilato, cuando el gobernador romano le interroga, una vez detenido por sus soldados, en el contexto de la pasión relatada por Juan, del que se toma el evangelio de este último domingo del año litúrgico. La frase no es casual, obedece a la mentalidad suya, al proyecto de Dios para cambiar de raíz la manera de relacionarnos con El, de ser humanos, de construír vínculos entendiendo a cada hombre y mujer como prójimos, de deshacer la lógica del poder y del dominio violento de unos sobre otros, de desarmar las ambiciones egoístas, de develar el engaño religioso de hacer de esta mediación una estructura para atemorizar conciencias, de disipar para siempre las imágenes de Dios – falsas,4 por supuesto – presentado como juez intransigente, como castigador, para revelar el rostro del Padre – Madre, misericordioso, compasivo, siempre dispuesto a tender su mano amorosa al ser humano necesitado de sentido absoluto para su vida.

La imagen de rey, asignada a Jesús por la tradición de la Iglesia, y expresada en esta solemnidad con la que se consuma el año litúrgico, es llamada a purificaciones y revisiones críticas muy serias, desde el Evangelio mismo, puesto que el modo de Jesús no tiene nada que ver con la realeza mundana, 5con las altas cortes, con los poderes del mundo, con los estilos de la riqueza y de la espectacularidad. Lo suyo es un camino despojado del culto a la personalidad, caracterizado por la donación sacrificial de la vida, por la preferencia hacia los más pobres, rey sin corona ni trono, sin ejércitos, sin palacios suntuosos, sin aduladores. Quienes le acompañan y le siguen son los últimos del mundo; Jesucristo es un rey atípico, no cumple con ninguno de los indicadores que la sociedad asigna a los monarcas. 6

En la película “Hermano sol, Hermana luna7, que relata la vida y las opciones de Francisco de Asís, hay una escena bien diciente: están en la misa mayor de domingo en la catedral de Asís, que preside el obispo de esta ciudad italiana; se marca un contraste elocuente, el obispo, robusto, de rostro rozagante, con elegantes vestiduras litúrgicas; en la parte delantera del templo, los ricos de la ciudad, también con vestimentas propias de su condición, entre ellos Francisco y sus padres, ricos comerciantes; en la parte trasera, separados por una barrera, están los pobres, harapientos, con rostros al mismo tiempo de angustia y esperanza, saturados de hambre y necesidades. La cámara hace pases rápidos de uno a otro grupo y, también, enfoca, un majestuoso Cristo Rey que preside la catedral, adornado de pompas humanas, es un vaivén de cámara altamente expresivo. Francisco8 mira lo uno y lo otro, sorprendido, en crisis, no se siente bien estando en medio de gentes así, de repente lanza un grito, rebelión de quien empieza a entender que ser cristiano no es pertenecer a una estructura de poder, y sorprende y escandaliza al obispo y a la “distinguida” feligresía del lado delantero del templo.

Poner los pies sobre la tierra, explicitar la realidad felicísima de la encarnación, la del Dios “humanado”, como reza nuestra tradicional novena navideña, no es desconocer en lo más mínimo la divinidad de Jesús, su señorío, su carácter definitivo de salvador, redentor y liberador, no es en modo alguno minimizar el misterio de plenitud que el Padre Dios ha realizado en El para toda la humanidad, pero sí es rescatar y hacer evidente, en la mayor medida posible, que esta mediación decisiva se ha realizado en pequeñez y en pobreza, hombro a hombro con los débiles del mundo. 9

Tal es Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo: “Y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ha ama y nos ha purificado con su sangre de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén10. A esta proclamación se llega por la experiencia de la fe pascual, que transforma radicalmente a los acobardados discípulos, sumergidos en la confusión después de la crucifixión, y también condicionados por sus propias ambigüedades personales y religiosas.

Es desde la cruz, desde lo humano, desde su marginalidad , desde su afianzamiento en los condenados de la tierra, desde donde se descubre su señorío.11 No es un Habsburgo ni un Tudor ni un Borbón, no viene de la Casa Blanca ni del Kremlin, es el hijo de un carpintero y de una humilde mujer judía. Los sorprendidos discípulos y las comunidades de la Iglesia Apostólica empiezan a vivir una nueva visión de Dios, de la vida, de sí mismos, de la humanidad, de su maestro y amigo Jesús de Nazareth. Es algo procesual, lento, que despierta en ellos esta convicción: “Dice el Señor Dios, el Todopoderoso: Yo soy el Alfa y la Omega. Aquel que es, que era y que va a venir12.

En estos términos descubrimos una feliz anticipación en las palabras del profeta Daniel, primera lectura de hoy: “Yo seguía mirando, y en la visión nocturna ví venir sobre las nubes del cielo alguien parecido a un ser humano que se dirigió hacia el anciano y fue presentado ante él. Le dieron poder, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido13. Se alude aquí a un hombre que supera con creces la condición humana, inserto él en Dios y Dios en él, no de modo individual, sino asumiendo salvíficamente a toda la humanidad, es el modelo, el paradigma de una nueva manera de ser humanos que se asimila a los bienaventurados del Señor.

La arrogancia de los poderes del tiempo y contexto de Jesús, el político romano y el religioso judío, no admite que un hombre del pueblo entusiasme a la pobrecía y ponga en jaque a los fariseos y a los maestros de la ley, quienes se escandalizan con su pretensión de ejercer misericordia en nombre de Dios y de acoger a todos los parias , ven en él a una peligrosa competencia, por eso deciden ajusticiarlo para escarmiento del mismo Jesús y de todos los que le siguen, dejando claro en manos de quienes está el poder.

El diálogo entre Pilato y Jesús, según el evangelio de hoy, revela dónde reside la realeza de Jesús: “Eres tú el rey de los judíos? Respondió Jesús: dices eso por tu cuenta o es que otros te lo han dicho de mí? Pilato contestó: acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. Qué has hecho? Respondió Jesús: mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos, pero mi Reino no es de aquí”14.

Jesús no llega a este momento para defender una doctrina o una disciplina religiosa. El está dispuesto a dar su vida por el ser humano, por su verdadera realidad y dignidad. Cuando Jesús se llama a sí mismo “Hijo del hombre” se refiere al ser humano auténtico, así lo formulan los autores de los cuatro relatos evangélicos, con la certeza de que en Jesús el Cristo se define al genuino ser humano. Estas son su realidad y su realeza. Su intención es que todos-as se identifiquen con Dios a través de él para manifestar la verdadera calidad humana.15

Poco después de este párrafo, que nos propone el evangelio de hoy, Pilato saca afuera a Jesús, después de ser azotado, y dice a la multitud: “Aquí tienen al hombre16. Jesús no es solamente el modelo del nuevo ser humano sino que pide a quienes le siguen que demuestren con su vida la respuesta al referente que es él. Todo el que se identifique con él será rey, tal es la meta que Dios quiere para todos, pero no reyes de poder, sino reyes servidores. No se trata de que un hombre reine sobre todos, sino un Reino donde todos se experimenten reyes, en igual dignidad, asentada en Dios.

Sólo en este contexto podemos apreciar la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. Los judíos del tiempo de Jesús entendían esta categoría como una victoria de ellos sobre los paganos, de los “buenos” sobre los “malos”. Jesús predica algo diametralmente opuesto: un Reino sin exclusión, del que forman parte las prostitutas, los pecadores, los marginados, también los paganos (llamados comúnmente “gentiles”), los que van hacia Dios a través de religiones diferentes de la hegemonía cristiana, los no creyentes y los agnósticos, todos, sin excepción. 17

Jesús es Rey y Mesías porque nos salva del egocentrismo, del poder, de la ambición materialista, de la indiferencia ante el prójimo y – desde su cruz y pobreza – nos entroniza con él en una nueva humanidad donde todos somos poseedores de igual dignidad, de igual realeza. 18









1 AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. La mirada de Jesús sobre el poder. En https://www.scielo.cl/pdf/tv/v55n1/art05.pdf PAGOLA, José Antonio “Conflictivo y peligroso”, capítulo 12 del libro Jesús, aproximación histórica. PPC. Madrid, 2007; páginas 333-370. BRAVO GALLARDO, Carlos. Jesús, hombre en conflicto: el relato de Marcos en América Latina. Sal Terrae. Santander, 1986. CASTILLO, José María. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 1990.

2 Mateo 4: 6-10

3 Juan 18: 36

4 HURTADO, Larry W. Destructor de los dioses: el cristianismo en el mundo antiguo. Sígueme. Salamanca, 2017. MARDONES, José María. Matar a nuestros dioses: un Dios para un creyente adulto. PPC. Madrid, 2007. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Qué Dios se nos revela en Jesucristo? En https://www.repositorio.uca.edu.ni/3503/1/Qué%20Dios%20se%20nos%20revela%20en%20Jesucristo.pdf

5 CANO, Luis. Acerca de Cristo Rey. En https://www.isje.org/cano/LuisCano-AcercadeCristoRey.pdf

6 KAZANTZAKIS, Nikos. Cristo de nuevo crucificado. Acantilado. Barcelona, 2018. La historia que narra este autor es bella y dramática al mismo tiempo, es una narrativa contemporánea de la pasión de Jesús, en la que reside su auténtica realeza.

7 FRANCO ZEFIRELLI. Película HERMANO SOL, HERMANA LUNA. 1972.

8 BOFF, Leonardo. Francisco de Asís: ternura y vigor. Sal Terrae. Santander, 1981. LECLERC, Eloi. La sabiduría de un pobre. Encuentro. Madrid, 2018.

9 VILA PORRAS, Carolina. El amor de Dios se humaniza: una mirada desde las bienaventuranzas. En revista Cuestiones Teológicas volumen 44 número 101, enero-junio 2017, páginas 43-66. Universidad Pontificia Bolivariana, Facultad de Teología. Medellín, 2017. COSTADOAT CARRASCO, Jorge. Características y alcances de la humanidad de Jesucristo. En revista Teología y Vida volumen 38 1997, páginas 163-174. Pontificia Universidad Católica de Chile, Facultad de Teología.

10 Apocalipsis 1: 5-6

12 Apocalipsis 1: 8

13 Daniel 7: 13-14

14 Juan 18: 33-36

15 NOLAN, Albert. Jesús, hoy: una espiritualidad de libertad radical. Sal Terrae. Santander, 2011. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible…..desde Jesús. Sal Terrae. Santander, 2010.

16 Juan 19: 5

17 LUGO GARCÍA, Héctor Eduardo. Universalidad de la salvación y teología incluyente. En Theologica Xaveriana número 138, páginas 183-192. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2001. CASTILLO, José María. El reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999.

18 GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander, 1987.

domingo, 14 de noviembre de 2021

COMUNITAS MATUTINA 14 DE NOVIEMBRE 2021 DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”

(Marcos 13: 31)



Lecturas:

  1. Daniel 12: 1-4

  2. Salmo 15

  3. Hebreos 10: 11-18

  4. Marcos 13: 24-32



En algún momento de la historia bíblica se cultivó una tendencia teológica y pastoral conocida como la APOCALÍPTICA1, es una teología de la historia en la que se marca el contraste entre el Dios que es garantía de esperanza y salvación para el pueblo oprimido y las fuerzas del mal y de la injusticia, que causan esa opresión. Ordinariamente el lenguaje con el que se presenta esa tendencia en los escritos bíblicos resulta sobrecogedor por la exuberancia de las figuras literarias que utiliza, pero, sabiendo hacer la adecuada interpretación del texto en su contexto y su pre-texto, nos podremos apaciguar de eso que sobrecoge para recibir de Dios mismo la respuesta a todos los interrogantes que se nos generan cuando nos preguntamos por el sufrimiento o por el aparente triunfo del mal y de los malvados. Sabemos bien que esa respuesta es el mismo Señor Jesús, a quien el Apocalipsis designa como el cordero; con él irrumpe el mundo nuevo de Dios, el orden de la vida y del reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, el dominio sobre el pecado y sobre todo desorden que afecte negativamente las expectativas de salvación de la humanidad. 2

La esperanza es un asunto de siempre en nuestra historia, todos estamos implicados en las grandes cuestiones por el sentido de la vida, a partir de nuestras contingencias y precariedades, esta disposición cobra especial intensidad en tiempos de crisis, como los que vivió Israel en su momento, y como estos eventos dramáticos que casi nunca bajan la guardia en materia de vulnerar la condición humana.3

En estos domingos finales del año litúrgico el énfasis que nos presenta la Palabra se orienta a destacar esa dialéctica de Dios que en la persona de Jesús trabaja para erradicar el mal de la vida de los seres humanos. Los textos de hoy son relativos al final de los tiempos. Esto, de entrada, puede verse como atemorizador, como Dios que irrumpe para juzgar, castigar y condenar, así lo ha hecho cierta visión bastante incompleta de nuestra fe, pero no es así. Lo que se nos presenta es una teología de la esperanza que tiene su centralidad en el Señor Jesucristo.4

El pasaje de Daniel anuncia la intervención de Dios a través de Miguel, el ángel encargado de la protección de su pueblo: “En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que se ocupa de tu pueblo. Serán tiempos difíciles como no los habrá habido desde que existen las naciones hasta ese momento. Entonces se salvará tu pueblo, todos los inscritos en el libro”5. Todo el texto de Daniel6 pertenece al referido género apocalíptico, vamos a decir que es un escrito subversivo pues invita al rechazo del señorío absoluto de los dominadores griegos de aquel entonces, que a punta de violencia se hacían ver como dueños absolutos de las personas, del tiempo, de todas sus realidades. Tal rechazo tiene fundamento teologal, es Dios mismo el que convoca a la subversión a través del liderazgo del profeta Daniel, Dios comprometido con la libertad y con la dignidad de su pueblo: “Y tú, Daniel, guarda estas palabras y sella el libro hasta el momento final. Muchos lo consultarán y aumentarán su saber7.

El pueblo de Israel vivió varias opresiones a lo largo de su historia: Babilonia, Grecia, Roma, también la de las tribus iniciales en Egipto; es un elocuente retrato de la historia de la humanidad, los totalitarismos de todos los tiempos , las invasiones de poderosos a naciones débiles, los desplazamientos masivos de población, el exterminio étnico, el sometimiento indignante, el despojo de las tierras, la destrucción de la identidad cultural, las muchas vejaciones y humillaciones a que son sometidos tantos seres humanos; las fuerzas del pecado que frustran el proyecto de plenitud-salvación que Dios tiene para nosotros.8

Pero también – como correlato profético y liberador – está la tendencia a la libertad, la afirmación emancipatoria, nuestra teología de la liberación con todo su dinamismo promotor de los “cielos nuevos y de la nueva tierra”, los movimientos sociales que concientizan, organizan y realizan la faena liberadora, las experiencias espirituales profundas que – desde el encuentro con Dios y con el prójimo – desencadenan en nosotros aquello de “hacernos cargo de la realidad”9 para transformarla. Muchos acusan al cristianismo de proponer una salvación más allá de la historia, de contenidos totalmente sobrenaturales sin incidencia histórica, es preciso asumir que ciertas interpretaciones así lo han hecho, pero la genuina fe cristiana tomada en sus orígenes, desde su raigambre en el Antiguo Testamento, en la persona de Jesús y en las comunidades de la Iglesia Apostólica, tuvo una impronta ciento por ciento encarnada en los diversos contextos sociales y culturales de su acontecer.10

Uno opta por creer en Dios y por seguir el camino de Jesús para ser plenamente humano según el Evangelio,11 eso no nos dispensa de la fragilidad, del sufrimiento, de los fracasos, de las derrotas históricas, pero sí nos cualifica para afrontar con creatividad evangélica la dimensión dramática de la vida, resignificándola desde una muy saludable teología de la esperanza.12 Miremos en esta clave el sentido de las lecturas de este penúltimo domingo del año litúrgico.

Por su parte, el evangelio nos presenta el llamado “discurso escatológico” de Marcos.13 Con las palabras escatología-escatológico se alude al sentido último y definitivo de la existencia en Dios, al significado pleno de la vida, a la superación del absurdo y de la muerte, al Señor Jesucristo como la irrupción definitiva de Dios en la historia de la humanidad para salvarla y liberarla . 14

Es preciso aclarar que en ningún momento los evangelistas hablan del fin del mundo en cuanto catástrofe final, es una interpretación muy equivocada y ampliamente difundida que no ha traído los mejores resultados ni a la fe del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la historia. No era el interés de Jesús predicar una tragedia cósmica, final dramático de la historia. Las imágenes que utiliza la literatura apocalíptica y escatológica pueden asustar, pero hay que explorar su significado; eran una forma de describir la caída de algún rey o de una nación opresora . El verdadero planteamiento de esta teología apocalíptica es destacar la finalidad de la historia en clave teologal, la plenitud de los tiempos. 15

Para Jesús lo esencial es anunciar los efectos liberadores de su evangelio: “De la higuera aprendan esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, saben que el verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean que sucede esto, sepan que El está cerca, a las puertas. Yo les aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”16. La Buena Noticia debe propiciar el resquebrajamiento de todos los sistemas de injusticia, de todo lo que procede del pecado y de la cultura de la muerte.

Jesús sabe que la única forma de redireccionar el rumbo de la historia por los horizontes queridos por el Padre es haciendo caer todas esas realidades que hacen fracasar al ser humano sumergiéndolo en una condenación abominable. Por eso, la acción escatológica es esencialmente liberadora y, en consecuencia, esperanzadora. Nosotros, discípulos, estamos llamados a realizar esta tarea de permanente configuración de la historia.

A Jesús sólo lo podemos conocer siguiéndolo, este seguimiento no se queda en ir detrás de él; implica, además, tomar su lugar, esto es responsabilidad histórica para nosotros, creyentes, asumiendo su propuesta como propia , luchando hasta el final por su realización.17 Nuestro compromiso con la transformación de lo injusto, de lo que frustra y mata al ser humano, es el gran criterio para valorar la calidad de la evangelización; ya sabemos que el camino de Jesús no se reduce a observancias religiosas simples, muchas ellas tan sombrías, sino a fecundar la historia con esta apasionante semilla teologal que hace emerger una nueva condición humana, cuya consumación es Jesucristo, Señor de la Historia .

Toda esta teología apocalíptica no se refiere a un fin trágico del mundo, a un cataclismo devastador, a un consumirse todo para no dejar vestigios de vida. Se trata de la consumación, de la realización plena del ser humano, de su historia en Dios. Desde luego, en el tiempo de Jesús se creía que esta intervención era inminente. Eso explica, para poner un buen ejemplo, los contenidos y el estilo de la predicación de Juan el Bautista: se despoja de toda comodidad material, es radical en sus planteamientos, critica con la mayor severidad a la religión oficial, se va al desierto, escenario desolado que en la Biblia simboliza el espacio privilegiado para el encuentro con Dios. Pero cuando captan que esa inminencia no llega, se empieza a vivir la tensión entre la espera del fin y la necesidad de preocuparse con responsabilidad de la vida presente.

Se sigue esperando el fin, pero la comunidad se dispone para la permanencia! Esta es una permanencia proyectada a la eternidad.

En la segunda lectura – carta a los Hebreos – dice lo siguiente, que se inscribe en la perspectiva de esperanza que proponemos: “Todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismo sacrificios, que nunca pueden borrar pecados. El, por el contrario, tras haber ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde entonces que sus enemigos sean puestos como escabel de sus pies. Mediante una sola oblación ha llevado a la perfección definitiva a todos los santificados18. La mediación de Jesús replantea la totalidad de la historia porque lo que él ofrece no es un ritual desvinculado de la realidad sino su propia vida encarnada en lo real, en lo existencial, en lo histórico. Jesús, en el misterio de la encarnación, se hace cargo de la realidad para redimirla, salvarla, liberarla. 19

La concepción cristiana del ser humano no se desentiende de nada de lo que nos concierne, nos sabe frágiles pero también dotados de grandeza, esto se constata en la interacción de la fe: Dios que se comunica gratuitamente y nuestra libertad que lo acoge.



1 REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA RIBLA. Número 7 Apocalíptica, esperanza de los pobres. Quito, 2000. ALIAGA GIRBËS, Emilio. El Apocalipsis de San Juan: lectura teológico-litúrgica. Verbo Divino. Estella, 2012. ALVAREZ VALDÉS, Ariel. El libro del Apocalipsis. PPC. Madrid, 2017.

2 VON BALTHASAR, Hans Urs. Teología de la Historia. Encuentro. Madrid, 1992. GUTIÉRREZ MERINO, Gustavo. Teología de la Liberación: perspectivas. CEP. Lima, 1971.

3 ARENDT, Hannah. La condición humana. Paidós. Barcelona, 1989. FROMM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica FCE. México D.F., 1977. LUYPEN, William. Fenomenología existencial. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1973.

4 MOLTMANN, Jürgen. Teología de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 2012. TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Para comprender la escatología cristiana. Verbo Divino. Estella, 1993. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. El útimo sentido: una introducción a la escatología. Marova. Madrid, 1989.

5 Daniel 12: 1

6 GRELOT, Pierre. El libro de Daniel. En Cuadernos Bíblicos número 79. Verbo Divino Estella, 1993. ARMERO BARRANCO, Pablo. Lectura estructuralista del libro de Daniel. Tesis para obtener el título de Doctor, Universidad de Murcia (España), 2016. https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/396621/TPAB.pdf?sequence=1

7 Daniel 12: 4

8 ESCUDÉ, Jorge. El pecado social: deformación de la actividad humana. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol8/29/029_escude.pdf GIRALDO ARISTIZÁBAL, Juan Diego. El pecado como deshumanización en el documento de Aparecida. En revista Cuestiones Teológicas volumen 40 número 94 julio-diciembre 2013 páginas 433-456. Universidad Pontificia Bolivariana, Facultad de Teología. Medellín, 2013.

9 ELLACURIA, Ignacio. Filosofía de la realidad histórica. San Salvador. UCA Editores, 1999.

10 THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús: historia de una revolución social de los valores. Salamanca. Sígueme, 2006; AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Ensayo sobre los orígenes del cristianismo. Stella (Navarra). Verbo Divino, 2007. RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús antes de la Iglesia. Santander. Sal Terrae, 2009.

11 ROVIRA BELLOSO, José María. Dios, plenitud del ser humano. Sígueme. Salamanca, 2013.

12 ALBAR MARIN, Lázaro. La fuerza de la esperanza. Madrid. San Pablo, 2013. MOLTMANN; Jürgen. Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca, 1987. ALFARO, Juan. Esperanza cristiana y liberación del hombre. Herder. Barcelona, 1980.

13 Les sugerimos leer todo el capítulo 13 de Marcos.

14 BORDONI, Marcelo. Jesús nuestra esperanza: ensayo de escatología en prospectiva trinitaria. Salamanca. Secretariado Trinitario, 2001.

15 KÜNG, Hans. Mantener la esperanza: escritos para la reforma de la Iglesia. Trotta. Madrid, 1993. GUTIÉRREZ MERINO, Gustavo. La densidad del presente. Sígueme. Salamanca, 2003.

16 Marcos 13: 28-31

17 LOIS, Julio. Para una espiritualidad del seguimiento de Jesús. En revista Diakonía número 39 páginas 260-276. Universidad Centroamericana. Managua, 1986. CASTILLO, José María. El seguimiento de Jesús. Sígueme. Salamanca, 1999.

18 Hebreos 10: 11-14

19 LAGUNA, José. Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2011.

domingo, 7 de noviembre de 2021

COMUNITAS MATUTINA 7 DE NOVIEMBRE 2021 DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”

(Marcos 12: 43)



Lecturas:

  1. 1 Reyes 17: 10-16

  2. Salmo 145

  3. Hebreos 9: 24-28

  4. Marcos 12: 38-44



Dios no es un Dios de cantidades, de multitud de prácticas religiosas, de vanaglorias sin fin, sino de calidades profundas, de humanidades nuevas, de corazones transformados, de humildad 1 y discreción. Su asunto no reside en la presunción orgullosa de cumplimiento externo sino en la ofrenda de la propia vida. Así nos lo enseñan la primera lectura de hoy, que proviene del libro 1 de los Reyes, y el texto del evangelio de Marcos, con el relato de la viuda pobre.2 No es la sociedad del espectáculo lo que aquí cuenta, sino la discreta generosidad del amor que se ofrece sin reservas, aún desde la más radical pobreza. Por aquí transita el mensaje de este domingo. Toda la parafernalia religiosa externa no tiene ningún valor espiritual; lo que importa es la interioridad de quien se orienta a Dios y al prójimo sin proclamarlo con vanidad egocéntrica.

El relato de Marcos deja clara la crítica de Jesús a la religión de su tiempo: “Guárdense de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa” 3. Su pretexto es señalar la diferencia entre religión y espiritualidad, entre cumplimiento exterior y vivencia profunda, entre rito y experiencia de Dios. Es reiterada la crítica de Jesús ante la religión que demanda fidelidad a doctrinas, ritos y normas sin influjo transformador en la vida, la hipocresía religiosa, hecho frecuente y absolutamente inaceptable en el estilo que el Maestro nos propone en su Buena Noticia. 4

El contraste lo marca muy claro con la segunda parte: “Muchos ricos echaban mucho, pero llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: Les digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba; esta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir5. Esta humilde mujer, alejada de todo cálculo, de todo interés mezquino, procede según el sentimiento religioso más genuino. La idea de que Dios mira más el corazón que las apariencias no es novedad en la tradición judía, se encuentra en muchos comentarios del Antiguo Testamento. Jesús la profundiza y la propone como paradigma de actitud religiosa, esto hace parte de la originalidad evangélica.6

La mujer compartió todo lo que tenía para vivir, que era poquísimo. Desde esa limitación pone su vida en manos de Dios pensando en el prójimo que se beneficiaría de su ofrenda.7

Jesús ya había realizado el gesto de purificar el templo arrojando a los vendedores y comerciantes, denunciando la religión convertida en un “negocio” de salvación, manipulando a Dios para convertirlo en legitimador de la soberbia religiosa y de la vanidad moral. Sabemos bien su opinión sobre la manera como se gestionaba el culto y su correlativa crítica a la explotación de los pobres en nombre de Dios, para que los líderes religiosos vivieran en la abundancia, de espaldas a la dramática realidad que Jesús denuncia. El templo de Jerusalén era el centro de la actividad económica del país, cimentado en la obligación de ofrecer sacrificios y de dar el diezmo de todo lo que cosechaban, el Dios liberador convertido en un Dios explotador!

Con el gesto de la viuda, Jesús destaca la ofrenda no tanto como el aporte para el alivio de las necesidades materiales de alguien, sino como la actitud de total confianza en Dios y de disponibilidad para su reino y para su justicia. Es una mujer en clave de bienaventuranza, desprendida, generosa, dispuesta para la mesa compartida,8 sin la soberbia que esgrimen muchos de los que “donan” a los más pobres, con su ego inflado proponiéndose como modelos de solidaridad.

El mensaje es contundente: se trata de dilucidar donde y en quien ponemos nuestra confianza: en la seguridad que dan las posesiones o en Dios que nos lanza a la aventura del compartir, de la donación de la vida, de la solidaridad? Este último es el auténtico lenguaje de Dios. Cómo hablar de esto en la sociedad consumista, en el loco mundo de las ganancias materiales, en las soberbias humanas que depositan sus garantías en el tener? Cómo decir hoy la misma profecía de Jesús en un mundo tan seducido por la autosuficiencia? 9

De esto mismo trata la primera lectura, es también una viuda que comparte su pobreza con el profeta Elías: “Se preparó y fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad, una viuda andaba por allí recogiendo leña. Elías la llamó y le dijo: traéme, por favor, un poco de agua en el jarro para beber. Cuando iba a traérsela, le grito: traéme, por favor, un trozo de pan. Ella respondió: por vida de Yahvé, tu Dios, que no me queda pan cocido. Sólo tengo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la aceitera”10. Es impresionante el egoísmo tan frecuente en el mundo de la abundancia y de la riqueza, y no lo es menos la solidaridad en los ambientes de mayores carencias, las penurias de la vida sensibilizan en alto grado y se convierten en caldo de cultivo de una cultura que emerge solidaria en medio de la pobreza. Los pobres nos anuncian la Buena Noticia! 11

Es bueno enterarnos del contexto de este relato de 1 Reyes.12 Estamos en el reino del Norte (Israel), 13el país vive una crisis profunda, los reyes de la dinastía de Omrí han dejado esa región en total miseria. El último de los monarcas – Ahab – ha hecho su aporte al desastre nacional, se casó con una extranjera – Jezabel – y con ella se entregó a la idolatría con el culto a Baal, deidad simbólica que alude a la entrega del ser humano al poder del dinero y de la comodidad material.

El profeta denuncia con el vigor que lo caracteriza y simboliza la situación con una sequía que viene sobre Israel, en esa condición extrema quiere destacar que el retorno a Yahvé y a los compromisos éticos propios de la Alianza son la garantía para recuperar al pueblo de su postración, entendiendo que esto no se reduce a una práctica ritual sino a un modo de vida coherente con el plan original de Dios, de justicia para los desheredados y de de convivencia fraterna.

Las palabras de Elías a la viuda hablan con elocuencia: “Porque esto dice Yahvé, Dios de Israel: El cántaro de harina no quedará vacío, la aceitera de aceite no se agotará, hasta el día en que Yahvé conceda lluvia sobre la superficie de la tierra. Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías. Y comieron él, ella y su familia. Por mucho tiempo la orza de harina no quedó vacía y la aceitera no se agotó, según la palabra que Yahvé había pronunciado por boca de Elías”14. El tiempo de Dios es tiempo de justicia, de gratuidad, de comunión, de vida, de fecundidad, de mesa de todos y para todos.

A Jesús, que observa cómo los que tienen van pasando a depositar su ofrenda para el tesoro del templo, no lo impresiona la cantidad que cada rico pone en el cofre; sus criterios de valoración son radicalmente distintos de la mentalidad economicista que se basa en el binomio inversión ganancia, en la ley del costo beneficio. Esto lo tiene sin cuidado, ahí no está el Evangelio.

Da un mensaje para el cristianismo de todos los tiempos de la historia., también para la humanidad en general, para la ética de la solidaridad. 15Mientras los demás, teniendo suficiente para vivir desean mucho más y hacen de su ofrenda un gesto interesado que les puede traer mayores beneficios, esta mujer ofrece desde un amor que es al mismo tiempo fuerte por la hondura de su generosidad y débil por la fragilidad de donde surge. El asunto del reino de Dios y su justicia no tiene su raíz en el rendimiento material de las prácticas religiosas, de las limosnas que se dan por salir del paso, del alboroto con el que se rodean ciertas prácticas de beneficencia. 16

La viuda del evangelio, y la que socorrió a Elías, simbolizan aquella porción del Israel empobrecido, de la humanidad precaria, que entra resueltamente en la dinámica de Jesús, con la disposición para darse a esta causa del reino. Vienen así al recuerdo tantos relatos de líderes sociales, de promotores de la comunidad, de hombres y mujeres desinteresados cuya felicidad es dar todo de sí para que su gente viva bien, compartiendo sin presumir, sacramento genuino del nuevo mundo que viene con Jesús.

1 Recordar que “humildad” viene del latín “humus”, tierra, lo que está más abajo, debajo de todo, lo último de lo último.

2 CARBULLANCA NÚÑEZ, César & VALENZUELA CORALES, María de los Andes. La viuda pobre como arquetipo marginal. En Revista Veritas número 38 páginas 141-162. Facultad de Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile, diciembre 2017. MENA OREAMUNO, Francisco. Comentario intercultural al evangelio según Marcos. Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión. Universidad Nacional de Costa Rica. San José, 2021.

3 Marcos 12: 38-40

4 VIÑAS GARCÍA, José. La hipocresía religiosa. En https://www.elcomercio.es/gijon/20090504/opinioncartas/hipocresia-religiosa-20090504.html CASTELLANI, Leonardo. Cristo y los fariseos. Jauja. Mendoza Argentina, 1999.

5 Marcos 12: 41-44

6 MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARÍA DE HUERTA. La humildad. En https://www.monasteriohuerta.org/wp-content/uploads/2014/03/humildad.pdf MONROY, Benjamín. Recuperar lo que no brilla, lo humilde y sencillo. En https://www.antoniano.org/public/pua/dispense/4.%20MonroyLohumide.pdf

7 CODINA, Víctor. Una Iglesia nazarena: teología desde los insignificantes. Sal Terrae. Santander, 2010. SOBRINO, Jon. Fuera de los pobres no hay salvación. UCA Editores. San Salvador, 2009.

8 AUTORES VARIOS. La causa de los pobres, causa de Dios. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2015. TRIGO, Pedro. El Dios de los pobres. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/2277/1/RLT-2012-087-A.pdf

9 WRIGHT, Thomas. El desafío de Jesús. Desclée de Brower. Bilbao, 2003. BOFF, Leonardo. Jesucristo y la liberación del hombre. Cristiandad. Madrid, 1981. CROSSAN, John Dominic.. Jesús, biografía revolucionaria. Grijalbo-Mondadori. Barcelona, 1986. TAMAYO ACOSTA, Juan José. Por eso lo mataron: el horizonte ético de Jesús de Nazaret. Trotta. Madrid, 1998. GUTIËRREZ, Gustavo. En busca de los pobres de Jesucristo. Sígueme. Salamanca, 1993. FRAIJÖ, Manuel. Jesús y los marginados: utopía y esperanza cristiana. Cristiandad. Madrid, 1985.

10 1 Reyes 17: 10-12

11 FLECHA ANDRÉS, José Román. La generosidad de la viuda: título homilético para el domingo XXXII del tiempo ordinario. En revista Ecclesia. Madrid, 11 de noviembre 2018. ESTÉVEZ LÓPEZ, Elisa. Prácticas compasivas y visibilidad femenina. En revista Reseña Bíblica número número 14 páginas 23-34. Verbo Divino. Estella, 1997.

12 GIBERT, Pierre. Los libros de Samuel y de los Reyes. Verbo Divino. Estella, 1984. BUIS, Pierre. El libro de los Reyes. Verbo Divino. Estella, 1995. SICRE, José Luis. Artículo Profetismo en FLORISTAN, Casiano & TAMAYO, Juan José. Conceptos Fundamentales del Cristianismo, páginas 1070-1085. Trotta. Madrid, 1993.

13 Por pugnas políticas y religiosas, profundas desavenencias, el reino de David y Salomón más tarde se dividió en dos fracciones: Judá al sur, con Jerusalén como capital; Israel al norte, con Samaría como capital.

14 1 Reyes 17: 14-16

15 MOLINA VELÁSQUEZ, Carlos. Etica del bien común y de la responsabilidad solidaria. En revista Realidad número 117, páginas 365-393. San Salvador, 2008. VIDAL, Marciano. Para comprender la solidaridad: virtud y principio ético. Verbo Divino. Estella, 1996.

16 RICHARD, Pablo & ELLACURÍA, Ignacio. Artículo Pobreza-Pobres en FLORISTAN, Casiano & TAMAYO, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo, páginas 1030-1034. Trotta. Madrid, 1993.

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