domingo, 27 de junio de 2021

COMUNITAS MATUTINA 27 DE JUNIO 2021 DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: no temas, basta que creas”

(Marcos 5: 36)

Lecturas:

  1. Sabiduría 1: 13-15

  2. Salmo 29

  3. 2 Corintios 8:7-13

  4. Marcos 5: 21-43

Nuevamente vamos con el asunto de la fragilidad humana: no es posible construír un proyecto de vida serio sin tener en cuenta esta realidad inevitable. Es la eterna pregunta del ser humano por lo definitivo, si todo este cúmulo de precariedades acaban por disolver en nosotros la ilusión de vivir, si la muerte es la que determina nuestra existencia. Eso nos aterra, y cobra particular relevancia cuando somos nosotros o nuestros seres queridos los afectados por tales evidencias, ahora a la orden del día con la pandemia visitante que, después de año y medio, sigue empeñada en alterar nuestra tranquilidad.1

Una manera gráfica de referirnos a esto es afirmar que la fragilidad la llevamos puesta porque no depende de nosotros evitarla, aunque de modo legítimo hagamos denodados esfuerzos para aminorar su impacto . Muchas de sus manifestaciones son inherentes a lo humano, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, y “esta señora muerte que se va llevando todo lo bueno que en nosotros topa”, como reza el poema “Señora muerte” de León de Greiff.2 Otras provienen del egoísmo sistemático de unos seres humanos que se encarnizan contra sus semejantes creando estructuras de injusticia, justificando guerras y saqueos, haciendo de la violencia su argumento para someter al prójimo. Cada uno de nosotros, desde los propios relatos de vida, puede escribir la biografía de su devenir precario, cada época de la vida llega también con sus dramas y penalidades.

Qué decir ? Como ya lo hemos propuesto en anteriores reflexiones de COMUNITAS MATUTINA, debemos dar la razón a Albert Camus 3 cuando afirma que el único problema filosófico verdaderamente serio es el suicidio?4 Nos sumergimos así en una noche oscura sin esperanza ni redención?

Veamos qué nos proponen las lecturas bíblicas de este domingo, no sin antes advertir que no queremos incurrir en respuestas de providencialismo ingenuo como son las que provienen de muchos ambientes religiosos poco formados, condicionados por una conciencia mágica y supersticiosa. Sí nos alienta una esperanza fundante y encarnada en la realidad, esta es para nosotros apuesta definitiva de trascendencia y de sentido pleno de la vida.5

Desentrañamos el texto de Marcos 5:21-43, que nos propone la Iglesia en este domingo. Los milagros, como los dos que refiere, son las señales del nuevo orden de vida que irrumpe con Jesús, es el Reino de Dios y su justicia, con su empeño de reivindicar la dignidad humana ofendida y humillada por el mal, por la misma religión judía, por la pobreza, por la enfermedad, por el pecado.6 Aquí subyace une profunda y esperanzadora teología de la vitalidad de Dios comunicada por Jesús, que en este caso se tipifican en la mujer agobiada por una hemorragia incontenible7 y por la confiada solicitud de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, que implora a Jesús la curación de su hija en peligro de muerte. 8 Son dos mujeres en trance de muerte, pero también en expectativa de vida y de salud.

La mujer del flujo permanente, llamada hemorroísa en algunas de las traducciones castellanas de los evangelios, está marcada por la impureza ritual y legal; siguiendo las normas establecidas en ese contexto, la suya es una enfermedad vergonzosa: “Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias…..Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás y tocó su manto, porque pensaba: con solo tocar su manto quedaré curada. Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal”. 9 Jesús reivindica la dignidad de esta mujer, no se fija en su impureza legal sino en su clamor de reconocimiento y en la profunda confianza que manifiesta buscando la sanación. Jesús la acredita como un nuevo ser humano, la restablece como mujer: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad”. 10

Jairo, dirigente de la sinagoga, caracteriza el desencanto del pueblo ante la institución religiosa judía, esta no sana, impone pesadas cargas pero no transmite sentido de vida y esperanza. Ese judaísmo del tiempo de Jesús no conduce a la vida; la hija de Jairo, imagen del pueblo, está abocada a la muerte. Este hombre busca en Jesús una alternativa que considera garantía de salud: “Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: tu hija ya murió, para qué vas a seguir molestando al Maestro? Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: no temas, basta que creas”. 11 El relato marca un contraste entre la decepción de muchos de sus contemporáneos ante el Templo de Jerusalén, rígida entidad cerrada a los clamores populares, y la saludable oferta de Jesús, que no repara en el escepticismo de quienes le rodeaban: “Tu hija ya murió…..12 sino en la confianza manifestada por este dirigente judío abierto a la novedad de la Buena Noticia: “No temas, basta que creas”.13

Sus contemporáneos, incluyendo a sus propios discípulos, desconfían de Jesús, de su anuncio de vida, de su decisiva confianza en el Padre. Por eso invita a tres de sus seguidores – Pedro, Santiago, Juan – para que sean testigos de la curación de la niña: “Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vió un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar les dijo: por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”. 14 Curiosamente, esos mismos discípulos están presentes en los relatos de la transfiguración y en la oración en el huerto, antes del prendimiento, y en ambas escenas se duermen. Ese sueño es un símbolo elocuente: rechazan la posibilidad de la muerte cruenta de Jesús. En cambio, él trata de enseñarles que el camino hacia la Vida es la muerte dramática, que ya le es inminente, pero estos no aceptan, como la mayoría de los judíos, que esa sea la alternativa, por eso se muestran escépticos. Para que aprendan que El es la imagen de un Dios que da vida, los lleva consigo. Con esta conducta les está indicando que la vieja sinagoga, el viejo templo, no son alternativas de salvación, que está entrando en la historia de la humanidad la novedad redentora del amor definitivo de Dios, y que él, Jesús de Nazareth, debe asumir las consecuencias dolorosas de su postura crítica ante esa religión oscurecida por la ceguera de sus leyes y de sus rituales.15

También a nosotros nos llegan los miedos y los escepticismos, hacemos de ellos “zona de confort”, nos instalamos en la falsa seguridad de una religión cómoda, cumplidora de normas, carente de profecía y de vitalidad teologal, desentendida de los dramas de tantos seres humanos que buscan confiadamente , como la hemorroísa y como Jairo, una respuesta en el Evangelio de Jesús.16 La desbordante confianza de los pobres y humildes nos da una lección de ruptura liberadora, ellos dejan atrás las estructuras inertes, moribundas, de esa religiosidad formal, para ingresar en el universo de vida arrasadora que Jesús trae para salvación y liberación de todos los que se dejen seducir por su oferta. 17

Nuestra vieja Iglesia también se paraliza a menudo ante los retos de la realidad, que exige respuestas nuevas y encarnadas para los constantes requerimientos del ser humano; tensión dialéctica entre el carisma-profecía y la institución, con el reto de fondo que es la fidelidad a Dios y al ser humano, como el mismo Jesús lo anunció. La Iglesia, nuestra Iglesia, si quiere seguir siendo la Iglesia de Jesús, tendrá que salir al encuentro del Maestro, rompiendo esas ataduras que frenan su dinamismo evangelizador: “Una auténtica fe – que nunca es cómoda e individualista – siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra”. 18

La propuesta de Jesús se inscribe plenamente en una cultura de la vida, en un apasionado compromiso con la dignidad y con la libertad de todos los seres humanos.19 Desde la paternidad de Dios se afirma nuestra vocación de trascendencia, que se realiza haciendo de esta historia y de esta realidad, un escenario donde se promueva y defienda la vida en todas sus manifestaciones. El Dios que nos revela Jesús tiene como prioridad la vitalidad constante y creciente de todas sus creaturas: “El ha creado todas las cosas para que subsistan; las creaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra. Porque la justicia es inmortal”. 20

Pablo, en 2 Corintios 8: 7-9 y 13-15, segunda lectura , invita a resolver con generosidad el problema de la injusticia y de la desigualdad, señal dolorosa de la cultura de la muerte, y pone como referente principal de esta iniciativa al mismo Jesús: “No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la abundancia, sino de que haya igualdad. En el caso presente, la abundancia de ustedes suple la necesidad de ellos, para que un día la abundancia de ellos supla la necesidad de ustedes. Así habrá igualdad”. 21

El abajamiento de Jesús, la ausencia en él de toda arrogancia y poderío humano, son signo de la total solidaridad de Dios con la humanidad sumida en el desconcierto de la injusticia y del egoísmo, la invitación a su seguimiento es optar por ese mismo estilo de vida, en el que el prójimo sea determinante para construir comunidades de mesa compartida, de fraternidad sin ambigüedades, de justicia gozosa, indicativos de una esperanza real, inserta en los mejores ideales de humanidad con espíritu: “Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que , siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza”. 22

La fragilidad de Jesús es nuestra fragilidad, él nos redime sometiendo a juicio en la cruz todos los poderes y vanidades del mundo para acreditar que sólo el amor es digno de fe. 23 He aquí la razón de nuestra esperanza.



1 MARTÍN MORILLAS, José Manuel & MUÑOZ, Francisco. Complejidad, fragilidad y conciencia agónica. En https://www.ugr.es/~fmunoz/documentos/COMPLEJIDADfragilidadef2.pdf Instituto de paz y conflictos. Universidad de Granada, España. ANRUBIA, Enrique (editor). La fragilidad de los hombres. La enfermedad, la filosofía y la muerte. Cristiandad. Madrid, 2010. DÍAZ MASSÓ, Eugenio. Una pragmática de la fragilidad humana. Universitat Oberta de Catalunya. Barcelona, 2017.


2 Medellín 1895, Bogotá 1976. Uno de los grandes poetas de Colombia y América Latina.

3 1913-1960

4 Así lo plantea Camus en su libro de 1942 “El mito de Sísifo”. El autor, representante de la filosofía del absurdo reflexiona sobre la insignificancia de la vida humana, a partir de su lectura del mito griego de Sísifo condenado a subir una pesada piedra, cuando se aproxima a la cumbre el peso lo devuelve, sometiéndolo a iniciar repetidas veces el penoso ascenso.

5 GRONDIN, Jean . Hablar del sentido de la vida. En Revista Utopía y Praxis Latinoamericana volumen 17 número 56 enero-marzo 2012, páginas 71-78. Universidad del Zulia. Maracaibo.

6 LATOURELLE, René. Milagros de Jesús y teología del milagro. Sígueme. Salamanca, 1997. PELÁEZ DEL ROSAL, J. Los milagros de Jesús en los evangelios sinópticos. Verbo Divino. Estella, 1984. ALEGRE, Xavier. Entrada “Milagro” en FLORISTÁN, Casiano & TAMAYO, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo. Trotta. Madrid, 1993; páginas 788-794. LEON-DUFOUR, Xavier. Los Milagros de Jesús. Cristiandad. Madrid, 1979.

7 Marcos 5: 25-34

8 Marcos 5: 22-24 y 35-43

9 Marcos 5: 25 y 27-29

10 Marcos 5: 34 . SIDGWICK, Emma. Entre el límite y el umbral: el borde en el motivo cristiano temprano de la hemorroísa. En https://www.scielo.org.mx/pdf/tods/n29/n29a5.pdf ESTEVEZ LOPEZ, Elisa. El poder de una mujer creyente: cuerpo, identidad y discipulado en Marcos 5: 25-34. Verbo Divino. Estella, 2003. SIERRA, Angela María & VELEZ, Olga Consuelo. Curar y levantar los cuerpos femeninos: una lectura desde la hermenéutica crítica feminista. En Theologica Xaveriana volumen 62 número 173. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2012.

11 Marcos 5: 35-36

12 Marcos 5: 35

13 Marcos 5: 36

14 Marcos 5: 37-39

15 LEGASSE, S. El proceso de Jesús: la historia. Desclée de Brower. Bilbao, 1995.

16 TELLO, Luz Marina. Mujeres sanadas por Jesús. Trabajo de grado para optar al título de Magister en Teología. Universidad Pontificia Bolivariana. Facultad de Teología. Medellín, 2013.

17 CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA & CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO. Jesucristo, portador del agua de la vida. Tipografía Vaticana. Roma, 2003.

18 PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium La Alegría del Evangelio, número 183. Paulinas. Bogotá, 2013.

19 CASTILLO, José María. El Reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999. FOX, Mathew. La bendición original: una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI. Obelisco. Barcelona, 2002.

20 Sabiduría 1: 13-15

21 2 Corintios 8: 13-14

22 2 Corintios 8: 9

23 VON BALTHASAR, Hans Urs. Sólo el amor es digno de fe. Sígueme. Salamanca, 1998.

domingo, 20 de junio de 2021

COMUNITAS MATUTINA 20 DE JUNIO 2021 DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Después les dijo: por qué tienen miedo? Cómo no tienen fe? Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?”

(Marcos 4: 40-41)

Lecturas:

  1. Job 38: 1-11

  2. Salmo 106

  3. 2 Corintios 5: 14-17

  4. Marcos 4: 35-41

En todos los momentos de la vida, individual y colectiva, existen amenazas que atentan contra la paz y la armonía de la humanidad, contra su buen ser y su bienestar.1 Es una manifestación incontrovertible de nuestra inevitable fragilidad: siempre hay tendencias contrarias a la felicidad. Las de estos tiempos están en la pandemia con sus aterradoras cifras de contagios, fallecimientos, precariedad para muchos de los servicios sanitarios, pésimos gobiernos en muchos países, desconectados de la realidad de sus habitantes, comprometidos fatalmente con políticas económicas que fomentan la pobreza y la exclusión, violencia con diferentes orígenes, desde aquella que es explosión de la desesperanza, pasando por la estatal, hasta la de los grupos organizados que se lucran con el crimen. Son enfermedades sociales que ponen a muchas de nuestras colectividades en unidad de cuidado intensivo.2

Es innegable que tantas situaciones negativas 3 asustan, crean un sentimiento colectivo de miedo y angustia, inciden en el incremento de las enfermedades mentales, desestabilizan los modos y proyectos de vida de muchos en el mundo. En el último año el fenómeno de la pandemia corona virus y el descontento extremo de amplias comunidades en países como Colombia, Nicaragua, Chile, Venezuela, Haití, Honduras, son indicadores que llevan a gran parte de nuestra gente al pesimismo y al sentimiento trágico de la vida. 4

Desde el 28 de abril de este año, las calles de Colombia son escenario de una potente protesta social de parte de muchos colectivos: estudiantes, sindicatos, amas de casa, grupos indígenas, maestros, activistas de derechos humanos, sociedad civil en general. Motivos: el empobrecimiento escandaloso de 21 millones de ciudadanos, la fallida propuesta de reforma tributaria, el nulo compromiso del gobierno con los acuerdos de paz firmados en noviembre de 2016, el asesinato sistemático de líderes sociales. Razones legítimas para la protesta, descalificada por muchos, contaminada por los intereses electorales de políticos de derecha e izquierda, y por la presencia de actos violentos, que oscurecen la validez de este levantamiento social. Pero, más allá de esto, estamos ante una explosión de vida que no se resigna al fracaso, es la profecía del sentido definitivo de la existencia como reacción y resistencia a esa subcultura de la muerte.

Cómo hablar de esperanza en estos tiempos de crisis? Cómo motivar para vivir una esperanza real, encarnada en la historia, con capacidad de movilizar el sentido de la vida y de influír constructivamente para modificar el curso negativo de estos acontecimientos? 5 Sobre las diversas respuestas que se dan a esta cuestión de fondo, asunto prioritario en la agenda del bien común, hay que someter a juicio crítico los mesianismos políticos y religiosos que manipulan las carencias del pueblo para lograr rendimientos electorales y proselitistas en sus respectivas cofradías. Son muchos los falsos profetas, los que prometen redención de la pobreza y la corrupción y, una vez, en el poder, dan la espalda a quienes los eligieron dedicándose a resolver sus intereses de partido. O el caso de los predicadores apocalípticos que asustan con imágenes de un Dios redentor que pasa costosas cuentas de cobro a sus creyentes. 6

Las lecturas de este domingo son una invitación al análisis crítico de estas realidades, a hacer conciencia de nuestros miedos, y a la búsqueda de una esperanza activa, arraigada en la realidad, dinámica, innovadora, creativa. Lo hacemos a partir del texto de Marcos 4: 35-40: “Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: Maestro! No te importa que nos ahoguemos? Despertándose , él increpó al viento y dijo al mar: silencio! Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: por qué tienen miedo? Cómo no tienen fe?7

El relato surge en medio de las dificultades que vivían las comunidades cristianas primitivas en el imperio romano. El mar simboliza el peligro, amenaza para quienes viven cerca de él, por ahí se aproximan los perseguidores. La comunidad, aún escasa y débil, es como la nave sometida al ímpetu de la tempestad. Muchos pierden la fe y naufragan ante las presiones de ese medio tan hostil. El texto es un recuerdo de que Jesús nunca ha abandonado, ni abandonará, la barca de la humanidad, de la Iglesia. Esta certeza da sentido y solidez a la fe de la comunidad.8

Sea esta Palabra una oportunidad para hacernos conscientes de todo aquello que nos amenaza: nuestros propios fantasmas, los imaginarios que tenemos de sometimiento, las personas que nos han agredido, la injusticia que padecemos, los miedos que nos invaden, el complejo de inferioridad, los factores externos de pobreza, inseguridad económica, vacío emocional. Caemos en el pesimismo y nos resignamos a perder la felicidad? Capitulamos ante tantos argumentos negativos? Nos refugiamos en una religiosidad de culpas y angustias? Sentimos que somos merecedores de estos “castigos”? La genuina espiritualidad cristiana, la que se desprende de la experiencia original de Jesús, es una alternativa liberadora, nos propone creer en Dios y en la humanidad puestos de pie, frente altiva, mirada transparente, coraje, disposición para la lucha, temple y fortaleza: “Por eso, nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente”. 9

Con frecuencia los discípulos de Jesús no le entendían su mensaje de esperanza plena y de dignidad, quedaban perplejos ante algunas de sus palabras, se mantenían atados a su condición de creyentes del judaísmo legalista y ritual, tampoco captaban sus reflexiones sobre las contradicciones a las que estaba expuesto por la claridad de sus denuncias, vislumbrando lo que el evangelista Marcos considera como un mesianismo crucificado, esto último les aterraba.10 Es decir, se escandalizaban ante la posibilidad de un fracaso de las pretensiones de su maestro. Esto se refleja en el texto: “Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: quien es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” 11 No terminaban de entenderle porque sus mentes estaban atadas a otros modelos religiosos que no coincidían con el proyecto de Jesús.

Qué nos dicen lo uno y lo otro? La serenidad y el vigor de Jesús ante las inseguridades de sus discípulos? En qué nos parecemos y en qué tomamos distancia? Cómo es la calidad de nuestra fe? No vamos a presumir de valientes e intrépidos ante las dificultades que nos presenta la vida, todos experimentamos temores e incertidumbres. Pero se impone revisar a fondo nuestra actitud creyente y someterla a proceso crítico con la misma clave de Jesús, si nuestra fe es acomodada a un establecimiento jurídico-ritual, si nos incomoda lo que interrogue estas seguridades religiosas, si no admitimos el aspecto dramático-crucificado de la vida de Jesús, si estamos alineados en el grupo de los que consideran que la protesta y la profecía son incompatibles con la “religión”. Porque es preciso admitir que muchas manifestaciones de la fe son de este tipo, del tipo que no se deja desacomodar por Jesús y por la realidad.

De todo esto se deriva una invitación al realismo, lo vemos como una consecuencia de la encarnación de Dios en nuestra humanidad, en nuestra realidad, en el aspecto doloroso de la misma, en las muchas cruces a las que estamos expuestos los humanos. En la primera lectura del libro de Job, se dice que el Señor le contesta desde una tempestad, recurso frecuente para hablar de las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento: “El Señor respondió a Job desde la tempestad diciendo: quién es ese que oscurece mi designio con palabras desprovistas de sentido? Ajústate el cinturón como un guerrero: yo te preguntaré y tú me instruirás”. 12

Ante la desconfianza de Job, Dios le está demostrando lo que es capaz de hacer por él para frenar todas las adversidades que lo aquejan. Job es símbolo de paciencia, resistencia y discernimiento del sentido mismo de la crisis, vive varias etapas en su proceso, la protesta ante la injusticia que lo aflige, la dependencia del consejo de sus amigos que lo incitan al desencanto frente a Dios, el paulatino reconocimiento de su precariedad y, en lo mismo, el surgimiento de la esperanza y del realismo creyente. 13 Dios lo interpela haciéndole caer en la cuenta de que El es el Señor de la historia. Las dificultades de la vida no son derrota para quien lo tiene como su principio y fundamento, de esto dan testimonio narrativas heroicas de hombres y mujeres que hicieron frente a la contradicción, incluyendo la ofrenda cruenta de su vida, corroborando con ello ese señorío y el temple profundo que los habilitó para no perder la batalla.14

La certeza creyente de Dios actuando en nuestras vidas no nos exime de los miedos propios de nuestra condición humana, las turbulencias vendrán siempre, los sufrimientos hacen parte del equipaje existencial, pero ellos no tienen la última palabra sobre nuestra historia, esa es de Dios y siempre es garantía de vida con sentido y con dignidad. La esperanza en medio de la crisis es la mayor evidencia teologal. 15



1 BOFF, Leonardo. La amenaza de la convivencia en los días actuales. En https://www.alainet.org/es/articulo/183701 GOBIERNO DE NAVARRA. La convivencia en sociedad: amenazas contra el bien común , la justicia y la paz. Gobierno de Navarra Departamento de Educación. Pamplona, 2014. BELLO-MONTES, Catalina. Desafíos y estado futuro de la convivencia en Colombia al 2025. En Revista Criminalidad volumen 56 número 2, páginas 319-332. Policía Nacional de Colombia. Bogotá, mayo-agosto 2014.


2 DE CASTRO SÁNCHEZ, Claribel. El derecho internacional de la prevención y gestión de crisis. En https://www.iugm.es/wp-content/uploads/2016/07/05_08_05_2015.pdf OFICINA DEL ALTO COMISIONADO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS DERECHOS HUMANOS. Los derechos humanos, el terrorismo y la lucha contra el terrorismo. Naciones Unidas. Ginebra, 2008.

3 COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Protesta y derechos humanos. Organización de Estados Americanos OEA. Washington, 2019.

4 UNAMUNO, Miguel de. Del sentimiento trágico de la vida. Austral. Barcelona, 1956. GARCÍA-ALANDETE, Joaquín. GALLEGO-PÉREZ, José Francisco. PÉREZ-DELGADO, Esteban. Sentido de la vida y desesperanza: un estudio empírico. En revista Universitas Psicológica. Volumen 8, número 2, páginas 447-454. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Psicología. Bogotá, mayo-agosto 2009.

5 MOLTMANN, Jürgen. Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca, 1987. ESTEVA, Gustavo. La crisis como esperanza. En revista Bajo el Volcán volumen 8 número 14 páginas 17-53. Universidad Autónoma de Puebla, 2008.

6 PINHO DE OLIVEIRA. María Fátima. Sacralización política o mesianismo? Los liderazgos políticos de Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Donald Trump y Jair Bolsonaro. En Revista de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Puebla. Número 47, octubre 2019-marzo 2020, páginas 322-342. MAHER, Mónica (coordinadora). Fundamentalismos religiosos, derechos y democracia. FLACSO. Quito, 2019. BELAUNDE MATOSSIAN, Francisco. Fundamentalismo religioso y política. Konrad Adenauer Stitfung. Lima, 2020. ALONSO TEJADA, Aurelio. Hegemonía y religión: el tiempo del fundamentalismo. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO. Buenos Aires, 2009.

7 Marcos 4: 37-40

8 SOLHAUNE, Liliana. Jesús en la barca. En https://www.surco.org/sites/default/files/cuadmon/solhaune_0.pdf AGUIRRE, Rafael. BERNABÉ, Carmen. GIL, Carlos. Guía de lectura de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Verbo Divino. Estella, 2012.

9 2 Corintios 5: 16-17. MESA BOUZAS, Miguel Angel. Espiritualidad para tiempos de crisis. Desclée de Brower. Bilbao, 2014. RAMBLA, Josep. El clamor del Espíritu en época de crisis. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol26/102/102_rambla.pdf

10 CARBULLANCA-NÚÑEZ, César. DE SOUZA NOGUEIRA, Paulo Augusto. Cristología del evangelio de Marcos. En Theologica Xaveriana volumen 67 número 84 julio-diciembre 2017, páginas 333-359. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Locura y escándalo: un Mesías crucificado y una historia marcada por la cruz. En https://www.scielo.br/pteo/a/ms5HGMf4TPqmKrCWh8sCj3d?lang=es

11 Marcos 4: 41.

12 Job 38: 1-3

13 MORLA, Víctor. El libro de Job: recóndita armonía. Verbo Divino. Estella, 2004. ARENS, Eduardo. Job, o la teología desde la dignidad humana. En Theologica Xaveriana volumen 60 número 170 páginas 371-394. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2010. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. CEP. Lima, 1986.

14 RICCARDI, Andrea. El siglo de los mártires. Encuentro. Madrid, 2019.

15 MOLTMANN, Jürgen. Teología de la esperanza. Sigueme. Salamanca, 1975.

domingo, 13 de junio de 2021

COMUNITAS MATUTINA 13 DE JUNIO 2021 DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

“……pero una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan con su sombra”

(Marcos 4: 32)

Lecturas:

  1. Ezequiel 17: 22-24

  2. Salmo 91

  3. 2 Corintios 5: 6-10

  4. Marcos 4: 26-34

Jesús fue un maestro para iniciar a sus oyentes en las realidades del Reino de Dios y su justicia, su gran estrategia pedagógica estuvo en las parábolas, con imágenes y ejemplos tomados de la vida real de sus gentes, netamente domésticas, provenían de la vida del hogar, de la cocina, de la pesca, del pastoreo, de las siembras y cosechas, la transmisión de esta sabiduría la hacía con extraordinaria sencillez. Una parábola es un arco que se eleva por el aire y cae justo en su objetivo, evadiendo obstáculos, concentrándose en su meta. 1 Jesús marca un contraste notable con las complejas y abstractas explicaciones que hacían los maestros de la ley sobre la Torah 2 y demás tradiciones religiosas del judaísmo, su didáctica era de una claridad incuestionable, parte muy importante de su lógica de preferencia con los sencillos y humildes. Las cosas de Dios son serias, sí, pero son para todos, a ellas no se accede por elucubraciones inaccesibles sino por la feliz simplicidad de la vida cotidiana.3

El Papa Francisco es un catequista, maestro en el lenguaje nítido y cercano a todos los humanos, sus mensajes frecuentes, hablados y escritos, se caracterizan por la transparencia. Con frecuencia alude a catequistas y predicadores para que la comunicación de la Buena Noticia de Jesús sea así, es una propuesta para contagiar, para atraer, para seducir, para enamorar: “El predicador necesita también poner un oído en el pueblo, para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar. Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo. De esa manera, descubre las riquezas y los límites, las maneras de orar, de amar, de considerar la vida y el mundo, que distinguen a tal o cual conjunto humano, prestando atención al pueblo concreto con sus signos y símbolos, y respondiendo a las cuestiones que plantea. Se trata de conectar el mensaje del texto bíblico con una situación humana, con algo que ellos viven, con una experiencia que necesite la luz de la Palabra”.4

Si el Evangelio es para ser vivido y para llenar de sentido la existencia de quienes se interesan en él, su lenguaje debe ser plenamente experiencial, capaz de mover mentes y corazones. En este domingo el texto del evangelio de Marcos plantea dos “monumentos” de esa pedagogía: la semilla que crece por sí sola y el grano de mostaza, los asimila a la capacidad de abundancia que tiene el Reino de Dios, surge en lo que a ojos humanos parece insignificante y poco a poco fecunda la vida, crece, satisface, llena, se transmite con entusiasmo, se traduce en resultados maravillosos de espiritualidad, humanismo, justicia, solidaridad.

La parábola de la semilla que crece por sí sola ilustra la fuerza irresistible del Reino , cuya mejor manifestación se representa por las espigas maduras que se recogen en la cosecha después de la siembra: “La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica enseguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”. 5

La parábola del grano de mostaza establece un contraste entre un comienzo aparentemente pobre e irrelevante y un final en el que la explosión de vida es sorprendente y maravillosa. Es lo que sucede con el Reino , cuyo secreto poder ya se ha hecho presente en el ministerio de Jesús, y en tantas personas que sin rodeos se dejan seducir por su invitación: “Con qué podríamos comparar el reino de Dios? Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas…..”6

Una reflexión que nos surge sobre las dos imágenes es esta: el proceso de configurar nuestra humanidad con el proyecto de Jesús, si bien es exigente y altamente comprometedor, no tiene que convertirse en aprendizaje de reglamentos y rituales, sino en una amorosa seducción, un enamoramiento, en el que el mismo amor encanta, desarma toda complicación, seduce, hasta manifestarse en la novedad de un ser humano que relata felizmente el amor de Dios, haciéndose fraterno, hombre y mujer de comunión, justicia y solidaridad. 7

En las parábolas de Jesús el tema central es el Reino de Dios y todo lo que este implica; es la pasión dominante en su misión pública , es su causa, a la que entregó la totalidad de su vida, por la que fue llevado a la muerte cruenta que padeció. Es el nuevo orden de vida que parte de Dios, que lo revela como Señor de compasión y de misericordia, como el que acoge sin restricciones a todos los seres humanos, principalmente a los últimos del mundo, como el que promueve la dignidad y la libertad de estos y de muchos, como el que no sofoca con normativas casuísticas tan pesadas como las que regían en el judaísmo de ese tiempo. El Reino de Dios es la nueva humanidad que surge con Jesús. 8

Este recuerdo es esencial para que se mantenga vigente la Buena Noticia, para que esta no sea oscurecida por las frecuentes prácticas eclesiásticas que eclipsan el Reino en la vida de la Iglesia. Cuando toma las riendas el aspecto institucional de la Iglesia, y con ello el mundo jurídico-ritual, cuando las catequesis y predicaciones andan embebidas en pecados, culpas, infracciones, y anuncios de un Dios castigador, se echa a pique la originalidad del proyecto de Jesús. Esto hace que muchos afirmen “Jesús sí, Iglesia no”, en un reduccionismo que también afecta negativamente todo el esfuerzo de comunicar la lógica del Reino.9

La Iglesia tiene su sentido pleno cuando el contenido de su teología y de su práctica pastoral están llenos del Reino de Dios, cuando es Iglesia en salida, cuando sus pastores huelen a oveja, cuando utiliza un lenguaje accesible a todos, cuando acompaña a las comunidades en sus gozos y esperanzas, también en sus sufrimientos y aflicciones, cuando es Iglesia de comunión y participación, cuando acoge a todos, cuando plantea claras las exigencias del seguimiento de Jesús de modo persuasivo y estimulante. 10

Siguiendo la inspiración de estas parábolas de Marcos tenemos que advertir que el surgimiento del Reino se da a partir de lo sencillo, de lo elemental, lo que no significa que se trate de procesos superficiales. Las experiencias intensas de Dios y de su dinamismo liberador surgen en contextos aparentemente irrelevantes. Por ejemplo, San Ignacio de Loyola 11, en su juventud arrogante capitán de los ejércitos reales de Castilla y de León, sufrió una grave herida en una batalla que lo llevó a retirarse de la vida militar. En su convalecencia, deprimido y desesperado por no tener nada qué hacer y abatido por un gran sentimiento de fracaso, pidió a su cuñada unos libros de caballerías, probablemente Amadís de Gaula o algo semejante; ella, al no encontrar nada de lo que Ignacio pedía, le trajo una vida de Jesús y otro de vidas de santos, esta lectura que inicialmente le resultó insípida se convirtió en la coyuntura para que nuestro hombre accediera a la visión teologal de la existencia. 12 Este incidente empezó con la herida en mayo de 1521, en este 2021 hacemos memoria de los 500 años de esta conversión. Ignacio fue un auténtico exponente del Reino de Dios y su justicia.

En la primera lectura de hoy, el profeta Ezequiel compara la acción de Dios con la de un campesino que reforesta las cumbres desérticas con cedros notables por su belleza y tamaño. El nuevo Israel, en la visión del profeta, será un brote joven plantado en la cima de los montes, atrás quedarán la vanidad de la monarquía y su avidez de poder. El profeta tiene la esperanza de que su pueblo renazca luego del exilio y perdure como lo hacen los duraderos cedros: “Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”. 13

Las parábolas de Jesús hablan, en el caso de hoy, desde la perspectiva de los arbustos que pueden crecer en nuestros jardines sin necesidad de derribar la casa o de secar las otras plantas, como sí sucedería si se tratara de árboles grandes. La primera parábola habla de la fuerza interna de la semilla, que opera sin que el agricultor lo note, es el dinamismo propio del Reino que gradualmente asoma en nosotros hasta convertirse en proyecto de vida. Si la semilla encuentra terreno propicio, florecerá. El campesino -nosotros! – aportará lo mejor preparando el terreno para que la semilla germine y se haga fuerte.

El cambio de prioridades que aquí se opera – conversión le llamamos – no suele darse mediante acontecimientos espectaculares. De modo discreto el Espíritu entra en nuestro interior, va fecundando nuestro ser, hasta que lo hacemos consciente e irrumpe en nosotros la novedad radical del Reino, el mismo Jesús que se hace la norma constitutiva de nuestra existencia.14

Cómo vivir este silencio germinal del Reino en estos tiempos de pandemia? Cómo las injusticias sociales que mueven la protesta en Colombia también florecen en nosotros para convertirnos a las nobles causas de solidaridad y de justicia? Cómo nos dejamos convertir por el clamor de quienes padecen tantas exclusiones y ofensas a su dignidad? Cómo somos tierra buena para que las semillas de la nueva vida de Dios florezcan en nuestra mente y en nuestras conductas?

1 DE LA TORRE GUERRERO, Gonzalo. Las parábolas que narró Jesús: la revolucionaria revelación de la conciencia de Jesús. Ediciones Fundación Universitaria Claretiana. Quibdó, 2009. LEON-DUFOUR, Xavier. Estudios de evangelio: análisis exegético de relatos y parábolas. Cristiandad. Madrid, 1987. MESTERS, Carlos. Las parábolas de Jesús. Verbo Divino, Estella, 2008. RUIZ DE GALARRETA, José Enrique. Para leer el reino en parábolas. Verbo Divino. Estella, 2006. MARTINI, Carlo María. Por qué Jesús hablaba en parábolas? Verbo Divino. Estella, 2009.

2 La Torah es el cuerpo legislativo del judaísmo, atribuído a Moisés en esta tradición, para los judíos contemporáneos de Jesús esta normativa es de riguroso cumplimiento, es milimétrica en sus prescripciones, prohibiciones y sanciones.

3 MONROY, Benjamín OFM. Recuperar lo que no brilla, lo humilde y sencillo. En https://www.antoniano.org/public/pua/dispense/4.%20Monroy.Lohumilde.pdf

4 PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio Evangelii Gaudium, número 154. Paulinas. Bogotá, 2013.

5 Marcos 4: 28-29

6 Marcos 4: 30-32

7 TRIGO, Pedro. No el lenguaje de la ley sino el de la vida. En su libro Jesús nuestro hermano: acercamientos orgánicos y situados a Jesús de Nazaret, páginas 79-87. Sal Terrae. Santander, 2018. GONZALEZ-FAUS, José Ignacio. Acceso a Jesús. Sígueme. Salamanca, 1979. RIUS-CAMPS, J. El éxodo del hombre libre. El Almendro. Córdoba, 2000. CARDONA RAMÍREZ, Hernán Darío. Una parábola optimista: prospectiva de Marcos 4: 30-32. En Theologica Xaveriana número 151 páginas 469-484. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2004.

8 GONZÁLEZ-FAUS, José Ignacio. Reino de Dios, fe y justicia. En https://www.repositorio.uca.edu.ni/4272/1/Reino%20de%Dios%2C%20fe%20y%20justicia.pdf PIXLEY, Jorge. Reino de Dios. Aurora. Buenos Aires, 1977.

9 GALEANO ATEHORTÚA, Adolfo OFM. Una eclesiología histórico-escatológica para la postmodernidad. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 44 número 102 páginas 397-421. Universidad Pontificia Bolivariana, Facultad de Teología. Medellín julio-diciembre 2017. MUÑOZ LÓPEZ, Julio. Dios sí, Iglesia no: respuestas fáciles a preguntas difíciles para jóvenes. Edición Kindle. Amazon, 2018.

10 CASTILLO, José María. La Iglesia y el Reino de Dios. En https://www.repositorio.uca.edu.ni/3609/1/La%20Iglesia%20y%20el%20reino%20de%20Dios.pdf

11 1491-1556, fundó la Compañía de Jesús en 1540. TELLECHEA IDÍGORAS, José Ignacio. Ignacio de Loyola, solo y a pie. Sígueme. Salamanca, 1997. CACHO NAZÁBAL, Ignacio. Iñigo de Loyola, ese enigma. Mensajero. Bilbao 2007.

12 CRISTANCHO SOLANO, Diego. La conversión como fundamento de un proceso: la mutación en San Ignacio de Loyola. Tesis para optar al título de licenciado en teología espiritual. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2017. En https://www.repositorio.comillas.edu/jspui/bistream/11531/25048/1/DEA000172.pdf RIBADENEIRA, Pedro. Vida de San Ignacio de Loyola. Apostolado de la Prensa. Madrid, 1951. ELORRIAGA, F. Las heridas de San Ignacio. Mensajero. Bilbao, 2010.

13 Ezequiel 17: 24,

14 CASTILLO, José María & ESTRADA, Juan Antonio. El seguimiento de Jesús. Sígueme. Salamanca, 1988. TUNC, Suzanne. También las mujeres seguían a Jesús. Sal Terrae. Santander, 1999. DUNN, James. La llamada de Jesús al seguimiento. Sal Terrae. Santander, 2000.

domingo, 6 de junio de 2021

COMUNITAS MATUTINA 6 DE JUNIO 2021 SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y DE LA SANGRE DE CRISTO CICLO B

 

Tomen, este es mi cuerpo…Esta es mi sangre de la alianza que es derramada por muchos”

(Marcos 14: 22 y 24)

Lecturas:

  1. Exodo 24: 3-8

  2. Salmo 115

  3. Hebreos 9: 11-15

  4. Marcos 14: 12-16 y 22-26

Aunque parezca bastante desafiante y heterodoxo el ejemplo siguiente, nos parece que una buena introducción al asunto esencial de la eucaristía en la vida de la Iglesia nos lo brinda la expresión del sacerdote Camilo Torres Restrepo1 cuando tomó la decisión de pedir la dispensa de su compromiso sacerdotal, sin abandonar en lo íntimo de su ser el deseo de ser siempre un ministro de la Iglesia: “He dejado de decir misa para realizar este amor al prójimo en el terreno temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga nada contra mí, cuando haya realizado la revolución, volveré a ofrecer misa si Dios me lo permite. Creo que así sigo el mandato de Cristo: si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y anda, reconcíliate primero con tu hermano ,2 y entonces ven y presenta tu ofrenda”.3

Podemos no estar de acuerdo con la decisión del padre Camilo, especialmente cuando sabemos que su siguiente paso fue ingresar a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional ELN en octubre de 1965, grupo armado que ha traído muchos males a Colombia. Lo que nos interesa esclarecer es que él estaba invocando la autenticidad de la eucaristía en esa Colombia muy católica de los años sesenta y muy afectada, como hoy, por las injusticias sociales y por la escandalosa pobreza de muchos colombianos. Celebrar la eucaristía sin llenarla de un contenido de fraternidad y solidaridad es para él una profanación del sacramento. Esta evocación nos lleva a pensar en cuántas veces participamos en ella de modo individualista, con el corazón no convertido a Dios y al prójimo, con claras responsabilidades de nuestra parte en materia de injusticia y de desconocimiento de la implicación comunitaria del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, cuya feliz realidad celebra la Iglesia en este domingo. 4

Qué decir de tan entrañable y definitivo sacramento en esta Colombia herida por la violencia, por los desencuentros entre el pueblo y sus gobernantes, por sus 21 millones de ciudadanos empobrecidos, por las muchas injusticias que aquí se cometen. Cómo celebrar la eucaristía con autenticidad evangélica, eclesial y social, en nuestro país?

Los sacramentos son signos que se refieren a realidades trascendentes, de carácter definitivo para la plenitud humana, que habitualmente no pueden entrar a través de nuestra percepción sensorial. Estos signos – el agua, los óleos, el pan, el vino, para señalar los más conocidos – nos remiten a lo significado, a aquella realidad proveniente de Dios que se vale de un lenguaje humano para comunicar la eficacia gratuita de sus dones, que nos hacen mejores personas según el modelo central que es el mismo Jesús.5

José María Castillo es un teólogo español, de avanzada eclesial, siempre preocupado porque el lenguaje y prácticas de la fe y de la pastoral pierden su fuerza transformadora, se convierten en rituales desconectados de la realidad existencial. A este asunto dedica un denso libro llamado “Símbolos de libertad: teología de los sacramentos”, escrito en 1980.6 Su pretensión es estudiar el sentido profundo de los sacramentos , en general y en particular de cada uno de ellos, remontarse a la tradición bíblica, someter a revisión crítica las deformaciones de interpretación y de vivencia cotidiana, y rescatar esa originalidad eficaz de Jesucristo que se implica en la realidad humana, histórica, para liberarla de sus ambigüedades, siempre asumiendo que lo humano es el canal de significación para remitirnos al contenido original de vida de Dios en nosotros y de humanidad nueva, que logramos gracias al mismo Señor que se nos ofrece gratuitamente.

Veamos un breve párrafo del escrito referenciado, que nos ayuda a esclarecer el significado y valor de la realidad sacramental en la vida de la Iglesia: “La iglesia es fiel a Jesús cuando celebra, por la fuerza del Espíritu, los mismos gestos simbólicos que realizó Jesús; cuando se adhiere a su destino y comulga con su vida, cuando perdona los pecados y libera a los hombres de las fuerzas de esclavitud y de muerte que operan en la sociedad, cuando sana las raíces del mal y del sufrimiento que oprimen a todos los crucificados de la tierra. Cuando todo eso no son palabras, sino experiencias reales y concretas, vividas cada día en cada comunidad de fe, entonces cada una de esas comunidades expresa auténticamente tales experiencias mediante los símbolos fundamentales de nuestra fe a los que llamamos sacramentos” . 7

Así, estamos en condiciones de captar que los sacramentos no son magias ni rituales que producen efectos automáticamente. Para asumirlos en toda su profundidad y significado el asunto esencial es la fe en Jesús, no como creencia conceptual, sino como experiencia de transformación de todo lo que somos en El, adquiriendo lo que la genuina tradición cristiana llama la “nueva humanidad”, tema muy constante en los escritos de Pablo. Se trata de tomar conciencia de Jesús y de comprometernos nosotros a ser como él.

El partir el pan forma parte esencial de la esencia del signo. Jesús se hace presente en ese signo, no en la materialidad del pan o del vino, sino en el contenido teologal que se significa. Lo repetimos : es el pan partido, repartido, compartido. Es el mismo Jesús que se deshace de la propiedad de su vida para darla toda sin reservas, ilimitadamente, con el amor que se desborda para participarnos la vitalidad de Dios, y para re-significar una humanidad ambiciosa, mezquina, egoísta, en una humanidad fraternal, solidaria, servicial, de diakonía y de koinonía.8 . Consecuencia primordial de esta lógica es que nuestra vida se debe tornar, como la de Jesús, partida y compartida para bien de todo prójimo, principalmente del que es humillado y ofendido por el pecado de seres humanos egoístas.

El culto que se inaugura con Jesús supera definitivamente el concepto y práctica de la mediación religiosa concebida como un poder asignado a algunos exclusivamente, él mismo es la ofrenda grata a Dios y a la humanidad, es el don de su propia vida para darnos a todos la abundancia de la vida que Dios nos comunica, esta es la novedad del culto que Jesús establece. Este es contenido central de la carta a los Hebreos, de la que se toma la segunda lectura de este domingo: “En cambio, Cristo se presentó como sumo sacerdote de los bienes futuros, oficiando en una tienda mayor y más perfecta , no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetró en el santuario, una vez para siempre, no presentando sangre de machos cabríos ni de novillos, sino su propia sangre. De este modo consiguió una liberación definitiva” . 9

Se ratifica lo dicho: la realidad sacramental significada es Jesús como don, es Dios-ágape manifestado en Jesús. La eucaristía resume la actitud vital de Jesús, amar sin medida dando todo de sí, ese es el genuino ser de Dios. Es el Hijo que significa con total eficacia el amor del Padre. En el sacramento eucarístico se significa la relación de Dios con cada ser humano, y esto hace que nos constituyamos como una comunidad en torno al pan partido y compartido que es el mismo Jesús, él es el centro de esta sacramentalidad que, al mismo tiempo, nos invita a ser hombres y mujeres de y para la comunidad. La eucaristía no es una devoción piadosa particular sino una construcción sacramental comunitaria de hombres y mujeres que se dejan tocar por esta gracia y viven en conformidad con ella.

En el contexto de la celebración pascual propia de los judíos, Jesús vive los acontecimientos definitivos de su pasión, de la ofrenda total de su cuerpo y de su sangre, y, reunido con sus discípulos, expresa el sentido total de su existencia y de su misión: “Mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió, se lo dio y dijo: Tomen, este es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó y bebieron todos de ella. Y les dijo: esta es mi sangre de la alianza , que es derramada por muchos” .10 El escueto relato de Marcos tiene suficiente elocuencia: Jesús es el don de Dios para plenitud y salvación de la humanidad, El nos indica el camino de la mesa servida y compartida como signo eficaz de una manera de ser y de vivir, en comunión y en participación solidaria.11

El carácter genuino del sacramento eucarístico nos compromete a dejar atrás un modelo de religiosidad individualista, saturado de prácticas piadosas y de rituales, sin mayor impacto en la transformación de las relaciones sociales, para dar paso a la originalidad de Jesús. El fin último de la eucaristía es hacer presente con los signos del pan y del vino el ágape que nos funde con Dios y nos abre a los demás, hasta sentirlos también fundidos en Dios. Esta es la gracia del sacramento que celebramos en este domingo, pan partido, repartido, compartido, vida que se ofrece para todos, sangre derramada que da a todos la vitalidad del amor de Dios que nos hace comunidad a partir del Evangelio.12 Vivir así es Buena Noticia para quienes viven desencantados por las rupturas que introduce el pecado de la injusticia y de la dominación.

Jesús no nos manda, de buenas a primeras, a “ir a misa”, obligatoriamente, y a comulgar, porque sí. Esta es la creencia de muchos, mal inculcada por una catequesis deficiente e incompleta. El asunto serio, comprometedor, es tomar el pan – símbolo de nuestra persona, de nuestros bienes, de nuestra vida entera – y partirlo, como Jesús, para repartirlo y compartirlo con quienes son nuestros prójimos de cada día. Podemos decir que la ética que se desprende de la eucaristía es normativa para todo el que tome en serio el camino de Jesús y su vivencia en la comunidad eclesial. 13

Comer el pan y beber la copa son actos inseparables; quiere decir que no se puede aceptar la muerte de Jesús sin aceptar su entrega hasta el fin, y que el compromiso de quien sigue a Jesús incluye una entrega como la suya. Este es el verdadero significado de la eucaristía. No podemos seguir reduciendo al misterio adorable de este sacramento a una presencia en sí, encerrada en ella, como una majestad lejana, sino como el mismísimo Dios encarnado, implicado totalmente en el ser humano, involucrado en nuestra historia, para donarnos la vitalidad suya que nos humaniza y nos libera del egoísmo y de la injusticia. Así, la mesa eucarística es pan compartido, sangre derramada, signo de la nueva humanidad de la que él es portador.



1 Camilo Torres Restrepo, hijo de una aristocrática familia bogotana, nació en 1929 y falleció trágicamente en febrero de 1966, fue ordenado sacerdote en 1954. Perteneció a la arquidiócesis de Bogotá, cursó su formación académica como sociólogo en la Universidad Católica de Lovaina. BRODERICK, Walter J. Camilo, el cura guerrillero.Icono. Bogotá, 2015.

2 Mateo 5: 23-24

3 Citado por LEVINE, Daniel H. Camilo Torres: fe, política y violencia. En Revista Sociedad y Religión volumen 21 año 2011 número 34-35 página 66.

4 BOROBIO, Dionisio. Lo social en la liturgia y los sacramentos: doctrina y recepción. En https://www.summa.upsa.es/high.raw?id=0000007413&name=00000001.original.pdf SCAMPINI, Jorge A. La eucaristía, primicia y fundamento de un orden social verdaderamente justo. En Revista Teología Volumen LIII número 119 marzo 2016, páginas 45-80. Pontificia Universidad Católica Argentina, Facultad de Teología. Buenos Aires, 2016. MARTINEZ MORALES, Víctor. Sentido social de la Eucaristía (3 volúmenes). Facultad de Teología, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2003. ARRUPE, Pedro. Hambre de pan y de evangelio. Sal Terrae. Santander, 1978.

5 GUILLET, Jacques. De Jesús a los sacramentos. Verbo Divino. Estella, 1991. CHAUVET, Louis Marie. Símbolo y sacramento: dimensión constitutiva de la existencia cristiana. Herder. Barcelona, 1991.

6 CASTILLO, José María. Símbolos de libertad: teología de los sacramentos. Sígueme. Salamanca, 1980.

7 Obra citada, página 458.

8 La palabra griega diakonía significa servicio, dedicación al servicio de la comunidad, es el término que se utiliza en el Nuevo Testamento para designar los ministerios dentro de la comunidad cristiana. Y la palabra koinonía, también de origen griego, es la expresión que significa la comunión de todos los cristianos en torno a la persona de Jesús.

9 Hebreos 9: 11-12. GARCÍA HUIDOBRO, Tomás. La carta a los Hebreos: una visión desde las teologías del templo. Sígueme. Salamanca, 2014. VANHOYE, Albert. El mensaje de la carta a los Hebreos. Verbo Divino. Estella, 1985.

10 Marcos 14: 22-24

11 BENEDICTO XVI. Exhortación apostólica postsinodal SACRAMENTUM CARITATIS sobre la eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Tipografía Vaticana. Roma, 2007.

12 CODINA, Víctor. Nuevos enfoques teológicos sobre la eucaristía. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bistream/10972/3168/1/RLT-2005/066-C.pdf . GESTEIRA GARZA, Manuel. La eucaristía, misterio de comunión. Cristiandad. Madrid, 1983.LEON-DUFOUR, Xavier. La fracción del pan: culto y existencia en el Nuevo Testamento. Cristiandad. Madrid, 1983. BASURKO, Xavier. Para comprender la eucaristía. Verbo Divino. Estella, 2000. THURIAN, Max. La eucaristía, memorial del Señor. Sígueme. Salamanca, 1967.

13 MALDONADO, Luis. Praxis sacramental y compromiso de fe. PPC. Madrid, 2001.

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