domingo, 30 de abril de 2023

COMUNITAS MATUTINA 30 DE ABRIL 2023 DOMINGO IV DE PASCUA

 

Pues ustedes andaban antes como ovejas extraviadas, pero ahora han vuelto a Cristo, que los cuida como un pastor y vela por ustedes”

(1 Pedro 2: 25)

Lecturas:

  1. Hechos 2: 36-41

  2. Salmo 22: 1-6

  3. 1 Pedro 2: 20-25

  4. Juan 10: 1-10

Con el estilo y lenguaje del Papa Francisco ha cobrado mucho sentido el tema del pastoreo, de la pastoral, de los “pastores con olor a oveja”.1 Su magisterio es enfático en reconocer los muchos y vergonzosos pecados clericales, el mancillar la dignidad de niños y de jóvenes confiados a su responsabilidad, el callar ante los abusos y desconocer a las víctimas de los tales, 2 auténticas traiciones a las ovejas confiadas a su ministerio, el carrerismo eclesiástico, otro vicio mundano que se ha colado pecaminosamente en el mundo eclesial, las ambiciones de poder, el autoritarismo sobre las comunidades de creyentes, la improvisación en el apostolado, la precariedad en la vida espiritual. Junto con eso, Francisco propende por unos pastores desposeídos de clericalismo, descalzos para caminar hombro a hombro con sus gentes, hombres de impecable vida evangélica, no de talante eclesiástico sino de Buena Noticia, saturados de Jesús, transparencia del Reino de Dios y su justicia.

Este IV domingo de Pascua se conoce como del Buen Pastor,3 por el contenido de las lecturas bíblicas que destacan la figura de Jesús como tal, el que se dedicó sin límites al cuidado de sus ovejas, el que las acompañó en la recuperación de su dignidad, el que ejerció con ellas la compasión y la misericordia, el que no excluyó a ninguna, el que acogió con particular delicadeza a las llamadas “ovejas negras”, el que nunca bajó la guardia en su dedicación pastoral, el que fue a la cruz para dar vida en abundancia para que ninguna muriese sofocada por el pecado y por la muerte, el que – Resucitado – mantiene la plena vigencia de su cuidado pastoral, el que huele a oveja hasta lo más íntimo de su ser. La palabra “cura” , con la que se designa a los sacerdotes que presiden comunidades parroquiales , significa “el que cuida”, proviene del verbo latino “curare”, que significa cuidar.

Que sea este celebración un reconocimiento a los muchos santos y generosos pastores, obispos y sacerdotes, que configuran su ministerio con el pastoreo original del Señor Jesús, entregados a sus comunidades a tiempo y a destiempo, sin perseguir reconocimientos, ascensos o beneficios, los que indican con su conducta evangélica como debe ser la ministerialidad eclesial, los que no escatiman esfuerzo para servir a las ovejas que se les han confiado, los que discurren en discreto silencio haciendo de su sacerdocio una ofrenda inscrita en la de Jesús, muchos de ellos llegando a la donación cruenta de su vida, como sucede en muchos lugares del mundo.

El lenguaje de Jesús fue intencionalmente inculturado en su contexto de pescadores, amas de casa, campesinos, pastores. Las parábolas, ejemplos, metáforas, fueron su recurso, siempre de gran sencillez, para compartir con su gente la realidad de Dios, el reino y su justicia, los valores del mundo nuevo de libertad y sentido digno para todos. En esto fue ejemplar y estratégico. De esa mentalidad, el evangelista Juan toma el ejemplo del pastor y sus ovejas para comunicar la experiencia de Jesús dedicado por entero a su gente, incondicional, de tiempo completo, sintiendo todo lo de ellos, compadeciendo, sintonizando, amando, dando vida, en nombre de la paternidad-maternidad de Dios: “Les aseguro que yo soy la puerta por la que deben entrar las ovejas. Todos los que vinieron antes que yo, eran ladrones y bandidos. Por eso , no les hicieron caso. Yo soy la puerta. Todo el que entre en el corral de las ovejas por esta puerta, estará a salvo, y sus esfuerzos por buscar el alimento no serán en vano”. 4

Pasan así, por la mente y el corazón, hombres de genuino talante pastoral, como San Damián de Veuster5, el heroico religioso que se dedicó con amor incomparable a los leprosos de la isla de Molokai, contrayendo él mismo la enfermedad; el generoso Alejandro Solalinde, 6 entregado a aliviar las penurias de las poblaciones migrantes que atraviesan Centro América y México hacia Estados Unidos, buscando mejores alternativas de vida y de trabajo; nuestro amado San Oscar Arnulfo Romero, 7 el arzobispo mártir de San Salvador, la voz de los sin voz, asesinado por su vehemente defensa de la dignidad de su pueblo salvadoreño; el Beato Mariano de Jesús Eusse Hoyos8, padre Marianito, que sirvió en su parroquia de Angostura durante 48 años consecutivos, dado a sus feligreses sin reservarse beneficios para él; Antonio Vicente Arenas 9, obispo de la diócesis del Socorro en Santander, que murió solitario e insolado en una ardua correría pastoral a sus 60 años de edad; el Abbé Pierre, Henri Groués, 10 conocido sacerdote francés que hizo su trabajo entre los más pobres de los pobres en su país, fundador de los “Traperos de Emaús”, organización de trabajo para erradicar la exclusión y la pobreza. Como estos hombres tenemos que ser, queridos hermanos en el ministerio! 11

Jesús pone en tela de juicio el poder que oprime al ser humano y sofoca su dignidad, su pastoreo promueve, anima, llena de vida, entusiasma, sanea las aflicciones y sufrimientos: “Ustedes saben que quienes figuran como jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus dirigentes las oprimen. No debe ser así entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, que sea esclavo de todos. Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido , sino a servir, y a dar su vida en rescate por todos”. 12 Gran tentación humano es el afecto desordenado por el poder, entendido como dominio sobre otros, deseo de muchos en la sociedad es el de ascender escalones hasta llegar al máximo nivel, cifrando en esto la felicidad. Con notable frecuencia esto deriva en autoritarismo y dictaduras, tiranizando con violencia a quienes están sometidos.13 La historia de la humanidad sobreabunda en dominaciones de unos pocos sobre muchos. Con modos más sofisticados conocemos la tiranía social, la del consumo, los indicadores de éxito, la manipulación mediática, que produce gentes enajenadas y dependientes.

Jesùs enseña que el verdadero sentido de la existencia reside en el servicio amoroso y solidario, en la donación de la vida hasta el extremo, en la abnegación sin reservas para llevar vida en abundancia a quienes la han perdido, y lo hace – como lo propone el evangelio de hoy – bajo la figura del pastor que se compromete ilimitadamente con la vida y con la dignidad de sus ovejas. Quien se interese por tomar este camino está llamado a asumir el mismo estilo de servicio, dar todo lo mejor para sus ovejas, sin buscar en ello ningún reconocimiento distinto de la satisfacción de reivindicarlas en su dignidad, de contribuír señaladamente a la mejor humanidad de todos los que integran el rebaño, ayudándoles a experimentar la voluntad salvadora del Padre, a insertarse activamente en la vida eclesial, a convertirse también en servidores de sus prójimos.

Es muy importante destacar que Jesús no “inventó” una casta clerical, un grupo de hombres superiores a los demás para gobernar las comunidades, sacralizados y exaltados. De él se desprende el estilo ministerial, que es el servicio de cuidar a todos, creando las mejores condiciones para que cada uno pueda ser reconocido como un digno integrante de sus seguidores, promoviendo sus dones para bien de todos.14

El Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Iglesia – “Lumen Gentium” – la ha definido como Pueblo de Dios y Sacramento Universal de Salvaciòn, destacando el aspecto ministerial de quienes son ordenados para el servicio , indicando que una consecuencia clara del bautismo es vivir todos en condición ministerial. Todos iguales en dignidad por el bautismo, diversos en carismas y ministerios.

Las comunidades cristianas deben ayudar a sus pastores a que sean así, deponiendo todo culto a la personalidad, optando por modos de vida sobrios, distinguiéndose en su atención cuidadosa a los humildes y desconocidos, sirviendo sin excepción a todos, haciendo de sus manifestaciones una réplica de ese modo original del Señor.

Atràs han de quedar vanidades y prepotencias, vestimentas principescas, títulos de poder, dando paso a un ministerio que se inspire en estas palabras de Pedro, de la segunda lectura de este domingo: “ Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie. Cuando lo insultaban, no contestaba con insultos; cuando lo hacían sufrir, no amenazaba sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud. Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados” .15

La comunidad de Juan, de la que procede el relato evangélico que se denomina con tal nombre, está hablando testimonialmente de la Vida que ha recibido de Jesùs el Viviente: “Pero yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” , 16afirmación de Jesùs sucediendo en ellos e invitándolos a convertirse en el punto de partida de la Iglesia, para que esta, en cada generación de su historia sea lo mismo, haga lo mismo, proclame lo mismo .

Un auténtico pastor es el que se dedica en totalidad al ejercicio de la misericordia y de la compasión, a tener en cuenta a cada uno de los suyos sin distinguir condición social o ideológica, sin fobias ni antievangélicos criterios de discriminación, cada oveja le interesa por sí misma, por el valor y dignidad que cada una posee. Mientras muchos poderes del mundo llevan las ovejas a la muerte, Jesús las lleva hacia la vida.



1 ECHEVARRÍA SERRANO, Francisco. Pastores con olor a oveja. Cuarenta rasgos desde el corazón del Evangelio. PPC. Madrid, 2016. PONCE CUÉLLAR, Miguel. Llamados a servir: teología del sacerdocio ministerial. Herder. Barcelona, 2001; El fundamento cristológico del sacerdocio ministerial. En Revista Scripta Theologica volumen 52, número 2. Universidad de Navarra. Pamplona, 2020. GRESHAKE, Gisbert. Ser sacerdote: teología y espiritualidad del ministerio sacerdotal. Sígueme. Salamanca, 1995. PIE Y NINOT, Salvador. El sacerdote, testigo de la fe de la Iglesia. En https://www.core.ac.uk/pdf/download/83564168.pdf PAPA JUAN PABLO II. Carta Don y Misterio, sobre el sacerdocio ministerial, en el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1996. SCHYLLEEBECKX, Edward. El ministerio eclesial: responsables en la comunidad cristiana. Cristiandad. Madrid, 1983. GALOT, Jean. Sacerdote en nombre de Cristo. Didaskalos. Madrid, 1985. OUELLET, Marc. Por una teología fundamental del sacerdocio. Conferencia inaugural del simposio teológico organizado por la congregación de los obispos. Roma, 17-19 de febrero de 2022. En https://www.humanitas.cl/images/revistas/H97/PDF/H97-Ouellet-_Siret_y_Tenace.pdf

2 MERELO ROMOJARO, Paula. Adultos vulnerados en la Iglesia. San Pablo. Madrid, 2022. CUCCI, Giovanni & ZOLLNER, Hans. Iglesia y pedofilia: una herida abierta. Una aproximación psicológico-pastoral. Sal Terrae. Santander, 2021. PORTALES, Felipe. El Vaticano y la pedofilia: el Evangelio ausente. Catalonia. Santiago de Chile, 2022. SCICLUNA, Charles; ZOLLNER, Hans; AYOTTE, D.J. Abuso sexual contra menores en la Iglesia. Sal Terrae. Santander, 2012.

3 BEUTLER, Johannes. El discurso del Buen Pastor en Juan 10. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 32 número 78, páginas 243-270. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre de 2005. GUERRA, Luis María. El Buen Pastor, estudio exegético-teológico de Juan 10:1-18. En Revista Almogaren número 10, páginas 25-93. Centro Teológico de Las Palmas. Palma de Gran Canaria, 1992. ESQUERDA BIFFET, Juan Signos del Buen Pastor. Espiritualidad y misión sacerdotal. Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM. Bogotá, 1989. JARAMILLO RIVAS, Pedro. Queridos sacerdotes: audiencias, discurso y homilías del Papa Francisco para consagrados y sacerdotes. PPC. Madrid, 2017. SANTAMARÍA, Jaime. El Buen Pastor no abandona a sus ovejas. En https://www.ia800606.us.archive.org/18/items/buenpastor/buenpastor.pdf LUCHETTI BINGEMER, María Clara. La fe: otra mirada para leer la historia. Monseñor Romero: una clave testimonial. En https://www.core.ac.uk/reader/47264320

4 Juan 10: 7-9

5 1840-1889.

6 Sacerdote mexicano, nacido en 1945.

7 1917-1980

8 1845-1926

9 1862-1922.

10 1912-2007

11 SAGRADOS CORAZONES PROVINCIA DE ESPAÑA. Damián, el personaje. En https://www.nobispacem.com/sites/default/files/documents/damian_de_molokai.pdf MEJÍA, María Consuelo. El Padre Alejandro Solalinde: la libertad y la rebeldía al servicio de los derechos humanos. En https://www.repositorio.colmex.mx/concern/book_chapters/6h440t162?locale=es MOROZZO, Roberto. Monseñor Romero: vida, pasión y muerte en El Salvador. Sígueme. Salamanca, 2010. BEATO PADRE MARIANITO. El libro del admirable Padre Marianito, cura de Angostura. Litodosmil. Medellín, 2000. CARREÑO SARMIENTO, Daniel. Proceso de evangelización de las provincias del Sur de Santander. Fundación Universitaria de San Gil Unisangil, 2019. ABBÉ PIERRE. Inédits: textes de combats, écrits intimes, correspondance. Bayard Presse. Paris, 2012.

12 Marcos 10: 41-45.

13 SNYDER, Timothy.. Sobre la tiranía. Destino. Barcelona, 2018. LILLA, Mark . La nueva era de la tiranía. En https://www.letraslibres.com/wp-content/uploads/2016/05/pdf_art_7934_6800.pdf DE LOS REYES, David. De tiranos: Una interpretación desde la filosofía antigua. Universidad Metropolitana. Caracas, 2018. LESGART, Cecilia. Autoritarismo: historia y problemas de un concepto contemporáneo fundamental. En https://www.scielo.org.mx/perlat/v28n55/0188-7653-perlat-28-55-349.pdf SEGAL, Ariel. Totalitarismo, dictadura y autoritarismo: definiciones y re-definiciones. En Revista de Gobierno y Gestión Pública . Universidad de San Martín de Porres. Lima, 2013.

14 GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Hombres de la comunidad: repensando el ministerio eclesial. Sal Terrae. Santander, 2008. FARES, Diego. El olor del pastor. El ministerio pastoral en la visión del Papa Francisco. Sal Terrae. Santander, 2015. URIARTE, Juan María; FERNÁNDEZ MARTOS, José María; CORDOVILLA PËREZ, Angel. Ser sacerdote en la cultura actual. Sal Terrae. Santander, 2000. URIARTE, Juan María. Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo. Sal Terrae. Santander, 2011; Servir como pastores: claves de la espiritualidad sacerdotal. Sal Terrae. Santander, 2011. ZAMORA ANDRADE, Pedro. Seguir a Jesús, el Señor, y proseguir su proyecto. Verbo Divino. Estella. 2019. KURI BREÑA, Antonio. Conscientes y compasivos como Jesús. Verbo Divino. Estella, 2018; Con Jesús de Nazaret: ser otros Cristos. Verbo Divino. Estella, 2016. CORDOVILLA PÉREZ, Angel. Como el Padre me envió, así os envío yo. Teología y espiritualidad del ministerio apostólico presbiteral. Sígueme. Salamanca, 2019. KASPER, Walter. El sacerdote, servidor de la alegría. Sígueme. Salamanca, 2009. GUIJARRO, Santiago. Servidores de Dios y esclavos vuestros: la primera reflexión cristiana sobre el ministerio. Sígueme. Salamanca, 2011. MARTÍN DESCALZO, José Luis. Un cura se confiesa. Sígueme. Salamanca, 2003.

15 1 Pedro 2: 22-24

16 Juan 10: 10

domingo, 23 de abril de 2023

COMUNITAS MATUTINA 23 DE ABRIL 2023 DOMINGO III DE PASCUA CICLO A

 

Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero èl desapareció de su vista”

(Lucas 24: 31)



Lecturas:

  1. Hechos 2: 14 y 22-33

  2. Salmo 15

  3. 1 Pedro 1: 17-21

  4. Lucas 24: 13-35

El Papa San Pablo VI 1 indicó con claridad que el testimonio es el medio más eficaz de evangelización,2 esta afirmación hace parte de su Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi sobre el Anuncio del Evangelio en el Mundo Moderno3, importante texto de su magisterio que traduce todas las enseñanzas del Concilio Vaticano II, del que fue gran líder y ejecutor. Ser testigo de una realidad es mucho más que una visión momentánea, es implicar la propia vida en aquello que se testifica y, más aún, estar dispuesto a la ofrenda de la vida en nombre de la causa en la que está implicado su testimonio. La palabra mártir, de origen griego, significa justamente esto, el testigo que ofrece su vida para avalar con ello su responsabilidad testimonial. Hablar de esto nos lleva directo a que nuestra manera de seguir a Jesús, de vivir a lo Jesús, sea lenguaje digno de la mayor credibilidad. Un testigo es alguien que toma en serio lo atestiguado.

La Iglesia de los primeros siglos es plenamente testimonial y martirial. El entusiasmo pascual infundido por el Señor Resucitado, se traducía en una gran viveza y audacia apostólicas, en una disposición total para la misión, siguiendo el mandato de Jesús: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos, para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos”. 4

Se puede decir con toda propiedad que los primeros discípulos de Jesús, y las generaciones siguientes de esos primeros tiempos de la vida cristiana y eclesial, fueron auténticos testigos del Resucitado y de su Buena Noticia. Desplegaron una prodigiosa actividad misional, fundaron comunidades particulares en diversos lugares del mundo entonces conocido, se enfrentaron a la incomprensión de un mundo que no apreciaba cómo podían cimentar su vida en un crucificado, que para esa visión era la de un castigo ejemplarizante para alguien que había puesto en tela de juicio la solidez del establecimiento religioso del judaísmo. No pocos de ellos culminaron su relato vital con la ofrenda cruenta de la existencia.

En Hechos de los Apóstoles5 encontramos el relato de esos testigos primeros de la fe. Es un texto cargado de vitalidad pascual, alentador, entusiasta, pleno de esperanza, en el que resuenan palabras como las de Pedro en la primera lectura que la Iglesia nos propone para este domingo: “Entonces Pedro, poniéndose de pie junto con los once, levantó la voz y declaró solemnemente:…….Israelitas, escuchen: Jesús de Nazaret fue el hombre a quien Dios acreditó ante ustedes con los milagros, prodigios y señales que realizó por medio de él entre ustedes, como bien lo saben. Dios lo entregó conforme al plan que tenía previsto y determinado, y ustedes, valiéndose de los impíos, lo crucificaron y lo mataron. Dios, sin embargo, lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, pues era imposible que esta lo retuviera en su poder…..6

Este condensado testimonial es núcleo fundamental de la predicación apostólica. Con ese mensaje, y con sus vidas dedicadas de lleno al mismo, llevaron a cabo un ministerio que contagiaba de esperanza a quienes lo acogían. Excelente memoria para nosotros hoy en la Iglesia y en todas las comunidades que profesan a Jesucristo como Señor y Salvador. No podemos reducirnos a conservar la religiosidad vigente, ni a un adoctrinamiento simplista y reductivo. La misión pastoral de la Iglesia consiste en transmitir al Señor Resucitado, como Pedro y sus compañeros, como Pablo, el antiguo fariseo y luego apasionado por Jesús. Para eso se impone llegar al ser humano concreto, dialogar con todos, sentir como propios los gozos y las esperanzas, las tristezas y los sufrimientos, las búsquedas de sentido, los grandes interrogantes existenciales.7 Y esa llegada a lo humano debe ser plenamente pascual.

El ser humano siempre persigue las mejores razones para vivir con sentido y significado trascendentes. Es , tal vez, el mayor esfuerzo de la humanidad: ganarle la partida al absurdo, preguntarse el por qué de la muerte y del sufrimiento, buscar siempre una legitimación de sus ilusiones y esperanzas. En el ámbito pascual la fe cristiana nos ofrece la respuesta. 8

Dos caminantes abatidos van hacia una aldea llamada Emaús, en la cercanía de Jerusalén, la causa de su pesadumbre: “Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar a la nación de Israel…..”9 En esos desencantados nos podemos reflejar nosotros cuando la angustia existencial nos domina y sentimos que toda posibilidad de vivir con sentido está agotada. Veamos a los dos caminantes de Emaús como referentes del realismo entristecido que, sin embargo, estaba condicionado , en el mejor sentido del término, por un desbordante amor a Jesús y a su causa. Su ausencia física era el motivo de su tristeza: “Jesús les preguntó: De qué van hablando ustedes por el camino? Se detuvieron tristes, y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, contestó: Eres tú el único que ha estado alojado en Jerusalén y que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?10

Los relatos de las apariciones del Resucitado – once en total en los cuatro evangelios – aluden a la experiencia de los testigos originales de la fe, a quienes debemos la transmisión de aquello que empezó hace más de veinte siglos , que se ha propagado dando sentido y razón de vida a muchísimos seres humanos. La suya es una historia de re-encantamiento, de una nueva vida que surge de las cenizas a partir de su encuentro con Jesús. A eso llamamos la experiencia pascual. 11 Esos testigos originales de nuestra fe nos reflejan también a nosotros en el proceso que va del vacío a la esperanza, de la muerte a la vida. Su testimonio nos implica , se convierte en fundamento del sentido absoluto de la vida, según las comunidades cristianas que dieron origen al Nuevo Testamento.

Cómo reencantar nuestra vida en tiempos de crisis? Cómo, sin desconocer la fragilidad que nos surge de continuo, vivir siempre en perspectiva de esperanza? El anuncio pascual no está contenido en un hecho ingenuo, en un entusiasmo de emociones pasajeras, no se puede reducir a manifestaciones clamorosas de grupos cristianos que desconocen las fracturas inevitables a las que estamos sometidos. Estas personas que siguieron a Jesús – caracterizados por los límites que los relatos evangélicos refieren - recuperaron su horizonte de vida, no de modo ocasional.12 Desde Pascua su vida se replanteó de raíz.

De modo particular, Pedro llama a mantener la fidelidad a Dios aún en las situaciones contradictorias de la vida, porque El nos libera de todo lo injusto e inhumano, y nos recuerda que el costo de esta liberación no es producto de los “precios” que compran el poder, sino del amor desmedido que se ha ofrecido como don para que la vida de todos los humanos tenga sentido, y sea libre y salvada del odio, de las esclavitudes, de la cultura de la muerte, de los designios egoístas de unos : “Y ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, que fue ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha” .13

Los discípulos de Emaús, cuya desilusión tipifica todos los desencantos humanos, constituyen mucho más que una relación cronológica de algo puntual sucedido después de la muerte del Señor. El relato cuestiona esa expectativa que tenían los judíos y, con ellos, los discípulos, sobre un Mesías triunfante y espectacular: “Qué faltos de comprensión son ustedes y qué lentos para creer todo lo que dijeron los profetas. Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?” ,14 les dice Jesús, a quien aún no han reconocido como el Viviente.

El verdadero sentido de las apariciones del Resucitado es participar de la experiencia pascual que tuvieron los primeros cristianos a quienes a lo largo de los siglos descubrimos allí nuestra máxima razón de sentido: “Y se dijeron uno al otro: no es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?” .15

Como los discípulos de Emaús, también nosotros padecemos limitaciones a la hora de captar lo más genuino de la fe, nos dejamos llevar por la conocida y empobrecedora rutina religiosa, por reducir la condición creyente a cumplimientos sin fuerza transformadora, por no vislumbrar el influjo totalizante y liberador del relato de Jesús en nuestras vidas. Pero ya sabemos muy bien, y ahí nos inscribimos en veinte siglos de historia cristiana, que la fuerza teologal del Resucitado es mayor que nuestras estrecheces, gracias a eso recibimos como don la posibilidad de no hundirnos en la oscuridad del sin sentido. La fe nos ayuda a esclarecer y a vivir en esperanza. 16 Somos hoy, testigos del Resucitado?







1 1897-1978, Papa desde 1963 hasta 1978, canonizado por el Papa Francisco en octubre de 2018.

2 PELLITERO, Ramiro. La fuerza del testimonio cristiano. En Revista Scripta Theologica número 39, páginas 367-402. Universidad de Navarra. Pamplona, 2007. CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTE AMERICA. Discípulos llamados a dar testimonio: la nueva evangelización. United States Conference of Catholic Bishops. Washington, 2012. PIE NINOT, Salvador. La teología fundamental: dar razón de la esperanza. Secretariado Trinitario. Salamanca, 2017. AUGUSTIN, George. Testigos de la Fe: el sacerdocio de Cristo y el ministerio sacerdotal. Sal Terrae. Santander, 2013. GRANADO BELLIDO, Carmelo. Testigos de la fe y maestros de los primeros siglos de la Iglesia: los Padres de la Iglesia. En Revista Proyección Teología y Mundo Actual número LXI, páginas 9-20. Facultad de Teología de Granada, Universidad Loyola de Andalucía. Granada 2014. DIÓCESIS DE CARTAGENA (España). Testigos de la Fe: la urgencia de anunciar la belleza de la fe. Cartagena, 2011. RICCARDI, Andrea. El siglo de los mártires. Encuentro. Madrid, 2019. GALLAGHER. Michael Paul. Mapas de la fe: diez grandes creyentes desde Newman hasta Ratzinger. Sal Terrae. Santander, 2015.

3 PAPA PABLO VI. Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi sobre el Anuncio del Evangelio en el Mundo Moderno. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1975.

4 Mateo 28: 19-20.

5 GARCÍA VIANA, Luis Fernando. Introducción a los Hechos de los Apóstoles. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 22 de octubre de 2013. RAMIS, Francesc. Hechos de los Apóstoles. Verbo Divino. Estella, 2008. RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús antes de la Iglesia: una interpretación liberadora de Hechos de los Apóstoles. Sal Terrae. Santander, 2000. WIKENHAUSER, Alfred. Los Hechos de los Apóstoles. Herder. Barcelona, 1967. ROLOFF, Jürgen. Hechos de los Apóstoles. Cristiandad. Madrid, 1984. EQUIPO CAHIERS EVANGILE. Los Hechos de los Apóstoles. Verbo Divino. Estella, 1991. McGARVEY, J.W. Comentario sobre Hechos de los Apóstoles. En https://www.willie75.files.wordpress.com/2008/02/comentario-sobre-hechos-por-jw-mcgarvey.pdf TURRADO, Lorenzo. La Iglesia en los Hechos de los Apóstoles. En https://www.summa.upsa.es/high.raw?id=0000006391&name=00000001.original.pdf MARGUERAT, Daniel. Los Hechos de los Apóstoles. Sígueme. Salamanca, 2019.

6 Hechos 2: 14 y 22-24.

7 CONCILIO VATICANO II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Moderno Gaudium et Spes. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1965. PAPA PABLO VI. Carta Encíclica Eclessiam Suam sobre el Diálogo en la Vida de la Iglesia. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1964. DÍAZ SÁNCHEZ, Juan Manuel. La misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo: en el 40 aniversario de la Constitución Gaudium et Spes. Fundación Pablo VI & Instituto Social León XIII. Madrid, 2005. ZAMMIT, Mark Joseph. La Iglesia se inclina hacia el hombre y hacia el mundo: el puesto central del diálogo de Pablo VI en el Concilio Vaticano II. En Revista Estudios Eclesiásticos volumen 94 número 370, páginas 513-556. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, septiembre de 2019. CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. PASTORAL SOCIAL CARITAS COLOMBIANA. Guía pastoral: análisis de la realidad con enfoque pastoral. Secretariado Nacional de Pastoral Social. Bogotá, 2017. MIFSUD, Tony. Moral Social: lectura solidaria del continente latinoamericano. Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM. Bogotá, 2001.

8 CONSTANTE, Alberto. La pregunta que interroga por el sentido del ser. En https://www.scielo.org.mx/pdf/enclav/v4n7/v4n7a5.pdf KUNG, Hans. Ser cristiano. Trotta. Madrid, 2006; Existe Dios? Cristiandad. Madrid, 1986. SANCHEZ ALvarez, Pilar. La fe es significativa para el hombre? Olegario González de Cardedal en el Areópago moderno. En Revista Veritas número 42, páginas 127-163. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, abril de 2019. GESCHÉ, Adolphe. El Hombre (Colección Dios para Pensar II). Sígueme. Salamanca, 2010. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Olegario. Raíz de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 1996. MARTÍNEZ DÍEZ, Felicísimo. Creer en el ser humano, vivir humanamente. Antropología en los Evangelios. Verbo Divino. Estella, 2016.

9 Lucas 24: 19-21

10 Lucas 24: 17-18

11 BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la revelación: teología de la Biblia y hermenéutica. Verbo Divino. Estella (Navarra España), 2011. El autor de esta obra monumental, profesor en la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana, dedica una parte muy importante al estudio del hecho pascual, es el capítulo III “La revelación de Dios en el Nuevo Testamento” con dos subtítulos: “La experiencia pascual” e “Historia de la tradición de la experiencia pascual”, páginas 525 a 886.

12 LORENZEN, T. Resurrección y discipulado. Sal Terrae. Santander, 1999. VICARÍA DE LA ESPERANZA JOVEN. ARZOBISPADO DE SANTIAGO DE CHILE. Resucitados en Jesucristo. Material de catequesis para jóvenes. En https://www.vej.cl/dosc/discipulos2_Unidad09.pdf BERMÚDEZ SUÁREZ, Felipe. Nuestro camino de Emaús. En Revista Almogaren número 11 páginas 53-64. Centro Teológico de Las Palmas. Palma de Gran Canaria, 1993. GARCÍA GUTIÉRREZ, Francisco Javier. Tercer Domingo de Pascua ciclo A. Ayudas para la homilía. Verbo Divino. Estella, abril 2020. LÓPEZ PEÑALBA, Jaime. La identidad entre la experiencia de Jesús y la experiencia de los discípulos. En https://www.repositorio.sandamaso.es/bitstream/123456789/105%20LOPEZ%20PEÑALBA.pdf COLOMER, Julio. La resurrección, gozo y esperanza. Cuadernos Centro Arrupe número 4. Valencia, 2014.

13 1 Pedro 1: 18-19

14 Lucas 24: 25-26

15 Lucas 24: 32

16 MARTÍN DESCALZO, José Luis. Razones para la esperanza. Sociedad de Educación Atenas. Madrid, 1991. COLECTIVO ESPERANZA PAZ Y LIBERTAD. Memorias de Esperanza. Centro Nacional de Memoria Histórica. Bogotá, 2021. LAÍN ENTRALGO, Pedro. La espera y la esperanza: historia y teoría del esperar humano. Revista de Occidente. Madrid, 1957. D´ORMESSON, Jean. Una historia sobre la nada y la esperanza. Sígueme. Salamanca, 2019. MARIÑO MACÍAS, María Alejandra. Sangre de mártires, semilla de esperanza: construcción de las nociones de cuerpo y memoria tras la masacre de Trujillo. Universidad del Rosario. Bogotá, 2011.

domingo, 16 de abril de 2023

COMUNITAS MATUTINA 16 DE ABRIL 2023 II DOMINGO DE PASCUA CICLO A

 

Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él”

(Juan 20: 30-32)

Lecturas:

  1. Hechos 2: 42-47

  2. Salmo 117: 2-4;13-15 y 22-24

  3. 1 Pedro 1: 3-9

  4. Juan 20: 19-31



La historia de la humanidad, aterrizada en nuestros propios relatos de vida, abunda en testimonios de heroísmo, de solidaridad, de servicio, de compromiso incondicional con lo que aquí llamamos “ética de la projimidad”.1 Si hay también narrativas horrendas de violencia e injusticia, de corrupción y maldad, estas no pueden sofocar el carácter avasallador del bien. Son muchos los seres humanos que se desviven por sus prójimos, recordamos los todavía frescos episodios de la pandemia del corona virus, en los que el personal sanitario de muchos lugares del planeta escribió conmovedores relatos de humanismo y de exquisito cuidado hacia sus semejantes aquejados por el virus. Son diversos los escenarios humanos en los que la fraternidad deja de ser retórica y se torna en esperanzadora realidad. Esto hace parte esencial del humanismo, su práctica es inherente a los más elementales códigos de conducta solidaria.2

En el ambiente en que estamos en esta temporada del año los vamos a llamar señales pascuales, señales del Señor Resucitado, toda esa OPERACIÓN VIDA que desata las más nobles sensibilidades del ser humano hacia el prójimo. El texto de Hechos de los Apóstoles, que se proclama hoy como primera lectura , es un indicativo elocuente de la acción de Jesús, el Viviente: “ Los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción del pan y en las oraciones. Todos estaban impresionados, porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los apóstoles. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno”. 3

Durante su ministerio público, Jesús es el mayor referente de solidaridad y de projimidad, y lo “dice” sanando a diestra y a siniestra de parálisis, cegueras, lepras, egoísmos, pecaminosidades, ejerciendo la com-pasión y la misericordia infundida por su Abba-Padre Dios. Alguien ha dicho: el prójimo no es un término geográfico, sino un concepto moral. 4Jesús lo plasma en su anuncio y práctica del Reino de Dios y hace de esto exigente normativa para quien se interese en seguir su camino. Los hombres y mujeres que integran en sus vidas esta invitación son esperanza para una humanidad tan a menudo maltrecha por las indiferencias y atropellos de otros tantos. El Resucitado hace de nosotros señales de Pascua, cuando, gracias a su Espíritu, nos abrimos definitivamente hacia Dios y hacia el prójimo, como él; cuando nos sacudimos de la inercia y de la rutina que no se conmueven ante nada y nos dejamos tomar por su vitalidad. En esta cultura de muerte y desencanto es imperativo hacer parte de la “gente de Jesús”.5 Con el servicio al hermano vulnerable ayudamos con seriedad a hacer creíble el mensaje del Evangelio, es cuestión de vivir siempre en plan de resurrección!

En el lejano tiempo de Jesús, después de su muerte, quienes lo seguían de cerca quedaron entristecidos y con un gran sentimiento de derrota; como es comprensible, se escondieron para evadir la persecución y represalia a que podían ser sometidos como consecuencia de su compromiso con el Crucificado. Pero poco a poco fue sucediendo algo inesperado y de extrema felicidad. En la fe, confianza profunda en Dios, descubrieron que su Señor, el de la cruz, era ahora el Viviente, el Resucitado, con una definitiva cualidad que sólo podía poseer él por su naturaleza divina. Esta honda experiencia marca una densa conversión, los abatidos son ahora hombres y mujeres claramente pascuales, su Señor está con ellos y los mueve al anuncio de esa Buena Noticia: que la última palabra sobre la vida de la humanidad no la tienen los señores de la muerte, sino Dios, Señor de la Vida: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia, a través de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho renacer para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera”. 6

Hay un forcejeo constante entre el bien y el mal, entre la dignidad humana y la perversión, entre la trascendencia que logra el significado pleno de la vida en el Otro y en los otros, y la cerrazón al amor, ensimismamiento, arrogancias sin cuento, sistemático desconocimiento del tú y del nosotros, desconexión de toda alteridad. 7 El Espíritu del Señor Resucitado contraarresta estas evidencias del egoísmo , y transforma para bien lo que hace fracasar el plan de Dios en la humanidad. Sus señales son estímulos para el sentido pleno de la vida, nos dota de las mejores razones para la esperanza: “Por el contrario, den gloria a Cristo, el Señor, y estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que les pida explicaciones”.8

La consideración que proponemos para este domingo es la de hacer un esfuerzo imaginativo para ponernos en el contexto de los primeros discípulos de Jesús, los que en su vida histórica le siguen y empiezan a ser formados por él, con los tropiezos y contradicciones bien conocidos según refieren los relatos evangélicos, cuando imaginaban que lo que estaba por venir era una triunfante revolución político- religiosa con evidencias temporales de liderazgo y poderío. He aquí que lo que resulta es una implacable persecución a Jesús por parte de los dirigentes religiosos, la acusación de blasfemo y hereje, el juicio y la condena a muerte, la victoria de las fuerzas del mal y, finalmente, lo que desde la perspectiva humana es un fracaso rotundo: muerto en cruz. Elocuente anticipo del heroísmo de tantos hombres y mujeres que han escrito extraordinarias páginas de testimonio y donación de la vida.

Cómo se da en estos abatidos discípulos la evolución hacia la experiencia pascual? Cómo resultan transformados por el Resucitado? Cómo viven ellos la conciencia de que él está vivo y les anima para siempre? A responder este interrogante concurren las lecturas de este y de los siguientes domingos del tiempo pascual. Por eso conviene que veamos nuestras vivencias de fracaso y recuperación, la forma como salimos de situaciones de abatimiento , de los desencantos que nos causan los males causados, cuando después de abandonos y frustraciones volvemos a vivir con sentido y felicidad. O cuando somos testigos de las inmensas bondades de los seres humanos.9

La resurrección de Jesús no es un simple acontecer individual en el que el Padre favorece al Hijo sacándolo de la oscuridad de la muerte. Lo que aquí sucede es la re-creación del ser humano y, la llegada de lo que en el Nuevo Testamento se llama nueva creación y/o nueva humanidad: “El es el principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud y reconciliar por El y para El todas las cosas”. 10

Dice el texto de Juan que “los discípulos tenían cerradas las puertas del lugar donde se encontraban, pues tenían miedo a los judíos” ,11 y presenta el caso de Tomás el incrédulo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y mi mano en su costado, no creeré” , 12 evidencias de inseguridades y temores de que les pudiese suceder lo mismo que a Jesús. O también del que apasionadamente quiere creer, pero necesita ser llenado por la presencia de su Señor, como en estas experiencias límite de la vida, cuando estamos entre la espada y la pared y clamamos para que nos hagan vivir, para que nos devuelvan esas razones de vida, en las que clamamos a Dios para que abandone su silencio.

Tomás, a quien tradicionalmente se ha estigmatizado por incrédulo, viene a ser ahora un símbolo de la humanidad perpleja, esa misma que somos nosotros, siempre llenos de búsquedas y preguntas, movidos por la más radical y adolorida honestidad. “Nos hiciste, Señor, para tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”,13 tradicional frase de San Agustín, que hoy se nos antoja continuidad del sincero deseo de Tomás. Paradójico, pero es así: “Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer”. 14

Con Tomás vienen a cuento todos los que no creen en Dios, muchos de ellos por radical honestidad, también los agnósticos, desencantados por las incoherencias de los creyentes y por el fatigante cúmulo de exigencias religiosas que no tienen nada que ver con Jesús ni con el Evangelio. A unos y a otros los mueve el sinsabor de las retóricas religiosas formales, de los lenguajes de fe desentendidos de la realidad dramática del ser humano. Este Tomás, que podemos ser nosotros, es un inquieto, un buscador de trascendencia, uno que no se resigna a que su Señor esté en el abismo de la muerte.15

Es preciso que en esta Pascua nos pronunciemos como este discípulo. porque tenemos pasión de Dios, requerimos razones de una novedad cualitativa, que está más allá de nosotros, pero que se vuelca amorosamente hacia esta “humanidad doliente”, como reza bellamente la tradicional novena que rezamos en diciembre para disponernos a Navidad. La pasión de vivir retorna cuando se relata en las historias de hombres y mujeres pascuales, como aquellos primeros seguidores que tuvieron esa experiencia definitiva que los transformó para siempre, y les comunicó la certeza del Viviente: “Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo: cree!”16. Este Tomás no es un descreído radical, no hay que despreciar su demanda de evidencia, él, como los otros discípulos, siguió a Jesús, se interesó por su proyecto, lo amó, y ahora quiere satisfacer al máximo su sed de vida.

Las apariciones están totalmente asociadas a la fe.17 Jesús sólo se manifiesta a los que tenían vínculos con él, a los que se habían interesado en su proyecto de vida. En cada comunidad cristiana particular todo tiene sentido cuando ellas “se dejan vivir por Jesús” :“Ustedes aman a Jesucristo, aun sin haberle visto; creen en él, aunque de momento no le vean. Y lo hacen rebosantes de alegría indescriptible y gloriosa, alcanzando así la meta de la fe, que es la salvación” .18 La experiencia pascual es , fundamentalmente, una experiencia que se da en el ámbito de la fe. Es, por tanto, un don de Dios, una gracia con la que El beneficia a los creyentes, a los que aman a Jesús.

Hay que imprimirle tonalidad pascual a la historia, a la realidad, sin intimidarse ante los “avances” del mal. El ministerio de Jesús erradica del corazón humano todo lo que disminuye y maltrata, e invita a que nuestro quehacer se inscriba en esa misma dinámica de libertad y liberación. La Iglesia tiene sentido si es pascual, si con su palabra y con su estilo de vida, relata al Resucitado, si sus conductas y actitudes son dadoras de esperanza, si es capaz de erradicar de sí misma todo vestigio de lejanía clerical y de autorreferencialidad, si se pone las botas de la humanidad y camina con ella anunciando esa Buena Noticia.





1 PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la Amistad Social. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2020. CAMPANA, Silvia Julia. De la projimidad a la hospitalidad: hacia el rostro desnudo de la íntima vulnerabilidad. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/8365/1/projimidad-hospitalidad-campana.pdf LAÍN ENTRALGO, Pedro. Teoría y realidad del otro. Revista de Occidente. Madrid, 1961. LEVINAS, Emmanuel. De otro modo que ser o más allá de la esencia. Sígueme. Salamanca, 2010; Humanismo del Otro Hombre. Caparrós. Madrid, 1998. DORRA, Raúl. Alteridad y projimidad: para una semiótica del cuidado. En Revista ELEMENTOS DE CIENCIA Y CULTURA, volumen 23, número 103, páginas 1-12. Benemérita Universidad Autónoma del Estado de Puebla, julio-septiembre 2018. LAGUNA MATUTE, José. Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad. Hoja de ruta samaritana para otro mundo posible. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2004. MÍNGUEZ VALLEJOS, Ramón & PEDREÑO PLANA, Marina. La compasión ante el reto de las migraciones: propuesta pedagógica. En https://www.digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/75910/1/capitulo%206.pdf

2 TABRA OCHOA, Edison Paul. Etica y solidaridad: perspectivas históricas y normativas. Globethics.net International Secretariat. Ginebra, 2017. MIFSUD, Tony. La cultura de la solidaridad como proyecto ético. En Revista Theologica Xaveriana número 46, páginas 345-356. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1996. CORTINA, Adela. Razón comunicativa y responsabilidad solidaria. Sígueme. Salamanca, 1985. ETXEBERRIA, Xabier: Etica de la diferencia: en el marco de la antropología cultural. Universidad de Deusto. Bilbao, 1997. DOMINGO MORATALLA, Agustín. Etica y voluntariado: una solidaridad sin fronteras. PPC. Madrid, 1997. SEBASTIÁN, Luis de. La solidaridad: guardián de mi hermano. Ariel. Barcelona, 1996. VIDAL, Marciano. Para comprender la solidaridad. Verbo Divino. Estella, 1998.

3 Hechos 2: 42-45

4 Es un poster publicado en Facebook con la firma del rabino Joachim Prinz, 1902-1988. Se destacó en los tiempos sombríos de la II guerra mundial por su lucha resuelta contra la tiranía nazi , y luego fue un destacado líder del movimiento por los derechos civiles en USA, en la década de los 60’s. Autor de “Sobre el concepto de experiencia religiosa” (1927); “Nosotros judíos” (1934; “La vida en el ghetto” (1937; “El dilema del judío moderno” (1962. Ver www.joachimprinz.com

5 AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Discípulos y testigos de Jesús en la sociedad actual. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 16 de marzo de 2010. CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA CEM. Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos. Carta Pastoral del 25 de marzo de 2000. En https://www.diocesisdetuxpan.files.wordpress.com/2013/01/del-encuentro-con-jesucristo-a-la-solidaridad-con-todos.pdf CONFERENCIA EPISCOPAL COLOMBIANA. La Iglesia ante el cambio, documento conclusivo de la XXV asamblea plenaria del episcopado colombiano. Indo American Press Service. Bogotá, 1969.

6 1 Pedro 1: 3-4. DUQUOC, Christian . Mesianismo de Jesús y discreción de Dios. Cristiandad. Madrid, 2005. HURTADO, Larry W. Cómo llegó Jesús a ser Dios? Cuestiones históricas sobre la primitiva devoción a Jesús. Sígueme. Salamanca, 2013. CASTELAO, Pedro. Aproximación a la divinidad de Jesús. En Revista Selecciones de Teología , volumen 55 número 219, páginas 163-170. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2016. MAGNIN; Lucas Luciano. Misterio divino y humano: un diálogo cristológico entre los Evangelios Sinópticos y Juan. En Revista Albertus Magnus volumen 11, número 1, páginas 1-20. Universidad de Santo Tomás. Bogotá, 2020. SESÉ, Javier. La conciencia de la filiación divina, fuente de vida espiritual. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/83556113.pdf

7 ARENDT, Hannah. . Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Penguin Random House. Madrid, 2013; ROMERALES, Enrique. . El problema del mal. Universidad Autónoma de México UAM. México D.F. 1995; HAAG, Herbert. El problema del mal. Herder. Barcelona, 1981. FARRELL, Martin D. El egoísmo ético. En Revista del Centro de Estudios Constitucionales, número 11, páginas 113-178. Buenos Aires, enero-abril 1992. MONARES, Andrés. La solidaridad imposible: economía y naturaleza egoísta del ser humano. En https://www.scielo.cl/pdf/polis/v15n45/art_08.pdf MARULANDA, Stevenson. El ADN: la raíz de la maldad y la desigualdad mundial. En https://www.scielo.org.co/pdf/rcci/v29n4/v29n4a3.pdf

8 1 Pedro 3: 15.

9 SICRE, Emmanuel. Contar la experiencia pascual: la función del relato de la pasión en Marcos (14:53 a 15:47), para la experiencia cristiana. Trabajo de grado para optar al título de teólogo. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2016. LUDEMANN, G. & OZEN, A. La resurrección de Jesús: historia, experiencia, teología. Trotta. Madrid, 2001. ELLACURÍA, Ignacio. La fe pascual en la resurrección de Jesús. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1299/1/RLT-2003-060-A.pdf RUIZ LOZANO, Pablo. La experiencia del Resucitado: perspectivas actuales en teología. En Revista Proyección Teología y Mundo Actual año LIII, número 220, páginas 25-48. Facultad de Teología de Granada, Universidad Loyola de Andalucía, enero-marzo 2006. MARTÍN MORENO; Juan Manuel. La experiencia del Resucitado: una presencia que desencadena vida. En Revista Sal Terrae número 896, páginas 163-173. Compañía de Jesús España. Madrid, marzo 1988. JUNCO GARZA, Carlos. Para vivir la Pascua: espiritualidad bíblico-litúrgica para el triduo pascual. PPC. Madrid, 2019.

10 Colosenses 1: 18-20

11 Juan 20: 19

12 Juan 20: 25

13 SAN AGUSTIN. Confesiones I 1,1. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 2018.

14 Juan 20: 25

15 ARANA, Juan. Teología para incrédulos. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2020. ECO, Umberto & MARTINI, Carlo María. En qué creen los que no creen. Temas de Hoy. Madrid, 1997. CORDOVILLA, Angel. Crisis de Dios y crisis de fe: volver a lo esencial. Sal Terrae. Santander, 2012. CONESA, Francisco. La fe cristiana ante el reto de la increencia. En https://www.diocesisoa.org/documentos/ficheros/fe-reto-increencia_668.pdf ROBINSON, John A.T. Sincero para con Dios (Honest to God). Libros del Nopal. Barcelona, 1963. VAZQUEZ, Rodolfo. No echar de menos a Dios: itinerario de un agnóstico. Trotta. Madrid, 2021.

16 Juan 20: 27

17 NORATTO GUTIÉRREZ, José Alfredo. El lenguaje de las manifestaciones del Resucitado y su sentido, a partir de los textos del Nuevo Testamento. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 40, número 94, páginas 289-322. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2013. SABUGAL, Santos. La mateana tradición histórica sobre las apariciones del Resucitado. En Revista Estudios Agustinianos número 29, páginas 217-242. Estudio Agustiniano. Valladolid, 1994. BÉJAR BACAS, Serafín. Cristo Resucitado, nuestra resurrección en la carne. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 26 de febrero de 2013. BRAMBILLA, Franco Giulio. El Crucificado Resucitado: Resurrección de Jesús y fe de los discípulos. Sígueme. Salamanca, 2003. CHARPENTIER, Etienne. Cristo ha resucitado. Verbo Divino. Estella, 1981.

18 1 Pedro 1: 8-9

sábado, 8 de abril de 2023

COMUNITAS MATUTINA 8 Y 9 DE ABRIL 2023 VIGILIA PASCUAL Y DOMINGO DE PASCUA

 

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vió lo que había pasado, y creyó”

(Juan 20: 8)

Lecturas Vigilia Pascual:

  1. Génesis 1: 1 a 2: 2 (creación del mundo)

  2. Génesis 22: 1-18 (vocación de Abrahán)

  3. Exodo 14: 15 a 15: 1 (Israel sale de Egipto, atraviesa el desierto)

  4. Isaías 54: 5-14 (Isaías hace memoria de la historia de Israel)

  5. Isaías 55: 1-11 (El camino de la salvación)

  6. Baruc 3: 9-32 a 4:4 (Que Israel no se deje dominar por pueblos extranjeros)

  7. Ezequiel 36: 16-28 (La restauración de Israel)

  8. Romanos 6: 3-11 (Morir con Cristo para vivir con Cristo)

  9. Mateo 28: 1-10

El misal oficial de la Iglesia Católica propone esta secuencia extensa de lecturas bíblicas para la solemne Vigilia Pascual1 porque en ellas se resume la historia de salvación que Dios ofrece a la humanidad, tiene total sentido esta proclamación así prolongada. Sin embargo, estos textos sólo se leen completos en la Vigilia presidida por el Santo Padre, en las catedrales con la presidencia de sus respectivos obispos y en otros espacios litúrgicos de particular relevancia. En las comunidades más reducidas se anuncian algunas más especiales: relato de la creación en Génesis, paso liberador por el desierto en Exodo, una de los profetas, principalmente Isaías, Romanos y Evangelio.

Es esencial aquí recordar la relación profunda entre liturgia y vida. Aquella es la expresión celebrativa oficial de la Iglesia, vivida en comunidad bajo la presidencia de un obispo o de un presbítero, pero ella es incompleta, trunca, si no recoge la vida de la Iglesia universal y particular y la proyecta para una realidad según el Evangelio.2



Lecturas Domingo de Pascua:

  1. Hechos 10: 34-43

  2. Salmo 117:1-2;16-17 y 22-23

  3. Colosenses 3: 1-4

  4. Juan 20:1-9



De la tumba vacía surge la luz, el fuego de la nueva humanidad que Dios realiza en Jesús el Resucitado para legitimar su historia, sus opciones, el sentido de su pasión y muerte, su proyecto del Reino de justicia para todos los seres humanos, su oferta de salvación. No ha sido una vida inútil, la que sus enemigos pretendieron sofocar con el juicio, la condena y el cumplimiento de la sentencia en la cruz. Esto es lo que celebramos en la solemne Vigilia Pascual, la más importante de las celebraciones en el mundo cristiano.3

La narrativa aquí contenida es fundante para nosotros. Es la respuesta y garantía provenientes de Dios a los interrogantes e inquietudes profundos que suscitan en nosotros el misterio del mal, el sufrimiento, la enfermedad, la injusticia, la violencia, el vacío existencial, la inevitable muerte. La experiencia de Pascua transformó a unos hombres y mujeres asustados, derrotados, como tantas veces nos ocurre. El Espíritu del Señor hizo de ellos una nueva humanidad configurada con el Resucitado, los entusiasmó hasta el extremo , para dedicarse sin reservas al anuncio de esa Buena Noticia.4 Este es el acontecimiento determinante del cristianismo, trasciende el tiempo y llega hasta nuestros días con la misma pretensión: resignificar nuestras vidas en clave pascual, brindarnos la fuerza de la fe para hacer frente a la aventura de vida con el talante del Señor Resucitado. Es el asunto por excelencia que da sentido a nuestra existencia cristiana. Es Dios mismo diciéndonos con máxima elocuencia que para El la vida humana se hace Vida en su Hijo Jesucristo.

Entran en juego las realidades propias de nuestra condición humana, todo lo que nos da plenitud, lo que responde a nuestras búsquedas de significado, y también aquello en la que la siempre presente precariedad toma protagonismo en nuestro ser y quehacer. Ya sabemos que es equipaje para toda la vida, no hay recurso histórico que pueda dispensarnos de la contingencia radical. Tal certeza no equivale a sumergirnos en el vacío, en la conciencia pesimista permanente. La experiencia pascual que transformó y entusiasmó a aquellos afligidos discípulos también es para nosotros hoy, para resucitar nuestras muertes, para entusiasmar nuestros desalientos, para volvernos nuevos con la misma novedad que transformó a Pedro y a María Magdalena, y a todos los que seguían y amaban a Jesús.

La liturgia pascual es rica en simbolismos: el fuego nuevo que se explicita en el cirio pascual, la abundante y densa Palabra bíblica, historia de salvación y de libertad hasta su culminación en Jesús, el canto del pregón pascual que anuncia el gozo que Dios nos causa con su constante intervención liberadora en la historia de Israel y de la humanidad, el agua bautismal y la renovación de las promesas correspondientes, y la eucaristía en la que se canta de nuevo el gloria – silenciado durante el tiempo de cuaresma - .

Con el fuego nuevo significamos al Señor Resucitado, permanecerá encendido, en cada celebración eucarística y litúrgica, durante el tiempo de Pascua, hasta Pentecostés. El binomio oscuridad-luz nos remite pedagógicamente a muerte-vida, pecado-santidad, injusticia-justicia, odio-amor, soledad-comunión, vacío-plenitud. La segunda parte de estos se realiza en el Señor Jesucristo, ahora emergiendo de las tinieblas de la muerte, para vida de todos.5

Entre este rico conjunto de textos destaquemos el que refiere la tortuosa travesía de Israel por el desierto rumbo a la tierra de la promesa, es parte de la biografía de este pueblo que vive allí una experiencia donde se juntan los vacíos y los sufrimientos, las carencias y las ansiedades, pero también las libertades y las conquistas, en las que sienten la presencia de un Dios que añade a sus rasgos el de ser liberador: “En ese día el Señor salvó a Israel del poder de Egipto6. Esa historia es paradigma de la nuestra, vamos siempre viviendo las ambigüedades que nos son propias, pero en la esperanza de llegar al territorio teologal, el del sentido definitivo de la vida: Pascua.

El relato del evangelio correspondiente al domingo es bastante escueto, sus protagonistas no son ni el Padre Dios, ni Jesús, tampoco habla explícitamente del hecho pascual. Sus actores son tres, al evangelista le interesa poner de relieve las reacciones de cada uno de estos personajes.: María Magdalena se alarma al ver que no hay cadáver en el sepulcro, sale corriendo a avisar de la desaparición; Pedro parece un inspector, entra también al sepulcro, advierte que las vendas están en el suelo y el sudario, enrollado, en lugar aparte, pero no pasa por su mente sacar alguna conclusión “pascual”; el discípulo, a quien el evangelista llama el amado por Jesús, corre más que Simón Pedro, llega primero que él, ve lo mismo que Pedro, “y vió lo que había pasado, y creyó” . 7

Esos primeros discípulos de Jesús, los que luego viven la experiencia transformadora de la Pascua, eran humanos, demasiado humanos, en diversos momentos de las narraciones evangélicas se constatan sus fragilidades, sus dificultades para captar la originalidad del Maestro, condicionados como estaban por el establecimiento religioso judío que imaginaba un Mesías poderoso, triunfante, espectacular. 8 Como nosotros, que vivimos seducidos por cosas muy importantes, ascenso social, deseosos de fama y reconocimiento, y nunca terminamos de asumir la vida en una dimensión más esencial y liberada del penoso culto al ego. “Pues ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo. Cristo mismo es la vida de ustedes. Cuando él aparezca, ustedes también aparecerán con él llenos de gloria” 9, la convicción que afirma la segunda lectura surge de una vivencia profundamente real, transformadora, y al mismo tiempo capaz de re-significar por completo esa realidad.

Vienen a cuento la inmensa legión de nuestras limitaciones y precariedades, nuestros dolores y penurias, nuestras muertes lentas, todo lo que nos desilusiona y hace sufrir. Aquí es donde acontece el impacto pascual, como se deduce de las vigorosas palabras de Pedro,10 antes tan contradictorio y, en un momento dado un solemne cobarde: “Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él, y nosotros somos testigos de todo lo que hizo Jesús en la región de Judea y en Jerusalén. Después lo mataron, colgándolo en una cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día, e hizo que se nos apareciera a nosotros. No se apareció a todo el pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios había escogido de antemano como testigos” . 11

Jesús había alcanzado la VIDA antes de morir, era el agua viva, como consta en el hermoso diálogo con la mujer samaritana, proclamado hace varios domingos. Jesús nació del Espíritu, vive por el Padre, todo su ser está dotado de vitalidad teologal, de la que es el portador primero, esa es la verdadera vida que siempre celebramos los cristianos. Jesús está vivo, pero de otra manera, su presencia resucitada no es la de un cuerpo muerto y revivido que sorprende a todos, su vitalidad trasciende las contingencias de la historia y del ser humano, nos asume en ese orden definitivo, como el que manifestó a la samaritana y a Nicodemo: “El que beba del agua que yo le darè nunca volverá a tener sed, porque el agua que yo le darè se convertirá en èl en manantial que brotarà dándole vida eterna” 12 y: “Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” . 13

La esperanza de que nuestro ser e identidad personal no se aniquilará con la muerte se llama salvación-liberación, actuada por la mediación salvífica del Señor Jesucristo. Todo ser humano que decide ser radicalmente prójimo de sus prójimos, todo el que apuesta por el amor servicial y por la fraternidad, todo el que se desgasta para dar sentido a la vida de los demás, confirma esa expectativa y la hace real. La salvación no limita su comienzo al momento de la muerte: todo el relato de vida de un ser humano, aquí en este mundo, es llamado a salvarse. Dios empieza su trabajo pascual infundiéndonos el Espíritu, dando significado salvífico a nuestra existencia, cuando la inscribimos en el proyecto de Jesús, en la vivencia constante y creciente del Evangelio, en el desvivirnos por el prójimo, en ser instrumentos del buen Dios para que muchos hallen el sentido de sus vidas. Esto es seguir a Jesús, confiar en el Dios de la vida, construír su Iglesia, vivir y morir con la esperanza que él nos garantiza.



2 CONCILIO VATICANO II. Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1966. LEBON, Jean. Para vivir la liturgia. Verbo Divino. Estella, 1987. BOROBIO, Dionisio. La celebración en la Iglesia (4 volúmenes). Sígueme. Salamanca, 2006. MALDONADO, Luis. El sentido litúrgico, nuevos paradigmas. PPC. Madrid, 1999. RATZINGER, Joseph. Teología de la Liturgia. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2012. LÓPEZ MARTÍN, J. La liturgia de la Iglesia. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2006. GRANADOS GARCÍA, José. Tratado general de los sacramentos. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2017. MARTIMORT, Aimé George. La Iglesia en oración. Herder. Barcelona, 1987.

3 GONZÀLEZ FAUS, Josè Ignacio. Significado de la Resurrecciòn de Jesùs para el hombre de hoy. Aula de Teologìa de la Universidad de Cantabria. Santander, 23 de marzo de 2010. EQUIPO BÌBLICO VERBO. La comunidad del Resucitado. Encuentros bíblicos de la Lectio Divina desde los Hechos de los Apòstoles. Verbo Divino. Estella, 2016. PAGOLA, Josè Antonio. Cristo Resucitado es nuestra esperanza. PPC. Madrid, 2017. CHARPENTIER, Etienne. Cristo ha resucitado. Cuadernos Bìblicos número 4. Verbo Divino. Estella, 1981.

4 Louis Evely. La cosa empezó en Galilea. Sígueme. Salamanca, 1980. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana. Verbo Divino. Estella, 1998. CROSSAN, John Dominic. El nacimiento del cristianismo. Crítica. Barcelona, 2002. SCHENKE, L. La comunidad primitiva. Sígueme. Salamanca, 1999.

5 MESSORI, Vitorio. Dicen que ha resucitado: una investigación sobre el sepulcro vacío. Rialp. Madrid, 1997. NORATTO GUTIÉRREZ, José Alfredo. El lenguaje de las manifestaciones del Resucitado y su sentido, a partir de los textos fundamentales del Nuevo Testamento. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 40, número 94, páginas 289-322. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2013. EQUIPO BÍBLICO VERBO. La comunidad del Resucitado. Verbo Divino. Estella, 2005. BRAMBILLA, Franco Giulio. El Crucificado Resucitado: Resurrección de Jesús y fe de los discípulos. Sígueme. Salamanca, 2003. PAGOLA, José Antonio. Cristo Resucitado es nuestra esperanza. PPC. Madrid, 2017. NOGUEZ, Armando. Cristo Resucitado según los relatos pascuales. Narraciones, interpretaciones y mensaje evangelizador. Verbo Divino. Estella, 2022. ALEGRE, Xavier. La resurrección de Jesús, esperanza para los pueblos crucificados. En https://www.redicces.org.sv/sjpui/bitstream/10972/1445/1/RLT-2008-075-B.pdf

6 Exodo 14: 30

7 Juan 20: 8

8 José Luis Sicre, biblista español, jesuita (n. 1940), profesor en la facultad de teología de Granada y en el Pontificio Instituto Biblico de Roma ha escrito una densa y bella trilogía sobre los relatos evangélicos y sobre la formación del cristianismo primitivo, se títula El Cuadrante, en tres volúmenes I La búsqueda introducción a los evangelios, II La apuesta el mundo de Jesús, III El encuentro, el cuarto evangelio; publicados por la editorial Verbo Divino en 1997. Se complementan con Memorias de Andrónico (parte novelada de El Cuadrante), del mismo autor y en la misma editorial, año 2000. Altamente recomendable para conocer la experiencia pascual, la elaboración de los cuatro relatos evangélicos, la vivencia de las primeras comunidades cristianas, el surgimiento del cristianismo

9 Colosenses 3: 3-4

10 TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2003. MÜLLER, Ulrich. El origen de la fe en la resurrección de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2003. CHARPENTIER, Etienne. Cristo ha resucitado!. Verbo Divino. Estella, 1981. BOFF, Leonardo. La resurrección de Cristo, nuestra resurrección en la muerte. Sal Terrae. Santander, 2001. CABA, Jesús. Resucitó Cristo, mi esperanza: estudio exegético. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1986.

11 Hechos 10: 39-41

12 Juan 5: 14

13 Juan 3: 3

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