domingo, 25 de octubre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 25 DE OCTUBRE 2020 DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

Maestro, cuál es el mandamiento mayor de la ley? El le dijo: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a este: amarás tu prójimo como a ti mismo”

(Mateo 22: 37-40)



Lecturas:

  1. Exodo 22: 20-26

  2. Salmo 17

  3. 1 Tesalonicenses 1: 5-10

  4. Mateo 22: 34-40

En los domingos anteriores, en los textos del evangelio que se han proclamado, hemos visto cómo diversos grupos religiosos del judaísmo se han enfrentado a Jesús, planteándole preguntas y cuestiones capciosas con el fin de buscar argumentos para acusarlo ante las autoridades. En ningún caso sus insidias han resultado exitosas: la sagacidad de Jesús les sale adelante. Ahora lo intentan de nuevo: “Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo. Entonces uno de ellos le preguntó, con el ánimo de ponerlo a prueba: Maestro, cuál es el mandamiento mayor de la ley?” .1

Para comprender la malicia de la pregunta es preciso recordar que la ley judía vigente en aquellos tiempos constaba de 613 mandamientos (248 mandatos y 365 prohibiciones), que tenían diversos grados de dificultad, por las implicaciones que conllevaban. Era una legislación minuciosa que demandaba de los fieles la más rigurosa observancia, cuyo seguimiento se traducía en los dos grandes merecimientos de quienes se sentían verdaderos creyentes de la fe de Israel: la pureza ritual y la pureza legal, asuntos que traían obsesionados a los sacerdotes del templo, a los saduceos, a los fariseos, también a los esenios.

El gran indicador de la calidad religiosa de un judío era su estricto cumplimiento de todo lo prescrito en estos códigos, sin permitirse la más mínima laxitud. Pero había un problema de fondo en su rígida observancia: no se contemplaba como prioritaria la conversión a Dios y al prójimo, ni tampoco el ejercicio de la misericordia y de la solidaridad con los vulnerables y con los excluídos de la sociedad y de la comunidad religiosa del judaísmo.2

El ánimo de estos hombres se altera ante la libertad que manifiesta Jesús con respecto a las instituciones de esta religión, libertad que no es anarquía sino referencia fundante y definitiva a una realidad que es superior a esa ley.3 El lo deja muy claro con su respuesta al fariseo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a este: amarás a tu prójimo como a ti mismo” .4 Con esta afirmación propone la nueva lógica de vida de la que él es portador y cuestiona de raíz las posturas fundamentalistas de los líderes religiosos de su tiempo.

Esa crítica de Jesús es plenamente válida para los modelos religiosos de todos los tiempos de la historia, cuando estos olvidan la indispensable referencia al prójimo, y se entregan a unas prácticas desconectadas de la vida real de las personas, con la visión de un Dios justiciero, implacable, dominador de mentes y conciencias con legislaciones y rituales que generan sometimientos alienantes. Valga esta reflexión para aquellos personajes y grupos católicos que, en el curso de esta semana, se han rasgado las vestiduras ante las recientes declaraciones del Papa Francisco sobre el derecho de las parejas homosexuales a tener reconocimiento y protección por parte de la legislación civil de los diversos países.5

Con sutileza, Jesús responde correctamente, a sabiendas de la trampa contenida en la pregunta, haciéndolo con una novedad que lo diferencia cualitativamente del judaísmo tradicional: pone el amor al prójimo en el mismo plano del amor a Dios. Su respuesta conecta con la más genuina tradición de los profetas bíblicos, estos denunciaron con mucha fuerza el deseo de llegar a Dios de modo individualista, desentendiéndose del prójimo. La ética de la projimidad es el “conducto regular” para llegar a Dios, si no hay compromiso serio con el prójimo no hay consistencia en la profesión de fe.6

Durante siglos la religión de Israel se manifestó en cultos de gran solemnidad, en sacrificios costosos, en ricas ofrendas, todo ello sin justicia y sin responsabilidad con la dignidad del prójimo pobre. Dios y el prójimo no son magnitudes separables, la autenticidad del culto no descansa en la pompa litúrgica sino en la justicia: “Las manos de ustedes están llenas de sangre: lávense, purifíquense, aparten sus fechorías de mi vista, desistan de hacer el mal y aprendan a hacer el bien; busquen lo que es justo, reconozcan los derechos del oprimido, hagan justicia al huérfano, aboguen por la viuda” . 7

Tampoco se puede decir que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo. Ambos preceptos, en la mentalidad de los profetas y en la de Jesús, están en el mismo nivel, se implican mutuamente. No es posible adorar a Dios si no se reconoce al prójimo en su dignidad: “De estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas” . 8

La primera lectura – del libro del Exodo – es muy significativa en este sentido. Hace parte del llamado código de la alianza cuyas prescripciones no se quedaban en normativas de tipo litúrgico, sino que ponía su énfasis en la protección de los humillados y ofendidos, forasteros desplazados por la guerra, jornaleros del campo, víctimas de las injusticias.

Esa legislación recuerda los beneficios del Exodo – la gran experiencia de libertad de los israelitas – y el cambio de condiciones para las tribus hebreas que pasaron de la servidumbre a ser un pueblo libre, gracias a la intervención de Yahvé mediada en el liderazgo de Moisés. En nombre de eso, no es posible olvidarse de quienes carecen de reconocimiento y de todo lo necesario para vivir con dignidad: “No maltratarás al forastero , ni lo oprimirás, pues forasteros fueron ustedes en el país de Egipto. No vejarás a viuda alguna ni huérfano. Si los vejas y claman a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira…” . 9

También el texto de Exodo alude al grave pecado de la usura: “Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, no le exigirás intereses” . Jesús y muchos de los buenos creyentes de Israel se sorprenderían con dolor y escándalo de la usura que está en la base de la economía de nuestro tiempo, los intereses con los que los países ricos gravan a los países pobres, la carga impositiva que no se traduce en beneficios sociales de calidad y cubrimiento suficiente, los préstamos que hacen las entidades financieras sometiendo a sus deudores a penalidades que se ejecutan sin clemencia.

El Papa Francisco lo ha denunciado con intensidad, cuando habla de un sistema económico que crea seres humanos “descartables” porque no pagan o porque no producen. Explotar al ser humano es faltar con alta gravedad a ese mandamiento primordial y simultáneo. Este pensamiento es uno de los más notables aspectos que el Obispo de Roma propone a toda la humanidad en su reciente encíclica “Fratelli Tutti “ , proféticamente se deslinda de los límites del catolicismo y ofrece su enseñanza y reflexiones a todos los habitantes del planeta: “En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”. 10 Francisco, con genialidad humana y evangélica, hace de su mensaje una propuesta laica, liberada de las ataduras de ciertas religiosidades sacralizadas , vacías de humanismo y de arraigo existencial. Porque – hay que decirlo con palabras de fuerza mayor – el genuino cristianismo es secular, profano con la profanidad del buen Dios que se hace humano para hacerse salvíficamente inteligible. 11

Jesús cambia de raíz los sombríos mandamientos judíos, sobresaturados de normas y de rituales vacíos de amor y de vitalidad, y los re-significa afirmando que la actitud filial con respecto a Dios y la solidaridad interhumana son los fundamentos de la auténtica religiosidad. El amor es el espíritu que anima la legislación que procede de Dios, el verdadero culto es el que se ejerce en la projimidad.

La respuesta de Jesús al docto fariseo tiene hoy toda la actualidad. La opción preferencial del Dios que él nos revela es el ser humano, salvarnos y liberarnos de todo lo que nos hace esclavos, de lo que nos violenta y deshace nuestra dignidad. Dios se revela en el prójimo, el que clama justicia, respeto, libertad, vida digna. Este es el máximo relato del amor del Padre. 12







1 Mateo 22: 34-36

2 Carlos Gil Arbiol. La misericordia desde las víctimas. Lumen. Buenos Aires, 2016.

3 El capítulo 9 del libro de José Antonio Pagola Jesús: aproximación histórica, titulado Maestro de vida, estudia la postura libre, no anárquica, de Jesús ante el establecimiento religioso judío y ante su legislación. Es una postura de superación liberadora, la ley ha de estar al servicio del ser humano, no al revés. El fundamento es la experiencia profunda del amor a Dios y al prójimo, tal como lo propone el texto evangélico de este domingo. José Ramón Guerrero. El otro Jesús: para un anuncio de Jesús de Nazareth hoy. Sígueme. Salamanca, 1976.

4 Mateo 22: 37-40

5 Naciones Unidas. Vivir libres e iguales: qué están haciendo los estados para abordar la violencia y discriminación contra las comunidades LGBTI. Naciones Unidas. Nueva York – Ginebra, 2016. María Candelaria Sgró Ruata & Juan Marco Vaggione. El Papa Francisco y la sexualidad: políticas de dislocación. Publicado en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional Autónoma de México. Año LXIII número 232 enero-abril 2018 páginas 153-180.

6 Carolina Vila Porras. El amor de Dios se humaniza: una mirada desde las bienaventuranzas. Revista Cuestiones Teológicas; volumen 44 # 101, enero-junio 2017, páginas 43 a 66. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. Pedro Laín Entralgo. Teoría y realidad del otro. Revista de Occidente. Madrid, 1961. Benedicto X

7 Isaías 1: 15-17

8 Mateo 22: 40

9 Exodo 22: 20-22

10 Papa Francisco. Carta Encíclica “Fratelli Tutti” sobre la fraternidad y la amistad social. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2020; número 22.

11 Paul van Buren. El significado secular del evangelio. Península. Barcelona, 1968.

12 José María Castillo. La humanización de Dios. Trotta. Madrid, 2010.

sábado, 17 de octubre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 18 DE OCTUBRE 2020 DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

Entonces les replicó: paguen al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”

(Mateo 22: 21)



Lecturas:

  1. Isaías 45: 1-6

  2. Salmo 95: 1-10

  3. 1 Tesalonicenses 1: 1-5

  4. Mateo 22: 15-21

Dios y la relación que la humanidad tiene con El no pueden utilizarse para justificar tal o cual determinación política, tal o cual ordenamiento jurídico de la sociedad, porque ningún poder humano es absoluto, estos tienen sentido cuando se orientan a la construcción del bien común y a la promoción de la dignidad de todos los integrantes de una sociedad, al respeto de sus derechos, sin establecer superioridad de unos sobre otros. La Buena Noticia de Jesús tiene implicaciones muy importantes en la perspectiva de la dignidad humana,1 de los derechos de todos los miembros de una comunidad y de la configuración de la misma ordenada a la justicia, a la igualdad, al reconocimiento de lo que a todos corresponde en ejercicio de esa condición, pero no se casa con ningún modelo político ni puede convertirse en soporte de tal o cual régimen. Esta realidad es indispensable para su independencia profética y para el anuncio del programa de Jesús.

Desde la óptica del reino de Dios y su justicia se pueden valorar los diversos sistemas sociopolíticos, se confronta igualmente el ejercicio del poder, se hace un análisis crítico sobre sus ejecutorias y se insta a quienes lo detentan para que todo su quehacer esté orientado a la construcción de comunidades incluyentes, solidarias, promotoras de la equidad, garantizando que los beneficios sociales cubran a todos en igualdad de condiciones. Por estas razones, el evangelio no se matricula en ninguna ideología o colectividad partidista, lo suyo es la constante afirmación de la dignidad del ser humano en nombre de la paternidad-maternidad de Dios. A estas consideraciones nos conduce la Palabra de este domingo.

El ser humano, que es imagen de Dios, sólo es para El y para el prójimo , no se pueden hipotecar su libertad y sus derechos a ningún sistema, a los poderes de este mundo. Si estos últimos están dotados de sabiduría y de juicio recto obrarán como servicio al ser humano, promoviendo su autonomía, creando las condiciones de posibilidad para el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. Lo contrario son las tiranías y las dictaduras, los totalitarismos, la política determinada por intereses mezquinos, de grupos sin sensibilidad social.

A este propósito se orienta la reciente encíclica del Papa Francisco – “Fratelli Tutti” – cuya lectura y estudio recomendamos ampliamente. En el texto el Papa expresa su preocupación por el modelo económico de mercado y consumo desaforado, por la instrumentalización del ser humano, por la indiferencia de muchos hombres y mujeres inmersos en la cultura de bienestar, insensibles ante las grandes carencias y vejaciones que sufren millones de habitantes del planeta, forzados a una migración en la que son víctimas de toda clase de humillaciones, mujeres y niños expuestos a la explotación sexual, polarizaciones ideológicas desconocedoras del bien común, simplemente dedicados al logro de sus intereses políticos, gobernantes egocéntricos que se solazan en burlarse de los grandes reclamos de la humanidad.

Todo ello enmarcado en una globalización abiertamente inequitativa y provocadora de las más grandes y escandalosas inequidades: “Abrirse al mundo es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo pero divide a las personas y a las naciones. Porque la sociedad globalizada nos hace más cercanos pero no más hermanos. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este globalismo favorece más bien la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el divide y reinarás”. 2

En este contexto entendemos y asumimos la frase contundente de Jesús en el evangelio de hoy: “Paguen al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” .3 Así responde Jesús a un grupo de fariseos que, de modo capcioso, como era su estilo habitual, le interrogan sobre la licitud del pago de los impuestos: “Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Así que enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza, y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece: es lícito pagar tributo al César o no? Mas Jesús, adivinando su malicia, dijo: hipócritas por qué me tientan?”. 4

Miremos cómo nos orienta la primera lectura en esta misma línea. Es del llamado “Segundo Isaías”, conocido como el profeta de la consolación. Elemento constante de su ministerio son sus palabras fuertes, que confrontan con mucha severidad a los israelitas, pero que al final son portadoras de ánimo, esperanza, deseo de vivir, certeza de la intervención salvadora y liberadora de Dios en su historia, denuncia de la injusticia de las naciones y promesa de recompensas para los más débiles del mundo.

Yahvé habla a Ciro, rey de Persia, que no conoce a Dios, para confiarle la misión de liberar a su pueblo de la opresión y de la injusticia. El no conocer a Dios no es impedimento para participar de su acción liberadora. Un no judío sirve de mediación adecuada para la actuación de Dios, afirmación totalmente inusitada en el contexto del Antiguo Testamento, como vislumbrando la universalidad de la voluntad salvadora de Yahvé, el ir más allá de las fronteras en búsqueda de todos los seres humanos: “El Señor consagró a Ciro como rey, lo tomó de la mano para que dominara las naciones y desarmara los reyes” ,5“Yo soy el Señor, no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te he preparado para la lucha sin que tú me conocieras, para que sepan todos de oriente a occidente, que fuera de mi no hay ningún otro. Yo soy el Señor, no hay otro” .6

Una afirmación monoteísta como la anterior no es la expresión de un Dios mezquino, celoso, egoísta, que no admite divinidades rivales. El Dios único es para que el ser humano sea único, libre de idolatrías y de esclavitudes, sólido en la conciencia y vivencia de su dignidad. La libertad que procede de Dios es la alternativa que emancipa a la humanidad de sometimientos y servidumbres. La lucha feroz de los profetas bíblicos en contra de las tentaciones idolátricas de Israel nace de su pasión por la dignidad del ser humano, para que esta no sea prostituída por los poderes del mundo.

En Pablo – 1 Carta a los Tesalonicenses, segunda lectura de hoy – la realidad que Isaías presenta como alianza es elección en comunidad: “Pablo, Silvano y Timoteo, saludan a la comunidad de los creyentes de la ciudad de Tesalónica, que están unidos a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Que Dios derrame su gracia y su paz sobre ustedes” .7

El evangelio de Mateo propuesto para este domingo es un texto sobre el que se han hecho interpretaciones sesgadas y distorsionadas. Su verdadero contexto es un ambiente social en el que se divinizaba y absolutizaba al emperador de Roma. El fragmento que se proclama hoy forma parte de una serie de controversias entre Jesús , los fariseos y otros grupos judíos, sobre asuntos como los impuestos debidos al César, la resurrección de los muertos, el mandamiento principal de la ley.

El telón de fondo es la profunda y consistente libertad de Jesús ante la ley romana y ante la institución religiosa del judaísmo. Bajo el tema del tributo, una realidad que sufrían también las primeras comunidades cristianas y también las judías, en el régimen tiránico del imperio romano, el pueblo vive ahora las consecuencias de una monarquía que exprime a los pobres para sostener su estructura. Los más pobres son los que padecen con mayor rigor esta política fiscal, porque la tasa impositiva recaía sobre los que trabajaban la tierra: el eterno drama de la injusticia de unos poderosos en contra de los débiles.

El emperador de Roma cargaba sobre sí el influjo del mundo religioso de Egipto y de Grecia. La relación de los romanos con estos dioses era parte de su cotidianidad, el emperador era para ellos un dios, Roma era una teocracia.

Para las comunidades cristianas que entendían y vivían a Dios como Padre-Abba, misericordioso y compasivo, solidario con la humanidad, incondicional en sus manifestaciones de amor, era inaceptable esa identificación del emperador con una divinidad y la consideraban definitivamente alienante. Por esto se enfrentan a la religión oficial y se afianzan en su vida comunitaria centrada en la persona de Jesús, y referida al Padre y a todos los hermanos.

Cuando Jesús dice taxativamente: “Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios” , 8estas comunidades dejan ver que no les convence en lo más mínimo la pretendida divinidad del emperador, porque para ellos el verdadero Dios se manifiesta en el amor, en la justicia, en la igualdad, en el servicio fraterno, en la práctica de la solidaridad.

En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, pero sí hay estructuras sociales, políticas, económicas, incluso religiosas, que están muy lejos de reflejar la comunión entre los hermanos y todas las implicaciones que se derivan de allí, sigue el afán de unos por dominar a otros, sigue el predominio de intereses egoístas, siguen ejercicios del poder que no se interesan por el bien común, siguen violencias y manipulaciones del hombre por el hombre.

Por eso, la frase de Jesús sigue teniendo vigencia y actualidad: el ser humano creado por Dios se debe a El mismo, fuente de la dignidad y de la autonomía, y no a estas entidades que no tienen su fundamento en la trascendencia de Dios y en la consecuente trascendencia de hombres y mujeres.

En el campo eclesial estamos llamados a trabajar todos por una iglesia más cercana a la propuesta de Jesús, más centrada en las personas, en las relaciones entre hermanos, en una evangélica comunión y participación, y menos pendiente de la estructura vertical, una iglesia en salida, como nos lo recuerda con tanta insistencia el Papa Francisco.

Dar a Dios lo que es de Dios” es que se escuche a Jesús, que se acoja su buena noticia, que se acepte el mensaje del reino, que se lleve una vida según las bienaventuranzas, que se adopte una actitud de conversión, que se ponga término al raquitismo espiritual y religioso, que no se sacrifique la dignidad del ser humano en aras de poderes opresores, que se reivindique a los humillados y ofendidos.

Como sabemos, a los herodianos y a los fariseos lo anterior los traía sin cuidado. De ahí la severidad de Jesús en sus expresiones hacia ellos, que bien podría haberles hecho preguntas como estas: Es lícito poner el sábado por encima del hombre? Es lícito llamar la atención de la gente para que les hagan reverencias? Es lícito pagar los diezmos y olvidar la justicia y la sinceridad?

La comunidad cristiana que dio origen a este evangelio sacó de aquí consecuencias muy prácticas, defiende la primacía de la humanidad sobre poderes y legislaciones, y a estos los confrontan para que se dediquen con responsabilidad y empeño a la construcción del bien común, sin pretensiones de absolutizarse; está en la raíz del humanismo cristiano y del pensamiento y la praxis social que este implica.



1 Loida Lucía Sardiñas Iglesias. Dignidad humana: concepto y fundamentación en clave teológica latinoamericana. Universidad de Santo Tomás USTA. Bogotá, 2019. Papa Pablo VI. Carta Apostólica Octogesima Adveniens. Este texto del Papa Montini, publicado en 1971, es un valioso análisis de las ideologías políticas y de sus correspondientes modelos prácticos desde la perspectiva de la dignidad humana y del bien común en la clave de la doctrina social de la Iglesia. Vale la pena retomarlo, es de total actualidad. Fue escrita para conmemorar el aniversario ochenta de la encíclica de León XIII “Rerum Novarum, con la que comienza formalmente el moderno pensamiento social católico.

2 Papa Francisco. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Tipografía Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2020; número 12.

3 Mateo 22: 21

4 Mateo 22: 15-18

5 Isaías 45: 1

6 Isaías 45: 6

7 1 Tesalonicenses 1: 1

8 Mateo 22: 21

domingo, 11 de octubre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 11 DE OCTUBRE 2020 DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Prepara Yahvé para todos los pueblos en este monte un convite de manjares enjundiosos, un convite de vinos generosos: manjares sustanciosos y gustosos, vinos generosos, con solera”

(Isaías 25: 6)



Lecturas:

  1. Isaías 25: 6-10

  2. Salmo 22: 1-6

  3. Filipenses 4: 12-14 y 19-20

  4. Mateo 22: 1-14

La opción preferencial de Dios es el ser humano, lo definitivo para El es hacer de nosotros personas plenamente realizadas, llenas de sentido de la vida, felices. Lo que solemos llamar salvación no es un asunto que se reduce a “la otra vida”, como es la creencia común y como lo suele presentar una catequesis incompleta , desentendida de la integralidad de dimensiones que componen nuestra humanidad. Dios está empeñado en que nada de lo nuestro se pierda y fracase. El está siempre apasionadamente enamorado de nosotros y deseoso de que logremos la anhelada plenitud. 1 Este es el Dios que se nos revela a través del Señor Jesús: “Y nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es amor; y el que se mantiene en el amor se mantiene en Dios y Dios en él”. 2

El salmo 22 y Filipenses, de las lecturas de este domingo, ponen de relieve el cuidado y la protección de Dios hacia la humanidad: “Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas” ,3 y Pablo comunica a los cristianos de Filipos el testimonio de la compañía divina en su vida y el deseo de que esta se extienda a toda la comunidad: “Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo con Aquel que me da fuerzas” . 4

Dios se manifiesta como sólo El lo sabe hacer : salvando, liberando, dando vida, manteniendo en sus creaturas el dinamismo de su vitalidad, todo esto con la connotación de universalidad, tal deseo teologal quiere ser para todos los seres humanos, don ofrecido a la libertad de cada persona, no se impone ni violenta autonomías. Por esta razón es imperativo revisar con seriedad crítica las falsas imágenes de Dios,5 proyecciones de nosotros mismos cuando damos rienda suelta a imaginarios distorsionados que no son otra cosa que evidencias de las propias frustraciones no asumidas ni superadas. Tomar a Dios como recurso para justificar injusticias, sufrimientos, males, es manipularlo y usarlo antojadizamente, desconociendo la desbordante generosidad de su amor.

El relato de Mateo – otra parábola como las de los domingos anteriores – comparte ese horizonte de acogida universal, pero se encuentra con el rechazo violento de tal iniciativa, expresado en la parábola del banquete nupcial: “Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero estos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, con este encargo: Digan a los invitados, miren , mi banquete está preparado. Ya han sido matados mis novillos y animales cebados, y todo está a punto. Vengan a la boda. Pero ellos no hicieron caso y se fueron: el uno a su campo, el otro a su negocio, y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron” . 6

Jesús critica con alto rigor la resistencia de los jefes judíos para acoger el don que el Padre Dios les está ofreciendo. El texto de Mateo es redactado dentro de una comunidad de judíos que empezaban a convertirse al naciente cristianismo, mirados con rabia y prevención por sus antiguos correligionarios. Por eso, el evangelista es tan insistente en afirmar la crítica que surge de Jesús y, con ello, el advenimiento de una lógica religiosa que no es la del culto formal y externo sino la de la vida que se orienta desde Dios hacia el prójimo.7

Ante tan rotunda negativa, el rey ordena a su servidores que vayan a todos los lugares, sin contemplar categorías ni disposiciones morales, llamada universal que supera todas las diferencias humanas y reúne a todos en un mismo banquete. Es una voluntad salvadora, ilimitada, que aprovecha la hostilidad de unos – alusión a los judíos, especialmente a sus dirigentes – para manifestarse con esas características de incondicionalidad y de abundancia.

Pero en la segunda parte (versículos 11 a 14) hay un cambio brusco: haber entrado no confiere el derecho automático a permanecer, para participar plenamente en los beneficios del banquete es preciso aceptar el don de la fe, la invitación que hace Jesús en nombre del Padre, el deseo deliberado de seguirle con todas sus implicaciones. Este es el contenido del “vestido de fiesta” que refiere el evangelista: uno de los presentes no ha sido capaz de asumir el compromiso ético implicado en la llamada. Es el misterio eterno de la libertad, la capacidad de decidir si se acepta o se rechaza la oferta liberadora de Dios. El se propone, no se impone.

Recordemos que los relatos evangélicos son escritos mucho tiempo después de los sucesos históricos de Jesús, surgidos en unas comunidades que se enfrentan a incomprensiones y contradicciones por parte de los judíos intransigentes que siguen viendo a Jesús y a sus seguidores como un peligro para la estabilidad de su religión y de su ordenamiento social.

Esa manifestación de dureza va directamente a la cerrazón de los judíos, a ellos reta con la invitación: “Vayan, pues, a los cruces de los caminos e inviten a la boda a cuantos encuentren. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales” 8. Lo que quiere decir Jesús es que los creyentes, las personas religiosas, en este caso los judíos de tradición, se niegan a aceptar la invitación, mientras que los paganos9 sí lo hacen. Este asunto es reiterado en la predicación de Jesús, con sus connotaciones de crítica a la no conversión de quienes se dicen primeros observantes de la ley y los profetas. La parábola es una interpretación del conflicto que tenía la comunidad de Mateo con las autoridades judías.

Llegan todos, buenos y malos, no hay distinciones morales pero, una vez en el banquete, hay que asumir la lógica del reino de Dios y su justicia. En el lenguaje de Jesús hay siempre una combinación de exigencia y de misericordia, seguir su camino es incluyente, lo suyo no parte de un moralismo rígido, solidario con el pecador no con el pecado, se compadece profundamente de las debilidades humanas, mira el trasfondo humilde de quien quiere dejarse seducir por su propuesta, pero al mismo tiempo demanda seriedad y compromiso en el seguimiento.

Por otra parte, el texto de Isaías – primera lectura – es de notable belleza teológica, el profeta está hablando a un pueblo que vive la peor crisis de su historia, lo hace con una visión muy lúcida y esperanzadora, seductora oferta para un pueblo sumido en la miseria y el desencanto. El intento de Isaías es que el pueblo supere la dura prueba, con la certeza de que Dios salva y consuela a todos: “Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y acabará con el oprobio de su pueblo en toda la superficie del país” . 10

En el Antiguo Testamento el banquete tiene el significado de los tiempos mesiánicos, de la irrupción definitiva del favor de Dios para transformar la tristeza y devolver el sentido de la vida a los desencantados, El siempre dispuesto a saciar los más hondos anhelos del ser humano: “Aquí tenemos a nuestro Dios: esperamos que El nos salvara; El es Yahvé, en quien esperábamos; celebremos con alegría su victoria” . 11

Los nuevos invitados son todos los seres humanos, sin importar ni raza ni condición social, ni religiosidad y – lo más escandaloso para los judíos y similares – sin importar si son buenos o malos. Aquí hay un dato decisivo para comprender la misión de Jesús, su Buena Noticia que resignifica la vida de los condenados morales, de los humillados y ofendidos, de los desolados por causa de las injusticias de sus semejantes, de los rechazados por las instancias de religión y de moralidad.12

Tal mensaje tiene hoy las mismas implicaciones que en tiempos de Jesús. Dios sigue llamando a todos, sin excepción, pero cada uno responde según sus prioridades e intereses. 13 El centro del mensaje es la iniciativa universal de salvación que se origina en el Padre, intención de que todos los seres humanos lleguen a su plenitud; con esto, no admite la soberbia religioso moral de quienes presumen ser los administradores de los dones de gracia y salvación, despreciando y condenando a quienes – según ellos – no poseen las condiciones de santidad y de moralidad para hacerse acreedores a tales beneficios.

Para el auténtico proyecto cristiano no es admisible que unos pocos se sientan los elegidos y denigren de la mayoría. La conciencia de la fragilidad humana invita al realismo y a la esperanza, propiciando que todos nos sintamos destinatarios del amor de Dios.

No va con el proyecto de Jesús que algunos sigan empeñados en el pequeño y mezquino negocio de una salvación individual sin darse cuenta de que una salvación que no se ejerce en clave de solidaridad no es ni humana ni cristiana. Gran pecado de muchos en el mundo cristiano ha sido poner un envoltorio repugnante al evangelio, llenando la fe cristiana de prohibiciones, de miedos y culpas, de dogmatismos y milimetrías jurídicas, secuestrando la Buena Noticia y la esperanza de muchos en el mundo.

La parábola de este domingo es fuerte confrontación a estas mentalidades estrechas e invitación para acceder al evangelio de la misericordia y de la compasión.

En la reciente encíclica del papa Francisco – “Fratelli Tutti” – desfila una humanidad agobiada por violencias, pobrezas, exclusiones sin cuento, desencantos, migraciones forzadas, manipulaciones, indignidades de las que son responsables los poderes y los poderosos del mundo, pandemias interminables de injusticia y desconocimiento de la dignidad humana. A esa humanidad va la invitación del banquete del rey, esos son los favoritos de Dios, a ellos se dedicó Jesús con todo su ser, a esos nos llama él mismo para que trabajemos con denuedo en la afirmación apasionada de la dignidad y la libertad de los hijos de Dios 14 : “ Las siguientes páginas no pretenden resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos. Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y amistad social que no se quede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad”. 15

1 José María Castillo. Dios y nuestra felicidad. Desclée de Brower. Bilbao, 2001.

2 1 Juan 4: 16

3 Salmo 22: 1-3

4 Filipenses 4: 12-13

5 Juan Arias. El Dios en quien no creo. Sígueme. Salamanca, 2003.José María Mardones. Matar a nuestros dioses: un Dios para un creyente adulto. PPC. Madrid, 2007.

6 Mateo 22: 3-6

7 Carolina Vila Porras. Concepción de la ley israelita en el Nuevo Testamento y la concepción que de ella tiene Jesús. Publicado en Revista Cuestiones Teológicas volumen 42 número 98 julio-diciembre 2015, páginas 483 a 510. Facultad de Teología, Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. Warren Carter. Mateo y los márgenes: una lectura sociopolítica y religiosa. Verbo Divino. Estella, 2007.

8 Mateo 22: 9-10

9 Por “paganos” se entiende a todos aquellos que no venían del judaísmo tradicional, también a quienes llevaban vidas apartadas de la moralidad de esa tradición religiosa. Alude a la actitud abierta de Jesús ante tantas personas pecadoras pero dispuestas a dejarse asumir por la misericordia y la compasión de Dios, conscientes de su fragilidad y en trance de acoger el don de su gracia.

10 Isaías 25: 8

11 Isaías 25: 9

12 José María Castillo. El reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999.

13 Albert Vanhoye. Acoger el amor de Dios. Sal Terrae. Santander, 2012.

14 Papa Francisco. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Presentada en Asís – cuna de San Francisco – el 3 de octubre de 2020.

15 Papa Francisco. Número 7 de la encíclica.

domingo, 4 de octubre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 4 DE OCTUBRE 2020 DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, comprendieron que iba por ellos. Intentaron arrestarlo, pero tuvieron miedo de la gente, que lo tenía por profeta”

(Mateo 21: 45)

Lecturas:

  1. Isaías 5: 1-5

  2. Salmo 79: 9-20

  3. Filipenses 4: 6-9

  4. Mateo 21: 33-45



La imagen de la viña es muy familiar para la mayoría de los pueblos del Cercano Oriente, para ellos es la parcela de tierra cultivada con especial esmero, de allí se deriva el sustento básico de la familia.1 Ese patrimonio era la forma de sentirse vinculado a su grupo social y fundamentaba su derecho de ciudadanía, su arraigo en un territorio, determinante de su sentido de identidad: “Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña: mi amigo tenía una viña en fértil terreno. Removió la tierra, la limpió de piedras y plantó buenas cepas; construyó en medio una torre y cavó un lagar” .2

Un vínculo así es similar al que tienen nuestros campesinos con sus terrenos cultivables, a los que dedican lo mejor de sus esfuerzos, son su espacio de realización, también el lugar de crecimiento y vida de su familia. Poseer la tierra da significado a todo su proyecto existencial, ámbito de su humanidad. Desde ahí se comprende la ilusión con la que el viñador, el agricultor, se entrega a la faena de disponer el terreno, de sembrar la semilla, de cultivar, de recoger la cosecha, de la que se esperan siempre los mejores resultados.3

La primera lectura de hoy, del profeta Isaías, y el evangelio de Mateo, toman esta figura de la viña y de los viñadores para hacer su denuncia sobre las profundas incoherencias de la bien conocida religiosidad formal del judaísmo del tiempo de Jesús, tema que nos viene ofreciendo este evangelista desde hace varios domingos. Al proponerlo no estamos mirando solamente al pasado, es también momento privilegiado para revisar con seriedad nuestra actitud religiosa, si esta va por los cauces de la inercia social de una religión implantada a la fuerza en la conquista y colonización española, o si hemos hecho alto en el camino para plantearnos el asunto fundamental de la opción creyente con todo lo que esta conlleva de autenticidad existencial y de honestidad ante Dios y ante nosotros mismos.4

Como la expectativa del viñador con su viña productora de buenos frutos, inquieto y exigente cuando esta produce agraces5, también Dios espera de nosotros una respuesta fecunda, responsable, liberada y liberadora, generadora de vitalidad y autenticidad. La mediación profética de la humanidad que toma en serio estas realidades es también narrativa crítica de este Dios que confronta la deshumanización, la inconsistencia moral, el ser humano que se convierte en lobo para sus hermanos, como sucede penosamente en tantos lugares del mundo.

Qué nos quiere decir Isaías en esta primera lectura de hoy? Cuáles son nuestras viñas? Cuáles los esfuerzos en torno a ellas? Cuáles las expectativas que abrigamos con ellas? Se trata de los lugares de sentido en los que se desarrolla nuestra vida: familia, estudios, trabajo, comunidad, amistades, gran sociedad, iglesia, donde acontecen nuestras capacidades de creación y de expresión, de trascendencia en los demás, de construcción del bien común, de generación de vínculos de pertenencia a un territorio espiritual, emocional, afectivo.

Pero sucede que esta expectativa de fecundidad, de buenos frutos, se ve truncada por la presencia del mal, del egoísmo, del desorden de una libertad que se realiza sin referencia trascendente: “Y esperó que diera uvas pero dio frutos agrios” .6 Qué sentimos cuando nuestras viñas no dan los resultados anhelados, cuando los suyos son frutos agrios, contradicciones, deslealtades, arrogancias, injusticias, desamores?

El profeta Isaías acude a este lenguaje para señalar el desencanto de Dios por las muchas abominaciones que se cometían en el reino de Judá: “La viña del Señor Todopoderoso es la casa de Israel, son los hombres de Judá su plantación preferida. El esperó de ellos derecho, y ahí tienen: asesinatos; esperó justicia y ahí tienen : lamentos” .7

Cuando miramos la realidad contemporánea qué nos dicen estas imágenes de la viña decepcionante? Qué decir de la corrupción en tantos ámbitos de la vida pública y privada, protagonizada por muchos de los que son constituídos líderes del estado y de la sociedad? Qué esperar de las reiteradas conductas perversas de políticos que saquean sin compasión el tesoro público? Qué pensar de los excesos de la sociedad de bienestar, enloquecida con el consumo, ostentando una capacidad adquisitiva que a menudo es obtenida a costa de los más pobres? Qué nos dicen los permanentes clamores de millones de seres humanos sumidos en el abandono y en la miseria? Y todo esto, sin olvidar que la mayoría de estos personajes profesan creencias religiosas, presumen públicamente de serlo, desconociendo las implicaciones éticas de la fe.

El cuestionamiento severo que hacen los profetas bíblicos parte de las realidades sociales que se vivían en ese tiempo, totalmente incompatibles con la voluntad de Dios, con los compromisos adquiridos en la alianza con Yavé, con la profesión de religiosidad del pueblo hebreo. Les resultaba indignante el olvido de la fundamentación ética de la vida, la indolencia de los llamados creyentes, la insensibilidad ante el drama de huérfanos y viudas.8 El discurso profético era de total pertinencia para su contexto, la mayoría de las veces de gran severidad. Siempre tuvieron una postura crítica ante las instancias de poder – responsables de los “frutos agrios” - . En el texto de hoy, Isaías se vale de una vieja canción de amor para acerar su palabra y hacer caer en cuenta al pueblo de Israel de su inconsistencia y de su rechazo al querer de Dios.

Jesús – en el texto del evangelio de hoy – se vale del mismo tema de la viña para llamar la atención sobre las problemáticas similares a las que se vivían en tiempo de Isaías.9 Los grupos religiosos integristas – saduceos, fariseos, maestros de la ley – pensaban que la salvación exclusiva de Israel era la única meta de la historia, lo restante, el sentido de vida de quienes no eran judíos, la justicia debida a los pobres, la misericordia y la compasión, los tenían sin cuidado.

La parábola de los viñadores homicidas integra un bloque compacto del evangelio de Mateo – los capítulos 21 a 25 – en el que el autor quiere destacar la tensión creciente entre Jesús y las autoridades judías, preparando el desenlace de su pasión y de su muerte. El desnuda la intransigencia y cerrazón de los dirigentes del judaísmo. En esta secuencia se encuentran la expulsión de los vendedores del templo, la controversia sobre la autoridad de Jesús, el conocido capítulo 23 con su fuerte diatriba en contra de los fariseos, entre otros elementos centrales, en los que los responsables de la religión judía van acumulando argumentos para condenarle. 10

Para Jesús, el reino de Dios está abierto a todos sin excepción, principalmente a les gentes de buena voluntad, a todos los dedicados al amor y a la justicia. Para él no pesan las diferencias raciales ni socioeconómicas ni religiosas, lo que define su interés es el de aquellos que se disponen a vivir en solidaridad y en fraternidad.

Naturalmente, esto le trajo la malquerencia de los jefes religiosos y de los observantes. También con sus discípulos tuvo diferencias de fondo cuando se daba cuenta que su enseñanza sobre el reino no calaba hondo en ellos, viendo que seguían con sus aspiraciones de poder y con sus grandes temores ante el sacrificio y la posibilidad de entregar la vida sin esperar recompensa.

Esos grupos se consideraban los concesionarios exclusivos de Dios, ellos son los viñadores homicidas: “Finalmente, les envió a su hijo pensando: a mi hijo lo respetarán. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: este es el heredero, vamos matémosle y quedémonos con su herencia. Y agarrándolo lo echaron fuera de la viña y lo mataron” . 11

Jesús los desafía abiertamente y, mediante la comparación con la viña, les muestra que su ortodoxia recalcitrante no conduce a la salvación. El reino de Dios no es propiedad de ningún grupo en particular, nadie lo tiene asegurado bajo el título de raza o de pertenencia a una religión en particular.

El ministerio de Jesús es compromiso con la vida de todos en igualdad de condiciones: acoger a los excluídos, anuncio de la gran utopía de Dios que abre horizontes de esperanza a los últimos del mundo. Son estas las grandes evidencias de la voluntad del Padre que envía a Jesús para que todos tengan vida en abundancia, los frutos maduros que se esperan de la viña: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” .12

Las denuncias de Jesús nos indican que el mensajero del Dios de la vida no puede permitir que el ser humano esté siempre agobiado por experiencias de muerte: prohibiciones, prácticas religiosas alienantes, moralismos neuróticos, pobreza, vulneración de sus derechos, decisiones injustas de gobiernos y sistemas económicos. Jesús quiere que la vida de los seres humanos sea un testimonio permanente del Dios enamorado de la humanidad, a la que comunica su inagotable vitalidad: “Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor amigo de la vida” . 13

El poema de la viña referido por Isaías tiene lugar en el año 735 a.c., en la dura confrontación del profeta con sus contemporáneos, cuando se esperaba que Israel – la viña – diera frutos de justicia y sólo respondió con delitos y abominaciones. Siglos más tarde – hacia el año 29 d.c. – Jesús confronta con la misma intensidad a los sacerdotes y miembros del sanedrín, y les dice la elocuente parábola de los viñadores homicidas. Ellos responden a Jesús diciendo que ya conocen el poema, siempre presumiendo de su saber religioso, y Jesús les responde afirmando que hay una diferencia sustancial: esta viña sí da frutos, el problema reside en que los viñadores los roban.

Qué mensaje nos queda? El amor de Dios se retribuye con el amor al prójimo, no con el culto externo. El mal estaba en esas autoridades religiosas que se resistían a la novedad que Jesús les proponía, sintiendo que su observancia de los ritos y las leyes los justificaba sin necesidad de convertirse al prójimo sufriente. Ante eso Jesús es fuerte en su expresión final: “Por eso les digo que se les quitará el reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos” .14Estos hombres confundieron los derechos de Dios con sus intereses mezquinos, Jesús puso en evidencia esta incoherencia del templo y de la ley y por eso se hizo acreedor a la condena y a la muerte en cruz. Es la “suerte” que corren los profetas que no venden su conciencia……

1 María Raquel Picornell y José María Melero Martínez. Historia del cultivo de la vid y el vino: su expresión en la Biblia. Publicado en Ensayos, Revista de la Facultad de Educación de Albacete (España), número 27, 2012, páginas 217 a 246.

2 Isaías 5: 1-2

3 Instituto Colombiano de Antropología e Historia ICANH. Elementos para la conceptualización de lo campesino en Colombia. Bogotá, 2017. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD. El campesinado : reconocimiento para construir país; cuaderno del Informe de Desarrollo Humano Colombia 2011. Rodolfo Eduardo de Roux Guerrero. El dolor de la tierra (novela sobre realidad campesina colombiana). Editorial Asesores Culturales. Bogotá, 2004. Wladislaw Reymont (1867-1925) Los Campesinos: otoño , invierno, primavera, verano. El autor, de nacionalidad polaca, obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1924, su destacada novela se publicó entre 1904 y 1909, esta fue determinante para la obtención del máximo galardón literario. Es un texto clásico para presentar la realidad de los campesinos de su país, texto que se puede extender a las comunidades rurales del mundo entero.

4 Gerardo Remolina Vargas. Los fundamentos de una ilusión: Dios y la religión, ilusión o realidad? Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2016.

5 Uvas deficientes, de mal sabor, inmaduras, subdesarrolladas.

6 Isaías 5: 2

7 Isaías 5: 7

8 José Luis Sicre. Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas de Israel. Cristiandad. Madrid, 1984.

9 Gonzalo de la Torre Guerrero. Las parábolas que narró Jesús: la revolucionaria revelación de la conciencia de Jesús. Fundación Universitaria Claretiana. Quibdó, 2019. Edición para uso de los estudiantes.

10 José Antonio Pagola. Jesús, aproximación histórica. PPC. Madrid, 2007. De este conocido estudio sobre Jesús recomendamos la lectura del capítulo 12 titulado “Conflictivo y peligroso” en el que trata su fuerte desacuerdo y frecuentes controversias con los dirigentes religiosos del judaísmo de su tiempo (páginas 333 a 369). Ed Parish Sanders. Jesús y el judaísmo. Trotta. Madrid, 2004. Jacques Schlosser. Jesús, el profeta de Galilea. Sígueme. Salamanca, 2005.

11 Mateo 21: 37-39

12 Juan 10: 10

13 Sabiduría 11: 26

14 Mateo 21: 43

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