domingo, 29 de noviembre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 29 DE NOVIEMBRE 2020 DOMINGO I DE ADVIENTO CICLO B

 

“Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: estén despiertos”

(Marcos 13: 37)

 

Lecturas:

1.   Isaías 63: 16-19 y 64: 2-7

2.   Salmo 79

3.   1 Corintios 1: 3-9

4.   Marcos 13: 33-37

 

Es frecuente , en la historia de la humanidad, encontrarnos con crisis, desencantos, pesimismos, sentimientos de fracaso y de vacío existencial. Son muchas y variadas las causas de estos fenómenos, como la  fractura de las grandes utopías que movilizan la historia, el escepticismo ante los ideales, guerras, pobreza, precariedad de los liderazgos, tragedias naturales, pandemias como la que ahora vivimos en este arduo 2020, mentiras e injusticias por parte de los dirigentes, anquilosamiento de las tradiciones religiosas, , modelos políticos y económicos carentes de humanismo. Aunque sea muy fuerte reconocerlo, no podemos evadir la inevitable confrontación con estas dolorosas realidades.[1]

Equivale  esta constatación a convertirnos en profetas de desgracias, capitular ante tantas contradicciones, renunciar al entusiasmo y a la creatividad, a la pasión por la vida, sumirnos en una depresión irreversible?  El pueblo de Israel, al que podemos mirar como un significativo paradigma de nuestras propias biografías y de la historia,  nos brinda luces y esperanzas , resurgir de la vida , primavera y resurrección.

A qué se nos parece lo que dice la primera lectura, del profeta Isaías? Vuelve el pueblo israelita a su tierra, después de largos años de exilio y cautividad en Babilonia, experiencia de dura confrontación y despojo de los elementos esenciales de su identidad social y religiosa: “Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia!” . [2]

El lenguaje de este texto revela una dolorida conciencia de su desamor a Dios y del alejamiento de los compromisos adquiridos con El en la alianza, entre líneas podemos percibir el triste  sentimiento de haber merecido la deportación a Babilonia, como castigo por sus infidelidades. Pero ahora, a pesar de ese desastre, viene también la intención de restablecer todo lo perdido, de volver a ser una nación íntegra, animada por ese Dios del que un día se apartaron.

La recuperación de la esperanza  se torna imperativo con el compromiso de transformar las realidades presentes.[3] En nuestro país, no por pecados ni por faltas de las comunidades, sino por la gravísima injusticia de grupos armados, señores de muerte y de violencia, muchas buenas personas, principalmente campesinos laboriosos, han sido desposeídos de sus tierras y lanzados al cruel desplazamiento de sus lugares de vida y de trabajo. Eterno drama que sigue afectando gravemente nuestro tejido social a pesar de los logros de los acuerdos de paz. También contribuye decisivamente a este desorden el modelo económico imperante que no propende por la justicia y por la equidad. La tarea histórica nuestra  es emprender una vida nueva, en armonía y   equidad, creando constantemente las condiciones de posibilidad para la deseada convivencia que permita el desarrollo integral de los habitantes de Colombia. [4]

La comunidad judía en la que surge ese texto de Isaías retorna del exilio con el desafío de reconstruír los fundamentos de la nación, la ciudad de Jerusalén, el templo. No era un reto fácil. La mayoría de los exiliados ya se habían organizado en Babilonia y en otras regiones del imperio caldeo. La mayor parte de los que habían llegado desde Judea,  cincuenta años antes,  ya habían muerto y sus descendientes no sentían gran nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los habían invitado continuamente a reconocer los errores que los habían llevado a la ruina, pero la mayoría de la población ignoraba a estos mediadores de Yavé: “Desde hace mucho tiempo somos la gente que tú ya no gobiernas y que ya no lleva tu apellido” . [5]

Algunos tomaron en serio el proyecto de restaurar la identidad, las instituciones, la organización de la comunidad, pero no contaron con mayor apoyo, a muchos les parecía que era algo loco e innecesario, para qué retornar a Jerusalén si ya todo está perdido, ausencia total de esperanza. Qué hacer ante tales coyunturas? Pasándolo a nosotros: la corrupción imperante en muchos ámbitos de nuestra sociedad,   tiene tal poder que echa a pique toda nuestra ilusión de ser un pueblo de gente honesta? Los desequilibrios  del modelo económico vigente tienen la capacidad de eliminar nuestras expectativas de justicia, equidad e inclusión? Seremos superiores a estas contradicciones?

Siempre se requiere un resto fiel que mantenga viva la llama del sentido de la vida, de la confianza en el Dios que dinamiza la historia y que suscita movimientos liberadores, que confronta nuestros miedos e inercias para lanzarnos a la tarea de restablecer el sentimiento colectivo de dignidad: “Y sin embargo, Yavé, tú eres nuestro padre, nosotros somos la greda y tú eres el alfarero. Todos nosotros fuimos hechos por tus manos” .[6]

No vamos a transformar nuestra realidad convirtiéndonos en profetas de desgracias ni haciendo eco y juego a los políticos que pretenden polarizarnos con fundamentalismos intransigentes. El ser humano nuevo que surge de la experiencia de Dios y del hermano debe estar dotado de creatividad y de vigoroso talento innovador para demostrar que sí  es  posible  instaurar la nueva humanidad.[7]

Hacemos estas consideraciones en el comienzo del Adviento 2020, un año fuerte en nuestro mundo, la pandemia del corona virus es un azote que cubre a todo el planeta, las cifras sobre fallecidos y contagiados son enormes, se hacen ingentes esfuerzos por parte de las entidades sanitarias para prevenir, controlar, dando lo mejor de sí mismos para intervenir con todos los avances de la ciencia médica, pero el covid 19 de momento no se detiene, su agresividad es desbordante. Esto nos ha obligado a forzadas cuarentenas, a pérdida de empleos y de ingresos económicos, a modificar totalmente nuestros hábitos cotidianos, a experimentar angustia ante la limitación del encuentro presencial con los seres queridos, a no poder acompañar a muchos de ellos en los momentos finales de la vida, a sufrir crisis emocionales profundas.

Qué proponemos desde nuestra fe en el Señor Resucitado? Cómo el anuncio de la Buena Noticia de Jesús, hecho con responsabilidad histórica, en honda conexión con estas realidades, se torna alternativa de sentido en estas circunstancias?[8] En ese sentido entendemos la invitación de Jesús a mantenernos despiertos: “Estén  despiertos ya que no saben cuándo regresará el dueño de la casa. Puede ser al atardecer, o a media noche, o al canto del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de repente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: estén despiertos” .[9] 

La interpretación que se daba a estos textos del evangelio que apuntan hacia el futuro o hacia la escatología era muy impregnada de fatalismo y de temor: se tenía en mente a un Dios justiciero que señalaba plazos perentorios que podían cumplirse de un momento a otro, con esto se alimentaba el miedo a El, se limitaba notablemente el sano disfrute de la vida, y la religiosidad se convertía en una amargada y temerosa preparación para la muerte, sin la más mínima incidencia en la justicia o en la fraternidad.

Este miedo funcionó durante siglos, con una imagen mítica de Dios, calcada de los emperadores totalitarios o de los señores feudales que hacían y deshacían con sus súbditos lo que se les antojaba. Había pavor a la condenación eterna, muy propio de la cristiandad medieval y barroca, con desafortunada persistencia en no pocas mentalidades y ambientes de nuestro tiempo. Qué tiene que ver eso con el Dios gozoso que viene para nuestra salvación? Cómo recuperar el sentido de lo teologal en cuanto incremento cualitativo de dignidad, de libertad, impulso para una humanidad que , bien arraigada en la realidad, se proyecta a la trascendencia desde unos contextos históricos liberados y liberadores, anticipo de la plenitud definitiva? Cómo regresar de nuestros exilios para realizar la plena narrativa de la liberación? [10]

Qué advenimiento espera la humanidad contemporánea? Cómo vivir el espíritu de adviento en sociedades que no esperan nada? Cómo hacer vigente el sentido del Reino de Dios y su justicia con toda la intensidad profética del proyecto de Jesús, del reencantamiento del ser humano y de su historia, de superar el síndrome del fracaso y del exilio?

Nuestro proceso de paz, la reivindicación de las víctimas, la justicia especial para este proceso, la creación de condiciones que hagan posible una convivencia sensata y dialogante, las determinaciones que hagan efectivas  las oportunidades para todos, son concreciones del advenimiento del Reino entre nosotros. La esperanza cristiana apunta a la consumación definitiva y al mismo tiempo trabaja con ahínco para demostrar que esa plenitud debe empezar aquí en la historia.

Pablo, animando a los  cristianos de Corinto ante desalientos y crisis entre ellos, dice: “Sin cesar doy gracias a mi Dios  por ustedes y por la gracia de Dios que recibieron en Cristo Jesús. Pues en él han recibido todas las riquezas, tanto las de la palabra como las del conocimiento, al mismo tiempo que se hacían firmes en la fe. Ahora no les falta ningún don espiritual y quedan esperando la venida gloriosa de Cristo Jesús nuestro Señor” . [11] Somos hijos legítimos de la gran utopía de Jesús, la de las bienaventuranzas, la que nos implica en la llegada de este nuevo orden de vida, de dignidad, de esperanza efectiva y afectiva para todos.

Cada vez se perfila mejor: crear un mundo nuevo, fraternal y solidario, sin imperios ni transnacionales explotadores de los pobres, sin compra de honras y conciencias, sin destrucción de la casa común, sin brutales dominios de unos sobre otros, sin esquizofrenia consumista…Tarea apasionante a la que Jesús nos invita, y pone en alerta: “Lo que le digo a ustedes se lo digo a todos: estén despiertos” .[12]

Adviento 2020, resignificando nuestra historia , encarnados en la misma, con polo a tierra solemos decir, tomando la iniciativa de Jesús que nos invita a vivir en vigilancia creativa, para no derrochar esta oportunidad de dar a todos las mejores y más definitivas razones para la esperanza.

 

Antonio José Sarmiento Nova, S.J.

 

 

 

 



[1] Araceli Damián. Crisis global, económica, social y ambiental. Publicado en Revista de estudios demográficos y urbanos. Volumen 30 número 1 (88) 2015, páginas 159-199. Colegio de México, México D.F., 2015 .  Gabriel Careaga. El siglo desgarrado: crisis de la razón y la modernidad. Cal y Arena editores. México D.F., 1989. Bárbara Tuchman. La marcha de la locura: la sinrazón desde Troya hasta  Vietnam. Fondo de Cultura Económica. México D.F. , 1989. Carlos Valverde. Génesis, estructura y crisis de la modernidad. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1996. Michael Howard & W. Roger Louis (Editores). Historia Oxford siglo XX. Planeta. Barcelona, 1999.

[2] Isaías 63: 17

[3] Jürgen Moltmann. Teología de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 1987; Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca, 1971. El experimento esperanza. Sígueme. Salamanca, 1985. Esperanza para un mundo inacabado. Trotta. Madrid, 2008. La justicia crea futuro: política de paz y ética de la creación en un mundo amenazado. Sal Terrae. Santander, 2010. Moltmann, nacido en 1926, es miembro de la Iglesia Evangélica Luterana de Alemania, vivió con gran intensidad la crisis y el desencanto de la segunda guerra mundial, su propio país embarcado en la demencia hitleriana y nazi, fue obligado a vincularse al ejército, luego prisionero en un campo de concentración. En estas circunstancias conoció a cristianos sólidos, resilientes, y desde ahí empezó su notable aventura teológica y espiritual que tiene en la esperanza cristiana el núcleo de su pensamiento y de su praxis pastoral.

[4] Francisco de Roux. La audacia de la paz imperfecta. Planeta. Bogotá, 2018. Vicenc Fisas. Cultura de paz y gestión de conflictos. Icaria Editorial/Unesco. Barcelona, 1998. Johan Galtung. Tras la violencia tres R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Bakeaz Guernica Gogoratuz. Bilbao, 1998. Hans Küng. Proyecto de una ética mundial. Trotta. Madrid, 1991.

[5] Isaías 63: 19

[6] Isaías 64: 7

[7] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD. Colombia rural: razones para la esperanza. Informe nacional de desarrollo humano 2011. PNUD. Bogotá, 2011. Horacio Arango Arango, S.J. Razones para la esperanza: textos sobre sociedad, paz, educación y espiritualidad 1998-2016. Centro de Fe y Culturas. Medellín, 2017. Jaume Botey. Construír la esperanza. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2008.

[8] Fernando Ayuso (editor). Tejer historias: comunicar esperanza en tiempos de pandemia. Publicaciones Claretianas. Madrid, 2020.

[9] Marcos 13: 35-37

[11] 1 Corintios 1: 4-7

[12] Marcos 13: 37

domingo, 22 de noviembre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 22 DE NOVIEMBRE 2020 SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO CICLO A

 

Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. El es el primer fruto de la cosecha: ha sido el primero en resucitar”

(1 Corintios 15: 20)



Lecturas:

  1. Ezequiel 34: 11-12 y 15-17

  2. Salmo 22

  3. 1 Corintios 15: 20-28

  4. Mateo 25: 31-46



En la película de Franco Zeffirelli 1, “Hermano sol, hermana luna”,2 sobre la vida de San Francisco de Asís, hay una escena de gran fuerza simbólica, protagonizada por el santo. Está él en la catedral de Asís, en la misa mayor del domingo, presidida por el obispo de la ciudad, nuestro joven asiste con sus padres, rodeado de gentes pudientes, lujosamente vestidas, en el rostro del muchacho se refleja notable ansiedad, ya ha vivido el fracaso de su alistamiento en la cruzada y ha empezado a experimentar el vacío de su vida actual y el deseo de algo más auténtico y liberador; en la parte trasera del templo están los pobres, desharrapados y revelando en su rostro el clamor del reconocimiento, totalmente separados de los ricos por una valla que les impide dar paso adelante. El altar mayor está presidido por un Cristo coronado como rey; Francisco mira ansiosamente a uno y otro lado, mira al Cristo, a sus padres, a los pobres, su amiga Clara percibe su desasosiego, la cámara registra con rapidez las diversas sensibilidades manifestadas en los rostros de los diversos actores. En el momento culminante, Francisco grita, manifestando así su profunda inconformidad con esa abominable separación de ricos y pobres, con el desprecio manifestado a estos, con la liturgia carente de vida y de comunidad, con el rubicundo obispo desentendido de la realidad, con la vanidad de los ricos, con el grito de la pobrecía, con el Cristo de apariencia monárquica.

Este no es el mundo que ahora busca el joven de Asís, su cambio empieza por una protesta profética en contra de una iglesia y de una sociedad que no saben del reino de Dios y su justicia. Francisco abandona la compañía de los aristócratas, incluyendo a sus padres, y sale caminando hacia los pobres. Lo que el Espíritu suscita en él es un retorno a la originalidad del Evangelio, a la fraternidad universal, a la reivindicación de los pobres, a la comunión con la naturaleza. Por eso, rompe con su modelo de hijo de familia rica, corre el riesgo de aventurarse en el proyecto de Jesús, en el que, humildemente, se convierte en referente universal, aún vigente ocho siglos después.

En la alta Edad Media la Iglesia en general se había hecho muy poderosa, era una entidad político-eclesiástica, determinante en la sociedad europea de entonces, el estilo de vida de la mayoría de papas y jerarcas distaba mucho del evangelio . Con Francisco de Asís se introduce una corriente renovadora que vuelve por los fueros originales de las bienaventuranzas, de la fraternidad y la vida austera, de la solidaridad con los más pobres, de la comunión con la naturaleza.3 Es la fuerza del Espíritu que recuerda al mundo cristiano dónde se fundamenta el proyecto de Dios mediado en la persona de Jesucristo. La escena referida simboliza con vigor el cambio de paradigma al que se aspira, al que tienden Francisco y todas las personas y grupos que empiezan a seguirlo, porque Jesús no es un rey al estilo del mundo, no es lo suyo la supremacía como la de los poderosos de la tierra, su señorío transita por caminos radicalmente diferentes.

Sí, hablamos de Jesucristo Rey del Universo, pero de qué tipo de rey estamos hablando? Vale la pena proponer el contexto histórico y social en el que fue establecida esta fiesta , la que celebramos en este último domingo del año litúrgico, para comprender su origen y para apropiar la intención de San Francisco de Asís, tan evocado y actualizado en estos últimos años por el Papa Francisco. 4

Esta fue instituída en 1925 por el Papa Pío XI, en un ambiente de notables dificultades entre el Obispo de Roma y el estado italiano, habían pasado los tormentosos años del movimiento de reunificación italiana, en el que el papado había perdido la soberanía de los que desde la Edad Media se llamaron estados pontificios, que convertían al papa en un poderoso señor temporal, con prerrogativas políticas y militares de alto calado. Allí el lugar del Papa se reduce ahora al pequeño barrio romano conocido como el Vaticano, la Iglesia Católica, todavía en plan de contrarreforma y de defensa de sus intereses, se repliega sobre sí misma y se resiste a abdicar de la soberanía vivida desde los lejanos tiempos medievales.

Al confesar a Cristo como rey universal, se quería expresar con ello el deseo de que también la Iglesia participara de esa realeza, con los privilegios inherentes y el correspondiente reconocimiento por parte de los estados llamados cristianos. No se resignaban el papa ni la mayoría de cardenales y obispos a dejar de ser un referente canonizado por la legislación y por la cultura dominante, con clara superioridad sobre las demás tradiciones religiosas distintas del cristianismo católico. Durante mucho tiempo el título de Cristo Rey y la referencia al reinado social del Corazón de Jesús, incluyeron esos aspectos en los que especialmente la Iglesia Católica se autoencumbró, olvidando que la práctica de Jesús fue radicalmente contraria a esta mentalidad. 5

En el caso colombiano, el respaldo católico al partido conservador, el establecimiento del concordato en 1886 entre la Santa Sede y el estado de Colombia, fue la concreción de este ideal de cristiandad, propio de una sociedad y cultura excesivamente homogéneas, y ajenas a la libertad religiosa y al ecumenismo, invocando también para la Iglesia poder y supremacía .6

Este prolongado contexto histórico es para que podamos apreciar mejor lo que nos propone la Palabra en este domingo, sobre el “rey” Jesús, para Dios mismo y para las comunidades del Nuevo Testamento , Señor, Salvador, Redentor, Liberador, desde el despojo dramático de su nacimiento “extramuros” en Belén y desde la soledad de la cruz. Un rey sin cetro ni corona! 7

Cuando en el lenguaje evangélico se habla del “Reino de Dios y su justicia”, categoría que se aplica al mensaje y a la práctica de Jesús, se alude a un orden de vida comunitario, fraternal, igualitario, servicial, austero, solidario, significando que ante Dios – tal como se manifiesta en Jesús – todos los seres humanos somos iguales y poseemos una común dignidad. 8

Jesús lo concreta en las Bienaventuranzas, contenido que expresa los valores prioritarios de su misión, de la comunicación que El hace del Padre Dios, de la acogida equitativa a todas las personas, principalmente a los más pobres y abandonados por la sociedad. El nunca se proclamó rey, lo que hizo fue ponerse al servicio total del Reino, la causa por la que dio su vida. Jesús se hace presente en la historia de la humanidad para anunciar una Buena Noticia de vida y de salvación, noticia que procede de Dios mismo, por eso Jesús choca con la injusticia sociopolítica y religiosa de su tiempo, y reivindica proféticamente la dignidad del ser humano, preferentemente de los humillados y ofendidos.

En este contexto entendemos bien el evangelio que se proclama este domingo, que hace parte del capítulo 25 de Mateo, orientado a revisar las grandes intencionalidades de Dios, también las grandes intencionalidades de los humanos, para verificar si estas últimas se inscriben en esa lógica de su reino. El criterio que propone Mateo para evaluar si la vida de alguien se realizó a cabalidad, si se salvó, es el de la solidaridad con los últimos del mundo, y lo hace con una imagen fuerte : “Señor, cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos? El Rey les contestará: les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron. Esos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” . 9

El anuncio del reino por parte de Jesús deja claro que la verdadera religión tiene su punto central de definición en una vida que es agradable a Dios y, por lo mismo, justa con el prójimo, promotora de su dignidad.

Del espíritu del Reino debemos destacar la preocupación de Jesús por la gente, el exquisito cuidado que les prodigaba, la delicadeza en el trato, la escucha paciente de sus cuitas y necesidades, su compromiso con todos. No en vano el evangelio de Juan ha acudido a la figura del Buen Pastor para caracterizar esta manera de proceder del Señor: “Yo soy el buen pastor. Así como mi padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas” .10 Estos lineamientos son fundamentales en el ministerio del papa Francisco, la misma inspiración que él tiene en el santo de Asís nos habla elocuentemente de una pasión por rescatar la Buena Noticia y por hacer de la Iglesia una comunidad de comunidades con esa fundamentación.

El evangelio de Mateo no está centrado en el triunfo de Jesucristo , que lo supone y asume, sino en la conducta que debemos tener para participar en su Reino, el compromiso con los más débiles, participar de la misma misión restauradora de Jesús, afirmar el valor indiscutible del ser humano en perspectiva teologal. Jesucristo, como lo afirmamos en nuestra fe, es la nueva humanidad y es la plenitud de la historia, en El se realiza el modo de ser humano sustancialmente filial , con respecto al Padre, y sustancialmente fraternal, con respecto al prójimo.11

El ha vencido el poder del pecado, de la injusticia, de la muerte y se constituye en el primogénito de la nueva creación, ese dinamismo de salvación ya se ha empezado a construír en la historia y apunta al mundo definitivo, garantía de nuestra esperanza: “Y cuando todo haya quedado sometido a Cristo, entonces Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá a Dios, que es quien sometió a él todas las cosas. Así, Dios será todo en todo” . 12

Cuando las regímenes totalitarios, la economía de mercado, el descuido de la casa común, la manipulación del ser humano por sus semejantes, la injusticia y la exclusión, predominan y siembran desencanto y muerte en el mundo, la afirmación cristiana de la plenitud de Jesucristo, Señor de la Historia, debe verterse en un trabajo apasionado por el ser humano, por la dignidad de la vida, por la justicia, por las mejores y más decisivas razones para vivir en la esperanza. La Iglesia se legitima cuando se vacía de sus privilegios institucionales, cuando no reclama para sí reconocimientos de poder, cuando se configura con su rey Crucificado, cuando renuncia a los pedestales y sale a servir hombro a hombro con toda la humanidad. El Señor Jesucristo es “real” por estar inserto salvíficamente en esa realidad que clama sentido y liberación definitivos.13 Tal como Francisco de Asís.









1 Célebre director de cine, italiano (1923-2019), muy conocido por producciones destacadas en la cinematografía del siglo XX como “Jesús de Nazareth” (1977), “Romeo y Julieta” (1968), “El Campeón” (1979), “Turandot” (1989), “Té con Mussolini” (1999), “Hamlet” (1990).

2 Producida en 1972. Pueden ver la película, en italiano (no la conseguimos con subtítulos en castellano) en https://www.youtube.com/watch?vXfcp93itq

3 Leonardo Boff. Francisco de Asís ternura y vigor. Sal Terrae. Santander, 1982. Alvaro Pombo. Vida de San Francisco de Asís. Ariel. Barcelona, 2015. Nikos Kazantzakis. El pobre de Asís. Ediciones Lohlé-Lumen. Buenos Aires, 1996. Eloi Leclerc. Sabiduría de un pobre. Ediciones Encuentro. Madrid, 2007. Raoul Manselli (editor). Para mejor conocer a Francisco de Asís. Ediciones Franciscanas. Arantzazu, 2008.

4 Papa Francisco. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Tipografía Vaticana. Ciudad del Vaticano, octubre 2020. La expresión “Fratelli Tutti” la toma literalmente el papa de palabras textuales del santo de Asís.

5 Fernando Retamal. El ejercicio del poder en la Iglesia. Publicado en revista Teología y Vida volumen XLV (2004); páginas 318-352. Facultad de Teología Pontificia Universidad Católica de Chile. Débora Ranieri de Cechini. La autoridad cristiana en el medioevo: configuración del régimen político europeo en la cristiandad. Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 2006.

6 Luis Javier Ortiz Meza. La Iglesia Católica y la formación del estado-nación en América Latina: el caso colombiano. En https://www.scielo.br/pdf/alm/n6/2236-4633-alm-06-00005.pdf José David Cortés Guerrero. Regeneración, intransigencia y régimen de cristiandad. En https://www.revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.7440/histcrit15/1997.00

7 Krety Sanhueza. Jesucristo, prototipo de justicia y martirio a favor de los pobres y marginados. Publicado en Revista Cuestiones Teológicas volumen 43 Número 99 enero-junio 2016; páginas 175-197. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. Jon Sobrino. La fe en Jesucristo: ensayo desde las víctimas. Trotta. Madrid, 1999.

8 José Antonio Pagola. Recuperar el proyecto de Jesús. PPC. Madrid, 2011. José María Castillo & Juan Antonio Estrada. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2000. Hugo Echegaray.. La práctica de Jesús. Centro de Estudios y Publicaciones. Lima, 1986.

9 Mateo 25: 44-46

10 Juan 10: 14-16

11 Walter Kasper. Jesús, el Cristo. Sígueme. Salamanca, 1987. Jon Sobrino. Cristología desde América Latina. Centro de Reflexión Teológica Jesuítas México, 1978.

12 1 Corintios 15: 28.

13 José María Castillo. La alternativa cristiana. Sígueme. Salamanca, 1985.

domingo, 15 de noviembre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 15 DE NOVIEMBRE 2020 DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

Todos ustedes son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad; por eso no debemos dormir como los otros, sino mantenernos despiertos y en nuestro sano juicio”

(1 Tesalonicenses 5: 5-6)



Lecturas:

  1. Proverbios 31: 10-31

  2. Salmo 127

  3. 1Tesalonicenses 5: 1-6

  4. Mateo 25: 14-30

El centro del mensaje de este domingo se condensa en la muy conocida parábola de los talentos (forma de llamar a unas monedas de oro en aquel contexto de Jesús). Para entender todo el contenido hay que mirar el capítulo 25 de Mateo en su totalidad: el domingo anterior vimos la parábola de las jóvenes necias y prudentes a propósito de sus previsiones para la llegada del novio a la fiesta de bodas, la que sigue después de los talentos es la parábola del juicio final. Es un texto muy conocido y divulgado. Mateo habla de las disposiciones para el encuentro definitivo con el Señor, la actitud de vigilancia y el compromiso de solidaridad con los pobres y abandonados, como condiciones para que ese encuentro sea pleno y bienaventurado.

No está de más recordar que no se trata de lo que sucederá en el “último momento”, su alusión es a todo el proyecto de vida de una persona que asume su ser y su quehacer con un compromiso serio, responsable, poniendo en juego todas sus cualidades para desarrollarse integralmente sirviendo al prójimo, ejerciendo la justicia, siendo creativa y proactiva, cimentando todo lo suyo en la honestidad, dando pleno rendimiento a todo lo recibido en clave de fraternidad y de solidaridad.

Es decir, una vida aprovechada al máximo en la perspectiva de Dios y del hermano. Son los requerimientos para la valoración decisiva de la existencia, para saber si esta se desperdició o si fue terreno fecundo para el amor.

Hay que tener cuidado con la ideología neoliberal que nos habla de hombres y mujeres exitosos, que nos señala de modo sofisticado unos indicadores del buen ser, entre los que se cuentan la belleza física, el roce social, las ganancias económicas, el talante competitivo, la obtención de títulos, la carrera de ascensos, los aplausos de la sociedad, la pertenencia a círculos de poder, la capacidad adquisitiva. Cierto tipo de teología neoconservadora identificada con una prosperidad material que sería manifestación del favor de Dios para quienes lo agrada, es muy común en algunos medios religiosos de tipo fundamentalista. El evangelio nos suministra los mejores elementos críticos para desvelar este tipo de engaños.

Resulta bien claro que esta no es la propuesta de Jesús, en el espíritu de las bienaventuranzas su oferta de sentido transita por los caminos de la pasión por la dignidad humana, de la justa reivindicación de los más pobres, de la negativa a todo tipo de carrerismo, de un tenor de vida austero, del servicio como constante en toda actuación, de la denuncia profética de esa seudoideología de felicidad superficial, del adoptar una postura definitivamente libre – con la misma libertad de Jesús – ante todas estas seducciones que van en pos de un ser humano deficiente en trascendencia, en espiritualidad, en humanismo, en ética y en moralidad.

El mundo capitalista predica como valores la eficacia, los altos rendimientos financieros, el aumento de la productividad, la competencia individualista, el tener por encima del ser, en lo suyo no hay una afirmación radical de la dignidad humana y de la justicia y del reconocimiento que a ellas se deben como esencia del modelo económico.

Muchos son los críticos de este sistema, desde papas como Juan XXIII; Pablo VI, Juan Pablo II, Francisco, que en sus encíclicas sociales han señalado las graves fisuras morales de ese ordenamiento, pasando por la intensidad profética de la Teología de la Liberación y por los análisis de pensadores como Erich Fromm con su psicoanálisis de la sociedad contemporánea, Joseph Stiglitz con su malestar en la globalización y Zygmunt Bauman con sus planteamientos sobre la sociedad y la cultura líquidas.

Cuál es , entonces, el ser humano por el que se trabaja en el Evangelio? Cuáles son los requerimientos de esa vigilancia, de esa vida lograda, a cuya atención nos llama Jesús? Imaginémonos una “eficiencia cristiana”. Del Evangelio se deduce perfectamente un modelo de vida contracultural, contestatario, liberador, que anuncia otro orden de cosas, se trata de la eficiencia por el reino de Dios y su justicia, la que está totalmente referida a la solidaridad y al amor: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia porque serán satisfechos. Bienaventurados los compasivos porque Dios tendrá compasión de ellos. Bienaventurados los de corazón limpio porque verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz porque Dios los llamará hijos suyos. Bienaventurados los perseguidos por hacer lo que es justo porque de ellos es el reino de los cielos” .1

Esta es la clave de comprensión de la parábola de los talentos, para que no nos llamemos a engaños. No se trata de fomentar la pobreza y la carencia de iniciativa, ni de desestimular el espíritu laborioso, la intención es crear una cultura de igualdad de condiciones, en la que la productividad económica tenga su referente moral en los principios de equidad y de justicia, del aprovechamiento de los bienes de la vida para que todos se beneficien de los mismos, un dinamismo en el que deben ser simultáneos los movimientos de reducción de la concentración de riqueza en unos pocos y de concentración de pobreza en unas mayorías. Esto es pura doctrina social de la Iglesia!

La frustración de la vida, en el caso del tercer hombre: “Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en tierra” ,2 y en el momento de la rendición de cuentas fue amonestado por el patrono: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses” ,3 alude claramente a la existencia que no se interesó en el prójimo, al pesimismo paralizante, al no haber tomado como punto de partida el referente de las bienaventuranzas. De esto último es de lo que estamos llamados a dar cuenta ante Dios y ante la humanidad.

En el bello y clásico texto de la primera lectura, la mujer ideal que propone como modelo el libro de Proverbios capitulo 31, encontramos una síntesis de ese ideal de persona que aprovechó con inteligencia y sabiduría todos sus talentos: “Se reviste de fortaleza y con ánimo se dispone a trabajar” , 4“Siempre tiende la mano a los pobres y a los necesitados” , 5“Se reviste de fuerza y dignidad y el día de mañana no le preocupa” ,6 “Está atenta a la marcha de su casa y jamás come lo que no ha ganado” 7“Sus hijos y su esposo la alaban y le dicen: Mujeres buenas hay muchas pero tú eres la mejor de todas” ,8 “Los encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión, pero la mujer que honra al Señor es digna de alabanza” . 9

Pensemos en tantas personas buenas y emprendedoras que, en medio de circunstancias adversas de sus vidas y de su entorno, se hacen líderes que promueven sus comunidades para organizarlas logrando representatividad ante las instancias de gobierno, hacen frente a los poderosos injustos y explotadores, no se amilanan ante el acoso de los violentos, desarrollan proyectos de economía comunitaria, afirman en todo la dignidad de sus gentes, dan aliento y estímulo permanentes para no bajar la guardia ante las contradicciones de la vida. Esto es cultura de solidaridad, eficiencia comunitaria, rendimiento integral de la existencia, sentido de trascendencia hacia Dios y hacia el prójimo. El proyecto de Jesús es el de una humanidad nueva en constante crecimiento de justicia y de fraternidad.

Cristianamente no podemos aceptar un sistema que rinde culto idolátrico al enriquecimiento sin justicia, que descarta a los que no producen, que pone la eficiencia material como criterio dominante, que no tiene en cuenta las necesidades de todos, que genera despilfarro y destrucción de los recursos naturales, que no cuida la casa común, que le rinde culto al mercado y al consumismo. La eficiencia en clave de Jesús, el logro de la vida, el aprovechamiento de los talentos, tiene su fundamento en la dignidad del ser humano que es hijo de Dios y hermano de todos.

Las palabras de Pablo en la segunda lectura señalan con nitidez el horizonte de trascendencia al que estamos llamados para lograr una vida genuinamente aprovechada y desarrollada: “Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad, para que el día del regreso del Señor los sorprenda como un ladrón. Todos ustedes son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad; por eso no debemos dormir como los otros, sino mantenernos despiertos y en nuestro sano juicio” .10

Vivir en la alerta de Dios, lo que aquí llamamos vigilancia, no es estar con el temor permanente ante la muerte, ni con el miedo culpable que inculcan los predicadores de desgracias que manipulan a su antojo el Evangelio, la jugada maestra es una vida que se dedica por completo a Dios y al prójimo en feliz simultaneidad, que sirve e impulsa las capacidades de todos, que no se arredra ante los difíciles retos de la realidad, que trabaja honestamente para servir y para ganar el sustento digno, que se empeña en el crecimiento armónico de todos los que están en su entorno, que hace de su humanidad un sacramento de la creatividad originada en el mismísimo Dios. Eso es fructificar los talentos en estilo humanista y cristiano.





1 Mateo 5: 6-10

2 Mateo 25: 18

3 Mateo 25: 26-27

4 Proverbios 31: 17

5 Proverbios 31. 20

6 Proverbios 31: 25

7 Proverbios 31: 27

8 Proverbios 31: 29

9 Proverbios 31: 30

10 1 Tesalonicenses 5: 4-6

domingo, 8 de noviembre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 8 DE NOVIEMBRE 2020 DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio”

(Mateo 25: 13)



Lecturas:

  1. Sabiduría 6: 12-16

  2. Salmo 62

  3. 1 Tesalonicenses 4: 13-17

  4. Mateo 25: 1-13

En los tres domingos restantes del año litúrgico vamos a considerar todo el capítulo 25 de Mateo: parábolas de las diez vírgenes, talentos y juicio final. Una distorsionada interpretación del sentido de estas puede “asustar”, causar angustia. Por eso, en el comienzo de esta reflexión, invitamos a despojarse de esa mentalidad, incompatible con el proyecto de Jesús. La advertencia de Mateo a la comunidad a la que dirige su evangelio es para poner en guardia a los cristianos acerca de las consecuencias de sus actitudes vitales. Es un asunto de libertad, de sentido pleno de la vida, de seriedad existencial: verificar si la vida que llevamos es fecunda, si responde a lo esencial, si sirve al prójimo, si trasciende del ego hacia el tú y hacia el nosotros, si aportamos a la construcción de una mejor humanidad, si la Buena Noticia de Jesús modela en cada uno un ser humano en plan de solidaridad y de servicio.

Esa interpretación distorsionada a la que nos referimos es aquella que se plasma en frases como “Dios te coja confesado”, clarísimo insulto a Dios y a todo el mensaje de Jesús, porque insiste en el castigo, en la culpa enfermiza, en la intransigencia teologal, en la religiosidad sombría de una muerte que no se vislumbra como experiencia de plenitud. Concepciones como esta son proyecciones neuróticas de seres humanos que no atinan con su libertad y con su felicidad, 1 ideas totalmente distantes de la originalidad de Jesús!

En este domingo y en el siguiente se nos plantea el asunto fundamental de la esperanza, de la vida entendida y vivida en clave de Dios, de la nueva humanidad que sucede gracias a la intervención que El hace para nosotros en la persona de Jesús, con carácter definitivo.2 Se trata de pensar en la finalidad de la existencia, y también en su final-comienzo, advirtiendo que el cristianismo original nunca lo asume con el sentimiento trágico propio de cierto “terrorismo religioso”.

A esto se refiere la parábola de las muchachas necias y prudentes, unas y otras son paradigmas de cómo se lleva la vida, con improvisaciones y urgencias desmedidas, sometimientos y esclavitudes, arrogancias y vanidades , en el caso de las primeras; con sentido de lo esencial, responsabilidad histórica, apertura a la trascendencia, projimidad, rectitud existencial, en el caso de las segundas.

Con estos antecedentes no se puede incurrir en una interpretación moralista del mensaje, infundiendo temores cuando se trata de valorar la totalidad de la vida, imaginando infiernos y condenaciones , con todas las angustias que acompañan estos imaginarios. El final no se entiende como el agotamiento definitivo de la vida. Lo propio del cristianismo genuino es la realización plena de cada ser humano y de la humanidad entera. Las lecturas de estos domingos son acicate para revisar nuestro ser y quehacer desde esa visión de la esperanza en un Dios siempre empeñado en nuestra felicidad.3

Aporte esencial para este cometido nos proviene de la concepción bíblica de sabiduría,4 : “ La sabiduría resplandece con brillo que no se empaña; los que la aman, la descubren fácilmente; y los que la buscan, la encuentran; ella misma se da a conocer a los que la desean. ….Tener la mente puesta en ella es prudencia consumada” . 5

En la experiencia bíblica el sabio es el que se ha dejado tomar por el sentido esencial de la vida que encuentra en Dios su principio y fundamento, el que tiene la capacidad de ser libre relativizando realidades como el bienestar material, el dinero, el poder, el reconocimiento social, los privilegios, y accede a la vida recta, solidaria, servicial, fraterna, viendo en todo ello la mejor manera de construír un relato vital cargado de trascendencia y de projimidad.

El tema de esta primera lectura conecta con la sensatez de las cinco muchachas llamadas prudentes por el evangelista, las que guardaron la provisión suficiente de aceite para aguardar la llegada del novio: “En cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les dió sueño a todas y por fin se durmieron. Cerca de la medianoche se oyó gritar: Ya viene el novio! Salgan a recibirlo! Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas” .6

Lo que quiere contrastar Jesús con este ejemplo es el sentido de previsión, de vida prudente y sabia en oposición a la improvisación, a la existencia superflua, la que no tiene bases sólidas: “Las despreocupadas llevaron sus lámparas pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo” .7 No estamos hablando de los momentos finales de la vida de un ser humano, cuando las situaciones límite aprietan y nos ponen en trance definitivo, como una enfermedad grave, una ruptura emocional, un fracaso rotundo. La referencia es para tomar en serio la totalidad de nuestro relato vital. 8

La sabiduría , no es un conjunto de conocimientos intelectuales, sino una persona a quien se ama, por quien estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros. En el cristianismo primitivo esta imagen de la sabiduría se aplicó a Jesús, El es la sabiduría de Dios, la expresión definitiva en la que el Padre nos comunica su proyecto de humanidad, de sentido pleno, y nos ofrece la gracia requerida para que, con la respuesta de nuestra libertad, se genere una vida sensata .9

Muchos creen que la vida se arregla a última hora, llamando al sacerdote , al pastor, o al rabino , para que realice un ritual como algo mágico que resuelve de buenas a primeras los errores de una existencia desperdiciada. Ese no es el planteamiento de Jesús. Cuando él dice: “Manténganse ustedes despiertos, porque no saben ni el día ni la hora” ,10 alude a todo nuestro recorrido existencial , llamado a ser progresivamente consistente, abierto a Dios y al prójimo. Ser sabio es cuestión de siempre, de vivir con sentido, de no erigir falsos dioses, de llevar el propio proyecto a los más altos niveles de autenticidad. 11

Estas reflexiones son invitación para revisar con sentido crítico los modelos de humanidad que se plantean desde la cultura “light”, llenos de felicidades epidérmicas, de desprecio por la abnegación y la entrega al prójimo, de búsqueda ansiosa de experiencias llamadas “fuertes” (paraísos artificiales, consumismo, hedonismo a ultranza), como lo señala muy bien el psiquiatra Enrique Rojas: “Se puede decir, llegados a este punto de nuestro recorrido, que el hombre light es sumamente vulnerable. Al principio tiene un cierto atractivo, es chispeante y divertido, pero después ofrece su auténtica imagen; es decir, un ser vacío, hedonista, materialista, sin ideales, evasivo y contradictorio” . 12

Será muy saludable que nos preguntemos qué tipo de aceite alimenta nuestras lámparas, cómo trabajamos en el día a día para avivar el fuego de una vitalidad amorosa y servicial, cómo sabemos ejercer la libertad para desvincularnos de asuntos egoístas, cómo discurrimos por la vida con sabiduría y humildad apuntando a lo esencial, a lo que vale la pena de acuerdo con la invitación que Jesús nos hace a una existencia proactiva y esperanzada.

Todos a lo largo de la vida desarrollamos grandes ilusiones, nos esforzamos por realizar proyectos que nos den plenitud, nos comprometemos en el amor de pareja, en los hijos, en procurar el bien de todos, en una existencia cimentada en valores que consideramos definitivos para el buen vivir, pero también vivimos experiencias dolorosas, rupturas, limitaciones, con la muerte siempre en el horizonte.

La fe cristiana, arraigada en el misterio pascual de Jesús, sabiduría del Padre, nos estimula para una constante tarea de resignificación , pasando de las muertes cotidianas y de la inevitable “hermana muerte” a una novedad creciente en la que Dios mismo se constituye en el garante de que nuestra vigilancia culminará en la vitalidad inagotable contenida en El mismo.

1 Sara García Rueda. Cristianismo auténtico y cristianismo adulterado: la crítica de Nietzsche. Trabajo de grado para obtener el título de Master Universitario en Ciencias de las Religiones. Universidad Complutense de Madrid, 2019 . Javier Garrido. El conflicto con Dios hoy: reflexiones pastorales. Sal Terrae. Santander, 2000. José María Mardones. Matar a nuestros dioses: un Dios para un creyente adulto. PPC. Madrid, 2006.

2 Jürgen Moltmann. Teología de la Esperanza. Sígueme. Salamanca; Esperanza y planificación del futuro: perspectivas teológicas. Sígueme. Salamanca, 1971. Juan Alfaro. Esperanza cristiana y liberación del hombre. Herder. Barcelona, 1976. Ana María Tepedino. Espiritualidad de la esperanza: la experiencia de Dios en tiempos difíciles. Publicado en Theologica Xaveriana 154 (2005), páginas 253-266. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.

3 José María Castillo. Dios y nuestra felicidad. Desclée de Brower. Bilbao, 2009.

4 José Vílchez Líndez. Sabios y sabiduría en Israel. Verbo Divino. Estella, 1995.

5 Sabiduría 6: 12-13 y 15.

6 Mateo 25: 4-7

7 Mateo 25: 3

8 Hans Jonas. El principio de responsabilidad. Herder. Barcelona, 1995.

9 Rafael Aguirre Monasterio. La sabiduría de Jesús y Cristo sabiduría. En Revista Latinoamericana de Teología. Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. San Salvador, 2004.

10 Mateo 25: 13

11 Ignacio Lepp. La existencia auténtica. Carlos Lohlé. Buenos Aires. 1973; Filosofía cristiana de la existencia. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1971.

12 Enrique Rojas. El hombre light: una vida sin valores. Temas de Hoy. Madrid, 1998; página 86.

domingo, 1 de noviembre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 1 DE NOVIEMBRE 2020 SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”

(Mateo 5: 6)



Lecturas

  1. Apocalipsis 7: 2 – 4 y 9 – 14

  2. Salmo 23: 1 – 6

  3. 1 Juan 3: 1 – 3

  4. Mateo 5: 1 – 12

Cómo ser siempre amigos de Dios, muy amigos? Cómo nuestra libertad lo acoge a El en el mayor nivel de intimidad, hasta hacer que sea principio y fundamento de la totalidad de lo que somos y hacemos? Cómo asumir que esta contundencia teologal es al mismo tiempo la mayor garantía de una plena humanidad en nuestro ser? Cómo entender que en la medida en que somos más humanos nos hacemos más divinos y viceversa? 1 Esta solemnidad de Todos los Santos nos dispone a responder estas cuestiones; hace posible también experiencias maravillosas, testimonios de plenitud, cuando abordamos la realidad de la santidad en la comunidad cristiana y en toda la humanidad, tanto en la religiosa como en la no religiosa.

La respuesta nos la da el mismo Dios, El toma la iniciativa que es gratuita y universal, convoca a todos los seres humanos a ser sus amigos, respetando la libertad que tenemos de acogerlo o no. El se propone, no se impone; la postura ante Dios es fundamentalmente un asunto de libertad. Porque es esencial anotar que se trata de una oferta dirigida a todos, sin grupos separados de de santos y perfectos: “Después de esto, ví una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas”. 2

Esta celebración la entendemos como invitación a la unidad de todos los humanos en Dios porque este apasionante camino no consiste en diferenciar quiénes son mejores o peores, sino de tomar conciencia de lo que hay de Dios en nosotros, dando sólido fundamento a nuestra humanidad, con la certeza realista de que no existen personas perfectas, porque en lo humano reside una precariedad inevitable, propia nuestra , porque Dios no necesita eliminar nuestras imperfecciones ,3 lo suyo es amarnos, ejercer la misericordia y propiciar nuestra felicidad en todo sentido.

Conviene decir aquí que la palabra católico significa universal, con frecuencia la hemos estrechado tanto en su significado que la reducimos a aquellos que profesan la fe en Jesucristo en comunión con el Obispo de Roma, el Papa, adoptando a menudo posturas de superioridad y de exclusión con respecto a los cristianos de las otras denominaciones, a los creyentes de otras tradiciones religiosas, y también, con un aire de moralismo farisaico, a los no creyentes y a los agnósticos. Dios es para todos los humanos, El no se circunscribe de modo exclusivo y excluyente al ámbito de ninguna religión. 4

El texto del evangelio que se propone para hoy es el de las bienaventuranzas de Mateo,5 donde Jesùs no està planteando leyes y normas para ser observadas con rigor y milimetrìa, sino que nos està presentando una alternativa de felicidad, de bienaventuranza, de plenitud humana, y para ello señala unos “indicadores”, como los grandes criterios que indican cuàl es ese programa, un humanismo universal que, si bien tiene explícita raigambre cristiana y cristocéntrica, tiene toda la capacidad para ofrecerse a hombres y mujeres de buena voluntad:

  • Felices los que tienen alma de pobres porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos” .6

  • Felices los afligidos porque serán consolados” . 7

  • Felices los pacientes porque recibirán la tierra en herencia” .8

  • Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados” . 9

  • Felices los misericordiosos porque obtendrán misericordia” .10

  • Felices los que tienen el corazón puro , porque verán a Dios” .11

  • Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. 12

  • Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”. 13

  • Y remata con esto: “Felices ustedes , cuando sean insultados y pereseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí” .14

Es una propuesta de felicidad en la que Dios se evidencia en cada persona que opta por vivir de esta manera. Ese es el tipo de ser humano y de santidad que queremos reconocer en este día y siempre. El proyecto de Jesús es el de una “perfecta imperfección”, vida normal con todas las grandezas y fragilidades que son inherentes a la condición humana, siempre en plan de superar las tentaciones del ego, dispuestos al servicio y a la solidaridad, sin ambiciones vanas de éxito individualista y de ascenso en las escalas del poder.

Cada uno de nosotros es perfecto en nuestro verdadero ser: lo que hay de Dios en nosotros, de El sucediendo en nuestras vidas. Es el tesoro que llevamos en vasijas de barro, como dice San Pablo.15 Es una perfección que sucede en humanidades reales, comunes y corrientes, cotidianas, sin la espectacularidad de los que presumen de ser santos y observantes.

Se nos ha inculcado un ideal de ser buenos, perfectos, con un tono voluntarista y rígido, a partir de minuciosos cumplimientos de leyes que se han de cumplir con rigor enfermizo; con un modo de vida sumiso a autoridades, especialmente religiosas, excesivamente sacralizadas. También enemistando esa idea de santidad con la alegría, el disfrute, el gozo de vivir, el placer, considerados pecaminosos por esa estrecha mentalidad. En contrapartida, traemos a la memoria la frase atribuída a Santa Teresa de Avila: “un santo triste, es un triste santo”.

Esta no es la santidad de Jesùs ni la de quienes quieren tomar en serio su oferta de sentido. Muchos desastres individuales y colectivos hemos visto en la historia como consecuencia de este perfeccionismo neurótico. Vuelven al recuerdo las fortísimas confrontaciones de Jesùs a fariseos, sacerdotes, escribas y maestros de la ley, por imponer cargas tan pesadas e inhumanas a los creyentes. Prohibiciones, complejos de culpa, complacencia en el castigo, rituales sombríos, personajes practicantes de una religión sin alegría ni esperanza, son todos elementos incompatibles con el proyecto del reino de Dios y su justicia.

Para Dios lo valioso no es el cumplimiento de una normativa estricta sino un corazón humilde, sincero y agradecido. Todo lo que somos lo hemos recibido gratuitamente del Padre. Si manifestamos bondad, rectitud, generosidad, limpieza de vida, es porque hemos tomado conciencia del Dios que habita en nosotros. Esta es la lógica de la gratuidad que se nos manifiesta en Jesús.

Aquì reside el carácter radical, liberador, revolucionario, de las bienaventuranzas, programa para ser felices, no para cumplir reglamentos a rajatabla. Ese es el itinerario de la santidad según el Evangelio. Hemos ridiculizado a Dios creando categorías de perfectos e imperfectos, de santos y pecadores, de buenos y malos, de salvados y condenados. Con esto le hemos endilgado atributos y acciones que riñen con su santidad original y originante, que es darse todo a todos, para que se forme una humanidad digna, feliz, realizado, trascendente, haciendo evidente este nuevo paradigma en la santidad excelente y prototípica de Jesùs.

Las promesas que acompañan a cada proclamación de felicidad – bienaventuranza no contienen nada que se pueda parecer a poder, a títulos de honor, a recompensas materiales, a subir de categorías, lo prometido es una nueva humanidad teologal, , en la que Jesùs es el referente de ese camino hacia el Padre, y hacia cada persona, reconocida como prójimo, el tù con el que nos hacemos un nosotros.

Este paradigma de lo santo nos lleva a desmontar el imaginario de unos hombres y mujeres “semidioses”, habilitados para hacer milagros, alejados de la normalidad de cada dìa, hacedores de prodigios y rarezas con etiqueta de religión. La invitación de Jesús es para acceder a gentes de a pie, cotidianas, reales, fuertes y frágiles en la feliz simultaneidad que nos acompaña a todos sin excepción, sensibles a todo lo humano, conscientes del don ofrecido por Aquel que no se limita en amor y en gracia. 16

Los tres versículos de la segunda lectura, tomada de 1 Juan, son un denso tratado de gracia y santidad: “Queridos, ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando aparezca, seremos semejantes a èl y lo veremos como èl es. Todo el que tiene puesta en Jesucristo esta esperanza se purifica, asì como èl es puro” . 17

Santidad fuerte y frágil, santidad de los pequeños y humildes, vigoroso relato del Dios que se empequeñece en el niño de Belèn y en el humillado profeta de la cruz, santidad descalza, real, normal, feliz, cercana a todos, no escandalizada ni escandalizable, tan humana como Jesùs, tan divina como Jesùs, tan humana y tan divina como podemos ser nosotros, por la gracia de Dios. 18

La Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate – del Papa Francisco - sobre el llamado a la santidad en el mundo actual,19 es un estimulante texto en el que nuestro pastor nos propone lúcidos elementos de discernimiento para asumir que esta condición no es algo limitado a seres “especializados en las cosas de Dios” sino una invitación para todos los hombres y mujeres, los cotidianos, los que se encantan con un amor, los que forman un hogar y experimentan la felicidad de los hijos, los que viven plenitudes y desencantos, los que gozan con los placeres normales de la vida y entristecen con cada aflicción que llega inesperadamente, “santos de la puerta de al lado” dice Francisco: “No pensemos sólo en los ya beatificados o canonizados. El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, porque fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente. El Señor, en la historia , ha salvado un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso, nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo”. 20

1 Juan Alfaro. De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios. Sígueme. Salamanca, 1993. Edward Schylleebeckx. Los hombres, relato de Dios. Sígueme. Salamanca, 1994. Javier Garrido. Proceso humano y gracia de Dios. Sal Terrae. Santander, Jesús Urteaga Loidi. El valor divino de lo humano. Rialp. Madrid, 2008. Juan de Sahagún Lucas. Dios, horizonte del hombre. BAC. Madrid, 1997.

2 Apocalipsis 7: 9

3 Roberto Gutiérrez Laboy. La fragilidad humana y otros ensayos: reflexiones humanísticas. Atlantis. Madrid, 2005. Juan Manuel Cuartas Restrepo. Entre el acero y la piel: ensayo sobre la fragilidad humana. Sílaba Editores. Medellín, 2017. Diana Cohen Agrest. Ni bestias ni dioses: trece ensayos sobre la fragilidad humana. Debate. Madrid, 2010.

4 Javier Melloni Ribas. El uno en lo múltiple: aproximación a la diversidad y unidad de las religiones. Sal Terrae. Santander, 2003. Evangelista Vilanova. Religiones y experiencia de Dios. PPC. Madrid, 2001.

5 Marcel Dumais. El sermón de la montaña: Mateo 5 a 7. Verbo Divino. Estella, 1998. Jacques Dupont. El mensaje de las bienaventuranzas. Verbo Divino. Estella, 1990.

6 Mateo 5: 3. La expresión “pobres de corazón” no alude a personas apocadas, con baja autoestima, de ninguna manera. Es una referencia a quien está desposeído de ambiciones egocéntricas, de culto a sí mismo, de arrogancia, plena libertad de espíritu para el amor y el servicio.

7 Mateo 5: 4

8 Mateo 5: 5

9 Mateo 5: 6

10 Mateo 5: 7

11 Mateo 5: 8

12 Mateo 5: 9

13 Mateo 5: 10

14 Mateo 5: 11

15 Leonardo Boff. Gracia y experiencia humana. Trotta. Madrid, 2004. José Ignacio González Faus. Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander, 2000.

16 Recomendamos la lectura y estudio del número 351 de la revista internacional de teología CONCILIUM cuyo título es Repensar la santidad. Verbo Divino. Estella, junio 2013.

17 1 Juan 3: 2-3

18 Madeleine Delbrel. La santidad de la gente sencilla. Monte Carmelo. Burgos, 2006. Eloi Leclerq. La sabiduría de un pobre. Ediciones Encuentro. Madrid, 1959. Rosana Navarro Sánchez. Etty Hillesum: mística y humanidad. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2017.

19 Publicada el 19 de marzo de 2108.

20 Numeral 6 de la referida exhortación.

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