domingo, 29 de agosto de 2021

COMUNITAS MATUTINA 29 DE AGOSTO 2021 DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones…..”

(Marcos 7: 21)



Lecturas:

  1. Deuteronomio 4: 1-8

  2. Salmo 14

  3. Santiago 1: 17-27

  4. Marcos 7: 1-23

Es inveterada la tradición de considerar que lo esencial de una religión está en el cumplimiento de formalidades rituales, más que en la asunción de un estilo de vida ético, humanista y trascendente. Muchas personas en el mundo se alejan de la práctica religiosa por esta razón.1 Los fundamentalistas religiosos dan toda la prioridad al cumplimiento exterior, al ordenamiento jurídico que está en la base de tal o cual entidad creyente, a sus rituales, a sus mandatos y prohibiciones, creando así un modelo atenazado por lo institucional, con grave detrimento del espíritu , de la vida libre, del desarrollo sereno de los creyentes, de la capacidad de decidir responsablemente los caminos de la vida, con una imagen de Dios amenazante, y su correspondiente espectro de culpabilidad y condenación. El Dios que se vislumbra en esta perspectiva no seduce ni libera, la mediación religiosa que lo representa mucho menos. A esto apuntan las lecturas de este domingo.

El pueblo bíblico también se dejó enredar por esta tendencia, y sucumbió frecuentemente a ella. Para subrayar el genuino espíritu religioso el salmo 15 destaca las cualidades de quien está llamado a ser huésped del Señor en su templo, no se mencionan ritos externos, todas las condiciones se refieren al ámbito ético-moral, el culto auténtico no puede disociarse del amor al prójimo y de la práctica de la justicia: “Señor, quien se hospedará en tu tienda? Quién habitará en tu santa montaña? El que procede rectamente y practica la justicia; el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni agravia a su vecino…..” . 2

Anunciar la justicia y hacer de ella clave del proyecto de vida es una exigencia fundamental contenida en las escrituras bíblicas, también en las de otras tradiciones religiosas, la famosa regla de oro3 inspirada en la reciprocidad ética: haz el bien y no mires a quien; no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti; bendito quien ama a su hermano más que a sí mismo; no soy un extraño para nadie y nadie es extraño para mí, de hecho, soy amigo de todos; lo que para ti es odioso, no lo hagas a tu prójimo; el deber supremo es no hacer a otros lo que te causa dolor cuando te lo hacen a ti; son distintas maneras de afirmar la misma eticidad fundante que es común denominador a los seres humanos de buena voluntad. Esto trasciende las fronteras de las religiones y de las convicciones humanistas, pero al mismo tiempo establece una convergencia esencial que, sin sacrificar las respectivas identidades, propicia un acuerdo sobre lo básico ético para vivir con dignidad, y es superior, muy superior, a las prescripciones de las leyes y de los rituales.

La primera lectura – Deuteronomio – transita por esta ruta. Recordamos que en su etimología Deuteronomio significa segunda ley, una tendencia profética y renovadora en tiempos en los que los israelitas, guiados por sus jefes y legisladores, se habían olvidado de la alianza original con Yahvé y se habían dedicado a esa contradictoria condición de cumplimiento legal-observancia ritual sin estar comprometidos con la práctica de la justicia y de la vida honesta.4 Así entendemos mejor las palabras que siguen: “Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres……Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oír estas leyes dirán: Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación” . 5

En la meditación de su propia historia, Israel debe encontrar los motivos razonables para mantener la fidelidad a la alianza con Yahvé. Israel es el pueblo de Dios pero no puede envanecerse por su condición privilegiada, porque la elección de la que ha sido objeto es un don gratuito de Dios, y ese amor demanda una mayor responsabilidad a partir de la vivencia libre de los compromisos adquiridos, no como carga onerosa sino como camino de plenitud en la justicia debida al prójimo. El rechazo frontal a la idolatría, propio de los profetas del Antiguo Testamento, es una consecuencia primera de esta fidelidad, porque remite al creyente al único Dios que no esclaviza ni humilla .6

La exhortación que Moisés dirige a su pueblo en este texto se centra en la necesidad que tienen ellos de hacer una clara opción por el Dios de la justicia y de la libertad que los ha sacado de la dominación egipcia. De no ser así, la utopía de la tierra prometida se puede convertir en una pesadilla.

Tenemos nosotros en Colombia una constitución y unas leyes bastante elaboradas y fundamentadas sobre las mejores tradiciones del humanismo jurídico. En abierta discrepancia con esto predominan la corrupción y la violencia, los desfalcos y prevaricatos están a la orden del día, los altos índices de criminalidad, el asesinato de los líderes sociales, las corruptelas de gobernantes, legisladores y empresarios, las ofertas criminales para los jóvenes de poblaciones vulnerables, la interminable cultura del dinero fácil, el irrespeto permanente a la dignidad humana, la extraordinaria facilidad con la que los jueces exoneran de culpas y liberan por “vencimiento de términos”, los delincuentes que no aceptan cargos aunque los delitos de los que se les acusa son totalmente evidentes, el consumismo desaforado, el individualismo religioso. 7

Cuál es nuestra tierra prometida? La paz, afectiva y efectiva, la lucha anticorrupción, la reivindicación de las víctimas, dejar de elegir a los políticos de baja calidad moral el respeto a los derechos de todos, la juridicidad interiorizada, la potencia profética de la Iglesia, la ciudadanía empeñada en el bien común, la renuncia a los fundamentalismos políticos y religiosos, la conciencia de que los otros no son rivales sino compañeros de camino y sujetos de amistad social. 8

La confrontación e invitación que dirige Moisés a su pueblo es también para nosotros. Estamos enrutando nuestra vida por los senderos de la conversión a la nueva humanidad que nos comunica Jesús? Hacemos la apropiación afectiva, espiritual, profunda, de la novedad moral que nos hace hombres y mujeres nuevos en los caminos del Señor?

También los primeros cristianos experimentaron en carne propia la amenaza del formalismo y del ritualismo. Después del entusiasmo apostólico inicial los ánimos comenzaron a ceder – siempre pasa! – y la comunidad se vió atraída por las relaciones puramente funcionales y formales, así se perdía la fraternidad que les daba identidad y coherencia. Tal es el contexto de la carta de Santiago, segunda lectura de este domingo.9

El texto pone en guardia contra una religión que no encarna los valores del Evangelio: “La religiosidad pura y sin mancha, delante de Dios nuestro Padre, consiste en ocuparse los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados , y en no contaminarse con el mundo” 10 Grave problema de las religiones mayoritarias e instituídas es su transformación en una inercia sociocultural que implica a muchos en una sociedad. En el caso del cristianismo esto se traduce en que la mayoría son adeptos de una entidad religiosa pero no discípulos y seguidores de Jesús.

El auténtico cristianismo se manifiesta como una opción vital que exige el compromiso íntegro de la persona y de las comunidades: “Pongan en práctica la Palabra y no se contenten solo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos. El que oye la Palabra y no la practica, se parece a un hombre que se mira en el espejo, pero enseguida se va y se olvida de cómo es. En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta, que nos hace libres , y se aficiona a ella, no como un oyente distraído, sino como un verdadero cumplidor de la Ley, será feliz al practicarla” .11

Aunque el libro del Deuteronomio – que Jesús sigue muy de cerca – propone como religión una serie de principios éticos orientados la solidaridad, la equidad, la justicia, la projimidad, el judaísmo de su tiempo estaba más inclinado a valorar las formalidades: “Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras? El les respondió: hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos” .12

La constante tentación de canonizar los objetos, las ceremonias, los templos, el tiempo, las legislaciones, hacen olvidar a muchos creyentes que la esencia de la relación con Dios, y la libertad que viene de ella, no está en los protocolos culturales, sino en el respeto, la compasión y la misericordia.

Jesús nos invita a redescubrir la esencia cristiana en la opción por construír la utopía de Dios en la historia y en una vida según el Evangelio. Conectado con todo este tema está aquel de “la letra y el espíritu”, la letra es el detalle minucioso de lo mandado, es la verdad superficial que no lleva a la novedad de vida, mientras que el espíritu es la inspiración, el que da sentido al tinglado de prácticas y de normativas. La letra sola mata, el espíritu da la vida: “El les dijo: ni siquiera ustedes son capaces de comprender? No saben que nada de lo que entra de fuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados? Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro” .13

Jesús nos lleva a verificar la rectitud de nuestras intenciones: “Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al ser humano” ,14 lo que sale de dentro es lo que determina la calidad de una persona, esto es enfático en su enseñanza. La trampa está en confiar más en la práctica externa que en la actitud interna. Si no estamos atentos , las prácticas religiosas pueden ser una coartada para dispensarnos de la autenticidad. Todo culto que no proceda del corazón y no lleve a descubrir la cercanía de Dios y del prójimo, es inútil: “Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. Y como estas, hacen muchas otras cosas”. 15



1 RODRIGUEZ DUPLÁ, Leonardo. El alejamiento práctico de Dios como nuevo fenómeno de masas. En https://www.unav.edu/documents/8871060/8964433/4-El+alejamiento+practico.pdf MARTIN VELASCO, Juan de Dios. El malestar religioso de nuestra cultura. San Pablo. Madrid, 1993.

2 Salmo 15: 1-4

3 PEREZ DE LA FUENTE, Oscar. Un análisis de la regla de oro como un enfoque intercultural para la resolución de conflictos. En https://informacion/downloads/3747-4423-3-PB.pdf KUNG, Hans. Proyecto de una ética mundial. Trotta. Madrid, 1990. VIGIL, José María La regla de oro: la dimensión ética de las religiones. En https://www.cursotpr.atrio.org/archivos/Vigil/TPRVigilCap13.pdf BARBERENA, Miriam Ethel. La regla de oro como herramienta de lenguaje para facilitar el diálogo en los conflictos interpersonales. Tesis de grado para obtener el título de doctora en educación. Universidad Nacional de La Plata, Argentina, 2020. En https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1901/te.q9o1.pdf

4 TORRES MUÑOZ, José Santos. La alianza como elemento articulador de la propuesta ética de la religión del antiguo Israel. En revista Franciscanum número 145 enero-abril 2007, páginas 43-63. Universidad de San Buenaventura, Bogotá. PONTIFICIA COMISION BIBLICA. Biblia y moral: raíces bíblicas del comportamiento cristiano. Ciudad del Vaticano, 2008. DE LEON AZCARATE, Juan Luis. Deuteronomio en Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén. Desclée de Brower. Bilbao, 2010-

5 Deuteronomio 4: 1 y 6

6 SICRE, José Luis. Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas de Israel. Cristiandad. Madrid, 1984.

7 CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTORICA. Memoria y comunidades de fe en Colombia. Bogotá, 2018. BONILLA MORALES, Jaime Laurence. Conflicto, religión y educación religiosa en Colombia. En revista Theologica Xaveriana número 181, 2016, páginas 207-237. Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Facultad de Teología. ARBOLEDA MORA, Carlos. Guerra y religión en Colombia. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 2006. GARCÍA , Eloy. Es Colombia un estado corrupto? La corrupción como problema jurídico y como estado sociológico-moral. En revista Universitas número 125, julio-diciembre 2012, páginas 187-217. Facultad de Ciencias Jurídicas. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.

8 PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2020.

9 MELERO GARCÍA, María Luisa . Carta de Santiago. Verbo Divino. Estella, 2010-

10 Santiago 1: 27

11 Santiago 1: 22-25

12 Marcos 7: 5-7

13 Marcos 7: 18-20

14 Marcos 7: 23

15 Marcos 7: 13

domingo, 22 de agosto de 2021

COMUNITAS MATUTINA 22 DE AGOSTO 2021 DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Señor, a quien iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna”

(Juan 6: 68)



Lecturas:

  1. Josué 24: 1-2 y 15-18

  2. Salmo 33

  3. Efesios 5: 21-32

  4. Juan 6: 60-69

Josué,1 el líder de Israel a quien corresponde guiar a su pueblo en el momento final de su peregrinación por el desierto y en el ingreso a la tierra de la promesa, organiza la gran asamblea de Siquem como la reunión en la que se constituye el nuevo pueblo, es el punto de partida que configura a Israel en su identidad teológica, social, cultural: “Si les resulta duro servir al Señor, elijan a quién quieren servir: a los dioses que sirvieron sus padres al otro lado del río o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitan, que yo y mi casa serviremos al Señor. El pueblo respondió: lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor, nuestro Dios, es quien nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto, quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios, nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos” .2

Todo el Antiguo Testamento versa sobre Dios tomando en serio a estas tribus hebreas, primero sometidas en Egipto como esclavos en ese poderoso imperio, luego atravesando el desierto con todas las inclemencias, desencantos, fatigas, inherentes a una experiencia como esa, a veces confiando plenamente en su Dios, otras renegando de El, como es la vida de la mayoría de seres humanos. El tránsito por la vida oscila entre la felicidad y el sufrimiento, ambigüedad inevitable de nuestra condición. Ahora , con el liderazgo de Josué, termina la dramática experiencia del desierto y empiezan ellos a ver el cumplimiento de las promesas de Yahvé.

La libertad es el tema clave del Exodo, la experiencia que tiene este pueblo de un Dios absolutamente comprometido con su liberación, siendo esta una característica teologal determinante, es el Dios que no admite esclavitudes para su gente. Este es el Dios de los padres, el Dios que permanece fiel en esta tarea liberadora. 3

Las tribus que discurrieron por el desierto eran de una gran diversidad, a menudo problemática, como consta en varios pasajes del texto, pero ahora se aglutinan en torno a la fe en el único Dios liberador. La alianza de estas tribus tiene su raíz en la fe monoteísta. Al mismo tiempo, esta profesión creyente supone una postura crítica ante los dioses extraños, imágenes distorsionadas de Dios que someten y esclavizan a sus creyentes, dioses de muerte, dioses que frenan la evolución de las personas, dioses que llevan al fracaso. Afirmar al único y verdadero Dios es tomar partido por la libertad y por la dignidad, es lo que se asume en la asamblea de Siquem.4

Comprometerse con Dios, comprometerse con Jesús, no es capitular ni deponer la dignidad ni la posibilidad de decidir la vida. Una interpretación de la fe cristiana, bastante viciada de legalismos y de ritualismos, permanece en muchas prácticas y mentalidades del cristianismo. Se identifica a los creyentes como personas sumisas, pasivas, incapaces de tomar la rienda de su vida bajo el peso de los mandatos de obispos y de sacerdotes, con un estilo fúnebre que no cautiva a nadie que se diga medianamente inteligente.5

La genuina asunción de la fe es liberadora en su esencia.6 Hacer vínculos con Dios, alianza como la de los israelitas, es dar el salto de esperanza a la aventura de la libertad, es inadmisible dar soporte a yugos, humillaciones, sometimientos indignos, en nombre suyo. La conciencia y vivencia de esta liberación es la que da arraigo a los israelitas en la asamblea fundante de Siquem.7 Es un paradigma que trasciende todos los tiempos de la historia para ser referente de la configuración de nuestras comunidades de fe.

Estos relatos del Antiguo Testamento no los tomamos simplemente como referencias a hechos sucedidos en la remota antigüedad. Nos hablan de cómo corresponder al Dios que nos toma en serio, tomándolo también a El con la misma seriedad, es decir, optando por ser libres con todo lo que esto demanda de responsabilidad con la historia y con las interminables causas de justicia y de reivindicación de la dignidad humana. El asunto cristiano, si bien aspira a una plenitud más allá de la historia, no puede desentenderse del compromiso con esta, porque lo que está en juego es el sentido de la vida de la humanidad, su derecho a vivir dignamente. 8

Por ejemplo: cuál es el Pozo de Siquem después de las protestas sociales de los últimos meses en Colombia? Cómo leemos, en clave cristiana, estos acontecimientos, promovidos por un pueblo enojado, muy enojado, con el sistema que no permite el acceso a la vida justa y digna? 9 Creemos que esta notable reacción popular es una señal de inmadurez colectiva, deseosa de alterar la armonía de la sociedad? O nos inclinamos a señalar las fallas estructurales de un sistema que para estar “en equilibrio” necesita generar multitudes empobrecidas? Cuál es nuestra postura como seguidores de Jesús?

Hoy remata el capítulo sexto de Juan, que hemos proclamado durante cinco domingos consecutivos. Sus palabras chocan con la mentalidad vigente. Hace veinte siglos parecía inadmisible que alguien pudiera comunicar un mensaje tan exigente y tan liberador: “Muchos de los discípulos que lo oyeron comentaban: este discurso es bien duro, quién podrá escucharlo? Jesús, conociendo por dentro que los discípulos murmuraban de ello, les dijo: Esto los escandaliza? Qué será cuando vean a este Hombre subir adonde estaba antes? Es el Espíritu quien da vida y la carne no vale nada. Pero hay algunos de ustedes que no creen” .10

Muchos, en nuestros ambientes cristianos siguen en el plan de endulzar el mensaje de Jesús, convirtiéndolo en una propuesta inocua, inofensiva, baja en potencia profética. Nunca olvidemos que su palabra desquicia, cuestiona permanentemente todo lo que somos y hacemos, nunca con el objeto de frustrar nuestra vida, siempre con el ánimo de erigirnos en seres humanos adultos. Queremos seguirlo y queremos ser como él.11 No nos contentamos con los laureles que el mundo ofrece para disminuír la fuerza del Evangelio, nuestro anhelo es caminar la difícil y tortuosa vía del pueblo de Dios en la historia, como la que vivieron aquellos israelitas caminantes por el desierto en pos de la promesa.

Examinemos nuestras eucaristías y celebraciones de la fe, examinemos nuestra catequesis, examinemos nuestras prácticas pastorales, examinemos el ejercicio del ministerio y también la presencia de los laicos en la vida eclesial, examinemos el influjo cristiano en la estructuración social, y preguntémonos con coraje si en ello alienta el Espíritu del Señor Resucitado, el que da la vida del Padre, el que da la libertad, el que salva, el que nos alimenta con su carne y con su sangre para que también nosotros alimentemos al prójimo con la nueva humanidad.

Como en el discurso de Nicodemo y en el de la Samaritana (también de Juan), la referencia al Espíritu es clave para entender y vivir a Jesús: “Le contestó Jesús: te aseguro que, si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu. No te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo”.12 Todo el capítulo sexto viene diciendo que él es el pan, ahora nos dice que son sus palabras las que nos dan la Vida, y lo significa en la donación de su carne y de su sangre como alimento de la nueva vitalidad teologal.

Tal nivel de exigencia hace que sus discípulos le abandonen. Hasta ahora eran los judíos los que le rechazaban, ahora también su gente se escandaliza y acobarda: “Desde entonces muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con El. Así que Jesús dijo a los Doce: también ustedes quieren marcharse?”.13 En este capítulo, Juan ha intentado aclarar las condiciones de pertenencia a la comunidad de Jesús, la dedicación al bien del ser humano mediante la ofrenda de todo el ser y el quehacer, el mesianismo triunfal queda definitivamente excluído. Jesús no busca la gloria humana, ni la quiere para sus seguidores, tomar su ruta implica dejar de lado las ambiciones personales.

Cuando Pedro, concluyendo el capítulo, dice: “Señor, a quién vamos a acudir? Tú dices palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios” ,14 supone que el primero de los discípulos, y estos mismos, vivieron su proceso de ruptura, renunciaron a su búsqueda de intereses limitados, captaron los alcances de este programa de vida, y decidieron dejarlo todo para entregarse por completo a la Buena Noticia.



1DE LEON AZCARATE, Juan Luis. Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén: Josué, Jueces. Desclée de Brower. Bilbao, 2010. ANDIÑACH, Pablo R. Una introducción al libro de Josué. En Biblioteca digital de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 2011. SANCHEZ, E. Josué en Comentario Bíblico Latinoamericano volumen 1; páginas 611-632. Verbo Divino. Estella, 2005. ABADIE, Philippe. El libro de Josué: crítica histórica. Verbo Divino. Estella, 2004.

2 Josué 24: 15-17

3 SANZ GIMÉNEZ-RICO, Enrique. Cercanía del Dios distante: imagen de Dios en el libro del Exodo. Tesis para optar al grado de doctor en teología. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2001. PIXLEY, Jorge. Exodo: una lectura evangélica y popular. Edición digital de Servicios Koinonía. México D.F., 1983.

4 LA CASA DE LA BIBLIA. El verdadero Israel, testigo del Dios liberador. Guía para una lectura comunitaria del Pentateuco y los Libros Históricos. Verbo Divino. Estella, 2004. HENAO MESA. Jairo Alberto. Dios narrado desde lo político. En revista Cuestiones Teológicas volumen 41 número 95 enero-junio 2014, páginas 191-215. Facultad de Teología, Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín.

5 GARCÏA RUEDA, Sara. Cristianismo auténtico y cristianismo adulterado: la crítica de Nietzsche. Tesis para optar al grado de Master en Ciencias de las Religiones. Universidad Complutense. Madrid, 2019.

6 IBAÑEZ, Alfonso. Gustavo Gutiérrez: el Dios de la vida y la liberación humana. En revista Espiral volumen IX número 26 enero-abril 2003, páginas 10-28. Universidad de Guadalajara, México. GUTIERREZ, Gustavo. El Dios de la vida. CEP. Lima, 1989.

7 COSTADOAT, Jorge. Vigencia de la teología latinoamericana de la liberación: a cinco décadas de su origen. En Theologica Xaveriana volumen 71 año 2021 páginas 1-26. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá. SEGUNDO, Juan Luis. Libertad y Liberación. En ELLACURÏA, Ignacio & SOBRINO, Jon, editores. Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, volumen 1 páginas 373-392. Trotta. Madrid, 1990.

8 ALFARO, Juan. Esperanza cristiana y liberación del hombre. Herder. Barcelona, 1983.

9 GIMËNEZ BELIVEAU, Verónica (compiladora). La religión ante los problemas sociales: espiritualidad, poder y sociabilidad en América Latina. CLACSO, Buenos Aires, 2020. ETXEBERRIA, Xabier. Derechos humanos y cristianismo. Universidad de Deusto, Instituto de Derechos Humanos. Bilbao, 1999. LALINDE ORDÓÑEZ, Sebastián. Elogio a la bulla: protesta y democracia en Colombia. Centro de estudios de derecho, justicia y sociedad De Justicia. Bogotá, 2019.

10 Juan 6: 60-63

11 COSTADOAT, Jorge. Seguimiento de Cristo en América Latina. En revista Gregorianum volumen 93 número 3 2012, páginas 573-592. Pontificia Universidad Gregoriana, Facultad de Teología. Roma.

12 Juan 3: 5-7

13 Juan 6: 66-67

14 Juan 6: 68-69

domingo, 15 de agosto de 2021

COMUNITAS MATUTINA 15 DE AGOSTO 2021 SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN MARÍA

 

Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”

Lucas 1: 42-43

Lecturas:

  1. Apocalipsis 11: 19 a 12: 1-10

  2. Salmo 44

  3. 1 Corintios 15: 20-26

  4. Lucas 1: 39-56

En el mundo cristiano la figura de María, madre de Jesús, tiene papel central,1 acreedora ella de inmenso afecto y devoción por parte de los creyentes, expresado en la diversidad de advocaciones con las que se honra esta centralidad. La tradición de la Iglesia ve en ella la mejor síntesis de los valores del Evangelio, del espíritu de las Bienaventuranzas, de la disposición incondicional para vivir en el Reino de Dios y su justicia, plena identificación con el proyecto de su Hijo Jesús, sentido profundo de la fraternidad, del talante de servicio y de comunidad, actitud al mismo tiempo de total densidad teologal y humana. No es una retórica piadosa la que anima este reconocimiento sino una conciencia total sobre ella como reflejo ideal del proyecto de Jesús. 2

En nuestra condición humana la esperanza es una de las principales motivaciones , la hacemos concreta en nuestros ideales, proyectos, ilusiones, realidades en las que aterrizan nuestros anhelos de felicidad, de realización, de configuración constante y creciente de una mejor humanidad, individual y comunitaria. Esta es una tarea cotidiana en la que empeñamos nuestros mejores esfuerzos, pasión por una vida feliz, deseo legítimo de hacer del relato vital de cada persona una afirmación del sentido de la vida: “El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón”. 3

Cuando repasamos nuestras biografías lo podemos hacer en clave de esperanza, es la mejor lectura, a sabiendas de los tropiezos que se presentan en el camino de vivir, en cuanto que la precariedad y la fragilidad también hacen parte de nuestro equipaje. Cada tiempo de la historia tiene sus propias evidencias de plenitudes y fracasos, un mundo en el que los desarrollos de la ciencia y de la tecnología posibilitan incremento notable en la calidad de vida, lo mismo que el logro de la autonomía a través de las mediaciones sociales y políticas, las aplicaciones prácticas del respeto a los derechos humanos y las tareas de cada persona y grupo social ordenadas a la felicidad y al bienestar; todo esto mezclado dramáticamente con ese desorden del egoísmo que es dominar a sus semejantes, destituírlos de su condición de prójimos, atropellarlos, dominarlos, violentarlos, desconocer su dignidad. 4

Qué pensar? Qué decir? Qué hacer? La tradición bíblica, principalmente a través de los profetas, nos presenta la manifestación de Dios como indignación de El mismo ante las injusticias y depredaciones que unos seres humanos, a los que califica con adjetivos muy fuertes, cometen contra los débiles y oprimidos. La palabra profética es denuncia de esta pecaminosidad y anuncio de un Dios que es esperanza, sentido pleno de vida, acreditador de la justicia y de la dignidad de los condenados de la tierra. 5

La esperanza es estructurante esencial y sustancial de la revelación cristiana.6 El relato fundante de Jesús de Nazareth es la concreción histórica de la misma, su vida, su misión pública, su propuesta de las Bienaventuranzas, su opción preferencial por los más vulnerados de la historia, la entrega amorosa de su vida en la cruz, su Pascua de resurrección, constituyen la acreditación definitiva de Dios a sus opciones y conductas, reveladoras de su ser misericordioso. Jesús no es el inventor de una religión opresora sino el realizador de la vida definitiva que Dios comunica al ser humano. 7

Esta solemnidad de la Asunción de María tiene en la esperanza su principio y definición. La primera lectura – del Apocalipsis – nos muestra las señales con las que Dios invita a esta actitud: “Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz”. 8 En la simbología del Apocalipsis, texto caracterizado por sus ricas imágenes, la mujer es el pueblo de Dios, a quien se dirigen sus promesas. Todo el texto es una teología de la historia, presenta la realidad del mal a través de figuras que nos pueden parecer sobrecogedoras, ya sabemos que no se pueden tomar literalmente. El esfuerzo interpretativo nos lleva a captar la manifestación plena de Dios en la persona de Jesús como el garante de la superación del pecado, del mal, de la injusticia, de la muerte; la mujer gestante es la nueva humanidad que surge del plan de Dios; su presencia salvadora permanece en el tiempo, a pesar de las crisis y de las contradicciones.9 María, asumida plenamente por Dios, es emblema del nuevo mundo que surge por la mediación de su Hijo.

El es el Resucitado que destituye a la muerte de su modo destructor y desesperanzador, haciendo de su Pascua una participación vital a todos los humanos, expuestos de modo inevitable a la mortalidad. La Pascua de Jesús es la nueva vida de la humanidad: “Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo….”10 María, al frente de los que son de Cristo, goza de la vida y de la gloria del Reino, y celebra el fracaso del enemigo: muerte, pecado, injusticia.11

La religiosidad popular latinoamericana, que surge en los medios de los más pobres de nuestra sociedad, tiene en la espiritualidad mariana una de sus definiciones más auténticas: “….amor a María, ella y sus misterios pertenecen a la identidad propia de estos pueblos y caracterizan su piedad popular, venerada como Madre Inmaculada de Dios y de los hombres, como Reina de nuestros distintos países y del continente entero”.12 Es devoción sencilla, sin alambiques conceptuales, sincera y reveladora de la fina humanidad de nuestros campesinos y gentes del común.

El evangelio de Lucas relata el encuentro de las dos madres, María y su prima Isabel, es la continuidad y superación del Antiguo y del Nuevo Testamento, une teológicamente los relatos de la infancia de Juan el Bautista y de Jesús, es el Espíritu el que marca esta continuidad salvífica. El himno de María, conocido como el Magnificat, se inspira en el cántico de la profetisa Ana13. Manifiesta la esperanza de los últimos del mundo, la lógica de Dios que “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes14. Este himno es una aclamación teológica de la historia de Israel, en boca de María, testigo privilegiado de estos acontecimientos.

La Asunción de María no es un traslado físico, es un testimonio teológico, quiere decir que en ella Dios ha dignificado a todos los seres humanos, convirtiéndonos en plenos participantes de su obra salvadora y liberadora: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque El miró con bondad la pequeñez de su servidora”. 15 Lo que los humanos desordenamos con el pecado y la injusticia, Dios lo rectifica con la nueva humanidad que se hace gozosa verdad en Jesús, el hijo de María. Ella vivió toda su existencia referida a Dios, principio y fundamento de su vida, indicando con esto que también nosotros tenemos esta misma vocación.16

María, la asumida por Dios, encarna todos los valores humanos y evangélicos que nos hablan de fraternidad y comunión, de libertad y de justicia, de solidaridad y de servicio, de humildad y de negativa a la malignidad de los poderes mundanos. Nos invita a vivir un encuentro permanente con el Dios de la vida y con el prójimo, señales de ese reino que es alternativa para una existencia saturada de esperanza: “Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que le aman….Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia por siempre”. 17





1 PABLO VI. Marialis Cultus Exhortación para la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen María, 2 de febrero de 1974; Encíclica Christi Matri, 15 de septiembre de 1966; Signum Magnum Exhortación Apostólica sobre el culto que ha de tributarse a María, madre de la Iglesia y modelo de virtudes, 13 de mayo de 1967. JUAN PABLO II. Redemptoris Mater, Encíclica sobre el papel de la Virgen María en la vida de la Iglesia, 25 de marzo de 1987. CONCILIO VATICANO II. Capítulo VIII de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia, 21 de noviembre de 1964. BENEDICTO XVI. Homilía en la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, Castelgandolfo, 15 de agosto de 2010. María, ejemplo de caridad, en la encíclica Deus Caritas est, 25 de diciembre de 2005, numerales 40-42. En la escuela de María, discurso a los religiosos, seminaristas y movimientos eclesiales, Czestochowa, Polonia, 6 de mayo de 2006. FRANCISCO. El ser de la Virgen María, alocución en la basílica romana Santa María Maggiore, 4 de mayo de 2013. Homilía en la fiesta de María, Madre de la Iglesia, 20 de mayo 2018. .

3 CONCILIO VATICANO II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, número 1.

4 MARÍAS, Julián. La felicidad humana. Alianza Editorial. Madrid, 1987. MARGOT, Jean Paul. La felicidad. En revista Praxis Filosófica número 25 julio-diciembre 2007, páginas 55-79. Universidad del Valle. Cali, Colombia. ESTRADA DIAZ, Juan Antonio. El sufrimiento: silencio o ausencia de Dios? En Revista Iberoamericana de Teología volumen 9 número 17 julio-diciembre 2013, páginas 55-85. Universidad Iberoamericana México D.F. Departamento de Ciencias Religiosas. BOFF, Leonardo. Pasión de Cristo, pasión del mundo. Sal Terrae. Santander, 1980. ELLACURIA, Ignacio. El pueblo crucificado en Mysterium Liberationis conceptos fundamentales de teología, volumen 1, bajo la dirección de Ignacio ELLACURIA y Jon Sobrino. UCA Editores. San Salvador, 1990.

5 SEVILLA JIMÉNEZ, Cristóbal. La misericordia divina en tiempos de desierto: lectura canónica del profeta Oseas. En Revista Salmanticensis número 61, año 2014, páginas 55-90. Facultad de Teología. Universidad Pontificia de Salamanca. TORREBLANCA, Jorge. Profetas, textos y relecturas. En https://www.redalyc.org/pdf/259/25900203.pdf

6 MOLTMANN, Jürgen. Teología de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 2006.

7 SOBRINO, Jon. Jesucristo Liberador. Trotta. Madrid, 1993; El Principio misericordia. UCA Editores. San Salvador, 2012.

8 Apocalipsis 12: 1-2

9 ARENS, Eduardo & DIAZ MATEOS, Manuel. Apocalipsis, la fuerza de la esperanza. CEP. Lima, 2000. PIKAZA, Xabier. Apocalipsis. Verbo Divino. Estella, 1999. GAITAN BRICEÑO, Tarsicio & JAILLIER CASTRILLON, Catherine. Apocalipsis: fe y resistencia. En revista Cuestiones Teológicas volumen 41 número 95 enero.junio 2014, páginas 97-131. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín; Facultad de Teología. BOROS, Ladislaus. Dios, futuro del hombre. Herder. Barcelona, 1980.

10 1 Corintios 15: 20-22

11 BOFF, Leonardo. El rostro materno de Dios: ensayo interdisciplinar sobre lo femenino y sus formas religiosas. San Pablo. Madrid, 1982.

12 III Conferencia General del Episcopado de América Latina. Puebla de los Angeles, México; enero 27 a febrero 13 de 1979. Documento conclusivo, numeral 454.

13 1 Samuel 2: 1-18

14 Lucas 1: 52

15 Lucas 1: 46-48

16 FORTE, Bruno. María, la mujer ícono del misterio. Sígueme. Salamanca, 2001.

17 Lucas 1: 50 y 53.55.

domingo, 8 de agosto de 2021

COMUNITAS MATUTINA 8 DE AGOSTO 2021 DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre”

(Juan 6: 51)



Lecturas:

  1. 1 Reyes 19: 4-8

  2. Salmo 33

  3. Efesios 4: 30 a 5:2

  4. Juan 6: 41-51

En el texto del capítulo 6 de Juan – con el que venimos desde hace dos domingos - es notorio el aumento de la tensión entre Jesús y los judíos, porque lo que él dice les resulta insoportable e inadmisible para su pragmatismo religioso, su pretensión de referir a Dios como aval de su autoridad es para ellos escandalosa en el grado máximo en que algo puede serlo. No es posible, dicen, que este hombre se equipare a Dios, ningún ser humano puede hacerlo.1 “ Los judíos murmuraban de él porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Y se preguntaban: No es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? Cómo puede decir ahora: he bajado del cielo?” . 2

La expresión bajar del cielo es una de las claves para comprender a Jesús en este evangelio. La profesión de fe de la comunidad en la que surge este texto hace un reconocimiento de su señorío, de su divinidad, de la legitimidad teologal que hay en él .3 Esta atribución que formula el texto de Juan resulta desproporcionada y herética para los judíos, porque le conocen , es un igual a ellos, saben de su origen familiar, si es hijo de José y de María no puede ser Dios, es humano, no admiten que Dios se manifieste en esta humanidad concreta, para ellos Dios siempre está en el espacio sacral, no en la realidad histórica y existencial de los hombres y mujeres comunes y corrientes. En este punto estamos tocando el aspecto más revolucionario de la manifestación definitiva de Dios en Jesucristo, porque deliberadamente el Padre resuelve asumir lo humano como la categoría esencial de su revelación, esto conmueve el esquema religioso del judaísmo y el de todas las sacralizaciones religiosas de la historia.4

Sea esta coyuntura ocasión favorable para preguntarnos sobre nuestra percepción de Dios: es creencia lejana, asumida por la inercia sociocultural de una sociedad mayoritariamente “creyente” pero carente de implicación personal y de capacidad para entusiasmar nuestra vida? Dios es apenas una referencia abstracta que no modifica constructivamente nuestros modos de proceder? Tal vez una idea impuesta por la familia y por el medio social? Una especie de superintendente al que apenas toleramos? Nos hemos arriesgado a “meternos” con el Dios de Jesús?

La contundencia de un Dios que se expresa en la historia humana de Jesús es esencial para comprender la lógica de la revelación cristiana y el modo de proceder de Dios: es encarnado, es histórico, es Dios en la humanidad de Jesús y, más aún, es Dios en la humanidad de todos los humanos. Aquí está el punto que escandaliza a los judíos y a todos aquellos que, en los diversos momentos de la historia, no pueden con este Dios que “voltea” los esquemas de sacralidad. 5

En Juan, Jesús se refiere al Padre más de 90 veces: “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día” .6 Este es uno de los núcleos temáticos del cuarto evangelio: quien me ve a mí , ve al Padre; quien permanece en mí, permanece en el Padre. Jesús es el revelador del Padre, si desmenuzamos tales afirmaciones nos vamos a encontrar con que la visibilidad de Dios es histórica, humana, existencial, Dios no nos saca de nuestra realidad cotidiana, de nuestra verdad existencial, para llevarnos a ámbitos sacrales, distintos de lo que somos, sino que asume lo humano como canal eficaz para significarse y manifestarse. Así las cosas, descubrimos que estamos ante un Dios íntimamente comprometido con la vida del ser humano y con su quehacer.7

Lo religioso cristiano tiene el deber de ir evolucionando en su lenguaje, en sus estrategias para hacerse significativo, no puede quedar fijado en formas y estilos que en algún momento fueron relevantes para las mentalidades y culturas del momento pero que ya no dicen nada. Este dinamismo se desprende de la capacidad encarnatoria del cristianismo, que asume el lenguaje humano y toma parte en su evolución. Si leemos un catecismo de la edad media, hoy, en pleno siglo XXI, probablemente nos encontramos con unas expresiones poco o nada capaces de decirnos algo profundo sobre Dios, sobre Jesús, sobre nosotros mismos. Esto no quiere decir que sea falso, lo que sucede es que hay que actualizar su expresión para que tenga peso significativo en la sensibilidad de hoy. Todo esto porque el modo de Dios se implica en el modo de la humanidad que se llama Jesús de Nazareth, y se encarna igualmente en el ritmo evolutivo de hombres y mujeres.8

Hablar de esto es delicado porque muchas personas, grupos de Iglesia, se estremecen y piensan que se les está quitando la fe, sacando lo divino de los espacios sagrados para llevarlos a la vida real. Esto es lo que hace Jesús, lo que revela Jesús: con él, el Padre se zafa de los estrechos límites de la mentalidad religiosa de los judíos, y se entra por las calles de la historia. Esto mismo debemos hacerlo en la Iglesia de hoy y de siempre, porque el cristianismo no es una religión desconectada de la historia real de los humanos, sino la manifestación de quien dice: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente” .9 Jesús de Nazareth es el camino para llegar Dios, a nosotros, para llegar nosotros a El, para llegar al prójimo: “Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo El ha visto al Padre. Les aseguro, que el que cree, tiene Vida eterna” .10 Jesús es quien nos provee a Dios en nuestra historia, y lo hace de modo sobreabundante, en el mejor ejercicio de gratuidad y generosidad salvíficas. 11

Viene al caso la primera lectura – tomada del libro 1 de Reyes – en la que cuenta la experiencia del profeta Elías viajando al monte Horeb, en el desierto, huyendo de la mano justiciera de Jezabel, y en profunda crisis: “Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: Basta ya, Señor! Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!” .12 No es sólo una fuga, aquí también hay una búsqueda de las raíces que termina en un encuentro con Dios, los grandes creyentes experimentan debilidad en su fe, son humanos, como lo somos nosotros, en todos se puede presentar el desaliento, la pérdida de la perspectiva fundamental, el vacío de sentido, el desencanto, “noche oscura del alma”, en el decir de San Juan de la Cruz.13

Cuando los humanos reconocemos nuestra debilidad entonces interviene El, pero lo hace desde el interior de la misma realidad que nos aflige, El no acontece en lo extraño, sino en la propia y dolorosa historicidad. Vivimos así un encuentro que sorprende porque alimenta y redime: “Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: Levántate, come. El miró y vió que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo” .14

El ser humano no se basta a sí mismo, cada biografía es un testimonio de esto. Está en nosotros la necesidad de trascender, no podemos vivir sin vínculos , sin encuentros, sin otros que nos alimenten con su pan y satisfagan nuestra sed con su agua. Dios , el que es totalmente Otro, se despoja de esa “otredad” y se mete en la nuestra, toma el modo humano en Jesús, y se constituye, como él mismo lo dice, en: “Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente” . 15

Se hace presente el sentido de la eucaristía, la significación comunitaria, eclesial, de este Dios que, en la mediación sacramental de Jesús, se nos ofrece como pan partido y compartido, como sangre derramada para darnos la vitalidad de Dios. Una vez más, los judíos no comprenden que Dios se pueda manifestar en la carne, porque este feliz misterio los desborda. Para ellos “carne” era el mismo ser humano en su aspecto más limitado y contingente: dolor, enfermedad , muerte, por esto les era imposible aceptar tal posibilidad: un Dios hecho “carne”, un Dios debilitado? 16

Jesús quiere hacerles ver que el Espíritu se manifiesta siempre en la carne. Esto se celebra en la mesa eucarística. No puede haber don del Espíritu donde no hay carne. La grandeza de esta consiste en que está transformada por el Espíritu, sin dejar de ser carne.17 Desde ahora, solo se puede encontrar a Dios en la realidad concreta y en el ser humano. Esa transformación es la que está testificando el evangelio de Juan desde el principio. Gran error de aquellos judíos, y de muchas religiosidades de siempre, es seguir pensando que, para acercarse a Dios, hay que alejarse de la carne, volverse irreal, desentenderse de la historia, de la humanidad concreta.

El Dios identificado con la carne no interesa a muchos porque hace imposible manipular a los intermediarios, impide esa piedad intimista, dulzarrona, sin vigor profético, incapaz de transformar. Negar al Dios encarnado es herético, niega la revelación, niega al Señor Jesucristo, y hace de lo cristiano rituales, caricias seudo espirituales, pero no camino y seguimiento implicados en la realidad abiertos a la trascendencia del Padre y del hermano, como Jesús. En su carne estamos llamados a descubrir la divinidad!

Modo concreto de vivir esto es el cambio de vida que se llama conversión, es constante en los escritos paulinos la referencia a la nueva humanidad de la que nos revestimos con Jesús: “Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo……Vivan en el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios” .18

En nuestra carne humana Dios se vuelve carne de todos y nos reviste de la carne sacramental del Señor Jesucristo para hacernos nuevos en El. El pan de la vida que nos llena con su carne!

1 INSTITUTO JOHN HENRY NEWMAN. La inaudita pretensión de Jesucristo. En https://www.institutojohnhenrynewmanufv.com/wp-content/uploads/2018/Guion_LaInauditaPretension.pdf KASPER, Walter. Jesús el Cristo. Sígueme. Salamanca, 1994. En esta importante obra recomendamos leer el item La pretensión de Jesús en la parte segunda del libro Historia y destino de Jesucristo; páginas 122-137 de la novena edición.

2 Juan 6:41-42

3 ORIOL TUÑÍ, Josep. La vida de Jesús en el evangelio de Juan. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1007/1/RLT1986-007-A.pdf LOADER W.R.G. La estructura central de la cristología joánica. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol25/100/100_loader.pdf DODD, Charles H. Interpretación del cuarto evangelio. Cristiandad. Madrid, 2004.

4 SEGUNDO, Juan Luis. La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazareth: de los Sinópticos a Pablo. Sal Terrae. Santander, 1991.GONZALEZ DE CARDEDAL, Olegario. Cristología. Biblioteca de Autores Cristianos, BAC. Madrid, 2001. En este texto ver en el capítulo I el ítem Pretensión de autoridad y títulos de identidad, páginas 64-77 de la edición referida.

5 SCHYLLEEBECKX, Edward. Jesús, la historia de un viviente. Cristiandad. Madrid, 1987. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la revelación: la revelación divina en la realización humana. Trotta. Madrid, 2008.

6 Juan 6: 44

7 SCHOONENBERG, Piet. Un Dios de los hombres. Herder. Barcelona, 1972. CASTILLO, José María. La humanización de Dios. Trotta. Madrid, 2009. KUNG, Hans. Lo que yo creo. Trotta. Madrid, 2011.

8 MORAL, José Luis. Jóvenes sin fe? Manual de primeros auxilios para reconstruír con los jóvenes la fe y la religión. PPC. Madrid, 2007. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Fin del cristianismo premoderno. Sal Terrae. Santander, 1993. MARDONES, José María. Análisis de la sociedad y fe cristiana. PPC. Madrid, 1995. VAN de POL, Wilhem Hendrik. El final del cristianismo convencional. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1973.

9 Juan 6: 51

10 Juan 6: 46-47

11 AZCUY, Virginia R. La manifestación salvífica de Dios y su discernimiento en los signos de los tiempos. En revista Teología y Vida volumen 55 número 2, páginas 329-350. Pontificia Universidad Católica de Chile, Facultad de Teología. Santiago de Chile, 2014.

12 1 Reyes 19: 4

13 ROSSI, Rosa. Juan de la Cruz: silencio y creatividad. Trotta. Madrid, 1996. STEIN, Edith. La ciencia de la cruz. Monte Carmelo. Burgos, 1994.

14 1 Reyes 19: 6. MARTIN VELASCO, Juan de Dios. El encuentro con Dios. Caparrós Editores. Madrid, 1995.

15 Juan 6: 49-51

16 INIESTA, Alberto. La Cruz del Señor, debilidad del hombre, fortaleza de Dios. En revista Scripta Fulgentina año 6 volumen 2 número 12, páginas 23-32. Instituto Teológico San Fulgencio. Murcia, 1996.

17 GESCHÉ, Adolphe. La invención cristiana del cuerpo. Publicado en revista Franciscanum volumen 56 número 162 julio-diciembre 2014, páginas 215-255. Universidad de San Buenaventura Bogotá, Facultades de Filosofía y Teología.

18 Efesios 4: 31-32 y 5: 2

domingo, 1 de agosto de 2021

COMUNITAS MATUTINA 1 DE AGOSTO 2021 DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre. El que cree en mí jamás tendrá sed”

(Juan 6: 35)



Lecturas:

  1. Exodo 16: 2-4 y 12-15

  2. Salmo 77

  3. Efesios 4: 17-24

  4. Juan 6: 24-35



El mensaje de hoy es el discurso del pan de vida, un juego de preguntas y respuestas a través del cual Jesús marca las etapas progresivas del anuncio con el que se manifiesta: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed” ). 1 No son palabras piadosas, aunque su formulación externa lo parezca. Al ofrecerse así , Jesús somete a crítica severa la institución religiosa judía y propone la alternativa liberadora que viene de su Padre,2 en la que lo definitivo no son las leyes religiosas y la obligación de cumplirlas, sino la gratuidad del don que supera las habituales clasificaciones de bueno y malo que establecemos los humanos, revelando también el carácter desbordante e ilimitado de la generosidad de Dios.3

Jesús les va confrontando con cuestiones de hondo calado: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieran signos, sino porque han comido pan hasta saciarse” .4 El signo es para este evangelio un camino pedagógico, la posibilidad de abrirse a una comprensión más profunda que pertenece al orden del Espíritu, pero ellos lo han reducido al milagro material. La muchedumbre no ha visto en él nada más que un hecho destinado a saciar el hambre del momento, pero no captan el largo y definitivo alcance que en él mismo está revelando el Padre. Es el viejo hábito de utilizar a Dios como una gigantesca máquina de hacer favores sin responsabilidad de parte de quien los demanda. 5

Jesús les reprocha su estrechez de miras y los invita a vislumbrar el alimento en un orden superior, susceptible de conferir la vida eterna, la vida definitiva, la plenitud de humanidad en Dios: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es El, a quien Dios, el Padre, marcó con su sello” . 6

Este alimento es completamente distinto del famoso maná del desierto, según la misma narración de la primera lectura de hoy, que no lograba liberar de la muerte a quienes lo habían consumido, siguiendo también la lógica de aquellos israelitas que, en la travesía del desierto, protestaban contra Moisés y Aarón, demandándoles por llevarlos hacia la libertad que se tipifica en el simbolismo de la tierra prometida y dejando clara su nostalgia por la comodidad esclavizante que tenían en Egipto: “En el desierto los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto – les decían – cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto a morir de hambre” .7

A esto se le conoce como el síndrome de “las cebollas de Egipto”. Allí eran esclavos, no tenían un futuro digno a la vista, el faraón les tenía sometidos por siglos, su condición era indigna y humillante, Yahvé suscita a Moisés para hacer consciente al pueblo hebreo de que esa no es una alternativa promisoria de vida, de justicia , de autonomía, de sentido profundo y definitivo, por eso lo inspira para llevar a su gente hacia la novedad de ser libres, volviendo a su origen que es la tierra de la promesa, a sabiendas de que la travesía será de alta exigencia y problematicidad. Se lanzan a la aventura, pero en la medida en que muchos perciben el dinamismo de futuro que está contenido en el largo desierto protestan, se rebelan, denigran de sus guías, afirman que es mejor ser esclavos que tener la posibilidad de liberarse en medio de tantas penurias. Los seres humanos queremos ser dueños de la historia y afirmar nuestra libertad, pero exaltamos dictadores, practicamos idolatrías, hipotecamos nuestra libertad con pasmosa facilidad. En el aspecto religioso tenemos conductas fixistas en modos y procedimientos que fueron significativos en otro tiempo, pero que ahora han perdido relevancia porque las sensibilidades se modifican en la medida en que discurrimos por la vida. Los movimientos tradicionalistas en el seno de la Iglesia han absolutizado estilos que no son esenciales para la vivencia de la fe, a ellos les parece que superar esos modelos es ir en contra de la originalidad cristiana. Podemos apreciarlo en el sinnúmero de críticas que se hacen al Papa Francisco por su proceder existencial y cotidiano!8

Es el miedo a la libertad, como lo estudia con detalle el psicoanalista Erich Fromm9 en su libro del mismo nombre,10 cuando los seres humanos nos damos cuenta de estar llamados a decidir nuestro destino, cuando se nos presenta un futuro de autonomía, demandante de altas responsabilidades, pleno de riquezas insospechadas en términos de vida digna, surge el fantasma del miedo que paraliza y surgen los mecanismos de defensa, las justificaciones y los argumentos para no seguir adelante, se crean así modos de vida opresores.

Buscamos sentidos de vida con afán, nos vamos detrás de muchas alternativas: el consumo, la “felicidad” con los indicadores de aceptación social, los paraísos artificiales, las ideologías, los modelos políticos, los fundamentalismos religiosos, el bienestar económico, absolutizamos cosas que no liberan, luchamos con denuedo para estar cerca del poder, le quitamos al mismo Jesús su fuerza trascendente y lo convertimos en un ídolo manipulable, hacemos de la fe en él una religión que adormece, le sustraemos su fuerza profética. Y , después de todo eso, quedamos vacíos, frustrados, y seguimos repitiendo el mismo ciclo de búsquedas e insatisfacciones: “Pero yo les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen” . 11

La búsqueda del verdadero pan requiere de otra actitud, que supera el inmediatismo utilitario con el que manejamos la relación con él, y nos lanza al despliegue bienaventurado de nuestra humanidad en la divinidad de Jesús. Sin alimento no es posible vivir, por eso hay que escucharle cuando nos habla de otro tipo de comida que es la que nos abre las puertas de la salvación, entendiendo esta última no sólo como la que acontece cuando pasamos el límite de la muerte, sino como la plenitud total de nuestra condición humana en Dios: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo” .12

Los judíos aquellos , interlocutores de Jesús, muestran un cierto interés por enterarse pero, como se demostrará más tarde, es puramente superficial, acostumbrados a moverse a golpe de preceptos rigurosos, de religiosidad normativa y vertical, obsesionada por el cumplimiento y la autojustificación, le preguntan a Jesús por las normas, incapaces de imaginar a Dios que es pura gratuidad: “Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” Jesús les respondió: La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que El ha enviado. Y volvieron a preguntarle: Qué signos haces para que veamos y creamos en tí? Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo” . 13

En el insistente interrogatorio subyace un obsesivo afán por la religión que “da resultados” si se cumplen con rigor todo su tinglado de mandamientos, de minucias legales, de rituales sin contenido de conversión, de prácticas que esperan beneficios concretos de parte de Dios, sin disposición para la libertad.

Una postura así está en la raíz de buena parte de la religiosidad del mundo, en el ámbito católico es bastante patente. No es vana la continua llamada de atención del Papa y de muchos obispos a evangelizar la religiosidad popular, a dotarla de contenidos existenciales, donde es el mismo Jesús la base de los mismos, la novedad trascendente que él nos comunica, el pan de vida.14

Para afianzar tales seguridades nos hemos fabricado un Dios a nuestra medida, Jesús en este relato desarma esa mentalidad invitándolos a adherir a él, es una profesión de fe de la comunidad que originó este evangelio poniendo en boca de Jesús la identidad de su misión: “Yo soy el pan de vida” .15 La discusión judía tradicional entre la fe y las obras, luego asumida por la reforma protestante con Martín Lutero, queda aquí superada de modo drástico: confiar en Jesús, seguir su camino, dejarse alimentar por él es la obra primera, y esta se llama fe, depositar la garantía de la propia vida en él.

Este camino adquiere cuerpo en la nueva manera de ser que Jesús nos transmite desde el Padre: “De El aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo dejándose arrastrar por los deseos engañosos, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu, y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad” .16

Cuando leemos los textos bíblicos con la mentalidad sapiencial y existencial que les es propia, traduciéndolos a los contextos de la vida real, donde se fraguan las grandes decisiones y proyectos que nos dan sentido, no podemos hacer menos que dar el salto cualitativo, dejar que el Espíritu desmonte en nosotros tantos esquemas previos como los que hemos destacado en esta reflexión, siempre con el fin de retornar a la originalidad de Jesús.

Tomándolo como alimento, dejando que nos nutra de gracia teologal, que esta nos capacite para hacer la ruptura con los miedos paralizantes, con las seguridades religiosas y normativas vistas como simples requisitos, con las justificaciones que nos limitan para no correr el riesgo de vivir en Dios, nos habilitamos para que acontezca lo dicho por El: “….mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo” .17



1 Juan 6: 35

2 DUCQUOC, Christian. Jesús, hombre libre: esbozo de una cristología. Sígueme. Salamanca, 2005. BLANK, Josef. Qué libertad nos ha dado Cristo? : dimensión teológica de la libertad. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol30/119/119_blank.pdf TILBORG, Sjef van. Comentario al Evangelio de Juan. Verbo Divino. Estella, 2005.

3 PIKAZA, Xabier. Artículo Dios (Filosofía) en FLORISTAN, Casiano y TAMAYO, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo. Trotta. Madrid, 1993; páginas 283-301. SOBRINO, Jon. Artículo Dios (Teo-logía) en la misma obra, páginas 301-317.

4 Juan 6: 26

5 VÉLEZ CARO, Olga Consuelo. Del Dios omnipotente a la humildad de Dios: una reflexión sobre la evolución en perspectiva kenótica. En https://www.scielo.org.co/pdf/frcn/v54n157/v54n157a02.pdf CASTILLO TORRES, Sandra Dolly. La manipulación y el engaño de la fe. En https://www.lalineadelmedio.com/manipulacion-enganodelafe/

6 Juan 6: 27

7 Exodo 2: 2-3

8 GARCÍA GÓMEZ-HERAS, José María. La religión en el mundo actual. Conferencia pronunciada por el autor en el Instituto de Humanidades de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, el 10 de febrero de 2014. MARION, Jean Luc. El ídolo y la distancia. Sígueme. Salamanca, 1999. Papa FRANCISCO. Conocer nuestros ídolos. Homilía en la misa casa Santa Marta, 26 de marzo de 2020. RESTREPO, Carlos Enrique. En torno al ídolo y al ícono, derivas para una estética fenomenológica. En https://www.institucional.us.es/fedro/uploads/pdf/n10/restrepo.pdf

9 1900-1980.

10 FROMM, Erich. El miedo a la libertad. Paidós. Barcelona, 1987. COMBLIN, José. La libertad cristiana. Sal Terrae. Santander, 1990; Vocación a la libertad. San Pablo. Madrid, 1995. GUTIÉRREZ, Gustavo. El Dios de la vida. CEP. Lima, 1997. CAVAZOS-GONZÁLEZ, Gilberto. Más allá de la devoción: la vida espiritual, la justicia y la liberación cristianas. Verbo Divino. Estella, 2010.

11 Juan 6: 36

12 Juan 6: 32-33. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible desde Jesús. Sal Terrae. Santander, 2010; El rostro humano de Dios: de la revolución de Jesús a la divinidad de Jesús. Sal Terrae. Santander, 2008.

13 Juan 6: 28-31

14 SCANNONE, Juan Carlos. Evangelización de la cultura moderna y religiosidad popular en América Latina. En https://www.repositorio.uc.cl/xmlui/bitstream/handle/11534/15181/000412132.pdf

15 Juan 6: 34

16 Efesios 4: 22-24

17 Juan 6:32-33

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