“El Reino de los Cielos
es semejante a un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo encuentra,
vuelve a esconderlo y, de tanta alegría que le da, va, vende todo lo que tiene
y compra el campo aquel”
(Mateo
13: 44)
Lecturas:
1.
1 Reyes 3: 5-12
2.
Salmo 118
3.
Romanos 8: 28-30
4.
Mateo 13: 44-52
Cuál es aquella
realidad que determina y estructura todo nuestro proyecto de vida? Qué es
aquello que nos mueve en grado máximo y hace que todo lo que somos y hacemos se
oriente a ese ideal? Cuál es la realidad que define todo lo nuestro en términos de pasión y
felicidad?
A responder estos
interrogantes se orientan las sencillísimas parábolas del tesoro y de la perla,
que nos propone el evangelio de este domingo. Recordemos nuevamente el contexto
de la comunidad de Mateo,[1]
todos convertidos del judaísmo a la nueva fe en Jesús, viviendo entre
contradicciones e incomprensiones se preguntaban si valía la pena seguir este
camino, si el asunto de Jesús tenía la suficiente fuerza para totalizar sus
vidas y para llenarlas de sentido.
El esfuerzo de este
relato evangélico es demostrar que sí se
dan las mejores razones para la
esperanza apostándolo todo por este seguimiento y por la configuración radical
de la existencia en la clave del Evangelio,
sabiendo que no se trata de un camino de éxitos en el sentido en el que
el mundo entiende esto, ni tampoco de ascensos en la escala del poder ni de
adquisición de dinero y comodidades. Con esto, el evangelista quiere salir al
paso de los posibles desencantos y frustraciones que vivían las comunidades
inspiradas por Mateo, a raíz de las persecuciones e incomprensiones causadas
por sus antiguos correligionarios del judaísmo más ortodoxo e intransigente.
El relato de las tres
parábolas que propone hoy el texto de Mateo 13:44-52 nos recuerda una vieja
leyenda de Sri Lanka, la que se refiere al país de Serendip,[2]
una tierra imaginaria en la que se encontraban felices casualidades, cosas que
no se estaban buscando y que, de repente, surgían como sorpresas causantes de
sentido y de felicidad. Sucede que emergen personas en nuestra vida, así
gratamente sorpresivas, que nos abren horizontes liberadores, insospechados
hasta entonces; también experiencias fuertes, situaciones límite,
confrontaciones, fracasos que se convierten en oportunidades de crecimiento, crisis
que provocan rupturas y liberaciones. El contenido de esta casualidad se
concretó en la palabra inglesa serendipity, en castellano serendipia. Si
afinamos nuestra percepción semántica vamos a encontrar que la palabra
coloquial “chiripa”, deriva de aquella.
Así, tal cual, es lo que propone hoy el relato
de Mateo: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en
un campo. Cuando un hombre lo encuentra, vuelve a esconderlo y, de tanta
alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel”.
[3] Lo
que ofrece Jesús es apasionante en el máximo sentido en que algo puede serlo en
la vida, somos insistentes en afirmar en que lo suyo no es una simple reforma
de rituales y doctrinas religiosas; es una novedosa manera de vivir desde Dios,
desde el prójimo, desde el amor y la libertad, que en la terminología más
conocida se conoce como bienaventuranza.[4]
Con Jesús, el Padre
Dios nos ofrece ese proyecto llamado Reino,[5] el
nuevo orden de cosas en el que la felicidad no está dada por las posesiones
materiales ni por la carrera del poder sino por una bienaventuranza que parte
de dejarse encontrar por Dios – gratuitamente, bien lo sabemos – y que asume
ver la vida desde una óptica de solidaridad, de servicio, de fraternidad, de
lucha por la justicia, de mesa compartida. Ese es el tesoro, la perla , que sugiere este relato
evangélico. Un hallazgo casual que nos lleva al encuentro con la felicidad
liberadora del Padre Dios.[6]
Dice el teólogo español
José Antonio Pagola a propósito de esto: “ El reino de Dios es la clave para captar
el sentido que Jesús da a su vida y para entender el proyecto que quiere ver
realizado en Galilea, en el pueblo de Israel y, en definitiva, en todos los
pueblos. Jesús no enseña en Galilea una doctrina religiosa para que sus oyentes
la aprendan bien. Anuncia un acontecimiento para que aquellas gentes lo acojan
con gozo y con fe. Nadie ve en él a un maestro dedicado a explicar las
tradiciones religiosas de Israel. Se encuentran con un profeta apasionado por
una vida más digna para todos, que busca con todas sus fuerzas que Dios sea
acogido y que su reinado de justicia y misericordia se vaya extendiendo con
alegría. Su objetivo no es perfeccionar la religión judía sino contribuír a que
se implante cuanto antes el tan añorado reino de Dios y, con él, la vida, la
justicia, y la paz” .[7]
Estas palabras son alusión directa a esa realidad que Jesús nos
presenta como el valor último y decisivo para llenar de sentido cualquier vida
humana que desee optar por esta alternativa, asumiendo las necesarias rupturas
con aquellas cosas que nos impiden vivir con libertad : afectos desordenados,
ambiciones egoístas, deseo de brillar socialmente, búsqueda de privilegios, cambiando
todo por una vida en la que el genuino culto a Dios se da en la construcción de
la projimidad y en la realización efectiva de la dignidad y de la justicia para
todos.
Hoy la situación es
bien diferente de la que vivía aquella perpleja comunidad de Mateo que se
planteaba la pregunta radical de sentido en la persona de Jesús. Vivimos un
mundo complejo, en el que coexisten los grandes avances de ciencia y
tecnología, el prodigio de la cultura digital y de las comunicaciones, los
logros de las ciencias humanas y sociales afirmando todo lo que tiene que ver
con la libertad, en simultánea contradicción con grandes injusticias, violencias y
escandalosos desconocimientos de la dignidad de las personas.
Junto a ellos viene el resurgimiento de tendencias
fundamentalistas, religiosas y políticas, que afirman con soberbia sus verdades
desconociendo las búsquedas legítimas de los demás, maltratando a quienes invocan la compasión, la
misericordia, la superación del fanatismo religioso y la promoción de un mundo
pluralista y respetuoso de la diferencia.[8]
Cómo ser aquí
seguidores de Jesús? Cómo ser como el hombre de la parábola que se encuentra
gozoso con el tesoro y hace todo lo mejor para quedarse con él? Cómo aportar a
la humanidad el espíritu original del Evangelio dejando de lado esa
religiosidad cositera, neurótica y promotora de miedos y de sentimientos de
culpa? Cómo anunciar que Dios está siempre enamorado de la humanidad y que su
deseo es la felicidad del ser humano? Cómo rescatar a Jesús para que el ser
humano de hoy vuelva por los fueros de su dignidad? Cómo vivir el hallazgo del
tesoro en tiempos de corona virus, con toda la problemática que acompaña esta
pandemia?[9]
El reino de Dios y su
justicia desborda esos lìmites y se constituye en un universo desbordado de
solidaridad, de compasión, de justicia, de posibilidades para todos en igualdad
de condiciones, no se agota en tal o cual modelo político-econòmico, lo suyo
propio es una inspiración que reanima teologal y humanamente todas las realizaciones
para dotarlas de sentido definitivo.
Este proyecto está estructurado en torno a la referencia
radical y simultànea al Padre de Jesùs y
al prójimo, una relación de amor total y apasionado, descubriendo que la voluntad de Dios es que el ser humano
llegue a la felicidad, que todas sus potencialidades se realicen, que no sea
sometido a ninguna esclavitud, que su existencia estè siempre animada por la
Buena Noticia, el Evangelio, que su dignidad sea siempre reconocida y
promovida, que se den unas condiciones
tales que hagan viable siempre la inclusión y la mesa compartida , que todos asuman que Dios
es principio y fundamento de la humanidad , certeza que nos lleva a tener la expectativa dichosa de una existencia con sentido.
El acontecer de Dios en
el ser humano se da través de la configuración con Jesùs, la gracia nos lleva a
identificarnos con El, a que nuestra humanidad sea asumida y transformada, como
dice Pablo: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien
de los que le aman, de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues
Dios predestinò a reproducir la imagen de su Hijo a los que conoció de
antemano, para que asì fuera su Hijo el primogénito entre muchos hermanos”.[10]
Cuando el Papa
Francisco se pronuncia a favor de una
economía con rostro humano, cuando rechaza con vigor ese sistema social que
crea personas descartadas, que sòlo favorece a ricos y poderosos, cuando propende por la inclusión y el respeto
a la diversidad, cuando confronta el egoísmo de Europa ante la angustiosa
migración de los africanos, està afirmando uno de los pilares del tesoro
de Jesùs, patrimonio de todos, iniciando
èl mismo esa salida para bajar a la Iglesia de los pedestales y para
desarmar el orgullo ensimismado de quienes todo lo tienen, menos la solidaridad
y el compromiso responsable con la dignidad humana.
Esta es la oferta,
vamos a ser capaces de despojarnos de seguridades para obtener tan seductor y
apasionante tesoro?: “También es semejante el reino de los cielos al caso
de un mercader que anda buscando perlas finas. Cuando encuentra una perla de
gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra”.[11]
[1] P. Le Poittevin, Etienne Charpentier. El
evangelio según San Mateo. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 1995. Ulrich
Luz. El evangelio según San Mateo. Sígueme. Salamanca, 2010; tres
volúmenes.
[2]
Christoforo Armeno. Peregrinaggio
di tre giovani figliuoli del re di Serendippo. Heinrich Gassner, 1891. Royston
M. Roberts. Serendipia: descubrimientos accidentales en la ciencia.
Alianza Editorial. Madrid, 1989.
[3]
Mateo 13: 44
[4] Carlos Mesters. Las bienaventuranzas o
felicidades: caminos para el reino. Abya-Yala. Quito, 2009.
[5]
José María Castillo. El reino de
Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower.
Bilbao, 1999.
[6]
José María Castillo. Dios y
nuestra felicidad. Desclée de Brower. Bilbao, 2002.
[7]
José Antonio Pagola. Jesús: aproximación
histórica. PPC. Madrid, 2007; página 88
[8] Tony Judt. Algo va mal. Taurus.
Madrid, 2011.
[9]
Fernando Prado Ayuso. Tejer
historias: comunicar esperanza en tiempos de pandemia. Publicaciones
Claretianas. Madrid, 2020.
[10]
Romanos 8: 28-29
[11] Mateo 13: 45-46