domingo, 29 de septiembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 29 DE SEPTIEMBRE 2019 DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


“Si no hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite”
(Lucas 16: 31)
Lecturas:
1.   Amòs 6: 1 y 4 – 7
2.   Salmo 145: 7 – 10
3.   1 Timoteo 6: 11 – 16
4.   Lucas 16: 19 – 31
El mensaje de Jesús que, en uno de sus elementos màs determinantes, lleva a optar preferencialmente por los pobres y a denunciar con crudeza la indiferencia de los ricos, con seguridad resulta antipático y reiterativo para muchos. Què hacer ante esto? Callar o limar la aspereza de estos contenidos para no perder adeptos? O mantenerse firme en el vigor original del Evangelio,  aùn a costa de resultar ingratos a los ojos de quienes viven sumergidos en el mundo de las riquezas?
Siguiendo al mismo Jesùs, todo indica que la actitud cristiana seria es la segunda. Este es – una vez màs – el énfasis que nos ofrece el texto de Lucas escogido para este domingo, evangelio que destaca la conciencia misericordiosa  del Señor con respecto a los excluídos y oprimidos,  cuyas carencias son resultado de la insensibilidad de los que disfrutan con exageración egoísta de los bienes materiales, tipificados en el rico Epulòn de la parábola .
La primera lectura, del profeta Amòs,  como el domingo anterior, conecta con esta intención de Jesùs: “Ay de los que se sienten seguros en Siòn y de los que confían en la montaña de Samarìa, la gente màs notable de la capital de las naciones, a quienes acude la casa de Israel!” [1], este texto – del siglo VIII antes de Cristo – inspira la parábola que trae a cuento Lucas para contrastar la desmedida abundancia del rico Epulòn y la dramática pobreza de Làzaro, cuya necesidad no conmueve a aquel.
Amòs vivió en un contexto muy parecido, con gente millonaria que se podía dar toda clase de lujos y derroches, y multitud de pobres que a duras penas sobrevivìan, tal como sucede en nuestro tiempo. Este profeta se dirige a la clase alta de las dos capitales – Jerusalèn y Samarìa – y denuncia con rigor su forma de vida: “Los que beben vino en anchas copas y se ungen con los mejores perfumes, pero no lamentan el desastre de Josè”[2] , refirièndose con tal alusión a lo que sucede en todo el país.
Como castigo, Amòs les anuncia: “Por eso, ahora iràn al destierro a la cabeza de los cautivos y cesarà la orgìa de los sibaritas” [3], texto que participa de la doctrina de la retribución, propia del Antiguo Testamento, asì también lo que padece Epulòn, consecuencia  de su nulo interés por la persona de Làzaro.
Esta parábola es clave para entender mucho de lo que en el evangelio se dice constantemente sobre la actitud ante el dinero y los bienes que con èl se pueden adquirir,  mensaje que nos lleva con gran realismo a mirar el escàndalo del abismo entre ricos y pobres, la sociedad de consumo con su infinidad de objetos innecesarios, el consumismo y el despilfarro que caracterizan a los países del primer mundo y a las clases pudientes en el mundo entero, en contravía del hambre, del desempleo, de la miseria, en la que viven miles de millones de personas, los Làzaros de todos los tiempos de la historia, cuya carencia no es producto de la casualidad sino efecto incuestionable   de un modelo socioeconómico que necesita producir pobres a gran escala para mantenerse “en equilibrio”.
Hay que hacer una advertencia esencial para no errar en la interpretación de este texto de Lucas: el premio del pobre y el castigo del rico no se quedan en la “otra vida”. Recordamos la durísima crìtica del marxismo clásico cuando desvela la religión como opio del pueblo, al invitar a todos los últimos del mundo a resignarse con su miseria prometiéndoles que en el màs allà serán premiados con la bienaventuranza y la salvación eternas.
 Tal promesa es definitivamente inmoral y antievangélica porque uno de los elementos sustanciales de la Buena Noticia de Jesùs es la reivindicación real, histórica, del ser humano en su integridad, abierto a la trascendencia pero trabajando con ahinco para que en justicia se le reconozcan sus derechos y su dignidad. Este es el motivo  que anima la conciencia humana y cristiana cuando propende con machacona insistencia por la solidaridad con todos los condenados de la tierra.[4]
Para comprender por què el rico, que comìa y vestìa de lo suyo, es lanzado al infierno, debemos referirnos brevemente al concepto de rico y de pobre en la Biblia. Para nosotros el uno y el otro son conceptos que aluden a una situación social y económica. Rico es el que posee mucho màs de lo necesario para vivir y puede acumular bienes en demasìa, y pobre es el diametralmente opuesto, el que carece de todo, el que vive en constante necesidad, con el agravante de que , en general, su condición apenas mueve a compasiones ocasionales, a limosnas fruto de piedades del momento, sin tocar en su raíz la estructuras de la sociedad que promueven este estado de cosas.
Pobres, en el Antiguo Testamento, sobre  todo a partir del destierro en Babilonia, eran aquellos que no tenìan otro valedor que Dios. Se trataba de los desheredados de este mundo, que no tenìan nada en què apoyar su existencia, no tenìan a nadie en quien confiar, pero seguían confiando en Dios. Tal confianza era la que los hacìa gratos a Yavè , que no les podía fallar. Por eso en este contexto, lo sociológico no se puede desligar de lo religioso.
Hagamos el esfuerzo de revisar con detenimiento informes socioeconómicos de países ricos y de países pobres, de sociedades ricas en países pobres y veamos los indicadores de posibilidades de acceso a los bienes básicos, al mínimo vital, en contraste con el consumo, el gasto irresponsable, los excesos de quienes tienen mucho màs allà de lo necesario para una vida digna. Es claramente escandaloso, contradictorio, y habla pèsimamente del mundo en el que vivimos y del modelo social y económico que favorece estas distancias de riquezas desbordantes y pobrezas que paralizan a tantos seres humanos.
Las estadísticas tienen el valor de situar objetivamente los indicadores de la pobreza y de la riqueza. En Colombia se estima la población pobre en 12.800.000 personas con un ingreso mensual inferior a $ 257.433; y la población en condición de pobreza extrema – por debajo del mínimo vital – está en 3.508.000, con ingreso mensual inferior a $ 117.605. Esto quiere decir que 16.308.000 habitantes de nuestro país tienen serias dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. [5]
Por otra parte, la clase media – concepto que es más sociológico que económico – integra un 70 % de nuestra población, con ingresos mensuales entre $ 600.000 y $ 3.000.000. El sistema de endeudamiento crediticio con el que este grupo poblacional atiende muchas de sus necesidades incrementa la precariedad y fragilidad de esta inmensa comunidad de ciudadanos. El sistema económico que tiene en los centros comerciales sus santuarios deslumbrantes de artículos superfluos y costosos hipnotiza a los consumidores, les crea necesidades artificiales y los hipoteca, dejando con frecuencia en segundo plano la satisfacción de las necesidades básicas de salud, vivienda, educación, seguridad social. Es, sin duda, un sistema intrínsecamente  perverso y pecaminoso.[6]
Mientras tanto, para completar el panorama, veamos algunos datos sobre los grandes capitales colombianos. Luis Carlos Sarmiento Angulo, banquero y constructor, posee una fortuna de 10.8 billones de dólares; la de Jaime Gilinski es de US 3.6 billones, y la de Carlos Ardila Lulle de 2.7 billones de dólares.[7] Es claro que estos grandes conglomerados económicos generan empleo, productividad, desarrollo, pero si examinamos sus políticas de salarios y seguridad social podremos verificar que sus montos son notablemente inferiores a sus ganancias. Es la lógica maligna del capital! Los desequilibrios son evidentes.
La privatización de los servicios públicos, el ataque sistemático a las pensiones de jubilación, el venenoso modelo crediticio, el arribismo que genera la sociedad del consumo, son dinámicas que van en contravía de un proyecto de solidaridad, de justicia, de equidad. La opción preferencial por los pobres no es “pobrerismo”, victimizando siempre a los vulnerables, es una opción por la dignidad plena de todo ser humano, promoviendo una dinámica y estructuración de la sociedad tales que en ella todo se ha de articular para tender a este objetivo común. [8]
Tengamos en cuenta el clamor intenso del Papa Francisco quien, desde el comienzo de su ministerio como Obispo de Roma y antes, en su pastoreo de la Iglesia de Buenos Aires, llama la atención sobre esta seudocultura opulenta que trata a muchos seres humanos como desechables y los “descarta” porque no son funcionales para el sistema de producción y de consumo: “Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. Asì se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas”[9] .
Jesùs quiere hacernos caer en cuenta de una falsa actitud religioso – moral, que es la de confundir rectitud a los ojos de Dios con el cumplimiento de las minuciosidades rituales y legales que se absolutizan con detrimento de la justicia y solidaridad debidas a quienes carecen de todo. La verdadera religiosidad – para El – reside en la construcción de una comunidad de hermanos, donde la dignidad humana sea el principio decisivo de la misma.
Siguiendo aquello de “caridad es hacer hombres, no mendigos”, estamos llamados a superar el asistencialismo y paternalismo de las caridades de momento para dar paso a un paradigma en el que la solidaridad sea estructurante de todo el tejido social, disminuyendo al mismo tiempo la abundancia de los ricos y la carencia de los pobres en la perspectiva de bienes compartidos en igualdad de condiciones, trascendiendo también los intereses políticos y económicos de los grupos de poder, de una y otra tendencia ideològica.
Proponer esto  resulta de alto idealismo, quijotesco si se quiere, pero este debe ser el horizonte ètico que inspire una nueva humanidad. De lo contrario, seguiremos sometidos al designio funesto de seres humanos que utilizan a sus semejantes como mercancías y los descartan cuando nos les resultan ùtiles, mientras aquellos siguen anestesiados en su mundo de excesos.
No podemos desarrollar nuestra religiosidad sin contar con el pobre. Un cierto tipo de predicación incompleta del cristianismo, olvidando lo sustancial del Evangelio, ha desarrollado un individualismo casi absoluto, haciendo de la relación con Dios un tratamiento vertical que desconoce al prójimo. En el mensaje original de Jesùs el camino para llegar a Dios es el compromiso solidario con el prójimo, afirmación que  no admite medianìas . El verdadero grado de acercamiento a Dios es el acercamiento al otro, todo lo demás es idolátrico.[10]
Pablo,  exhorta a Timoteo  a vivir en la nueva humanidad, que es definitiva para este proyecto de fraternidad : “Tù, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura” [11]
El rico Epulòn es la vieja humanidad, la que ignora el sufrimiento del hermano, la que desperdicia y gasta sin sentido ètico, la que es incapaz de la justicia y de la projimidad. Si bien, nuestra esperanza està cifrada en una plenitud total màs allà de la muerte, que llamamos salvación, nuestra historia actual, y en ella nosotros como actores comprometidos, debemos hacer de la misma un sacramento anticipado de esa trascendencia total, dedicándonos sin reservas a la restauración de los caìdos por causa de la inequidad y de la riqueza irresponsable.



[1] Amós 6: 1
[2] Amós 6: 6
[3] Amós 6: 7
[4] GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Teología de la Liberación: perspectivas. Lima, CEP, 1972.
[5] Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE.  Pobreza Multidimensional en Colombia. Boletín técnico mayo de 2019.
[6] Revista DINERO (edición internet), septiembre 27 de 2019. Dónde está la clase media de Colombia?
[7] BROSETA, Andrea. Los hombres más ricos de Colombia 2019. Publicado en RANKIA, marzo 2019.
[8] Concilio Vaticano II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno: Gaudium et Spes. Nos. 12 a 18. BAC. Madrid, 2009.
[9] Papa FRANCISCO. Encíclica Laudato si: sobre el cuidado de la casa común, # 56. Tipografía Políglota Vaticana, julio 2013.
[10] GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible desde Jesús. Sal Terrae. Santander (España), 2010.
[11] 1 Timoteo 6: 11

domingo, 22 de septiembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 22 DE SEPTIEMBRE 2019 DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


“Escuchen esto los que pisotean a los pobres, los que quieren suprimir a los humildes de la tierra……”
Amós 8:4
Lecturas:
1.   Amòs 8: 4 – 7
2.   Salmo 112: 1 – 8
3.   1 Timoteo 2: 1 – 8
4.   Lucas 16: 1 – 13

Las palabras del profeta Amós, primera lectura de este domingo, bien podrían ser pronunciadas en un foro mundial del Fondo Monetario Internacional o en la convención general de Odebrecht o en algún destacado evento del universo financiero del planeta. Pero, con seguridad, el profeta sería abucheado y vilipendiado por decir cosas “políticamente incorrectas”: “Escuchen esto los que pisotean a los pobres, los que quieren suprimir a los humildes de la tierra[1], empieza así la invectiva para seguir con el rosario de exigentes reclamos: “Dicen: cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para dar salida al trigo, achicar la medida y aumentar el peso, trucando balanzas para robar; para comprar por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, y vender hasta el salvado del grano?”[2]
Y remata el profeta con el recuerdo de Dios: “Lo ha jurado Yahvé por el orgullo de Jacob: jamás he de olvidar todas sus obras!”[3]
Los profetas bíblicos fueron extremadamente severos al denunciar las inconsistencias religioso-morales de sus contemporáneos. Su voz se levantó potente para desenmascarar la hipocresía de una religión formal, solemne, pomposa, que se esmeraba en los rituales pero sin demandar la conversión del corazón, manifestada  en el referente del prójimo humillado y abatido.[4]
Esa Palabra viene también poderosa y con alta capacidad de confrontación a esta sociedad mundial globalizada,  idiotizada con el consumo, enloquecida con la lógica implacable del mercado, excluyente, demoledora con los millones de poblaciones marginales del mundo. El sistema económico neoliberal, intrínsecamente perverso por su capacidad de concentrar riqueza en minorías y de crear pobreza en las mayorías, es merecedor de este debate profético.[5]
Nos referimos hoy a dos voces, similares a la de Amós: el Papa Francisco y la adolescente sueca Greta Thunberg, el uno proclamando a diestra y a siniestra la maldad del modelo que produce seres humanos descartados y descartables, y la otra haciendo conciencia de las consecuencias penosas del cambio climático, con toda su secuela de injusticia social y de destrucción del hábitat de la vida.
La voz del profeta no es cuestión lejana de arqueología bíblica, tiene plena vigencia en nuestro tiempo. Estamos anestesiados a tal punto de no conmovernos con la densidad de esta crisis? Estos problemas se nos volvieron parte del paisaje? Carecemos de capacidad para la indignación profética? Nuestra fe en Dios se encarna en estos dramas para responder a ellos “encargándonos de la realidad”, como afirmaba el mártir jesuita Ignacio Ellacuría en su filosofía de la realidad histórica?[6]
Es de extrema  gravedad moral la injusticia que se comete sistemáticamente contra las mayorías vulnerables de la humanidad. Muchos de estos explotadores se dicen religiosos y observantes de rituales, creyentes de doctrinas, pero sus arcas rebosan de dineros desiguales obtenidos a costa de la pobreza de muchísimos seres humanos: escandaloso recorte de las pensiones, salarios de hambre, maquila, contratos laborales que son toda una paparrucha seudojurídica, carencia de servicios sanitarios básicos, poblaciones enteras migrando hacia el “primer mundo”, gobernantes que desde la Casa Blanca y la oficina del Primer Ministro británico, o del palacio presidencial de Brasilia, niegan con descaro el cambio climático y promueven determinaciones para suspender la migración y abandonar a los ansiosos desplazados a la mala suerte del océano, como en Lampedusa y en otros lugares del planeta.
Somos conscientes de que la opción preferencial por los pobres y por la justicia es normativa del seguimiento de Jesús? O estamos sumergidos en una religiosidad intimista, con el facilismo propio de la nueva era, con piedades individualistas, que desentonan completamente con la Buena Noticia del Señor?
Al Papa Francisco se le oponen con rabia farisaica un grupo de cardenales y obispos decadentes respaldados por opulentos magnates del catolicismo de los Estados Unidos, acusándolo de pervertir la fe y la moral cristianas, sindicándolo de herejía y de laxitud moral. Exactamente lo mismo hicieron los sacerdotes del templo de Jerusalén y los maestros de la ley con el Señor Jesús.[7]
Como es tendencia dominante en los evangelios, en la  parábola del administrador sagaz que nos presenta hoy el relato de Lucas, Dios se nos evidencia como el único Señor al que vale la pena dedicarse por entero, porque en El se encuentran la genuina libertad y la genuina humanidad. Es, una vez màs, la afirmación contundente del principio constitutivo del reino de Dios y su justicia, como categoría determinante de un proyecto de vida trascendente, liberado y liberador.[8]
Podemos entender el texto en su contexto: la confrontación de Jesùs con los fariseos, a quienes Lucas caracteriza como avaros y siempre dispuestos a ridiculizar sus enseñanzas, haciéndole preguntas y comentarios capciosos para descubrirlo como infractor de la ley judía y contrario a sus principios y tradiciones jurídico – religiosas.
Partiendo del ejemplo del administrador astuto, de la habilidad con la que maneja su crisis con el amo,  ganándose el favor de los acreedores de este último, Jesùs nos lleva a descubrir valores que son claves para el nuevo proyecto de vida que èl propone: nosotros no somos dueños de los bienes materiales sino administradores, a  partir de una ética del compartir y de la projimidad, con la prioridad bien conocida de los pobres y excluìdos, reiteración que seguramente resulta molesta a muchos, pero que es imperativo explicitarla porque hace parte sustancial de su propuesta: “Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que son amigos del dinero, y se burlaban de él. Pero él les dijo: Ustedes se las dan de justos delante de los hombres, pero Dios los conoce por dentro: y para Dios es abominable lo que los hombres consideran estimable”.[9]
El desarrollo emancipatorio del siglo XX con su afirmación del primado de la razón crìtica e ilustrada, proyectada en el conocimiento científico, se olvidò del asunto fundamental de la solidaridad y de la sensibilidad con esos otros desafíos  èticos que son los prójimos abatidos por la pobreza, por la negación de sus derechos, y se obnubilò con el progreso de la tecnología, con la lógica desmedida del mercado, y cambiò los ideales humanistas por los de un desarrollo desalmado, en cuya raíz hay una perversidad intrínseca, que es la de concentrar la riqueza en pocas manos, creando miseria y hambre en las mayorìas.[10]
 A este tipo de concepción hay que señalar crìticamente como alienación de la condición humana. Aquì se inscribe la praxis de Jesùs que denuncia la idolatrìa del dinero y  advierte sobre la pecaminosidad que allì se contiene. De ahì que èl nos diga con tanta claridad:”Ningùn criado puede servir a dos señores, porque aborrecerà a uno y amarà al otro; o bien se dedicarà a uno y despreciarà al otro. No se puede servir a Dios y al dinero” [11]
Los ídolos que quitan al ser humano su dignidad y su libertad son el dinero, el afán enfermizo de riquezas, la absolutización del poder, con lo que se pasa por encima de los seres humanos y se los instrumentaliza como medios para lograr estos fines de modo despiadado.
No caigamos en la tentación de mirar atrás en la historia para justificarnos y decir que son cosas de tiempos pasados. Para superar esa tendencia irresponsable dejemos que estas cifras nos ilustren al respecto: el 20 % de los màs ricos del planeta controlan el 83 % de la producción mundial; el 20 % de los màs ricos del planeta controlan el 81 % del gasto de energía; ese mismo 20 % , controla el 80.5 % del ahorro, ellos mismos controlan el 80.6 % de la inversión del mundo. Y también: las 350 personas màs ricas del mundo reciben en la actualidad rentas equivalentes al ingreso de 2.400 millones de seres humanos, el 45 % de la población del planeta, con el escàndalo de que estos últimos se debaten dìa a dìa entre la vida y la muerte, a causa de la miseria que genera el maligno sistema económico que domina en nuestro tiempo.[12]
Por eso, la advertencia de Jesùs, aludiendo a la astucia de ese administrador, es una invitación a cambiar totalmente nuestra manera de pensar y de sentir, no sòlo por ir a contracorriente de ese desorden, sino porque muchas veces los principios que lo sostienen tienen su argumento en creencias religiosas que ponen a Dios de parte de los ricos y de los poderosos, justificando asì la injusticia con los màs desfavorecidos. Quien quiera vivir cumpliendo la voluntad de Dios no puede hacer parte de ese juego inmisericorde.
La muy de moda “teología de la prosperidad”, fomentada por los grupos neopentecostales fundamentalistas, dice que la propiedad de grandes bienes materiales es señal de la bendición de Dios para quien los posee, porque está indicando que estas personas son fieles a su voluntad. La pobreza es, en esta perspectiva, una maldición que pone al desnudo la maldad moral de quienes la padecen.[13] Esto “explica” la presencia masiva de personas de las comunidades populares de nuestras grandes capitales latinoamericanas y africanas en estas congregaciones, que además son soporte de los regímenes políticos más conservadores del mundo, como es el caso de Estados Unidos, Brasil, Guatemala, en la actualidad.
Cuando nos dice: “Y es que los hijos de este mundo son màs sagaces con los de su clase que los hijos de la luz!”[14] nos està invitando a tener una astucia evangélica para comprometernos en un modo de vida que sea de servicio,de solidaridad, de responsabilidad ètica con los prójimos caìdos,  que demandan de nosotros una transformación radical de esa lógica de ganancia egoísta por una de fraternidad y de gratuidad.
Cada uno, en ejercicio de un discernimiento responsable, debe encontrar la manera de actuar con sagacidad para conseguir el mayor beneficio, no para el yo falseado por el egoísmo y por el dinero, sino para el verdadero ser, cuyos rasgos descansan en la entrega sin reservas al bien del prójimo, con miras a generar una cultura de la solidaridad.
Cabe asì detectar la sinceridad de nuestras intenciones y de las conductas que resultan de allí. Y esto debe remitirnos a examinar esos estilos de excesiva confianza en las cosas externas: dinero, posesiones, prestigio social, títulos, relaciones, indicadores funestos del “ser bien” que nos alejan de Dios y del hermano. Jesùs propone que seamos sagaces para deducir de allì ventajas espirituales, esas sì profundamente humanas y solidarias.
Estos criterios egoístas han hecho carrera y se han “normalizado”, hasta el punto de convertirse en notas  de identificación de la gente sensata, seria  y respetable, todo esto canonizado por la aprobación de la buena sociedad. No hace falta dar muchas vueltas para comprobar que ponemos màs interés en lo material que en lo espiritual. Asì, resulta penoso verificar que personas que han tenido acceso a una buena formación humana y acadèmica, tengan en esta materia de ética esencial y de projimidad unas mentalidades deplorables por su cortedad de miras y por su egoísmo disfrazado de sensatez, apariencias deleznables que claman al cielo!
Definitivamente, servir a dos dioses, en los términos de disyuntiva que nos presenta Jesùs, es descubrir una esencial incompatibilidad. El Dios que se nos revela en Jesùs no es un tirano programador de conciencias, ni se satisface con el servilismo y con la miseria, El es un Padre que tiene en la dignidad humana su  màs profunda y comprometedora sacramentalidad, el rostro de Dios es el del prójimo que requiere ser reconocido como humano merecedor de todo bien.
El dinero, los bienes materiales, las cosas, las posesiones, no son asuntos de exclusividad individual y de goce solitario, en esta nueva ética que surge de la Buena Noticia ellos adquieren su verdadero significado cuando se ponen al servicio de los hermanos, cuando se inspiran en una lógica de comunión y de participación.
Los altos niveles de corrupción en nuestro país: Odebrecht, cartel de la toga, malversación de los dineros destinados a la salud y a las obras públicas, los deshonestos manejos con los restaurantes escolares, el vergonzoso vencimiento de términos con el que unos jueces de decadente moralidad van liberando a los delincuentes de cuello blanco, son síntomas de un mundo enfermo, una sociedad del espectáculo plena de apariencias y miserable en sus contenidos espirituales y humanistas.
Nuestra vida no puede tener dos fines últimos, sòlo podemos tener uno. Todos los demás objetivos tienen que ser penúltimos, es decir, orientados al último y definitivo , que es el que hemos venido planteando.
A esto San Ignacio de Loyola, en el comienzo de sus Ejercicios Espirituales, denomina “Principio y Fundamento”, es el presupuesto con el que el santo inicia su propuesta de transformación en el Espíritu: “El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra  son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es criado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar dellas cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados”.[15] Escrito con castellano y teología del siglo XVI nuestro santo nos está proponiendo el más extraordinario proyecto de vida, la referencia teologal como elemento estructurante de la existencia.
 El asunto de Jesùs reside en que pongamos todo lo que somos y tenemos al servicio de lo que vale de veras, que es – dicho escuetamente – el reconocimiento afectivo y efectivo de la dignidad humana, principalmente la de aquellos que son víctimas del sistema. Es imperativo para quien quiera tomar en serio su condición de cristiano! Amar a Dios por encima de todo equivale a amar al ser humano, asumido como prójimo, por encima de todo. Sobre esto no existen dudas.
Seguir a Jesucristo no es una religión más, como algunos han querido volverla , secuestrándole la profecía evangélica. El cristianismo es la adhesión integral del creyente a El, a su causa, a sus opciones, a sus conductas, es una pasión interpersonal y comunitaria que nos adhiere a su proyecto de plena humanidad y de plena divinidad: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos”.[16]




[1] Amós 8: 4
[2] Amós 8:5-6
[3] Amós 8: 7
[4] SICRE, Jose Luis. Con los pobres de la tierra: los profetas bíblicos y la justicia social. Cristiandad. Madrid, 1999.
[5] STITGLITZ, Joseph. Malestar en la globalización.  Taurus. Madrid, 2003.
[6] ELLACURIA, Ignacio. Filosofía de la realidad histórica. UCA editores. San Salvador, 1995.
[7] El conocido canal católico de TV EWTN es soterrado fortín de oposición al Santo Padre, lo hace sutilmente, también la agencia de noticias Aciprensa digital. Estos medios son financiados por grupos católicos económicamente poderosos que ven a Francisco como un peligro para la identidad del catolicismo, Tienen nostalgia del régimen de cristiandad, se rasgan las vestiduras por el magisterio cercano, evangélico, misericordioso, de Francisco. Recuerdan el caso del Sr. Galat en el canal Teleamiga?
[8] SCHYLLEEBECKX, Edward. Dios futuro del hombre. Sígueme. Salamanca, 1986.
[9] Lucas 16: 14-15
[10] VALVERDE, José María. Génesis, estructura y crisis de la modernidad. BAC. Madrid, 1998.
[11] Lucas 16: 13
[12] PNUD. Indíces e indicadores de desarrollo humano. Informe estadístico 2018. New York. Naciones Unidas, 2018. JESUIT REFUGEE SERVICE JRS. Informe anual 2018. Roma, 2018.
[13] BLOOM, Harold. La religión americana. Taurus. Madrid, 2009.
[14] Lucas 16: 8
[15] San Ignacio de Loyola. Ejercicios Espirituales. San Pablo. Madrid, 1996.
[16] 1 Timoteo 2: 5-6

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