domingo, 25 de agosto de 2024

COMUNITAS MATUTINA 25 DE AGOSTO 2024 DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Señor, a quien iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna”

(Juan 6: 68)



Lecturas:

  1. Josué 24: 1-18

  2. Salmo 33

  3. Efesios 5: 21-32

  4. Juan 6: 60-69

Josué,1 el líder de Israel a quien corresponde guiar a su pueblo en el momento final de su peregrinación por el desierto y en el ingreso a la tierra de la promesa, organiza la gran asamblea de Siquem como la reunión en la que se constituye el nuevo pueblo, es el punto de partida que configura a Israel en su identidad teológica, social, cultural: “Si les resulta duro servir al Señor, elijan a quién quieren servir: a los dioses que sirvieron sus padres al otro lado del río o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitan, que yo y mi casa serviremos al Señor. El pueblo respondió: lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor, nuestro Dios, es quien nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto, quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios, nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos” .2

Todo el Antiguo Testamento versa sobre Dios tomando en serio a estas tribus hebreas, primero sometidas en Egipto como esclavos en ese poderoso imperio, luego atravesando el desierto con todas las inclemencias, desencantos, fatigas, inherentes a una experiencia como esa, a veces confiando plenamente en su Dios, otras renegando de El, como es la vida de la mayoría de seres humanos. El tránsito por la vida oscila entre la felicidad y el sufrimiento, ambigüedad inevitable de nuestra condición. Ahora , con el liderazgo de Josué, termina la dramática experiencia del desierto y empiezan ellos a ver el cumplimiento de las promesas de Yahvé.

Por qué atendemos el mensaje de este libro, y el texto que nos ocupa hoy, en pleno siglo XXI y en todos los tiempos de la historia? Porque Israel es el prototipo del pueblo creyente, al que pertenecemos nosotros, que hoy es la Iglesia. Es un pueblo, también nosotros, que discurre por la historia, por la realidad, y vive todo lo propio de esa condición: libertad, plenitud, fracaso, desencanto, es lo que caracteriza a cada biografía individual y colectiva. En el texto que nos ocupa, Josué, de frente al pueblo, en inmediaciones de la Tierra Prometida, lo confronta, lo pone en situación de discernimiento, no sin antes hacer un recuento del ser y hacer de Dios-Yavé en la historia de esta comunidad. También a nosotros se nos propone hoy esta disyuntiva: cuáles son las marcas de Dios en nuestros relatos de vida? Cuáles nuestras crisis y frustraciones? Cuáles nuestras libertades, amores y felicidades? Somos conscientes del significado y alcance de optar por Dios, conscientes de las consecuencias que causa una tal decisión? 3

La libertad es el tema clave del Exodo, la experiencia que tiene este pueblo de un Dios absolutamente comprometido con su liberación, siendo esta una característica teologal determinante, es el Dios que no admite esclavitudes para su gente. Este es el Dios de los padres, el Dios que permanece fiel en esta tarea liberadora. 4 Las tribus que discurrieron por el desierto eran de una gran diversidad, a menudo problemática, como consta en varios pasajes del texto, pero ahora se aglutinan en torno a la fe en el único Dios liberador. La alianza de estas tribus tiene su raíz en la fe monoteísta. Al mismo tiempo, esta profesión creyente supone una postura crítica ante los dioses extraños, imágenes distorsionadas de Dios que someten y esclavizan a sus creyentes, dioses de muerte, dioses que frenan la evolución de las personas, dioses que llevan al fracaso. Afirmar al único y verdadero Dios es tomar partido por la libertad y por la dignidad, es lo que se asume en la asamblea de Siquem.5 Y es lo que hay que asumir en nuestra vida!

Comprometerse con Dios, comprometerse con Jesús, no es capitular ni deponer la dignidad ni la posibilidad de decidir la vida. Una interpretación de la fe cristiana, bastante viciada de legalismos y de ritualismos, permanece en muchas prácticas y mentalidades del cristianismo. Se identifica a los creyentes como personas sumisas, pasivas, incapaces de tomar la rienda de su vida , con un estilo fúnebre que no cautiva a nadie que se diga medianamente inteligente. La genuina asunción de la fe es liberadora en su esencia.6 Hacer vínculos con Dios, alianza como la de los israelitas, es dar el salto de esperanza a la aventura de la libertad, es inadmisible dar soporte a yugos, humillaciones, sometimientos indignos, en nombre suyo. La conciencia y vivencia de esta liberación es la que da arraigo a los israelitas en la asamblea fundante de Siquem. Es un paradigma que trasciende todos los tiempos de la historia para ser referente de la configuración de nuestras comunidades de fe y de vida,

Estos relatos del Antiguo Testamento no los tomamos simplemente como referencias a hechos sucedidos en la remota antigüedad. Nos hablan de cómo corresponder al Dios que nos toma en serio, tomándolo también a El con la misma seriedad, es decir, optando por ser libres con todo lo que esto demanda de responsabilidad con la historia y con las interminables causas de justicia y de reivindicación de la dignidad humana. El asunto cristiano, si bien aspira a una plenitud más allá de la historia, no puede desentenderse del compromiso con esta, porque lo que está en juego es el sentido de la vida de la humanidad, su derecho a vivir dignamente.

Hoy remata el capítulo sexto de Juan, que hemos proclamado durante cinco domingos consecutivos. Sus palabras chocan con la mentalidad vigente en ese contexto judío que definitivamente no lo entendía y se oponía con vehemencia a sus palabras y conducta. También a sus discípulos les resultó muy costoso asumirlo, captar la lógica de su proyecto. Jesús rompe los mapas mentales, los esquemas habituales de religiosidad, los modos de relacionarse con Dios, las prioridades de la vida.7 Hace veinte siglos parecía inadmisible que alguien pudiera comunicar un mensaje tan exigente y tan liberador: “Muchos de los discípulos que lo oyeron comentaban: este discurso es bien duro, quién podrá escucharlo? Jesús, conociendo por dentro que los discípulos murmuraban de ello, les dijo: Esto los escandaliza? Qué será cuando vean a este Hombre subir adonde estaba antes? Es el Espíritu quien da vida y la carne no vale nada. Pero hay algunos de ustedes que no creen” .8

Muchos, en nuestros ambientes cristianos siguen en el plan de endulzar el mensaje de Jesús, convirtiéndolo en una propuesta inocua, inofensiva, baja en potencia profética. Nunca olvidemos que su palabra cuestiona permanentemente todo lo que somos y hacemos, nunca con el objeto de frustrar nuestra vida, siempre con el ánimo de erigirnos en seres humanos adultos. Queremos seguirlo y queremos ser como él. No nos contentamos con los laureles que el mundo ofrece para disminuír la fuerza del Evangelio, nuestro anhelo es caminar la difícil y tortuosa vía del pueblo de Dios en la historia, como la que vivieron aquellos israelitas caminantes por el desierto en pos de la promesa.

Examinemos nuestras eucaristías y celebraciones de la fe, examinemos nuestra catequesis, examinemos nuestras prácticas pastorales, examinemos el ejercicio del ministerio, de la vida consagarada, y también la presencia de los laicos en la vida eclesial, examinemos el influjo cristiano en la estructuración social, y preguntémonos con coraje si en ello alienta el Espíritu del Señor Resucitado, el que da la vida del Padre, el que da la libertad, el que salva, el que nos alimenta con su carne y con su sangre para que también nosotros alimentemos al prójimo con la nueva humanidad.

Como en el discurso de Nicodemo y en el de la Samaritana (también de Juan), la referencia al Espíritu es clave para entender y vivir a Jesús: “Le contestó Jesús: te aseguro que, si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu. No te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo”.9 Todo el capítulo sexto viene diciendo que él es el pan, ahora nos dice que son sus palabras las que nos dan la Vida, y lo significa en la donación de su carne y de su sangre como alimento de la nueva vitalidad teologal.10

Tal nivel de exigencia hace que sus discípulos le abandonen. Hasta ahora eran los judíos los que le rechazaban, ahora también su gente se escandaliza y acobarda: “Desde entonces muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con El. Así que Jesús dijo a los Doce: también ustedes quieren marcharse?”.11 En este capítulo, Juan ha intentado aclarar las condiciones de pertenencia a la comunidad de Jesús, la dedicación al bien del ser humano mediante la ofrenda de todo el ser y el quehacer, el mesianismo triunfal queda definitivamente excluído. Jesús no busca la gloria humana, ni la quiere para sus seguidores, tomar su ruta implica dejar de lado las ambiciones personales y disponerse a la donación total de la vida, pan-carne partido y compartido, vino-sangre que se derrama, sacramento de Dios que nos implica ontológica y existencial en el ser y en el proceder de Jesús, para que nosotros seamos también instrumentos sacramentales de esa vitalidad.

Cuando Pedro, concluyendo el capítulo, dice: “Señor, a quién vamos a acudir? Tú dices palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios” ,12 supone que el primero de los discípulos, y estos mismos, vivieron su proceso de ruptura, renunciaron a su búsqueda de intereses limitados, captaron los alcances de este programa de vida, y decidieron dejarlo todo para entregarse por completo a la Buena Noticia.

No lo olvidemos: seguir a Jesús no es una tranquila y rutinaria acomodación a una religiosidad formal, demanda rupturas, compromete la totalidad de la vida, desarma esquemas preestablecidos, cambia las motivaciones y las prioridades. Estamos dispuestos a ello?



Antonio José Sarmiento Nova, SJ



1DE LEON AZCARATE, Juan Luis. Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén: Josué, Jueces. Desclée de Brower. Bilbao, 2010. ANDIÑACH, Pablo R. Una introducción al libro de Josué. En Biblioteca digital de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 2011. SANCHEZ, E. Josué en Comentario Bíblico Latinoamericano volumen 1; páginas 611-632. Verbo Divino. Estella, 2005. ABADIE, Philippe. El libro de Josué: crítica histórica. Verbo Divino. Estella, 2004. NAVARRO, Mercedes. Los libros de Josué, Jueces y Rut. Ciudad Nueva. Madrid, 1995.

2 Josué 24: 15-17

3 SERRA MARTÍNEZ, José Luis. Encontrar a Dios en todas las cosas. Curso de discernimiento. Buena Prensa. Ciudad de México, 2019. TORRES ADAME, Fabiola. Cómo hablar de Dios al hombre postmoderno? Una mirada desde el cristianismo. En Análisis número 51; páginas 37-55. Universidad de Santo Tomás. Bogotá, 2018.CRUZ LOPEZ, Diego Fernando. La revelación de Dios: camino de interpretación y de acción humana en el contexto de la comunidad “Pueblo de Dios”. En Reflexiones Teológicas número 12; páginas 11-34. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, enero-junio 2014. BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación. Verbo Divino. Estella, 2011. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. El Dios de la vida. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 1986.ARMSTRONG, Karen. Una historia de Dios: 4.000 años de búsqueda en el judaísmo, el cristianismo, el Islam. Paidós. Barcelona, 2016.

4 PIXLEY, Jorge. Exodo: una lectura evangélica y popular. Edición digital de Servicios Koinonía. México D.F., 1983. ANDIÑACH, Pablo R. El libro del Exodo. Sígueme. Salamanca, 2006. ASOCIACION BIBLICA ESPAÑOLA. El libro del Exodo. En Reseña Bíblica número 82 (monográfico). Verbo Divino. Estella, verano 2014.

5 LA CASA DE LA BIBLIA. El verdadero Israel, testigo del Dios liberador. Guía para una lectura comunitaria del Pentateuco y los Libros Históricos. Verbo Divino. Estella, 2004. HENAO MESA. Jairo Alberto. Dios narrado desde lo político. En Cuestiones Teológicas volumen 41 número 95 ; páginas 191-215. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, enero-junio 2014. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Dios liberó a Israel de la esclavitud de Egipto. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 2 de noviembre de 2010. LA CASA DE LA BIBLIA. El verdadero Israel, testigo del Dios liberador. Verbo Divino. Estella, 2004. PIXLEY, Jorge. La Historia de Israel vista desde los pobres. En https://www.nuestrabiblia,org/contenido/uploads/2015/05/La-Historia-de-Israel.pdf

6 IBAÑEZ, Alfonso. Gustavo Gutiérrez: el Dios de la vida y la liberación humana. En Espiral volumen IX número 26 ; páginas 10-28. Universidad de Guadalajara, enero-abril 2003. DEPARTAMENTO ECUMENICO DE INVESTIGACIONES. La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador. DEI. San José de Costa Rica, 2003. MESTERS, Carlos. Dios, dónde estás? Una Introducción práctica a la Biblia. Verbo Divino. Estella, 2006.

7 MARTÍNEZ LOZANO, Enrique. Jesús rompe nuestros esquemas. En https://www.fedulta.com/es/buscadoravanzado/item/745-Jesus-rompe-nuestros-esquemas.html ZAMORA ANDRADE, Pedro Pablo. Seguir a Jesús, el Señor, y proseguir su proyecto. Verbo Divino. Estella, 2021. OSPINA ARIAS, Diego Fernando. El seguimiento transformante de Cristo Jesús, categoría fundante de la teología moral fundamental. Trabajo de grado para optar al título de Doctor en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2014. CASTILLO, José María. El seguimiento de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2005. COSTADOAT, Jorge. Seguimiento de Cristo en América Latina. En Gregorianum volumen 93, número 3; páginas 573-592. Pontificia Universidad Gregoriana. Roma. 2012. LARRÚ, Juan de Dios. El seguimiento de Cristo en el corazón de la moral cristiana. En Teología y Catequesis número 55, páginas 13-17. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2023. MONTERO, Domingo J. Tentaciones en el seguimiento de Cristo. Verbo Divino. Estella, 2022.

8 Juan 6: 60-63

9 Juan 3: 5-7

10 GARRIDO, José Rafael. El pan de vida. Reflexión acerca del capítulo 6 del Evangelio de Juan. En https://www.academia.edu/27239135/El_Pan_de_Vida_Reflexion_acerca_del_Capitulo_6_del_Evangelio_de_Juan ARQUIDIOCESIS DE DENVER. Juan 6. En https://www.archden.org/-wp-content/uploads/2023/07/John-6-booklet_ESP_v2.pdf MOLONEY, Francis J. El evangelio de Juan. Verbo Divino. Estella, 2015. BEUTLER, Johannes. Comentario al evangelio de Juan. Verbo Divino. Estella, 2016. CARDONA RAMÍREZ, Hernán. Jesús de Nazaret en el Evangelio de San Juan. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 2012.

11 Juan 6: 66-67

12 Juan 6: 68-69

domingo, 18 de agosto de 2024

COMUNITAS MATUTINA 18 DE AGOSTO 2024 DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Vengan a compartir mi comida y a beber el vino que he mezclado”

(Proverbios 9: 5)



Lecturas:

  1. Proverbios 9: 1-6

  2. Salmo 33

  3. Efesios 5: 15-20

  4. Juan 6: 51-58

Discutían entre sí los judíos: Cómo puede éste darnos a comer su carne?” .1 Para la visión judía el ser humano era una realidad integral, no con la separación habitual de cuerpo y alma; cuando ellos hablaban de “carne” se referían a la persona entera, a la realidad humana completa, no sólo al aspecto físico disociado de esa totalidad. Por eso, para ellos era de extrema repugnancia la idea de comer la carne de otro, porque significaba que tenía que destruír al otro para hacer suya la sustancia vital de ese otro. Seguimos en este domingo con el capítulo 6 de Juan, el escándalo que se causa en los judíos ante las palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne para vida del mundo” . 2

Jesús, en vez de suavizar su propuesta, la hace aún más dura, porque si ya era inaceptable el comer la carne, ahora el asunto se hace más radical: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” .3 Les aterra esta expresión y su contenido, beber la sangre, que para ellos era la vida, es desafiar a Dios, porque esta solamente es de El. Jesús les pone como condición indispensable para seguirle que coman su carne y beban su sangre.

Carne – ya lo dijimos la semana anterior – es el aspecto más bajo del ser humano, su fragilidad extrema, la causa de todos sus límites y precariedades, mientras que el cuerpo es el aspecto humano que le permite establecer vínculos, es la persona, el yo con su posibilidad de enriquecerse o empobrecerse en sus vínculos con los demás seres humanos. En este relato-testimonio de fe lo que se quiere afirmar es que esto es mi persona, esto soy yo, puesto en boca de Jesús, El ofrece todo lo que es, también su carne frágil y su sangre que en la cruz se harán ofrenda total salvadora y liberadora, para darse como alimento y como bebida. “Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” .4

No es cualquier pan, es un pan tomado, eucaristizado, partido, repartido y compartido. Es Jesús dándose todo y marcando una pauta fundamental para el comportamiento de quienes desean seguirlo.5 Pero también conviene advertir que Juan cuando habla de carne, de la carne de Jesús, alude a la realidad más humilde y débil de su ser, esta es la que se da como alimento, la que se comparte en plenitud. Está en pleno juego el significado de la encarnación, Dios que se involucra ciento por ciento en la condición humana frágil y dolorosa.

Cuando Jesús nos dice que tenemos que comer su cuerpo y beber su sangre está afirmando que tenemos que apropiarnos de su persona y de su vida. Este comer y beber son símbolos de extraordinaria hondura para saber qué es lo que tenemos que hacer con El: hacer nuestra su vida, apropiarnos de su sustancia, asimilarlo, Su vida tiene que pasar a ser nuestra vida. Esto hiere la sensibilidad de los judíos, porque no lo entienden. Les está hablando de la vitalidad de Dios que se inserta en el ser humano a través de El: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día” .6 Consecuencia clara de este alimento y de esta bebida es que nosotros, como El, nos hagamos pan partido y sangre derramada, para que nos coman y nos beban, es el ejercicio radical del cristianismo, dejarnos configurar por la carne y por la sangre de Jesús para insertarnos vitalmente en el prójimo, alimentándolo con lo más íntimo de nuestro ser, que es el mismo Señor. 7

Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí” ,8 el designio de Dios es comunicar la Vida a Jesús y a nosotros; la actitud del que se adhiere a Jesús debe ser la misma que él tiene hacia el Padre: recibir vida y comunicarla a los demás. Al hacer nuestra su Vida, hacemos nuestra la misma Vida de Dios. La meta de todo ser humano es insertarse en el misterio de Dios, identificarse con Dios, hacer plena su humanidad en esa configuración con la divinidad.

Cuántos esfuerzos hacemos los humanos para alcanzar plenitud, muchos atinados, satisfactorios, creativos y otros , fuente de fracasos y desencantos. Es el viejo tema de las absolutizaciones de tal o cual personaje, ideologías, modos de vida, realidades que convertimos en fines cuando no son más que medios referidos a un propósito. El ser humano en su historia es un aventurero de la felicidad, testigo de apasionantes logros que se perpetúan en el constante trabajo de experimentar con creces el sentido de la vida, y también testigo de grandes frustraciones que resultan de no tener conciencia de los límites ni sabiduría para asumir la saludable relatividad de estas faenas. Dónde queda en esto el carácter definitivo de Dios, del Dios de la Vida, del que hace que el ser humano permanezca en el ser hasta desbordar con extrema generosidad la respuesta a estos deseos infatigables de plenitud?9

En la primera lectura – del libro de los Proverbios, un libro sapiencial – hay una invitación a la sensatez y a la inteligencia, que el texto vislumbra en el compartir los alimentos de Dios, en aceptar su invitación a dejarse tomar por El: “Quien sea inexperto, que venga aquí. Y a los insensatos les dice: vengan a compartir mi comida y a beber el vino que he mezclado. Déjense de simplezas y vivirán, y sigan el camino de la inteligencia” . 10 Recordamos que el banquete es una figura muy utilizada en el mundo antiguo, los textos bíblicos echan mano de ella con bastante frecuencia, representa los bienes comunicados por la Sabiduría, que es el don de Dios por excelencia para hacer del ser humano alguien abierto a lo definitivo, libre y teologalmente inteligente, alimentado por El mismo. En los evangelios, el banquete es uno de los grandes simbolismos del Reino de Dios.11

Volviendo a Juan, al evangelista le interesa dejar claro el sentido de la adhesión a Jesús, esta es la sabiduría, la lógica contenida en dejarse alimentar por su carne y por su sangre. Este discurso del capítulo 6 está conectado con la eucaristía y con el lavatorio de los pies, tal como se ve en Juan 13: 1-20, en el contexto de la última cena: “En verdad, en verdad les digo que quien reciba al que yo envíe me recibe a mí, y quien me recibe a mí recibe al que me ha enviado” 12 dice Jesús a los discípulos después de lavarles los pies. La eucaristía resalta el aspecto de entregarse a los demás, no puede ser una devoción individual desvinculada de la comunidad; el discurso del pan de vida acentúa el aspecto de alimento de la verdadera Vida y la necesidad de descubrirlo en la carne, en lo perceptible de Jesús; lavar los pies era una tarea que sólo se pedía a los esclavos, era un servicio de máxima humildad, es la diaconía, el servicio como gran consecuencia del ser alimentado por él, es clave para entender la nueva comunidad del Reino.

Vivimos esto plenamente en la Iglesia de hoy? Hacemos caso a Jesús y a los evangelios atendiendo este requerimiento fundamental? En la Iglesia la comunión (koinonía) de los hermanos resulta del servicio (diakonía) de unos hacia otros, con la vitalidad propia de quienes participamos de su cuerpo y de su sangre? Somos capaces de dar el salto cualitativo de la religiosidad individual a la comunidad del banquete?

Se trata de la totalidad de la existencia vivida desde el significado de este pan-carne y de este vino-sangre, porque lo comemos y lo bebemos a él para que se haga vida en nosotros y para que nosotros nos hagamos vida en todos los prójimos a quienes somos enviados, instrumentos de ese Dios que en Jesús se revela como saciedad del hambre y de la sed de vivir. La vida de Jesús tiene que pasar a ser nuestra vida.

Pablo invita a los Efesios a esta novedad : “Por tanto, no sean insensatos, traten de comprender cuál es la voluntad del Señor. No se embriaguen con vino, que es causa de libertinaje; llénense más bien del Espíritu”,13 como muchas alusiones paulinas esta es propuesta para asumir la nueva humanidad que se realiza en Jesucristo, alimentados por El para revestirnos de la condición que nos hace libres en el amor.

Dar la propia vida, constituirnos en alimento y bebida para otros, debe ser común denominador de todos los que seguimos a Jesús, vivir así rompe muchos de los esquemas habituales de “egoísmo sofisticado” de la sociedad. La actitud de Jesús, de darse en carne y en sangre, escandaliza porque desarma esta mentalidad. Esta se logra si su vitalidad, su carnalidad y su sanguinidad, entran en nosotros y nos hacen nuevos para el reino de Dios y su justicia.



Antonio José Sarmiento Nova, SJ

1 Juan 6:52

2 Juan 6:51

3 Juan 6:56 . RIUS CAMPS, Josef. El anacronismo de invitar Jesús a los judíos a beber la sangre del Hijo del Hombre. En Fortunatae número 26; páginas 127-136. Universidad de La Laguna. Palma de Gran Canaria, 2015. FRAY MARCOS. Comer su carne y beber su sangre es identificarnos con él. En https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/1437-comer-su-carne-y-beber-su-sangre-es-identificarnos-con-el.pdf FALQUE, Emmanuel. El que come mi carne y bebe mi sangre..En https://www.pdfcoffee.com/emmanuel-falque-el-que-come-mi-carne-y-bebe-mi-sangre-pdf-free.html PAPA JUAN PABLO II. Catequesis en la Audiencia General del 8 de junio de 1983. En https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1983/documents/hf_jp_ii_aud_19830608.pdf

4 Juan 6:55. VALENZUELA OSORIO VICENTE. La carne vulnerable como fuente primera y constitutiva de la teología. Trabajo de grado para optar al título de Doctor en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2016.

5 CASTELLANO CERVERA, Jesús. Celebración litúrgica y existencia cristiana. En https://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/463articulo.pdf PAPA BENEDICTO XVI. Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis sobre le eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2007. ESPINEL, José Luis. La eucaristía del Nuevo Testamento. San Esteban. Salamanca, 1997. O´MALLEY, Timothy P. Convertirse en personas eucarísticas. Ave María Press. South Bend, 2023. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La eucaristía, encuentro vivo con el Señor. En Horizonte volumen 6, número 12; páginas 21-40. Faculdades Jesuitas de Filosofia e Teologia FAJE. Belo Horizonte, junio 2008. BOROBIO, Dionisio. Eucaristía. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2000.PUIG, Armand. De la última cena de Jesús a la liturgia cristiana antigua. Sígueme. Salamanca, 2021. LEON DUFOUR, Xavier. La fracción del pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento. Cristiandad. Madrid, 1983.

6 Juan 6:54

7 AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. El memorial de la entrega de Jesús. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 6 de noviembre de 2012. CORDOVILLA PÉREZ, Angel. Haced esto en memoria mía (1 Corintios 11:24). La memoria en la escritura y la tradición de la Iglesia. En Sal Terrae número 108, páginas 103-116. Compañía de Jesús España. Madrid, 2020. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Memoria subversiva, memoria subyugante. Presentación de Jesús de Nazaret. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2011; Memoria de Jesús, memoria del pueblo. Reflexiones sobre la vida de la Iglesia. Sal Terrae. Santander, 1984. GUIJARRO PORTO, Santiago. La memoria viva de Jesús. Dinámicas de la transmisión oral. Sígueme. Salamanca, 2023. MARTÍNEZ DÍEZ, Felicísimo. Creer en Jesucristo, vivir en cristiano. Cristología y seguimiento. Verbo Divino. Estella, 2010.

8 Juan 6:57

9 TORBAY, Mirna. Deseo de plenitud….plenitud realizada. En Teresianum volumen 72, número 1; páginas 65-78. Pontificia Facultad Teológica Teresianum. Roma, 2021. GONZALEZ, Luis Jorge. Desarrollo humano en plenitud. Monte Carmelo. Burgos, 2002. LISÓN BUENDÍA, Juan Francisco. De la felicidad mínima a la plena felicidad. En https://www.uv.es/sfpv/quadern_textos/v35p133-145.pdf CAMPS, Victoria. La búsqueda de la felicidad. Arpa. Barcelona, 2019. MARGOT, Jean Paul. La felicidad. En Praxis Filosófica número 25; páginas 55-79. Universidad del Valle. Cali, julio-diciembre 2007.

10 Proverbios 9: 4-6

11 VASQUEZ ZAPATA, John Fredy. El banquete de “Doña” Sabiduría en Proverbios 9: 1-6. En Cuestiones Teológicas volumen 36, número 86; páginas 407-433. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, junio-diciembre 2009. BARRIOS TAO, Hernando. Comida, mesa banquete. De la primera a la segunda alianza. En Theologica Xaveriana volumen 58, número 166; páginas 347-380. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2008. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Compartir la mesa y conocer a Jesús. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 14 de noviembre de 2006; La mesa compartida. Sal Terrae. Santander, 1994. REID, Bárbara. El banquete de la sabiduría. Una invitación a la interpretación feminista de la Escritura. Verbo Divino. Estella, 2019.

12 Juan 13: 20

13 Efesios 5: 18

domingo, 11 de agosto de 2024

COMUNITAS MATUTINA 11 DE AGOSTO 2024 DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Y se preguntaban: no es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? Cómo puede decir ahora: he bajado del cielo?”

(Juan 6: 41-42)

Lecturas:

  1. 1 Reyes 19: 4-8

  2. Salmo 33

  3. Efesios 4: 30 a 5:2

  4. Juan 6: 41-51

En el texto del capítulo 6 de Juan – con el que venimos reflexionando desde hace dos domingos - es notorio el aumento de la tensión entre Jesús y los judíos, porque lo que él dice de sí les resulta inadmisible para su concepción religiosa. La pretensión de Jesús de referir a Dios como aval de su autoridad es para ellos escandalosa en el grado máximo en que algo puede serlo. No es posible, dicen, que este hombre se equipare a Dios, ningún ser humano puede hacerlo.1 “ Los judíos murmuraban de él porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Y se preguntaban: No es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? Cómo puede decir ahora: he bajado del cielo?” . 2

La expresión bajar del cielo es clave para comprender a Jesús en este evangelio. La profesión de fe de la comunidad en la que surge este texto hace un reconocimiento de su divinidad, de la legitimidad teologal que hay en él . Esta atribución que formula el texto de Juan resulta desproporcionada y herética para los judíos, porque le conocen , es un igual a ellos, saben de su origen familiar, si es hijo de José y de María no puede ser Dios, es humano, no admiten que Dios se manifieste en esta humanidad concreta, para ellos Dios siempre está en “la altura”, nunca en la realidad histórica y existencial de los hombres y mujeres comunes y corrientes. En este punto estamos tocando el aspecto más revolucionario de la manifestación definitiva de Dios en Jesucristo, porque deliberadamente el Padre resuelve asumir lo humano como la categoría esencial de su revelación, esto conmueve radicalmente el esquema religioso del judaísmo y el de todas las religiones de la historia.3 Es la contundencia antropológica del cristianismo!

La fuerza de un Dios que se expresa en la historia humana de Jesús es esencial para comprender la lógica de la revelación cristiana y el modo de proceder de Dios: es encarnado, es histórico, es Dios en la humanidad de Jesús y, más aún, es Dios en la humanidad de todos los humanos. Aquí está el punto que escandaliza a los judíos y a todos aquellos que, en los diversos momentos de la historia, no pueden con este Dios que “voltea” los esquemas de la religión. 4

En Juan, Jesús se refiere al Padre más de 90 veces: “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día” .5 Este es uno de los núcleos temáticos del cuarto evangelio: quien me ve a mí , ve al Padre; quien permanece en mí, permanece en el Padre. Jesús es el revelador del Padre, en tales afirmaciones nos encontramos con que la visibilidad de Dios es histórica, humana, existencial, “carnal”, siguiendo la teología del capítulo 6 de Juan. Dios no nos saca de nuestra realidad cotidiana, para llevarnos a ámbitos sacrales, distintos de lo que somos, sino que asume lo humano como canal eficaz para significarse y manifestarse. .6 Lo religioso cristiano tiene el deber de ir evolucionando en su lenguaje, en sus estrategias, para hacerse significativo, no puede quedar fijado en formas y estilos que en algún momento fueron relevantes para las mentalidades y culturas del momento pero que ya no dicen nada. Este dinamismo se desprende de la capacidad encarnatoria del cristianismo, que asume el lenguaje humano y toma parte en su evolución. Si leemos un catecismo de la edad media, hoy, en pleno siglo XXI, probablemente nos encontramos con unas expresiones poco o nada capaces de decirnos algo profundo sobre Dios, sobre Jesús, sobre nosotros mismos. Esto no quiere decir que sea falso, lo que sucede es que hay que actualizar su expresión para que tenga peso significativo en la sensibilidad de hoy. 7

Hablar de esto es delicado porque muchas personas y grupos de Iglesia, se estremecen y piensan que se les está quitando la fe, sacando lo divino de los espacios sagrados para llevarlos a la vida real. Esto es lo que hace Jesús, lo que revela Jesús: con él, el Padre sale de los estrechos límites de la mentalidad religiosa de los judíos. Esto mismo debemos hacerlo en la Iglesia de hoy y de siempre, porque el cristianismo no es una religión desconectada de la historia real de los humanos, sino la manifestación de quien dice: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente” .8 Jesús de Nazareth es el camino para llegar Dios, a nosotros, para llegar nosotros a El, para llegar al prójimo: “Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo El ha visto al Padre. Les aseguro, que el que cree, tiene Vida eterna” .9 Dios se hace visible históricamente en Jesús de Nazaret.

Viene al caso la primera lectura – tomada del libro 1 de Reyes – en la que cuenta la experiencia del profeta Elías viajando al monte Horeb, en el desierto, huyendo de la mano justiciera de Jezabel, y en profunda crisis: “Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: Basta ya, Señor! Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!” .10 No es sólo una fuga, aquí hay una búsqueda de las raíces que culmina en un encuentro con Dios. Los grandes creyentes experimentan debilidad en su fe, son humanos, como nosotros, en todos se puede presentar el desaliento, la pérdida de la perspectiva fundamental, el vacío de sentido, el desencanto, “noche oscura del alma”, en el decir de San Juan de la Cruz.11

Cuando los humanos reconocemos nuestra debilidad entonces interviene El, pero lo hace desde el interior de la misma realidad que nos aflige, El no acontece en lo extraño, sino en la propia y dolorosa historicidad. Vivimos así un encuentro que sorprende porque alimenta y redime: “Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: Levántate, come. El miró y vió que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo” .12

El ser humano no se basta a sí mismo, cada biografía es un testimonio de esto. Está en nosotros la necesidad de trascender, no podemos vivir sin vínculos , sin encuentros, sin otros que nos alimenten con su pan y satisfagan nuestra sed con su agua. Dios , el que es totalmente Otro, se despoja de esa “otredad” y se mete en la nuestra, toma el modo humano en Jesús, y se constituye, como él mismo lo dice, en: “Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente” . 13

Se hace presente el sentido de la eucaristía, la significación comunitaria, eclesial, de este Dios que, en la mediación sacramental de Jesús, se nos ofrece como pan partido y compartido, como sangre derramada para darnos la vitalidad de Dios. Una vez más, los judíos no comprenden que Dios se pueda manifestar en la carne, porque este misterio los desborda. Para ellos “carne” era el mismo ser humano en su aspecto más limitado y contingente: dolor, enfermedad , muerte, por esto les era imposible aceptar la posibilidad de un Dios hecho “carne”, de un Dios debilitado 14

Jesús quiere hacerles ver que el Espíritu se manifiesta siempre en la carne. Esto se celebra en la mesa eucarística. No puede haber don del Espíritu donde no hay carne. La grandeza de esta consiste en que está transformada por el Espíritu, sin dejar de ser carne. Desde ahora, solo se puede encontrar a Dios en la realidad concreta y en el ser humano. Esa transformación es la que está testificando el evangelio de Juan desde el principio. Gran error de aquellos judíos, y de muchas religiosidades de siempre, es seguir pensando que, para acercarse a Dios, hay que alejarse de la carne, volverse irreal, desentenderse de la historia, de la humanidad concreta.

El Dios identificado con la carne no interesa a muchos porque hace imposible manipular a los intermediarios, impide esa piedad intimista, dulzarrona, sin vigor profético, incapaz de transformar. Negar al Dios encarnado es herético, niega la revelación, niega al Señor Jesucristo, niega la sacramentalidad de su carne . En esa carne se manifiesta plenamente la divinidad. En nuestra carne humana Dios se vuelve carne de todos y nos reviste de la carne sacramental del Señor Jesucristo para hacernos nuevos en El.



Antonio José Sarmiento Nova, SJ

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2 Juan 6:41-42

3 DEL AGUA PÉREZ, Agustín. El Jesús histórico y el Cristo de la fe. Ante el final de una abstracción metodológica? En Estudios Eclesiásticos volumen 86, número 338; páginas 449-480. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2011. TILLARD, Jean Marie. Carne de la Iglesia, Carne de Cristo. Sígueme. Salamanca, 2006. PLASCENCIA ALDRETE, Juan Carlos. Los sacramentos de la humanidad de Cristo. En https://www.antoniano.org/public/pua/dispense/6.%20PlascenciaSacra.pdf ORTUNO MARCHANTE, Felipe. El escándalo de la encarnación. En Ceretanum número 1; páginas 9-26. Real Academia de San Dionisio. Jerez de la Frontera, 2023.CHILLÓN, José Manuel. Mi carne tiene ansia de ti: la finitud como lugar teológico. En Estudio Agustiniano volumen 59; páginas 7-22. Estudio Agustiniano. Valladolid, 2024. POLANCO, Rodrigo. La carne de Cristo como salus in compendio o la gloria de Dios en lo finito. En Teología y Vida volumen L; páginas 345-373. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 2009.

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5 Juan 6: 44

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8 Juan 6: 51

9 Juan 6: 46-47

10 1 Reyes 19: 4

11SAN JUAN DE LA CRUZ. Noche Oscura. En IDEM. Obras Completas a cargo de Maximiliano Herráiz. Sígueme. Salamanca, 1992; páginas 413-543. GAITAN DE ROJAS, José Damián. El libro Noche Oscura: genesis, estructura y sentido. En Revista de Espiritualidad número 78; páginas 35-61. Carmelitas España. Madrid, 2019. ROSSI, Rosa. Juan de la Cruz: silencio y creatividad. Trotta. Madrid, 1996. STEIN, Edith. La ciencia de la cruz. Monte Carmelo. Burgos, 1994.

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13 Juan 6: 49-51

14 INIESTA, Alberto. La Cruz del Señor, debilidad del hombre, fortaleza de Dios. En Scripta Fulgentina volumen 2, número 12, páginas 23-32. Instituto Teológico San Fulgencio. Murcia, 1996. DALEY, Brian E. Cristo, el Dios visible. La fe de Calcedonia y la cristología patrística. Sígueme. Salamanca, 2020. FORTE, Bruno. Jesús de Nazaret. Historia de Dios, Dios de la historia. Paulinas. Madrid, 1983. HAIGHT, Roger. Jesús, símbolo de Dios. Trotta. Madrid, 2007. RIVAS, Luis Heriberto. El conocimiento de Dios en el Evangelio de Juan. En Teología tomo L, número 114; páginas 171-181. Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, agosto 2014. MOINGT, Joseph. El hombre que venía de Dios. Desclée de Brower. Bilbao, 1998. RACZKIEWVICZ, Marek. El rostro de Cristo, icono de Dios. En Teología y Catequesis. Número 141; páginas 57-74. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2018.

domingo, 4 de agosto de 2024

COMUNITAS MATUTINA 4 DE AGOSTO 2024 DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

En verdad, en verdad les digo que ustedes me buscan no porque han visto signos sino porque han comido pan y se han saciado”

(Juan 6: 26)



Lecturas:

  1. Exodo 16: 2-15

  2. Salmo 77

  3. Efesios 4: 17-24

  4. Juan 6: 24-35

El reciente evento de inauguración de los juegos olímpicos 2024 en París, nos da pie para iniciar estas reflexiones que queremos orientar en la dirección de las grandes preguntas de la humanidad por el sentido de la vida, sobre el hambre y la sed de un significado trascendente para la existencia. Una desafortunada parodia con notable ambigüedad en su estética se confundió con una irreverente alusión a la última cena de Jesús con sus discípulos. A través de los medios de comunicación conocemos la polémica, las protestas, la petición de disculpas, aclaraciones y demás movimientos a favor y en contra del acontecimiento. Tratando de salirnos de la postura relativista y también de la fundamentalista arriesguemos la pregunta: qué hay detrás de la irreverencia de algunas de estas expresiones? 1

El ser humano busca afanosamente el sentido de la vida, aunque en algunos de sus clamores adopte posturas que parecen agresivas o destructoras de las convicciones humanistas y espirituales que han dado y siguen dando soporte a la humanidad. Es el grito desesperado que hace algunos años se llamó “angustia existencial”, el cúmulo de preguntas que surgen ante las atrocidades que el mismo ser humano hace para que su condición y la de sus semejantes fracase en el absurdo de la guerra, en la pecaminosa sofisticación de la economía neoliberal causa de tantísima pobreza e inequidad, en la ligereza de la cultura mediática que no favorece la solidaridad, en los excesos de reclamo por los abusos de un individualismo egocéntrico que olvida la solidaridad y la justicia, en el miedo disfrazado de libertad que niega la trascendencia del ser humano en Dios. 2

El mensaje de hoy es el discurso del pan de vida, un juego de preguntas y respuestas a través del cual Jesús marca las etapas progresivas del anuncio con el que se manifiesta: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed” . 3Al ofrecerse así , Jesús somete a crítica severa la institución religiosa judía y propone la alternativa que viene de su Padre, en la que lo definitivo no son las leyes religiosas y la obligación de cumplirlas, sino la gratuidad del don que supera las habituales clasificaciones de bueno y malo que establecemos los humanos, revelando también el carácter desbordante de la generosidad de Dios.4 Lo propio de Jesús es satisfacer en plenitud el hambre de sentido existencial.

Jesús les va confrontando con cuestiones de hondo calado: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieran signos, sino porque han comido pan hasta saciarse” .5 El signo es para este evangelio un camino pedagógico, la posibilidad de abrirse a una comprensión más profunda que pertenece al orden del Espíritu, pero ellos lo han reducido al milagro material. La muchedumbre no ha visto en él nada más que un hecho destinado a saciar el hambre del momento, pero no captan el largo y definitivo alcance que en él mismo está revelando el Padre. Es el viejo hábito de utilizar a Dios como una gigantesca máquina de hacer favores sin responsabilidad de parte de quien los demanda. 6 Los relatos de vida de hombres y mujeres que en su momento han experimentado hondas crisis de sentido y han recibido el don de la libre lucidez en el Espíritu son testimonio de la capacidad teologal para calmar el hambre existencial-espiritual.

Jesús les reprocha su estrechez de miras y los invita a vislumbrar el alimento en un orden superior, susceptible de conferir la vida eterna, la vida definitiva, la plenitud de humanidad en Dios: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es El, a quien Dios, el Padre, marcó con su sello” . 7 El modo como Jesús responde al hambre de significado desarma los habituales recursos humanos fundados en observancia rigurosa de leyes, en prácticas rituales entendidas por sí mismas, en doctrinas profesadas a rajatabla, en imposiciones de autoridades religiosas. Es él mismo la respuesta al significado fundamental de la vida.

Este alimento es completamente distinto del famoso maná del desierto, según la misma narración de la primera lectura de hoy, que no lograba liberar de la muerte a quienes lo habían consumido, siguiendo también la lógica de aquellos israelitas que, en la travesía del desierto, protestaban contra Moisés y Aarón, demandándoles por llevarlos hacia la libertad que se tipifica en el simbolismo de la tierra prometida y dejando clara su nostalgia por la comodidad esclavizante que tenían en Egipto: “En el desierto los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto – les decían – cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto a morir de hambre” .8 Allí eran esclavos, no tenían un futuro digno a la vista, el faraón les tenía sometidos por siglos, su condición era indigna y humillante, Yahvé suscita a Moisés para hacer consciente al pueblo hebreo de que esa no es alternativa promisoria de vida, por eso lo inspira para llevar a su gente hacia la novedad de la libertad, volviendo a su origen que es la tierra de la promesa, a sabiendas de que la travesía será de alta exigencia. Los seres humanos queremos ser dueños de la historia y afirmar nuestra libertad, pero exaltamos dictadores, practicamos idolatrías, hipotecamos nuestra libertad . 9

Buscamos sentidos de vida con afán, nos vamos detrás de muchas alternativas: el consumo, la “felicidad” con los indicadores de aceptación social, los paraísos artificiales, las ideologías, los modelos políticos, los fundamentalismos religiosos, el bienestar económico, absolutizamos cosas que no liberan, luchamos con denuedo para estar cerca del poder, le quitamos al mismo Jesús su fuerza trascendente y lo convertimos en un ídolo manipulable, hacemos de la fe en él una religión que adormece. Y , después de todo eso, quedamos vacíos, frustrados, y seguimos repitiendo el mismo ciclo de búsquedas e insatisfacciones: “Pero yo les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen” . 10

La búsqueda del verdadero pan requiere de otra actitud, que supera el inmediatismo utilitario con el que manejamos la relación con él, y nos lanza al despliegue bienaventurado de nuestra humanidad en la divinidad de Jesús. Sin alimento no es posible vivir, por eso hay que escucharle cuando nos habla de otro tipo de comida que es la que nos abre las puertas de la salvación, entendiendo esta última no sólo como la que acontece cuando pasamos el límite de la muerte, sino como la plenitud total de nuestra condición humana en Dios: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo” .11

Los judíos aquellos , interlocutores de Jesús, muestran un cierto interés por enterarse pero, como se demostrará más tarde, es puramente superficial, acostumbrados a moverse a golpe de preceptos rigurosos, de religiosidad normativa, preguntan a Jesús por las normas, incapaces de imaginar a Dios que es pura gratuidad: “Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” Jesús les respondió: La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que El ha enviado. Y volvieron a preguntarle: Qué signos haces para que veamos y creamos en tí? Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo” . 12 En el insistente interrogatorio subyace un obsesivo afán por la religión que “da resultados” si se cumplen con rigor todo su tinglado de mandamientos, de minucias legales, de rituales sin contenido de conversión, de prácticas que esperan beneficios concretos de parte de Dios, sin disposición para la libertad. Para afianzar tales seguridades nos hemos fabricado un Dios a nuestra medida, Jesús en este relato reduce esa mentalidad invitándolos a adherir a él, es una profesión de fe de la comunidad que originó este evangelio poniendo en boca de Jesús la identidad de su misión: “Yo soy el pan de vida” .13 Tomándolo como alimento, dejando que nos nutra de gracia teologal, nos habilitamos para que acontezca lo dicho por El: “….mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo” .14 La escena parisina estará abierta al don de Dios, se arriesgará a dejarse satisfacer por él?



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2 FRANKL, Viktor. El hombre doliente. Herder. Barcelona, 1990; La presencia ignorada de Dios. Herder. Barcelona, 1988. BUENO, Gustavo. El sentido de la vida. En https://www.fgbueno.es/med/dig/gb96sv6.pdf ESTRADA, Juan Antonio. El sentido y el sinsentido de la vida. Preguntas a la filosofía y a la religión. Trotta. Madrid, 2010. CAMUS, Albert. El hombre rebelde. Losada. Buenos Aires, 1981, FONDANE, Benjamin. El lunes existencial y el domingo de la historia. Hermida. Madrid, 2019. KIERKEGAARD, Soren. El concepto de angustia. Alianza. Madrid, 2012. RUIZ CEBERIO, Teresa. El encuentro con Dios en el grito. En https://www.sanitarioscristianos.com/documentos/210.pdf

3 Juan 6: 35

4 ZUBIRI, Xavier. El hombre y Dios. Alianza Editorial. Madrid, 1998. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Plenitud humana. Sal Terrae. Santander, 2022. NOLAN, Albert. Jesús hoy. Una espiritualidad de libertad radical. Sal Terrae. Santander, 2011. URÍBARRI BILBAO, Gabino. Jesucristo para jóvenes. Claves pastorales para un mundo líquido. Sal Terrae. Santander, 2021. CASTILLO, José María. Dios y nuestra felicidad. Desclée de Brower. Bilbao, 2002.

5 Juan 6: 26

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7 Juan 6: 27

8 Exodo 2: 2-3

9 RUIZ PÉREZ, Francisco José. Las idolatrías redivivas. En Proyección número 46, páginas 305-316. Facultad de Teología de Granada, 1999. AUTORES VARIOS. La lucha de los dioses. Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI. San José de Costa Rica, 1980. SOBRINO, Jon. La praxis profética de Jesús como defensa del verdadero Dios. En IDEM. Jesucristo Liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret. Trotta. Madrid, 1993; páginas 211-234. AUTORES VARIOS. Idolatrías de Occidente. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2004. CARVAJAL BLANCO, Juan Carlos. Cómo hacer presente a Dios en tiempos de idolatría? En Teología y Catequesis número 100; páginas 35-106. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2006. FLECHA ANDRÉS, José Román. Confesión pública de Dios ante los nuevos ídolos. En Salmanticensis número 48; páginas 239-270. Universidad Pontificia de Salamanca, 2001.

10 Juan 6: 36

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12 Juan 6: 28-31

13 Juan 6: 34

14 Juan 6:32-33

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