domingo, 24 de noviembre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 24 DE NOVIEMBRE 2024 SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO CICLO B

 

Jesús respondió: mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí”

(Juan 18: 36)

Lecturas:

  1. Daniel 7: 13-14

  2. Salmo 92

  3. Apocalipsis 1: 5-8

  4. Juan 18: 33-37



En el comienzo de este comentario semanal a la Palabra que la Iglesia nos propone para este último domingo del año litúrgico, es esencial dejar claro que estamos reconociendo a Jesús portador de un señorío que deshace los habituales esquemas con los que el espíritu mundano define a quienes dominan e instrumentalizan al ser humano, a quienes hacen de su vida un camino de explotación e injusticia a sus semejantes. Cuando Jesús dice “mi realeza no es de este mundo” no alude a algo desencarnado, distraído de la realidad, distante de lo histórico; en San Juan la expresión “mundo” significa lo que es contrario al Reino de Dios y su justicia, a las bienaventuranzas; afecto desordenado por el poder y por el dinero. 1 El señorío suyo es de abajamiento, de renuncia a todo tipo de vanagloria y pretensión de dominación sobre los demás, es la exaltación del niño que nace marginal en las afueras de Belén, del joven adulto que es ajusticiado en los extramuros de Jerusalén. Todo un señor cuya vida contradice las grandezas mundanas: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de esclavo y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dió el Nombre que está sobre todo nombre, para que el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: Jesucristo es el Señor”. 2 Hay que decirlo con delicadeza pero también con meridiana claridad: la palabra “rey” aplicada a Jesús resulta inadecuada, la más significativa y captadora de su sentido teologal y humano es la de SEÑOR.

Un señorío así tiene relación directa con su postura crítica ante todos los poderes del mundo, incluídos los religiosos.3 Desde su experiencia profunda de Dios, a quien él refiere como Padre, y desde su radical referencia al prójimo, principalmente al vulnerable y marginal, plantea un estilo de solidaridad, servicio y comunión, negándose a la exaltación propia de la mentalidad “coronada” y a todo aquello que es habitual en los círculos de poder. Antes de comenzar su ministerio público se retira al desierto para disponerse a la misión, consciente de la popularidad creciente con la que el pueblo entusiasmado lo exalta, Jesús ejerce su señorío-soberanía ante las propuestas tentadoras del mal espíritu: “El diablo lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo : “Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús les respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor , tu Dios, y a El solo rendirás culto”. 4

Mi reino no es de este mundo5, dice tajantemente Jesús , respondiendo a Poncio Pilato, cuando el gobernador romano le interroga, una vez detenido por sus soldados, en el contexto de la pasión relatada por Juan, del que se toma el evangelio de este último domingo del año litúrgico. La frase no es casual, obedece a la mentalidad suya, al proyecto de Dios para cambiar de raíz la manera de relacionarnos con El, de ser humanos, de construír vínculos entendiendo a ser humano como prójimo, de deshacer la lógica del dominio violento de unos sobre otros, de desarmar las ambiciones egoístas, de develar el engaño religioso de hacer de esta mediación una estructura para atemorizar conciencias, de disipar para siempre las falsas imágenes de Dios ,6 presentado como juez intransigente, como castigador, para revelar el rostro del Padre misericordioso, compasivo, siempre dispuesto a tender su mano amorosa al ser humano necesitado de sentido absoluto para su vida.

La imagen de rey, asignada a Jesús por la tradición de la Iglesia, y expresada en esta solemnidad con la que se consuma el año litúrgico, es llamada a purificaciones y revisiones críticas muy serias, desde el Evangelio mismo, puesto que el modo de Jesús no tiene nada que ver con la realeza mundana. 7 Lo suyo es un camino despojado del culto a la personalidad, caracterizado por la donación sacrificial de la vida, por la preferencia hacia los más pobres, rey sin corona ni trono, su emblema es la cruz. Quienes le acompañan y le siguen son los últimos del mundo; Jesucristo es un rey atípico, no cumple con ninguno de los indicadores que la sociedad asigna a los monarcas.

Poner los pies sobre la tierra, explicitar la realidad felicísima de la encarnación, la del Dios “humanado”, como reza nuestra tradicional novena navideña, no es desconocer en lo más mínimo la divinidad de Jesús, su señorío, su carácter definitivo de salvador, redentor y liberador, no es en modo alguno minimizar el misterio de plenitud que el Padre Dios ha realizado en El para toda la humanidad, es hacer evidente, en la mayor medida posible, que esta mediación decisiva se ha realizado en pequeñez y en pobreza, hombro a hombro con los débiles del mundo. 8

Tal es Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo: “Y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ha ama y nos ha purificado con su sangre de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén9. Es la proclamación que hacen las primeras comunidades cristianas que emergen desde el “aparente” fracaso de la cruz hacia la luminosidad pascual que hace fuerte lo débil, que llena de esperanza sus desencantos, que transmite valentía misionera a la fragilidad de esos discípulos, ahora nuevos con la novedad de su Señor Jesucristo.

Es desde la cruz, desde su marginalidad , desde su afianzamiento en los condenados de la tierra, desde donde se descubre su señorío.10 No es un Habsburgo ni un Tudor ni un Borbón, no viene de la Casa Blanca ni del Kremlin, es el hijo de un carpintero y de una humilde mujer judía. Los sorprendidos discípulos y las comunidades de la Iglesia Apostólica empiezan a vivir una nueva visión de Dios, de la vida, de sí mismos, de la humanidad, de su maestro y amigo Jesús de Nazareth. Es algo procesual, lento, que despierta en ellos esta convicción: “Dice el Señor Dios, el Todopoderoso: Yo soy el Alfa y la Omega. Aquel que es, que era y que va a venir11.

En estos términos descubrimos una feliz anticipación en las palabras del profeta Daniel, primera lectura de hoy: “Yo seguía mirando, y en la visión nocturna ví venir sobre las nubes del cielo alguien parecido a un ser humano que se dirigió hacia el anciano y fue presentado ante él. Le dieron poder, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido12.

La arrogancia de los poderes del tiempo y contexto de Jesús, el político romano y el religioso judío, no admite que un hombre del pueblo entusiasme a la pobres y ponga en jaque a los sacerdotes del templo de Jerusalén, a los maestros de la ley y a los gobernantes romanos, quienes se escandalizan con su pretensión de ejercer misericordia en nombre de Dios y de acoger a todos los parias . Ven en él una peligrosa competencia, por eso deciden ajusticiarlo para escarmiento del mismo Jesús y de todos los que le siguen.

El diálogo entre Pilato y Jesús, según el evangelio de hoy, revela dónde reside la realeza de Jesús: “Eres tú el rey de los judíos? Respondió Jesús: dices eso por tu cuenta o es que otros te lo han dicho de mí? Pilato contestó: acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. Qué has hecho? Respondió Jesús: mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos, pero mi Reino no es de aquí”13.

Jesús no llega a este momento para defender una doctrina o una disciplina religiosa. El está dispuesto a dar su vida por el ser humano, por su verdadera realidad y dignidad, por su salvación y plenitud. Cuando Jesús se llama a sí mismo “Hijo del hombre” se refiere al ser humano auténtico, así lo formulan los autores de los cuatro relatos evangélicos. En Jesucristo se revela la verdadera identidad nuestra, él es Señor para hacer de nosotros señores de la vida, de nuestra historia, agraciados con su mediación salvífica para insertarnos en el misterio del amor del Padre. 14

Poco después de este párrafo, que nos propone el evangelio de hoy, Pilato saca afuera a Jesús, después de ser azotado, y dice a la multitud: “Aquí tienen al hombre15. Jesús no es solamente el modelo del nuevo ser humano sino que pide a quienes le siguen que demuestren con su vida la respuesta al referente que es él. Todo el que se identifique con él será rey, tal es la meta que Dios quiere para todos, pero no reyes de poder, sino reyes servidores.

Sólo en este contexto podemos apreciar la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. Los judíos de su tiempo entendían esta categoría como una victoria de ellos sobre los paganos, de los “buenos” sobre los “malos”. Jesús predica algo diametralmente opuesto: un Reino sin exclusión, del que forman parte las prostitutas, los pecadores, los marginados, también los paganos (llamados comúnmente “gentiles”), los que van hacia Dios a través de religiones diferentes de la hegemonía cristiana, los no creyentes y los agnósticos, todos, sin excepción. Jesús es el centro del cristianismo pero trasciende los límites del mismo porque es la oferta de plenitud humana y divina para toda la humanidad. Es Rey y Mesías porque nos salva de la autorreferencialidad, de las idolatrías-pecado que matan nuestra dignidad, de la indiferencia ante el prójimo. Nos entroniza con él en una nueva humanidad donde todos somos poseedores de igual dignidad y realeza. 16



Antonio José Sarmiento Nova, SJ









1 SAENZ, Alfredo. El espíritu del mundo: diversos sentidos de la palabra mundo. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/11412/1/espiritu-del-mundo-saenz.pdf GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Jesús y los ricos de su tiempo. En https://www.nuestrabiblia.org/contenido/uploads/2015/08/Jesus-y.los-ricos-de-su-tiempo.pdf PIKAZA, Xabier. Dios o el dinero. Sal Terrae. Santander, 2019. BERKHOF, H. Cristo y los poderes. Tell. Grand Rapids, 1985. HANKS, Th. D. El evangelio subversivo. Buenas nuevas para pobres, marginados y oprimidos. Comentario exegético-social del Nuevo Testamento. Clie. Barcelona, 2012.PAGOLA, José Antonio. Jesús y el dinero. PPC. Madrid, 2013. TAMEZ, Elsa. La Biblia de los oprimidos. La opresión en la teología bíblica. Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI. San José de Costa Rica, 1979.

2 Filipenses 2: 5-11

3 AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. La mirada de Jesús sobre el poder. En https://www.scielo.cl/pdf/tv/v55n1/art05.pdf PIKAZA, Xabier & HAYA, Vicente. Palabras originarias para entender a Jesús. San Pablo. Madrid, 2018. FERNANDEZ DE BUJÁN FERNANDEZ, Federico. Cristo ante el poder y frente a la injusticia. En Anales de la Real Academia de Doctores de España, volumen 4 número 2-2019, páginas 113-145. Madrid, 2019. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. El rostro humano de Dios. De la revolución de Jesús a la divinidad de Jesús. Sal Terrae. Santander, 2015. URIBE CELIS, Carlos. Jesús: la historia alternativa. Penguin Random House. Bogotá, 2018. NOGUEZ, Armando. Las grandes controversias de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2023. SOBRINO, Jon. La fe en Jesucristo: ensayo desde las víctimas. Trotta. Madrid, 1999.

4 Mateo 4: 6-10

5 Juan 18: 36

6 HURTADO, Larry W. Destructor de los dioses: el cristianismo en el mundo antiguo. Sígueme. Salamanca, 2017. MARDONES, José María. Matar a nuestros dioses: un Dios para un creyente adulto. PPC. Madrid, 2007. ARIAS, Juan. El Dios en quien no creo. Sígueme. Salamanca, 1997.

7 CANO, Luis. Acerca de Cristo Rey. En https://www.isje.org/cano/LuisCano-AcercadeCristoRey.pdf

8 VILA PORRAS, Carolina. El amor de Dios se humaniza: una mirada desde las bienaventuranzas. En Cuestiones Teológicas volumen 44 número 101, enero-junio 2017, páginas 43-66. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 2017. COSTADOAT CARRASCO, Jorge. Características y alcances de la humanidad de Jesucristo. En Teología y Vida volumen 38 , páginas 163-174. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 1997. DAELEMANS, Bert. La fuerza de lo débil. Sal Terrae. Santander, 2022. D´ORS, Pablo. El olvido de sí : una aventura cristiana. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2021.

9 Apocalipsis 1: 5-6

10 CODINA, Víctor. Una Iglesia nazarena: teología desde los insignificantes. Sal Terrae. Santander, 2010. ILICH, Iván. La Iglesia sin poder. Trotta. Madrid, 2021. CRISTIANISMO Y JUSTICIA. La causa de los pobres, causa de Dios. CIJ. Barcelona, 2015. SOBRINO, Jon. Fuera de los pobres no hay salvación. UCA Editores. San Salvador, 2009. CASTILLO, José María. Víctimas del pecado. Trotta. Madrid, 2004. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo. Sígueme. Salamanca, 1998. WESS, Paul. Dios, Cristo y los pobres. Herder. Barcelona, 2017.

11 Apocalipsis 1: 8

12 Daniel 7: 13-14

13 Juan 18: 33-36

14 NOLAN, Albert. Jesús, hoy: una espiritualidad de libertad radical. Sal Terrae. Santander, 2011. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible…..desde Jesús. Sal Terrae. Santander, 2010; La humanidad nueva: ensayo de cristología. Sal Terrae. Santander, 2016. OVIEDO TORRÓ, Lluís. La credibilidad de la propuesta cristiana. Sal Terrae. Santander, 2022. CASTILLO, José María. La ética de Cristo. Desclée de Brower. Bilbao, 2008. DUQUOC, Cristian. Jesús, hombre libre. Sígueme. Salamanca, 1997.

15 Juan 19: 5

16 GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander, 1987. MARTÍNEZ DÍEZ, Felicísimo. Creer en el ser humano, vivir humanamente: antropología en los evangelios. Verbo Divino. Estella, SCHYLLEEBECKX, Edward. Los hombres, relato de Dios. Sígueme. Salamanca, 1994. SIMONS CAMINO, Alberto. Ser humano: ensayo de antropología cristológica. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 2013.

domingo, 17 de noviembre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 17 DE NOVIEMBRE 2024 DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”

(Marcos 13: 31)



Lecturas:

  1. Daniel 12: 1-4

  2. Salmo 15

  3. Hebreos 10: 11-18

  4. Marcos 13: 24-32



En algún momento de la historia bíblica se cultivó una tendencia teológica y espiritual-religiosa conocida como la APOCALÍPTICA1, una teología de la historia en la que se marca el contraste entre el Dios que es garantía de esperanza y salvación para el pueblo oprimido y las fuerzas del mal y de la injusticia, que causan esa opresión. Ordinariamente el lenguaje con el que se presenta esa tendencia en los escritos bíblicos resulta sobrecogedor por la exuberancia de las figuras literarias que utiliza, propias de ese contexto cultural y religioso. Hoy, en el siglo XXI, haciendo la adecuada interpretación del texto en su contexto y su pre-texto, podemos apreciar su significado en cuanto historia de salvación – liberación, Dios que interviene en la historia humana y las muchas comunidades que disciernen su voluntad de plenitud para asumir la responsabilidad de ser gestores de su dignidad y de su libertad; es una confrontación permanente , eterna dialéctica del bien y del mal y, en muchos casos, la aparente victoria de lo más perverso de la condición humana. 2

Las primeras comunidades cristianas sufrieron esa confrontación en carne propia, asediadas por el imperio romano y por la dirigencia del judaísmo, afianzaron su fe en el Crucificado-Resucitado en medio de la persecución. Sabemos bien que la respuesta es el mismo Señor Jesús, a quien el Apocalipsis designa como el CORDERO;3 con él irrumpe el mundo nuevo de Dios, el orden de la vida y del reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, el dominio sobre el pecado y sobre todo desorden que malogre las expectativas de salvación de la humanidad. 4 Es bueno recordar que la esperanza apocalíptica de esos lejanos años del primer cristianismo se fundamentaba en la inminencia del final de la historia; esa conciencia los ponía en plena vigilancia espiritual.

La esperanza es un asunto de siempre en nuestra historia, todos estamos implicados en las grandes cuestiones por el sentido de la vida, a partir de nuestras contingencias y precariedades, esta disposición cobra especial intensidad en tiempos de crisis, como los que vivió Israel en su momento, y como estos eventos dramáticos que casi nunca bajan la guardia en materia de vulnerar la condición humana.5

En estos domingos finales del año litúrgico el énfasis que nos presenta la Palabra se orienta a destacar esa dialéctica de Dios que en la persona de Jesús trabaja para erradicar el mal de la vida de los seres humanos. Los textos de hoy son relativos al final de los tiempos. Esto, de entrada, puede verse como atemorizador, como Dios que irrumpe para juzgar, castigar y condenar, así lo ha hecho cierta visión bastante incompleta de nuestra fe, pero no es así. Lo que se nos presenta es una teología de la esperanza que tiene su centralidad en el Señor Jesucristo.6

El pasaje de Daniel anuncia la intervención de Dios a través de Miguel, el ángel encargado de la protección de su pueblo: “En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que se ocupa de tu pueblo. Serán tiempos difíciles como no los habrá habido desde que existen las naciones hasta ese momento. Entonces se salvará tu pueblo, todos los inscritos en el libro”7. Todo el texto de Daniel8 pertenece al referido género apocalíptico, escrito subversivo que invita a rechazar el señorío absoluto de los dominadores griegos de aquel entonces, que a punta de violencia se hacían ver como dueños de las personas, del tiempo, de todas sus realidades. Tal rechazo tiene fundamento teologal, es Dios mismo el que convoca a la subversión a través del liderazgo del profeta Daniel, Dios comprometido con la libertad y con la dignidad de su pueblo: “Y tú, Daniel, guarda estas palabras y sella el libro hasta el momento final. Muchos lo consultarán y aumentarán su saber9.

El pueblo de Israel vivió varias opresiones a lo largo de su historia: Babilonia, Grecia, Roma, también la de las tribus iniciales en Egipto; es un elocuente retrato de la historia de la humanidad, los totalitarismos de todos los tiempos , las invasiones de poderosos a naciones débiles, los desplazamientos masivos de población, el exterminio étnico, el sometimiento indignante, el despojo de las tierras, la destrucción de la identidad cultural, las muchas vejaciones y humillaciones a que son sometidos tantos seres humanos; las fuerzas del pecado que frustran el proyecto que Dios tiene para nosotros.10 Esto que pasa hoy en Ucrania y en la Franja de Gaza, en nuestras sufridas regiones colombianas, y en tantos lugares del mundo, es una señal de esta impenitente malignidad de los seres humanos que deciden estas tragedias.

Pero también – como correlato profético y liberador – está la pasión por la libertad, la afirmación emancipatoria, nuestra teología de la liberación con todo su dinamismo promotor de los “cielos nuevos y de la nueva tierra”, los movimientos sociales que concientizan, organizan y realizan la faena liberadora, las experiencias espirituales profundas que – desde el encuentro con Dios y con el prójimo – desencadenan en nosotros aquello de “hacernos cargo de la realidad”11 para transformarla.12

Optamos por creer en Dios y por seguir el camino de Jesús para ser plenamente humanos según el Evangelio,13 eso no nos dispensa de la fragilidad, del sufrimiento, de los fracasos, de las derrotas históricas, pero sí nos cualifica para afrontar con creatividad evangélica la dimensión dramática de la vida, resignificándola desde una muy saludable teología de la esperanza.14 Miremos en esta clave el sentido de las lecturas de este penúltimo domingo del año litúrgico.

Por su parte, el evangelio nos presenta el llamado “discurso escatológico” de Marcos.15 Con las palabras escatología-escatológico se alude al sentido último y definitivo de la existencia en Dios, al significado pleno de la vida, a la superación del absurdo y de la muerte, al Señor Jesucristo como la irrupción definitiva de Dios en la historia de la humanidad, con lo que El sabe hacer: salvar, redimir, liberar . 16

Es preciso aclarar que en ningún momento los evangelistas hablan del fin del mundo en cuanto catástrofe final, es una interpretación muy equivocada y ampliamente difundida que no ha traído los mejores resultados ni a la fe del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la historia. No era el interés de Jesús predicar una tragedia cósmica, final dramático de la historia. Las imágenes que utiliza la literatura apocalíptica y escatológica pueden asustar, pero hay que explorar su significado; eran una forma de describir la caída de algún rey o de una nación opresora . El verdadero planteamiento de esta teología apocalíptica es destacar la finalidad de la historia en clave teologal, la plenitud de los tiempos. 17

Para Jesús lo esencial es anunciar los efectos liberadores de su evangelio: “De la higuera aprendan esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, saben que el verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean que sucede esto, sepan que El está cerca, a las puertas. Yo les aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”18. La Buena Noticia debe propiciar el resquebrajamiento de todos los sistemas de injusticia, de todo lo que procede del pecado y de la cultura de la muerte.

Jesús sabe que la única forma de redireccionar el rumbo de la historia por los horizontes queridos por el Padre es haciendo caer todas esas realidades que hacen fracasar al ser humano sumergiéndolo en una condenación abominable. Por eso, la acción escatológica es esencialmente liberadora y, en consecuencia, esperanzadora. Nosotros, discípulos, estamos llamados a realizar esta tarea de permanente configuración de la historia.

A Jesús sólo lo podemos conocer siguiéndolo, este seguimiento no se queda en ir detrás de él; implica, además, tomar su lugar, esto es responsabilidad histórica para nosotros, creyentes, asumiendo su propuesta como propia , luchando hasta el final por su realización.19 Nuestro compromiso con la transformación de lo injusto, de lo que frustra y mata al ser humano, es el gran criterio para valorar la calidad de la evangelización; el camino de Jesús no se reduce a observancias religiosas simples, con él se trata de fecundar la historia con esta apasionante semilla teologal que hace emerger una nueva condición humana, cuya consumación es el Señor Jesucristo.

Toda esta teología apocalíptica no se refiere a un fin trágico del mundo, a un cataclismo devastador, a un consumirse todo para no dejar vestigios de vida. Se trata de la consumación, de la realización plena del ser humano, de su historia en Dios. Desde luego, en el tiempo de Jesús se creía que esta intervención era inminente. Eso explica, para poner un buen ejemplo, los contenidos y el estilo de la predicación de Juan el Bautista: se despoja de toda comodidad material, es radical en sus planteamientos, critica con la mayor severidad a la religión oficial, se va al desierto, escenario desolado que en la Biblia simboliza el espacio privilegiado para el encuentro con Dios. Pero cuando captan que esa inminencia no llega, se empieza a vivir la tensión entre la espera del fin y la necesidad de preocuparse con responsabilidad de la vida presente. Hoy a eso lo definimos como “el ya , pero todavía no”, una invitación a la permanente construcción de la historia como aventura de libertad con la esperanza puesta en la plenitud definitiva.

En la segunda lectura – carta a los Hebreos – dice lo siguiente, que se inscribe en la perspectiva de esperanza que proponemos: “Todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismo sacrificios, que nunca pueden borrar pecados. El, por el contrario, tras haber ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde entonces que sus enemigos sean puestos como escabel de sus pies. Mediante una sola oblación ha llevado a la perfección definitiva a todos los santificados20. La mediación de Jesús replantea la totalidad de la historia porque lo que él ofrece no es un ritual desvinculado de la realidad sino su propia vida encarnada en lo real, en lo existencial, en lo histórico. Jesús, en el misterio de la encarnación, se hace cargo de la realidad para redimirla, salvarla y liberarla. 21



Antonio José Sarmiento Nova, SJ



1 REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA RIBLA. Número 7 Apocalíptica, esperanza de los pobres. Quito, 2000. ALIAGA GIRBËS, Emilio. El Apocalipsis de San Juan: lectura teológico-litúrgica. Verbo Divino. Estella, 2012. ALVAREZ VALDÉS, Ariel. El libro del Apocalipsis. PPC. Madrid, 2017. ALEGRE, Xavier. Resistencia y esperanza cristiana en un mundo injusto: introducción al Apocalipsis. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2010.

2 NIETZSCHE, Federico. Más allá del bien y del mal. Alianza Editorial. Madrid, 2003. SAFRANSKY, Rüdiger. El mal o el drama de la libertad. Tusquets. Barcelona, 2002. RICOEUR, Paul. El mal: un desafío a la filosofía y a la teología. Amorrortu. Buenos Aires, 2006. RESTREPO GONZÁLEZ, Publio. El problema del mal en San Agustín. En Franciscanum número 146; páginas 97-117. Universidad de San Buenaventura. Bogotá, mayo-agosto 2007. BLANCO,Carlos. El pensamiento de la apocalíptica judía. Trotta. Madrid, 2013. NORATTO, José Alfredo. Apocalíptica y Mesianismos: tras la interpretación del Apocalipsis de San Juan. En Theologica Xaveriana número 135; páginas 337-352. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2000.

3 El CORDERO es el animal que se inmola en la cena pascual desde los tiempos del Antiguo Testamento, es el símbolo de la pureza y de la rectitud integral.

4 VON BALTHASAR, Hans Urs. Teología de la Historia. Encuentro. Madrid, 1992. GUTIÉRREZ MERINO, Gustavo. Teología de la Liberación: perspectivas. CEP. Lima, 1971.

5 ARENDT, Hannah. La condición humana. Paidós. Barcelona, 1989. FROMM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica FCE. México D.F., 1977.

6 MOLTMANN, Jürgen. Teología de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 2012. TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Para comprender la escatología cristiana. Verbo Divino. Estella, 1993. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. El útimo sentido: una introducción a la escatología. Marova. Madrid, 1989.

7 Daniel 12: 1

8 GRELOT, Pierre. El libro de Daniel. En Cuadernos Bíblicos número 79. Verbo Divino Estella, 1993. ARMERO BARRANCO, Pablo. Lectura estructuralista del libro de Daniel. Tesis para obtener el título de Doctor, Universidad de Murcia, 2016. https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/396621/TPAB.pdf?sequence=1

9 Daniel 12: 4

10 ESCUDÉ, Jorge. El pecado social: deformación de la actividad humana. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol8/29/029_escude.pdf GIRALDO ARISTIZÁBAL, Juan Diego. El pecado como deshumanización en el documento de Aparecida. En Cuestiones Teológicas volumen 40 número 94 julio-diciembre 2013 páginas 433-456. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 2013.

11 ELLACURIA, Ignacio. Filosofía de la realidad histórica. San Salvador. UCA Editores, 1999.

12 THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús: historia de una revolución social de los valores. Salamanca. Sígueme, 2006; AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Ensayo sobre los orígenes del cristianismo. Stella (Navarra). Verbo Divino, 2007. RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús antes de la Iglesia. Santander. Sal Terrae, 2009.

13 ROVIRA BELLOSO, José María. Dios, plenitud del ser humano. Sígueme. Salamanca, 2013.

14 PAPA BENEDICTO XVI. Carta Encíclica Spe Salvi La Esperanza que salva. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2007. ALBAR MARIN, Lázaro. La fuerza de la esperanza. Madrid. San Pablo, 2013. MOLTMANN; Jürgen. Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca, 1987. ALFARO, Juan. Esperanza cristiana y liberación del hombre. Herder. Barcelona, 1980. GALEANO, Adolfo. Visión cristiana de la historia. San Pablo. Bogotá, 2012.

15 Les sugerimos leer todo el capítulo 13 de Marcos.

16 BORDONI, Marcelo. Jesús nuestra esperanza: ensayo de escatología en prospectiva trinitaria. Salamanca. Secretariado Trinitario, 2001.

17 KÜNG, Hans. Mantener la esperanza: escritos para la reforma de la Iglesia. Trotta. Madrid, 1993. GUTIÉRREZ MERINO, Gustavo. La densidad del presente. Sígueme. Salamanca, 2003.

  • 18 Marcos 13: 28-31

  • 19 LOIS, Julio. Para una espiritualidad del seguimiento de Jesús. En Diakonía número 39 páginas 260-276. Universidad Centroamericana. Managua, 1986. CASTILLO, José María. El seguimiento de Jesús. Sígueme. Salamanca, 1999.

20 Hebreos 10: 11-14

21 LAGUNA, José. Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2011. ELLACURÍA, Ignacio. Historicidad de la salvación cristiana. En IDEM. Escritos Teológicos I; páginas 535-596. Universidad Centroamericana José Siméon Cañas. UCA Editores. San Salvador, 2000.

domingo, 10 de noviembre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 10 DE NOVIEMBRE 2024 DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”

(Marcos 12: 43)



Lecturas:

  1. 1 Reyes 17: 7-16

  2. Salmo 145

  3. Hebreos 9: 24-28

  4. Marcos 12: 38-44



Dios no es un Dios de cantidades, de multitud de prácticas religiosas, de vanaglorias sin fin, sino de calidades profundas, de humanidades nuevas, de corazones transformados, de humildad 1 y discreción. Su asunto no reside en la presunción orgullosa de cumplimiento externo sino en la ofrenda de la propia vida. Así nos lo enseñan la primera lectura de hoy, que proviene del libro 1 de los Reyes, y el texto del evangelio de Marcos, con el relato de la viuda pobre.2 No es la sociedad del espectáculo lo que aquí cuenta, sino la discreta generosidad del amor que se ofrece sin reservas, aún desde la más radical pobreza. Por aquí transita el mensaje de este domingo. Toda la parafernalia religiosa externa no tiene ningún valor espiritual; lo que importa es la interioridad de quien se orienta a Dios y al prójimo sin proclamarlo con vanidad egocéntrica.

El relato de Marcos deja clara la crítica de Jesús a la religión de su tiempo: “Guárdense de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa” 3. Su pretexto es señalar la diferencia entre religión y espiritualidad, entre cumplimiento exterior y vivencia profunda, entre rito y experiencia de Dios. Es reiterada la crítica de Jesús ante la religión que demanda fidelidad a doctrinas, ritos y normas sin influjo transformador en la vida, la hipocresía religiosa, hecho frecuente y absolutamente inaceptable en el estilo que el Maestro nos propone en su Buena Noticia. 4

El contraste lo marca muy claro con la segunda parte: “Muchos ricos echaban mucho, pero llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: Les digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba; esta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir5. Esta humilde mujer, alejada de todo interés mezquino, procede según el sentimiento religioso más genuino. La idea de que Dios mira más el corazón que las apariencias no es novedad en la tradición judía, se encuentra en muchos comentarios del Antiguo Testamento. Jesús la profundiza y la propone como paradigma de actitud religiosa, parte esencial de la originalidad evangélica.6 La mujer compartió todo lo que tenía para vivir, que era poquísimo. Desde esa limitación pone su vida en manos de Dios pensando en el prójimo que se beneficiaría de su ofrenda.7

Jesús ya había realizado el gesto de purificar el templo arrojando a los vendedores y comerciantes, denunciando la religión convertida en un “negocio” de salvación, manipulando a Dios para convertirlo en legitimador de la soberbia religiosa y de la vanidad moral. Sabemos bien su opinión sobre la manera como se gestionaba el culto y su correlativa crítica a la explotación de los pobres en nombre de Dios, para que los líderes religiosos vivieran en la abundancia, de espaldas a la dramática realidad que Jesús denuncia. El templo de Jerusalén era el centro de la actividad económica del país, cimentado en la obligación de ofrecer sacrificios y de dar el diezmo de todo lo que cosechaban, el Dios liberador convertido en un Dios explotador!

Con el gesto de la viuda, Jesús destaca la ofrenda no tanto como el aporte para el alivio de las necesidades materiales de alguien, sino como la actitud de total confianza en Dios y de disponibilidad para su reino y para su justicia. Es una mujer en clave de bienaventuranza, desprendida, generosa, dispuesta para la mesa compartida,8 sin la soberbia que esgrimen muchos de los que “donan” a los más pobres, con su ego inflado proponiéndose como modelos de solidaridad.

El mensaje es contundente: se trata de dilucidar donde y en quien ponemos nuestra confianza: en la seguridad que dan las posesiones o en Dios que nos lanza a la aventura del compartir, de la donación de la vida, de la solidaridad? Este último es el auténtico lenguaje de Dios. Cómo hablar de esto en la sociedad consumista, en el loco mundo de las ganancias materiales, en las soberbias humanas que depositan sus garantías en el tener? Cómo decir hoy la misma profecía de Jesús en un mundo tan seducido por la autosuficiencia? 9

De esto mismo trata la primera lectura, es también una viuda que comparte su pobreza con el profeta Elías: “Se preparó y fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad, una viuda andaba por allí recogiendo leña. Elías la llamó y le dijo: traéme, por favor, un poco de agua en el jarro para beber. Cuando iba a traérsela, le grito: traéme, por favor, un trozo de pan. Ella respondió: por vida de Yahvé, tu Dios, que no me queda pan cocido. Sólo tengo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la aceitera”10. Es impresionante el egoísmo tan frecuente en el mundo de la abundancia y de la riqueza, y no lo es menos la solidaridad en los ambientes de mayores carencias, las penurias de la vida sensibilizan en alto grado y se convierten en caldo de cultivo de una cultura que emerge solidaria en medio de la pobreza. Los pobres nos anuncian la Buena Noticia! 11

Es bueno enterarnos del contexto de este relato de 1 Reyes.12 Estamos en el reino del Norte (Israel), 13el país vive una crisis profunda, los reyes de la dinastía de Omrí han dejado esa región en total miseria. El último de los monarcas – Ahab – ha hecho su aporte al desastre nacional, se casó con una extranjera – Jezabel – y con ella se entregó a la idolatría con el culto a Baal, deidad simbólica que alude a la entrega del ser humano al poder del dinero y de la comodidad material.

El profeta denuncia con el vigor que lo caracteriza y simboliza la situación con una sequía que viene sobre Israel, en esa condición extrema quiere destacar que el retorno a Yahvé y a los compromisos éticos propios de la Alianza son la garantía para recuperar al pueblo de su postración, entendiendo que esto no se reduce a una práctica ritual sino a un modo de vida coherente con el plan original de Dios, de justicia para los desheredados y de de convivencia fraterna.

Las palabras de Elías a la viuda hablan con elocuencia: “Porque esto dice Yahvé, Dios de Israel: El cántaro de harina no quedará vacío, la aceitera de aceite no se agotará, hasta el día en que Yahvé conceda lluvia sobre la superficie de la tierra. Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías. Y comieron él, ella y su familia. Por mucho tiempo la orza de harina no quedó vacía y la aceitera no se agotó, según la palabra que Yahvé había pronunciado por boca de Elías”14. El tiempo de Dios es tiempo de justicia, de gratuidad, de comunión, de vida, de fecundidad, de mesa de todos y para todos.

A Jesús, que observa cómo los que tienen van pasando a depositar su ofrenda para el tesoro del templo, no lo impresiona la cantidad que cada rico pone en el cofre; sus criterios de valoración son radicalmente distintos de la mentalidad economicista que se basa en el binomio inversión ganancia, en la ley del costo beneficio. Esto lo tiene sin cuidado, ahí no está el Evangelio.

Da un mensaje para el cristianismo de todos los tiempos de la historia., también para la humanidad en general, para la ética de la solidaridad. 15Mientras los demás, teniendo suficiente para vivir desean mucho más y hacen de su ofrenda un gesto interesado que les puede traer mayores beneficios, esta mujer ofrece desde un amor que es al mismo tiempo fuerte por la hondura de su generosidad y débil por la fragilidad de donde surge. El asunto del reino de Dios y su justicia no tiene su raíz en el rendimiento material de las prácticas religiosas, de las limosnas que se dan por salir del paso, del alboroto con el que se rodean ciertas prácticas de beneficencia. 16

La viuda del evangelio, y la que socorrió a Elías, simbolizan aquella porción del Israel empobrecido, de la humanidad precaria, que entra resueltamente en la dinámica de Jesús, con la disposición para darse a esta causa del reino. Vienen así al recuerdo tantos relatos de líderes sociales, de promotores de la comunidad, de hombres y mujeres desinteresados cuya felicidad es dar todo de sí para que su gente viva bien, compartiendo sin presumir, sacramento genuino del nuevo mundo que viene con Jesús.



Antonio José Sarmiento Nova, SJ

1 Recordar que “humildad” viene del latín “humus”, tierra, lo que está más abajo, debajo de todo, lo último de lo último.

2 CARBULLANCA NÚÑEZ, César & VALENZUELA CORALES, María de los Andes. La viuda pobre como arquetipo marginal. En Veritas número 38 páginas 141-162. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, diciembre 2017. MENA OREAMUNO, Francisco. Comentario intercultural al evangelio según Marcos. Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión. Universidad Nacional de Costa Rica. San José, 2021. ALDAVE MEDRANO, Estela. La viuda pobre del templo (Marcos 12: 41-44). San Pablo. Madrid, 2023. VALENZUELA CORALES, María de los Andes. La viuda pobre como paradigma del siervo sufriente: estudio bíblico-literario. Editorial Académica Española. Madrid, 2019.

3 Marcos 12: 38-40

4 VIÑAS GARCÍA, José. La hipocresía religiosa. En https://www.elcomercio.es/gijon/20090504/opinioncartas/hipocresia-religiosa-20090504.html CASTELLANI, Leonardo. Cristo y los fariseos. Jauja. Mendoza Argentina, 1999. PIKAZA, Xabier. Fariseo y publicano: dos tipos religiosos. En https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/formas-enfrentar-orgullo-humildad-verdad_7_2170352946.html

5 Marcos 12: 41-44

6 MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARÍA DE HUERTA. La humildad. En https://www.monasteriohuerta.org/wp-content/uploads/2014/03/humildad.pdf MONROY, Benjamín. Recuperar lo que no brilla, lo humilde y sencillo. En https://www.antoniano.org/public/pua/dispense/4.%20MonroyLohumide.pdf

7 CODINA, Víctor. Una Iglesia nazarena: teología desde los insignificantes. Sal Terrae. Santander, 2010. SOBRINO, Jon. Fuera de los pobres no hay salvación. UCA Editores. San Salvador, 2009.

8 AUTORES VARIOS. La causa de los pobres, causa de Dios. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2015. TRIGO, Pedro. El Dios de los pobres. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/2277/1/RLT-2012-087-A.pdf

9 WRIGHT, Thomas. El desafío de Jesús. Desclée de Brower. Bilbao, 2003. BOFF, Leonardo. Jesucristo y la liberación del hombre. Cristiandad. Madrid, 1981. CROSSAN, John Dominic.. Jesús, biografía revolucionaria. Grijalbo-Mondadori. Barcelona, 1986. TAMAYO ACOSTA, Juan José. Por eso lo mataron: el horizonte ético de Jesús de Nazaret. Trotta. Madrid, 1998. GUTIËRREZ, Gustavo. En busca de los pobres de Jesucristo. Sígueme. Salamanca, 1993. FRAIJÖ, Manuel. Jesús y los marginados: utopía y esperanza cristiana. Cristiandad. Madrid, 1985.

10 1 Reyes 17: 10-12

11 FLECHA ANDRÉS, José Román. La generosidad de la viuda: título homilético para el domingo XXXII del tiempo ordinario. En Ecclesia. Madrid, 11 de noviembre 2018. ESTÉVEZ LÓPEZ, Elisa. Prácticas compasivas y visibilidad femenina. En Reseña Bíblica número número 14 páginas 23-34. Verbo Divino. Estella, 1997.

12 GIBERT, Pierre. Los libros de Samuel y de los Reyes. Verbo Divino. Estella, 1984. BUIS, Pierre. El libro de los Reyes. Verbo Divino. Estella, 1995. SICRE, José Luis. Artículo Profetismo en FLORISTAN, Casiano & TAMAYO, Juan José. Conceptos Fundamentales del Cristianismo, páginas 1070-1085. Trotta. Madrid, 1993.

13 Por pugnas políticas y religiosas, profundas desavenencias, el reino de David y Salomón más tarde se dividió en dos fracciones: Judá al sur, con Jerusalén como capital; Israel al norte, con Samaría como capital.

14 1 Reyes 17: 14-16

15 MOLINA VELÁSQUEZ, Carlos. Etica del bien común y de la responsabilidad solidaria. En Realidad número 117, páginas 365-393. San Salvador, 2008. VIDAL, Marciano. Para comprender la solidaridad: virtud y principio ético. Verbo Divino. Estella, 1996.

16 RICHARD, Pablo & ELLACURÍA, Ignacio. Artículo Pobreza-Pobres en FLORISTAN, Casiano & TAMAYO, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo, páginas 1030-1034. Trotta. Madrid, 1993.

domingo, 3 de noviembre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 3 DE NOVIEMBRE 2024 DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”

(Marcos 12: 31)



Lecturas:

  1. Deuteronomio 6: 1-6

  2. Salmo 17

  3. Hebreos 7: 23-28

  4. Marcos 12: 28-34

Los textos de este domingo nos brindan una excelente oportunidad para purificar nuestra experiencia de Dios, para hacer claridad sobre las implicaciones de nuestra relación con El, para aventurarnos a la fe entendiendo esta como una proyección decisiva al principio y fundamento de la vida, a lo que nos da sustento, sentido y esperanza. Y también para lograr que al amor a Dios y al prójimo1 deje de ser un lugar común y se convierta en un proyecto de vida totalizante de todo lo que somos y hacemos.

Esta relación se hace evidente en el hecho religioso que es inherente a la condición humana, se remonta a los orígenes mismos de la humanidad, en los diversos contextos de la historia y en la pluralidad de culturas encontramos las manifestaciones de la relación con la divinidad, expresadas en los rituales, en las creencias, en las consecuencias éticas y morales de las mismas, también en los aportes de la religión a las configuraciones de la cultura.

Encontramos religiones que reconocen carácter divino a las fuerzas de la naturaleza, también las politeístas con su universo de dioses “especializados” para tal o cual realidad de la vida, teniendo como principal a un determinado dios mayor – tipo Zeus o Júpiter - , nos movemos hacia la China y el Japón y verificamos las tradiciones espirituales de sabiduría, de filosofía del buen vivir como las originadas en Buda y en Confucio sin vincularse con un dios en particular, y también pasando por ese país-continente que es la India constatamos una rica religiosidad, esa sí con múltiples dioses, para luego ponernos de frente al mundo del monoteísmo, del que son primeros testigos el judaísmo, el cristianismo y el Islam.2

Estas últimas son especialmente determinantes en el panorama religioso del mundo desde hace muchos siglos. La fe de los israelitas testimoniada en los textos del Antiguo Testamento, la revolución de Jesús de Nazaret y la expansión del cristianismo antiguo en el mundo grecorromano, su constitución como religión de occidente, y el movimiento musulmán iniciado por el profeta Mahoma en el siglo VI de nuestra era. Son ellas deudoras de un dios único, liberador y salvador del ser humano, que lo dispensa del sometimiento a múltiples divinidades que no le ofrecen unidad y coherencia.3

Para nosotros, en América Latina, es de muy especial interés aproximarnos a las creencias de los pueblos originales, 4 incas, mayas, araucanos, aztecas, toltecas, chibchas, caribes, allí bulle una riqueza espiritual que – penosamente – fue desconocida y violentada por la fuerza arrasadora de la conquista española, portuguesa, británica, sin ningún miramiento, considerando que la religión del dominador es la verdadera.

Indiscutiblemente hay búsqueda de Dios, pregunta por el sentido último de la vida, exploración de las respuestas a los grandes interrogantes existenciales. Esto va en el ser humano, digamos que por ensayo y error, lo que no demerita el esfuerzo de esta gran aventura del espíritu5. Pensadores creyentes, agnósticos, ateos, han hecho de este asunto esencial uno de los núcleos centrales de la filosofía, a favor de la fe, en contra de ella, procurando siempre dar garantía al ser humano de la seriedad racional de la creencia en Dios, o del agnosticismo y del ateísmo. Dejamos así la inquietud a nuestros lectores semanales con la intención – pensamos que muy saludable – de formar su fe, de estudiarla con miras a hacerla sólida, razonable, inteligente, capaz de generar cambios profundos en sus vidas, en los dinamismos de la sociedad 6. Sobre estos presupuestos nos aventuramos a entender y a vivir lo que nos proponen las lecturas de este domingo: la genuina religión es al mismo tiempo vertical (hacia Dios) y horizontal (hacia el prójimo).

Siguiendo el texto de Deuteronomio nos encontramos a Moisés dando instrucciones al pueblo que se prepara para ingresar a la tierra prometida, después de la larga y tortuosa travesía por el desierto – recordemos también nuestros áridos recorridos existenciales! - , atrás quedan las ignominiosas condiciones de la esclavitud en Egipto, lugar al que no hay que volver, y les propone las exigencias de esta llegada a Canaán: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado7, y argumenta que el cumplimiento juicioso y responsable de la ley de Dios es garantía de plenitud: “A fin de que respetes al Señor, tu Dios, guardando toda la vida todos los mandatos y preceptos que te doy – y también a tus hijos y nietos – y así te alargarán la vida. Por eso, escucha, Israel, y esfuérzate en cumplirlos para que te vaya bien y crezcas muchos8.

La teología contenida en Deuteronomio – que significa segunda ley, ley renovada y actualizada – es una teología liberadora, surge después de grandes decadencias de Israel y de su religión, cuando hacen del culto a Dios una formalidad externa sin conversión del corazón, con toda su cadena de corruptelas, idolatrías, injusticias e inconsistencias morales. Deuteronomio9 es un vigoroso movimiento de volver a los orígenes de esa fe para rescatar que el vínculo con Dios es esencialmente liberador , realidad en la que el compromiso con el prójimo – principalmente con el pobre y abandonado – es vinculante del hecho religioso.

Esta afirmación es muy importante, porque resulta que muchas prácticas religiosas carecen de projimidad, son perfectas en su cumplimiento ritual, abundan en creencias, en imposiciones legales y morales, principalmente de carácter prohibitivo, aterran al creyente con falsas imágenes de Dios : el vengativo, el juez implacable, el autoritario, el iracundo, el prohibidor, el castigador; se expresan de manera autoritaria, se inmiscuyen abusivamente en la vida de los fieles, apoyan modelos políticos nocivos para la salud social, se traducen en inaceptables fanatismos, provocan sentimientos enfermizos de culpa y maltratan la integridad de sus adeptos.

En el caso que propone Moisés a su pueblo se trata de encontrarse con un Dios comprometido con la vida y con la libertad de sus creyentes, relacionarse con El a través del cumplimiento de la ley no es un sometimiento servil sino una adhesión que confiere identidad, sentido, esperanza, dignidad, liberación. El contexto de Deuteronomio nos ayuda a comprender el alcance de las palabras de Moisés: los profetas invitaban al pueblo a reorientar su vida,10 no hicieron caso, se embriagaron de libertinaje y de ídolos, se perdieron, fueron esclavos, les deportaron a Babilonia, fracasaron, se quedaron sin solidez espiritual, y vuelven del cautiverio con la “lección aprendida”. El autor del texto ve aquí una excelente coyuntura pedagógica para reflexionar sobre el sentido genuino de la relación con Dios, sobre su potencialidad liberadora, cuando esa ley se inscribe en la interioridad de las personas y se vive con fidelidad y convicción.

Pero hay algo que es esencial: para Jesús el amor a Dios va indisolublemente unido al amor al prójimo, el uno y el otro son interdependientes. El evangelio de Marcos nos recuerda la escena en la que un diligente judío pregunta a Jesús: “Un letrado que escuchó la discusión y al ver lo acertado de la respuesta se acercó y le preguntó: Cuál es el precepto más importante? Jesús respondió: El más importante es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es uno sólo. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es: amarás al prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos11.

Cuando los fariseos ven que Jesús ha callado a los saduceos, a partir de sus cuestiones sobre la resurrección en Marcos 12: 18-27, se juntan con los escribas para ellos también ponerle a prueba recordando el espíritu de extrema ortodoxia legal y doctrinal que les era característico, se imaginan que Jesús “perderá” el estricto examen. El les responde acudiendo a la inconsistencia de esa religiosidad tradicional, que no se ve traducida en conductas coherentes, en conversión del corazón, en novedad de vida, en libertad y en sentido, en acogida a los pobres, mucho Dios y nada de prójimo, nada en la interioridad. De ahí la contundencia de su expresión: “Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es uno sólo”12, es la misma mentalidad de Deuteronomio.

En la comunidad de Marcos, la que origina este evangelio, se daban situaciones muy similares a las del judaísmo. Las normas que conocían esos primeros cristianos provenían del mundo judío, discutían si era imprescindible cumplirlas, y se hacían un lío con esto, sin terminar de captar la radical novedad de Jesús, de su Buena Noticia, que trascendía con creces esa mentalidad y rompía con ella para dar paso a una nueva lógica de relación con Dios, asumido y vivido como Padre de toda la humanidad.

La adhesión al único y verdadero Dios se proyecta al amor fraterno, a la comunión y a la participación, a la cultura de la solidaridad y del servicio, a la projimidad como proyecto de vida. Este es el interés más claro de Jesús. Constatar esto y vivirlo es profundamente liberador, es en sí mismo la más radical crítica a la religión – muy superior a la de nuestros viejos amigos, los “maestros de la sospecha”, Nietzsche, Freud, Marx, Feuerbach – porque en su raíz desarma el deísmo, la religión por sí misma, las pretensiones de exclusividad y de autoridad que muchas de estas tienen, los integrismos y las ideologías que esclavizan al ser humano, y abre la perspectiva de un Dios único, el que opta preferencialmente por el ser humano, el que cree en el ser humano , el que es todo para la humanidad, en términos de salvación y de liberación, en el que se cumple aquello de: “….y la verdad los hará libres13.

No debemos comernos el coco tratando de averiguar si amamos a Dios. Lo que debemos revisar es si estamos dispuestos a darnos a los demás, esto es lo que cuenta a la hora de la verdad. Hay ateos que son extraordinarios creyentes en esta materia de darse al prójimo, a través de ellos el Espíritu Santo confronta con vigor muchas de nuestras religiosidades. El amor a Dios que no es también amor a los otros es una falacia.



1 PAPA BENEDICTO XVI. Carta Encíclica Deus Caritas est Dios es amor. Tipografía Vaticana. Roma, 2005. PARADA , José de Jesús. Amamos a los hermanos, vórtice del dinamismo soteriológico en 1 Juan. Tesis de grado para obtener el título de Doctor en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2011. RAHNER, Karl. Amar a Jesús, amar al hermano. Sal Terrae. Santander, 1983. GONZALEZ VALLEJOS, Miguel. Kant y el mandato del amor al prójimo. En Revista de Humanidades número 32; páginas 59-85. Universidad Nacional Andrés Bello. Santiago de Chile; julio-diciembre 2015. JEANROND, Walter. Teología del Amor. Sal Terrae. Santander, 2013. VILA PORRAS, Carolina. El amor de Dios se humaniza: una mirada desde las bienaventuranzas. En Cuestiones Teológicas volumen 44, número 101; páginas 43-66. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, enero-junio 2017.

2 DELUMEAU, Jean. El hecho religioso. Alianza Editorial. Madrid, 1995.GUERRA GOMEZ . Manuel. Historia de las Religiones. Biblioteca de Autores Cristianos BAC, Madrid, 2007.DIEZ de VELASCO, Francisco. Breve historia de las religiones. Alianza Editorial, Madrid, 2010.OTTO, Rudolf. Lo santo: lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Alianza Editorial, Madrid, 1987. KUNG, Hans. En busca de nuestras huellas: la dimensión espiritual de las religiones del mundo. Random House Mondadori. Barcelona, 2004.

3 ARMSTRONG, Karen. Una historia de Dios: 4.000 años de búsqueda en el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Paidós. Barcelona, 1995. REGUILLO CALERO, Ricardo. Aportaciones comunes de las religiones monoteístas a una ética mundial. Trabajo de grado para optar al título de Doctor en Filosofía. Universidad Complutense de Madrid, 2010.

4 MARZAL, Manuel. Tierra encantada: tratado de antropología religiosa de América Latina. Trotta. Madrid,

5 KUNG, Hans. Existe Dios? Trotta. Madrid, 2007. CASTRO, Sixto J. Probablemente Dios existe. En Bajo Palabra Revista de Filosofía; II época número 5; páginas 507-520. Universidad Autónoma de Madrid, 2010. LUCAS, Juan de Sahagún. Dios , horizonte del hombre. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1994. ESTRADA, Juan Antonio. La pregunta por Dios entre el nihilismo, la filosofía y la religión. Desclée de Brower. Bilbao, 2005. FLEW, Anthony. Dios existe. Trotta. Madrid, 2015.

6 GUTIERREZ, Gustavo. Teología de la Liberación: perspectivas. CEP, Lima 1971. RAHNER, Karl. Curso fundamental sobre la fe. Herder. Barcelona, 1983. PAPA PABLO VI. Exhortación Apostólica sobre la Evangelización en el Mundo Contemporáneo Evangelii Nuntiandi. Ediciones Paulinas, Bogotá 1975.

7 Deuteronomio 6: 4-7

8 Deueteronomio 6: 2-3

9 BARRIOCANAL, José Luis. El libro del Deuteronomio, En Reseña Bíblica número 96 (monográfico). Verbo Divino. Estella, 2016. SOLTERO, Carlos. Deuteronomio. En Comentario Bíblico Latinoamericano volumen 1 páginas 559-597. Verbo Divino. Estella. 2005. DE LEÓN AZCÁRATE, Juan Luis. Deuteronomio, Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén. Desclée de Brower. Bilbao, 2011.

10 SICRE, José Luis. Profetismo en Israel. Verbo Divino. Estella, 2003. ABREGO DE LACY, José María. Los libros proféticos. Verbo Divino. Estella, 2005; Los profetas de Israel y su mensaje: antología de textos. Cristiandad. Madrid, 1986.

11 Marcos 12: 28-31. Recordemos que el letrado judío se interesa por Jesús al escuchar el diálogo que este sostiene con unos saduceos a propósito de la resurrección, en Marcos 28: 18-27. Al letrado le parecieron sensatas las respuestas de Jesús.

12 Marcos 12: 29

13 Juan 8: 32

Archivo del blog