domingo, 27 de abril de 2025

COMUNITAS MATUTINA 27 DE ABRIL 2025 II DOMINGO DE PASCUA CICLO C

 “Cada vez era mayor el número de creyentes que se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres”

(Hechos 5: 14)

 

Lecturas:

1.     Hechos 5: 12-16

2.    Salmo 117

3.    Apocalipsis 1: 9-19

4.    Juan 20: 19-31

Amigo-a lector-as, cómo vives tus desengaños, tus tristezas, tus vacíos, tus desencantos, tus frustraciones, tus pequeñas muertes de cada día? Te dominan estas realidades y sucumbes al sentimiento trágico de la vida? Te desesperas y el sufrimiento se te convierte en una dolorosa constante, en una sin salida angustiosa? Qué haces para superarlo? Evades esta realidad? O te sientes retado-a y no te “arrugas” ante la adversidad, luchas, gestionas tu propio trabajo emocional, espiritual, físico, para construír tu territorio de sentido y esperanza, te experimentas “herido de infinito”, dispuesto a que todo tu ser esté abierto al significado trascendente de la existencia?[1]

Hacemos estas preguntas en tiempo de pascua, evocando y celebrando a un generoso profeta, noble como el que más, amigo profundo de los condenados de la tierra, solidario, misericordioso, compasivo, libre con la libertad del Espíritu, severo crítico de las formas religiosas que secuestran a Dios, sanador y protector de la vida, apasionado reivindicador de la dignidad humana en nombre de un Dios que se reveló de modo definitivo en él, promotor de un estilo de vida feliz a contracorriente de poderes, dineros, vanidades, pompas, descalzo con los descalzos del mundo, a quien los enemigos de la vida y de la felicidad, amantes enfermizos de formalidades y de rituales inertes, acusaron, juzgaron, crucificaron, cometiendo la mayor injusticia de la historia de la humanidad.

Los amigos y seguidores de este extraordinario ser quedaron “descolocados”, sintieron que su mundo se les venía abajo, lo mismo que nos sucede cuando vivimos algún drama de marca mayor; se escondieron, quedaron sumidos en gran desconcierto, pero lentamente fueron viviendo una sorprendente novedad que empezó a llenar sus grises vidas de sentido y plenitud, un asunto de  gratuidad totalmente revolucionaria que los resignificó al mil por ciento, haciendo de ellos-as hombres y mujeres totalmente dispuestos a seguir el camino de ese magnífico personaje al que llamaron el Crucificado-Resucitado, lo sintieron vivo , con una vitalidad a toda máquina, que los llamaba a vivir como él y con él, y a difundir esa Buena Noticia garantía de sentido absoluto de la vida, originada en el mismísimo Dios.[2] Es decir, Jesús reencanta la vida de estos hombres, de estas mujeres, del incrédulo Tomás, del rudo Pedro, de la amorosa María Magdalena, de los interesados hijos del Zebedeo, del joven Francisco de Asís, del convaleciente soldado Ignacio de Loyola, del contemporáneo chico Carlo Acutis, de la vigorosa y emprendedora Teresa de Jesús. Y la tuya, amable lector-a?

La más elocuente evidencia de la resurrección de Jesús es la transformación operada en sus discípulos: frágiles, temerosos, inseguros, ahora se tornan en personas entusiasmadas, su existencia se resignifica con el acontecimiento pascual, se disponen para comunicar la Buena Noticia, haciendo de ella el centro de sus vidas, contagian esa alegría a muchos dando origen a las primeras comunidades cristianas, son capaces de afrontar las contradicciones y graves dificultades con las autoridades de la religión judía y con las del Imperio Romano, en ellos se percibe una nueva humanidad. Es Jesús, el Viviente, la raíz de esa novedosa  manera de ser y de proceder.[3] Y esa apasionante posibilidad es también para nosotros, gente del siglo XXI.

Sea esta alusión una referencia determinante para quienes hoy nos interesamos en seguir el camino de Jesús, siempre insertos en los diferentes contextos de esta realidad humana: “El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón”. [4] Lo que los textos del Nuevo Testamento quieren expresar con la palabra resurrección es la clave de todo el mensaje cristiano. Ya afirmamos en el comentario de la semana anterior que este hecho es mucho más que la reanimación de un cadáver. Sin esa Vida que trasciende la vida, nada de lo que se propone en el Evangelio tendría sentido.  Lo que estos escritos quieren transmitir es el testimonio de que Él vive,  que eso incide decisivamente en sus vidas, hasta el punto de resultar todos ellos radicalmente renovados[5] en su ser y en su quehacer. Son asumidos pascualmente por el Resucitado: “Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero El, tocándome con su mano derecha, me dijo: No temas, yo soy el Primero y el Ultimo, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y el Abismo[6].

Así, podemos decir que “la cosa empezó en Galilea[7], el origen del cristianismo no parte de  una nueva normativa religiosa sino de una vivencia carismática.  Es una profecía de Dios, mediada en Jesús de Nazaret, sucedida en la historia real de un pueblo concreto, humillado y ofendido por la pobreza, por la dominación romana y por el maltrato sistemático procedente de sus líderes religiosos, En esa marginalidad acontece la Pascua, y son esos pescadores galileos el punto de partida del hecho cristiano en la historia de la humanidad.[8]

Un elemento muy importante que preocupa mucho a quien escribe estas letras semanales es el del lenguaje religioso que se torna formal, ideológico, abstracto, de bajo poder significativo. Pregunta a partir de esto para que ustedes respondan: si a aquellos pescadores y campesinos galileos les llegó un lenguaje tan fascinante, tan totalizante, qué tenemos que hacer en nuestro tiempo para que muchos también se dejen tomar por ese altísimo nivel de fascinación?

Se transforma en gozo el miedo de los discípulos: “Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los  discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: La paz esté con Ustedes! Mientras decía esto les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor[9].

Los relatos de apariciones que traen los cuatro evangelistas son la base de esta credibilidad.[10]  En ellos descubrimos estos cinco elementos:

1.     Jesús se hace presente en situaciones de la vida real. Su nueva manera de presencia no tiene nada que ver con el templo ni con sus ritos religiosos: “….llegó Jesús y, poniéndose en medio de ellos, les dijo: la paz esté con Ustedes[11]. El movimiento cristiano no empezó su andadura histórica como una nueva religión, sino como una forma de vida inspirada en el Reino de Dios y su justicia,[12] elemento central del mensaje de Jesús.  A los primeros cristianos se les persiguió por ateos, porque depositaban la garantía de su vida en  ese Jesús de Nazaret considerado blasfemo y  hereje  por quienes lo condenaron. En esa realidad problemática  entra pascualmente el Señor Jesús para dar vida y  plenitud de sentido.

2.    Jesús sale al encuentro inesperadamente, es El quien toma siempre la iniciativa, la presencia que experimentan no es una fantasía colectiva;  quedan muy  sorprendidos cuando empiezan a tener la experiencia de su nueva cualidad de vida , [13] porque fue tal su abatimiento  que no estaba dentro de sus perspectivas el paso de la muerte a la vida.  Este hecho es total gratuidad ,  los maravilla : “Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: la paz esté con Ustedes![14]

3.    El saludo que les da Jesús significa su cercanía y amistad con ellos, su interés por cada uno de los discípulos. No es un   suceso de espectacularidad individual en el que el único beneficiado es Jesús porque  todo lo suyo es vida para todos, como el ser de Dios que es el más pleno ejercicio de alteridad: “No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno – yo en ellos y tú en mí – para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado a ellos como me amaste a mi[15].

4.    Hay un reconocimiento  que en ellos se da en medio de vacilaciones.  En el relato que trae Juan este domingo esa incredulidad se pone de manifiesto en una figura concreta, Tomás. A este discípulo tradicionalmente se le señala por reaccionar negativamente ante el Resucitado: “Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: Hemos visto al Señor! El les respondió: si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré[16]. Pero les propongo darle una oportunidad a Tomás: no será su incredulidad una sincera inquietud por la verdad? La de Jesús?

5.   Reciben una misión, que no es ocurrencia de ellos sino mandato de Jesús. En efecto, el anuncio misionero de la Buena Noticia  fue práctica constante  en la primera comunidad. Aquella Iglesia Apostólica no poseía este tipo de seguridades que hemos adquirido con el paso de los siglos, su garantía fue el mismo Señor Resucitado, la experiencia que tuvieron de El fue de tal  intensidad que no pusieron reparos para lanzarse a divulgarla y a fundar  comunidades inspiradas en el proyecto de vida de Jesús.

 

Antonio José Sarmiento Nova, SJ

 



[1] PAPA JUAN PABLO II. Carta Apostólica Salvifici Doloris sobre el valor salvífico del sufrimiento. Libreria Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1984. SANTACRUZ-VERA, Dalia Jacqueline; BOLÍVAR-RAMÍREZ, Marisol. Sentido de la vida y del sufrimiento, una tarea personal. En Apuntes de Bioética volumen 4, número 1; páginas 5-22. Universidad Santo Toribio de Mogrovejo. Lima, 2021. FRANKL, Viktor. Ante el vacío existencial. Herder. Barcelona, 2021. CABRESTERO, Teófilo. Entre el sufrimiento y la alegría: nuestra experiencia actual y la experiencia de Jesús de Nazaret. Desclée de Brower. Bilbao, 2009. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Juan Pablo. El sufrimiento en la vida. Reflexiones en torno a la esencia humana a partir de Michel Henry. Trabajo de grado para obtener el título de Doctor en Filosofía. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2017. MOORE, Thomas. Las noches oscuras del alma. Urano. Barcelona, 2014.

[2] BRAVO ALVAREZ, Gonzalo. El discipulado post-pascual. En Veritas volumen 4, número 20; páginas 9-28. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, marzo 2009. PALUMBIERI, Sabino. Vía Lucis. Testigos del Resucitado. En https://www.vialucis.org/images/pdf/Via-Lucis-Spagnolo-Comunita.pdf MESSORI, Vitorio. Dicen que ha resucitado. Rialp. Madrid, 1997. GARCÍA PÉREZ, José Miguel. Resucitó. Encuentro. Madrid, 2024. LÓPEZ PEÑALBA, Jaime. La identidad entre la experiencia de Jesús y la experiencia de los discípulos. En Teología y Catequesis número 141; páginas 109-132. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2018.

[3] AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. La memoria de Jesús y los cristianismos de los orígenes. Verbo Divino. Estella, 2015; Así empezó el cristianismo. Verbo Divino. Estella, 2010. THEISSEN, Gerd. La religión de los primeros cristianos. Sígueme. Salamanca, 2002. MÜLLER, Ulrich B. El origen de la fe en la resurrección de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2003. CROSSAN, John Dominic. El nacimiento del cristianismo: qué sucedió en los años posteriores a la ejecución de Jesús. Sal Terrae. Santander, 2002. SCHYLLEEBECKX, Edward. Jesús, la historia de un viviente. Cristiandad. Madrid, 1993. KÜNG, Hans. Lo que yo creo. Trotta. Madrid, 2011.

[4] CONCILIO VATICANO II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno Gaudium et Spes, número 1. Edición de la Biblioteca de Autores Cristianos BAC, página 229. Madrid, 1996.

[5] OSPINA ARIAS, Diego Fernando. El seguimiento transformante de Cristo Jesús, categoría fundante para la teología moral fundamental. Tesis para obtener el título de doctor en teología. Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología. Bogotá, 2014. GUILLET, Jacques. El Jesús de los discípulos. Mensajero. Bilbao, 1998. PAGOLA, José Antonio. Cristo Resucitado es nuestra esperanza. PPC. Buenos Aires, 2017.

[6] Apocalipsis 9: 17-18

[7] EVELY, Louis. La cosa empezó en Galilea: meditaciones sobre el evangelio según el año litúrgico,  Sígueme.  Salamanca 1975.

[8] RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús antes de la Iglesia: una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles.  Sal Terrae. Santander, 1998. THEISSEN, Gerd. Sociología del movimiento de Jesús: el nacimiento del cristianismo primitivo. Sal Terrae. Santander, 1979. PIÑERO, Antonio (Editor). Orígenes del cristianismo: antecedentes y primeros pasos. El Almendro. Córdoba, 1991. HOORNAERT, Eduardo. La memoria del pueblo cristiano: una historia de la Iglesia en los tres primeros siglos. Paulinas. Madrid, 1986. HURTADO, Larry W. Destructor de los dioses: el cristianismo en el mundo antiguo. Sígueme. Salamanca, 2017.

[9] Juan 20: 19-20

[10] NORATTO GUTIÉRREZ, José Alfredo. El lenguaje de las manifestaciones del Resucitado y su sentido a partir de los textos fundamentales del Nuevo Testamento. En revista Cuestiones Teológicas volumen 40 número 94 páginas 289-322. Universidad Pontificia Bolivariana, Facultad de Teología. Medellín,  julio-diciembre 2013.

[11] Juan 20: 19

[12] BERNABÉ, Carmen. Entrada Reino de Dios en FLORISTÁN, Casiano & TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo, páginas 1122-1137. Trotta. Madrid, 1993. DODD, Charles. Las parábolas del reino. Cristiandad. Madrid, 1974. SOBRINO, Jon. Centralidad del reino de Dios en la teología de la liberación. En ELLACURÍA, Ignacio & SOBRINO, Jon. Mysterium Liberationis: conceptos fundamentales de la teología de la liberación, páginas 467-510. UCA Editores. San Salvador, 2008.

[13] LEON-DUFOUR, Xavier. Resurrección de Jesús y mensaje pascual. Sígueme. Salamanca, 1976.

[14] Juan 20: 20-21

[15] Juan 17: 20-23

[16] Juan 20: 24-25

domingo, 20 de abril de 2025

COMUNITAS MATUTINA 20 DE ABRIL 2025 DOMINGO DE PASCUA CICLO C

 

“Ellos le dieron muerte colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciese, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con El después de su resurrección”

(Hechos 10: 39-41)

 

Lecturas:

1.     Hechos 10: 34-43

2.    Salmo 117

3.    Colosenses 3: 1-4

4.    Juan 20: 1-9

Cómo llegamos a esta Pascua de 2025? Qué muertes nuestras han resucitado? Qué experiencias nos han devuelto el gozo de vivir? Dejemos que el Espíritu nos asuma pascualmente, que el Señor Resucitado sea sentido total de nuestra existencia. Y recordemos los contextos originales en los que surge la Buena Noticia. Sucede que, en su tiempo, y en diversos momentos de la historia, Jesús y el cristianismo han causado auténticas convulsiones y han desacomodado la buena conciencia de las religiones sin profecía y de los modos adormecidos de vida en sociedad. La Pascua es un momento favorable para recuperar la originalidad del hecho cristiano y su extraordinaria capacidad para “contestar” proféticamente el “desorden establecido”. Jesús nos interpela, a título personal y comunitario:  en este cuestionamiento se contiene una revisión profunda de nuestros mapas mentales, de nuestros estilos de vida, de nuestra jerarquía de valores, de nuestras creencias y prácticas religiosas, de nuestra misma ciudadanía, [1] de la relación matrimonial y de la familia, de la constitución de las diversas culturas, de la economía, de la política, del bien común, de las instituciones; no en lo que se llamó en un momento de la historia  régimen de cristiandad sino en el plano fundamental de la autenticidad de la vida humana y de su significado trascendente.

Somos hombres y mujeres resucitados?

La experiencia pascual transformó a los ambiguos y derrotados discípulos de Jesús: “No ardía nuestro corazón en nuestro interior cuando nos hablaba en el camino y nos iba explicando las Escrituras?” [2]. El relato que trae el evangelio de Lucas sobre los discípulos de Emaús, entristecidos por la muerte de su maestro y acompañados por un misterioso caminante, es esclarecedor en este sentido. [3] Sobre esta base también se nos invita a mirar nuestras vidas anquilosadas por la rutina, por la religiosidad formal, por el “siempre se ha hecho así”, para dejarnos sorprender por la maravillosa y apasionante realidad de Jesús que, en su Pascua, hace posibles todas las resurrecciones, todos los amores, todas las solidaridades, todos los entusiasmos liberadores.

Durante su vida, el maestro empezó a formar a mucha gente, incluídos sus discípulos,  en la comprensión y vivencia del reino de Dios y su justicia a  partir de la muy original e innovadora propuesta de las bienaventuranzas, los inició en una nueva manera de concebir la relación con Dios, a quien presentó como Padre, les planteó también el cambio de paradigma en la mediación religiosa, no a partir del rigor  de la ley   sino desde el ejercicio de la misericordia y de la compasión, presentó su mensaje como a contracorriente de lo establecido, pero no consiguió mucho a pesar de la profundidad de su esfuerzo.  Con frecuencia estos hombres resultaron con interpelaciones a Jesús en las que manifestaban su incapacidad de comprender la radical revolución que él les ofrecía, seguían pensando en el poder, en el triunfo al estilo mundano, en el miedo a la abnegación, en su resistencia al conflicto derivado de la postura profética de la Buena Noticia.[4] Cuando vivieron la pasión y muerte de Jesús quedaron completamente confundidos y con un sentimiento de total fracaso. Qué pasó?  Cuál es el carácter de la experiencia que vivieron,  en la transformación de sus mentes y corazones, en la ruptura con sus ambigüedades, en la valentía que demostraron en adelante, en la generosidad de sus vidas dedicadas por entero a ser testigos del Resucitado?   La respuesta a este interrogante está en lo que conocemos como experiencia pascual. Al contemplar a estos discípulos conviene que también hagamos una revisión a nuestro modo de ser y de proceder, con  un análisis comparativo entre ellos y nosotros. La Pascua de Jesús, él todo en su misión y palabra, en los hechos de su vida, es el mejor recurso para que reinterpretemos nuestra vida, para que nos salgamos de la gris condición de lo irrelevante, para que seamos hombres y mujeres modelados por esta nueva humanidad que es, a la vez, nueva divinidad.[5] Este esfuerzo teológico e interpretativo nos conduce a descubrir que esa resurrección no es un hecho “histórico” en el sentido tradicional del término. Con esto no se quiere decir  que sea un acontecimiento irreal, sino que su realidad trasciende los límites de lo físico. En esta trascendencia está la clave de su gran realismo y la raíz de nuestra esperanza, la Pascua de Jesús pertenece a otro nivel de realidad, eso la hace más definitiva y plenamente dotada de Dios, para nuestro bien y salvación. [6]

Los relatos evangélicos no narran el hecho de la resurrección en sí mismo.[7] Lo que se refiere son las experiencias de creyentes – los discípulos, las comunidades cristianas primitivas – que sienten a Jesús como el Viviente: “Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban”. [8]

Gracias a estos testigos,  la semilla de la fe se ha depositado en  millones de seres humanos, en las comunidades eclesiales que profesan a Jesucristo como Señor y Salvador . Así se ha dado  su paso por la historia humana, dando plenitud de sentido a todos aquellos que libremente acogen  esta oferta : “El ángel dijo a las mujeres: Ustedes no teman. Sé que buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, ha resucitado, como había dicho. Acérquense a ver el lugar donde yacía. Después vayan corriendo a anunciar a los discípulos que ha resucitado y que irá por delante a Galilea. Este es mi mensaje[9]

Importa mucho recalcar este aspecto para que podamos percibir que nuestra fe en la resurrección no es la adhesión a un mito, sino a una verdad de fe  experimentada en la nueva humanidad que  nos comunica  Jesús. La Pascua es un acontecimiento de la gracia de Dios.

El  anuncio de la resurrección de Jesús estremece a quienes le condenaron a muerte, los discípulos anunciaban que ese a quien los judíos crucificaron , pretendiendo con ello sofocar  definitivamente su causa, ahora es el Viviente,  su proyecto sigue en pie, su predilección por los humillados y ofendidos tiene total legitimidad. El poder político romano y el religioso de los sacerdotes del templo y de los miembros del sanedrín no pudo acabar con Jesús y con su proyecto. [10]

Por esto se   enardecen los ánimos de las autoridades religiosas: “Mientras hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, irritados porque instruían al pueblo anunciando la resurrección de la muerte por medio de Jesús. Los detuvieron y, como ya era tarde, los metieron en prisión hasta el día siguiente. Muchos de los que oyeron el discurso abrazaron la fe, y así la comunidad llegó a unos cinco mil[11].

Al comienzo, todo pareció concluír con la crucifixión. Para el poder judío, la batalla estaba ganada. Los discípulos, desolados y con sentimiento de fracaso, desaparecieron de la escena;   parecía que el poder del mal , encarnado en aquellos sacerdotes y en el imperio romano , tenía la razón. El crucificado era blasfemo y hereje, contrario a las tradiciones religiosas de Israel, había profanado el santo nombre de Dios pretendiendo ser su Hijo, y había acogido con notable preferencia a todos los excluídos de la religión oficial: prostitutas, pobres,  condenados morales, publicanos. Conducta profundamente escandalosa que le hizo acreedor a la pena de muerte en la ignominia de la cruz.[12]

En la experiencia pascual  Dios “saca la cara” por Jesús.[13]  Con la resurrección, el Padre acredita la plena validez de  su misión, su palabra, sus opciones y conductas, su rechazo enfático a la religión formal,  su predilección por los últimos del mundo, sus señales milagrosas para configurar al ser humano abatido, su despojo de todo poder y arrogancia.   Jesús tenía razón, no así  quienes lo condenaron y despreciaron su causa. Jesús irritó a aquellas autoridades estando vivo, esto mismo acontece cuando sus seguidores afirman su proyecto, lo hacen real, se comprometen con sus mismos ideales, se implican solidariamente con todos los sufrientes, denuncian el pecado y la injusticia, y anuncian que ese Reino tiene plena  garantía. [14]

Creer en Jesús, siguiendo a estos testigos primeros de la Pascua, es afirmar de modo contundente la validez de la causa de Jesús.  El asunto del sentido de la vida encuentra aquí su pleno significado, no se trata de vivir   domesticados por las costumbres sociales y religiosas, sumidos en la gris pesadumbre de lo repetitivo. Gracias a Jesús la vida es pasión de justicia y de dignidad, la fe en él no puede ser  cómoda pertenencia a una institución prestadora de servicios religiosos sino vivencia activa del discipulado en la Iglesia, la comunidad de sus seguidores. [15]

Resucitados con Jesús, vivimos desde la estructura pascual de la existencia humana, trabajamos  para que las relaciones entre todos promuevan  justas maneras de vivir, para que el cuidado de la naturaleza, la casa común que bellamente designa el Papa Francisco, sea la mesa donde todos podemos sentarnos en igualdad de condiciones, para que la vida no sea atropellada por poderes  e ideologías deshumanizantes, para que la sociedad de consumo no sustituya la fraternidad, para que la ligereza de muchas mentalidades no arrase con la razón y la inteligencia,  para que nadie tenga que desplazarse de su hábitat , para certificar que ninguna violencia es legítima:  “Ví un cielo nuevo y una tierra nueva. El primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, el mar ya no existe. Ví la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, bajando del cielo, de Dios, preparada como novia que se arregla para el novio. Oí una voz potente que salía del trono: Mira la morada de Dios entre los hombres, habitará con ellos; ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos….[16]

 

Antonio José Sarmiento Nova, SJ

 



[1] HORSLEY, R. Jesús y el imperio: el reino de Dios y el nuevo desorden mundial. Verbo Divino. Estella, 2003. THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús: historia social de una revolución de los valores. Sígueme. Salamanca, 2005. CROSSAN, John Dominic. Jesús, biografía revolucionaria. Grijalbo. Barcelona, 2004. SEGUNDO, Juan Luis. La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret: de los Sinópticos a Pablo. Sal Terrae. Santander, 1991. ACOSTA BONILLA, Manuel. Vivir en marginalidad: lectura socio-histórica del Evangelio de Lucas. UCA Editores. San Salvador, 2013. MEIER, John P. Un judío marginal.: nueva visión del Jesús histórico. Verbo Divino. Estella, 2000 .

[2] Lucas 24: 32

[3] CHENU, Bruno. Los discípulos de Emaús. Narcea Ediciones. Madrid, 2005. NORATTO GUTIÉRREZ, José Alfredo. El lenguaje de las manifestaciones del Resucitado y su sentido. En  Cuestiones Teológicas volumen 40 número 94, julio-diciembre 2013, páginas 289-322. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. BETZ, Hans Dieter. Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lucas 24: 13-42). En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol10/37/037_dieter.pdf 

[4] GUIJARRO OPORTO, Santiago. Fidelidades en conflicto: la ruptura con la familia por causa del discipulado y de la misión en la tradición sinóptica. Universidad Pontificia de Salamanca,  1998; Jesús y sus primeros discípulos. Verbo Divino. Estella, 2007. HENGEL, Martin. Seguimiento y carisma: la radicalidad de la llamada de Jesús. Sal Terrae. Santander, 1981. DUNN, James D. La llamada de Jesús al seguimiento. Sal Terrae. Santander, 2000.

[5] Sea esta una excelente coyuntura para evocar al recientemente fallecido y resucitado el jesuita español JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS (1933-2025) quien nos dejó un legado teológico revelador de su muy sincera fe y del rigor crítico de su teología, que plasmó en su fecunda obra, principalmente en La Humanidad Nueva: ensayo de cristología. Sal Terrae. Santander, 2015,

[6] DURWELL, F.X. La resurrección de Jesús, misterio de salvación. Herder. Barcelona, 1967. Este libro es fundamental para la nueva comprensión de la resurrección de Jesús, a partir de la aplicación de los métodos histórico-críticos en la interpretación bíblica. LEON-DUFOUR, Xavier. Resurrección de Jesús y mensaje pascual. Sígueme. Salamanca, 1992. BRAMBILLA, Franco Giulio. El Crucificado Resucitado. Sígueme. Salamanca, 2003.

[7] TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2003. MÜLLER, Ulrich B. El origen de la fe en la resurrección de Jesús. Verbo Divino, Estella, 2003. LORENZEN, Thorwald. Resurrección y discipulado: modelos interpretativos, reflexiones bíblicas y consecuencias teológicas. Sal Terrae. Santander, 1999.

[8] Marcos 16: 19-20

[9] Mateo 28: 5-7

[10] TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Por eso lo mataron: el horizonte ético de Jesús de Nazaret. Trotta. Madrid, 1998. LEGASSE, Simon. El proceso de Jesús. Desclée de Brower. Bilbao, 1996. MOINGT, Joseph. El hombre que venía de Dios. Desclée de Brower. Bilbao, 1995.

[11] Hechos 4: 1-4

[12] SCHURMANN, Heinz. Cómo entendió y vivió Jesús su muerte? Sígueme. Salamanca, 1982. NOEMI, Juan. Vida y muerte: una reflexión teológico-fundamental. En https://www.scielo.cl/pdf/tv/v48n1/art04.pdf  BROWN, Raymond. La muerte del Mesías, desde Getsemaní al sepulcro. Verbo Divino. Estella, 2006.

[13] MERINO BEAS, Patricio. Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Colección Discipulado, volumen 1. Universidad de Santo Tomás-Facultad de Teología. Bogotá, 2015.

[14] CASTILLO, José María. El reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999. GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible desde Jesús. Sal Terrae. Santander, 2010. CASTILLO, José María. El seguimiento de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2005. NOLAN, Albert. Jesús, hoy: una espiritualidad de libertad radical. Sal Terrae. Santander, 2011. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana: ensayo de exégesis sociológica del cristianismo primitivo. Verbo Divino. Estella, 2015.

[15] EQUIPO BÍBLICO VERBO. La comunidad del Resucitado, encuentros bíblicos desde la lectio divina con los Hechos de los Apóstoles. Verbo Divino. Estella, 2016. ALEGRE, Xavier. Una Iglesia que nace de la Pascua: seguimiento de Jesús y opción por los pobres. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1547/1/RLT-2010-080-B.pdf

[16] Apocalipsis 20: 1-3

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