jueves, 24 de marzo de 2011

Jueves 24 de marzo: comunidad orante del amanecer (Día de Monseñor Romero)‏

Buenos días:
 
Lecturas de hoy
 
1. Jeremías 17: 5-10
2.  Salmo 1: 1-6
3.  Lucas 16: 9-31
 
 
El lunes 24 de marzo de 1980  (quinta semana de cuaresma de ese año), siendo cerca de las 6.20 de la tarde salvadoreña, en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, mientras celebraba la Eucaristía en memoria de la madre de un amigo suyo periodista, fue asesinado Monseñor OSCAR ARNULFO ROMERO Y GALDAMEZ (nacido en 1917, ordenado sacerdote en 1942,obispo en 1970), en ese momento Arzobispo de la arquidiócesis de San Salvador en Centroamérica.
 
Responsabilidad del crimen: las crudísimas condiciones de injusticia social, de represión estatal y paramilitar, y el conflicto agudo con las fuerzas de oposición, y, dentro de ello: la responsabilidad directa de un conocido líder de ese país que determinó el plan para terminar con la vida del profeta y pastor.
 
Hoy es el día de Monseñor Romero, en quien se viven plenamente las palabras de Juan 15: 13: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos", identificándose así con su Señor Jesucristo, "hasta la muerte y muerte de cruz". La propuesta de oración para hoy está inspirada en la vida, muerte y pascua de este hombre que,inicialmente tímido , entiende desde su corazón de creyente la extrema gravedad del conflicto, la situación clamorosa de injusticia, y la violencia represiva que afectó la vida y la dignidad de tantos hermanos salvadoreños.
 
En su mente y afecto de sacerdote y obispo sincero, deseoso de ser dócil  en máximo grado, Mons. Romero se convierte en la VOZ DE LOS SIN VOZ, y con claridad profética anuncia el reino de Dios y su justicia, y denuncia el gravísimo pecado de la sociedad salvadoreña de su tiempo. No lo entienden, lo acusan de obispo rojo, dicen que se deja manipular por la izquierda y por algunos sacerdotes "liberacionistas", que traiciona a los dirigentes de su país, que no se dedica a su labor religiosa, que desdice de la condición episcopal, que desorienta al pueblo con una prédica más sociopolítica que espiritual, Monseñor Romero , apasionado por la voluntad del Padre y por el seguimiento de Jesucristo, se entrega sin reservas a la defensa de la dignidad de sus compatriotas humillados y ofendidos por un inaceptable régimen, en el que grupos de políticos, militares y terratenientes se confabulan para conspirar contra el pueblo y contra su arzobispo.
 
Pasan 31 años desde aquel atardecer teñido de sangre pero también de esperanza, y la figura de MONSEÑOR ROMERO emerge con grandeza humana y evangélica, coherente, fiel, generoso, abnegado hasta el extremo, incomprendido por los enemigos de la justicia, amado por su pueblo que vió en él al pastor que los reivindicó desde la humilde y vigorosa fe de los campesinos salvadoreños. Monseñor Romero tomó partido por Dios y  al hacerlo tomó partido por los condenados de la tierra.
 
Dios quiera que un día la santa madre iglesia reconozca este relato teologal llevando a Monseñor a la beatificación y a la canonización, más allá de las polarizaciones, de las intransigencias, está el testimonio contundente de su vida que se dió sin reservas para dar vida. Monseñor no fue un político, fue un cristiano , un sacerdote, un pastor, vivió en medio de esas contradicciones tan dolorosas para su gente y por eso asumió que el camino de su fe en Jesucristo pasaba por la denuncia profética , a sabiendas de que en ello le iba la vida.
 
Morir mártir celebrando la Eucaristía tiene una densidad espiritual y evangélica profunda, definitiva. Es definitivamente sacramental! oremos a partir de la experiencia de Dios en Monseñor, y dejémonos interrogar por el Espíritu. El es uno de los intercesores que, junto con el Padre Arrupe, nos ayuda a presentar estos hermanos enfermos y esperanzados ante el padre Dios.
 
Desde estas páginas de comunitas matutina enviamos un saludo pleno de afecto y cercanía a la sra. Magdalena Mejía de López y a toda su familia en la población de Las Vueltas (Chalatenango,El Salvador), a Juana María López Mejía, y a todos los buenos y nobles amigos de esa comunidad en la que celebré con la comunidad la semana santa de 2005. Estamos con Ustedes y con todos los salvadoreños de buena voluntad que buscan una sociedad digna llevando como estandarte los ideales humanos y cristianos de Monseñor Romero.
 
Bendice, Señor, a todos los hermanos salvadoreños, perdona a quienes lo asesinaron, a quienes lo difamaron, y llena de emprendimiento y esperanza a todos para que construyan la paz y la justicia. Y a nosotros, llénanos de tu Espíritu, para que seamos hombres y mujeres de justicia y solidaridad. Gracias por el don que nos hiciste en Monseñor, en su vida sobria, en su entrega pastoral, en su palabra vigorosa, en su amor apasionado por los más débiles, en el sacrificio heroico de su existencia.
 
Concede salud y temple vital a mi hermana Clarita y a todas las personas que se nos han confiado en esta comunidad orante. Bendice a todos los que en el  mundo buscan con rectitud la justicia y la paz. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
 
 
Un abrazo, gracias MONSEÑOR ROMERO!!!
 
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.

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