lunes, 14 de marzo de 2011

14 de marzo de 2011



1.      Una reflexión inicial sobre cómo diferenciar “ideología católica” de experiencia espiritual. Lo uno es seguir pautas socioculturales, es hacer parte de una inercia social, lo otro es entrar en una dinámica en la que Dios acontece para generar cambios cualitativos en la vida de las personas: la dimensión espiritual es transformadora.
2.      Esta conciencia y experiencia transforma la óptica sobre Dios, sobre lo religioso, sobre la propia configuración como personas. Pasamos del moralismo a una conducta a partir de opción fundamental que estructura todas las opciones de la persona. Pasamos de la práctica ritual y el acatamiento doctrinal y disciplinar a las convicciones fundantes, al sentido liberador.
3.      En esta clave de comprensión les propongo que oremos hoy sobre cómo ser humildes. Humildad viene de HUMUS, tierra. HUMUS, científicamente, es la tierra más fértil, es la capa vegetal por excelencia. El humilde es el abajado por excelencia, es el que está al nivel de la tierra, pero también es la tierra fértil para la acción de Dios.
4.      A este respecto conviene mirar el el espíritu de los libros sapienciales de la Biblia (Eclesiástico, Job,Eclesiastés, Proverbios, Sabiduría)  como referente de la nueva humanidad en Dios. La sabiduría como evidencia del que ha “adivinado la vida” a partir de la vivencia del Dios liberador. Eclesiástico 3: 17-29. Vivir sapiencialmente, afianzado en el principio y fundamento, relativizando todo lo demás. A partir de esto revisar críticamente el paradigma del “creyente practicante y observante”, para dar paso al paradigma del “liberado por el Espíritu”. Las prácticas y observancias religiosas tienen sentido si han dado el salto cualitativo de estar inscritas en Dios, en la experiencia espiritual en la que El acontece en nuestras vidas para generar una nueva manera de ser según su voluntad.
5.      El hombre, relato de Dios. Narrar a Dios con la propia vida, esta es la genuina santidad y, en consecuencia, humildad. Un rasgo fundamental del nuevo ser humano que “relata a Dios” con su vida es el de ser humilde, romper con la arrogancia y la autoafirmación vanidosa, inspirándose en las Bienaventuranzas.
6.      Modelos: Nuestra Señora (Magnificat Lucas 1: 46-56), La propuesta paulina en Filipenses 2: 5-11, Francisco de Asís que renunció a ser un rico heredero para convertirse en el “poverello”, Ignacio de Loyola que se deja confrontar por el Espíritu rompiendo su arrogancia en la batalla de Pamplona, la conciencia del “vano honor del mundo”, convertirse al conocimiento interno de Jesús.
7.      La consideración ignaciana de los tres grados de humildad: Ejs. Espirituales  # 47, el coloquio para “estar con Jesucristo”, y luego “tres grados de humildad”, Ejs. Espirituales 165 a 168. Los despojos graduales, las rupturas que me llevan a ser libre en el Espíritu.
8.      Hacer una consideración sobre c/u de estos tres grados: cuál es mi nivel de enamoramiento de Dios? De Jesús?  Cuál es mi capacidad de ruptura? Cuáles son aquellas realidades concretas de mi ser que me impiden el ser humilde? Las detecto, las escribo, me hago consciente de ellas, determino cuál es su estrategia en mí, cómo han calado en mi ser, porque liberarse de ellas no es cuestión de buena voluntad sino de captar su “modus operandi” y verificar cómo se han infiltrado en mis motivaciones y en los dinamismos estructurantes de mi personalidad.
9.      Mirar “el vano honor del mundo”, fundamentado sobre el escepticismo del Eclesiastés. Los modelos de vanidad, presentes incluso en la Iglesia. La soberbia de los practicantes religiosos tipo farisaico. El paradigma fariseo, Mateo cap. 23. Un asunto esencial para cuaresma. Mirar todos los refuerzos al ego: cuando pensamos que por hacer bien a alguien, por quererlo mucho, lo exaltamos en demasía, lo “consentimos”, según el matiz colombiano de este verbo, le reforzamos todos sus títulos de vanidad: muy inteligente, muy bonita, muy exitoso…. Qué resulta de ahí? Un arrogante de primera línea, absolutamente persuadido de que es la medida de todo. Ahí pueden pecar padres y maestros reforzando soberbias y orgullos mal entendidos en niños y adolescentes que después derivan en adultos presumidos.
10.  Mirar el  Evangelio como “proyecto contracultural”, a partir de las Bienaventuranzas, Mateo 5: 1-11, 6:2-7, la humildad a partir del Padre Nuestro 6:9-13, los valores de la nueva manera de ser: docilidad a la voluntad del Padre (no resignación fatalista), servicio y solidaridad, bajo perfil, saludable relativización de uno mismo (no somos indispensables), conciencia de los propios límites, discreción, buen humor, profecía…. Que mi vida “conteste” los seudovalores de la sociedad de consumo……. Talante sapiencial…..El libro de la SABIDURIA como expresión de la máxima evolución espiritual de Israel, despojado, libre, “feliz e indocumentado”…….
11.  Humilde es el que se abaja para fundamentar su humanidad en Dios……
12.  Preguntas: mis núcleos de vanidad, de arrogancia, le cargo ladrillos al “vano honor del mundo”? en qué concretamente? Donde ubico mi necesidad de conversión? Cuál es mi modelo de creyente ideal? Lo describo.
13.  Termino con un coloquio (conversación de amorosa intimidad) con el Señor Jesucristo : “Imaginando a Cristo Nuestro Señor delante y puesto en cruz hacer un coloquio: cómo de Criador es venido a hacerse hombre y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto, mirando a mí mismo, lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo; y así, viéndole tal, y así colgado en la cruz, discurrir por lo que se ofreciere” (Sn Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales # 53)
14.  Nota: “El coloquio se hace propiamente, hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater Noster.” (San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales # 54)
Lecturas de hoy, lunes de la primera semana de cuaresma.
 
- Levítico 19: 1-2;11-18
- Salmo 18: 8-10;15
- Mateo 25: 31-46

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