Lecturas:
1.
Sabidurìa 1: 13 – 15 y 2: 23 – 24
2.
Salmo 29: 2 – 13
3.
2 Corintios 8: 7 – 15
4.
Marcos 5: 21 – 43
El Señor Jesucristo
es portador pleno y definitivo de la vida del Padre Dios para todos los
humanos, principalmente para quienes, en ejercicio del mayor acto de fe,
depositan la garantía de su vida en El.
Y esta vida que El
trae es totalizante, asume todas las dimensiones del ser humano, lo dignifica,
lo redime de la fragilidad y del egoísmo, del pecado y de la injusticia, del
sometimiento a poderes esclavizantes, de religiones sin amor y sin libertad, de
leyes sin perspectiva humanizante, de instituciones que no se orientan al bien
individual y colectivo, de miedos y torturas, de angustias y vejámenes.
Este es el mensaje
central que nos proponen los versículos 21 a 43 del capìtulo 5 de Marcos, con
el relato de la resurrección de la hija de Jairo, y con la curación de la mujer
que, furtivamente, tocò el manto de Jesùs, porque no se atrevìa a hacerlo en
público puesto que, ella, una mujer impura e indigna ante su religión, no podía
entrar en contacto con otras personas: esto era visto como un gesto
contaminante, grave infracción merecedora de castigo repudio para esta
mentalidad.
Esta última es una
mujer insignificante, perdida entre la multitud que rodea a Jesùs, no se atreve
a hablar directamente con èl, como sì lo hace Jairo, el padre de la niña, quien
es jefe de la sinagoga y tiene voz y representación, ella no, y està convencida
de su pequeñez y de su no valer nada.
Entre los presentes
todos ignoran que es una mujer que està marcada por una enfermedad secreta y vergonzosa.
Dònde podrá encontrar la salud que le devuelva su dignidad y haga de ella una
mujer ìntegra, vinculada con una comunidad, reconocida como un ser de valor?
Este caso del
evangelio nos remite a tantas personas, millones en el mundo, que viven constantes
humillaciones, rechazos, desconocimientos, pobrezas, sintiendo que no tienen
derecho a la reivindicación y a la dignidad, asì lo inculca el sistema, asì son
los imaginarios, cosa que a muchísimos les parece perfectamente normal y
aceptable.
Junto con la
exclusión socio económica están también la moral, la étnica, la religiosa:
perseguidos porque son homosexuales, porque no se han casado formalmente en la
iglesia, porque vienen de comunidades raciales consideradas inferiores, porque
se los mira como herejes y blasfemos con respecto a lo que se considera
“verdadera” religión y doctrina.
Esta humilde mujer
simboliza el atrevimiento liberador de los condenados de la tierra: “Una
mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias, que había sufrido en manos
de distintos médicos gastando todo lo que tenía, sin obtener mejora alguna, al
contrario, peor se había puesto, al escuchar hablar de Jesùs, se mezclò en el
gentìo , y por detrás le tocò el manto. Porque pensaba: con sòlo tocar su
manto, quedarè sana. Al instante desapareció la hemorragia, y sintió en su
cuerpo que había quedado sana” (Marcos 5: 25 – 29).
La persona de Jesùs
irradia fuerza curadora, esta condición en El es integral, porque:
-
Con la virtud sanadora y salvadora que
sale de su ser pone en evidencia la incapacidad para lo mismo de la institución
religiosa judía, anegada en su lógica de prescripciones milimétricas, de normas
y rituales rigurosos, de pràcticas conducentes al sentimiento de superioridad
moral y religiosa, de vanidad y suficiencia en los sacerdotes y maestros de la
ley, y – lo màs grave de todo – de desprecio por quienes no practicaban este conjunto de
minucias, juzgàndolos inferiores.
-
Reconoce la dignidad de la mujer, y
valora en ella su profunda fe: “Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y
sigue sana de tu dolencia” (Marcos 5: 34), restaura en ella la
conciencia de su valer como persona, la redime en totalidad.
-
Para dar prioridad al Padre Dios y al
ser humano transgrede abiertamente la ley judía que prohibía el contacto físico
con los enfermos y contaminados, es la ley al servicio del ser humano un
elemento clarísimo en la mente y en la conducta de Jesùs.
-
Es la fe – confianza de esta mujer la
que desencadena los felices acontecimientos. Ella se arriesga a tocar a Jesùs,
no contempla prohibiciones, tiene la certeza de que de El proviene para ella la
salvación y la liberación, la posibilidad de una existencia con significado y
con dignidad.
En el mismo relato
encontramos a Jairo, el jefe de la sinagoga, para implorar por su hija gravemente
enferma: “Mi hijita està agonizando. Ven e impon las manos sobre ella para que
sane y conserve la vida” (Marcos 5: 23), este hombre no encuentra
salida en su religión y busca la respuesta en Jesùs, ya rechazado por los jefes
religiosos del judaísmo; viola formalmente la ley acudiendo a un proscrito,
pero su actitud también està llena de fe y de esperanza.
Jairo reconoce que su
institución religiosa ha perdido el horizonte de la vida, siendo un líder
dentro de ella, un hombre con posibilidad de prestigio y de poder, ve
claramente que la misma es estrecha de miras y carente de sensibilidad y de
espiritualidad, establecimiento de
formalidades sin conversión al amor y a la misericordia de Dios, por eso acude
a Jesùs, en quien reconoce la abundante vitalidad del Padre, con igual y
decidida fe como la mujer impura.
Muere la niña, y las
personas cercanas le vienen a avisar, pidiéndole que no siga importunando al
Maestro, como indicándole que toda esperanza se ha perdido. Y Jesùs: “A què
viene este alboroto y esos llantos? La muchacha no està muerta, sino dormida.
Se reìan de èl. Pero èl, echando afuera a todos, tomò al padre, a la madre y a
sus compañeros y entrò a donde estaba la muchacha. Sujetando a la niña de la
mano, le dijo: Talitha kum, que significa: Chiquilla, te lo digo a tì,
levántate!. Al instante la muchacha se levantò y se puso a caminar”
(Marcos 5: 39 – 42)
En contra de la
expresa prohibición de la ley, que impide tocar a un muerto, por las mismas
razones de impureza, Jesùs hace lo contrario y, en vez de quedar saturado de
muerte, comunica la vida al cadáver.
La importancia de
estos relatos no reside en el prodigio en sì mismo de la curación o de la
resurrección, su fuerza està en el profundo y esperanzador simbolismo que
encierran. El objetivo de la misión de Jesùs no se queda en la solución de los
problemas puntuales de la gente, estos se seguirán dando como expresión de la
inevitable fragilidad humana.
Pero queda algo clarísimo, contundente y
decisivo: que la salvación de Jesùs es para todos los seres humanos y para la
integralidad de sus dimensiones, esta no se queda en una realidad después de la
muerte, en esta historia en que vivimos ya se inicia con vigor el proceso de
sentido pleno y de configuración de cada persona en la perspectiva de esa
esperanza que sì se ha de consumar cuando pasemos la frontera de nuestra
precariedad.
Tal es el mensaje fe
la primera lectura: “Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a
los vivientes. Todo lo creò para que
existiera; las creaturas del mundo son saludables , no hay en ellas
veneno de muerte ni el abismo impera en la tierra, porque la justicia es
inmortal” (Sabidurìa 1: 13 – 15)
Este libro de la
Sabidurìa, cronològicamente el último del Antiguo Testamento y muy cercano al
tiempo de Jesùs, se mueve en el horizonte del destino inmortal del ser humano,
como clara respuesta a las hondas preguntas por el sufrimiento, por el mal, por
la muerte, propuestas especialmente en Job y en Eclesiastès.
Es un texto que supone el mayor nivel de
madurez del pueblo bíblico que , después de las interminables vicisitudes y
derrotas, cautividad en Babilonia, también idolatrìas e infidelidades, descubre
que la plenitud no se consigue definitivamente en lo que llamamos “esta vida”,
que hay una trascendencia a la que nos llama el mismo Dios y que ella es
posible como remate de significado total del ser humano: “Dios creò al hombre para la
inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser” (Sabidurìa 2: 23).
Còmo llegan estos
textos a nuestro contexto? Descubrimos su pre-texto salvador, liberador,
re-creador, redentor, dador de vida? La pequeña hija de Jairo, y la mujer
impura, nos resultan referentes de identificación con su sufrimiento y
desencanto, también con su confianza y nueva vida? Jairo y esta mujer nos hablan de una fe a prueba de fuego,
de una decisión radical de no quedar
ahogados por la oscuridad de la muerte y del vacío?
Nuestra manera de
ser, de pensar, de actuar, es dadora de vida y de sentido? Estamos
responsablemente comprometidos con el proyecto vital de Jesùs? Nuestras
relaciones afectivas y vida de hogar, nuestro trabajo y profesión, nuestra
realidad de ciudadanos integrantes de una sociedad, están determinados por esta
vitalidad pascual que se concreta en el ministerio sanador de Jesùs?
La reciente y gozosa
encíclica de Francisco, LAUDATO SI, se refiere con fuerza y
denuncia a toda esta realidad de muerte,
el cambio climático y la destrucción creciente de los recursos naturales, el
gravísimo maltrato al hábitat, son consecuencia de un modelo productivo y
financiero desalmado, inhumano, siempre fijándose en la utilidad y el
rendimiento material, creando pobreza y exclusión, abusando de una libertad que
se siente absoluta sin referencia ni a Dios ni al prójimo ni a la creación.
Por eso el llamado
del Obispo de Roma es a la vida, a cambiar de raíz el modelo social y económico
que impera en el mundo, paradigma de muerte y destrucción, mientras que el de la ecología contiene una invitación pascual,
llevar todo a la vida constante y creciente
hasta su trascendencia, trocar el criterio de la ganancia por el de la
felicidad y la convivencia de los humanos,
rechazar la polarización Norte -
Sur por una integración planetaria, dejar atrás el estilo contaminante de la
producción y el consumo desaforados para acceder a uno de sobriedad y comunión,
por un respeto exquisito, ètico y espiritual, por toda la realidad creada y
natural, por la vida!