domingo, 3 de noviembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 3 DE NOVIEMBRE 2019 DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


“Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”
(Lucas 19: 9-10)

Lecturas:
1.   Sabiduría 11: 22 a 12: 2
2.   Salmo 144
3.   2 Tesalonicenses 1: 11 a 2:2
4.   Lucas 19: 1-10
En el lenguaje cotidiano de muchas personas está presente Dios, siguiendo unos cánones bastante consagrados social y religiosamente: gracias a Dios, si Dios quiere, con el favor de Dios, primero Dios, si Dios y la vida me dan licencia, son expresiones recurrentes, como algo ya sabido que no admite cuestionamientos. Sigue siendo muy común en ambientes de nuestras sociedades latinoamericanas, principalmente las de carácter más tradicional y conservador. Para muchos es inadmisible entender la vida sin la referencia a ese Dios al que se tiene como el todopoderoso, el que está por encima de todo, cuyo lugar está “arriba en el cielo”.
Pero esas mismas personas, así formadas, se enfrentan al desencanto de las nuevas generaciones ante esa realidad del ser superior. Sus hijos y nietos, frecuentemente los que han tenido el beneficio de una formación universitaria,  se apartan bastante de esa mentalidad y a menudo deciden sus vidas prescindiendo de la trascendencia teologal. No pocas veces esto da pie a conflictos, distanciamientos, preocupaciones de abuelos y padres por la “conversión” de sus descendientes y a un rasgarse las vestiduras al constatar el progresivo abandono de lo religioso en los individuos y en las colectividades.[1]
Conviven con estas manifestaciones ,  grupos y personas que se afirman de modo fundamentalista en sus creencias y prácticas de la religión, toman posturas intransigentes, presumen de poseer la verdadera revelación de Dios, absolutizan determinados modos rituales y doctrinales, y lanzan anatemas en contra de quienes no participan de esas convicciones, a estos últimos se los juzga como pecaminosos y desordenados. El surgimiento de los nuevos movimientos religiosos en los últimos cuarenta años es notable en este sentido: apariciones marianas, predicadores moralistas y absorbentes, agrupaciones religiosas que dan soporte a los políticos más conservadores y verticales, homofobia, obsesión con la ideología de género y con la moral sexual, manipulación de conciencias débiles y medianamente formadas, discursos condenatorios.[2]
Estos síntomas nos conducen a verificar que hay una crisis en el lenguaje y en el pensamiento y práctica sobre Dios, y también una fuerte tensión dialéctica: teísmo fundamentalista pero también agnosticismo y ateísmo o indiferencia religiosa.
  Los estudiosos de la religión llaman “teísmo” a esa referencia al Dios omnipotente, residente en las alturas, siempre lejano, hacedor de prodigios, encubierto por un entramado religioso fuertemente institucional y jerárquico. La primera lectura de este domingo – del libro de la Sabiduría – nos remite a esta problemática y nos pone en trance de discernir cómo se manifiesta Dios en nuestra vida. Tal es el objeto de una disciplina teológica llamada teología fundamental,[3] que se encarga de estudiar lo referente a las mediaciones de la interpretación de la fe y, dentro de ellas, al lenguaje que la comunica, entre otros asuntos bien importantes para desarrollar una teología saludable e inculturada.
El texto habla bellamente del ser y quehacer de Dios: “Pero te compadeces de todos porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues si algo odiases, no lo habrías creado…”[4].
 El libro de la Sabiduría es el texto del Antiguo Testamento más cercano al tiempo de Jesús, lo más probable es que se haya escrito entre los años 80 a 50 antes de Cristo. Los estudiosos de este escrito sapiencial nos dicen que su teología y espiritualidad contienen una experiencia muy evolucionada de la fe, madurada en medio de las muchas vicisitudes que vivió el pueblo de Israel, grandeza y decadencia, construcción del templo – su gran referente religioso – y destrucción del mismo, exilio en Babilonia, ruptura de la unidad del reino en dos fracciones, sucesivas dominaciones de persas, romanos, griegos, expectativa puesta en un Mesías triunfante, poderoso militar y religiosamente, todo esto acompañado de crisis hondas, rupturas, desencantos. Es lo mismo que nos sucede en nuestra búsqueda  de la felicidad: dónde está Dios? Por qué Dios no me escucha? Por qué me envía esta enfermedad? Gracias Dios mío porque acogiste mis peticiones! El devenir del ser humano se refleja muy bien en la historia del antiguo Israel, su búsqueda de sentido, la revelación de Dios en su historia, sus crisis y vacíos, la superación liberadora de las falsas imágenes de Dios, la lucha con las idolatrías, la capacidad de relativizar lo que en algún momento de su vida tuvieron como absolutos, la liberación, la tierra prometida. [5]
El texto contiene una respuesta muy importante: el autor es consciente de que Dios es ciento por ciento favorable al ser humano, El no nos desoye. Pero…cómo es eso? Es Dios una super entidad dedicada a hacernos favores y a suplir la responsabilidad histórica que tenemos para hacer frente a la vida con coraje y entereza? Los filósofos de la religión nos dicen que si se trata de esto último estamos hablando de El de modo “teísta”, como Dios milagrero, portentosa máquina de hacer favores, Dios mágico que altera las leyes de la naturaleza y el dinamismo de la historia.
 Pero no es así: el genuino Dios nos hace responsables de nosotros mismos, del prójimo, de la realidad histórica, y nos propone que nos hagamos cargo de ella[6], que tomemos la rienda de todo, El sí nos suministra su propio ser – que llamamos gracia en la tradición cristiana – y nos capacita para la gran faena existencial pero no sustituye nuestra tarea de vivir con sentido. Esto es lo que propone  el libro de la Sabiduría[7]: a Dios rogando y con el mazo dando, como reza la sabiduría popular.
Sobre esta indispensable superación del lenguaje “teísta” nos encontramos con la realidad humana e histórica de Jesús de Nazareth, Dios se ha dicho a sí mismo – y se sigue diciendo! – de modo humano, cercano, real, histórico, existencial. Jesús es la plena definición de lo divino y de lo humano. Hoy se nos presenta en el texto de Lucas resignificando la humanidad de un hombre llamado Zaqueo, mal visto por sus coterráneos porque era un desalmado cobrador de impuestos al servicio de los romanos.
La  narración nos enseña que el Padre Dios es siempre compasivo, siempre saliendo al encuentro de los suyos – que somos todos! – y construyendo con ellos una relación nueva de amor. El ama entrañablemente todo lo que existe porque su aliento vital está en todo. Jesús camina-asciende hacia Jerusalén y va realizando señales de vitalidad teologal, la de Zaqueo es una muy elocuente, entra a la vida de este hombre y lo seduce para que revise su estilo de acumulación desmedida de dinero, su injusticia con los pobres. Dios acontece en Zaqueo a través de la humanidad-divinidad salvadora de Jesús.
 A este llamado Zaqueo responde con generosidad, se da cuenta de su historia egoísta y asume un nuevo horizonte existencial, el del Reino de Dios y su justicia: “Cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzó la vista y le dijo: Zaqueo, baja pronto, conviene que hoy me quede yo en tu casa. Se apresuró a bajar y lo recibió con alegría. Al verlo todos murmuraban: ha ido a hospedarse en casa de un pecador. Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres; y , si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más”. [8]
La fuerza de Dios suscita seres humanos nuevos, libres de ataduras, totalmente dispuestos para la projimidad, la justicia y la solidaridad. El no es  refugio de gentes timoratas y rezanderas, sino gestor de hombres y mujeres que emprenden con seriedad la aventura de ser hijos y hermanos, como Jesús que es la significación salvífica por excelencia. Zaqueo ha sido esclavo de su ego acumulador desmedido de dinero y opresor de los pobres, tomado por Jesús se deja confrontar y renuncia a su pasado “capitalista” para tornarse un actor responsable de la nueva justicia: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”.[9]
Para el judaísmo de ese tiempo el perdón era cuestión de purificarse en el Templo mediante rituales hechos con la mediación del sacerdote, era una formalidad litúrgica. Para Jesús esta iniciativa de perdón acontece por medio de su humanidad – el Hijo del hombre se lo llama en los evangelios -, con ese perdón se da la liberación total de lo que oprime al ser humano. Aquí entran, para ser sanados y liberados, los egoísmos de todo tipo, las indiferencias, los intereses mezquinos, la injusticia social, el desenfreno con el dinero y con el poder, las afrentas a la dignidad humana. La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Y así, Zaqueo se convierte en prototipo de discípulo, asumido por la nueva humanidad que le transmite Jesús. [10]
El Dios que nos transmite el libro de la Sabiduría es un Dios que opta prioritariamente por el ser humano, no le retira su responsabilidad histórica, lo ama y se esmera en su cuidado pero lo lanza a la gran aventura de ser el protagonista de su libertad y de su significado trascendente, no se comporta mágicamente, no es un Dios tapahuecos ni de consuelos ocasionales, lo suyo es ser forjador de hombres y mujeres libres.
Vale decir que muchas afirmaciones de ateísmo o, por lo menos, de agnosticismo, surgen de esas imágenes deficientes de un Dios que subestima lo humano y lo minimiza, haciendo personas sumisas, serviles, temerosas de una vida en riesgo y aventura.[11] De este Dios tenemos que ser ateos para entrar en el Dios que se inserta en nuestra historia para hacernos agentes de la misma y trabajadores infatigables de la libertad, porque un genuino creyente es un ser emancipado, que se sabe referido a ese Totalmente Otro, como el nuevo Zaqueo, pero con polo a tierra para gestar su nueva humanidad juntamente con la de sus prójimos.
Señal distintiva de esta novedad es la invitación que hace Jesús a Zaqueo para que tome como propia la causa de los pobres, para que reivindique en justicia su dignidad y les retribuya con creces lo que les ha quitado con el impuesto usurero e implacable. Afirmar esa dignidad es la nota que caracteriza este nuevo ser humano que ahora narra en su proyecto de vida al Dios liberador de toda esclavitud.
A él se aplican estas palabras de Pablo: “Rogamos en todo tiempo por ustedes con este fin: que nuestro Dios los haga dignos de la vocación y lleve a término con su poder todo su deseo de hacer el bien y la actividad de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado gracias a ustedes, y ustedes gracias a él, conforme al don gratuito concedido por nuestro Dios y el Señor Jesucristo”. [12]


[1] GONZALEZ CARVAJAL, Luis. El malestar religioso de nuestra cultura. San Pablo. Madrid, 1999. KUNG, Hans. Existe Dios? Ediciones Cristiandad. Madrid, 1983.
[2] MARDONES, José María. Para comprender las nuevas formas de la religión. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 1998.
[3] GONZALEZ, Antonio. Teología de la praxis evangélica: ensayo de teología fundamental. Sal Terrae. Santander (España), 2007.RATZINGER, Joseph. Introducción al cristianismo. Sígueme. Salamanca, 2001. TORNOS, Andrés. Cuando hoy vivimos la fe: teología para tiempos difíciles. San Pablo. Madrid, 1995. LIBANIO, Joao Batista. Teología de la fe. Ediciones Dabar. México, 2003.
[4] Sabiduría 11: 23-24.
[5] BAENA, Gustavo. Fenomenología de la Revelación. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 2012. JOHNSON, Elizabeth A. La búsqueda del Dios vivo: trazar las fronteras de la teología de Dios. Sal Terrae. Santander (España), 2008.
[6] ELLACURIA , Ignacio. Filosofía de la realidad histórica. UCA editores. San Salvador, 1995.
[7] MORLA, Víctor. Libros sapienciales y otros escritos. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 2015. VILCHEZ LINDEZ, José. Sabiduría. Estella (Navarra, España), 2010. DORE, Daniel . El libro de la Sabiduría. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 1987. MESTERS, Carlos. La sabiduría del pueblo. Verbo Divino. Estella (Navarra, España), 1999.
[8] Lucas 19: 5-8
[9] Lucas 19: 9-10.
[10] GONZALEZ FAUS, José Ignacio. La humanidad nueva: ensayo de cristología. Sal Terrae. Santander (España), 1999.
[11] ARIAS, Juan. El Dios en quien no creo. Sígueme. Salamanca, 1976. TORRALBA, Francesc. Los maestros de la sospecha: Marx, Nietzsche, Freud. Fragmenta editorial. Barcelona, 2013.
[12] 2 Tesalonicenses 1: 11-12

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