domingo, 1 de noviembre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 1 DE NOVIEMBRE 2020 SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”

(Mateo 5: 6)



Lecturas

  1. Apocalipsis 7: 2 – 4 y 9 – 14

  2. Salmo 23: 1 – 6

  3. 1 Juan 3: 1 – 3

  4. Mateo 5: 1 – 12

Cómo ser siempre amigos de Dios, muy amigos? Cómo nuestra libertad lo acoge a El en el mayor nivel de intimidad, hasta hacer que sea principio y fundamento de la totalidad de lo que somos y hacemos? Cómo asumir que esta contundencia teologal es al mismo tiempo la mayor garantía de una plena humanidad en nuestro ser? Cómo entender que en la medida en que somos más humanos nos hacemos más divinos y viceversa? 1 Esta solemnidad de Todos los Santos nos dispone a responder estas cuestiones; hace posible también experiencias maravillosas, testimonios de plenitud, cuando abordamos la realidad de la santidad en la comunidad cristiana y en toda la humanidad, tanto en la religiosa como en la no religiosa.

La respuesta nos la da el mismo Dios, El toma la iniciativa que es gratuita y universal, convoca a todos los seres humanos a ser sus amigos, respetando la libertad que tenemos de acogerlo o no. El se propone, no se impone; la postura ante Dios es fundamentalmente un asunto de libertad. Porque es esencial anotar que se trata de una oferta dirigida a todos, sin grupos separados de de santos y perfectos: “Después de esto, ví una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas”. 2

Esta celebración la entendemos como invitación a la unidad de todos los humanos en Dios porque este apasionante camino no consiste en diferenciar quiénes son mejores o peores, sino de tomar conciencia de lo que hay de Dios en nosotros, dando sólido fundamento a nuestra humanidad, con la certeza realista de que no existen personas perfectas, porque en lo humano reside una precariedad inevitable, propia nuestra , porque Dios no necesita eliminar nuestras imperfecciones ,3 lo suyo es amarnos, ejercer la misericordia y propiciar nuestra felicidad en todo sentido.

Conviene decir aquí que la palabra católico significa universal, con frecuencia la hemos estrechado tanto en su significado que la reducimos a aquellos que profesan la fe en Jesucristo en comunión con el Obispo de Roma, el Papa, adoptando a menudo posturas de superioridad y de exclusión con respecto a los cristianos de las otras denominaciones, a los creyentes de otras tradiciones religiosas, y también, con un aire de moralismo farisaico, a los no creyentes y a los agnósticos. Dios es para todos los humanos, El no se circunscribe de modo exclusivo y excluyente al ámbito de ninguna religión. 4

El texto del evangelio que se propone para hoy es el de las bienaventuranzas de Mateo,5 donde Jesùs no està planteando leyes y normas para ser observadas con rigor y milimetrìa, sino que nos està presentando una alternativa de felicidad, de bienaventuranza, de plenitud humana, y para ello señala unos “indicadores”, como los grandes criterios que indican cuàl es ese programa, un humanismo universal que, si bien tiene explícita raigambre cristiana y cristocéntrica, tiene toda la capacidad para ofrecerse a hombres y mujeres de buena voluntad:

  • Felices los que tienen alma de pobres porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos” .6

  • Felices los afligidos porque serán consolados” . 7

  • Felices los pacientes porque recibirán la tierra en herencia” .8

  • Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados” . 9

  • Felices los misericordiosos porque obtendrán misericordia” .10

  • Felices los que tienen el corazón puro , porque verán a Dios” .11

  • Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. 12

  • Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”. 13

  • Y remata con esto: “Felices ustedes , cuando sean insultados y pereseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí” .14

Es una propuesta de felicidad en la que Dios se evidencia en cada persona que opta por vivir de esta manera. Ese es el tipo de ser humano y de santidad que queremos reconocer en este día y siempre. El proyecto de Jesús es el de una “perfecta imperfección”, vida normal con todas las grandezas y fragilidades que son inherentes a la condición humana, siempre en plan de superar las tentaciones del ego, dispuestos al servicio y a la solidaridad, sin ambiciones vanas de éxito individualista y de ascenso en las escalas del poder.

Cada uno de nosotros es perfecto en nuestro verdadero ser: lo que hay de Dios en nosotros, de El sucediendo en nuestras vidas. Es el tesoro que llevamos en vasijas de barro, como dice San Pablo.15 Es una perfección que sucede en humanidades reales, comunes y corrientes, cotidianas, sin la espectacularidad de los que presumen de ser santos y observantes.

Se nos ha inculcado un ideal de ser buenos, perfectos, con un tono voluntarista y rígido, a partir de minuciosos cumplimientos de leyes que se han de cumplir con rigor enfermizo; con un modo de vida sumiso a autoridades, especialmente religiosas, excesivamente sacralizadas. También enemistando esa idea de santidad con la alegría, el disfrute, el gozo de vivir, el placer, considerados pecaminosos por esa estrecha mentalidad. En contrapartida, traemos a la memoria la frase atribuída a Santa Teresa de Avila: “un santo triste, es un triste santo”.

Esta no es la santidad de Jesùs ni la de quienes quieren tomar en serio su oferta de sentido. Muchos desastres individuales y colectivos hemos visto en la historia como consecuencia de este perfeccionismo neurótico. Vuelven al recuerdo las fortísimas confrontaciones de Jesùs a fariseos, sacerdotes, escribas y maestros de la ley, por imponer cargas tan pesadas e inhumanas a los creyentes. Prohibiciones, complejos de culpa, complacencia en el castigo, rituales sombríos, personajes practicantes de una religión sin alegría ni esperanza, son todos elementos incompatibles con el proyecto del reino de Dios y su justicia.

Para Dios lo valioso no es el cumplimiento de una normativa estricta sino un corazón humilde, sincero y agradecido. Todo lo que somos lo hemos recibido gratuitamente del Padre. Si manifestamos bondad, rectitud, generosidad, limpieza de vida, es porque hemos tomado conciencia del Dios que habita en nosotros. Esta es la lógica de la gratuidad que se nos manifiesta en Jesús.

Aquì reside el carácter radical, liberador, revolucionario, de las bienaventuranzas, programa para ser felices, no para cumplir reglamentos a rajatabla. Ese es el itinerario de la santidad según el Evangelio. Hemos ridiculizado a Dios creando categorías de perfectos e imperfectos, de santos y pecadores, de buenos y malos, de salvados y condenados. Con esto le hemos endilgado atributos y acciones que riñen con su santidad original y originante, que es darse todo a todos, para que se forme una humanidad digna, feliz, realizado, trascendente, haciendo evidente este nuevo paradigma en la santidad excelente y prototípica de Jesùs.

Las promesas que acompañan a cada proclamación de felicidad – bienaventuranza no contienen nada que se pueda parecer a poder, a títulos de honor, a recompensas materiales, a subir de categorías, lo prometido es una nueva humanidad teologal, , en la que Jesùs es el referente de ese camino hacia el Padre, y hacia cada persona, reconocida como prójimo, el tù con el que nos hacemos un nosotros.

Este paradigma de lo santo nos lleva a desmontar el imaginario de unos hombres y mujeres “semidioses”, habilitados para hacer milagros, alejados de la normalidad de cada dìa, hacedores de prodigios y rarezas con etiqueta de religión. La invitación de Jesús es para acceder a gentes de a pie, cotidianas, reales, fuertes y frágiles en la feliz simultaneidad que nos acompaña a todos sin excepción, sensibles a todo lo humano, conscientes del don ofrecido por Aquel que no se limita en amor y en gracia. 16

Los tres versículos de la segunda lectura, tomada de 1 Juan, son un denso tratado de gracia y santidad: “Queridos, ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando aparezca, seremos semejantes a èl y lo veremos como èl es. Todo el que tiene puesta en Jesucristo esta esperanza se purifica, asì como èl es puro” . 17

Santidad fuerte y frágil, santidad de los pequeños y humildes, vigoroso relato del Dios que se empequeñece en el niño de Belèn y en el humillado profeta de la cruz, santidad descalza, real, normal, feliz, cercana a todos, no escandalizada ni escandalizable, tan humana como Jesùs, tan divina como Jesùs, tan humana y tan divina como podemos ser nosotros, por la gracia de Dios. 18

La Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate – del Papa Francisco - sobre el llamado a la santidad en el mundo actual,19 es un estimulante texto en el que nuestro pastor nos propone lúcidos elementos de discernimiento para asumir que esta condición no es algo limitado a seres “especializados en las cosas de Dios” sino una invitación para todos los hombres y mujeres, los cotidianos, los que se encantan con un amor, los que forman un hogar y experimentan la felicidad de los hijos, los que viven plenitudes y desencantos, los que gozan con los placeres normales de la vida y entristecen con cada aflicción que llega inesperadamente, “santos de la puerta de al lado” dice Francisco: “No pensemos sólo en los ya beatificados o canonizados. El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, porque fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente. El Señor, en la historia , ha salvado un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso, nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo”. 20

1 Juan Alfaro. De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios. Sígueme. Salamanca, 1993. Edward Schylleebeckx. Los hombres, relato de Dios. Sígueme. Salamanca, 1994. Javier Garrido. Proceso humano y gracia de Dios. Sal Terrae. Santander, Jesús Urteaga Loidi. El valor divino de lo humano. Rialp. Madrid, 2008. Juan de Sahagún Lucas. Dios, horizonte del hombre. BAC. Madrid, 1997.

2 Apocalipsis 7: 9

3 Roberto Gutiérrez Laboy. La fragilidad humana y otros ensayos: reflexiones humanísticas. Atlantis. Madrid, 2005. Juan Manuel Cuartas Restrepo. Entre el acero y la piel: ensayo sobre la fragilidad humana. Sílaba Editores. Medellín, 2017. Diana Cohen Agrest. Ni bestias ni dioses: trece ensayos sobre la fragilidad humana. Debate. Madrid, 2010.

4 Javier Melloni Ribas. El uno en lo múltiple: aproximación a la diversidad y unidad de las religiones. Sal Terrae. Santander, 2003. Evangelista Vilanova. Religiones y experiencia de Dios. PPC. Madrid, 2001.

5 Marcel Dumais. El sermón de la montaña: Mateo 5 a 7. Verbo Divino. Estella, 1998. Jacques Dupont. El mensaje de las bienaventuranzas. Verbo Divino. Estella, 1990.

6 Mateo 5: 3. La expresión “pobres de corazón” no alude a personas apocadas, con baja autoestima, de ninguna manera. Es una referencia a quien está desposeído de ambiciones egocéntricas, de culto a sí mismo, de arrogancia, plena libertad de espíritu para el amor y el servicio.

7 Mateo 5: 4

8 Mateo 5: 5

9 Mateo 5: 6

10 Mateo 5: 7

11 Mateo 5: 8

12 Mateo 5: 9

13 Mateo 5: 10

14 Mateo 5: 11

15 Leonardo Boff. Gracia y experiencia humana. Trotta. Madrid, 2004. José Ignacio González Faus. Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander, 2000.

16 Recomendamos la lectura y estudio del número 351 de la revista internacional de teología CONCILIUM cuyo título es Repensar la santidad. Verbo Divino. Estella, junio 2013.

17 1 Juan 3: 2-3

18 Madeleine Delbrel. La santidad de la gente sencilla. Monte Carmelo. Burgos, 2006. Eloi Leclerq. La sabiduría de un pobre. Ediciones Encuentro. Madrid, 1959. Rosana Navarro Sánchez. Etty Hillesum: mística y humanidad. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2017.

19 Publicada el 19 de marzo de 2108.

20 Numeral 6 de la referida exhortación.

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