domingo, 19 de marzo de 2023

Comunitas Matutina 19 de marzo 2023 IV Domingo de Cuaresma - Ciclo A

 “Porque en otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz, pues el fruto de la luz consiste en todo tipo de bondad, justicia y verdad”

Lecturas:

  1. 1 Samuel 16: 1-13
  2. Salmo 22
  3. Efesios 5: 8-14
  4. Juan 9: 1-41

En medio de las múltiples vicisitudes que vivieron los israelitas, muy críticas y desoladoras, se fue cultivando en ellos la expectativa por una respuesta de Dios, respuesta salvadora y definitiva, que se perfilaba en un enviado: un Mesías portador de libertades y de buenas nuevas, esperanza fundante en la configuración religiosa y humana de este pueblo, [1] un salvador de toda opresión.

Lo que nos refiere la primera lectura, del libro 1 de Samuel, revela ese contexto y las complicaciones que les traía. Samuel estaba empeñado en sacar al pueblo del atolladero en el que se encontraba por sus propias crisis internas y por el enemigo que los amenazaba: los filisteos. Surgió Saúl, pero pronto los defraudó porque se convirtió en un tirano insoportable que no estuvo a la altura de la misión encomendada. Es bien antiguo esto de los líderes y gobernantes que, después de grandes ilusiones, cuando se les confía la misión resultan altamente decepcionantes.[2] De derechas o de izquierdas, todos tienen fisuras, maxime cuando llegan al poder declarando que con ellos empieza la verdadera historia del país que gobiernan, o des-gobiernan. Los mesianismos del mundo son fuegos fatuos!

Samuel[3] permanece en su intención y define el gesto de la unción profética como el que va a legitimar a quien sea el escogido, proceso que empieza descartando varios candidatos, hermanos todos, que aparentemente cumplían con los requerimientos, tenían perfil y sus probabilidades de pasar airosos el “casting” eran notables. Finalmente, el profeta se inclina por el que parecía el más insignificante de todos, y lo hace siguiendo este criterio: “No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo lo he descartado. Yahvè no ve lo mismo que el hombre, pues el hombre se fija en las apariencias, pero Yahvè escudriña el interior” .[4]

El mensaje es que Dios se manifiesta en lo discreto, en lo que no tiene pretensiones de poder y vanagloria. Lo mismo viene a suceder en el caso de Jesús, a quien no reconocen sus contemporáneos judíos, especialmente los líderes religiosos, porque veían en él a alguien sin vinculación con el Templo, su origen pobre era impedimento para ser reconocido. El evangelio de Juan destaca que Jesús es el ungido, el Mesías, y lo hace enfatizando la actitud de rechazo por parte de los sacerdotes y maestros de la ley. Lo que para estos era obstáculo, es lo que lo hace significativo en la comunidad cristiana apostólica[5] , su minusvalía a los ojos de esta “mundanidad religiosa” es grandeza en el cristianismo primitivo. Excelente coyuntura para reiterar el abajamiento de Dios, su predilección por la pequeñez, su contundente revelación en lo mínimo del mundo. [6] ¿Qué dice esto a tantas pretensiones de orgullo y soberbia, de afirmaciones desmedidas del ego, de dominación y atropello sobre la vida de tantas personas?

Jesús es un ungido sin el poder del mundo. Su origen social y su marginalidad no lo hacen aceptable para la dirigencia religiosa. La ceguera de los judíos reside en esta incapacidad para reconocer al Dios que acontece en lo mínimo de la sociedad, mientras que la luminosidad del Padre se vuelca en este judío marginal [7], así lo reivindica Dios.

El relato de la curación del ciego de nacimiento,[8] que nos trae este domingo el evangelio de Juan, tiene que ver directamente con esta reivindicación, es un texto de notable riqueza simbólica que sale al paso del escepticismo judío y del profundo desprecio que estos vanidosos de la Ley sentían por la persona de Jesús.

Se propone aquí un camino que lleva al hombre de las tinieblas a la luz, de la opresión a la libertad, del vacío a la plenitud. Jesús lo hace porque está dotado por Dios de la autoridad para hacerlo, tal como lo reconocen las comunidades de la Iglesia Apostólica. Nunca debemos olvidar que la plena percepción de Jesús sucede después de su muerte, a partir de la experiencia pascual. Los evangelios son testimonio post-pascual y todos convergen en el reconocimiento del mesianismo de este Jesús de Nazareth en quien está presente el Cristo, el ungido. [9]

Las señales y prodigios que Jesús realiza causaron gran impacto: “Algunos fariseos comentaban: este hombre no viene de Dios porque no guarda el sábado. Otros decían: pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes signos? Y había disensión entre ellos”.[10] Sus discípulos, a partir de la experiencia pascual, comprendían el sentido liberador y salvífico de estas señales, en las que no se trataba solamente de poner remedio a las limitaciones humanas sino de afirmar la soberanía de Dios, señor de la vida que se esmera en restablecer al ser humano afligido por el pecado y por la muerte.

Conocemos bien el drama de los marginales en tiempos de Jesús, ser excluídos de la religión oficial y de la integración al cuerpo social, como sucede hoy en tantos lugares del mundo, en los que se aparta a personas convertidas en parias con razones de tipo religioso y moral.[11] Al ciego de nacimiento lo libera del peso de la marginación social y lo conduce hacia una comunidad donde lo aceptan por su ser y por su valer: “Mientras estoy en el mundo soy luz del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva y untó con el barro los ojos del ciego. Luego le dijo: vete, lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo. [12] Es un drama teológico de gran belleza, portador de esperanza definitiva para el ser humano. Todos quedan inquietos y se preguntan por qué el ciego ha recuperado la vista, pues su invidencia era de nacimiento. Parece imposible que un “simple hombre” como Jesús sea capaz de obrar tal maravilla. Su egoísta incredulidad los incapacitaba para reconocerlo.

La argumentación judía se esmera en ir contra Jesús: obra el prodigio en día sábado, sagrado para ellos e inadmisible que él se haga algo distinto de asistir al culto ritual; el neovidente es un mendigo y persona sin relevancia social; interrogan a sus padres para cerciorarse de su ceguera y de su origen; le preguntan con insistencia enfermiza buscando argumentos para descalificar a Jesús: “Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este no viniera de Dios, no podría hacer nada. Ellos le respondieron: ¿has nacido todo entero en pecado y pretendes darnos lecciones? Y lo echaron fuera” .[13]

Jesús se hace el encontradizo con el hombre, en este nuevo encuentro el ciego llega a ver plenamente no sólo la luz sino la gloria de Dios, reconociendo en él al enviado definitivo, al que tiene la posibilidad de rehacer su humanidad y rescatar su dignidad: “¿Tú crees en el Hijo del hombre? El respondió: ¿Y quien es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: le has visto, es el que está hablando contigo. A lo que él contestó: Creo, Señor y se postró ante él”. [14]

Juan quiere transmitir que Jesús es el enviado de Dios, él trasciende el establecimiento religioso, en nombre del Padre rescata al ser humano y lo salva. Lo que llamamos reino de Dios, caracterizado por esta plenitud de humanidad, es verdaderamente revolucionario porque se manifiesta con la vitalidad total del Padre llamada misericordia.[15] La soberanía de Dios deshace todas las idolatrías y también los sometimientos de los seres humanos que se enceguecen absolutizando liderazgos, ideologías, instituciones y modos de vida. El reino de Dios es el nuevo orden de vida que trae Jesús, la trascendencia salvífica de Dios inserto en la condición humana relativiza todos los poderes instaurando el sentido pleno de la vida en Él.

El ciego es ahora un “ungido” como Jesús , mediante el simbolismo de la unción con barro ha sido transformado por el Espíritu. Este hombre carecía de libertad; su vida está ahora plena de sentido, pierde el miedo y comienza a ser él mismo, en su interior y ante la comunidad. El relato finaliza con la adoración de Jesús por parte de este hombre. La expresión se postró es el mismo verbo que se utiliza en el Nuevo Testamento para designar la adoración debida a Dios. Jesús es el nuevo santuario donde se verifica la presencia de Dios. El ciego, expulsado de la sinagoga, ingresa ahora al verdadero ámbito de salvación que es Jesús, donde se rinde el culto en espíritu y en verdad, que se anunció a la samaritana, en el evangelio del domingo anterior.

Esta convicción es la que hace decir a Pablo: “Vivan como hijos de la luz, pues el fruto de la luz consiste en todo tipo de bondad, justicia y verdad. Examinen que es lo que agrada al Señor y no participen en las obras infructuosas de las tinieblas”. [16]

El asunto fundamental que nos convoca está en vislumbrar al Dios que trasciende hacia todo lo humano, en Jesús, en su oferta eficaz de sentido y salvación. Viendo esto , dejamos atrás la ceguera: “Luego ví un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya”. [17]

 

[1] BARON, S.W. Historia social y religiosa del pueblo judío. Paidós. Buenos Aires, 1968. BUBER, Martin. Ocho discursos sobre el judaísmo. Trotta. Madrid, 2018. ROSENZWEIG, F. La estrella de la redención. Sìgueme. Salamanca, 2006. ALONSO, A. El mesianismo en el cristianismo antiguo y en el judaísmo. Universidad de Valladolid, 2000. FELDMANN, Roberto. Mesianismo y milenarismo desde la perspectiva judía. En Revista Teologìa y Vida , volumen XLIV, páginas 155-166. Pontificia Universidad Catòlica de Chile. Santiago de Chile, 2003. SICRE, Josè Luis. El desarrollo de la esperanza mesiánica en Israel. En Revista Cuestiones Teològicas volumen XXXIV número 82, páginas 249-256. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellìn, junio-diciembre 2007.

[2] IONESCO, Eugene. El rey se muere . Losada. Buenos Aires 1966; ROA BASTOS, Augusto. Yo, el supremo. Alfaguara. Barcelona, 2017; DEL VALLE INCLÀN, Ramòn. . Tirano Banderas. Cátedra. Madrid, 2017. ORGANIZACIÒN DE ESTADOS AMERICANOS OEA. Polìtica, dinero y poder. Fondo de Cultura Econòmica. Mèxico D.F., 2011. FRABOSCHI, Azucena Adelina. Del poder y sus vicios, en la mirada de Hildegarda, abadesa de Bingen. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/4765/1/poder-vicios-hildegarda-bingen.pdf VARGAS LLOSA, Mario. La fiesta del chivo. Alfaguara. Bogotà, 2000.

[3] Samuel es un profeta del Antiguo Testamento, desde pequeño confiado al cuidado y educación de Elì, sumo sacerdote del tabernáculo de Silo. Despuès de la muerte de Elì, Samuel llegó a ser el gran profeta y juez de Israel. En el Antiguo Testamento tenemos los libros de 1 y 2 Samuel, consagrados al tiempo de su misión en Israel.

[4] 1 Samuel 16: 6-7

[5] PAPA FRANCISCO. Homilía en la misa del 21 de enero de 2014 Dios elige a los pequeños. En www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014//documents/papa-francesco_20140121_dios-pequenos.html

[6] MOLTMANN, Jûrgen. El Dios crucificado. Sìgueme. Salamanca, 2011. KENOSIS es la palabra griega utilizada en los escritos del Nuevo Testamento, principalmente los paulinos, para referirse al abajamiento de Dios. Le encarnaciòn de Dios en lo humano, el Verbo entre nosotros, es la kenosis divina, el Dios que se hace pequeño en modo humano. COAKLEY, S. La obra del amor: la creación como kenosis. Verbo Divino. Estella, 2001. OSORIO HERRERA, Byron Leòn. Kènosis y donación: la kènosis como atributo divino. En Revista Cuestiones Teològicas volumen XLI número 96, pagìnas 347-396. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellìn, julio-diciembre 2014.

[7] MEIER, John P. Un judío marginal: nueva visión del Jesús histórico. Verbo Divino. Estella, 2009. Obra en cinco volúmenes. CROSSAN, John Dominic. Jesùs, vida de un campesino judío. Crìtica. Barcelona, 1994. SOLS LUCÌA, Josè. Los nombres de Dios: teología de la marginación. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2013. RUIZ PÈREZ, Francisco Josè. El modelo social de Jesùs de Nazaret: evangelio y marginalidad. En https://www.centroloyolacanarias.files.wordpress.com/2018/02/tender-puentes-5-el-modelo-social-de-jesc3bas.pdf AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. De Jerusalèn a Roma: la marginalidad del cristianismo de los orígenes. Verbo Divino. Estella, 2021.

[8] CALVO MERINO, Diego. El ciego de nacimiento: un evento escatológico. En https://www.academia.edu/9224036/EL_CIEGO_DE_NACIMIENTO DUIGOU, Daniel. Los signos de Jesùs en el evangelio de Juan. Desclèe de Brower. Bilbao, 2009. MARTÌN MORENO, Juan Manuel. Personajes del cuarto evangelio. Desclèe de Brower. Bilbao, 2010. TUÑÌ, Josep Oriol. El evangelio es Jesùs: pautas para una nueva comprensión del evangelio según Juan. Verbo Divino. Estella, 2011. CASAS RAMÌREZ, Juan Alberto. Entre la oscuridad y el silencio: ciegos y sordomudos en el mundo de la Biblia. En Revista Veritas número 34, páginas 9-32. Pontificio Seminario Mayor de San Rafael. Valparaìso, marzo 2016.

[9] CULLMANN, Oscar. Cristologìa del Nuevo Testamento. Sìgueme. Salamanca, 1997. BURGALETA, Claudio M. Manual de Cristologìa para los católicos de hoy. Liguori Publications. New York, 2010. KASPER, Walter. Jesucristo, la salvación del mundo. Sal Terrae. Santander, 2019. GARCìA MARTÌNEZ, Francisco. El Cristo siempre nuevo. La posición del contexto en la cristología. Sìgueme. Salamanca, 2019. SOSA SILIEZAR, Carlos Raùl. La condición divina de Jesùs. Sìgueme. Salamanca, 2016.

[10] Juan 9: 16

[11] SOBRINO, Jon. Fuera de los pobres no hay salvación. UCA editores. San Salvador, 2009. CASTILLO, Josè Marìa. Vìctimas del pecado. Trotta. Madrid, 2007. PIKAZA, Xavier. Hermanos de Jesùs y servidores de los màs pequeños. Sìgueme. Salamanca, 1984. CODINA, Vìctor. Una Iglesia nazarena. Teologìa desde los insignificantes. Sal Terrae. Santander, 2010. FABRIS, Rinaldo. La opción por los pobres en la Biblia. Verbo Divino. Estella, 1992. GUERRA, Santiago. Jesùs, la pobreza y los pobres. En https://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/792.articulo.pdf PÈREZ ALVAREZ, Josè Luis. Bienaventurados. PPC. Madrid, 2015. SEGUNDO, Juan Luis. La opción por los pobres como clave hermenéutica para comprender el evangelio. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/85144125.pdf

[12] Juan 9: 5-7

[13] Juan 9: 32.34

[14] Juan 9: 35-38

[15] KASPER, Walter. La misericordia: clave del Evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae. Santander , 2014. SCHÔNBORN, Cristoph. Hemos encontrado la misericordia. Palabra. Madrid, 2011. GARCÌA BARÒ, Miguel. La compasión y la catástrofe. Sìgueme. Salamanca, 2007. LAGUNA, J. Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad: hoja de ruta samaritana para otro mundo posible. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2011. RAMIS, F. Lucas, evangelista de la ternura de Dios. Diez catequesis para descubrir al Dios de la misericordia. Verbo Divino. Estella, 1997. DOLDAN, Felipe. La misericordia y la justicia de Dios. En Revista Teologìa Tomo LIV número 124, páginas 9-25. Pontificia Universidad Catòlica Argentina. Buenos Aires, diciembre 2017. VIALLE, Catherine. La misericordia en la Biblia. Verbo Divino. Estella, 2017.

[16] Efesios 5: 8-10

[17] Apocalipsis 21: 1

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