domingo, 27 de octubre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 27 DE OCTUBRE 2024 DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y le seguía por el camino”

(Marcos 10: 52)



Lecturas:

  1. Jeremías 31: 7-9

  2. Salmo 125

  3. Hebreos 5: 1-6

  4. Marcos 10: 46-52

A finales de los años noventa en Colombia se publicó el libro del médico psiquiatra Luis Carlos Restrepo titulado “El derecho a la ternura1, en su importante estudio este profesional descubre una carencia radical en los medios donde la violencia y el conflicto armado hacen gran daño en la población. Tal carencia es simple y al mismo tiempo muy inquietante: el maltrato habitual en las relaciones intrafamiliares, sociales, laborales, políticas, ciudadanos, el irrespeto hacia las personas, el descuido con todas las formas de vida, el desconocimiento de la dignidad de la gente, el maltrato de los políticos al país y de ellos entre sí., todas las formas de violencia simbólica como la homofobia, el “bullying”, etc. Son fortuitas estas realidades? Se dan casualmente? O, más bien, hay causas sociales e individuales que se constituyen en factor determinante para que ellas sean tan penosamente permanentes? 2

Restrepo estudia con rigor académico las causas de la violencia en Colombia, encuentra la incapacidad para reconocer lo diferente y para asumirlo como parte del rico dinamismo de la pluralidad; nos hace conscientes de un individualismo desmedido, en el que el aspecto religioso católico mal entendido y vivido tiene alta cuota de responsabilidad cuando insiste en la búsqueda afanosa de una salvación personal sin referencia a una comunidad;3 en la cultura egocéntrica que hace entender la vida como una competencia en la que hay que triunfar a toda costa sin pensar en el derecho que tienen los demás al logro de sus ideales. Influye igualmente el machismo que tiene interiorizado el imaginario de que el tratamiento culto y respetuoso es manifestación de debilidad y de pérdida de poder.

Así, el ideal humano que se fragua en esta realidad es el del que tiene poder mediado por la violencia y la imposición autoritaria sobre los demás, el recurso a las armas como medio para dirimir diferencias y para sofocar lo que esté en coherencia con las verdades únicas de los que mandan (en lo político, en lo religioso, en lo familiar, en lo social, en lo ideológico, en lo económico, en lo cultural).4 Restrepo , de forma inusitada, toma partido por la ternura y le confiere carta de ciudadanía, forma muy fina y profundamente humana orientada a la transformación del tejido social. 5

Ausencia total de ternura, culto y miedo al poder y al poderoso, subestima individual y social del trato digno y delicado, desprecio por el diálogo, predominio de los dogmas políticos y sociales, también religiosos, “verdades” absolutizadas sin análisis crítico, desconocimiento de las búsquedas legítimas de tantos seres humanos empeñados con pasión en la causa de una humanidad emancipada, plena en sus afectos, ecuánime en su voluntad de concertarse para el bien común. Una lamentable cultura de la intransigencia!6

Qué decir ante este “desorden de cosas”? Porque es claro que no nos podemos resignar al universo de distorsiones de Dios, de su voluntad, de sus proyectos, que lo presentan como el intransigente, el autoritario, el vengativo, el implacable, con todas las consecuencias que esto trae para el ser humano, para la imagen de lo cristiano, para las iglesias: “Voy a traerlos de un país del norte, los recogeré de los confines de la tierra. Entre ellos, el ciego y el cojo, la preñada junto con la parida. Volverá una gran muchedumbre. Volverán entre lloros, pero yo los guiaré entre consuelos, los llevaré junto a arroyos de agua por camino llano, en que no tropiecen. Porque yo soy para Israel un padre, y Efraín es mi primogénito7. En la primera lectura de este domingo se nos presenta un Dios ciento por ciento volcado a su pueblo, exquisito, fino , de la mayor delicadeza, el Dios que reencanta a su gente, averiada por la violencia, el exilio forzado, el maltrato, la pobreza.8

Dios nos ama, así estemos vulnerables, ciegos o cojos, inseguros, pecadores, fracasados, lejanos o cercanos a El. La razón de ese amor es que somos sus hijos, el fruto de sus entrañas creadoras, hechos a su imagen y semejanza, partícipes de su proyecto de vida y de libertad. Cuando hablamos de la misericordia divina no estamos aludiendo a un sentimiento piadoso ocasional sino a su manera de ser , constitutiva de su esencia y de su proceder, es la que se nos revela plenamente en Jesús.9

Somos los creyentes cristianos conscientes de este amor y dejamos que la gracia nos llene del mismo hasta transformar nuestros estilos eclesiales y sociales, pasando de la verticalidad a la comunión y a la participación? Está en la base de nuestras motivaciones la ternura como elemento determinante de una nueva cultura en la que el Evangelio tiene toda la potencialidad para transformar el conflicto en búsquedas conjuntas de la justicia, de la equidad, de la fraternidad, de la solidaridad, de la vida en común ?10

Dios se manifiesta como compasión y misericordia en Jesús, El consagra nuestra vida a Dios por medio de su ministerio salvador y liberador, él toma la condición humana y se encarna en su aspecto trágico para redimirlo de la ambigüedad de la muerte y del pecado, se hace ternura salvífica: “Todo sumo sacerdote está tomado de entre los hombres y constituído en favor de la gente en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Es capaz de comprender a ignorantes y extraviados, porque también él se halla envuelto en flaqueza. 11

El asunto de Jesucristo, el Verbo encarnado, no es algo que está en el mundo de la abstracción, de lo inalcanzable para los humanos. El es la concreción de Dios, que toma parte en nuestra historia para hacerse totalmente solidario con ella, nos ofrece un camino de redención que supera el puro precepto religioso, la simple justificación sentimental o un vacío racionalismo abstracto. Dios nos llama en Jesús a esa nueva humanidad, no es el “gurú” superior, omnisciente, sino el hermano mayor que nos dona toda su ternura y nos incluye en ella para hacernos humanos y divinos en plenitud. Jesús es la solidaridad salvífica de Dios con la humanidad! 12

El relato de la curación del ciego Bartimeo,13 evangelio de hoy, es un exquisito remate de esta narrativa de la ternura, en la que la fe es el fundamento de los discípulos de Jesús. Dentro de su sobriedad es un texto cargado de detalles muy significativos: “Llegaron a Jericó. Y un día que Jesús salía de allí acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre coincidió que el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino14. Jericó es una población paso obligado para los peregrinos que venían a Jerusalén desde Galilea, frontera entre ese país galileo despreciado por los judíos y la ciudad santa, lugar de caminantes que traspasan barreras. El ciego es aludido con nombre propio en Marcos, referencia clara a la identidad del beneficiario del encuentro con Jesús, pobre por su ceguera y por su carencia de medios de subsistencia. El hombre se entusiasma al ver a Jesús y clama: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí15, consciente de su fragilidad ve en Jesús la alternativa de resignificación para su vida, volver a ver, rehacerse en su integridad humana.

Bartimeo reconoce a Jesús, según el relato de Marcos, con dos referencias claves con las que el evangelista destaca la divinidad del Maestro: Hijo de David y más adelante: “Rabbuní, quiero ver”16. Como suele suceder, no faltan los que ven en un gesto como este inoportunidad e irrespeto (los muy conocidos guardianes de lo sagrado, los que cuidan templos, objetos litúrgicos, sacerdotes, pero no cuidan al ser humano): “Muchos le increpaban para que se callara17.

El diálogo que sigue tiene su acento en la fe de Bartimeo y en la ternura de Jesús: “Jesús, dirigiéndose a él, le preguntó: Qué quieres que haga por ti? El ciego respondió: Rabbuní, quiero ver! Jesús le dijo: vete, tu fe te ha salvado! Al instante recobró la vista y le seguía por el camino18. Esta fe permite a nuestro hombre pasar de la tiniebla a la luz, del borde del sendero al centro del mismo, a su cauce, de la pasividad de quien mendiga a la actividad de quien sigue a Jesús hasta el final.

Ver con los ojos nuevos de la fe es recibir un don de Dios mediado en Jesús, es la nueva visión de sí mismo, de su autoestima y dignidad, del prójimo como el lugar privilegiado de la realización humana, del Padre-Madre Dios como el dador de esta luminosidad, de Jesús como el nuevo ser divino-humano en el que conseguimos nuestra plenitud, de la realidad histórica como escenario de esa divinización-humanización.

Tenemos educados los “ojos de la fe” para disipar nuestra ceguera abriéndonos a esta luz? Nos dejamos asumir por la ternura de Jesús que nos hace luminosos? Tenemos capacidad de iluminar nuestro entorno con la ternura, la misericordia , la compasión, el respeto, la inclusión, el buen trato, la promoción de la dignidad de cada persona?

Los dejamos con este texto de Francisco, nuestro pastor universal, lo que dice ahí fue lo que vivió Bartimeo: “La primera motivación para evangelizar es el amor que de Jesús hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por El que nos mueve a amarlo siempre más. Pero, qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo , de hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle a El que vuelva a cautivarnos. Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial. Puestos ante El con el corazón abierto, dejando que El nos contemple, reconocemos esa mirada de amor que descubrió Natanael el día que Jesús se hizo presente y le dijo: Cuando estabas debajo de la higuera te ví (Juan 1: 48)19

1 RESTREPO, Luis Carlos. El derecho a la ternura. Arango Editores, Bogotá 1999.

2 OCHOA GAUTIER, Ana María. Sobre el estado de excepción como cotidianidad: cultura y violencia en Colombia; capítulo del libro La cultura en las crisis latinoamericanas. CLACSO Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales; páginas 17-42. Buenos Aires, 2004. SALAZAR, Alonso. No nacimos p´a semilla. Corporación Región-CINEP. Medellín 1990. HENDERSON, James D. Cuando Colombia se desangró; un estudio de la violencia en metrópoli y provincia. Ancora Editores. Bogotá, 1984. TORRES, Mauro. La guerra: enfermedad congénita de la humanidad. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 2012.

3 GONZALEZ FAUS, Jose Ignacio. Herejías del catolicismo moderno. Trotta. Madrid, 2013.

4 PEÑA COLLAZOS, Wimar. La violencia simbólica como reproducción biopolítica del poder. En https://www.scielo.org.co/pdf/rlb/v9n2/v9n2a05.pdf

5 RESTREPO, Luis Carlos. Los signos del extravío: retos del pensamiento en Colombia. En revista Crónicas números 5-6; páginas 224-229. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1997.

6 HIRSCHMAN, Alberto. Retóricas de la intransigencia. Fondo de Cultura Económica FCE. México D.F. ,1991. BOVERO, Michelangelo. La intransigencia en el tiempo de los derechos. En https://www.biblioteca.org.ar/libros142273.pdf

7 Jeremías 31: 8-9

8 JOHNSTON, William. Enamorarse de Dios. Herder. Barcelona, 2003. PIKAZA, Xabier. Amor de hombre, Dios enamorado. San Juan de la Cruz: una alternativa. Desclée de Brower. Bilbao, 2004. JÄGER, Willigis. A dónde nos lleva nuestro anhelo: la mística del siglo XXI. Desclée de Brower. Bilbao, 2005.

9 MARTÍN VELASCO, Juan. La experiencia cristiana de Dios. Trotta. Madrid, 1995. JOHNSON, Elizabeth A. La búsqueda del Dios vivo. Sal Terrae. Santander, 2008.

10 RAMIS DARDER, Francesc. Lucas, evangelista de la ternura de Dios. Verbo Divino. Estella, 2011. JUAN PABLO II. Carta Encíclica Rico en Misericordia Dives in Misericordia. Tipografía Vaticana. Roma, 1989. KASPER, Walter. La misericordia, clave del evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae. Santander, 2012.

11 Hebreos 5: 1-2

12 CASTILLO, José María. La humanización de Dios: ensayo de cristología. Trotta. Madrid, 2010; La humanidad de Jesús. Trotta. Madrid, 2017. La humanidad de Dios. Trotta. Madrid, 2012.

13 CASAS RAMÍREZ, Juan Alberto. Encuentro entre dos hijos: “el hijo de Timeo” y “el hijo de David. Aproximación exegética al relato de la curación de Bar Timeo. En Revista Theologica Xaveriana volumen 66 número 182 julio-diciembre 2016; páginas 313-344. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. Bogotá, 2016.

14 Marcos 10: 46

15 Marcos 10: 48

16 Marcos 10: 51

17 Marcos 10: 48

18 Marcos 10: 51-52

19 PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium La Alegría del Evangelio, número 264. Paulinas. Bogotá 2014.

domingo, 20 de octubre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 20 DE OCTUBRE 2024 DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”

(Marcos 10: 45)



Lecturas:

  1. Isaías 53: 10-11

  2. Salmo 32

  3. Hebreos 4: 14-16

  4. Marcos 10: 35-45

Es clarísimo en el evangelio de Marcos, que se ha proclamado durante la mayoría de domingos de este año, el énfasis en el aspecto dramático de la vida de Jesús, en su previsión de la pasión y muerte en cruz, en el rechazo de él mismo a toda pretensión de triunfo mundano y de honores de la misma naturaleza. Este evangelista maneja, según los estudiosos del texto, el llamado “secreto mesiánico”,1 que podemos también completar con la expresión “mesianismo crucificado”. El autor quiere enfatizar el anonadamiento de Jesús, la negativa a todo tipo de poder, juntamente con la afirmación de su pasión y crucifixión como el resultado “normal” de sus opciones ante la institución religiosa judía y ante el poder romano en Palestina. La salvación que Dios ofrece a través de Jesús es una salvación que ha dado la totalidad de su vida de modo cruento, como suprema evidencia de la credibilidad de su amor.2 Cruz, entrega de la vida, servicio, negativa al poder del mundo, son común denominador en el proyecto de Jesús; a esto nos llevan las lecturas de este domingo.

La primera lectura , tomada de la tercera parte del profeta Isaías, presenta la misión de un siervo sufriente, de un imaginado redentor del pueblo de Dios que ofrece su vida para ver el nacimiento de una nueva posibilidad de vida: “El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él3.

Es preciso aclarar – para superar la tentación de una interpretación fatalista y masoquista – que este texto nos habla más de esperanza, de tenacidad y de lucha que de un sufrimiento pasivo o de resignación. La misión de quien sirve al Señor no es ver su cuerpo destrozado sino servir de puente para que las nuevas generaciones – la descendencia humana y cristiana – se inspiren en su estilo de vida, solidario y servicial hasta el extremo. Se trata de una nueva generación de personas comprometidas con la causa de Dios en favor de la libertad y de la dignidad de su pueblo, el pueblo afligido por las opresiones de los injustos. El texto delinea el ideal de un siervo justo e inocente que se sacrifica por amor.4 Lo que se pone en juego es una “cabeza de Ubuntu” que genera el dinamismo de ser todos con todos, siguiendo nuestro comentario del domingo anterior. 5 Ese es el talante del Siervo Sufriente, ese es el talante del mesianismo de Jesús.

Sabemos bien que se está marcando un contraste fuerte con la expectativa “normal” de aquellos israelitas, quienes, después de la cadena de vicisitudes y fracasos, aguardan un Mesías triunfante que los libere de todas sus tragedias y les restituya la gloria de su pasado, aplastando a los enemigos y haciendo valer su poder sobre ellos. No es esta la visión de los llamados “cantos del siervo de Yahvé”, propios de Isaías, de los que este es el segundo. Aquí se está diseñando un servir que se juega la totalidad de su vida, sin pretender para sí ni gloria ni poder, sino ofrenda de la vida para dar de esta en abundancia. El modelo que aquí se propone defrauda esas expectativas triunfalistas.6

Muchos siglos después se presenta Jesús y su vida se inscribe en esta lógica. Así lo testimonia el pasaje de la carta a los Hebreos, segunda lectura de hoy: “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado”7. Reconoce el autor de este escrito la implicación encarnatoria de Jesús, de su misión, al proclamar que ha experimentado a fondo todo lo humano, apropiándoselo para redimirlo de la ambigüedad de la muerte y del pecado, hasta el punto de conectar sensiblemente con el dramatismo que agobia a la humanidad cuando esta no vislumbra un horizonte de sentido y de esperanza.

La teología de la carta a los Hebreos hace hincapié en el carácter sacerdotal de Jesús, en cuanto mediador de salvación. Este sacerdocio toma todo lo humano, se dedica a lo humano, se inserta en lo humano, reconoce sus frustraciones, vacíos, dolores, dramas, absurdos, experimenta esto en profundidad y de esa cruz emerge llevando la humanidad hacia Dios para recrearla salvándola y liberándola de ese dominio. El sacerdocio de Jesús no es un desempeño de formalidad ritual sino una ofrenda salvífica de la propia vida para llevar la condición humana hacia Dios y hacia sí misma, hacia el prójimo. El aspecto nos dice que la palabra sacerdote-sacerdocio significa mediador de la relación Dios-humanidad, no siendo un ser superior “divinizado” sino alguien que ofrece la propia vida a Dios para dar abundancia de la misma a sus prójimos. Este último aspecto es determinante tanto para el sacerdocio común de todos los bautizados como para el sacerdocio ministerial.

El modo sacerdotal del judaísmo era el de unos hombres constituídos en poder religioso, dotados de competencias especiales para mediar entre los seres humanos y Dios , se sentían superiores sobre el común de los mortales, no era una condición en la que se ofrecía la vida del mediador sino en la que se ostentaba esa “jurisdicción religiosa” como criterio de mayor categoría. También hoy , en muchos ambientes de Iglesia, permanece un preocupante rezago de esa supremacía, el sacerdocio entendido como una casta que tiene la concesión exclusiva de administrar a Dios. Eso debe revisarse en su raíz para dar el paso cualitativo a un sacerdocio de ministerio, de servicio que es lo que significa esta bella palabra.8

Jesús comprende todas nuestras debilidades y las resignifica pascualmente, esto transforma el sentimiento trágico de la vida en una convicción de esperanza: “Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno9.

De qué manera Jesús logra esto? El texto de Marcos es altamente esclarecedor. El establece con claridad su diferencia con el espíritu del mundo , lo hace ante sus discípulos imbuídos de deseos de poder y de fama: “Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir. El les respondió: qué quieren que haga por ustedes? Ellos le dijeron: Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria10. Pretenciosos jóvenes!

No se trata de “creer” doctrinas sino de centrar la propia vida sobre la base del amor-servicio, no se trata de valerse de los demás como trampolín para lograr los propios y mezquinos intereses, Jesús rompe esa mentalidad con su afirmación: “Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud11.

Definitivamente Jesús y sus discípulos no están en la misma longitud de onda. Estos se manifiestan ambiciosos, llenos de afectos desordenados, buscadores del poder sin pudor alguno. Cuando Santiago y Juan piden a Jesús ser puestos a su lado, los demás se indignan: “Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos”12, señal inequívoca de su mezquina sensibilidad, su inconformidad no era profética, deseaban los mismos puestos, la suya es una actitud de envidia, pero eran cobardes y no tenían el valor de manifestarla, buscaban a Dios para su provecho. 13

Es impresionante el resumen que hace Jesús de la manera de utilizar el poder en el mundo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe ser así14.

Una vez más nos encontramos de frente con la ruptura radical que se deriva del Evangelio , camino para un estilo de vida más y más humano, más y más divino: servir es la determinación central de este proyecto, darse a la humanidad para hacerla más libre en el amor del Padre, no guardar nada para sí, no aspirar a ser importante según las categorías del vano honor del mundo, entregar toda la vida por amor, en esto reside la sacerdotalidad de Jesús, y la condición sacerdotal de la Iglesia, de cada comunidad de creyentes, de cada cristiano en particular, siguiendo la definición del Concilio Vaticano II: “Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales y anuncien las maravillas del que los llamó a su luz admirable. Por tanto, todos los discípulos de Cristo, en oración continua y alabanza a Dios, han de ofrecerse a sí mismos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios15 Jesús hizo el más profundo descubrimiento de su vida y nos lo ofreció como legado definitivo. Entendió que la grandeza del ser humano consiste en la posibilidad de darse como Dios se da, ese es el fin supremo de la humanidad, entregarse totalmente, definitivamente. Cuando descubre que la base de su ser es el mismo Dios, descubre la necesidad de superar el apego al falso yo. El ego desordenado es una creación narcisista, que compulsivamente busca su afirmación desmedida. Cuando nos liberamos de ese ego dominante nos empezamos a identificar con el Ser absoluto, con Dios. Mientras esto no suceda seguiremos en el mismo plano de los dos hermanos, los hijos del Zebedeo, estaremos como los discípulos: desbocados por el poder y por las riquezas. Para Jesús la máxima gloria es vivir y desvivirse en beneficio del prójimo: “El que quiera ser el primero que se haga servidor de todos16.



Antonio José Sarmiento Nova, SJ

1 CARBULLANCA NÚÑEZ; César & DE SOUZA NOGUEIRA, Paulo Augusto. Cristología del Evangelio de Marcos. En Theologica Xaveriana número 184, páginas 333-359. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2017. GNILKA, Joachim. El Evangelio de Marcos. Sígueme. Salamanca, 1999. BRAVO GALLARDO, Carlos. Jesús, un hombre en conflicto: El relato de Marcos en América Latina. Sal Terrae. Santander, 1986. HENGEL, Martin. Crucifixion. Fortress. Filadelfia, 1977. KINGSBURY, Jack Dean. Conflicto en Marcos: Jesús, autoridades, discípulos. El Almendro. Córdoba, 1991.

2 VON BALTHASAR, Hans Urs. Sólo el amor es digno de fe. Sígueme. Salamanca, 2018. BONET SÁNCHEZ, J.V. Un alma en dos cuerpos: del amor y la antropología. Universidad Católica de Valencia; 2019. VON HILDEBRAND, Dietrich. La esencia del amor. Eunsa. Pamplona, 1971. HOOKS, Bell. Todo sobre el amor: nuevas perspectivas. Paidós. Barcelona, 2021. FERRY, Luc. Aprender a vivir: filosofía para mentes jóvenes. Taurus. Madrid, 2007. MORIN, Edgar. La mente bien ordenada. Seix Barral. Barcelona, 2002. SAURÍ, Jorge. El hombre comprometido. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1970.

3 Isaías 53: 10

4 GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio. Servir para una espiritualidad de la lucha por la justicia en los cantos del siervo de Isaías. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2010. PIXLEY, J.V. Jesús y el Siervo de Yahvé en el Deutero Isaías. En Servir volumen 16 número 85, páginas 9-47. México D.F., 1980. ALEIXANDRE, Dolores. El cuarto Canto del Siervo: un nuevo escenario de lectura. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1313/1/RLT-1999-048-D.pdf BRUNOT, Amédée. El poema del Siervo de Yahvé. (Isaías 40-55). En https://www.seleccionesdeteologia.net/assets/pdf/017_10.pdf

5 TAMAYO ACOSTA, Juan José. Que filosofía y teología UBUNTU iluminen estos días la presencia de Francisco en Africa. En Religión Digital, edición del 2 de febrero de 2023. BATTLE, Michael. Reconciliation: The Ubuntu theology of Desmond Tutu. Pilgrim Press. Cleveland, 1997. TSCHAEPE, Mark. A humanist ethic of Ubuntu: understanding moral obligation and community. En Essays in Philosophy of Humanism; volume 21, número 2; páginas 47-61. The American Humanist Association, 2013.

6 GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Locura y escándalo: un Mesías crucificado y una historia marcada por la cruz. En https://www.scielo.br/j/pteo/a/ms5HGMf4TPqmKrCWh8sCjrd/?lang=es BAUDOZ, Jen Francois y otros. El misterio de la Cruz. Verbo Divino. Estella,2010. BRAMBILLA, Franco Giulio. El Crucificado Resucitado. Sígueme. Salamanca, 2003. DUQUOC, Christian. Mesianismo de Jesús y discreción de Dios. Cristiandad. Madrid, 1985. SCHURMANN, Heinz. El destino de Jesús: su vida y su muerte. Sígueme. Salamanca, 2003. LUCIANI, Rafael. El mesianismo asuntivo del Hijo del Hombre. Reflexión a la luz de la cristología contemporánea. En Theologica Xaveriana número 186; páginas 1-27. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2018.

7 Hebreos 4: 15

8 FERNÁNDEZ, Víctor Manuel. La vida sacerdotal de los cristianos en la carta a los Hebreos. En https://www.core.ak.uk/download/pdf/32624869.pdf BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. El sacerdocio de Cristo. En https://www.repositorio.uca.edu.ni/3567/1/El%20sacerdocio%20de%20Cristo.pdf VANHOYE, Albert. Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el Nuevo Testamento. Sígueme. Salamanca, 2006. ORTIZ AMAYA, Jorge. El sacerdote de mañana. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1967. SOBRINO, Jon. Hacia una determinación de la realidad sacerdotal: el servicio al acercamiento salvífico de Dios a los hombres. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/996/1/RLT-1984-001-B.pdf

9 Hebreos 4: 16

10 Marcos 10: 35-37

11 Marcos 10: 43-45

12 Marcos 10: 41

13 ALEGRE, Xavier. Marcos o la corrección de una ideología triunfalista: pautas para la lectura de un evangelio beligerante y comprometido. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1103/1/RLT-1985-006-B.pdf ALONSO-LASHERAS RIVERO, Alfonso. El sufrimiento como lugar para una reflexión teológico-moral. Una propuesta pastoral desde un Dios “tododebilidoso”. Trabajo de grado para optar al título de Licenciado en Teología Moral. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2016.

14 Marcos 10: 42-43

15 CONCILIO VATICANO II. Constitución Dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, número 10.

16 Marcos 10: 44

domingo, 13 de octubre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 13 DE OCTUBRE 2024 DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Hay una cosa que todavía no has hecho – le dijo -. Anda, y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”

(Marcos 10: 21)



Lecturas:

  1. Sabiduría 7: 7-11

  2. Salmo 89

  3. Hebreos 4: 12-13

  4. Marcos 10: 17-27



Inquieta mucho y produce gran desasosiego a la mayoría de los seres humanos la precaria objetividad de quienes toman decisiones en los campos fundamentales de la convivencia: lo político, lo social, lo económico. Todos los días estamos abrumados por camarillas de gobernantes lejanos del bien común, por el crecimiento impresionante de los indicadores de pobreza y exclusión, por afirmaciones desmedidas de poder sin humanismo ni ética, por confrontaciones violentas, por migraciones forzadas de numerosos grupos de los países especialmente maltratados por la guerra y por la carencia de oportunidades. Dónde está el tino ético de quienes nos gobiernan? La ciudadanía tiene todo el derecho para exigir a sus responsables la mayor seriedad en el ejercicio de sus funciones, ser serio en el gobierno tiene su raíz en la sabiduría, entendida esta como una profunda disposición espiritual y humana para acceder a lo esencial, para impregnar de justicia y equidad el universo de sus decisiones. 1 Y, por supuesto, nunca está de más afirmar que la sabiduría contiene en sí misma una convocatoria para toda la humanidad, tomar la vida en serio, crear constantemente una cultura de la responsabilidad, no despilfarrar el gran don que es vivir y ser humanos.

También en muchos ambientes de la sociedad predomina gran ligereza en la manera de pensar, en la configuración de sus mentalidades, y en sus estilos de vida en general. Condicionados por factores familiares, emocionales, por vacíos notables en la cultura del ambiente de origen, por la superficialidad de lo que se propone en muchos medios de comunicación, se llega a seres humanos vacíos, sin densidad para las cosas del espíritu, sumergidos en el mundo alienante del consumismo, de la loca carrera para ascender en la escala social, de la excesiva atención a las veleidades de la moda, del “compromiso” con la sociedad del espectáculo, del desinterés por la suerte del prójimo, del inmanentismo que rechaza toda exigencia en el campo del trascender.2

Estas reflexiones no se alimentan de un sentido despectivo de superioridad moral sobre tantas personas inmersas en este mundo de banalidades, más bien las inspira una pasión por la trascendencia del ser humano, por el sentido definitivo de la vida, por sociedades configuradas en torno a las grandes inquietudes existenciales, por las preguntas sobre las cosas últimas, aquellas en las que se consuma la felicidad humana, en las que se llega a la plenitud. 3

En la tradición bíblica, la sabiduría4 ocupa un lugar esencial, se la entiende y vive como el gran don de Dios que permite vivir en libertad, en pleno sentido de la vida y en captación de lo esencial , con la disposición para relativizar todo lo demás, el más sano ejercicio de los espíritus libres: “Supliqué y me fue dada la prudencia, invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos y a su lado tuve en nada la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro es ante ella un poco de arena y junto a ella la plata es como el barro. La quise más que a la salud y la belleza y la preferí a la misma luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, tiene en sus manos riquezas incontables” 5

El elocuente texto atestigua un acto de soberanía, la más profunda que puede darse en la vida de un ser humano, es al mismo tiempo un lenguaje de felicidad, el de quien ha encontrado la esencia de vivir y se dispone a darle prioridad absoluta en su existencia. Es de siempre en la historia dar importancia a lo poderoso, a lo brillante, a lo rico y famoso. Abundamos en la humanidad en relatos de este tipo: el “hall” de la fama, el vano honor del mundo, que brilla, triunfa, es exaltado, adulado, sonríe ante los halagos del poder, y luego pasa, inevitablemente cae, demuestra lo deleznable de sus fundamentos: “sic transit gloria mundi”, así pasa la gloria del mundo!! También la corte de aduladores se decepciona y pasa al culto del siguiente ídolo sin tener la malicia suficiente para entender que unos y otros son fetiches con pies de barro: “Los ídolos, en cambio, son plata y oro, obra de las manos de los hombres. Tienen boca pero no hablan, tienen ojos pero no ven, tienen orejas pero no oyen, tienen nariz pero no huelen….” 6

El sabio bíblico no se inscribe ni en la lógica del poder ni en la de la riqueza. Su rica experiencia de Dios y de lo humano lo lleva a estar siempre “más allá”, no es un erudito del conocimiento , lo suyo es la densidad de la vida, la sobriedad total, el dominio del ser sobre el tener, la fuerza liberadora de una felicidad que se asienta sobre la renuncia a toda vanidad, a todo indicador de prestigio, sin más certeza que la del Dios que lo hace profundamente humano para servir al prójimo y para construír un mundo de hombres y mujeres libres. De esta raza son los destacados en vivir según el espíritu de las bienaventuranzas, libres de las galas mundanas, profetas del reino de Dios y su justicia, testigos de los cielos nuevos y la nueva tierra, entregados por entero al servicio de sus hermanos, haciendo énfasis con su palabra y con su vida en la prioridad de lo esencial: más y más humanidad, más y más dignidad, más y más trascendencia y espiritualidad.

Ellos acogen la fuerza transformadora de la Palabra de Dios.7 En el santuario de su intimidad orante y discerniente descubrieron los caminos de liberación que se originan en Dios y en la revelación que de sí mismo hizo con carácter definitivo en la persona de Jesús, haciendo vida lo que la segunda lectura de este domingo afirma con vigor: “Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos8

Marcos aborda hoy el asunto clave del seguimiento de Jesús, con la respuesta que da Jesús al hombre interesado en captar y vivir la esencia de la vida: “Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: Maestro bueno, qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. El replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud. Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta, anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego, ven y sígueme9

Jesús plantea a este creyente las condiciones mínimas para el seguimiento con un “pero” indicativo y exigente, que le demanda reparar la justicia en sus actitudes personales e ir a la raíz del mal, al fundamento de la injusticia que reside en el ansia de acumular riqueza. El hombre se estremece: “A estas palabras él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico10. El hombre diría para sus adentros: tan bueno lo que Jesús plantea, pero con esa exageración de dejarlo todo, imposible! Creer sí, pero sin excesos, como nos sucede a tantos de nosotros. Es como profesar la fe en Dios pero negándose a cumplir su voluntad.11 Este es un razonamiento frecuente.

Entonces Jesús aprovecha la ocasión para poner las cosas en claro: “Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!12. El apego al dinero y al poder es dificultad mayor para entrar en el reino. La comparación que sigue es severa; algunos han querido suavizarla, pretendiendo que había en la ciudad unas puertas mínimas llamadas “agujas”, y que bastaba al camello agacharse para poder entrar por allí: “Qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios13. Aquí no hay lugar para ambigüedades, así lo entendieron los discípulos, aunque quedaron atónitos: “Ellos se espantaron y comentaban: entonces, quien puede salvarse?14. El asunto se les presenta poco menos que imposible, pasar por el ojo de una aguja significa poner toda su confianza en Dios y no en las riquezas. Es deber ser de cada seguidor de Jesús, y de la Iglesia toda, de cada comunidad de creyentes, renunciar a las seguridades del dinero y del poder. No podemos tapar el sol con las manos, sabemos que en muchísimos casos esto no ha sido así: la “espada de doble filo” que es la Palabra confronta siempre, sin bajar la guardia, y nos pregunta constantemente por nuestra capacidad de tomar en serio este deber ser de altísima exigencia.

Un rasgo que identifica la genuina sabiduría cristiana es este de la libertad ante los bienes materiales, nos son dados “tanto….cuanto” para satisfacer nuestras necesidades básicas con sobriedad y austeridad, para prestar mejor servicio a la humanidad en las diversas misiones que realizamos, pero nunca son fin en sí mismo. La actitud de Jesús ante el joven rico es palabra profética que invita a esta libertad, postura contracultural que denuncia los excesos de la riqueza pésimamente distribuída, las gravísimas injusticias del capitalismo en su cruda versión neoliberal.

Ya lo dice con claridad el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, dedica el capítulo primero “Las sombras de un mundo cerrado” a verificar cómo este escandaloso contraste entre la riqueza excesivamente concentrada de unos pocos y la pobreza las mayorías va abiertamente en contra del plan de Dios: “Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitados, si todavía no son útiles – como los no nacidos – o si “ya no sirven – como los ancianos - . Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos”. 15

Antonio José Sarmiento Nova, SJ



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5 Sabiduría 7: 7-11

6 Salmo 115: 4-6

7 GALLAGHER, Michael Paul. Mapas de la fe: diez grandes creyentes desde Newman hasta Ratzinger. Sal Terrae. Santander, 2012. MOTTU, Henry. Dieu au risque de l´engagement: douze figures de la theologie et de la philosophie religieuse au XXe siécle. Labor et Fides. Ginebra, 2005. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Etty Hillesum: una vida que interpela. Sal Terrae. Santander, 2008. WEIL, Simone. A la espera de Dios. Trotta. Madrid, 1995. LÄNGLE, Alfred. Análisis existencial: la búsqueda de sentido y una afirmación de la vida. En Revista de Psicología UCA Universidad Católica Argentina volumen 3, número 5; páginas 5-24. Buenos Aires, 2007. FRANKL, Viktor. En el principio era el sentido: reflexiones en torno al ser humano. Paidós. Barcelona, 1982. MAY, Rollo. El dilema del hombre. Gedisa. Barcelona, 1967.ROGERS, Carl. El proceso de convertirse en persona. Paidós. Barcelona, 1961. SABÁN, Mario Javier. El sentido existencial en la construcción del sujeto: mística judía y psicología. Tesis de grado para obtener el título de Doctor en Psicología. Universidad Ramón Lull. Barcelona, 2015. STEIN, Edith. Estructura de la persona humana. En Obras completas, volumen IV. Monte Carmelo. Burgos, 2003: Ser finito y ser eterno: una ascensión al sentido del ser. En Obras Completas Volumen III. Monte Carmelo. Burgos, 2007. DOMÍNGUEZ MORANO, Carlos. Tres mujeres judías repiensan a Dios. Desclée de Brower. Bilbao, 2024.

8 Hebreos 4: 12.

9 Marcos 10: 17-21

10 Marcos 10: 22

11 VALADIER, Paul. La condición cristiana: en el mundo sin ser del mundo. Sal Terrae. Santander, 2005. CASTILLO, José María. Espiritualidad para insatisfechos. Trotta. Madrid, 2007. OSPINA ARIAS, Diego Fernando. La moral cristiana como seguimiento de Jesús. En Reflexiones Teológicas número 7; páginas 95-122. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, enero-junio2011. VIDAL , Senén. El seguimiento de Jesús en el Nuevo Testamento: visión general. En GARCÍA-LOMAS, J.M. y MURGA, J.R. El seguimiento de Cristo. (Páginas 13-28). Universidad Pontificia de Comillas-PPC. Madrid, 1997.

12 Marcos 10: 23

13 Marcos 10: 24-25

14 Marcos 10: 26

15 PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la Fraternidad y la Amistad Social, número 18. Paulinas. Bogotá, 2020.

domingo, 6 de octubre de 2024

COMUNITAS MATUTINA 6 DE OCTUBRE 2024 DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

 

Pero desde el principio de la creación Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne”

(Marcos 10: 2-16)



Lecturas:

  1. Génesis 2: 18-24

  2. Salmo 127

  3. Hebreos 2: 9-11

  4. Marcos 10: 1-12



Todo en la revelación de Dios a la humanidad, todo en la misión de Jesús, está orientado a reivindicar al ser humano, a levantarlo, a configurarlo en una creciente y constante dignidad. De Dios no procede nada humillante. Esta revelación no es el surgimiento de una divinidad lejana , enaltecida en una corte imperial, que reclama sumisiones degradantes. Es claro el hecho de un Dios que se implica histórica y existencialmente en la humanidad y en su realidad, para integrarlas en su plan de salvación. 1

Las lecturas de este domingo toman esta bandera para afirmar tal dignidad en la perspectiva del amor y la complementariedad del varón y de la mujer: “Después dijo el Señor Dios: no conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada. Y el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre” 2. Con el ejercicio de “nombrar” a las creaturas vivientes Dios asocia al ser humano a la tarea de la creación, de dar un sentido a la vida que se origina en El, de constituírlo señor de la realidad creada. Es el trabajo dignificante de Dios en su más elocuente expresión.

Y consuma ese acto de creación y nombramiento creando a la mujer: “El Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará Mujer porque ha sido sacada del hombre3 La importancia de este detalle consiste en establecer que la mujer ha sido hecha de la misma carne que el varón, de la misma dignidad. 4

La palabra hebrea para designar Mujer – issah - es la forma femenina de varón (varona), hecho que confirma la identidad y el valor humanos de ambos. Desafortunadamente, en la antigüedad y en muchos tiempos de la historia, la inferioridad femenina era aceptada, se volvió una costumbre cultural, incluso se legitimó con determinaciones jurídicas y prácticas. El relato bíblico muestra de modo contundente que tal realidad no corresponde con la intención original del Creador, es una imperfección introducida por el pecado y el egoísmo. El varón y la mujer participan de un mismo destino, de un mismo valor, de una misma condición y explican la íntima relación que los une, fundada en el amor, en la complementariedad y en el atractivo mutuos.5

Adán acoge con clamor eufórico a la compañera que corona el resto de creaturas a las que ha pasado revista y dado nombre: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!”6. Ese grito es la expresión saludable de la tendencia a unirse en una sola carne los seres que son semejantes, hechos para amarse, para crecer, para ser felices, para emprender juntos el maravilloso proyecto del amor en pareja. Tiene la connotación de salir del hogar de origen para formar uno nuevo, un novedoso escenario de felicidad y de ayuda recíproca: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne” 7. Se impone la libre renuncia a amores laterales para vivir plenamente el don de ser el uno para el otro y de significar con esa entrega la plenitud relacional del varón y de la mujer.

En esa diversidad de lo femenino y de lo masculino se manifiesta la riqueza de la condición humana, siempre llamada al vínculo, al encuentro del amor, tarea que se conquista desde el ejercicio de una libertad responsable y comprometida con la felicidad de quienes optan por ese camino de realización. En esta relación matrimonial se despliegan los dinamismos más potentes de los seres humanos, que son sexuados por su misma naturaleza. Bien entendido que la sexualidad es mucho más que unos atributos biológicos externos, es una condición de identidad, una manera de ser, una sensibilidad femenina o masculina, una visión de la vida y de la comunión humana.8

Así las cosas, la capacidad de varón y de mujer reside en la posibilidad de darse al otro y de ayudarle a ser él-ella , sintiendo que en ese darse se realiza la plenitud de ambos. Este es un camino de humanización ilimitado. El ejercicio de la sexualidad persigue el bien del otro, no es una relación de usar al otro para satisfacer el gusto personal, hacerlo así degrada la dignidad femenino-masculina y convierte a la pareja en un desencuentro utilitario. Si una relación de pareja no está fundamentada en el genuino amor no tiene nada de humana. Por eso se imponen una exquisita humanidad, una exquisita espiritualidad, que desarme las tendencias destructivas del ego absolutizado, hedonista, para dar el paso al ejercicio de la alteridad enamorada, el misterio apasionante de la comunión amorosa y plena de dignidad en el uno y en el otro.9

Sabemos bien acerca de los múltiples factores de crisis en las relaciones conyugales: la mentalidad sociocultural que no favorece la permanencia feliz en los compromisos definitivos, el machismo que promueve varones “triunfadores” coleccionando mujeres para exhibirlas como trofeos de su virilidad, la inmadurez emocional de muchos, el prescindir del sentido de la trascendencia, erotización desmedida de la sexualidad dejando al descubierto unos instintos desbordante de egoísmo, la mujer que se cree el cuento de que su belleza es un icono de atractivo físico y se convierte en muñeca de exposición, los elementos de carencia de oportunidades de crecimiento en lo económico, en lo laboral. Nada de esto puede eludirse a la hora de estudiar la relación varón-mujer para explorar seriamente alternativas de felicidad y sentido en la perspectiva de la felicidad conyugal.10

En octubre de 2014 se reunió en Roma el Sínodo de la Familia, convocado por el Papa Francisco, bajo el lema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la familia”. De ese contexto resulta el conocido documento llamado “Amoris Laetitia: sobre el amor en la familia”, publicado el 19 de marzo de 2016, que es ahora la carta de navegación de matrimonio y familia en la Iglesia Católica. 11

El evangelio de hoy – tomado de Marcos – también transita por este mismo camino. Los fariseos, siguiendo su estilo habitual, ponen a prueba a Jesús, malintencionadamente: “Es lícito al hombre divorciarse de su mujer? El les respondió: qué es lo que Moisés les ha ordenado? Ellos dijeron: Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella. Entonces Jesús les respondió: Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido12

La respuesta de Jesús es significativa cuando caemos en cuenta de que, tanto en el judaísmo como en el mundo grecorromano, el repudio de la mujer era algo corriente, incluso regulado por la ley. Si Jesús les respondía que no era lícito, lo iban a acusar de estar contra la ley. Por eso les devuelve la pregunta y les dice que la ley de Moisés es provisional, porque ahora se ha inaugurado un nuevo orden de vida en el que la dignidad del ser humano es fundamental, espacio en el que el varón y la mujer hacen parte sustancial de la armonía y el equilibrio de la creación. Todo conduce resueltamente a una afirmación profética de la dignidad de este vínculo, y de los seres humanos que se encuentran y se aman. Jesús protege al ser humano de sus propios caprichos egoístas.13

Con su respuesta , Jesús desautoriza a los maestros de la ley, que pensaban que la mujer podía ser rechazada por cualquier pretexto surgido del pecado de los varones, nunca de ella. Junto con eso, relativiza las pretensiones de absolutez de la ley mosaica. Al defender a la mujer, Jesús se pone de parte de los “sin derechos”, tira por tierra la soberbia de los fariseos que despreciaban a la mujer y no veían en ella más que una utilidad doméstica y una realidad de sexo físico para engendrar hijos. Cuando los discípulos, que tampoco terminaban de captar los alcances de las afirmaciones de Jesús, le preguntaron sobre lo que acababa de pasar, su respuesta es contundente: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio14.

Uno de los puntos clave que aborda el Papa Francisco en la exhortación “Amoris Laetitia” es el de las parejas que han fracasado en su relación matrimonial y desean emprender un nuevo vínculo, como expresión de su derecho a la felicidad. Es una realidad social y eclesial que hay que afrontar con criterios muy delicados de misericordia y de comprensión de la fragilidad humana, con apertura clara a esta vocación de plenitud que anida en cada varón y en cada mujer. “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas. La Iglesia reconoce situaciones en que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios - como, por ejemplo, la educación de los hijos – no pueden cumplir la obligación de la separación. También está el caso de los que han hecho grandes esfuerzos para salvar el primer matrimonio y sufrieron un abandono injusto, o el de los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido. Pero otra cosa es una nueva unión que viene de un reciente divorcio, con todas las consecuencias de sufrimiento y de confusión que afectan a los hijos y a familias enteras, o la situación de alguien que ha fallado reiteradamente a sus compromisos familiares. Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y para la familia”. 15

La extensa cita es una invitación al discernimiento, al ejercicio responsable de la misericordia, de la lucidez evangélica, de adoptar como propios los criterios del Señor Jesús. El camino cristiano es por esencia incluyente, no de permisividad facilista, tampoco de intransigencia legalista. La relación del varón y de la mujer, que se consagra en el matrimonio, es merecedora siempre de la más cualificada atención pastoral. Matrimonios serios y felicidad en saludable binomio siempre!





Antonio José Sarmiento Nova, SJ





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2 Génesis 2: 18-9

3 Génesis 2: 21-23.

4 PAPA JUAN PABLO II. Carta Apostólica Mulieris Dignitatem sobre la Vocación y la Dignidad de la Mujer. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1988. GARCÍA, Rafael. Por qué es importante la mujer para la Iglesia? El rol de la mujer en la Iglesia y su importancia para la fe cristiana a partir de la obra La Mujer de Edith Stein. En Cuadernos de Teología volumen IX número 1; páginas 102-124. Universidad Católica del Norte. Antofagasta, junio 2017. PAPA JUAN PABLO II. Carta a las Mujeres. En Ecclesia número 2746; páginas 20-24. Conferencia Episcopal Española. Madrid, 22 de julio 1995. WAARDEMBURG, Fenke. Mujeres en la Iglesia: identidad para nuevos tiempos. En Almogaren número 45, páginas 89-100. Centro Teológico de Las Palmas. Palma de Gran Canaria, 2009. DE JUAN FERNÁNDEZ, Juan. La mujer, imago Dei. En Verdad y Vida volumen LXXIV número 269; páginas 351-384. Conferencia Hispano-Portuguesa de Ministros Provinciales Franciscanos. Vitoria, 2916.

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6 Génesis 2: 23

7 Génesis 2: 24

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11 PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica sobre el Amor en la Familia Amoris Laetitia. Tipografía Vaticana. Roma, 2016.

12 Marcos 2: 2-9

13 SWIDLER, Leonard. Jesús y la dignidad de la mujer. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol11/42/042_swideler.pdf TEPEDINO, Ana María. Las discípulas de Jesús: hombres y mujeres como discípulos-as de Jesús. Theologica Xaveriana volumen 57 número 161; páginas 185-191. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, enero-marzo 1995.

14 Marcos 2: 10.12

15 PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia, número 298. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2016.

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