domingo, 1 de mayo de 2011

II Domingo de Pascua 1 de mayo

Buenos dìas:
 
En el anexo les envìo la reflexiòn para la oraciòn de hoy.
 
Jorge Peña Moreno nos envìa reconfortantes noticias sobre su hermano Pedro, quien experimenta notable mejorìa. Nos unimos a la familia Peña en su esperanza y seguimos muy vinculados con ellos en la comuniòn y en la oraciòn.
 
Rubèn Darìo Montoya, de la comunidad parroquial de Santa Amelia, nos pide especial oraciòn por una necesidad particular de èl y de su familia. Lo hacemos con afecto y como es nuestro compromiso.
 
En esta mañana, presentamos al Señor, a mi hermana Clarita Sarmiento Nova y a toda la fraternidad, muy bella y querida, de quienes estàn inscritos en LA LISTA:
 
- hermanos ya llamados por Dios a la bienaventuranza definitiva.
- hermanos que nos piden oraciòn por su salud y bienestar
- hermanos que nos solicitan apoyo espiritual en otras necesidades de su vida
 
Muy en comuniòn con todos, como es el compromiso fundante de COMUNITAS MATUTINA, con la intercesiòn de Monseñor Romero y del Padre Arrupe, a quienes tambièn deseamos ver un dìa beatificados y canonizados, asì como la Iglesia goza en este domingo con la beatificaciòn del Papa Juan Pablo II.
 
Un abrazo grande, feliz domingo
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
 
II  DOMINGO DE  PASCUA : 1 DE MAYO DE 2011

Lecturas de hoy
1.     Hechos 2: 42-47
2.     Salmo 117: 2 a 4;13 a 15;22 a 24
3.     1 Pedro 1:3-9
4.     Juan 20: 19-31
Vamos s seguir reflexionando en el entusiasmo pascual, y  para esto es el cristianismo primitivo, la Iglesia Apostòlica, el que nos sirve de modelo y referencia esenciales. El texto de los Hechos de los Apòstoles señala unas consecuencias de la Pascua, de la experiencia del Resucitado en ellos: Vivìan en común, experimentaban un gozo profundo, trascendente, y compartìan sus bienes para atender a las necesidades de los miembros de la comunidad que asì lo requerìan.

Llamèsmoslos “indicadores pascuales”. Jesùs Resucitado se manifiesta en ellos llevándolos a una nueva manera de vivir, es un elemento decisivo de todo lo que hemos ido proponiendo en estas reflexiones. Jesùs se manifiesta en los apóstoles y discípulos de la primitiva Iglesia haciendo de ellos personas con la certeza creyente de que en la historia de Jesùs de Nazareth Dios ha acontecido salvífica y definitivamente para ellos y para toda la humanidad de todos los tiempos de la historia pasando de la muerte a la vida a su Hijo y garantizando asì que la vida de quienes confían en El queda asumida en esta dinámica pascual.

Esto es causa de cambios sustanciales: bienaventuranza, comunión, solidaridad,espiritualidad profunda, abnegación, rectitud, participación, caridad fraterna, esperanza. Sigamos con atención todas las lecturas primeras de este tiempo que se toman de los Hechos de los Apòstoles: es el gozoso ser y quehacer que se vive después de que ellos se hacen conscientes de la experiencia de la Resurrecciòn. Su vida ahora tiene una dimensión totalmente nueva: es El quien està presente animàndolos, inspirándolos, dándoles su Espìritu, constituyendo la comunión eclesial y enviándolos en misión.

La Iglesia y los cristianos no viven de una simple remembranza o de una historia sucedida en tiempos antiguos. La Iglesia y los cristianos vivimos de LA PRESENCIA DEL RESUCITADO, ella es la que nos da sentido, nos integra en la historia de todos los cristianos que nos han precedido en el signo de la fe, inspira todo nuestro presente y nos proyecta al futuro asumido como esperanza de plenitud.

Los invito a tener en cuenta – de modo esencial – este dato clave de nuestra fe. Sabemos que en la vida seguimos teniendo fragilidades y lìmites, como propio de nuestra condición humana, esto es inevitable, pero hay un SENTIDO, una razón fundamental para la esperanza. El testimonio que nos brinda hoy Hechos de los Apòstoles es una evidencia de esta bienaventurada realidad pascual.

De otra parte, en  el texto de la 1 Carta de Pedro (2ª. Lectura de hoy) se afirma: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que, según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo, os ha regenerado para una esperanza viva, una herencia incorruptible, incontaminable e inmarcesible, reservada para Ustedes en el cielo” (1 Pedro 1:34).

Este es un nuevo aval que brinda el apóstol Pedro para explicitar que ahora la vida se abrió para siempre a una esperanza que èl llama “incorruptible”. Esto nos vuelve al eterno asunto humano: si nuestra vida tiene sentido, si a pesar de tantas posibilidades de sufrimiento y de dolor hay una realidad que asume y supera estas realidades duras de nuestro vivir, si la historia humana no termina en absurdo sino que se trasciende. La respuesta a esta pregunta es el esfuerzo del dìa a dìa de la humanidad.

Desde las experiencias sencillas de sentido en el amor, el trabajo, el esfuerzo por cambiar y mejor la historia y la sociedad, hasta las grandes construcciones del pensamiento y de la cultura, constatamos como muchos seres humanos le apuestan a una vida con sentido. Desde hace veinte siglos esta tarea para millones de seres humanos ha estado animada por el Señor Resucitado. Màs allà de lìmites y pecados que se hayan dado y se den en la Iglesia, propongo que en nuestra oración consideremos còmo se hace presente el Resucitado haciéndonos el don de esta “herencia incorruptible” que se manifiesta en una vida ciento por ciento inspirada en El y generando un ser humano totalmente modelado por Dios.

Ahì es donde surgen una Teresa de Jesùs, una Catalina de Siena, una Teresita del Niño Jesùs, un Ignacio de Loyola, un Francisco de Asìs, un Monseñor Romero, un Padre Arrupe, una Dorothy Day, una Madre Laura, y las interminables iniciativas de vida religiosa, de ministerio pastoral, de educación,de trabajo de derechos humanos, de cultura, de servicio a la dignidad de los màs pobres, de teología y filosofía, de dinámica eclesial, de ministerio ordenado, de santidad, que sòlo se explican en este fundamento trascendente de la Pascua.

De modo que la propuesta es a asumir nuestra vida en clave pascual: probablemente en este momento de 2011 tengamos alguna situación difícil de nuestra vida, falta de trabajo, problemas afectivos, enfermedad, pèrdida de un ser querido, eso indudablemente causa inquietud, desasosiego, tristeza, es muy humano sentirlo porque se trata de afecciones al sentido hondo de nuestra vida. Pero la fe en la experiencia pascual nos ofrece la certeza de que todas estas realidades cambian de sentido y se convierten también en hechos de Dios en nuestra vida que nos llevan a una esperanza cierta y plena.

La esperanza cristiana no es un hecho ingenuo. Es estimulante, es desafiante, por eso nos propone el gran reto de la fe, de creer en El, de apostarle toda nuestra vida a El y a su proyecto, y nos comunica el Espìritu la gracia de la fe, pero al mismo tiempo cuenta con la cooperación de nuestra libertad. Gracia de Dios e iniciativa humana trabajando por una vida constantemente resucitada hasta que el Padre nos llame a la presencia plena, cuando pasemos las fronteras de la vida y de la muerte.

Y en el Evangelio de Juan tenemos un nuevo relato de aparición en  Juan 20:19-31. Es clave señalar que estas apariciones sòlo son evidentes para quienes amaron a Jesùs, para quienes vieron en El la novedad de Dios en sus vidas. Jesùs no se presenta ni a los sacerdotes del templo, ni a los fariseos, ni a las autoridades romanas, sòlo a los discípulos, sòlo a los que le siguieron. Esto quiere decir que la experiencia pascual sòlo se puede vivir y experimentar en y desde la fe profunda en el Señor Resucitado. Sigamos esta pista en todas las lecturas bíblicas que la Iglesia nos propone durante el tiempo pascual.
En la primera parte de este texto destacamos:

-          Paz a Ustedes
-          Envìo misional: como el Padre me ha enviado, asì también los envìo yo. No es una experiencia autocontemplativa, es el compromiso de anunciar lo vivido en la Pascua, es la fundamentación del ser apostólico de la Iglesia, la comunicación de la Buena Noticia.
-          El don del Espìritu: a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengan, les quedan retenidos. Es el ministerio sacramental de la reconciliación, por el que se confiere a la Iglesia y a los ministros ordenados la capacidad de gracia para llevar de nuevo hombres y mujeres a Dios cuando se apartan de El en la experiencia del pecado.

Pero viene el incidente de la incredulidad de Tomàs que exige una prueba material, empìrica , de la resurrección de Jesùs. Este apóstol es un signo de la mentalidad que sòlo se arriesga a creer si encuentra una demostración comprobable por la razón o por los sentidos. Cuàl es aquí el papel de la razón, de la experiencia directa, y cuàl el papel de la fe? Pidamos al Espìritu luz para entender esto en profundidad. Porque lo que estamos tratando de hacer es aportar elementos saludables para vivir un cristianismo inteligente, que pase de creencias ingenuas y de pràcticas piadosas individuales a una fe debidamente ilustrada, con una buena fundamentación bíblica y teológica, y con una espiritualidad encarnada en la historia y en la realidad.

Pues bien, la incredulidad de Tomàs nos hace preguntas y también aportes:
-          Còmo es la calidad de nuestra fe? Ingenua? Piadosa simplemente?Crèdula?
-          Nos esforzamos en una experiencia sincera de oración? En un estudio juicioso de los fundamentos del cristianismo?
-          O me dejo llevar por el estilo de Tomàs buscando siempre “pruebas”? (sòlo creo si me hace el milagro? Sòlo creo si tengo una prueba concreta, materialmente comprobable?
-          O màs bien, nos plantea el gran desafío de la fe entendida y vivida en su mejor sentido: la OSADIA DE DEJARNOS LLEVAR, en palabras de nuestro Padre Arrupe, el abandono total en Dios, sin menoscabar nuestra libertad, con la certeza de que si depositamos toda la garantía de nuestra vida en el Resucitado seremos totalmente asumidos por El y nuestra historia será legitimada, trascendida, amada, liberada, salvada.

La cultura moderna en muchas de sus manifestaciones es como Tomàs: solo cree si comprueba experimentalmente. Esto es fruto de una mentalidad racionalista que sòlo asume lo que puede verificar por vìa de demostración positiva, científica o directa a través de los sentidos. Tambièn cierto tipo de pràctica cristiana, muy difundida, busca milagros y milagros, y hace residir todo el peso de la posibilidad de la fe si Dios hace favores milagrosos. Me parece que es muy conveniente purificar nuestras pràcticas de esta tentación. Si Dios quiere manifestarse milagrosamente en nuestra vida, El sabrà hacerlo desde su abundante generosidad, pero nosotros no podemos poner condiciones a su quehacer, El es por esencia gratuito. De nuestra parte, lo que corresponde es la fe total, a sabiendas de que esta es razonable porque es vivida desde lo propio de nuestro ser humanos: razonables pero siempre entregados en el amor. Y ahì està Jesùs para conjurar nuestros desalientos y llevarnos a la VIDA.

Seguramente muchas veces nos hemos parecido a este apóstol Tomàs pidiendo pruebas palpables. Revisemos esto a la luz del Espìritu y hagamos una valoración profunda de nuestra fe: es genuinamente pascual? O anda siempre buscando pruebas?

Los dejo con la pregunta para la oración de esta mañana de domingo, también con el gozo eclesial de la beatificación del Papa Juan Pablo II.

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañìa de Jesùs
Pontificia Universidad Javeriana
II Domingo de Pascua: 1 de mayo de 2011
 

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