sábado, 9 de febrero de 2013

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 10 DE FEBRERO V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.
Isaías 6: 1-8
2.
Salmo  137: 1-8
3.
1 Corintios 15: 1-11
4.
Lucas 5: 1-11
El libro de Isaías es unos de los textos por antonomasia de la Biblia, del Antiguo Testamento. En él se hacen las mayores confrontaciones al pueblo de Israel, también se anuncian las definitivas esperanzas mesiánicas y, en clave del Nuevo Testamento, se anticipan las realidades plenas que Dios cumple en la persona de Jesús.
El pasaje que nos refiere la primera lectura de hoy relata un encuentro íntimo de Yahvé con el profeta, quien se experimenta indigno y frágil ante la misión que se le quiere confiar, sentimiento muy humano como el que nos puede ocurrir cuando nos sentimos desbordados por algún reto particular de la vida, con especiales características de exigencia y de cambios profundos en nuestra mentalidad y en los consiguientes procedimientos: “Ay de mí, estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros y vivo entre gente de labios impuros..” (Isaías 6: 5).
Como veíamos en el relato del domingo anterior, en Jeremías, aquí también se constata que Dios se apodera totalmente de la persona a quien quiere captar para su misión. Los serafines-ángeles, expresión del mismísimo Dios, se llaman también “ardientes”, encienden a Isaías con la pasión por El: “Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado una de sobre el altar, y tocó mi boca diciendo: Como esto ha tocado tus labios, se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado. Y percibí la voz del Señor que decía: A quién enviaré? Quien irá de nuestra parte?Dije: Yo mismo, envíame”. (Isaías 6: 6-8).
Cómo experimentamos que Dios nos toma para una misión en la vida? En nuestro discernimiento captamos sus señales invitándonos a ser más humanos, pulcros, solidarios, honestos, comprometidos con altos ideales? Tengamos en cuenta que recibir esta convocatoria no consiste en llevarnos al fundamentalismo, a la beatería, a desempeñar el papel del cristianos que se siente mejor que los demás y con derecho a juzgar su vida, sino a asumir toda nuestra humanidad en la perspectiva de la Buena Noticia que el Padre nos envía con Jesús.
Como en el tiempo de Isaías, también hoy hay fuertes requerimientos de profecía, de anuncio y denuncia. En este mundo egoísta, el de “sálvese quien pueda”, de loca competencia por el poder y por el dinero, de frecuente desconocimiento de la dignidad humana, se impone como lenguaje contundente el testimonio de hombres y mujeres que signifiquen con su ser y con su modo de proceder que hay realidades definitivas, trascendentes, que son las que verdaderamente dignifican al ser humano y dan sentido pleno a su historia.
Dejemos que Dios nos capte para El, 100 %, así seremos, con Jesús, los gestores de una nueva humanidad. Como Pablo, que en la segunda lectura de hoy nos brinda su propio testimonio apostólico: “Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mi caso. Antes bien, he trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que me acompaña” (1 Corintios 15: 10).
Tomemos nuestra vida, la que tenemos hoy, como esposos, padres de familia, hijos, hermanos, profesionales, trabajadores, estudiantes, ciudadanos, bautizados, laicos, religiosos, sacerdotes, y veamos que es en esa historia concreta donde estamos llamados a desempeñar este papel de ser actores de la vida según el Evangelio, sin presunciones, humildemente, en el mejor estilo cristiano, y muy conscientes de que nuestra  tarea es dar lo mejor de nosotros para hacer que la humanidad y su historia sean más libres, justas, amorosas, responsables, siempre con la apuesta por la dignidad.
Pablo es profeta y explicita su misión, inserto en la tradición apostólica y en las primeras comunidades cristianas:“Hermanos, quiero traerles a la memoria el Evangelio que les prediqué y en el que permanecen firmes; y el que los salvará si lo guardan tal como se los prediqué” (1 Corintios 15: 1-2). La fe en Jesucristo se transmite por el ministerio apostólico y por la experiencia de las comunidades cristianas, esto confiere a cada comunidad de cristianos su sello de autenticidad y compromete a cada bautizado, siguiendo esta inspiración paulina, a ser un comunicador de la Buena Noticia, consciente de que esta es portadora de felicidad plena y de sentido.
Hay en la iglesia gracia y pecado. Gracia la que procede del mismo Señor Jesucristo de tantas hombres y mujeres que han vivido , y siguiendo viviendo fieles a El. Pecado el que se origina en nosotros mismos cuando nos dejamos llevar por el egoísmo, por la aplicación arbitraria de nuestras mentes injustas, por la interpretación distorsionada o equivocada del Evangelio.
Especialmente en los últimos tiempos son notorios los pecados relacionados con el abuso sexual de niños y adolescentes por parte de sacerdotes, también por el manejo de un poder clerical que desconoce las posibilidades de los laicos en la construcción de la comunidad de los creyentes, o por propiciar actitudes que no entran en diálogo con el mundo, con las nuevas sensibilidades de la cultura, con los retos sociales. Cómo nosotros, los de COMUNITAS MATUTINA, tomamos estos retos, asumimos estas responsabilidades e, insertos en la más saludable tradición apostólica y paulina, nos dedicamos a lo esencial del quehacer eclesial, que es transmitir a Jesucristo muerto y resucitado, para que esto mismo purifique al cristianismo de tantas inconsistencias?
El texto de Lucas nos brinda muy buenas pistas para esto. Vemos cómo la multitud busca a Jesús afanosamente, con intensidad, no quieren perder sus palabras, expresión de la esperanza que suscita en ellos: “Estando Jesús a la orilla del lago Genesaret, la gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios” (Lucas 5: 1). El es totalmente novedoso porque no está imponiendo nuevas disciplinas o rituales, ni condenando, sino hablándoles de la misericordia del Padre, haciéndoles sentir su proximidad amorosa, y anunciándoles el comienzo de un nuevo tiempo, en el que todos podrán sentarse a la mesa en igualdad de condiciones, una mesa en la que el servidor es Dios mismo. Es, ciertamente, un lenguaje distinto del de los maestros de la ley y sacerdotes del templo, es un lenguaje esperanzador, estimulante.
En el relato Jesús desafía la lógica humana al pedir a Pedro que eche las redes, lo que da pie a su respuesta: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero basta que tú lo digas, echaré las redes” (Lucas 5: 5).  El resultado es prodigioso, una pesca sobreabundante:“ y pescaron tan gran cantidad de peces, que las redes amenazaban con romperse” (Lucas 5: 6).
Las deducciones para nuestra vida son bastante obvias. Veamos nuestras impotencias, nuestros fracasos, nuestras desconfianzas, nuestras parálisis; somos humanos y no estamos exentos de experimentar sentimientos como estos, pero también estamos llamados a la esperanza, a la nueva vida, a la existencia fecunda, a que todos nuestros esfuerzos valgan la pena. Jesús necesita de gente que “eche una mano con El” para lograr esta nueva manera de vivir, de amar, de ser, de trabajar, de esperar. Esta es la tarea mayor del reino de Dios y su justicia.
Trabajemos con El, aunque de entrada la realidad nos resulte contradictoria y dolorosa, interesémonos, con El y como El, por la suerte de todos los humanos y comprometámonos en explicitar las condiciones de abundancia y vitalidad, de sentido y razones para la esperanza, y aceptemos, como aquellos primeros discípulos, su llamada: “Llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5: 11)
Hagamos memoria de todas las personas que fallecieron trágicamente en el club El Nogal el 7 de febrero de 2003, en al atentado que no podemos olvidar, hace diez años, y de lostres sacerdotes que han sido asesinados en el último mes enBuga (Valle del Cauca), Riosucio (Caldas) y Ocaña (Norte de Santander). Qué hacer para construír un nuevo corazón humano que deje atrás odios y violencias?
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
Tengamos en cuenta



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