domingo, 9 de febrero de 2020

COMUNITAS MATUTINA 9 DE FEBRERO 2020 DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A


“Si partes tu pan con el hambriento, si sacias el hambre del indigente, resplandecerá en las tinieblas tu luz y lo oscuro de ti será mediodía”
(Isaías 58: 10)

Lecturas:
1.   Isaías 58: 6 -10
2.   Salmo 111: 4-9
3.   1 Corintios 2: 1-5
4.   Mateo 5: 13 – 16
Qué es , en definitiva, lo que salva y da sentido pleno al ser humano? Pregunta que se formula con gran simpleza pero que esconde el deseo más profundo que alienta en nosotros, el que moviliza todo nuestro proyecto vital.
A esta cuestión responden los múltiples esfuerzos de la filosofía, las tradiciones religiosas y espirituales, los diversos humanismos,  los núcleos de valores de las comunidades y grupos sociales, las configuraciones culturales, los desarrollos de la ciencia, el reconocimiento de la dignidad humana, la organización institucional y jurídica, la capacidad humana de amar, de entregar la vida a un ideal totalizante, cuya realización ha de redundar en bien de una humanidad libre, realizada, trascendente.[1]
Muchas de estas realizaciones son atinadas y logran dar un sustento humanista, espiritual, a quienes las viven, constituyéndose en  genuinos arraigos de trascendencia y  felicidad, de plenitud,  armonía y coherencia, pero también otras  resultan insuficientes, unas porque sucumben a la tentación de la arrogancia o del poder,  al considerarse la medida plena de todo lo que las personas pueden hacer en esta materia, o porque se constituyen en penosos escenarios de  dominación y tiranía de unos humanos para otros, revistiendo en unos casos modalidades sofisticadas del mal , y en otros vulgar atropello y depredación.
Como angustioso ejemplo de lo último anterior vamos a decir que presenciamos con inmensa pena el espectáculo de varios de los actuales gobernantes de países muy importantes en el plano económico y político, con sus   arbitrariedades y  con  su cínica  conducta ante los  problemas álgidos de los países que les son confiados.  La prepotencia que es común denominador de este proceder no es estimulante ni da confianza a la mayoría de la población mundial. Personajes así están afianzados en un poder que no es ni luminoso ,    señal elocuente de la decadencia que afecta a muchos ámbitos del mundo contemporáneo. [2]
Quienes toman decisiones excluyentes en lo social y en lo político, quienes polarizan a sus países con odios encendidos, quienes determinan guerras arrasadoras y brutales, quienes diseñan modelos económicos y políticas laborales abiertamente inequitativas, quienes fomentan elitismos y se valen del poder para dar soporte a sus intereses sin una referencia responsable al bien común, son seres humanos oscuros, cuya presencia es siniestra, causa de muerte y de injusticia para miles de millones de habitantes del planeta.
Analistas de la cultura y de la sociedad, líderes religiosos y humanistas, activistas sociales, organizaciones de protesta y reivindicación se manifiestan en contra de estos desafueros, como el   fallecido pensador polaco Zygmunt Bauman (1925 – 2017) que  aborda la gravísima problemática de lo que él llama “residuos humanos”, consecuencia  de una globalización brutalmente desigual, del desequilibrio siempre creciente entre naciones ricas y naciones pobres. [3] Estas cosas no resultan de la casualidad o de la mala suerte de quienes las sufren, ellas se originan en intenciones humanas decididas con plena advertencia y con pleno consentimiento.
 Con elocuente severidad de profeta el Papa Francisco llama personas descartadas a aquellos seres humanos que no son significativos para el aparato productivo de unas sociedades que no se compadecen con las   mayorías silenciadas y  desconocidas.[4] Hecho penoso que sucede con mayor notoriedad entre los siglos XX y XXI, tiempo de los mayores avances de la razón, del pensamiento civilizado (?), de los adelantos científico-tecnológicos, de la mayor conciencia en materia  de la autonomía y de la dignidad del ser humano.[5]
 Escandaloso e inaceptable contraste que oscurece al mundo!
El anuncio del mensaje de Jesús y la totalidad de la propuesta del cristianismo no pueden ser ajenos a estas crisis,  porque  la lógica encarnatoria y salvífico-liberadora que está en la raíz de nuestra fe nos mueven a insertarnos en la realidad del mundo para seguir al Señor en la tarea de hacer libre al ser humano de toda esclavitud. Someter al prójimo a condiciones de indignidad es claramente un pecado y  una ruptura de la armonía original querida por Dios, su deseo es que todos los seres humanos vivamos con plenitud y felicidad, trascendiendo siempre en unas relaciones constructivas con cada persona, con cada grupo social, y abiertos a la definitiva plenitud  en El, en la que se consuma y sintetiza esta intención salvadora. [6]
Sin menospreciar los grandes frutos del ser humano ya mencionados, sí vale la pena detenernos a preguntarnos el por qué de tantos egoísmos y violencias, de tantos absurdos y maltratos, de tantas decisiones erradas que someten a la gente a interminables vejaciones, muchas de ellas hechas en nombre del progreso y   de la libertad. [7]
Son muchas las   personas y  los grupos sociales   que  generan  oscuridad porque han dado la espalda al carácter fundamental  del amor, de la compasión, de la solidaridad, del reconocimiento comprometido del prójimo y han desacralizado el misterio de la vida.
Pablo , en el texto de la segunda lectura de este domingo, da testimonio de una realidad definitiva que tiene la pretensión de totalizar el sentido de vida de todos los seres humanos y de constituirse en  luz definitiva que nos abre a las perspectivas del  humanismo trascendente capaz de superar estas oscuridades: “Yo mismo, hermanos, cuando fui donde ustedes a anunciarles el misterio de Dios, no confié mi mensaje al prestigio de la palabra o de la sabiduría, pues sólo quería manifestarles mi saber acerca de Jesucristo, y además crucificado”. [8]
 El Dios que se manifiesta en Jesucristo es un Dios que se vacía de sí mismo para darse todo  salvando y liberando, Dios que se encarna en el aspecto dramático de nuestra realidad, el sufrimiento, el mal, la injusticia, la muerte, asumiéndola para salvarla. Este Dios  no es ni ensimismado ni  autorreferencial, es un Dios todo para el ser humano, para la vida, para la libertad,  el Dios que se abaja y se hace historia y realidad para dedicarse de lleno a configurarnos en el sentido absoluto de la existencia.[9]
Nos damos cuenta del alcance de esta definitiva inserción de Dios a través de Jesús? Captamos la novedad sustancial que en El se nos ofrece? Nuestra condición de cristianos sabe dar el paso cualitativo de la religiosidad ritual al compromiso evangélico de seguir ese camino? La manera como vivimos actualmente significa algo para otros en términos de consistencia ética y espiritual?
El gran indicador para valorar al ser humano no reside en su incontenible disposición para el progreso material, sino  en su apertura al amor definitivo, en su actitud de trascendencia, en su capacidad para construír un mundo incluyente, solidario, justo. Esto, que desde luego no es patrimonio exclusivo del cristianismo, sí hace parte de los elementos normativos del proyecto de Jesús, y al asumirlos nos juntamos con hombres y mujeres de buena voluntad para construír un mundo que refleje la trascendencia de Dios desde la amorosa sabiduría de la cruz.
Los profetas bíblicos, como Isaías, tienen como elemento constante de su misión conectar el culto a Dios con la justicia debida a los desvalidos y sometidos por la oscuridad del egoísmo de quienes los oprimen. Reconocer y hacer efectiva la dignidad de los pobres es un claro indicativo de esta novedad de vida: “Este es el ayuno que yo deseo: romper las cadenas injustas, soltar las coyundas del yugo, dejar libres a los maltratados, y arrancar todo yugo…..”[10]. Si nuestra experiencia religiosa está llena de prójimo,  es auténtica, si no lo es, se trata de un ritualismo vacío, como el que fustigaron los profetas del Antiguo Testamento.
El evangelio de este domingo nos pone en trance de luminosidad y de dar gusto de justicia y dignidad a la vida de nuestros prójimos:  “Ustedes son la sal de la tierra. Mas, si la sal se desvirtúa, con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada fuera y pisoteada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín, sino en el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y alaben a su padre que está en los cielos”  [11]
Estas miniparábolas, puestas inmediatamente después de las bienaventuranzas,  son una referencia directa a la misión de los seguidores de Jesús. No estamos en el mundo para establecer una estructura religiosa en el sentido tradicional del término, similar a la de los fariseos y maestros de la ley, sino para comunicar la Buena Noticia que proviene de Dios, oferta misericordiosa para todos, primeramente para los desheredados y condenados, con el fin de alentar a una vida digna y esperanzada.
En este mundo en el que tantas realidades sombrías afectan negativamente a millones de personas, unos consumidos en su comodidad y en su seudocultura insensible y hedonista, y los más, negados en la posibilidad de vivir humanamente, los cristianos tenemos que trabajar a brazo partido en esa perspectiva que Jesús propone como programa de vida, la justicia, la paz, la mesa compartida, la restauración de lo destruido por el pecado y la injusticia, dando sabor y luminosidad con la coherencia de una vida simultáneamente ligada a Dios y al prójimo.
Esto es lo que hace que la vida de un ser humano valga la pena, en esto es donde se juega el sentido de la vida. Desde su cruz, Jesús nos incita a vivir como El, para todos los prójimos , sazonando la historia e iluminándola con el sabor que da el Padre  , Dios con nosotros y para nosotros.
Debemos reconocer humildemente que desde la Iglesia hemos aportado oscuridad y sin sabor cuando nos hemos aliado con los poderes del mundo, cuando hemos adoptado estilos de soberbia moral y religiosa, cuando hemos dado primacía a lo jurídico-ritual sobre la misericordia y la compasión, cuando hemos conquistado sin respetar libertades e identidades. Ser sal de la tierra y luz del mundo implica un serio auto examen para erradicar esas prácticas que oscurecen la luminosidad original de la Buena Noticia de Jesús. [12]



[1] LUCAS LUCAS, Ramón. Horizonte vertical: sentido y significado de la persona humana. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2010.
[2] ARBOLEYA, Jesús. La decadencia del discurso de Trump y sus peligros en https://progresosemanal.us/20170923/la-decadencia-del-discurso-trump-peligros/  . WALLERSTEIN, Immanuel. Geopolítica del siglo XXI: volatilidad por todos lados en www.iade.org.ar/noticias/geopolitica-del-siglo-xxi-volatilidad-por-todos-lados . IONESCO, Eugene. El rey se muere (obra de teatro) Editorial Losada. Buenos Aires, 2010. CREMOUX, Raúl. Trump visto por psicoanalistas en https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raul-cremoux/trump-visto-por-psicoanalistas
[3] BAUMAN, Zygmunt. La modernidad y sus parias. Paidós. Buenos Aires, 2005.  JUDT, Tony. Algo va mal. Taurus. Buenos Aires, 2011. STITGLITZ, Joseph. El malestar en la globalización. Taurus. Madrid, 2002.
[4] PEREZ ANDREO, Bernardo. El Papa Francisco más allá del neoliberalismo. En https://www.religiondigital.org/opinion/Papa-Francisco-alla-Neoliberalismo_0_1801919818.html . PAPA FRANCISCO. Encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la casa común. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2015.
[5] VALVERDE, Carlos. Génesis, estructura y crisis de la modernidad. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1996.
[6] CASTILLO, José María. Dios y nuestra felicidad. Desclée de Brower. Bilbao, 2001.
[7] BERIAIN, Josetxo y AGUILUZ, Maya (Editores). Las contradicciones culturales de la modernidad. Anthropos. México, 2007.
[8] 1 Corintios 2: 1-2
[9] TORNOS, Andrés. Cuando hoy vivimos la fe: teología para tiempos difíciles. San Pablo. Madrid, 1995.
[10] Isaías 58: 6
[11] Mateo 5: 13-16
[12] MOLTMANN, Jürgen. Cristo para nosotros hoy. Trotta. Madrid, 1999.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog