sábado, 30 de diciembre de 2023

COMUNITAS MATUTINA 31 DE DICIEMBRE 2023 FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH CICLO B

 “El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”

(Lucas 2: 40)

 

Lecturas:

1.      Eclesiástico 3: 3-17

2.     Salmo 127

3.     Colosenses 3: 12-21

4.     Lucas 2: 22-40

Es esencial en la comprensión y vivencia de la fe cristiana  el carácter sacramental de la humanidad, así lo planteábamos en la reflexión correspondiente al día de Navidad,  en la perspectiva de la encarnación de Dios en el ser humano. Cuando hablamos de sacramental en sentido teológico amplio nos referimos a una mediación que comunica y significa con eficacia la gracia de Dios.  Quiere decir que la gran experticia del Padre   es configurar seres humanos excelentes, cuyo   método especializado para esta tarea es Jesús de Nazareth,  modelo y referente del nuevo ser humano.[1] Vale decir que Dios, para hacerse comprensible, se revela en lo humano, en lo histórico y real.[2] Esta es la maravilla del misterio de le encarnación.  Esta afirmación es un motivo esencial de la buena teología y de la interpretación bíblica que la respalda.

José María Castillo, teólogo español recientemente fallecido , tiene un estupendo libro llamado “La humanización de Dios”, cuyo hilo conductor es lo que proponemos en el párrafo anterior. Tomamos una referencia suya, que apoya estas convicciones: “Si estamos efectivamente convencidos de que Dios se nos da a conocer en Jesús y de que, por tanto, Jesús es el Revelador de Dios, una misión que no sólo desempeñó en su vida mortal, sino que, según la teología del cuarto evangelio, sigue realizando en este momento, la conclusión lógica que de eso se desprende es que , en la humanidad de Jesús, conocemos la humanidad de Dios” .[3]

Las interpretaciones sobre la persona de Jesús, que conocemos con el nombre genérico de cristología, durante muchos siglos partieron de un modelo vertical descendente,  su énfasis residía desmedidamente en la divinidad de Jesús y en su condición sobrenatural, con detrimento de su humanidad. Un asunto así no es vana erudición de teólogos especialistas, saberlo nos ayuda a entender  consecuencias que esto trajo  para las iglesias, para el cristianismo en general; la más potente de ellas fue el espiritualismo desencarnado, [4]l a desconexión de las realidades históricas y existenciales, el lenguaje y estilo pastoral demasiado abstracto, la dificultad para  dialogar con la cultura, con los desarrollos del pensamiento, con la ciencia, con el dinamismo de la historia, con las acuciantes problemáticas del ser humano en su vida cotidiana En determinado momento de su proceso la Iglesia era una institución demasiado divina,  muy temerosa y distante de lo humano.

Con el avance de las ciencias humanas y sociales en los siglos recientes surge  una valoración muy positiva del  ser humano, de su razón,  de su autonomía ; esto se vió reflejado en los movimientos revolucionarios, en las reivindicaciones sociales, en los diversos enfoques del pensamiento crítico orientados a la emancipación de esclavitudes ideológicas, políticas, económicas, religiosas. Tal sensibilidad   influyó en la teología, en el estudio e interpretación  de los textos bíblicos, de sus contextos y de sus  pretextos,  y  en movimientos muy significativos  que surgieron en diversos ámbitos eclesiales, animados por esta recuperación de lo humano y de lo histórico-existencial como lugares del acontecer de Dios y de su acción salvadora. Así se preparó el Concilio Vaticano II, así surgieron las nuevas teologías como la de las realidades terrenas, la del desarrollo, la de la liberación, la del pluralismo religioso, el ecumenismo, el diálogo fe-razón, fe-ciencia, fe-cultura. Es el principio encarnatorio de Dios haciéndose vigente en la Iglesia y en cada comunidad de creyentes, en su reflexión teológica y en su estilo pastoral. [5]

Uno de los aspectos destacados de esta “humanización de Dios” es su realidad familiar, que la liturgia de la Iglesia destaca este domingo como una prolongación del sentido de la Navidad, invitándonos a considerar la familia de Nazareth. La buena condición humana surge en un medio familiar armónico, amoroso, solidario, pleno de afecto y de espiritualidad: “Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos. El que honra a su padre expía sus pecados, y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro” . [6]

Dos asambleas del Sínodo de los Obispos[7], convocadas por el Papa Francisco, se han dedicado a estudiar las realidades del matrimonio y de la familia, sus problemáticas actuales, sus fortalezas y también sus debilidades. De allí surgió ese documento , ahora de total actualidad, que se llama “Amoris Laetitia” (sobre el amor en la familia y en el matrimonio),  que hace un diagnóstico completo de las circunstancias contemporáneas de la institución familiar, luego fija su mirada en Jesús y actualiza la vocación evangélica y humana de esta comunidad , explicita la centralidad del amor en el matrimonio, se proyecta con orientaciones pastorales fundamentadas en la misericordia[8] , señala pautas claras para la educación de los hijos, y plantea líneas para una espiritualidad conyugal y familiar. Denso y estimulante texto  que da esperanza a las familias y se fija constructivamente en los caminos de superación de los conflictos que las aquejan:  “Los esposos cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y para los restantes familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Dios los llama a engendrar y a cuidar. Por eso mismo, la familia ha sido siempre el hospital más cercano.La vida en pareja es una participación en la obra fecunda de Dios y cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu” .[9] La función de la familia es ser una comunidad de amor en donde quienes la integran puedan abrirse a los demás con total sinceridad y confianza.

El evangelio de Lucas, que hace parte de los relatos de la infancia de Jesús, nos cuenta el rito de la presentación del niño en el templo, tradición judía propia de sus hondas convicciones teologales, que ofrecía los hijos a Dios, asumidos como gracia y bendición.  La narración nos indica el gozo del anciano Simeón y de la profetisa Ana, al encontrarse en  el niño Jesús con la humanidad de Dios y con la concreción de su promesa de salvación: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel” .[10] Siguiendo la comprensión de los géneros literarios de la Biblia estamos ante un relato que desborda la puntualidad de lo biográfico para dar paso a la interpretación teológica:  en ese niño se revela Dios en plenitud, su humanidad es el  sacramento del encuentro con Dios. Parte sustancial de la lógica de la encarnación es tener padre y madre, vivir en familia, madurar, apropiar la formación que allí se recibe, ver en José y en María a dos creyentes ejemplares, amantes de Dios, laboriosos, persuadidos de que el hogar es su medio divino.[11]

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario, una evolución. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos: “Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón” .[12] Luego , las cosas se harán paulatinamente más claras. El evangelista hace notar que: “El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón” .[13] La meditación de María le permite profundizar el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso que la lleva a la captación de los designios de Dios. Ella es la primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

A menudo, Dios sorprende y derriba nuestros esquemas de lógica humana. En este caso es patente, no es fácil entender sus planes, su voluntad, el modo de vida que El nos propone en Jesús para que seamos estupendos seres humanos, para que no nos dejemos guiar por las ambiciones de poder y de riquezas, para que acojamos el don de la solidaridad, para que nuestra vida esté determinada por el servicio al prójimo y por la liberación de las cadenas que quitan dignidad a nuestra humanidad.

Hay unas exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios, en las que José y María son referencia ejemplar:

-       Buscarlo: “Como no lo encontraron volvieron a Jerusalén en busca de él” ;[14]

-      Radical confianza en El; considerar en oración y discernimiento estas realidades y asumirlas con esperanza:” Su madre conservaba estas cosas en su corazón” (Lucas 2: 51),[15]

-      Dejar que Dios acontezca madurando en la interioridad: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lucas 2: 52).[16]

Pablo, en la segunda lectura de hoy, de la carta a las Colosenses, exhorta a llevar una vida que sea consecuencia del haberse revestido de Jesús, el hombre nuevo: “Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones, esa paz a la que han sido llamados porque formamos un solo cuerpo. Y vivan en la acción de gracias” .[17]

La  crisis de humanismo que se vive en muchos ámbitos , la posibilidad de ser manipulados por el asedio de los medios de comunicación, la dificultad para adquirir compromisos de largo alcance , el espíritu facilista y poco dado a la abnegación,  el talante  egocéntrico de muchos, el vacío de trascendencia, son hechos que afectan  a la familia. Es de nuestra fe propender siempre por lo humano,  por eso  el llamamiento es  a trabajar con pasión por la familia completa, feliz, en comunión;  de allí surgen  hombres y mujeres integrados, emprendedores de mejores sociedades, con raíces espirituales y humanistas profundas. Jesús, María y José son referente clave para este proyecto.

Antonio José Sarmiento Nova, S.J.

 



[1] GONZALEZ FAUS, José Ignacio. La humanidad nueva: ensayo de Cristología. Sal Terrae. Santander, 2016; El rostro humano de Dios. Sal Terrae. Santander, 2015. MOLTENI, Agostino & SOLÍS NOVA, David. El acontecimiento de Cristo como norma del método teológico para una nueva evangelización. En Franciscanum, volumen 65 número 179, páginas 1-36. Universidad de San Buenaventura, 2023. SCHYLLEEBECKX, Edward. Cristo, sacramento del encuentro con Dios. Dinor. San Sebastián, 1970.

[2] SCHOKEL, Luis Alonso & ARTOLA ABIZA, Antonio María. La palabra de Dios en la historia de los hombres. Universidad de Deusto. Bilbao, 1991. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Cristiandad. Madrid, 1987. GELABERT BALLESTER, Martín. Jesucristo, revelación del misterio del hombre. Ensayo de antropología teológica. San Esteban. Salamanca, 1997. GARAVITO VILLARREAL, Daniel de Jesús. La revelación y la actividad humana: recepción teológica de la Constitución Dei Verbum en clave de la apropiación. Tesis para obtener el título de doctor en teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2013. CHAUVET, L.M. Símbolo y sacramento. Dimensión constitutiva de la existencia cristiana. Herder. Barcelona, 1991. MALDONADO, Luis. Sacramentalidad evangélica: signos de la presencia para el camino. Sal Terrae. Santander, 1980.

[3] CASTILLO, José María.  La humanización de Dios. Trotta. Madrid, 2010, página 198. LA ROTTA GIRALDO, Miguel Hernán. La Encarnación desde la lógica de la fe y desde la lógica de la racionalidad. En https://www.es.scribd.com/document/314539567/La-Encarnacion-Desde-La-Logica-de-la-Fe-y-Desde-la-Logica-de-la-Racionalidad  FISICHELLA, Rino. La revelación: evento y credibilidad. Sígueme. Salamanca, 1989. LATOURELLE, René. Teología de la Revelación. Sígueme. Salamanca, 1982. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Capítulo II: Creo en Jesucristo, Hijo de Dios. Párrafo 1: El Hijo de Dios se hizo hombre. San Pablo. Bogotá, 2022; páginas 154-163. SABUGAL, Santos. Encarnación y muerte redentoras. En https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/estudioagustiniano/estudiofondos/estudio1986/estudio:1986_2_02.pdf KUNG, Hans. La encarnación de Dios: Introducción al pensamiento teológico de Hegel como prolegómenos para una cristología futura. Herder. Barcelona, 1987. URIBARRI BILBAO, Gabino. La singular humanidad de Jesucristo, el tema mayor de la cristología contemporánea. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2008.

[4] SESBOUE, Bernard.  Imágenes deformadas de Jesús. Mensajero. Bilbao, 1980.

[5] GABORIAU, Florence.  El giro antropológico de  la teología de hoy. Herder. Barcelona, 1970. PANNENBERG, Wolfhart. Antropología en perspectiva teológica. Sígueme. Salamanca, 1993. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. Imagen de Dios: antropología teológica fundamental. Sal Terrae. Santander, 1988. CABILDAS TEJERO, Juan Manuel. La persona es creatura amorosa: perspectivas para una antropología teológica. Edicep. Valencia, 2002. COLZANI, G. Antropología teológica. El hombre, paradoja y misterio. Secretariado Trinitario. Salamanca, 2001. PAOLI, Arturo. La persona, el mundo y Dios. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1967.

[6] Eclesiástico 3: 2-4

[7] Las de 2014 y 2015

[8] Como la admisión a los sacramentos de la Iglesia a los divorciados vueltos a casar.

[9] PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica post sinodal AMORIS LAETITIA , sobre la alegría del amor en la familia y en el matrimonio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2015. AROS VEGA, Jorge & BASUALTO PORRA, Lorena. Aportes a la teología de la familia. Lectura eclesiológica  de la Iglesia Doméstica. En Veritas número 30, páginas 163-186. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, marzo 2014. GALINDO, A. (Editor) Hacia una teología de la familia. Universidad Pontificia de Salamanca, 2009. PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1981. MIRALLES, A. El matrimonio: teología y vida. Palabra. Madrid, 1997. CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. Semana de la Familia 2023, protagonistas de la esperanza. CEC. Bogotá. 2023.

[10] Lucas 2: 29-32

[11] VICARÍA DE LA ESPERANZA JOVEN. Somos miembros de una familia. Arquidiócesis de Santiago de Chile, 2014. DE LA TORRE, Javier. Jesús de Nazaret y la familia. Una respuesta válida a los desafíos actuales de la moral familiar. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 2 de diciembre 2014. MONTES PERAL, Luis Angel. La familia en la historia de Jesús. En Estudios Agustinianos número 46, páginas 233-274. Estudio Teológico Agustiniano. Valladolid, 2011.

[12] Lucas 2: 34-35

[13] Lucas 2: 51

[14] Lucas 2: 45

[15] Lucas 2: 51

[16] Lucas 2: 52

[17] Colosenses 3: 14-15

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