domingo, 16 de septiembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE XXIV del Tiempo Ordinario



Lecturas
1.     Isaìas 50: 5-9
2.     Salmo 114: 1-9
3.     Santiago 2: 14-18
4.     Marcos 8:27-35
La pregunta que Jesùs hace a sus discípulos en el texto de Marcos que nos propone hoy la Iglesia es también dirigida a nosotros: “Quièn dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: unos, que Juan el Bautista; otros, que Elìas; y otros, que uno de los profetas.El siguió preguntándoles: Y según ustedes, quièn soy yo?” (Marcos 8: 27-29).
Despuès de haber compartido con ellos parte significativa de su ministerio, de su anuncio del Reino, de haberlos introducido en la nueva lógica que proviene del Padre a través de El, Jesùs les hace un “examen” para constatar si han captado los alcances de su persona y de su misión.
Esto nos lleva a pensar en las múltiples interpretaciones que sobre Jesùs se han hecho a lo largo de la historia, unas incompletas y sesgadas, y otras, haciendo el esfuerzo de insertarse en los testimonios del cristianismo primitivo, en los textos del Nuevo Testamento, en el magisterio de la Iglesia, y en la experiencia actualizada de los cristianos.
Jesùs el hacedor de milagros y portentos , Jesùs “manso y humilde de corazón”, Jesùs subversivo político, Jesùs entronizado como un rey lejano de la historia del ser humano, Jesùs juez y justiciero, Jesùs profeta de una bondad intrascendente, Jesùs un hombre extraordinario, Dios con apariencia de hombre, hombre especial sin divinidad.
Es tarea de la Iglesia, de su teología, de su ministerio pastoral, de su experiencia comunitaria, responder a este interrogante captando y viviendo lo esencial de su ser y de su misión. Veamos lo que sigue en el texto de Marcos: “Pedro le respondió: Tù eres el Mesìas. Entonces Jesùs les ordenò que no hablaran de èl con nadie” (Marcos 8: 29-30).
Esta respuesta aparentemente simple es de un alcance trascendente, es lo que los estudiosos del Evangelio llaman el “secreto mesiánico”, decisivo para entender y vivir a Jesùs, para poder responder existencialmente su pregunta.
Se refiere a que la misión de Jesùs en la historia humana no es la de un poderoso personaje que triunfa al estilo del mundo, lo suyo pasa por la dimensión de la cruz , de la donación total y amorosa de la vida para que todos tengamos vida en abundancia. Digamos que esto del secreto mesiánico es el rechazo enfático del poder, es la aceptación del sufrimiento crucificado como la gran posibilidad redentora y salvadora, y asì mismo les va explicando en los siguientes versículos del texto: “Entonces Jesùs empezó a enseñarles que el Mesìas tenía que sufrir mucho….” (Marcos 8: 31.
La respuesta de Pedro es como la de tantos seres humanos que no asumen este aspecto doloroso de la existencia, la aceptación del mismo en una perspectiva liberadora, salvífica, y le vale una reprimenda de Jesùs: “Colòcate detrás de mì, Satanàs, porque no piensas como Dios sino como los hombres” (Marcos 8: 33).
Si miramos la primera lectura, tomada de Isaìas, de los llamados “cànticos del siervo sufriente de Yahvè”,  podremos establecer la coherencia que guarda con la enseñanza de Jesùs a propósito de su misión. El texto prefigura un Mesìas humillado y ofendido, perseguido, maltratado: “no ocultè la cara ante los insultos y salivazos” (Isaìas 50: 6), que pone en tela de juicio todos nuestros imaginarios sobre Dios y sobre las realidades que nos salvan y nos dan sentido.
No es el poder ni la vanidad, no la arrogancia ni la dominación, sino el amor vivido hasta el máximo, la fuerza que asume al ser humano desde Dios y le hace posible la redención.  Por eso Jesùs completa su enseñanza sobre las implicaciones de su mesianismo asì: “Si alguno quiere venir detrás de mì, que renuncie a sì mismo, que cargue con su cruz y que me siga” (Marcos 8: 34).
Creer en Jesucristo no es la tranquila pertenencia a una institución prestadora de servicios religiosos, ni la  participación en una religiosidad vivida por inercia sociocultural, ni el cómodo cumplimiento de unos rituales. De acuerdo con lo que El mismo propone se trata de configurar nuestra vida, si asì lo decidimos, con la de El, en una relación de amor apasionado que nos lleva a descubrir que siguiendo este camino crucificado es donde se realiza la jugada maestra de una vida con sentido.
No se trata del sufrimiento por sì mismo, ni de autocastigo, o  de dolor enfermizo, masoquismo se llama esto. Optar por el mismo sendero de Jesùs significa que asumimos un modo de vida determinado por la ofrenda amorosa de sì mismo, por la renuncia al vano honor del mundo, por la pràctica constante y creciente de la solidaridad, por la identificación existencial con los adoloridos y humillados para buscar su dignificación y su liberación.
Para “redondear” el mensaje de este domingo Santiago, en su conocido estilo pràctico, nos indica: “Asì también la fe, si no tiene obras, està completamente muerta” (Santiago 2: 17). A lo que se està refiriendo es a la coherencia de la fe profesada con una vida que traduce en pràcticas evangélicas y humanas eso en lo que se dice creer. Hoy, de modo muy especial, se nos hace énfasis en el aspecto “crucificado” de Jesùs y, desde ahì, nos remite a una confrontación de todo lo que somos y hacemos.
-         Tenemos miedo del sacrificio, de la abnegación, de la cruz?
-         Còmo ha sido mi actitud en los momentos de dolor?
-         Evado la responsabilidad del amor con una vida facilista y cómoda?
-         Capto el “secreto mesiánico” de Jesùs?
Antonio Josè Sarmiento Nova,SJ
Pontificia Universidad Javeriana

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