Lecturas
1. Isaìas 53:10-11
2. Salmo 32:4-5 y 18-22
3. Hebreos 4: 14-16
4. Marcos 10: 35-45
Definitivamente una marcada tendencia
de los relatos evangélicos y de la revelación bíblica en general es la de
destacar que el ser humano modelado por Dios debe ser contrario al poder, a la
arrogancia que viene del mismo, al vano honor del mundo. Con esta realidad nos
conectan los textos de este domingo, de modo especial el relato de Marcos.
La historia de la humanidad abunda en
hechos que ponen en evidencia los excesos del poder: el imperio romano que se consideró
el centro del mundo, las extravagancias de sus emperadores, el estilo de vida
vanidoso, derrochador, irresponsable; la barbarie del nazismo con la demencia
de Hitler a la cabeza, empeñado en la superioridad de la raza aria y haciendo
todo para destruir a los judíos, sin el más mínimo asomo de compasión; también
ciertos episodios de la vida de la iglesia, en los que no pocos olvidaron los
ideales del evangelio y se dedicaron a consagrar funestas alianzas con los
poderes temporales; también de años más recientes tenemos presentes las
dictaduras en América Latina, violadoras de derechos humanos, limitando la
libre expresión del pensamiento y persiguiendo a los disidentes.
Pero también cabe que llevemos este
examen de conciencia a nuestra propia vida, y hagámoslo viendo lo que destaca
el evangelio de hoy, la respuesta de Jesús al requerimiento de Santiago y Juan,
los hijos de Zebedeo, que le pidieron que los pusiese en lugar de privilegio,
como imaginándose que el asunto de Jesús era una apuesta de poder temporal y de
jerarquías: “No saben lo que piden. Pueden beber el cáliz de amargura que yo voy a
beber, o pasar por la terrible prueba que yo voy a pasar?” (Marcos 10:
38).
Lo “normal” es aspirar al poder,
estar por encima de los demás, ambicionar aplausos y reconocimientos, hacer tráfico
de influencias, presumir de ser más, hacer gala de estar en los círculos de
influencia, adoptar los criterios de superioridad. Lo que Jesús propone es
“anormal”, y en esto El es clarísimo: “Ustedes saben que quienes figuran como jefes
de las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus dirigentes las oprimen.
No debe ser asì entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, que
sea su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, que sea esclavo
de todos. Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido sino a servir
y a dar su vida en rescate por todos” (Marcos 10: 41.45). El mismo con
su modo de darse al Padre y a su voluntad, con su atención a todos,
preferentemente a los últimos y excluidos, con su negativa a la fama y a la
espectacularidad, con su juicio ignominioso y humillante, con la donación total
de todo su ser en la cruz, nos ha señalado el camino de la “normalidad
evangélica”.
Es posible que a fuerza de escuchar
muchas veces este texto nos pase desapercibido y sin fuerza impactante. Que sea
el momento de rescatar su significado y de llevarlo a nuestros modelos mentales, a nuestra escala
de valores, a nuestro estilo de vida, a nuestras relaciones, a todo nuestro modo de proceder.
Seguir a Jesús no es cuestión de
tener “palancas” y de valerse de ellas, ni de hacer carrera y lograr
beneficios, ni de ocupar posiciones destacadas, aquí el núcleo fundamental es
la vida entendida como servicio, muriendo al propio ego, a los afectos
desordenados, a las vanidades, aceptando que el conocimiento interno del Señor
nos lleva a donar la vida para que otros tengan vida de verdad.
La primera lectura, del profeta Isaías,
hace parte de un grupo de textos llamados los “cantos del Siervo de Yavè”, que
proponen el perfil del genuino Mesías de Israel, no se presenta aquí a un rey
poderoso, sino a un servidor sufriente, que entrega la vida y carga con la
culpa de todos: “Pero el Señor quiso quebrantarlo con sufrimientos. Y si el entrega su
vida como expiación, verà su descendencia, tendrá larga vida y por medio de el
prosperaràn los planes del Señor” (Isaìas 53: 10).
Què tipo de vida dan los poderosos,
los tiranos, los arrogantes? Què tipo de vida dan los que aman sin medida, los
solidarios, los servidores de la humanidad? Còmo participamos de una u otra mentalidad?
Què rupturas debemos hacer en nosotros para acceder al estilo servicial de
Jesùs?
La carta a los Hebreos nos invita a
acercarnos a este Mesìas que “…. No es el un sumo sacerdote incapaz de
compadecerse de nuestras flaquezas sino que ha sido probado en todo como
nosotros menos en el pecado” (Hebreos 4: 15). El mayor servicio de
Jesùs es el de insertarse en nombre de Dios dentro de la condición humana, con
toda su fragilidad, con todo su dramatismo, con todas sus limitaciones, incluso
con toda su pecaminosidad, haciéndose pequeño, vaciándose de sì mismo, portando
la cruz, muriendo trágicamente, y por todo esto, por el total amor de Dios
expresado en El, haciendo de esa muerte y de esa encarnaciòn mèrito salvador y
liberador para garantizarnos la vida plena, la que no se agota, la que
trasciende para siempre en el amor del Padre.
Hoy damos gracias a Dios por la vida
de estos hermanos, llamados por El a su plenitud:
1. Ana Marìa Hidalgo
Jaramillo, joven esposa y madre de familia.
2. Jarby Armando Pèrez Amaya,
sacerdote de 50 años de edad, de la diócesis de Socorro y San Gil.
3. Jorge Hernàn Lòpez,
dedicado a los medios de comunicación y a la difusión de la Palabra.
Nos unimos a sus familiares con
profundo sentido de esperanza.
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
No hay comentarios:
Publicar un comentario