domingo, 7 de octubre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 7 DE OCTUBRE XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.     Gènesis 2:18-24
2.     Salmo 127:1-6
3.     Hebreos 2:9-11
4.     Marcos 10:2-16
Es muy frecuente conocer las deficiencias de muchos matrimonios, la insatisfacción de las parejas, el maltrato intrafamiliar, divorcios y separaciones, niños en hogares incompletos, infidelidades y otras realidades que expresan una crisis espiritual, una dificultad notable en muchas personas para afrontar constructiva y responsablemente el asunto esencial de la relación hombre – mujer y su estabilidad y consagración en el matrimonio.
Esto es materia de muchos análisis y estudios desde las ciencias humanas y sociales, también es preocupación de las instituciones dedicadas al bienestar de la familia, de las tradiciones religiosas, del estado. El tema no es sòlo de esta época, la problemática es de siempre y hace referencia al núcleo central del ser humano, donde se arraigan los valores, las motivaciones, lo que inspira sus decisiones y actuaciones.
El texto de Gènesis y el evangelio de Marcos nos remiten al proyecto de Dios con respecto a la relación hombre – mujer y a su feliz complementariedad en el matrimonio y en la fecundidad familiar. No se nos olvide que la genuina voluntad de Dios es la plena felicidad de los seres humanos, su total realización, que encuentra en la dinámica de lo masculino y lo femenino una de las formas que màs captan el corazón humano, lo atraen, lo seducen, lo enamoran, pero……………….què sucede cuando se constatan tantas precariedades?
Los humanos en el ejercicio de nuestra libertad podemos fallar y desacertar, y con no poca frecuencia esto se convierte en mal  que afecta a muchos. Por eso, la tarea constante es explorar en las honduras de nuestro corazón para hacerle un control de calidad, para verificar nuestras intenciones, para rectificar las prioridades de la vida, para re-significar lo que el hastìo o el vacìo espiritual deterioran.
En el texto de Marcos, a la pregunta que unos fariseos hacen a Jesùs sobre la licitud de dejar a la esposa, este vuelve por los fueros de la dignidad femenina. En el establecimiento religioso judío el hombre podía repudiar a su mujer, alegando infidelidad o cualquier otra deficiencia, pero no asì la mujer, ella tenía que soportar el maltrato, el desafecto, el adulterio del hombre, y la ley no la habilitaba para separarse del marido. Una clara injusticia y desigualdad de oportunidades, muy arraigada aùn en diversos ámbitos sociales.
Jesùs responde: “Pero desde el principio Dios los creò hombre y mujer. Por eso dejarà el hombre a su padre y a su madre, se unirà a su mujer y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Marcos 10: 6-9). Es una postura de clara protección de la mujer, de re-significaciòn de la responsabilidad del varòn, y de dignificación del encuentro amoroso de la pareja.
Esto requiere de una mente y un corazón siempre dispuestos al crecimiento, abiertos a la transformación constante que proviene del Espìritu y de la respuesta generosa de ambos, a la purificación de lìmites y egoísmos, a la donación plena del hombre y de la mujer. Es cuestión de espiritualidad, de libertad, de madurez, de sabiduría, de tomarse en serio las personas,de no hacer de los vínculos afectivos aventuras pasajeras.
El relato del Gènesis, con un lenguaje propio de la cultura hebrea de hace màs de veinte siglos, también se pronuncia a favor de la felicidad conyugal. Y lo primero es ser consciente de que Dios mismo es el origen de esta atracción, de este amor y de la felicidad que proviene de ahì. El Dios plenamente comprometido con sus creaturas se expresa en la ìntima comunión del varòn y de la mujer y hace de esa relación uno de los ámbitos de mayor expresión de sì mismo .
El texto hace decir al hombre: “Ahora sì, esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne; por eso se llamarà mujer” (Gènesis 2: 23). Es un estado de armonía original, uno de los elementos configuradores de lo que llamamos “paraíso”.
En la oración de este domingo y de la semana cabe hacernos algunas preguntas de fondo:
-         Cuàl es el estado actual de mi corazón? Urgido por lo que no es importante? Atafagado por el deseo de poder y de dinero, y olvidado de mis relaciones familiares?
-         Dios es para mì un recurso ocasional, un pretexto social? O es el principio y fundamento de todo lo que soy y hago?
-         Cuàl es mi visión del hombre, de la mujer? Estoy inspirado por unos valores espirituales o simplemente llevado por la fuerza de los instintos?
-         Si estoy casado, còmo es mi matrimonio? Entusiasmado, generoso, comprometido, en plan de constante crecimiento? O rutinario, empobrecido afectivamente, ausente de Dios?
Para los cristianos la realidad esencial, constitutiva, en la que hallamos el sentido definitivo de la vida està en el mismo Señor Jesùs, por eso nuestra opción fundamental es por El, por seguirlo, por configurar nuestra vida con la de El y, desde ahì, estructurar las opciones propias de estado de vida como matrimonio, ministerio, consagración religiosa, celibato consagrado, servicio a la humanidad, opción por los màs pobres, participación en la vida de la sociedad, etc.
En El  el Padre Dios nos revela en què consiste ser auténticamente humano. Caracterìstica esencial de su ser y de su misión es la donación amorosa e incondicional de sì mismo para hacernos  partìcipes de la vida de Dios: “Asì, por disposición divina gusto èl la muerte en beneficio de todos” (Hebreos 2:9).
Si es nuestro ideal lograr un proyecto de vida con sentido, trascendente, responsable, recto, amoroso, volvamos la mirada al Dios que se nos revela en Jesucristo y entremos en el clima del Espìritu, en la novedad liberadora que El nos ofrece, saneemos lo que el egoísmo y el pecado han dañado, dejemos que todo nuestro ser se sature de El para que suceda en nosotros la nueva humanidad, en la que el Padre es experto, justamente por ese deseo que lo mueve siempre a nuestra felicidad.
Podemos decir con el salmo de hoy: “Si el Señor no construye la casa, en vano se esfuerzan los albañiles; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela” (Salmo 127: 1).
Dios està totalmente implicado en nuestra historia, y esta implicación es salvífica y liberadora, El sucede amorosamente dando un sentido pleno a todo lo humano. Hoy, consideremos que el ámbito del encuentro entre el varòn y la mujer, y su maduración en el matrimonio, es lugar privilegiado del acontecer de Dios.
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
En memoria de Clarita Sarmiento Nova, Josè Antonio Sarmiento Santana,Inesita Nova, Magdalena Lamus Cuesto, Gerardo Arango Puerta, Jorge Ardila Serrano, Pedro Ortiz Valdivieso,Alvarito Nova Zambrano, Alberto Nova Zambrano, Alfonso Sarmiento Montero, y de todos los que nos han precedido en el signo de la fe.
www.pastoralenellugardetrabajo.cl

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