Lecturas
1. Gènesis 2:18-24
2. Salmo 127:1-6
3. Hebreos 2:9-11
4. Marcos 10:2-16
Es muy frecuente conocer las
deficiencias de muchos matrimonios, la insatisfacción de las parejas, el
maltrato intrafamiliar, divorcios y separaciones, niños en hogares incompletos,
infidelidades y otras realidades que expresan una crisis espiritual, una
dificultad notable en muchas personas para afrontar constructiva y
responsablemente el asunto esencial de la relación hombre – mujer y su
estabilidad y consagración en el matrimonio.
Esto es materia de muchos análisis y
estudios desde las ciencias humanas y sociales, también es preocupación de las
instituciones dedicadas al bienestar de la familia, de las tradiciones
religiosas, del estado. El tema no es sòlo de esta época, la problemática es de
siempre y hace referencia al núcleo central del ser humano, donde se arraigan
los valores, las motivaciones, lo que inspira sus decisiones y actuaciones.
El texto de Gènesis y el evangelio de
Marcos nos remiten al proyecto de Dios con respecto a la relación hombre –
mujer y a su feliz complementariedad en el matrimonio y en la fecundidad
familiar. No se nos olvide que la genuina voluntad de Dios es la plena
felicidad de los seres humanos, su total realización, que encuentra en la
dinámica de lo masculino y lo femenino una de las formas que màs captan el
corazón humano, lo atraen, lo seducen, lo enamoran, pero……………….què sucede
cuando se constatan tantas precariedades?
Los humanos en el ejercicio de
nuestra libertad podemos fallar y desacertar, y con no poca frecuencia esto se
convierte en mal que afecta a muchos.
Por eso, la tarea constante es explorar en las honduras de nuestro corazón para
hacerle un control de calidad, para verificar nuestras intenciones, para
rectificar las prioridades de la vida, para re-significar lo que el hastìo o el
vacìo espiritual deterioran.
En el texto de Marcos, a la pregunta
que unos fariseos hacen a Jesùs sobre la licitud de dejar a la esposa, este
vuelve por los fueros de la dignidad femenina. En el establecimiento religioso
judío el hombre podía repudiar a su mujer, alegando infidelidad o cualquier
otra deficiencia, pero no asì la mujer, ella tenía que soportar el maltrato, el
desafecto, el adulterio del hombre, y la ley no la habilitaba para separarse
del marido. Una clara injusticia y desigualdad de oportunidades, muy arraigada
aùn en diversos ámbitos sociales.
Jesùs responde: “Pero desde el principio Dios los
creò hombre y mujer. Por eso dejarà el hombre a su padre y a su madre, se unirà
a su mujer y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno
solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Marcos
10: 6-9). Es una postura de clara protección de la mujer, de re-significaciòn
de la responsabilidad del varòn, y de dignificación del encuentro amoroso de la
pareja.
Esto requiere de una mente y un
corazón siempre dispuestos al crecimiento, abiertos a la transformación
constante que proviene del Espìritu y de la respuesta generosa de ambos, a la
purificación de lìmites y egoísmos, a la donación plena del hombre y de la
mujer. Es cuestión de espiritualidad, de libertad, de madurez, de sabiduría, de
tomarse en serio las personas,de no hacer de los vínculos afectivos aventuras
pasajeras.
El relato del Gènesis, con un
lenguaje propio de la cultura hebrea de hace màs de veinte siglos, también se
pronuncia a favor de la felicidad conyugal. Y lo primero es ser consciente de
que Dios mismo es el origen de esta atracción, de este amor y de la felicidad
que proviene de ahì. El Dios plenamente comprometido con sus creaturas se
expresa en la ìntima comunión del varòn y de la mujer y hace de esa relación
uno de los ámbitos de mayor expresión de sì mismo .
El texto hace decir al hombre: “Ahora
sì, esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne; por eso se llamarà mujer”
(Gènesis 2: 23). Es un estado de armonía original, uno de los elementos
configuradores de lo que llamamos “paraíso”.
En la oración de este domingo y de la
semana cabe hacernos algunas preguntas de fondo:
-
Cuàl es el estado actual de mi corazón? Urgido por lo que no
es importante? Atafagado por el deseo de poder y de dinero, y olvidado de mis
relaciones familiares?
-
Dios es para mì un recurso ocasional, un pretexto social? O
es el principio y fundamento de todo lo que soy y hago?
-
Cuàl es mi visión del hombre, de la mujer? Estoy inspirado
por unos valores espirituales o simplemente llevado por la fuerza de los
instintos?
-
Si estoy casado, còmo es mi matrimonio? Entusiasmado, generoso,
comprometido, en plan de constante crecimiento? O rutinario, empobrecido
afectivamente, ausente de Dios?
Para los cristianos la realidad
esencial, constitutiva, en la que hallamos el sentido definitivo de la vida
està en el mismo Señor Jesùs, por eso nuestra opción fundamental es por El, por
seguirlo, por configurar nuestra vida con la de El y, desde ahì, estructurar
las opciones propias de estado de vida como matrimonio, ministerio,
consagración religiosa, celibato consagrado, servicio a la humanidad, opción
por los màs pobres, participación en la vida de la sociedad, etc.
En El el Padre Dios nos revela en què consiste ser
auténticamente humano. Caracterìstica esencial de su ser y de su misión es la
donación amorosa e incondicional de sì mismo para hacernos partìcipes de la vida de Dios: “Asì,
por disposición divina gusto èl la muerte en beneficio de todos”
(Hebreos 2:9).
Si es nuestro ideal lograr un
proyecto de vida con sentido, trascendente, responsable, recto, amoroso,
volvamos la mirada al Dios que se nos revela en Jesucristo y entremos en el
clima del Espìritu, en la novedad liberadora que El nos ofrece, saneemos lo que
el egoísmo y el pecado han dañado, dejemos que todo nuestro ser se sature de El
para que suceda en nosotros la nueva humanidad, en la que el Padre es experto,
justamente por ese deseo que lo mueve siempre a nuestra felicidad.
Podemos decir con el salmo de hoy: “Si el
Señor no construye la casa, en vano se esfuerzan los albañiles; si el Señor no
protege la ciudad, en vano vigila el centinela” (Salmo 127: 1).
Dios està totalmente implicado en
nuestra historia, y esta implicación es salvífica y liberadora, El sucede
amorosamente dando un sentido pleno a todo lo humano. Hoy, consideremos que el
ámbito del encuentro entre el varòn y la mujer, y su maduración en el matrimonio,
es lugar privilegiado del acontecer de Dios.
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
En memoria de Clarita Sarmiento Nova,
Josè Antonio Sarmiento Santana,Inesita Nova, Magdalena Lamus Cuesto, Gerardo
Arango Puerta, Jorge Ardila Serrano, Pedro Ortiz Valdivieso,Alvarito Nova
Zambrano, Alberto Nova Zambrano, Alfonso Sarmiento Montero, y de todos los que
nos han precedido en el signo de la fe.
www.pastoralenellugardetrabajo.cl
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