domingo, 13 de enero de 2013

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 13 DE ENERO EL BAUTISMO DEL SEÑOR



Lecturas
1.      Isaías 42: 1-4 y 6-7
2.      Salmo 28: 1-4 y 9-10
3.      Hechos de los Apóstoles 10: 34-38
4.      Lucas 3: 15-16 y 21-22
La  celebración de este domingo tiene que ver con tres realidades fundamentales de la vida de Jesús:
-          Es elegido por el Padre, es su predilecto, para realizar una misión de salvación-liberación, cuyo beneficiario directo es el ser humano de todos los tiempos de la historia.
-          Esta misión la hace con justicia, con rectitud, enderezando todo lo torcido por el pecado y el egoísmo.
-          Jesús se implica en la historia de su pueblo y de toda la humanidad, participa de su destino, pero lo saca del absurdo y de la muerte para situarlo en la perspectiva de la vida y de la plenitud de Dios.
Todo esto hace parte sustancial de aquello que en reflexiones anteriores hemos llamado “Dios con nosotros”, encarnado plenamente en nuestra realidad histórica, existencial. Esta constatación es clave para comprender el ser y el quehacer de Dios expresado plenamente en Jesús.
 Ojalá (expresión de origen árabe que significa literalmente “Dios quiera”: inshallah) que toda la dinámica espiritual que es posible vivir en COMUNITAS MATUTINA nos ayude a modificar de raíz un paradigma religioso del Dios lejano, inaccesible, al Dios que camina con nosotros, inserto en nuestra condición humana, tal como se evidencia en la revelación bíblica. Si esto es así, nuestra fe y nuestro estilo de vida – en todas sus dimensiones – cambiará cualitativamente y será mucho más esperanzador y cargado de sentido.
Consideremos las palabras de Isaías como delineadoras de la misión del siervo del Señor (prefiguración de Jesús en el Antiguo Testamento: “Yo, el Señor, te llamé, y te tomé por la mano, para que seas instrumento de salvación; yo te formé, pues quiero que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones. Quiero que des vista a los ciegos, y saques a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad” (Isaías 42: 6-7).
El Padre opta preferencialmente por el hijo -  es un asunto de lógica elemental ¡ - ,( todo padre y madre disfrutan plenamente con sus hijos y no tienen mayor preocupación e interés que se crecimiento cabal),  y se complace en El, como lo reitera el texto de Lucas: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido” (Lucas 3: 22).
Estas no son consideraciones abstractas ni figuras de adorno en el texto. Se está haciendo patente que Dios para venir a la humanidad opta por adentrarse plenamente en todo lo humano y para eso su Palabra se hace carne, historia, realidad, vida cotidiana, en la persona de Jesús de Nazareth. Lo que se completa – y esto de modo decisivo! – afirmando que Dios al elegir a su Hijo elige también a la humanidad, la opción preferencial de Dios es el ser humano y su plenitud. Esto tiene unas consecuencias colosales para que todo lo nuestro no perezca en el momento de la muerte o se desbarate con las constantes manifestaciones de la fragilidad que nos es inherente.
Por eso da tanta pena ver interpretaciones y prácticas del cristianismo que se reducen a devociones individuales, a pietismos desencarnados, a observancias de ritos formales, a fundamentalismos y posturas autoritarias, lo mismo que a  procesos de fe que no son educados de forma adecuada con la lógica salvadora que se nos evidencia en la Biblia. Y desafortunadamente no son pocos los ministros que inculcan estas distorsiones en sus creyentes!! Empobrecen el hecho cristiano y dan pie para que muchos se alejen de este camino.
El mesianismo que se perfila en el texto de Isaías marca un contraste radical con la expectativa de salvación que tenían muchos en Israel, aspirantes a un Mesías poderoso, espléndido de poder y prestigio, espectacular: “No gritará, no levantará la voz, no hará oír su voz en las calles, no acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Verdaderamente traerá la justicia” (Isaías 42: 2-3).
Y así fue Jesús, tal como consta en los evangelios y en los escritos del Nuevo Testamento: un salvador sometido a las fragilidades humanas, humillado y ofendido por los dirigentes de su propia religión y por su pueblo, crucificado, con lo que somete a juicio a todos los poderes de este mundo y quiebra la lógica habitual de los humanos. Este es el Dios que reivindica la dignidad humana y que la abre a la trascendencia plena, el que, desde su nacimiento en los extramuros de Belén hasta su muerte en Jerusalem también fuera de la ciudad, nos habla de otro tipo de proyecto, de talante, el del anonadamiento en el amor total al Padre y a todos los humanos, sin excepción.
Por esta razón hemos traído a colación con bastante frecuencia el ejemplo de hombres y mujeres, excepcionales seguidores de Jesús, que se han destacado por haber asumido el mismo estilo humilde y crucificado de su Señor:
-          Como el Padre Damián, que en la isla de Molokai, se dio plenamente a los leprosos, hasta contagiarse él mismo de esta enfermedad y morir a causa de ella.
-          Como Monseñor Romero, que se puso de parte de su pueblo vilipendiado por los poderosos de El Salvador, hasta ser asesinado  por ellos porque no soportaban la denuncia profética que hacía y su condición de justo insobornable.
-          Como la jovencita Inés, que en los primeros siglos de la historia cristiana, no se inclinó para rendir culto al emperador de Roma, y muere mártir por esta razón.
-          Como la vigorosa Teresa de Jesús que emprendió la reforma de su orden religiosa, a sabiendas de que esto le  valdría incomprensiones y desacatos.
-          Como Maximiliano Kolbe, el valiente franciscano que ofreció su vida en un campo de concentración para que no fuera sacrificado por los nazis un padre de familia.
-          Como tantos-as que silenciosa y discretamente hacen de su vida una ofrenda al amor del Padre y de los hermanos, en el mejor estilo de Jesús.
La misión de Jesús es desde la cruz con los crucificados del mundo. Esto nos propone un imperativo a los cristianos, que es trabajar para que todo en la Iglesia sea como Jesús, desechando arrogancias, triunfalismo, poder, afán de prestigio social, criterios mundanos, filtraciones egoístas. Los recientes escándalos de pederastia por parte de sacerdotes y religiosos, los manejos de las finanzas eclesiales, los silencios inaceptables, son una oportunidad extraordinaria de purificación y crecimiento en este Señor crucificado y débil, pero contundente en el lenguaje del amor y de la total coherencia con el proyecto del Padre.
El movimiento de conversión que suscita Juan Bautista con su predicación severa, exigente, confrontadora, pone el dedo en la llaga de realidades de aquel tiempo de Jesús: la religión ritual sin conversión del corazón, la convivencia de los dirigentes judíos con el poder romano, las excentricidades de Herodes y de su gente, que no se compadecían con las condiciones en que malvivían la mayoría de sus contemporáneos. Juan se va al desierto, predica fuera de la ciudad santa,  e invita a quienes deseen aceptar su mensaje de invitación a un nuevo estilo de vida, a que reciban el bautismo (que no es el sacramental cristiano), como señal de esta decisión reorientadora.
Jesús, partícipe del destino de su pueblo, escucha al profeta y viene al Jordán para hacerse bautizar, lenguaje elocuente de encarnación, de compromiso con esta historia necesitada de un nuevo sentido, el de Dios, el del amor, el de la justicia.
Esto lleva a Pedro, en el relato de la segunda lectura, a dar testimonio de estas realidades decisivas de salvación: “Ustedes ya saben lo que pasó en toda la tierra de los judíos, comenzando por Galilea, después que Juan proclamara que es necesario bautizarse. Saben  que Dios llenó de poder y de Espíritu Santo a Jesús de Nazareth y que este anduvo haciendo el bien y sanando a cuantos sufrían bajo el poder del diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10: 37-38).
Estas palabras de Pedro se dan en presencia del centurión Cornelio y de otros gentiles (nombre que se da en la mayoría de las traducciones castellanas de la Biblia a los paganos, a los no judíos), con lo que también se está poniendo de presente que la Buena Noticia de Jesús y su acción salvadora supera las barreras religiosas y culturales del mundo judío, con clara intención incluyente y universal.
 Cornelio es un hombre justo (cfr. Hechos 10: 1-2), y su actitud mueve a Pedro a cambiar de mentalidad con respecto a los gentiles: “Ahora entiendo que verdaderamente Dios no hace diferencia entre una persona y otra. Dios acepta a quienes le reverencian y hacen lo bueno, cualquiera que sea su nación” (Hechos 10: 34-35).  El mesianismo de Jesús no tiene fronteras ni hace acepción de personas!
Con esto, tenemos suficientes contenidos para considerar en nuestra oración de este domingo y de la semana que comienza. Tengamos la osadía de dejarnos llevar por el Espíritu!
Antonio José Sarmiento Nova,SJ
Alejandro Romero Sarmiento

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