domingo, 21 de septiembre de 2014

COMUNITAS MATUTINA 21 DE SEPTIEMBRE DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas
1.      Isaías  55: 1 – 11
2.      Salmo 144: 2 – 9 y 17 – 18
3.      Filipenses 1: 20 – 24 y 27
4.      Mateo 20: 1 – 16
Con frecuencia escuchamos decir que los caminos de Dios no son nuestros caminos, que su lógica y modo de proceder son totalmente distintos a los de los humanos,  contrarios a la manera como vemos y asumimos la vida, provocando una radical ruptura de nuestros  esquemas y mapas mentales con los que decidimos qué es lo bueno y lo malo, qué lo justo y lo injusto.
Si bien, este lenguaje tiene el sabor de un lugar común, vamos a hacer el esfuerzo de superar este estereotipo para que nos adentremos – maravillados! – en esta novedad radical, deseosa de provocar el más alto y definitivo nivel de esperanza y de sentido de la vida.
Predomina en muchos ambientes la mentalidad del cálculo interesado, de la milimetría matemática, de la acumulación de méritos, del alardear de ser mejores que los demás, de presumir de ser justos y buenos,  también de clasificar a las personas de acuerdo con sus hojas de vida, con sus títulos, con su capacidad económica, o con su moral y su conducta.
 Penosamente, esto ha llegado al campo religioso, vieja manía esta de presumir de santos, de observantes, de cumplidores de ritos y formalidades externas, de ajustar la vida a unas normas, la mayoría de ellas caracterizadas por su estrechez y falta de libertad.
En consecuencia, los modos de vida se convierten en cumplimiento de reglamentos, en “marcar tarjeta” porque “toca”, en liturgias carentes de afecto y de vitalidad, todo reducido a una permanente acumulación de requisitos, para que cuando venga el momento de la rendición de cuentas, podamos presentar un “balance contable” que diga que estamos al día, que todo lo cumplimos, sin tener en cuenta si esto se vivió con pasión, con entusiasmo, con la felicidad que produce el amor, con el corazón sinceramente dispuesto para Dios y para los hermanos.
Vivido esto en el ámbito de la relación con Dios fijémonos en esa mentalidad rigorista de los sacerdotes del templo en los tiempos de Jesús, de los fariseos, de los maestros de la ley, para quienes el acatamiento a los designios divinos se quedaba en  la pobreza de unos  cumplimientos rígidos, sin conversión del corazón, tan severamente fustigados y cuestionados por el mismo Jesús: “Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de inmoralidad y robos!” (Mateo 23: 25).
Vale decir que hoy también este mismo modelo se vive en muchos espacios de grupos religiosos, marcados por el fundamentalismo, las prédicas agobiantes de algunos sacerdotes y pastores, quienes, en lugar de asumir un ministerio estimulante y profético, provocador de ilusiones y deseos de vivir, someten a sus comunidades a duras cargas, incomprensibles y lejanas de la realidad, intransigentes, desconocedoras de las particularidades de las personas y de los contextos en los que se desenvuelven.
Dos de las lecturas de este domingo – la de Isaías y el texto de Mateo – nos introducen en la dimensión apasionante, liberadora, de la gratuidad del Dios que es todo para todos, ricos y pobres, santos y pecadores, ateos y creyentes, buenos y malos, un Dios que sorprende porque El mismo es don ilimitado, abundancia desmedida de amor y beneficios, perdón y misericordia, que  no evalúa méritos ni revisa curriculums, ni tiene en cuenta privilegios y categorías, ni listados de “indicadores” de resultados y productividad.
 Dios que desciende a lo más profundo del ser humano, inserto en sus dramas y vacíos, también en sus plenitudes y realizaciones, para darse sin límites, implicándose en la historia individual y colectiva de todos, en términos de gracia, de justificación, de salvación, de una manera de vida que no se queda en esa “teología del mérito acumulado” sino en el obsequio gratuito de sí mismo y en su pasión por cada ser humano: todos  somos  opción preferencial de Dios, incluyendo  a aquellos que, en ejercicio de respetable autonomía, deciden no creer en El o llevar una vida que no tiene en cuenta sus proyectos y valores. Dios cree en todos los humanos, aunque algunos no crean en El!
El  es mucho más que nosotros, afirmación  que no debemos leer en la clave del paradigma humano de autoridad y jerarquía, sino en la óptica del amor supremo que se inclina humilde, misericordioso,  ante cada hombre, cada mujer,   para llenarlo-a de dignidad y de las mejores y más completas razones para una existencia cargada de significado y totalmente abierta a la trascendencia. Su amor ilimitado llena nuestra existencia de sentido!
Esto  es lo que nos quiere decir hoy el profeta: “Por qué gastan dinero en lo que no alimenta? Y el salario en lo que no deja satisfacción? Escúchenme atentos, y comerán bien, se deleitarán con platos sustanciosos. Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes alianza perpetua….. “Isaías 55: 2 – 3). Reforzado por: “Atención, sedientos!  Vengan por agua, también los que no tienen dinero, vengan, compren trigo, coman sin pagar, vino y leche gratis” (Isaías 55: 1).       
El tiempo de Dios – que es siempre !  - se caracteriza por la participación justa y equitativa en los bienes de la creación, en los dones que El nos ofrece para que seamos estupendos modelos de humanidad, siempre en la dinámica de lo gratuito. Esto determina un contraste provocador con estas sociedades en las que todo está clasificado, distribuído según “méritos” (??????), medido, estratificado, pagado,  organizado en rangos y escalas, olvidando completa – y pecaminosamente !! -  la común dignidad de los hijos del Padre común.
Es deliberada la intención de Jesús con su parábola de los jornaleros de la viña, presentada hoy en el evangelio de Mateo, cuando un hacendado, en diversos momentos del mismo día, va contratando obreros para las faenas del campo: “Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo debido” (Mateo 16:  4), al final de la jornada llega la hora del pago “debido”, y entonces surge la sorpresa: “Pasaron los del atardecer y recibieron un denario. Cuando llegaron los primeros, esperaban recibir más, pero también ellos recibieron la misma paga. Al recibirla, se quejaron contra el hacendado: estos últimos han trabajado una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado la fatiga y el calor del día…..” (Mateo 16: 9 – 12).
Es inequitativo e injusto Jesús al proponer este mensaje? Desconocedor de derechos y méritos adquiridos?  Consideremos estos elementos que leemos entre líneas en  toda la parábola: la gracia  que el Padre nos regala es desbordar con amor los parámetros de la justicia humana, esta realidad es clarísima de parte del Señor y con ella pretende establecer el contraste con el legalismo propio de su época, en la que las relaciones con Dios se determinaban como un pago, una retribución en razón de los merecimientos que se tenían.
Con este mensaje Jesús deja muy nítida su intención de trastocar este modelo de retribución – mérito – pago, por el de lo gratis, el de la generosidad, que se vuelca preferentemente no a quien la merece sino a quien la necesita. Extraño y “escandaloso” este Dios que se va , relatado sacramentalmente en Jesús, por los márgenes de la vida y busca a prostitutas y disfuncionales, a excluídos y señalados por inmoralidad, para sentarlos en la mesa del Padre , en igualdad de condiciones, sirviéndoles la posibilidad de rehacerse, de rescatar su dignidad, de realizar en ellos el milagro sanador del amor, de la restauración plena de su ser, sin castigos ni  condenaciones!
Cómo interroga esto nuestra manera de vivir y entender las relaciones de justicia, el cumplimiento de deberes y obligaciones, las relaciones con los demás? Nuestras actitudes ante los que fallan, nuestra capacidad para entender las debilidades de las personas? Estamos en el grupo del juicio implacable o en el de la cercanía misericordiosa?
En este orden de cosas, recordemos el texto de Juan 8, el de la adúltera, cuando a Jesús “los letrados y fariseos le presentan una mujer sorprendida en adulterio, la colocaron en el centro, y le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio. La ley de Moisés ordena que mujeres como esta sean apedreadas; tú,  que dices? Decían esto para ponerlo a prueba y tener de qué acusarlo. Jesús se agachó y con el dedo se puso a escribir en el suelo. Como insistían en sus preguntas, se incorporó y les dijo: El que no tenga pecado, arroje la primera piedra…….
 La historia restante la sabemos bien, es uno de los relatos más conocidos en la humanidad, dentro y fuera del mundo cristiano. Jesús invita a sus interlocutores de ese tiempo y de todos los tiempos a pasar de la ley que debe ser ejecutada sin contemplaciones a la que debe ser interiorizada desde la propia responsabilidad. No es la determinación objetiva de lo  establecido normativamente lo que obliga sino el libre compromiso que se asume con convicción, conscientes de que la vivencia responsable de lo establecido se hace en actitud sincera de amor, de valoración de la propia conciencia y de la de los demás.
 Para señalar un  ejemplo que cobija a muchísimas personas en el mundo, la fidelidad matrimonial no se vive porque “toca”, se vive porque hay amor profundo, respeto por la dignidad de la pareja, no es una carga sino el ejercicio de un dinamismo de libertad, arraigado en el valor mismo de las dos personas implicadas en el vínculo conyugal. El amor verdadero, el de Dios que llena de plenitud y de significado nuestros amores, es la genuina ley que libera y realiza a quienes así lo viven.
Todo esto viene a una cabal comprensión con las palabras de Pablo: “Una cosa importa, que su conducta sea digna de la Buena Noticia de Cristo…..” (Filipenses 1: 2 27). Bendito Dios  gratuito, desbordante Padre amoroso, empeñado en nuestra felicidad, revelado plenamente en el Señor Jesús, sacramento de su misericordia, superando los límites de una justicia matemática para dar paso a la gozosa lógica del reino y de su nueva justicia!!


Alejandro Romero Sarmiento – Antonio José Sarmiento Nova,SJ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog