domingo, 28 de septiembre de 2014

COMUNITAS MATUTINA 28 DE SEPTIEMBRE DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Ezequiel 18: 25 – 28
2.      Salmo  24: 4 – 9
3.      Filipenses 2: 1 – 11
4.      Mateo 21: 28 – 32

Dice el teólogo español – vasco José Antonio Pagola, refiriéndose a la actitud de Jesús ante la institución religiosa judía y su rigurosa normativa ritual y legal:
Probablemente sorprendió mucho su libertad ante el conjunto de normas y prescripciones en torno a la pureza ritual. La mayor parte de las “impurezas” que podía contraer una persona no la convertían en un “pecador”, moralmente culpable ante Dios, pero, según el código de pureza, la apartaban del Dios santo y le impedían entrar en el templo y tomar parte en el culto. Al parecer, en tiempos de Jesús se vivía con bastante rigor la observancia de la pureza ritual…….Jesús, por el contrario, se relaciona con total libertad con gente considerada impura, sin importarle las críticas de los sectores  más observantes. Come con pecadores y publicanos, toca a los leprosos y se mueve entre gente indeseable. La verdadera identidad no consiste en excluír a paganos, pecadores e impuros. Para ser el “pueblo de Dios”, lo decisivo no es vivir “separados”, como hacen en buena parte los sectores fariseos, ni aislarse en el desierto, como los esenios de Qumrán. En el reino de Dios, la verdadera identidad consiste en no excluír a nadie, en acoger a todos y, de manera preferente, a los marginados” (PAGOLA,José Antonio. Jesús: aproximación histórica. Páginas 250 – 251).
Con esta extensa cita queremos explicitar uno de los núcleos centrales del ministerio de Jesús: su cuestionamiento a la religión judía por su énfasis en el cumplimiento riguroso de la ley mosaica – la Torah – y por  su observancia obsesiva de todo el conjunto de normativas de purificación ritual, sin hacer la misma insistencia en la conversión del corazón. Acerca de esto,  la Palabra nos viene hablando hace varios domingos, una insistencia que indica el carácter esencial de esta preocupación y desafío del Señor.
El desnuda todo lo nuestro de ropajes vanos y de apariencias, de formalidades externas, y llega a la profundidad del ser para preguntarnos sin rodeos por la sinceridad de nuestras intenciones, por la verdad de lo que somos y hacemos, por las prioridades que orientan nuestra conducta, esto con una pedagogía exigente  - muy exigente! - que aspira a provocar en nosotros el mayor nivel posible de rectitud, de veracidad, de transparencia.
Para el judaísmo contemporáneo de Jesús, la santidad consistía en el acatamiento y práctica de todo este conjunto de determinaciones, asunto más bien de realizaciones exteriores, exactamente como asistir a misas, a estar en celebraciones de sacramentos, a cumplir con devociones individuales, sin respaldar eso con el contenido de una vida que se esfuerza por vivir honestamente las implicaciones del Evangelio.
En el mundo genuinamente cristiano la relación culto – vida es indispensable. Si celebramos nuestra fe en las diversas manifestaciones litúrgicas, especialmente en la Eucaristía, asumimos el compromiso de llevar una existencia coherente con ese carácter celebrativo.
 Lo que se significa en el rito se debe llevar a la vida cotidiana : en la relación de pareja, en la familia, en la formación de los hijos, en el trabajo y en la vida profesional, en la participación ciudadana, en el impecable comportamiento individual y colectivo, en el ejercicio y configuración de nuestra sexualidad, en la atención solidaria a los pobres y marginados, en el reconocimiento respetuoso de las diferencias, en el cuidado del hábitat, en la defensa y promoción constantes de la dignidad humana, en los criterios con los que manejamos el dinero y los recursos materiales, en la manera como orientamos los estudios, en nuestra postura ante el poder , en el estilo  que tengamos para asumir los medios de comunicación y la tecnología, y tantos otros influjos de la sociedad.
 En definitiva, en todos los ámbitos de nuestro desempeño humano y cristiano.  Tales  son los lugares concretos en donde debe suceder la coherencia vital, la que nos califica como hombres y mujeres asumidos por el dinamismo liberador de Dios.
 Vale decir que lo que se expresa en el culto debe tener decisivas implicaciones en una nueva manera de ser y de vivir, modelada según el proyecto original de Jesús.
Los judíos radicales, fundamentalistas, despreciaban a quienes no vivían en esta perspectiva del ritualismo externo , considerándolos – como lo señala Pagola – impuros y pecadores.
 Este  es el punto central que desata la muy severa crítica por parte de Jesús, elemento esencial de su predicación y de su capacidad para transformar de raíz el paradigma de la relación entre los seres humanos y Dios, dejando atrás el esquema de la mediación ritual para dar paso al adorar al Padre en espíritu y en verdad, es decir, al hacer de la vida el culto verdaderamente agradable a El, el nuevo talante humano que es inherente a la lógica del Reino : “Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los que dan culto auténtico adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque esos son los adoradores que busca el Padre. Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Juan 4: 23 – 24).
Con esto nos conecta el texto de Mateo, cuando se refiere a las actitudes de los dos hijos, ante la invitación que les hace su padre a trabajar: “Un hombre tenía dos hijos.  Se dirigió al primero y le dijo: Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña. El hijo le respondió: no quiero; pero luego se arrepintió y fue. Acercándose al segundo, le dijo lo mismo. Este respondió: ya voy, pero no fue” (Mateo 21: 28 – 30).
Es claro que Jesús se está refiriendo a los judíos, por su dureza de mente y de corazón para acoger la propuesta del reino. Son los religiosos observantes , estrictos participantes en ceremonias y ritos, aceptan formalmente la invitación de Dios, pero su vida, sus hechos, sus prioridades, están totalmente distantes de El.  En qué aspectos concretos nos toca esta exigente alusión del Señor? Suscitan estas palabras en nosotros un denso examen de conciencia?
Y, en abierto y profético contraste, son los alejados de la religión los que sí se disponen para  la Buena Noticia y se dejan moldear por ella: “Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios. Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no le creyeron, mientras que los recaudadores de impuestos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, aún después de verlo, no se han arrepentido ni le han creído  (Mateo 21: 31 – 32).
Pensemos en la honestidad de algunos agnósticos y ateos:  su manera de ser y de  vivir cuestiona tantas religiosidades y moralidades, rituales desconectados de la historia real de la humanidad, posturas verticales y autoritarias de ministros religiosos, manipulaciones de la realidad de Dios, interpretaciones sesgadas del Evangelio, actuaciones incompatibles con la misericordia anunciada por Jesús ,  interrogantes de fondo al exceso de soberbia en no pocos creyentes, que en sus actuaciones externas parecieran aceptar el mensaje, llevando en realidad una   vida distante del amor misericordioso del Padre.
También  corramos  el riesgo de dar una mirada cercana, comprensiva, abierta, a ese universo de personas que la sociedad – tal vez nosotros, también? – considera indeseables: los condenados morales, las chicas que se ven obligadas a comerciar con su cuerpo para no morir de hambre – humilladas y ofendidas por hombres “respetables” (?????) - , tantos jóvenes carentes de oportunidades que se venden al mejor postor en la guerrilla, en el sicariato, en la intensa y dramática experiencia de vivir en la calle, sin la protección del hogar ni  la calidez de la vida familiar,  sin la referencia de una identidad paterna y materna que estructure en ellos una humanidad saludable.
Encontramos en estas personas  una manifestación de Dios, una necesidad de El, un clamor de dignidad, un deseo urgente de ser reconocidos como humanos, merecedores de afecto y de respeto?  Su condición nos interpela y nos pone en trance de autenticidad, de examen profundo de nuestra conciencia? Se nos mueve la sensibilidad para entenderlos y asumirlos con los mismos sentimientos con los que el Señor Jesús se aproximó y se sigue aproximando a ellos?
El Evangelio siempre nos trae novedades y posibilidades de crecimiento y de conversión. Ya sabemos que  este  tema planteado hoy es antiguo, muy antiguo, pero su trasfondo siempre  susceptible de un proceso permanente de configuración con la persona de Jesús, con el proyecto del Padre, para que hagamos siempre “control de calidad”  a nuestra condición de cristianos : si lo somos sólo por conveniencia social, por inercia de la costumbre, por aparentar, o si en nuestro interior alientan la pasión por la verdad, por la existencia auténtica, por la rectitud en todo lo que somos y hacemos.
Para eso, estamos invitados a considerar estas palabras de Pablo, contenido central de la segunda lectura de este domingo: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús, quien a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí mismo y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Filipenses 2: 5 – 8).
Golpe certero a todas las presunciones humanas de vanidad, a las arrogancias que provienen del poder, a los talantes de soberbia y superioridad,  sugerencia liberadora para bajar el perfil, haciéndonos discretos, humildes, negándonos al vano honor del mundo, descubriendo que la legítima felicidad reside en dejarnos saturar de Dios en esta configuración con la credibilidad del amor que se expresa eficazmente en la persona de Jesús.
En este apasionante Señor, crucificado, vilipendiado, escarnecido por la soberbia humana, está patente, con intensidad salvadora y sacramental, la fuerza liberadora del amor del Padre. Es El quien  nos redime del culto a la personalidad, de los orgullos mal entendidos, de los egos desaforados, de las formalidades religiosas sin conversión del corazón. En El somos verdaderamente!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog