domingo, 1 de febrero de 2015

COMUNITAS MATUTINA 1 DE FEBRERO III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas
1.      Deuteronomio 18: 15 – 20
2.      Salmo 94: 1 – 9
3.      1 Corintios 7: 32 – 35
4.      Marcos 1: 21 – 28
En estos comienzos del año , respaldados pedagógicamente por la lógica de inicio de este tiempo litúrgico, nos encontramos con Jesùs, también El  en plan de inaugurar su ministerio, la comunicación de la Buena Noticia, y esto bajo la perspectiva de ser el profeta, el testigo de Dios, el que vive plenamente en la atmòsfera del Espìritu, el que anuncia un nuevo orden de vida de total raigambre teologal, el que confronta la realidad de este mundo cuando es injusta e inhóspita para el ser humano y, por eso, contraria al querer de Dios.
La primera lectura – Deuteronomio – y el relato evangélico – Marcos – nos invitan a degustar què  es esto del ser y del quehacer del profeta, y la segunda – 1 Corintios – nos introduce en un carisma que puede ser eficaz y significativo para la vivencia del talante profético si se asume con autenticidad y con amor, el del celibato por el reino de Dios y su justicia.
Este es uno de los asuntos que nos obsesionan humana y evangélicamente en COMUNITAS MATUTINA, y  podemos empezar a reflexionarlo partiendo de la pregunta: Còmo ser al mismo tiempo profundamente humanos y profundamente divinos, conscientes de  que la respuesta a esta densa cuestión transita por los caminos de la plena testimonialidad sobre Dios y sobre la condición humana.
 Aquì estàn la jugada maestra de Jesùs y  la de muchos hombres y mujeres que se han querido implicar en este proyecto de vida, como Thomas Merton (Prades,Francia 31 de enero  1915 – Bangkok , Tailandia 10 de diciembre 1968), cuyo centenario de nacimiento estamos conmemorando justamente hoy, cuando escribimos este texto, y en cuyo honor queremos hacerlo, proponiéndolo como un estupendo referente de identidad en cuanto a la vivencia de la profecía, del ser de Dios, del ser del hombre, de la mìstica y de la pasión por la justicia.
Por muchos testimonios que encontramos en la literatura profética – Antiguo Testamento – nos consta que en Israel siempre hubo una tensión entre verdaderos y falsos profetas: “ Que no haya entre ustedes quièn queme a sus hijos o hijas, ni vaticinadores, ni astrólogos, ni agoreros, ni hechiceros, ni encantadores, ni espiritistas, ni adivinos, ni quièn consulta a los muertos . Porque el que practica eso es abominable para el Señor” (Deuteronomio 18:  10 – 12).
Falso profeta es el que acude a estratagemas de suplantación, a liderazgos absorbentes fundamentados en el anuncio de sì mismo, con un ego desmedido, nada atento a la liberación y sentido de vida de los oyentes, empeñado en una faena de prestigio personal, no seducido por el orden de la gracia y del Espìritu, también proponiendo una religiosidad alienante, fundamentada en rituales y exterioridades, y lavando el cerebro de los destinatarios de su mensaje, inculcándoles imágenes de Dios castigador y justiciero, generando culpabilidades morbosas y acudiendo al espectáculo religioso, sin recurso a la densidad de la vida interior.
En sana oposición, el texto deuteronomista alude a la promesa de un futuro profeta , lo que diò pie posteriormente para la formación de la esperanza en un personaje excepcional, una especie de segundo Moisès, cuyos atributos se proyectaron en el perfil que ellos mismos trazaron del Mesìas: “Suscitarè un profeta  de entre sus hermanos, como tù.  Pondrè mis palabras en su boca, y les dirà lo que yo le mande”. (Deuteronomio 18: 18).
Una disposición de los creyentes, desde el discernimiento , el sentido común y el saludable realismo, es la capacidad para diferenciar los verdaderos de los falsos profetas, el espíritu crìtico que no pasa entero y no se deja embaucar por la charlatanería religiosa, desafortunadamente muy en boga en nuestros días.
El criterio màs claro para esta distinción es verificar si eso que se dice venir de Dios nos hace màs humanos, màs felices, màs autónomos, màs comprometidos con los demás, y si esto sucede con serenidad y  con paz. Lo que angustia, causa perplejidad, confusión, culpa y terror de Dios, indudablemente procede del mal espíritu y de la falsa profecía, y no es avalado por el Padre.
El episodio sucedido en Marcos es esclarecedor. Todo ocurre en la sinagoga, el lugar de enseñanza oficial de la ley, el espacio de los maestros autorizados para interpretarla y aplicarla, el hecho sucede en sábado, el dìa sagrado, intocable. En este marco Jesùs comienza su enseñanza.
El  provoca asombro y admiración: “La gente se asombraba de su enseñanza porque lo hacìa con autoridad, no como los letrados” (Marcos 1: 22). Fijèmonos en la capacidad de la gente común y corriente para captar la sustancial diferencia, la autoridad que ellos perciben en Jesùs no viene de la institución religiosa ni de la tradición judía, El està  lleno del espíritu vivificador de Dios y esto es lo que marca la percepción del pueblo, su mensaje viene cargado de cercanìa, de esperanza, de misericordia, de aliento vital, lejano del rigorismo de los hombres del templo y de la sinagoga. Este es el nuevo concepto y pràctica de autoridad que surge con Jesùs!
Sin embargo, no todos comparten lo escuchado. Un endemoniado  expresa fuertemente su desacuerdo: “Precisamente en aquella sinagoga había un hombre poseído  por un espíritu inmundo, que gritò: Què tienes contra nosotros, Jesùs de Nazareth? Has venido a destruirnos? Sè quien eres tù: el Santo de Dios!” (Marcos 1: 23 – 24).
El hombre  està  aterrorizado , esto explica la violencia de sus palabras, se siente amenazado, pero…. después queda clarísimo  que Jesùs no viene a destruir a nadie, su “autoridad” reside en dar vida a las personas, en reivindicar su dignidad, en provocar su bienaventuranza, en ser instrumento de cercanìa  divina y del màs exquisito humanismo.
 Su enseñanza humaniza y libera. Su mensaje es la mejor noticia que puede escuchar este hombre atormentado: “Jesùs le increpò: calla y sal de èl! El espíritu inmundo sacudió al hombre, diò un fuerte grito y salió de èl. Todos se llenaron de estupor y se preguntaban: què significa esto? Una enseñanza nueva, con autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da   òrdenes y le obedecen” (Marcos 1: 25 – 27).
La palabra profética denuncia lo que es incompatible con Dios y con la dignidad del ser humano, por eso el  denunciado protesta y se asusta ante el vigor de la crìtica: los señores de la muerte, los que explotan a los pobres, los responsables de corruptelas y entuertos, los propiciadores del sufrimiento de los demás, los desleales, los corruptos, los que destruyen las ilusiones, todos ellos “poseídos” por la malignidad del espíritu perverso que surge del egoísmo, de la pèrdida del horizonte de la trascendencia, del afán desmedido de dinero y de poder, de la afirmación violenta de su pretendido dominio sobre vidas y conciencias, de la vanidad religiosa y moral.
Tal es la “posesión” y tal el ministerio del profeta Jesùs erradicando el mal y afirmando  la soberanía de Dios, como garantía para una existencia de los humanos en la perspectiva del amor, de la libertad, de las apasionantes realidades que son esencia del reino.
A la expresión del poseído: “ Sè quien eres tù: el Santo de Dios!” (Marcos 1: 24) le acompaña el reconocimiento de la autoridad de Jesùs y de la procedencia de la misma. Curiosamente el evangelista Marcos pone este testimonio en boca del endemoniado y no en la de sus entusiastas seguidores, como indicando  de una parte la sorpresa que Dios realiza en Jesùs, grata y esperanzadora, y también la acogida que tiene màs allà de las fronteras del judaísmo tradicional y ortodoxo.
Acostumbrados los judíos e israelitas al discurso vertical, prohibitivo, rìgido, de los sacerdotes y maestros religiosos, este lenguaje novedoso de Jesùs es causa de asombros, de iniciales perplejidades , pero luego de felices constataciones, como diciendo aquí sucede algo liberador, algo definitivo, algo que cambia para bien y mejor la vida de los que aquí estamos, porque se descubre que ya no es la prohibición la que impera sino el estìmulo del Espìritu y el aliento para una màs profunda y bienaventurada condición humana: “Què significa esto? Una enseñanza nueva, con autoridad! “ Marcos 1: 27) .
Cabe preguntarnos, en esta clave de interpretación, sobre las crisis de nuestra iglesia y de las religiones organizadas en general, siempre con la intención de que este tipo de interrogantes los hagamos con amor, con exigente autocrìtica, con responsabilidad y realismo, justamente para purificarnos de las adherencias farisaicas, de lo que no es causa de esperanza, de lo que es ajeno el proyecto original del Señor Jesùs, advirtiendo – eso sì !- que el advenimiento de los nuevos movimientos religiosos tipo espectáculo, milagreros y fundamentalistas, con desmedido protagonismo de los líderes, de marcado acento integrista y neoconservador, no son la respuesta cabal y liberadora a las deficiencias de los ámbitos tradicionales estancados  y temerosos del cambio y de la encarnaciòn.
En la iglesia y en las iglesias debemos tener claro que no somos escribas sino discípulos de Jesùs, hemos de comunicar su mensaje, no nuestras tradiciones, hemos de enseñar curando la vida, no adoctrinando las mentes, hemos de anunciar su Espìritu , no nuestras particulares interpretaciones.
A todo esto de profecía y evangelio, de mìstica y solidaridad, de espiritualidad encarnada y de humanismo, de poesía e imaginación creadora, se entregò con pasión nuestro admirado Thomas Merton, genuino testigo de Dios en el siglo de las dos guerras mundiales, de la carrera armamentista, de la bomba atómica, de la segregación racial, de las teorías crìticas y emancipadoras, de mayo del 68 y  de los Beatles, del Che Guevara y de Juan XXIII,  todo esto desde el discreto silencio de la Abadìa de Getsemanì (Louisville, Kentucky,USA,), en la que vivió desde 1941 hasta 1968, cuando un inesperado accidente en Bangkok (Tailandia), acabò con su vida, el 10 de diciembre de este último año, apenas con 53 años de edad.
Hombre de mundo en el primer cuarto de siglo de su vida, de exquisita sensibilidad humanista y estètica, surgida en un ambiente bastante secular y poco religioso, maltratado por la temprana muerte de sus padres, joven desajustado y bohemio, se va encontrando con la trascendencia en el estudio aplicado de la literatura inglesa, con énfasis en William Blake (1757 – 1827), sobre quien hace su tesis de grado en letras,  hasta que ingresa en la Trapa de Getsemanì el 10 de diciembre de 1941, en la que vive con exactitud cronológica 27 años.

Desde allì desarrolla una intensa actividad que bien podemos llamar profética, en el mejor significado del tèrmino. Maestro de novicios y monje austero, escritor y poeta, activista social y pacifista, promotor del respeto a los derechos humanos, enemigo acérrimo de la beligerancia político-militar del gobierno norteamericano, ìntimo amigo del gran poeta y cristiano nicaragüense Ernesto Cardenal (1925), Merton sabe relatar con su vida la narración liberadora de Dios y de los humanos, explicitando que sì es posible vivir con la mayor sinceridad la realidad de Jesucristo y conectarla – como es obvio en el evangelio original ! – con el compromiso histórico y social que se proyecta hacia la justicia, la inclusión, desde una vigorosa crìtica de la religión, cuando esta olvida sus raíces y se hace opio del pueblo y  también  ficción esclavizante. Bienvenidos estos nuevos profetas, leales a la originalidad de Jesùs!

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