domingo, 19 de abril de 2015

COMUNITAS MATUTINA 19 DE ABRIL III DOMINGO DE PASCUA “El Mesías tenía que padecer y resucitar de la muerte; en su nombre se predicaría penitencia y perdón de los pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén. Ustedes son testigos de ello” (Lucas 24: 45 – 47)



Lecturas
1.   Hechos 3: 13 – 15 y 17 – 19
2.   Salmo 4: 2 – 9
3.   1 Juan 2: 1 – 5
4.   Lucas 24: 35 – 48
El tema que ofrece la Palabra de este domingo sigue siendo Jesús el viviente, el comunicador de la Vida plena en Dios, y esta se refleja en las tres lecturas como conversión y perdón,  el gran beneficio pascual!
El pecado es la única muerte a la que se debe tener miedo, a la que se debe tener como inaceptable, porque aniquila la verdadera vida, va en contra de la plenitud y realización del ser humano, es la libertad desordenada que rompe el vínculo fundante con Dios y  va en contra del mismo que la ejerce, en contra de los prójimos, en contra de la creación.
-      La primera dice: “Arrepiéntanse y conviértanse para que se les borren los pecados, y así reciban del Señor tiempos favorables y les envíe a Jesús, el Mesías predestinado” (Hechos 3: 19).
-      La segunda dice: “ Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguien peca, tenemos un abogado ante el Padre: Jesucristo, el Justo” (1 Juan 2: 1).
-      La tercera dice: “Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran la Escritura. Y añadió: Así está escrito, que el Mesías tenía que padecer y resucitar de la muerte; que en su nombre se predicaría penitencia y perdón de pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén” (Lucas 24: 45 – 46).
Es clarísimo el común denominador: con Jesús llega de modo definitivo la vitalidad de Dios, el paso de la muerte a la vida, la superación de la posibilidad de quedar sumergidos en el desamor, la injusticia, el caos y desorden, la muerte y frustración que implican el romper la relación fundante con Dios.
Es indudable que hay que purificar la conciencia de pecado, superando el sentimiento enfermizo de culpa y la obsesión por etiquetar como tal muchos comportamientos que realmente no lo son, pero también poniendo una pregunta crítica al relativismo moral que deriva en tantas conductas destructivas, desafortunadamente muy frecuentes en nuestras días, como el desprecio por la vida, manifestado en tantos asesinatos y violencias, en abortos irresponsables, en el desconocimiento de la dignidad de la niñez y de los ancianos; en las múltiples y escandalosas prácticas de corrupción, como las que conocemos en Colombia; en el facilismo con el que tantas personas se toman la vida, degenerando en una existencia vacía y carente de valores.
La novedad pascual apunta justamente a una nueva creación, a una nueva humanidad, redimida y restablecida por la eficacia de la pasión y muerte de Jesús, y legitimada por su resurrección.
La comunidad de los discípulos,  y demás integrantes de este grupo cristiano original , vive con inmenso gozo – también con estupor – esta certeza de constatar que el crucificado es ahora el Viviente, garante pleno de su esperanza: “Estaban hablando de ello, cuando se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz esté con ustedes. Espantados y temblando de miedo, pensaban que era un fantasma. Pero él les dijo: por qué están turbados? Por qué se les ocurren esas dudas? Miren mis manos y mis pies, que soy el mismo. Toquen y vean, que un fantasma no tiene carne y hueso, como ven que yo tengo” (Lucas 24: 36 – 39).
Imaginémonos la situación de estos primeros seguidores del Señor, primero confundidos y derrotados, ahora sorprendidos con esta revelación, desconcertados porque no acertaban a confirmar  su presencia viva en medio de ellos, y ahora  empiezan a crecer de manera inusitada y maravillosa, descubren que es una feliz y realísima verdad, y deben enfrentarse a la incredulidad y animadversión del ambiente social y religioso en el que vivían.
Entonces toman en serio con sus vida lo que el mismo Jesús les dice: “Ustedes son testigos de ello” (Lucas 24: 48), y vuelven historia y realidad la condición de ser enviados a comunicar esta Buena Noticia. Es su manera de ser y de proceder, ahora también resucitada, la que va a ser el argumento contundente para testimoniar al Viviente, es la nueva vida de los convertidos, profundamente humana y evangélica, esperanzada y audaz, saturada de sentido y de vitalidad, la que se hace el más apasionante relato pascual, para transmitir a otros la verdad de este acontecimiento, que es mucho más que una anécdota puntual, literal, un cuento piadoso: es el mismo Dios el que articula novedosamente la historia de la humanidad con la resurrección de Jesús.
En este contexto cabe preguntarnos si esta Pascua 2015 ha sido eficaz en nosotros, si los núcleos de pecaminosidad detectados durante la cuaresma están empezando a superarse, si estamos pasando verdaderamente de la muerte a la vida, si en nosotros sucede lo que dice Juan: “Pero quien cumple su palabra tiene realmente colmado el amor de Dios. En eso conocemos que estamos con él. Quien dice que permanece con él ha de proceder como él procedió” (1 Juan 2: 4 – 6).
Cómo reflejar en la sociedad colombiana las consecuencias de la Pascua? Tenemos grandes cuentas pendientes para tornarlas de muerte e injusticia en vida nueva y resurrección,  constantes y crecientes:
-      El muy injusto sistema socioeconómico que hace de Colombia uno de los países más desiguales del mundo, con un 64 % de pobreza y – dentro de esta – con un 32 % de la población en situación de miseria. Esto – tal como lo han señalado Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco, y nuestros obispos – es una “situación de pecado  que clama reconocimiento, vida nueva, dignidad.
-      El crimen cometido esta semana contra once jóvenes soldados, dejando también heridos a 22 de ellos, y sumidos en una inmensa tristeza a sus familiares, es expresión de la demencia de quienes lo cometieron, realidad que viene maltratando a los colombianos desde hace varias décadas, asesinatos cometidos por paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes, falsos positivos de los que son responsables agentes del estado, no contiene acaso un clamor de Dios que es también clamor de humanidad, una demanda por una nueva manera de coexistencia social, la adquisición pascual de un exquisito respeto por la vida en todas sus manifestaciones?
-      La aberrante corrupción en muchos ámbitos del estado, los jueces venales, los contratistas de obras públicas que – asociados con gobernantes – disponen a su antojo de miles de millones de pesos que son propiedad de los contribuyentes, los propietarios de empresas de inversión que pierden el norte ético con el dinero de los ahorradores.
-      El silencio e indiferencia de una ciudadanía que no se organiza para indignarse y ejercer presión en clave de cambio , de justicia, de dignidad,  muchos de inmensa mayoría católica y cristiana!
Esta es la contextualización de las expectativas pascuales en Colombia, al mismo tiempo herida pero deseosa de un nuevo orden de convivencia, de un nuevo modelo de sociedad, de unas mentes y corazones definitivamente orientados hacia la solidaridad, hacia la projimidad, hacia la justicia y la fraternidad.
Jesús resucitado nos participa de su vitalidad y nos promete el Espíritu para vivir siempre en esta novedad: “Yo les envío lo que el Padre prometió. Ustedes quédense en la ciudad hasta que desde el cielo los revistan de fuerza” (Lucas 24: 48), palabras cuyo significado no es otro que la dotación con la que el Señor nos configura para una existencia siempre resucitada, siempre renovada.
 Cómo incidir decisivamente con esto en  un país de mayoría cristiana y católica , orientado a la justicia, al reconocimiento de la dignidad de todos, al respeto del orden institucional en clave de bien común, a la honestidad como proyecto de vida, a la exquisitez  ética y moral?
Jesús anima a cada cristiano, a cada comunidad de creyentes, a la humanidad toda, El está en medio de nosotros transmitiendo la vitalidad del Padre, pero nos requiere para ser “testigos” haciendo eficaz la superación del viejo orden de pecado y de muerte, y ordenando todo lo social y lo histórico en perspectiva de Pascua.
Como en la arenga de Pedro a los judíos, referida hoy en la lectura de Hechos: “Israelitas, por qué se asombran y  se quedan mirándonos como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o religiosidad? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús…..Dios lo ha resucitado de la muerte y nosotros somos testigos de ello” (Hechos 3: 12-13 y 15), tenemos un requerimiento que proviene del mismo Dios, también de la humanidad doliente, y es el de ponernos a caminar por la historia en seguimiento de Jesús para resucitar de tanta des – gracia y traer a nuestro mundo la gracia de la nueva vida.

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